BORGES, MEMORIA Y OLVIDO




Loreley Gaffoglio / La Nación



Hay obsesiones que de tan viejas y acendradas un buen día terminan gobernándonos. Es por eso que sentí como un destino -y no un azar- que una cuestión familiar me empujara finalmente hasta Ginebra. Esa ciudad sin énfasis, despreocupada hasta de su propia identidad, pero misteriosa por ser -como decía Borges- "la más propensa para la felicidad", me permitía sepultar un antiguo desvelo: llevarle flores a su tumba en el Cementerio de los Reyes y, en silencio, enfrentada a su sombra, descifrar por qué eligió morir en la ciudad de Calvino.
María Esther Vázquez me había confiado antes del viaje que, al despedirse de Bioy Casares por teléfono, Borges le había asegurado que "cualquier lugar es bueno para morir". "Sólo pedía las dos fechas abstractas en su lápida y el olvido", recordó. Pero hasta esa última voluntad resultó paradójica como su obra: había dado instrucciones de ser cremado.Releí en el avión su libro Borges. Esplendor y derrota. Quería trajinar la ciudad con espíritu literario y evocación borgeana. Perderme como una flâneuse por los pasadizos medievales de la Ciudad Vieja hasta llegar al 17 de Rue Malagnou, donde entre los 15 y los 18 años se guareció con su familia al desatarse la Primera Guerra. Esa biografía me ayudó a planificar el derrotero: debía unir en bicicleta los siete puentes del Ródano para recrear su trajín urbano un siglo atrás. Llegar hasta el Collège Calvin, donde sus amigos, los polacos Jichlinski y Abramowicz, en vez de burlarse de su tartamudez, como antes le sucedía en Palermo, celebraban su erudición, aprendían a jugar al truco y lo entrenaban en el francés. Hasta me impuse improvisar un picnic a la vera de ese "mar calmo" que es el lago Leman y otear el Mont Blanc, la montaña más alta de Europa, imán de sus escapadas familiares y fuente de inspiración para los dibujos de su hermana Norah.
Fue durante su educación ginebrina cuando Borges asomó a los autores que citaría incansablemente después. Ante todo Schopenhauer, con un libro en particular que lo deslumbró: El mundo como voluntad y representación. Luego, vendrían Chesterton , De Quincey, Conrad y Carlyle, y más tarde, con la sola ayuda de un diccionario, el Fausto y la literatura germánica.
Suiza fue también el escenario de su traumático debut sexual y la geografía que le inspiró su único cuento romántico, "Ulrica". La máscara de Javier Otárola como narrador sobrevino a partir de su arrobamiento por una muchacha rubia y frágil que, al día siguiente de conocerlo, lo plantó. Si su mundo fue, como él dijo, "un incesante manantial de sorpresas, de perplejidades, de desdichas" y también de felicidad, los temas de su literatura fueron "sueños dirigidos" surgidos de vivencias deformadas en su infancia y temprana juventud. Por eso Ginebra fue, al menos, uno de sus espejos.
Recorrí cada uno de esos escenarios con ilusión, pero en ninguno hallé una referencia a nuestro escritor mayor. Su antiguo hogar ya no existe, la explanada del lago Leman es un desfile del cosmopolitismo ginebrino, y en las librerías no se consigue el grueso de su obra. Quedan en pie, sí, su colegio, una calle lejana que evoca su nombre, y un cartel anodino en una esquina de la Ciudad Vieja que recuerda, como al pasar, que en el 28 de la Grand Rue vivió en sus últimos meses de vida.
La gran excepción es el camposanto de Plainpalais. Allí, en el sepulcro 735, pegado a la tumba de Grisélidis Réal, "escritora, pintora, prostituta (1929-2005)", una lápida en piedra gris de punilla, con su nombre esculpido, la imagen de siete guerreros con sus espadas rotas y un epitafio en inglés antiguo cuya traducción es "Y que no temieran" señalan su morada. Un frondoso tejo -el árbol que por su longevidad es símbolo de eternidad- derrama allí su sombra y sus frutos rojos y maduros. Lo bautizaron If, como el poema de Kipling.
Al acercarme compruebo que un joven porteño está recostado junto al sepulcro. Escucha milongas y junta los frutos caídos del tejo. "Quizá las semillas de éste árbol absorbieron algo de él -me dice-. Quiero plantarlas en Buenos Aires."
El cementerio es un jardín cuidado con senderos de grava, bancos y silencio. Acaricio su nombre en la piedra y percibo el vaivén de otras miles de manos que pulieron la lápida. Otra paradoja borgeana: en medio de su palpable soledad, Borges rara vez está solo. Me inclino y me confieso. Imagino que alguien responde: "Está solo y no hay nadie en el espejo".


