El Remordimiento
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
Jorge Luis Borges
>Esa sola frase justificaba incluir este lindo verso de Borges.
"Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías."
¡Qué manera más estética, poética y artística de ironizar sobre la sublime misión
del arte! Sólo un genio como J.L.B. podía hacerlo de ese modo.
P. L. B.
COMO EL ARTE,
QUE ENTRETEJE NADERÍAS
Jorge Luis Borges, 1899-1986
CEGADOR EFECTO JUNTO A "EL SEGADOR"
Devastadora lluvia de meteoritos en la
Plaza Rubén Darío de Buenos Aires
EL MAPA DEL "PASEO DE LAS ESCULTURAS" CON EL DETALLE DE ESTA CAÓTICA LLUVIA DE METEORITOS CAÍDA EN LA PLAZA RUBÉN DARÍO.
Bajo el título "La milla de los museos, más arte en la ciudad", la periodista Alicia De Arteaga escribió lo siguiente en su columna Martes Visuales en el diario La Nación de Buenos Aires del 23 de junio de 2009:
"Con la inauguración de la muestra de esculturas al aire libre de Bastón Díaz en la plaza Rubén Darío, se consolida el proyecto de Hernán Lombardi, alentado por su jefe Mauricio Macri, de darle forma definitiva a la milla de los museos en Buenos Aires. Al triángulo del arte formado por el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace y el Bellas Artes se suma ahora la exposición sin límites de la obra de Bastón Díaz, curada por Elio Kapsuck.
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".
Bajo el título "La milla de los museos, más arte en la ciudad", la periodista Alicia De Arteaga escribió lo siguiente en su columna Martes Visuales en el diario La Nación de Buenos Aires del 23 de junio de 2009:
"Con la inauguración de la muestra de esculturas al aire libre de Bastón Díaz en la plaza Rubén Darío, se consolida el proyecto de Hernán Lombardi, alentado por su jefe Mauricio Macri, de darle forma definitiva a la milla de los museos en Buenos Aires. Al triángulo del arte formado por el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace y el Bellas Artes se suma ahora la exposición sin límites de la obra de Bastón Díaz, curada por Elio Kapsuck.
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".
"Con la inauguración de la muestra de esculturas al aire libre de Bastón Díaz en la plaza Rubén Darío, se consolida el proyecto de Hernán Lombardi, alentado por su jefe Mauricio Macri, de darle forma definitiva a la milla de los museos en Buenos Aires. Al triángulo del arte formado por el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace y el Bellas Artes se suma ahora la exposición sin límites de la obra de Bastón Díaz, curada por Elio Kapsuck.
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".
NUESTRA OPINIÓN:
A la Sra. De Arteaga, yo le contesto lo siguiente: Considero que, visualmente es una aberración lo que se ha hecho. Es más que evidente que se ha forzado una situación y que se han dispuesto muchas más obras que las que ese espacio toleraba. Han logrado un enorme caos visual, con un cúmulo de información tal que impide la adecuada percepción sensorial de las obras expuestas. El terrible ruido visual que se ha fabricado no deja ver nada. Quien emplazó esas esculturas no tiene la más remota idea de lo que es poner en valor esculturas en forma adecuada: Es muy importante considerar cómo interactúa el espacio circundante con la obra al momento de emplazar esculturas. Y como ocurre con la música, el silencio valoriza a la nota. Si no, el bombardeo de información es tal, que ocurre lo que se ha hecho en este caso: un enorme caos visual sin ton ni son. No han quedado puestas en valor ni la Plaza Rubén Darío ni las nuevas 31 esculturas de Bastón Díaz que se metieron a presión ignorando absolutamente el diseño previo de la plaza. En él, jugaban un papel capital las esculturas preexistentes, entre otras, por El Sembrador y El Segador del belga Constantin –Emile Meunier, el Rubén Darío del argentino José Fioravanti, La Primavera de Leon Ernest Drivier, La Agonía del Centauro del gran Antoine Bourdelle y el monumento a Raoul Wallenberg. Y ya era mucho pedir, pero, si hiláramos más fino, tampoco debió haberse ignorado el peso visual muy cercano del George Canning de Alberto Lagos, del monumento al General Bartolomé Mitre de Eduardo Ruvino Torino, del General José Artigas de José Luis Zorrilla de San Martín, de la