LOS REBELDES VICTORIANOS



Los rebeldes victorianos

Por Laura Ramos

Los llamaban los rebeldes victorianos. Los tres miembros originales, de diecinueve años y veintiún años, eran John Everett Millais (mi favorito), William Holman Hunt y Dante Gabriel Rossetti, una especie de poeta mórbido con un rostro de Orson Welles arrebatado. Millais ingresó en la Academia a los once años, un niño prodigio. Hunt trabajaba en una oficina desde los doce (explotación inglesa del trabajo infantil que emparienta a Hunt conmigo, cuando yo corregía pruebas de galera, a los once años, para las editoriales revolucionarias de mis padres: los libros se imprimían llenos de errores y todavía no terminé de cobrar, pero me divertía). Una tarde de septiembre de 1848, un grupo de amigos se reunió en una vieja casa de Bloomsbury, propiedad del padre de Millais, para formar la Hermandad Prerrafaelita. Sus propósitos eran idealistas y arrogantes: rebelarse contra el arte renacentista –se ensañaron con Rafael, venerado en la Academia Real– y volver al arte puro y sincero de la Edad Media. El estilo y el tema (la falta de tema, en un momento en que la narración lo significaba todo) resultaban absolutamente nuevos. Se burlaban del fundador de la Academia, Sir Joshua Reynolds, llamándolo algo así como Sir Chapoteo, y en los libros sobre Rubens escribían anotaciones del tipo “escupir aquí”. Hacían excursiones para dibujar y sostenían que debían pintar cada centímetro cuadrado con detallismo de hipermétrope: algunos cuadros requieren lentes de aumento para apreciar los detalles y los verde esmeralda, cadmio y púrpura novedosos, puros y brillantes, que utilizaban. Eran tan ambiciosos que aspiraban cambiar la pintura victoriana: abominaban del arte complaciente, convencional y aprendido de memoria. En sus obras inscribían las iniciales PRB (Hermandad Prerrafaelita), un enigma, un misterioso acrónimo que los críticos interpretaban como una clave revolucionaria o una alusión sexual. Los acusaban de “tirar un bote de pintura en la cara del público”. A su modo eran también anarcocapitalistas: cuando les encargaron los murales de la Oxford Union, pidieron que en lugar de metálico se les pagara en manutención y alojamiento. En 1860 algunos se fueron a vivir a la Casa Roja de Upton. William Morris, impulsor de esta comunidad artística pseudomedieval, creía en las reformas sociales a través de las artes decorativas. La Ofelia de Millais, el cuadro más bello del movimiento, rechaza los tonos trágicos para ensimismarse en la heroína suicida que flota sobre una cama de hierbas, pastos acuáticos y flores rojas, a la deriva. Millais pasó once horas diarias en el verano del año 1851 sumergido en el río Ewll para pintarla. Fue un trabajo épico no tanto por la lluvia y el viento sino por los cisnes que destruían las plantas acuáticas. Completó la obra durante el invierno londinense con Elizabeth Siddal como modelo, la mítica Lizzie, quien posó en una bañadera caldeada por velas para reproducir el efecto del agua sobre sus ropas. La joven enfermó a causa del frío y su padre le reclamó al artista el pago de cincuenta libras para los médicos. Con Ofelia Lizzie anticipó su propio suicidio por sobredosis de láudano en 1862, dos años después de haberse casado con Rossetti. Luego de la muerte de Lizzie, Rossetti se obsesionó por el amor entre Dante Alighieri y Beatriz Portinari, al que no podía sino imaginar como una metáfora de su matrimonio (su nombre llevaba el sello de la devoción de su padre por La Divina Comedia ). El óleo Beata Beatrix habla no tanto de la amada ideal de Dante como de Lizzie: Beatrix se halla en un estado de trance, en el instante en que es raptada de la tierra hacia el cielo, pero su expresión es de éxtasis, de transformación espiritual. Rossetti creía que el alma de Lizzie se había transformado en el canto de un pájaro y se comunicaba con él a través de un pinzón que se posaba en su ventana. En 1869 hizo abrir la tumba de Lizzie para extraer un libro de poesías que había colocado junto a ella. Me recuerda a Lord Byron, a su fascinación por Keats, a la vida como parte de la obra. Su idea del paraíso como lugar inhóspito fue la más gótica de su espíritu. En 1872 intentó suicidarse con una botella de láudano. Adoraba a un oso australiano que solía dormir sobre la mesa del comedor, y se decía que lo acosaban los remordimientos de conciencia por haberse enamorado de Jane Morris, la esposa de William, que había posado para ellos desde los dieciocho años. Su rostro mórbido, de cutis pálido y cabellos renegridos, fue plasmado en varias obras prerrafaelitas. Además de los byronianos hubo pintura homoerótica, jóvenes que se paseaban desnudos por la Casa Roja y hubo la gracia y dulzura de Edward Burne-Jones ( Verano verde : ocho muchachas en un paisaje imaginario) y esa frase suya que lo explica, lo justifica todo: “Un cuadro significa un bello sueño romántico, de algo que nunca ha sido y nunca será: en una mejor luz que en la que nunca ha brillado, en un país que nadie puede nombrar ni recordar, sino sólo desear”.