Fuente texto: lanacion.com

MUSEOS: EL PATRIMONIO OCULTO VUELVE A VER LA LUZ

Desempolvadas.
Mientras se encarece traer muestras del exterior, las colecciones permanentes se mueven más que nunca y van al encuentro de nuevos públicos

   Foto:Juan Colombato

María Paula Zacharías

La Noche de los Museos volvió a provocar ayer una peregrinación masiva en Buenos Aires. Pero el movimiento no es sólo del público: crecimiento, conectividad, dinamismo y flexibilidad también son signos de estos tiempos para las colecciones de arte en todo el país. Ya no son patrimonios estancados en trastiendas y muestras permanentes, que suelen ser apenas un botón en comparación con lo que queda guardado en depósitos. Por eso se mueven, se prestan, itineran, se restauran y se catalogan para ponerse en relación con el público, que es su razón de ser. ¿Cómo se gestiona hoy una colección de arte? De eso hablan los responsables de los principales museos locales, así como de los más nuevos, privados y públicos.
Las mayores colecciones de arte argentino se encuentran en plena recatalogación y digitalización, de la mano de la investigación y la tecnología. Y gracias a la profesionalización, los estándares de conservación suben su vara. El recambio de muestras con variedad de guiones curatoriales es la manera de mostrar el patrimonio en su propia casa, como se puede ver ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba), el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), la Fototeca Latinoamericana (FOLA), el Museo Castagnino de Rosario y la Colección Fortabat, entre otras instituciones destacadas. Y en varios casos, se están ampliando los espacios de exhibiciones permanentes, como las 18 salas de arte argentino e internacional inauguradas en agosto en el MNBA y los proyectos de ampliación del Mamba y del Malba.
Tener una colección es oneroso. "En los últimos dos años el Moderno ha invertido en su patrimonio unos 5,88 millones de pesos, que incluyen gastos por otros 2,28 millones en conservación, investigación, catalogación, registro fotográfico y equipamiento de las reservas; y otros 3,6 millones en seis exposiciones del patrimonio, entre traslado, conservación, diseño museográfico y publicaciones", dice su directora, Victoria Noorthoorn. La dinámica involucra tanto a curadores como al equipo de acervo propiamente dicho, liderado por el especialista en conservación Pino Monkes. "En estos años se ha recatalogado según estándares actuales y en un futuro cercano estará online. Estamos diseñando un complejo software que permitirá la democratización de nuestra base de datos", detalla. En 2016, el Mamba festejará sus 60 años con la apertura de salas sobre la esquina de San Juan y Defensa, que sumarán unos 1500 m2, donde se incluirán exhibiciones ampliadas del patrimonio.
Quizá por todo lo que implica, hay espacios, como la Fundación Proa, que optan por no coleccionar e invierten su presupuesto en traer muestras del exterior y pensar actividades. Nacida como centro cultural, sólo guarda algunas piezas de proyectos que financia, que se prestan o se donan, como la reconstrucción de Verificación esquemática, de Antonio Trotta, cedida al Mamba. El de Proa es un caso de excepción: "Las muestras internacionales cada vez resultan más costosas, tanto en transporte como en seguros. Por otro lado, en la Argentina los costos dependieron del incremento por inflación en pesos pero no en dólares. Se necesitan más dólares y, además, autorizaciones oficiales para poder pagar en el extranjero", explica Adriana Rosenberg, directora de Proa.


Il sifone (1915), de Emilio Pettoruti, es una de las obras destacadas de las salas que reabrió el MNBA (izq.). Esta obra de Raúl Lozza está incluida en la muestra La paradoja en el centro, con obras del acervo del Mamba (der.).