Froralis Genérica de Eduardo Catalano, de la Eva Perón de Ricardo Gianetti, del monumento a Juan Pablo II y del edificio de la Biblioteca Nacional y del edificio de Canal 7. No están en discusión ni la calidad ni la estética de las obras de Bastón Díaz. Lo que se discute es el lugar y el espantoso modo de emplazarlas. Se ha querido ponerlas en valor y se ha conseguido el efecto exactamente inverso. Es muy común que los mismos escultores no puedan objetivar y tomar distancia sobre la obra propia y que no vean detalles tan obvios como los que se están señalando aquí. Si no, Bastón Díaz no hubiera permitido la aberración visual que se ha hecho en esta plaza de Buenos Aires con tal de vender. Y como si fuera poco, se les han puesto alrededor unos horribles corrales de caño dignos del galpón de los chanchos de la Rural, que ni protejen en forma efectiva ni aportan nada estético a las obras de Díaz. Concretamente propongo que se revise a fondo al caótico depositorio escultórico en que se ha convertido la lonja de terreno que va desde el monumento al Brigadier General Carlos María de Alvear de Antoine Bourdelle, donde nace la Avenida Alvear, hasta el General Urquiza de Héctor Rocha y Renzo Baldi, en el cruce de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento y hasta el Monumento de los Españoles. Toda residente extranjero, institución u ONG que dona alguna escultura a la Ciudad, quiere tener su donación luciendo sobre el llamado Camino Real. Oh casualidad… desde el punto de vista del marketing, se considera que por Libertador y por Figueroa Alcorta, respectivamente ingresa y egresa de Buenos Aires el público calificado como ABC1. En este caso particular, ha privado el interés comercial del galerista promotor de la idea por encima del supuesto interés cultural, de difusión y de democratización de la cultura del proyecto. No nos disfracen las cosas. Que no nos subestimen a ese punto al pretendan hacernos creer que es una cosa cuando es obvio que es otra. Si no, no se forzaba de tal manera la colocación de treinta y una esculturas METIDAS A PRESIÓN donde ya había importantes esculturas preexistentes, como si ellas no hubieran ni existido. Es ése un espacio público, y es por lo tanto de todos y cada uno de los habitantes de la Ciudad. ¿Por qué tienen que convertirlo en un showroom de ventas a cielo abierto al servicio exclusivo de tal o cual galería privada? Descreo de esos gestos supuestamente tan "desinteresados", de esos desprendimientos, cuando provienen de un galerista que está tan, tan interesado en sacar el proyecto adelante. Hace mucho que dejé de creer en Papa Noel. Este proyecto no me hubiera parecido mal hacerlo por ejemplo en Puerto Madero, donde también hay buen poder adquisitivo, mucho turismo local e internacional, etc. y el terreno estaba casi virgen. Pero me parece atroz forzar una situación como se la forzó, fregándose en todo lo preexistente como si no hubiera existido, reventándolo. Y que eso mismo confirma el interés pecuniario que hay atrás, aunque se pretenda vendérnoslo como cultural. Una cuestión de valores. Yo prefiero que en el espacio público de todos, que los valores que priven sean los culturales y no los monetarios. Así, el tema es parejo para todos. Y que se hagan las cosas con criterio visual, armonía y buen gusto. Creo también que al Soberano se lo educa a través del arte y también de los buenos ejemplos. No creo que éste sea uno. El galerista Daniel Mamán, en las invitaciones que para asistir al acto de inauguración mandó por correo electrónico no ha tenido ningún problema en incluirse él mismo como "galerista e impulsor del proyecto". Creo que huelgan las palabras. Me parece que ni él ni ningún otro galerista debería tomar una plaza de la Ciudad como coto de caza propio. Tenemos que recuperar el respeto por nuestros espacios públicos. Por su misma condición de públicos, nadie debería utilizarlos como privados y lucrar con ellos. Y la ley debería ser pareja para todo el Mundo, sin excepciones. Aunque la excusa fueran el arte y la cultura. Y nuestras autoridades deberían ser las primeras en velar celosamente para que éso se cumpliera en forma estricta, a rajatabla. Este proyecto supuestamente cultural tiene para mí poco de ético y demasiado de antiestético.