Fuente: clarin.com


MALVINAS, CON TRAZOS DE PINCEL



Exposición en La Plata / Recuerdos del conflicto. .............................. Cuarta generación de isleños, James Peck refleja en sus obras la guerra de 1982

Peck, junto a una de sus obras. Foto LA NACION / Santiago Hafford


Pablo Morosi - Corresponsalía La Plata



LA PLATA.- Parado delante de un cuadro que muestra un desolado paisaje nevado de las Malvinas, James Peck confiesa "estar a la mitad de todo". Este artista plástico, nacido en el archipiélago hace 42 años -es cuarta generación de isleños- vive desde hace 15 en la Argentina, donde conoció a su mujer, con la que tuvo dos hijos, y ahora presenta hasta el 30 de este mes una muestra de sus trabajos, en la que matiza obras vinculadas con la guerra de 1982 con otras llenas de color y vivacidad. La exposición se realiza en el Centro Cultural Islas Malvinas de esta ciudad y es organizada por el Centro de ex Combatientes de Malvinas (Cecim) La Plata, con cuyos miembros el isleño trabó una fuerte relación. Cuando se produjo la guerra, Peck tenía 13 años y recuerda las salidas junto con otros chicos a buscar objetos que quedaron esparcidos por el campo. "Para nosotros fue algo muy fuerte, muy determinante; yo recuerdo aquella época con mucha claridad, y pintar para mí fue una forma de expresarme, pero también una búsqueda para intentar entender la locura de la guerra, tratar de mirar desde otra perspectiva y encontrar un equilibrio", cuenta. Y agrega que, al componer un trabajo, sentía que "sacaba esas cosas de mi cabeza y las ponía en una tela. De chico no entendía nada, me preguntaba por qué motivo había una guerra". Peck se interesó por la pintura en 1989, cuando obtuvo una beca para estudiar arte en Chelsea School of Art de Londres. Luego siguió su formación en Sydney, Australia, para regresar a las islas. Después de muchos rodeos y dudas, en 1996 se decidió a mostrar sus trabajos en la Argentina y esa experiencia lo ligó para siempre a Buenos Aires. Entonces conoció a quien hoy es su esposa. Peck expuso sus obras en Sara García Uriburu, Arte BA, Pérez Quesada, el Centro Cultural Borges y Eco Centro en Puerto Madryn. Además de dar clases de pintura, desarrolla su otra faceta: la música, como vocalista de un grupo que suele presentarse en bares los fines de semana. "Al principio pintaba temas muy fuertes sobre la guerra, pero, poco a poco, se fueron tornando más ambiguos, menos explícitos. De hecho, a medida que pasa el tiempo, voy dejando la guerra como temática central de mis trabajos", señala. En relación con las obras expuestas apunta: "Sé que algunas personas experimentan sentimientos fuertes". No obstante, reconoce: "Me gusta la ambigüedad, que mi trabajo sea abierto, porque creo que el mejor arte es el que genera diferentes sentimientos en la gente". Peck prefiere reservarse sus pensamientos sobre el futuro que les espera a las Malvinas y la disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido. Sin embargo, afirma estar convencido de que hoy su lugar está aquí, entre los argentinos: "No creo que vuelva a vivir a las islas", dice, evitando nombrarlas.



