De paso por el país, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez habló de Borges y del Nobel.
Borges
no ganó el Premio Nobel de Literatura "porque en aquel tiempo era un
tanto indecente ser de derecha", señaló el escritor nicaragüense Sergio
Ramírez, de visita en nuestro país para presentar su última novela, La fugitiva, en la que narra la historia de una mujer costarricense de comienzos
del siglo XX cuya belleza y personalidad la hicieron vivir en
contradicción con una sociedad conservadora.
Ramírez, que a fines de los 70 se incorporó, como muchos
otros intelectuales, a la revolución sandinista que derrocó a la
dinastía de Somoza para años más tarde distanciarse de la política y
retomar su carrera literaria, expresó además su preocupación por la
ofensiva en varios países de la región contra la libertad de prensa.
-Se cumplen 112 años del nacimiento de Borges, ¿qué impacto tuvo en su vocación literaria?
-Borges me marcó muchísimo. Encontraba en él muchos ecos
de Rubén Darío. Era un gran poeta modernista, pero lo que más me
deslumbró fue el Borges narrador. Allí encontré muchos caminos
inexplorados todavía. El hecho de que lo contemplemos ahora en la
distancia quita de encima esa basura de la discusión política, de esas
posiciones suyas que a veces eran provocadoras, de derecha, su enemistad
recurrente con el peronismo... se veía a un Borges político que ya ha
desaparecido. Es es lo que pasa con la posteridad. Despeja lo político.
Se es grande o no se es grande en las letras. A ningún escritor se lo
recuerda por sus opiniones políticas, se lo recuerda por su herencia
literaria, la trascendencia de su obra. Y ahora a Borges se lo lee mucho
más que en vida.
-También ahora se vuelve a hablar del Nobel que nunca ganó...
-Es que en aquel tiempo era un tanto indecente tener
posiciones de derecha. Y no lo era ser de izquierda. Nadie le negó a
Neruda el Nobel por haber escrito una oda a Stalin. Y nadie se lo negó a
Vargas Llosa por tener determinadas posiciones políticas, aunque no
sean de izquierda. Esto ha sido ya bastante superado, hay menos
polarización a la hora de discernir los asuntos literarios.
-En varios países de la región se ha visto últimamente una creciente intolerancia con la libertad de prensa. ¿Qué opina?
-Así como la derecha en el poder nunca quiso
reconciliarse o conciliarse con la idea de que la libertad de prensa es
esencial en una sociedad, en la izquierda, que ahora con sus distintas
formas está en el poder en muchos países en América latina, tampoco
quiere reconciliarse con esta idea. Entonces utiliza los instrumentos de
poder para ver cómo amoldar a la prensa a sus intereses o silenciarla
cuando no se amolda. Esto está ocurriendo en muchas partes. El
autoritarismo se demuestra cuando el gobernante es incapaz de escuchar
lo que no le gusta. Sigue siendo un problema fundamental del
comportamiento democrático en América latina. Porque el autoritarismo
tiene marca ideológica, pero va más allá de eso, como forma de
dominación política que busca controlarlo todo. Por eso es incompatible
con la libertad de expresión, obviamente.
-En ese sentido, ¿cuál debería ser el papel del escritor?
-La libertad crítica es esencial en el papel del
escritor. Cuando está apegado a los intereses del poder, lo que hace es
dañar su propia obra y autolimitarse. El poder afecta la libertad que
un escritor debe tener para expresarse y ser un espejo crítico de la
sociedad de su tiempo. El creador tiene que fabricarse su propio espacio
de libertad, muchas veces con riesgos, con costos altos.
Fuente: lanacion.com