P. L. B.
A la Sra. De Arteaga, yo le contesto lo siguiente: Considero que, visualmente es una aberración lo que se ha hecho. Es más que evidente que se ha forzado una situación y que se han dispuesto muchas más obras que las que ese espacio toleraba. Han logrado un enorme caos visual, con un cúmulo de información tal que impide la adecuada percepción sensorial de las obras expuestas. El terrible ruido visual que se ha fabricado no deja ver nada. Quien emplazó esas esculturas no tiene la más remota idea de lo que es poner en valor esculturas en forma adecuada: Es muy importante considerar cómo interactúa el espacio circundante con la obra al momento de emplazar esculturas. Y como ocurre con la música, el silencio valoriza a la nota. Si no, el bombardeo de información es tal, que ocurre lo que se ha hecho en este caso: un enorme caos visual sin ton ni son. No han quedado puestas en valor ni la Plaza Rubén Darío ni las nuevas 31 esculturas de Bastón Díaz que se metieron a presión ignorando absolutamente el diseño previo de la plaza. En él, jugaban un papel capital las esculturas preexistentes, entre otras, por El Sembrador y El Segador del belga Constantin –Emile Meunier, el Rubén Darío del argentino José Fioravanti, La Primavera de Leon Ernest Drivier, La Agonía del Centauro del gran Antoine Bourdelle y el monumento a Raoul Wallenberg. Y ya era mucho pedir, pero, si hiláramos más fino, tampoco debió haberse ignorado el peso visual muy cercano del George Canning de Alberto Lagos, del monumento al General Bartolomé Mitre de Eduardo Ruvino Torino, del General José Artigas de José Luis Zorrilla de San Martín, de la Froralis Genérica de Eduardo Catalano, de la Eva Perón de Ricardo Gianetti, del monumento a Juan Pablo II y del edificio de la Biblioteca Nacional y del edificio de Canal 7. No están en discusión ni la calidad ni la estética de las obras de Bastón Díaz. Lo que se discute es el lugar y el espantoso modo de emplazarlas. Se ha querido ponerlas en valor y se ha conseguido el efecto exactamente inverso. Es muy común que los mismos escultores no puedan objetivar y tomar distancia sobre la obra propia y que no vean detalles tan obvios como los que se están señalando aquí. Si no, Bastón Díaz no hubiera permitido la aberración visual que se ha hecho en esta plaza de Buenos Aires con tal de vender. Y como si fuera poco, se les han puesto alrededor unos horribles corrales de caño dignos del galpón de los chanchos de la Rural, que ni protejen en forma efectiva ni aportan nada estético a las obras de Díaz. Concretamente propongo que se revise a fondo al caótico depositorio escultórico en que se ha convertido la lonja de terreno que va desde el monumento al Brigadier General Carlos María de Alvear de Antoine Bourdelle, donde nace la Avenida Alvear, hasta el General Urquiza de Héctor Rocha y Renzo Baldi, en el cruce de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento y hasta el Monumento de los Españoles. Toda residente extranjero, institución u ONG que dona alguna escultura a la Ciudad, quiere tener su donación luciendo sobre el llamado Camino Real. Oh casualidad… desde el punto de vista del marketing, se considera que por Libertador y por Figueroa Alcorta, respectivamente ingresa y egresa de Buenos Aires el público calificado como ABC1. En este caso particular, ha privado el interés comercial del galerista promotor de la idea por encima del supuesto interés cultural, de difusión y de democratización de la cultura del proyecto. No nos disfracen las cosas. Que no nos subestimen a ese punto al pretendan hacernos creer que es una cosa cuando es obvio que es otra. Si no, no se forzaba de tal manera la colocación de treinta y una esculturas METIDAS A PRESIÓN donde ya había importantes esculturas preexistentes, como si ellas no hubieran ni existido. Es ése un espacio público, y es por lo tanto de todos y cada uno de los habitantes de la Ciudad. ¿Por qué tienen que convertirlo en un showroom de ventas a cielo abierto al servicio exclusivo de tal o cual galería privada? Descreo de esos gestos supuestamente tan "desinteresados", de esos desprendimientos, cuando provienen de un galerista que está tan, tan interesado en sacar el proyecto adelante. Hace mucho que dejé de creer en Papa Noel. Este proyecto no me hubiera parecido mal hacerlo por ejemplo en Puerto Madero, donde también hay buen poder adquisitivo, mucho turismo local e internacional, etc. y