DECODIFICAN LOS SABORES DE LA MÚSICA



Inusual experimento / Reúne a físicos, matemáticos, artistas y hasta un chef molecular. ......................................................................
Exploran los engranajes del pensamiento a partir de asociaciones entre la percepción del sonido y el gusto.



Nora Bär - LA NACIÓN


Gioseffo Zarlino, importante teórico de la música del siglo XVI, asignaba a ciertas consonancias la cualidad de "dulces" y "suaves". Berlioz se refiere a la "pequeña voz ácida del oboe". El transgresor Eric Satie, pianista y compositor del último siglo, pide en alguna de sus piezas que se toque "con la punta de la lengua". Estas asociaciones entre la percepción del sabor y ciertos parámetros musicales no sólo sugieren que existen puentes entre las experiencias sensoriales, sino que permiten preguntarse por la semántica del pensamiento (cómo construimos significado). Es precisamente sobre estos temas que giró un inusual trabajo realizado por dos físicos, un matemático y músico argentinos, que acaba de publicarse en la revista Perception . Los científicos no sólo probaron que existe una correspondencia entre la música y el sabor, sino que las asociaciones exceden los atributos sensoriales para ingresar en el dominio de la semántica. "Siempre me intrigaron las indicaciones, a veces muy curiosas y singulares, que aparecen en las partituras -cuenta Bruno Mesz, el pianista/matemático del grupo- y quería ver si había una cierta congruencia en la interpretación." Mesz, del Laboratorio de Acústica y Percepción Sonora de la Universidad de Quilmes, es uno de los asistentes al curso de doctorado que dicta el físico Mariano Sigman en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, al que también concurren otros matemáticos, biólogos, lingüistas. "Hablamos mucho sobre música y semántica, música y lenguaje, música y pensamiento en general -agrega Sigman-. Un día se nos ocurrió esbozar un proyecto para establecer puentes entre estas experiencias. Encontramos un montón: algunos intuitivos y otros no tanto. Por ejemplo, la representación del tiempo y del espacio. Casi todo el mundo piensa que el pasado está atrás y el futuro, adelante; es una arbitrariedad bastante persistente en todas las culturas. Casi todos creemos que hay colores cálidos y fríos. Son puentes sinestésicos entre la sensación térmica y la cromática. En este trabajo, nos preguntamos si existe una correspondencia ubicua entre dos experiencias sensoriales y culturales en apariencia distintas, la música y el sabor." Para averiguarlo, los investigadores convocaron a nueve músicos entrenados en improvisación que venían de la música popular, académica y contemporánea, y les pidieron que realizaran 24 improvisaciones sobre la base de los cuatro gustos canónicos: dulce, salado, amargo y ácido. Encontraron que estas palabras inspiraban patrones muy consistentes: el amargo se correspondió con sonidos graves y ligados, el salado, con el stacatto (notas bien separadas unas de otras), el ácido/agrio, con melodías muy agudas y disonantes, y el dulce, con música consonante, lenta y suave. "Las dimensiones que analizamos son las más típicas -explica Mesz-. El tono, la duración, la articulación o continuidad entre las notas, si los acordes son resonantes o disonantes, la intensidad..." Para probar objetivamente las regularidades, Sigman y Marcos Trevisan, del Laboratorio de Sistemas Dinámicos y del de Neurociencia Integrativa, de la UBA, diseñaron un programa de computación que "escuchó" (decodificó) las melodías y reconoció con alrededor de un 80% de precisión si la palabra que había disparado su creación era "amargo","dulce","ácido" o "salado". Pero la exploración no terminó allí. De un conjunto de 108 improvisaciones, los científicos luego les pidieron a 57 estudiantes sin ningún tipo de entrenamiento musical que escucharan los 15 segundos iniciales de tres composiciones correspondientes a cada sabor, ordenadas al azar. Después de cada una, los participantes tenían 10 segundos para contestar a qué sabor la asociaban. El nivel de acierto superó el 70%. "Pudieron adivinar el gusto de la música casi a la perfección -dice Sigman-. Esto muestra que hay una promiscuidad sensorial que es la base de la metáfora y del pensamiento. Somos seres que construyen objetos semánticos, de significado, a partir de la experiencia sensorial. Y eso tiene que ver con cómo se organiza el pensamiento, porque esos puentes no son caprichosos, sino que tienen ciertas regularidades. Una primera pregunta es si responde a un condicionamiento cultural. ¿Responderían lo mismo en países que tienen música pentatónica? Esto abre preguntas cuya respuesta no conocemos..." Pero lo más interesante está por llegar. Inspirado en la idea proustiana del gusto y el olfato como disparadores de la evocación, Bruno Mesz se lanzó a componer nueva música a partir de las improvisaciones. "Diseñé un procedimiento algorítmico de composición en el que las improvisaciones van evocando temas del repertorio clásico o popular por similitud -explica-. Por ejemplo, si hay algo que se parece a un fragmento de Beethoven, en lugar de utilizar el original pongo el de Beethoven, Puccini o lo que fuere. Así, se forman collages o mosaicos, con reminiscencias de los originales, pero siempre respetando el "sabor" original." Hacia fin de año, estas creaciones darán lugar a una performance que combinará instalaciones, actuación, degustación. "La ciencia se comunica de manera siempre muy fría -concluye Sigman-. Queremos que este trabajo se exprese en un descubrimiento «sabroso» de correspondencias universales entre sabores y música. Una experiencia totalmente inusitada en ciencia."

