Un palacio francés, a puertas abiertas
La ex residencia Ortiz Basualdo estará habilitada al público el próximo domingo 19, de 11 a 18 hs.
El estilo Luis XV resplandece en el gran salón de baile.
La oportunidad llega como una de esas invitaciones imposibles de rechazar. Y se inscribe como un raro privilegio para recorrer un tesoro arquitectónico y hurgar en la memoria de uno de los más imponentes edificios patrimoniales del país: el palacio Ortiz Basualdo, sede de la embajada de Francia desde 1939 y emblema del academicismo francés de comienzos del siglo XX.
El próximo domingo, en coincidencia con las Jornadas Europeas del Patrimonio -una iniciativa de puertas abiertas al público para los edificios de valor patrimonial de toda la Unión Europea-, la embajada de Francia abrirá su exquisita sede, situada en Arroyo y Cerrito, para que pueda ser visitada y recorrida por el público, de 11 a 18. La entrada será por Cerrito 1399.
El gobierno de la ciudad proveerá de guías especiales para develar los secretos arquitectónicos del portento y ahondar en el recuerdo de quienes fueron sus primeros moradores: el matrimonio conformado por Daniel Ortiz Basualdo y Mercedes Zapiola Eastman, quienes estrenaron la residencia en 1918.
Proyectada por el arquitecto francés Paul Pater, en 1912, el mismo hacedor del Tigre Club, hoy sede de un museo de arte, la repartición francesa mostrará su esplendor y abrirá todos sus salones interiores y jardines por tercera vez en su historia. Será para acompañar, aun desde estas latitudes, las jornadas europeas de patrimonio. Quienes deseen visitar el palacio deberán presentan DNI, cédula de identidad o pasaporte. Se prohibirá el ingreso con máquinas de fotos o filmadoras.
La iniciativa, creada en 1984 por el Ministerio de Cultura francés, cuenta con altísima adhesión en Europa, en la que más de 12 millones de personas recorren cerca de 15.000 sitios de interés repartidos en los 49 Estados miembros.
Conjugación de estilos
En Buenos Aires, la repartición gala es un sitio de interés cultural insoslayable, por la magnificencia de su arquitectura en piedra parís, con imponente mansarda irregular y torre cilíndrica que se erige en fiel exponente del hotel particulier francés. Vista desde el final de la avenida Alvear, la residencia resulta de una llamativa elegancia. Y su interior hilvana un sugestivo recorrido por lo mejor de la herencia estética de las artes decorativas francesas e inglesas.
Ya desde la entrada se vislumbran los mármoles policromos, las imponente paredes revestidas por boiseries , de donde emergen las tallas de pilastras corintias. El hall circular del primer piso -herencia inglesa de los siglos XVII y XVIII-, los ventanales neopalladianos, la rampa Chippendale, junto a los ornamentados cielos rasos, son una síntesis precisa de la conjugación armónica de estilos.