el terreno estaba casi virgen. Pero me parece atroz forzar una situación como se la forzó, fregándose en todo lo preexistente como si no hubiera existido, reventándolo. Y que eso mismo confirma el interés pecuniario que hay atrás, aunque se pretenda vendérnoslo como cultural. Una cuestión de valores. Yo prefiero que en el espacio público de todos, que los valores que priven sean los culturales y no los monetarios. Así, el tema es parejo para todos. Y que se hagan las cosas con criterio visual, armonía y buen gusto. Creo también que al Soberano se lo educa a través del arte y también de los buenos ejemplos. No creo que éste sea uno. El galerista Daniel Mamán, en las invitaciones que para asistir al acto de inauguración mandó por correo electrónico no ha tenido ningún problema en incluirse él mismo como "galerista e impulsor del proyecto". Creo que huelgan las palabras. Me parece que ni él ni ningún otro galerista debería tomar una plaza de la Ciudad como coto de caza propio. Tenemos que recuperar el respeto por nuestros espacios públicos. Por su misma condición de públicos, nadie debería utilizarlos como privados y lucrar con ellos. Y la ley debería ser pareja para todo el Mundo, sin excepciones. Aunque la excusa fueran el arte y la cultura. Y nuestras autoridades deberían ser las primeras en velar celosamente para que éso se cumpliera en forma estricta, a rajatabla. Este proyecto supuestamente cultural tiene para mí poco de ético y demasiado de antiestético.
P. L. B.
ANTIGUAS LITOGRAFÍAS INGLESAS
CON TEMAS BOTÁNICOS
Sydenham Teast Edwards
Escuela Inglesa, 1768-1819
Aunque bastante difundidos como tema, los grabados antiguos con temas botánicos de descripción científica son un buen motivo para armar una linda colección temática. Son un clásico: alegres, de buen gusto, muy decorativos y también muy buscados. Quedan bien en todas partes. Éstos que se ven aquí, son litografías, grabado en piedra, de Sydenham Teast Edwards, Escuela Inglesa, 1768-1819.
La litografía es una técnica fascinante de grabado, con posibilidades infinitas, con una cantidad enorme de estadios previos a la obtención de la primera copia impresa. Permite un alto grado de sutileza y en el nivel de los detalles. Se hace grabando una imagen sobre grandes y pesadas piedras especiales, llamadas calcográficas o litográficas, obtenidas en canteras especiales, y luego estampando esa imagen en papel especial con la ayuda de una prensa o tórculo. Un artista que logró cosas maravillosamente sutiles en litografía, fue el genial y refinadísimo Henri de Toulouse- Lautrec, Escuela Francesa,1864-1901. Por su misma antigüedad, estos grabados suelen estar bastante manchados de humedad por haber sido mal enmarcados o por haber estado colgados en lugares muy húmedos y suelen tener "foxing", que es como se llama a las manchas originadas por pequeñas partículas de metal que estando dentro de la pasta del papel se oxidan por efecto de la humedad persistente, estar fotoxidados por la luz solar o artificial inapropiada, y por su papel tener acumulados altos grados de acidez. Antiguamente no existían los papeles libres de ácido de hoy en día.Todo esos males, por lo general, se tratan. Se les devuelve su aspecto y lozanía originarios y se les agrega una reserva de alcalinidad para prolongar su supervivencia en el tiempo. Pero es muy importante que traten estos problemas, muy específicos y puntuales, verdaderos especialistas, restauradores profesionales especializados en obras sobre papel. Entre muchos otros requisitos, hay que saber mucha física y mucha química para ser un buen restaurador de obras de arte sobre papel. He visto cosas terribles, muchas veces irreversibles, hechas por gente improvisada, audaz y totalmente inconsciente, que se mete a hacer restauraciones caseras tentando técnicas o recetas supuestamente infalibles y transmitidas por amigos o parientes. Y muchas veces el supuesto remedio suele ser mucho peor que la misma enfermedad y hasta llega a matar al enfermo. Con respecto a la manera de enmarcarlas, hay maneras de hacerlo con las que quedan muy impactantes y, lo que es muy importante, preservadas, como para prolongar su supervivencia por muchísimos más años. Una vez restauradas, enmarcadas y colgadas con gracia y personalidad, terminará el proceso iniciado con la compra, cuando cada litografía quede debidamente PUESTA EN VALOR y luciendo al máximo de sus posibilidades.