WORK IN PROGRESS

A fines de año, la música de Bruno Mesz reunirá en una performance a la actriz María Alche (La Niña Santa), al chef del resto molecular La Vinería de Gualterio, Alejandro Digilio, y al director Rafael Spregelburd. * "Trabajo a partir de lo que me sugiere el mercado, la memoria afectiva y también la música -dice Digilio, que toca la batería desde los diez años-. Voy a buscar contrapuntos, intensidad, confusión...". * "Será un concierto de música y sabores -agrega Sigman-Habrá fragmentos amargos de Beethoven, melodías dulces de Debussy o Mozart... Y a partir de eso, una instalación sinestética, que todavía está en elaboración."


UN MARIO BENEDETTI ÍNTIMO,
EN EL RELATO DE SU ÚNICO HERMANO



La biografía “Mario por Benedetti” rescata anécdotas y afectos del escritor uruguayo.

“MARIO POR BENEDETTI (RETRATO ÍNTIMO DE MI HERMANO)”. DE MIGUEL ANGEL CAMPODÓNICO


Por Daniel Viglione, ESPECIAL PARA CLARIN



A dos años de la muerte de Mario Benedetti –fallecido en mayo de 2009–, su único hermano, Raúl, publica una biografía en la que revela aspectos desconocidos de la personalidad del escritor. “ Mario por Benedetti (Retrato íntimo de mi hermano) , es una biografía por Miguel Ángel Campodónico, un libro que se construyó con las cartas que Mario le envió a Raúl durante su exilio, porque Mario, conservaba siempre la obsesión de escribir para vencer la tristeza y la depresión, de modo de no caer en lo que él llamaba la neurosis”, señaló a Clarín Álvaro Risso, editor de esta biografía. Lo que hizo Campodónico, luego de leer las cartas y archivos de prensa, así como también documentos de distinta naturaleza y libros especialmente dedicados, fue conversar largamente con Raúl, rescatando instantes claves de la vida de su hermano. “Mario ya no está, sin embargo mi memoria lo pone frente a mí, lo veo escribiendo a máquina el diarito que hacía con varios papeles carbónicos que le permitían obtener numerosas copias de su trabajo. Yo, ocho años menor que él, salía a venderlo por el barrio”, recuerda Raúl, a la vez que menciona lo curioso que es para él hacer memoria ahora de cómo Mario se preocupaba por el dinero, cómo creía que no podría enfrentar los gastos imprevistos. “En 1977 llegó a plantearse cqué sería de su futuro, hasta se decía que su situación de entonces le significaba virtualmente la pérdida de la posibilidad de jubilarse. Pensaba en la inestabilidad que tendría que enfrentar en los años siguientes ya que aseguraba que su única esperanza eran los derechos de autor, los cuales, al menos en el Río de la Plata y por razones obvias, habían disminuido considerablemente justo cuando habían alcanzado su máximo nivel”. Otro de los recuerdos que evoca Raúl tiene que ver con la primera estadía de Mario en Cuba, en 1968, época en la que se había hecho correr la noticia de que el autor de Montevideanos se había suicidado. “Un disparate malintencionado que él se tomó con bastante buen humor sobre todo porque ya antes en Montevideo también había circulado el rumor de que había fallecido. Lo que verdaderamente le interesaba a Mario era que mis padres se hubieran enterado antes del desmentido que de la noticia falsa, ya que se había ocupado de avisarles por Prensa Latina que gozaba de muy buena salud. Con su humor característico llegó a decir que de muy buen fuente podía asegurar que la noticia de su suicidio era falsa”. Según Raúl Benedetti, su hermano también se preocupaba bastante por adelgazar. Llegó hasta seguir el régimen de un dietista búlgaro que me aseguraba le permitía comer muchas cosas sin pasar hambre y que le parecía realmente efectivo. “Pero no pasaba mucho tiempo hasta que se olvidaba de los sacrificios y volvía a comer lo que le gustaba”. Raúl ha intentado rescatarlo todo del olvido, incluyendo las conflictivas situaciones que debió enfrentar poco antes de la muerte de Mario e incluso después, cuando se generaron distintas polémicas en torno al testamento dejado por el escritor, el cual, según dijo en aquel momento Raúl, fue firmado sin seguir la verdadera voluntad de su hermano. En dicho testamento, el escritor establecía como única heredera a la Fundación Mario Benedetti, dejando para su hermano Raúl una renta vitalicia mensual de U$S 2.000. Esta etapa Raúl la recuerda con dolor, de hecho, el capítulo del libro se titula “ Un final no feliz . Adiós a Mario”, en el que da cuenta que lo peor sobrevino “cuando le pedí al secretario (Ariel Silva) la llave del apartamento de mi hermano y se negó a entregármela agregando que la depositaría en la policía. No tengo ningún reparo en afirmar que en aquel momento yo fui tratado como si fuera un cero a la izquierda, tal como si no existiera. Y una de las cosas que más me dolió fue enterarme, además, que habían dispuesto que un policía estuviera apostado en la puerta del apartamento, por lo que no se me permitiría ni siquiera la más mínima posibilidad de volver a entrar en él para despedirme del lugar en el que había vivido con mi hermano parte del último tramo de su vida”, señala Raúl.



VISIONES EN CONTRAPUNTO



Arte / Muestras

Jóvenes artistas españoles y argentinos exponen obras en las que prevalece la reflexión sobre los discursos y las pequeñas acciones cotidianas


Martín Guerrero, Dislocación en cadena.

