La Daimler Art Collection, una de las colecciones corporativas más importantes y antiguas de Europa, presenta en el Malba un centenar de obras abstractas que dejaron huella en el siglo XX
ZINNY/MAIDAGAN. Estudio para escenario Gwangju N°1, 2007. Foto GALERIE SABINE KNUST, MUNICH. © THE ARTISTS AND THEIR LEGAL SUCCESSORS/GENTILEZA MALBA
Por Daniel Molina
Para LA NACION - Buenos Aires, 2010
"La historia la escriben los vencedores": un lugar común, pero no por eso es menos cierto. En el campo del arte contemporáneo, "los vencedores" (los que escriben la historia) son las principales instituciones artísticas estadounidenses. Desde la Segunda Guerra, cuando Nueva York desplazó a París como capital internacional del arte, el núcleo duro del arte contemporáneo surge en Estados Unidos, desde allí se proyecta y desde allí se lo cuenta. Lo que Nueva York no ve no lo ve tampoco el resto del mundo. Si bien esto surgió ya a fines de los años 20 con la fundación del MoMA, y se consolidó con el expresionismo abstracto a comienzos de los años 50, se tornó irreversible a partir del minimalismo. A mediados de la década de 1960, los muy jóvenes Barnett Newman, Donald Judd, Sol LeWitt o Frank Stella declaraban que no les interesaba en lo más mínimo el arte europeo.
CUADERNO DE TRABAJO. Con preguntas y reproducciones de las obras, se entrega a los estudiantes que visitan la exposición.
Incluso consideraban el arte producido en la Europa de aquella época la mirada nostálgica de un pasado esplendor. La muestra Geometría en el siglo XX en la Daimler Art Collection es la respuesta europea a esa visión yanqui.
El relato que sostiene la curadora Renate Wiehager se opone simétricamente (como en un espejo que invierte las imágenes) al que se desarrolló en Estados Unidos. La muestra de la colección de la Daimler narra la historia desde el punto de vista europeo. Según se puede leer en el texto que Wiehager escribió para el catálogo, fueron los grandes maestros de la abstracción europea -el alemán Josef Albers y el suizo Max Bill (de la Bauhaus) junto con el belga Georges Vantongerloo (del movimiento concreto)- los que impulsaron el surgimiento del arte geométrico en Estados Unidos. Sugiere que sin la activa presencia que estos artistas tuvieron, desde 1933, en los grandes centros estadounidenses, es impensable el surgimiento del minimalismo y de las corrientes posteriores.
CAMILLE GRAESER. Harmonikale Konstruktion, 1947-51 . Foto © 2010 CAMILLE GRAESER-PROLITTERIS, SUIZA.
La muestra comienza con un par de obras figurativas de Adolf Hölzel y Oskar Schlemmer, que fueron -según la curadora- los primeros maestros de la modernidad alemana que asociaron arte abstracto, diseño y nuevas corrientes estéticas (el núcleo estético-ideológico que interesa a la colección Daimler). Según este relato, Hölzel no sólo se anticipó más de una década a la Bauhaus, sino que sus ejercicios con la abstracción de 1905 fueron los que inspiraron las primeras pinturas absolutamente abstractas que, en 1910, realizó Kandinsky (quien, a pesar de trabajar en Alemania, era irremediablemente ruso). En este relato alemán, el centro excluyente de las vanguardias geométricas estuvo en el triángulo que dibujan Múnich, Berlín y Stuttgart. La versión estadounidense es muy diferente: ya en 1928 -es decir, cinco años antes del exilio de los artistas que Wiehager considera fundadores de la corriente geométrica en Estados Unidos-, el MoMA había adquirido y exhibido muchas de las más importantes obras de los constructivistas rusos -de Malevich a Rodchenko, pasando por El Lissitzky-, que son el pilar de las corrientes minimalistas.