P. L. B.
YAGUANÉ - Elegía, 1996
YAGUANÉ - Elegía
Nunca pensé
que el aterido,
deplorable esqueleto
que meneándose encontrara,
implorante,
en aquella gélida tarde gris plomo…
Aquel andrajo de costillas prominentes
y patazas de oso,
se convertiría con el paso del tiempo
en el
dócil gentilperro rubicundo del
gesto adusto y familiar.
En el agradecido, infaltable
compañero de nuestros plácidos días
junto al Salado.
En el centinela solitario de la sacrificada y
blanquinegra rutina diaria del tambo.
En ese verosímil perro velazqueño
que por propia elección
emigró de alguna tela
con sus dignidades de Habsburgo,
su gravedad de esfinge
y ese inconmovible sentido del deber.
Que el vigor de su tensa anatomía de atleta
impondría su dominio
a las caninas jerarquías lugareñas:
Primus inter pares.
Luego de pasear su austera, esquiva gracia
de saltimbanqui entre los cardos.
Que sus visitas serían tan esperadas por todos,
Aún desperezándose después de sus siempre estéticas siestas
constantemente alerta
en la galería, o bajo la vieja glicina
o junto a la persistencia del cedrón.
Que su manto erizado de Aguará nos daría protección
ante las incursiones de
indeseables cazadores foráneos.
Qué duro será volver y que no esté
dando el presente, pasando revista, corriendo al toro.
Apareciendo casi mágicamente,
al transponer los alambres tejidos
con la facilidad de una ratona.
Saludando cuerpo a tierra,
reptando y pidiendo de su tan particular manera
las caricias que tanto le gustaban.
Qué raro ver la tarde de la pampa
en el horizonte
sin su mestiza armonía, ni su figura de hidalgo,
displicente,
trajinándolo
por las serpenteantes y fatigadas sendas vacunas.
Será duro
hacerse a la idea
de que no tendremos ya
ése,
su especial humor,
su atractiva manera de ser.
Debes saberlo, Yaguané,
esperamos que el crujir de las
amarronadas hojas de la magnolia contra el piso
nos anuncie
de una vez
que has vuelto.
Pedro L. Baliña
septiembre de 1996
HOMENAJE A
FEDERICO MANUEL PERALTA RAMOS
1939-1992, EN SUS 70 AÑOS
TODO LO GORDO, A UN COSTADO
CUIDADO CON LA PINTURA
El Museo de Arte Moderno presenta una muestra antológica de Federico Peralta Ramos, insólito creador de los años sesenta. Aún cuando muchos lo recuerdan como un insólito personaje, casi de culto, producto de los míticos años sesenta, Federico Manuel Peralta Ramos es casi un desconocido como artista. Sin embargo, fue un creador que supo trabajar fuera de las corrientes principales. Su estética, de una simplicidad sin pretensiones, se convirtió en un implícito asalto a la cultura que se reconocía como seria. Por lo general, no participó en los grupos o acciones impulsados por los artistas de su generación, pero estuvo cerca de ellos. Con Marta Minujín, su gran amiga, compartió la intención de convertir el viejo arte en un nuevo "arte de vivir".
Federico Manuel Peralta Ramos coincidió desde sus comienzos con los propósitos de grupo Fluxus, un movimiento internacional de arte iconoclasta, integrado hacia 1960. En un manifiesto, George Maciunas, cabeza visible del colectivo, había anotado algunos principios que podría compartir Peralta Ramos: "Purgad el mundo de la cultura `intelectual´, profesional y comercializada; purgad el mundo de arte muerto, de imitaciones, de arte artificial, de arte abstracto, de arte ilusionista, de arte matemático. Promoved el arte vivo, el antiarte, promoved la realidad del no-arte que pueda ser captado por toda la gente, no sólo críticos, diletantes y profesionales".