Por Diana Fernández Irusta LA NACIÓN

¿A qué alude -más allá de la obvia referencia generacional- la categoría "arte joven"? Para el crítico y curador Rodrigo Alonso, la expresión suele estar asociada a erróneos clichés. "Se da por sentado que el artista joven no posee una línea de trabajo coherente, que reacciona más bien a los estímulos del entorno con cierta gracia u ocurrencia -escribió en la introducción al catálogo del Premio Cceba de Arte Joven Argentino, realizado el año pasado-. Por otra parte, se sobrevalora la manifestación de su intimidad, como si su edad le impidiera ser analítico o reflexionar sobre los acontecimientos del mundo. Asumiendo su incapacidad para acceder a los recursos necesarios para abocarse a las producciones sofisticadas, se lo identifica con el dibujo, la acuarela o la pintura en pequeño formato, 'obritas' que surgen con la facilidad y la rapidez de sus hormonas y que lo ubican en la sala de espera a las posibilidades del artista consumado." Con la curaduría de la muestra In Situ. Contrapuntos de arte actual , Alonso insiste en la búsqueda de otras referencias para la producción de los artistas jóvenes. En este caso, el énfasis está puesto en los cruces entre creadores argentinos y españoles, las líneas de conexión entre sus diversas obras, la inserción en emprendimientos desarrollados a lo largo del tiempo y, fundamentalmente, los modos y el alcance del diálogo entre estas piezas y el contexto actual. "A nivel de producción, no hay diferencia entre España y la Argentina -comenta el curador, que desarrolla su trabajo ente Buenos Aires y Barcelona-. Lo diferente es la envergadura de los proyectos, el nivel de estructura. Por ejemplo, en nuestro país hay más espacios de exhibición que de producción de obra." A cada lado del océano, los artistas fueron convocados para gestar un proyecto en el marco de esta muestra. El resultado es un conjunto de obras en las que, independientemente del origen de sus autores, priman la inquietud por los recursos de lo escenográfico, la recreación de una cotidianidad por lo general doméstica y la alusión a un exterior también marcado por esa suerte de micropolítica que ancla en los pequeños sucesos del día a día. Destaca la serie Siestas somos , de Gimena Macri, óleos sobre papel en los que el proverbial misterio del sueño se ahonda y se hace suspenso de los cuerpos, de los espacios, incluso de las identidades. Como si, por intermedio de sus trazos, Macri lograse que la cercanía de la siesta se quebrara y se transformara en enigma.
Irina Kirchuk, por su parte, rescata de la calle fragmentos desechados de la vida diaria (electrodomésticos, muebles, plásticos y otros objetos) y construye con ellos esculturas en las que la composición, el movimiento y la intensidad de los juegos de color encuentran equilibrio y una personal poética. En contraste con la dinámica propuesta por los elementos "transmutados" por Kirchuk, se impone la distancia más bien ominosa que surge de la instalación de Martín Guerrero, recreación puntillosa de un espacio oficinesco en el que todo -muebles, computadora, cajones- está absolutamente cubierto por una membrana negra. Como si, al sellarse de este modo, el habitual espacio destinado