Por Cecilia Scalisi
Para LA NACION
En este fenomenal regreso al país -en el que celebra el 60° aniversario de su debut como pianista-, Barenboim ofrecerá once conciertos que prometen inscribirse entre los mejores recuerdos del Bicentenario. Antes de su arribo a Buenos Aires, y mientras cumple con una gira sudamericana a cargo de la Orquesta del Diván, Barenboim reconoce con alegría su ansiedad por llegar a la capital porteña, donde, en pocos días más, se reeditará el fervor del público en torno a sus actuaciones y un fenómeno de convocatoria que ya es un clásico de la agenda musical de la ciudad. En diálogo con LA NACION, el pianista y director ofrece a los lectores las claves para descifrar una de las más monumentales obras de arte de la humanidad: el ciclo integral de las nueve sinfonías de Beethoven.
-¿Cuál es la importancia de escuchar el ciclo integral de las sinfonías, apreciándolo como una obra maestra de dimensiones descomunales?
-En la medida de lo posible, y a razón de que el ciclo es muy importante en sí mismo, la manera ideal de escucharlo es seguirlo completo. En esa significación radica la idea de hacer las sinfonías en su orden cronológico. También podrían ejecutarse mezcladas, pero el sentido de hacerlas en ese orden es mantener el carácter de ciclo y apreciar el desarrollo de la evolución beethoveniana.
-¿Qué es lo más personal de la evolución de Beethoven en el formato sinfónico?
-Un rasgo es que para casi cada una de sus sinfonías Beethoven buscó un lenguaje propio. Esto se verá claramente, por ejemplo, en el concierto de la Quinta y la Sexta sinfonías. La idea que nos queda es que han sido compuestas en dos períodos diferentes. Muy pocos compositores han buscado un idioma, un dialecto musical para cada sinfonía.
-Las sinfonías dramáticas son, en un cierto grado, la Segunda, pero mucho más la He roica (Tercera), la Séptima y la Novena. En cuanto a las sinfonías pares: la Segunda es una obra de transición entre el Haydn tardío y Beethoven. La Cuarta tiene una peculiaridad, que es el hecho de que empieza a romper reglas. En el desarrollo de la Cuarta ni siquiera se tiene una clara idea de en qué tonalidad está. Es una búsqueda que va del caos al orden. La Quinta (la Sinfonía del Destino ) es la más dramática. La Pastoral (Sexta) ya es otro mundo. Es el mundo panteístico, no en un sentido descriptivo de la naturaleza, aunque hay en el segundo movimiento una descripción del movimiento de un lago, sino más bien de las emociones que se despiertan en el ser humano frente a la naturaleza. Es una obra panteística en el sentido de la naturaleza como sentimiento religioso. Aunque se oigan los pajaritos y se vea el lago y otros tantos elementos descriptivos, es una obra viva. La Séptima es, como la denominó Wagner, una "apoteosis a la danza" [en referencia a la fuerza rítmica]. Es una obra muy dramática, vivaz y que realmente baila.
-¿Cuál es el impacto que provocan esa transformación hasta la Novena y, con ella, la culminación del genio beethoveniano?
-Quien escucha el ciclo completo en su orden cronológico está frente al desarrollo más íntimo de los estilos beethovenianos. Llega a la Novena cuando parece no haber ninguna otra posibilidad. Es la idea de captar un organismo entero.
Pura tradición verdiana
-¿Qué valor simbólico tiene dirigir la postergada Aida del Centenario en un Colón recuperado y a cargo de músicos de La Scala de Milán?
-La Scala tiene una relación muy directa con Verdi y una tradición con la música de este compositor que pasa de generación en generación. No hay ningún otro teatro en el mundo, ningún otro grupo de instrumentistas ni cantantes, que tenga una relación tan íntima con las creaciones verdianas. El hecho de venir con ellos a Buenos Aires para dirigir Aida y el Requiem es algo que me alegra profundamente. Aida es una de las más típicas obras de Verdi, con sus grandes coros y arias. Al mismo tiempo, es importante el hecho de que fue un período en que Verdi atendió meticulosamente lo referido a la música egipcia. En su caso, ese elemento no es algo ornamental que el compositor utilizó para darle color a la música, sino un componente que forma parte fundamental de la obra.