La excelente exposición antológica de Peralta Ramos, que se presenta en el Museo de Arte Moderno con la curaduría de Clelia Taricco, recorre treinta años de su creación. A través de un centenar de trabajos, se puede seguir su producción, desde las primeras pinturas informalistas que mostró en la galería Rubbers en 1960 y 1961, hasta las escrituras de comienzos de los noventa.Un artista diferente
Peralta Ramos adquirió repentina popularidad con la instalación (la denominación no existía en esa época) que presentó, en 1965, en el Premio Nacional de Instituto Di Tella, con el título Nosotros afuera . El conjunto estaba integrado por una gran pintura, un obelisco, y un enorme huevo de 4,50 metros de ancho x 2,60 metros de alto, realizado en yeso, con una estructura interior de madera y metal desplegado.
En 1967 expuso pinturas en la galería Vignes con el lema "Todo lo gordo a un costado"; era su quinta muestra personal. Un año más tarde obtuvo la prestigiosa beca de la Fundación Guggenheim, dotada de seis mil dólares. Cuando recibió el primer envío de dinero, en febrero de 1969, lo invirtió en una gran cena para veinticinco personas (amigos y familiares), en el Hotel Alvear. Peralta Ramos, años después, afirmó que "en vez de `pintar´ una comida, di una comida". La cena fue el inicio de las acciones que realizó hasta sus últimos días, utilizando medios no artísticos y subrayando la tendencia a la diversión.
En esa vía puede interpretarse la compra de un toro reservado gran campeón, un charolais, que había hecho, en 1967, en un remate de la Sociedad Rural Argentina. El animal, que le fue adjudicado en 1.150.000 pesos, estaba destinado, según el artista, a su exhibición "como una obra de arte vivo". Por supuesto, la venta debió ser anulada. La acción, aunque no se cumplió en su totalidad, no deja de remitir a la exposición que dos años más tarde presentó Janis Kounellis (integrante del grupo Arte Povera italiano), en una galería de Roma, integrada por doce caballos vivos. Mucho después, en 1997, en la Documenta de Kassel, la alemana Rosemarie Troquel expuso un grupo familiar de cerdos.
En la década de los setenta, Peralta Ramos abandonó los medios tradicionales, como la pintura, para inclinarse por un tipo de creación siempre dotada de humor, concretada en ambientaciones, algunas veces acompañadas de performances, objetos y textos con breves frases manuscritas. En 1968 creó una "nueva religión", que bautizó "Gánica" ("ser gánico significa hacer siempre lo que uno tiene ganas"). En esa ocasión hizo imprimir un texto con los veintitrés preceptos de su religión: "A Dios hay que dejarlo tranquilo", "Perder tiempo", "No perder tiempo", "Vivir poéticamente", "Jugar con todo", "No endiosar nada", "Flotar", etcétera.
En 1971 expuso Cuidado con la pintura , una instalación compuesta por la frase escrita sobre papel y un trabuco de cerámica. Un año más tarde, en el Centro de Arte y Comunicación (CAYC), con el título El objeto es el sujeto , se exhibió a sí mismo "como si fuera" una obra de arte. En 1976, Antonio Berni lo invitó a participar en una muestra con el título "Creencias y supersticiones de siempre". El creador de Juanito Laguna presentó la conocida instalación La difunta Correa ; Peralta Ramos exhibió La tumba de Tutankamón , con una momia revivida que contestaba las preguntas de los visitantes.
Desde fines de los años setenta, abundan en la producción de Peralta Ramos las frases sobre papel o tela tensada en bastidores. Con grandes letras escribió, por ejemplo: "Para no ser un recuerdo hay que ser un re-loco"; "Soy como un boomerang que no quiso volver porque se encontró con Dios"; "Arte que me hiciste mal y sin embargo te quiero". Estas obras no dejan de recordar la poesía visual, que atiende tanto a la "forma" de la letra como al contenido de lo escrito.