a un trabajo de rutina se revelara repentinamente asfixiante y cerrado en sí mismo. El interés por la dinámica entre lo real y su recreación, con la consecuente atención a los pliegues de lo escenográfico y de la construcción discursiva, adquiere intensidad en el diálogo entre las obras de Nicolás Gullotta y Paloma Polo. Atenta a la interacción que suele suscitarse entre los avances tecnológicos y los procesos sociales, Polo presenta un video en el que, en el marco de una cuidadosa escenificación de un estudio de televisión, dos hombres (no sabemos si son científicos o representan serlo) discuten sobre el tiempo y el espacio. Gullotta también apela a la recreación escenográfica, pero en su caso los límites de la cita a lo real se desdibujan aún más. Obra efímera, el Congreso de fenómenos espaciales S.I.M.A incluye las instalaciones básicas de cualquier encuentro de este tipo (sillas para el auditorio, mesa de los ponentes, espacio para tomar un café) y una agenda de charlas que, efectivamente, prevé la asistencia de organizaciones dedicadas al fenómeno ovni. La propuesta podría ser pensada como una mixtura entre instalación y performance . Un gesto irónico, incluso. Su autor niega cada una de estas posibilidades. "Es una escultura -asegura-. Tiene tridimensión, composición e implica el esfuerzo de varias personas. Me agrada la idea de que un grupo de gente establezca contactos. Quienes participan del congreso se reúnen para tener un contacto con otros seres."

Ficha.

In Situ. Contrapuntos de arte actual, selección de artistas de la Argentina y España.

En Cceba (Paraná 1159), hasta el 30 de abril

Fuente texto: lanacion.com


EL DESAFÍO DE LA PINTURA



Arte / Concursos Más de mil obras fueron evaluadas en la edición 2010 del Salón Nacional de Pintura que impulsa la Fundación Banco Nación; las 44 seleccionadas se exhiben en el Centro Cultural Borges

Jardín con árbol, Juan Andrés Videla, primer premio adquisición. / GENTILEZA CENTRO CULTURAL BORGES

Por Julio Sánchez

Cada vez que transito un Salón de Pintura me viene a la cabeza el recuerdo de estas líneas que Jorge Luis Borges escribió en "El idioma analítico de John Wilkins": "Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos . En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas". La multiplicidad de propuestas, poéticas, técnicas, edades y procedencias de los artistas provoca tanto entusiasmo como desconcierto. Esas "ambigüedades, redundancias y deficiencias" son las que suelen marcar el paso de todos los salones, y el Salón Nacional de Pintura de la Fundación Banco de la Nación Argentina, que se puede visitar en el Centro Cultural Borges, no es la excepción. En este caso, el monto apreciable de sus premios y la seriedad con la que se organiza desde el año 2000 marcan la diferencia. En su edición 2010, el primer premio adquisición de $ 50.000 fue otorgado a Juan Andrés Videla por su obra Jardín con árbol ; el segundo, de $ 30.000, correspondió a Hernán Salamanco por su obra Natural vista , y el tercero, de $ 20.000, a Marina De Caro, por Comunidad origami . Además, hubo menciones para Carlos Bissolino y Marcelo Torreta, y menciones honoríficas para Ignacio de Lucca, Florencia Levy y Mariano Vilela.