JOHANNES ITTEN. Barras y superficies, 1955 . Foto © 2010 JOHANNES ITTEN-PROLITTERIS, SUIZA-SAVA, BUENOS AIRES-GENTILEZA MALBA
La muestra Geometría en el siglo XX en la Daimler Art Collection es una de las más valiosas que se han visto en Buenos Aires en estos últimos años. Por la calidad excepcional de las obras seleccionadas, la exhibición, que no puede ni quiere sustraerse al debate por la hegemonía cultural entre Estados Unidos y Europa, se encuentra más allá de las desavenencias entre esos dos relatos. Todos los artistas que están presentes son imprescindibles para comprender esa gran aventura estética que es la abstracción geométrica. No sólo es una gran muestra desde el punto de vista de las discusiones teóricas sobre el arte contemporáneo, sino que ofrece una intensa experiencia con la belleza.
Presenta 100 obras pertenecientes a unos 70 artistas que abarcan un amplísimo registro de todas las corrientes geométricas: desde las épocas heroicas de la abstracción, como Johannes Itten, hasta trabajos conceptuales de los rosarinos Dolores Zinny y Juan Maidagan, pasando por Jean Arp, Are You Meaning Company, Daniel Buren, Enrico Castellani, Dadamaino, María Freyre, Liam Gillick, Mathias Goeritz, Joseph Kosuth, Richard Paul Lohse, Julio Le Parc, Mathieu Mercier, Giulio Paolini, Charlotte Posenenske, Peter Roehr, Robert Ryman, Pietro Sanguineti, Jesús Soto, Klaus Staudt, Jean Tinguely, Simone Westerwinter y Andrea Zittel, entre varios otros. Muchos de estos artistas se exhiben por primera vez en la Argentina.
MATHIEU MERCIER. Drum and Bass 2, 2002 . Foto © 2010 MATHIEU MERCIER-BILD KUNST.
La muestra se organiza en torno a cuatro ejes temáticos: el modernismo clásico, la vanguardia Zero, el minimalismo y forma, línea y espacio. Lo más interesante de la presentación es que, además de reunir las obras según estos núcleos, se establece un diálogo abierto entre ellos. No sólo por proximidad física, sino también por cierto eco formal, las obras de la vanguardia Zero entran en contacto con las que se organizan en torno a la descendencia de Max Bill, por ejemplo.
A pesar de que, a veces, la geometría puede ser críptica para un público no especializado, ya que es una apuesta militante en contra de los relatos externos a las artes visuales, esta muestra no resulta para nada inaccesible, aun para un público poco informado. Debe esa cualidad a la especial vibración formal de las obras seleccionadas, capaces de expresarse por sí mismas, más allá de todo discurso teórico. No es necesario saber que las obras de Mathieu Mercier sostienen un diálogo irónico con los cuadros suprematistas de Mondrian para disfrutarlas.
VISTA DE SALA. Colección Daimler . Foto JENS SIEHE, BERLÍN © VG BILD-KUNST BONN.
Quizá por eso, esta muestra nos permite interrogarnos si es posible que hoy exista un público completamente desconocedor de lo más básico del arte abstracto. La respuesta no puede ser más que negativa: casi cualquier lector habitual de un medio gráfico moderno, así como el caminante acostumbrado a convivir con la arquitectura racionalista, ya tiene sus ojos entrenados para descubrir en estas obras la matriz creativa del mundo modular que habitan.
MATHIAS GOERITZ. Las puertas a la nada, 1971 . Foto HANS-GEORG GAUL, BERLÍN © THE ARTISTS AND.
Aunque se postuló hace años que el arte geométrico no tenía un gran futuro, ya que una vez descubiertos ciertos principios no le quedaba más que repetirse, la muestra de la coelcción Daimler pone en escena que sus posibilidades (tanto formales como conceptuales) son prácticamente infinitas. Estas bellísimas obras funcionan a la manera de complejos mandalas: guían nuestro entendimiento más allá del conocimiento racional.
MAX BILL. Quince variaciones sobre un mismo tema, 1935-38.
FICHA.
Geometría del siglo XX en la Daimler Art Collection (hasta el 25 de octubre); Silvia Rivas (hasta el 22 de noviembre), y Alfredo Prior (hasta el 1º de noviembre), en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415, Buenos Aires)
Fuente: LA NACION