En 1969, Peralta Ramos comenzó a colaborar en un programa de televisión de Tato Bores, donde, siempre vestido con un impecable traje azul de saco cruzado, realizaba una intervención, casi una performance . En 1970 grabó un disco, editado por Columbia Records, con dos temas de los que era autor: "Tengo algo adentro que se llama coso" y "Soy un pedazo de atmósfera". Muchas veces, en las bo"tes de moda, improvisaba pequeñas actuaciones, en las que casi nunca faltaba el recitado de "La hora de los magos", de Jorge de la Vega.
Federico Manuel Peralta Ramos nació en Mar del Plata en 1939 y murió el 30 de agosto de 1992. Su analista decía que no era loco sino psicodiferente. Antes que cualquier otra cosa, era un artista diferente que quería hacer, por diversos caminos, una obra simple, divertida, concentrada en insignificancias, sin valor comercial ni institucional. Alguna vez escribió, "El arte es hacer reír y pensar a la gente". Por ello, siempre se mantuvo alejado de toda forma de arte que pareciera complejo, intelectual, expresivo, inspirado y de valor comercial.
Federico Manuel Peralta Ramos coincidió desde sus comienzos con los propósitos de grupo Fluxus, un movimiento internacional de arte iconoclasta, integrado hacia 1960. En un manifiesto, George Maciunas, cabeza visible del colectivo, había anotado algunos principios que podría compartir Peralta Ramos: "Purgad el mundo de la cultura `intelectual´, profesional y comercializada; purgad el mundo de arte muerto, de imitaciones, de arte artificial, de arte abstracto, de arte ilusionista, de arte matemático. Promoved el arte vivo, el antiarte, promoved la realidad del no-arte que pueda ser captado por toda la gente, no sólo críticos, diletantes y profesionales".
La excelente exposición antológica de Peralta Ramos, que se presenta en el Museo de Arte Moderno con la curaduría de Clelia Taricco, recorre treinta años de su creación. A través de un centenar de trabajos, se puede seguir su producción, desde las primeras pinturas informalistas que mostró en la galería Rubbers en 1960 y 1961, hasta las escrituras de comienzos de los noventa.Un artista diferente
Peralta Ramos adquirió repentina popularidad con la instalación (la denominación no existía en esa época) que presentó, en 1965, en el Premio Nacional de Instituto Di Tella, con el título Nosotros afuera . El conjunto estaba integrado por una gran pintura, un obelisco, y un enorme huevo de 4,50 metros de ancho x 2,60 metros de alto, realizado en yeso, con una estructura interior de madera y metal desplegado.
En 1967 expuso pinturas en la galería Vignes con el lema "Todo lo gordo a un costado"; era su quinta muestra personal. Un año más tarde obtuvo la prestigiosa beca de la Fundación Guggenheim, dotada de seis mil dólares. Cuando recibió el primer envío de dinero, en febrero de 1969, lo invirtió en una gran cena para veinticinco personas (amigos y familiares), en el Hotel Alvear. Peralta Ramos, años después, afirmó que "en vez de `pintar´ una comida, di una comida". La cena fue el inicio de las acciones que realizó hasta sus últimos días, utilizando medios no artísticos y subrayando la tendencia a la diversión.
En esa vía puede interpretarse la compra de un toro reservado gran campeón, un charolais, que había hecho, en 1967, en un remate de la Sociedad Rural Argentina. El animal, que le fue adjudicado en 1.150.000 pesos, estaba destinado, según el artista, a su exhibición "como una obra de arte vivo". Por supuesto, la venta debió ser anulada. La acción, aunque no se cumplió en su totalidad, no deja de remitir a la exposición que dos años más tarde presentó Janis Kounellis (integrante del grupo Arte Povera italiano), en una galería de Roma, integrada por doce caballos vivos. Mucho después, en 1997, en la Documenta de Kassel, la alemana Rosemarie Troquel expuso un grupo familiar de cerdos.