Natural vista, Héctor Salamanco, segundo premio adquisición. Foto GENTILEZA CENTRO CULTURAL BORGES

La presidenta de la Fundación, Silvia Gallego, encomendó la curaduría a Ana María Battistozzi, gestora cultural y crítica de arte de larga trayectoria, que a su vez convocó a un jurado de selección integrado por Diana Aisenberg, Juan Astica, Alejandro Miguel Dávila, Daniel García y Felipe Pino. Juntos eligieron 44 propuestas (sobre un total de 1014 envíos) para que el jurado de premiación compuesto por Juan José Cambre, Mercedes Casanegra, Fernando Farina, Josefina Robirosa y Eduardo Stupía se hiciera responsable de los resultados finales. En la presentación del catálogo (completísimo libro con fotos y biografía de cada artista y de los jurados), Battistozzi discurre sobre los tropiezos, muertes y resurrecciones que tuvo la pintura en el país y en el mundo. Son largas las disquisiciones teóricas acerca de la salud o enfermedad de esta práctica, como -por ejemplo- las concienzudas reflexiones de Luis Felipe Noé sobre lo que él mismo llama "el strip tease de la pintura". Pero el argumento más arrollador puede ser el comentario de una visitante a este salón, una señora amante del arte y del espray excesivo en su peinado, que proféticamente enfatizó: "Mientras haiga una pared, habrá pintura". La pintura fue revalorizada en los años ochenta, cuando irrumpió con grandes formatos escudados en las etiquetas de transvanguardia en Italia, pintura salvaje en Alemania y Nueva Imagen en la Argentina. Luego se aquietó el panorama, se compensó con formatos como las instalaciones, y hoy goza de una situación estable. Dos funciones fundamentales de la pintura, la representación y la narración, compitieron con formatos como la fotografía (desde el daguerrotipo hasta la tecnología digital) y el videoarte (con subgéneros como la videoinstalación o el web-art ); sin contar el cine, que adquirió autonomía propia muy rápidamente. Es natural que frente a tamaño desafío algunos pintores optaran por la abstracción (sea geométrica o expresiva, además de los territorios intermedios) o por el simbolismo. En la Argentina hay epígonos de las tendencias hegemónicas que logran un lenguaje más o menos personal, y subtendencias alimentadas otrora por críticos de arte, hoy por coleccionistas y marchands (o coleccionistas devenidos marchands , o pintores devenidos marchands alternativos). No faltan, por suerte, los que siguen el dictado de sus impulsos y trascienden las modas pasajeras. Quizás el desafío de la pintura (figurativa o no) no sea qué narrar sino cómo narrar.

Ficha.

Salón Nacional de Pintura 2010 , organizado por la Fundación Banco de la Nación Argentina en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín), hasta el 24 de abril

Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN

SEOANE MÚLTIPLE



Arte / Muestras

El Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero rinde homenaje a un artista de dos mundos, habilidades varias y una única convicción.

