Hermenegildo Sábat publicó el libro Héroes de la dependencia.
84 de estas obras pueden verse desde esta semana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en Rosario.
Por: Mercedes Pérez Bergliaffa
SERES IMAGINARIOS. Uno de los 84 retratos que Sábat expone en Rosario hasta el 10 de octubrePinceles chinos, buriles, óleos, acuarelas, lápices, fibras, acrílicos y fibrones se acumulan sobre una vieja mesa de madera en la oficina de Hermenegildo Sábat en la redacción de Clarín, donde conviven con un denso mosaico de fotografías pegadas en las paredes: desde sus nietos hasta Carlos Gardel, desde el pintor vanguardista Kirchner al barón Haussmann, creador de las avenidas de París en la época de Napoléon III. Así de diversos son los intereses y miradas de este hombre que se hizo mundialmente reconocido por sus increíbles ilustraciones; por la línea de sus dibujos, suelta, rápida, segura, hábil, y por la aguda comprensión de las situaciones sobre las que editorializa con ilustraciones sintéticas, aparentemente simples a nivel formal, y profundas a nivel de significado, a nivel simbólico.
"El trabajo nuestro se parece al de un pianista de cabaret", comenta modestamente Menchi Sábat sobre su labor diaria en el periódico, mientras acerca una silla. "Ellos, en medio del ruido, tienen que seguir poniendo los dedos sobre las notas que corresponden... Así es lo nuestro, también. Aunque el ruido en la redacción es ahora mucho menor que antes; porque en otras épocas, con las máquinas de escribir, ahí sí que era insoportable... ¡Esto ahora es un oasis!", dice. Y hace un boceto de sonrisa.
Con más de cincuenta años de ilustrador a cuestas, Sábat lleva, sin embargo, una doble vida: cuando está a solas, sin encargo inmediato, se saca el corset de la ilustración y la carrera contra el tiempo, y se pone a pintar libremente, a dejarse llevar por su pensamiento y su intuición. El resultado de ese tiempo de soledad y reflexión pictórica son las 84 obras que pueden verse desde esta semana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en Rosario. Todos óleos sobre tela de 50 x 60 centímetros, constituyen Héroes de la dependencia, una larga seguidilla de retratos de personajes desconocidos o soñados, con los que el centro cultural editó también un libro.
"Las personas son nadie, son retratos inventados", aclara el artista. "Cuando comienzo cada una de las pinturas no tengo la menor idea de a quiénes o qué voy a pintar; pero cuando termino, curiosamente, algunos me recuerdan a alguien, a gente que pude haber conocido, que pasó por mi vida..."
-¿Qué diferencia encuentra entre hacer sus pinturas y hacer sus ilustraciones?
-¡Hay tanta diferencia...! En el trabajo de ilustrador existen ciertas autolimitaciones –que no es autocensura, no es lo mismo–. Fuera de eso, en la ilustración no tengo ningún tipo de condicionante. Con los cuadros creo que no me impongo ninguna limitación. O, mejor dicho, en ellos están expuestas todas mis limitaciones. Por otro lado, sé que soy considerado siempre "el dibujante del diario". Lo sé, es así. Por eso también me permito hacer estas pinturas no condicionadas ni por el mercado ni por avatares externos como pueden ser los críticos, por ejemplo.
-¿El dibujo y la ilustración se separan?
-Bueno, la ilustración tiene cierto grado de elasticidad. Si no, miremos a Florencio Molina Campos, por ejemplo, uno de los artistas argentinos más genuinos que hay. El no se hacía esas preguntas, ni temía ser ilustrador. Yo tampoco. Pero creo que lo mío pasa por los procedimientos que uso. Creo que está más cerca de una cuestión plástica, aunque nunca se sabe...
Con marcada tendencia expresionista, los trabajos que Sábat presenta en Rosario muestran el uso variado que hace de un material que descubrió recientemente, el óleo al agua, que tiene todas las ventajas del tradicional (su cuerpo, su espesura, sus colores) pero la rapidez de secado y la facilidad de limpieza del acrílico. ¿Qué es lo que sale de Sábat cuando se deja llevar por la pintura? ¿De quiénes son esos rostros, esas expresiones severas, algunas monstruosas, pocas sonrientes? Personas más cercanas a Onetti que a Cortázar, como el propio Menchi reconoce. Después de haber dibujado miles de rostros durante años, estas pinturas quizás sean restos de recuerdos que no sabe dónde poner. Retratos liberadores.
Fuente: Revista Ñ Clarín