En la década de los setenta, Peralta Ramos abandonó los medios tradicionales, como la pintura, para inclinarse por un tipo de creación siempre dotada de humor, concretada en ambientaciones, algunas veces acompañadas de performances, objetos y textos con breves frases manuscritas. En 1968 creó una "nueva religión", que bautizó "Gánica" ("ser gánico significa hacer siempre lo que uno tiene ganas"). En esa ocasión hizo imprimir un texto con los veintitrés preceptos de su religión: "A Dios hay que dejarlo tranquilo", "Perder tiempo", "No perder tiempo", "Vivir poéticamente", "Jugar con todo", "No endiosar nada", "Flotar", etcétera.
En 1971 expuso Cuidado con la pintura , una instalación compuesta por la frase escrita sobre papel y un trabuco de cerámica. Un año más tarde, en el Centro de Arte y Comunicación (CAYC), con el título El objeto es el sujeto , se exhibió a sí mismo "como si fuera" una obra de arte. En 1976, Antonio Berni lo invitó a participar en una muestra con el título "Creencias y supersticiones de siempre". El creador de Juanito Laguna presentó la conocida instalación La difunta Correa ; Peralta Ramos exhibió La tumba de Tutankamón , con una momia revivida que contestaba las preguntas de los visitantes.
Desde fines de los años setenta, abundan en la producción de Peralta Ramos las frases sobre papel o tela tensada en bastidores. Con grandes letras escribió, por ejemplo: "Para no ser un recuerdo hay que ser un re-loco"; "Soy como un boomerang que no quiso volver porque se encontró con Dios"; "Arte que me hiciste mal y sin embargo te quiero". Estas obras no dejan de recordar la poesía visual, que atiende tanto a la "forma" de la letra como al contenido de lo escrito.
En 1969, Peralta Ramos comenzó a colaborar en un programa de televisión de Tato Bores, donde, siempre vestido con un impecable traje azul de saco cruzado, realizaba una intervención, casi una performance . En 1970 grabó un disco, editado por Columbia Records, con dos temas de los que era autor: "Tengo algo adentro que se llama coso" y "Soy un pedazo de atmósfera". Muchas veces, en las bo"tes de moda, improvisaba pequeñas actuaciones, en las que casi nunca faltaba el recitado de "La hora de los magos", de Jorge de la Vega.
Federico Manuel Peralta Ramos nació en Mar del Plata en 1939 y murió el 30 de agosto de 1992. Su analista decía que no era loco sino psicodiferente. Antes que cualquier otra cosa, era un artista diferente que quería hacer, por diversos caminos, una obra simple, divertida, concentrada en insignificancias, sin valor comercial ni institucional. Alguna vez escribió, "El arte es hacer reír y pensar a la gente". Por ello, siempre se mantuvo alejado de toda forma de arte que pareciera complejo, intelectual, expresivo, inspirado y de valor comercial.
Jorge López Anaya
TODO LO GORDO A UN COSTADO
Acompañé a mi madre a la inauguración de "Todo lo Gordo a un Costado" en la Galería Vignes, en 1967. Fede había tomado partes mínimas de pinturas al óleo y las había ampliado miles de veces. El efecto visual que había conseguido era de grandes "chorizos" de materia coloreados, que se superponían y cruzaban los soportes que había usado de un borde a otro. Todo transcurría dentro de lo esperado hasta que, al poco rato de estar nosotros en la inauguración, empezaron a desprenderse grandes pedazos de materia y a caer pesadamente y a estallar contra el piso. Fede corría a conseguir un pegamento, a recoger los pedazos del piso, muchos se hicieron mil añicos, seguramente por ser de yeso, e iba pegándolos todo lo mejor que podía. El espectáculo era dantesco. La repentina necesidad de restaurar sus propias obras lo mantuvo inquieto e hiperactivo a este singular artista tan querido por nosotros y por mucha gente que lo conocía sólo de cruzárserlo en la calle, en los bares que frecuentaba o bien de verlo haciendo sus esperadas participaciones en el programa de Tato Bores los domingos a la noche.
P.L.B.
DAMOS UN SERVICIO NADA COMUN
CESÁREO BERNALDO DE QUIRÓS, Esc. Arg., 1881-1968, "PAISAJE", ÓLEO SOBRE TABLA, ÉPOCA DEL CANADÁ. COMPRADO Y PUESTO EN VALOR PARA UNA IMPORTANTE COLECCIÓN PRIVADA.
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