Figura, 1962, óleo sobre tela. / GENTILEZA MUNTREF

Por Elba Pérez Para LA NACION


El campus de Caseros inició la temporada con una muestra ejemplar que reúne, pero no puede agotar, la ingente actividad de Luis Seoane. Para hacerla posible se concertó el saber de Laura Buccellato -curadora y directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires- con aportes de colecciones públicas y privadas, así como de la fundación coruñesa que lleva el nombre del artista, sostenida por sus familiares. Ciento treinta grabados, óleos y una programación inteligente y participativa proyectan su obra de muralista, escritor, ceramista, publicista y militante cultural antifascista. En estos frentes combatió con denuedo, contra viento y marea. Introdujo entre nosotros las vanguardias europeas, hizo propia la tradición argentina (criolla, decía él con precisión) y vivificó con acento propio esa erudición plural que supo compendiar con la sencillez aparente del pensamiento complejo llegado a feliz término. "Buena como el pan", así calificó Julio Payró la obra plástica de Luis Seoane. Y, como el pan, es necesaria la íntegra ética del hombre y del artista polifacético, cuya luminosa estela alumbra en Buenos Aires y en La Coruña. En la ciudad junto al Río de la Plata nació en fecha augural (1910) y murió en 1979 en su entrañable Galicia, al socaire de la Torre de Hércules, erigida por los romanos, único faro que guía las zozobras de los marineros que afrontan la Costa da Morte. Estos pormenores no son baldíos. Saberes ancestrales, míticos, cultos, eruditos y populares, propuestas audaces de su tiempo, a todas las instancias atendió con vitalidad y sutileza de difícil equilibrio. Seoane fue rara avis . La muestra hace ancla en la obra gráfica. Es un acierto, porque los recursos del lenguaje xilográfico, tan remotos como adecuados al espíritu contemporáneo, inspirador de la imprenta, y de uso popular y proselitista, inspiraron su obra de ilustrador y editor. Y es inocultable su incidencia en los murales del Teatro Municipal General San Martín ( El circo criollo ), Sociedad Hebraica Argentina y otros realizados en edificios privados. Con dibujo de línea cerrada, figuraciones sintéticas y articuladas en áreas de color -a menudo desplazadas- le permitían poner en juego la dinámica sin perder la bidimensionalidad del muro. Las figuras protagonistas actúan como en el estarcido, dando contundencia a la forma destacada sobre el fondo. En correlato, el color es de tintas puras, planas, sin claroscuros ni alusiones de volumen. Seoane era ducho en vivificar superficies sin alterar la unanimidad del tono. Es la alianza entre la sabiduría del artista, conocedor y protagonista de las vanguardias del siglo XX, que abrevaba en el arte medieval y en la gracia espontánea de los olleros gallegos. Cabe recordar que, en Sargadelos, España, y en la localidad bonaerense de Magdalena, creó la industria cerámica junto al laboratorio experimental de formas. Fue su avatar de la utopía de la Bauhaus, abortada por el nazismo. Abogado de la República Española, Seoane conoció bien el azote dictatorial. En su galleguidad y convicciones democráticas hizo ariete para la totalidad de su múltiple acción.



En cada faceta volcaba entusiasmo, afán y ahínco notables. En las dos riberas del mar que no distanciaba sus patrias fundó un nexo, ese puente que afinca al gaucho Martín Fierro en las rías de La Coruña. Y en los muros de Buenos Aires emplazó a los percebeiros, heroicos marineros del Cantábrico. Fue su modo de celebrar la naturaleza y la condición del hombre laborioso. Generoso hasta la prodigalidad, encontró en Maruxa la compañera ideal y en sus sobrinos los continuadores de la noble estirpe. Argentino en España, gallego entre nosotros, tuvo réplica inapelable a la impertinencia de un burócrata. Un aduanero porteño puso en duda la nacionalidad argentina consignada en los documentos. "¡Pero si habla como un gallego!", dijo, pasmado, el empleado. Seoane replicó: "Hablo con el acento del general San Martín". En Buenos Aires lideró a los exiliados españoles que tanto dieron a nuestro medio industrial y cultural. Y en España socorrió a los exiliados argentinos ahuyentados por las inclemencias políticas. "Parece el eterno retorno de la injusticia", solía ironizar. Y exhortaba a combatir con las armas del conocimiento, del arte y de la acción infatigable. Fue, a su modo, otra Torre de Hércules, ese vigía que socorre a los marinos. La muestra del Muntref honra la hombría y el talento creador de Luis Seoane López. La programación prevista acorta distancias y contribuye a sostener la antorcha que portó. En España lo recuerdan la fundación y el museo que llevan su nombre, calles, plazas y bibliotecas. Es hora de que en la Argentina se le haga justicia.

Ficha.

Seoane, grabados, pinturas, publicaciones en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Valentín Gómez 4838, Caseros), hasta el 30 de abril. De lunes a sábados, de 11 a 20

ADN SEOANE (Buenos Aires, 1910 - La Coruña, 1979)

Se formó en España. Abogado laboralista en la República Española, hizo estudios de Bellas Artes, cerámica, arte mural, textil y editorial. En 1936 regresó a la Argentina, donde intervino en forma activa en el medio cultural. Más tarde alternó sus días en las dos tierras, a las que dio lo mejor de sí.

Fuente: lanacion.com