-¿Qué es lo que más lo entusiasma de volver al país?
-¡Usted se puede imaginar muy bien lo que significa este viaje para mí!, puesto que para venir a la Argentina no puedo estar en el Festival de Salzburgo. Deseaba estar en Buenos Aires para celebrar los sesenta años de mi primer concierto, tanto como hace diez años, cuando celebré el cincuentenario de mi debut y dejé de ir a Bayreuth?. Volver a la Argentina es siempre algo importante para mí.
RUEDA DE PRENSA
Como no podía ser de otro modo, el primer encuentro grupal de Barenboim con la prensa generó muchísima expectativa, hecho que se evidenció en una sala de conferencias completamente colmada. El director respondió a casi todas las preguntas de modo cordial, pero también muy firme.
• Memoria emotiva. "A mí me sucede algo especial cada vez que vuelvo a Buenos Aires, me vienen recuerdos muy emotivos sobre mis padres, el colegio, mis maestras."
• Disfrute especial. "Dirigir en el Teatro Colón me da un placer muy sugerente, acaso por su magia, su historia, su belleza."
• Buscar la paz. "Hoy el hombre parece tener falta de pensamientos equilibrados, como por ejemplo en el hecho de que hable de la paz y no haya cambios drásticos para buscarla."
Un maestro al alcance de todos
• El sábado, a las 15, Barenboim ofrecerá un concierto con entrada libre y gratuita con su Orquesta West-Eastern Divan en el Obelisco, oportunidad en la que interpretarán la Obertura Leonore III y la Quinta sinfonía de Beethoven. El escenario estará ubicado en la Plaza de la República mirando hacia el Sur y al frente se colocarán cinco mil sillas; habrá también dos pantallas de grandes dimensiones para una mejor visualización del espectáculo. En 1999, Daniel Barenboim y el intelectual palestino Edward Said, fallecido en 2003, establecieron un taller para jóvenes músicos de Israel, Palestina y otros países árabes de Medio Oriente con el objetivo de promover la convivencia y el diálogo. La orquesta recibió su nombre de una colección de poemas de Goethe.
LOS ONCE CONCIERTOS
• Mañana, a las 20.30. West Eastern Divan Orchestra. Beethoven: Sinfonías 3 y 4 (Teatro Colón/Mozarteum Argentino).
• Pasado mañana, a las 20.30. Concierto extraordinario. West Eastern Divan Orchestra con Elena Bashkirova (piano), como solista. Obras de cámara Beethoven y Schumann (Teatro Colón/Mozarteum Argentino).
• Sábado, a las 15. Concierto al aire libre en el Obelisco. Obertura Leonore III y la 5» Sinfonía de Beethoven. Gratis.
• Sábado, a las 20.30. West Eastern Divan Orchestra. Beethoven: Sinfonías 5 y 6 (Teatro Colón/Mozarteum Argentino).
• Domingo, a las 17. Con la West Eastern Divan Orchestra. Beethoven: Sinfonías 7 y 8 (Teatro Colón/Mozarteum Argentino).
• Martes 24, a las 13. Miembros de la West Eastern Divan Orchestra. Obras de Boulez, Schönberg y Berg (teatro Gran Rex/Mozarteum Mediodía). Entrada gratuita.
• Miércoles 25, a las 20.30. Con la West Eastern Divan Orchestra. Beethoven: Sinfonía 9 (Teatro Colón/Abono Bicentenario).
• Domingo 29, a las 17. Coro y Orquesta del Teatro Alla Scala de Milán. Aída, de Verdi, en versión de concierto. (Teatro Colón/Función extraordinaria).
• Lunes 30, a las 20.30. Coro y Orquesta del Teatro Alla Scala de Milán. Misa de Requiem, de Verdi (Teatro Colón/Abono Bicentenario).
• Martes 31, a las 20.30. Coro y Orquesta del Teatro Alla Scala de Milán. Aida, de Verdi, en versión de concierto (Teatro Colón/Función extraordinaria).