Décadas a la sombra


Frente a este panorama, muchos espacios aprovechan para sacar a relucir su propio patrimonio, que a veces es anterior a la existencia de los edificios que lo contienen. La Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo, fue formada al gusto de su dueña y cuenta con edificio de lujo desde 2008. Ante la cancelación de una muestra foránea, presenta ahora en los pisos destinados a muestras temporarias una exhibición de 150 de sus 300 obras, que dormían en el depósito.
Más obras fueron desempolvadas en el Centro Cultural Kirchner (CCK), que inauguró dos muestras con obras prestadas. Escultura, música y danza reúne esculturas de Pablo Curatella Manes (1891-1962) y Hermi Baglietto de Alio (1908-1954) pertenecientes al MNBA. Gil de Castro: Pintor de Libertadores se integra con 28 retratos de héroes de la independencia prestados por el Museo Histórico Nacional (MHN) y restaurados por el taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín. Las esculturas de Baglietto de Alio llevaban décadas a la sombra. "Luego de la retrospectiva de su obra en el MNBA, en 1962, ha permanecido prácticamente invisible al público, a pesar de que los museos argentinos conservan sus obras", dicen los curadores, Roberto Amigo y Laura Malosetti Costa
El director electo del MNBA, Andrés Duprat, piensa seguir en esa línea: "Esta nueva gestión -cuenta-hará hincapié en el rol nacional del MNBA a través del diseño de programas, asistencias, exposiciones, intercambios y demás acciones que fortalezcan su presencia en todo el territorio argentino. Se realizarán en el corto plazo programas que tiendan a paliar la limitación edilicia a través de muestras temporarias, exposiciones itinerantes, publicaciones, seminarios, cursos y ediciones en soporte electrónico. La idea es que sirva de plataforma para intercambios, asistencias técnicas y profesionales, colaboraciones con los museos, conferencias, encuentros y mesas redondas".
De las 13.000 obras que el MNBA atesora, sólo un 10 por ciento se exhibe en sus salas. En cambio, sobra lugar en los 100.000 m2 del antiguo Palacio de Correos. "Mi idea es ampliar los espacios de exhibición de la colección para darle mayor visibilidad. Y el CCK posee espléndidos espacios", dice Duprat. También piensa en sumar adquisiciones y audiencias como las que atrajeron los discontinuados Bellos Jueves. "Contemplamos programas específicos para la incorporación de diversos públicos -sostiene-, entre ellos el público joven y el arte contemporáneo en diálogo con la colección y la arquitectura del museo."
Cantidad no es calidad. Hace dos semanas, en una mesa redonda en Corrientes, Jorge Tirner, director del Museo Provincial de Bellas Artes René Brusau de Resistencia, Chaco, se quejaba de que la colección creció sin filtros, aceptando donaciones incluso de los alumnos de los talleres de libre expresión que alberga. Durante la última Bienal de Chaco, organizada en septiembre por Milo Lockett sin premios ni jurado, los 20 artistas participantes donaron sus obras. "Éste es un museo joven, que creció sin una lógica en su patrimonio. Hay mucha obra guardada ocupando espacio innecesario, en un depósito que no está acondicionado", dijo.
Las 578 obras del Malba pueden parecer pocas, pero al contrario de la colección chaqueña, tienen otro peso específico. "La colección es hoy invaluable, con numerosas obras que desde hace muchos años están fuera del mercado. Por ejemplo, Abaporú, de Tarsila do Amaral, es símbolo cultural-artístico de Brasil y no hay otra obra de igual importancia", explica Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de curaduría. En 2012 se creó el Comité de Adquisiciones, que junto con la jefatura de Marcelo Pacheco (hasta 2013, porque ahora trabaja en investigación en la colección del Mamba), incorporó el mural americanista de Berni y obras de Oscar Muñoz, Ana Mendieta, Ernesto Neto, Teresa Burga y Mathias Goeritz.
Para seguir ampliando el acervo, este año el Malba formó un Comité Científico integrado por Andrea Giunta, Julieta González, Adriano Pedroza, Inés Katzenstein y Octavio Zaya. "Cada obra que se suma a la colección supone costos y cuidados, y por eso el comité debe pensar seriamente en la calidad a la hora de incorporar nuevas piezas. Además del costo operativo, está el tema del espacio físico, y en este sentido está pensada la ampliación futura del museo", aclara Giraudo.
Por ahora, se realiza la catalogación de todas las obras existentes. "Tenemos limpiezas semanales de la colección -agrega-. En la base de datos queda consignado el estado y los demás datos de la adquisición, del seguro y traslados por préstamos." El intercambio de piezas es constante, como con el Museo de Bellas Artes de Houston y su exitosa muestra sobre Antonio Berni. "Siempre estamos en contacto con otras instituciones solicitando obras en préstamo (para Polesello joven pedimos al Mamba, al MNBA, al Museo del Banco de la República de Colombia y al Museo de Arte de Bogotá) y también prestando obras, como las de Grete Stern y Horacio Coppola al MoMA de Nueva York."
Además, en su programa federal, Malba mostró su patrimonio en la exposición Relatos latinoamericanos por espacios de Neuquén, San Juan, Mendoza, Salta, Córdoba y Rosario. A tono con las nuevas tendencias museológicas, este año comenzó un proyecto de investigación con el Centro Argentino de Investigadores de Arte, que será subido a la Web, y la sala de colección permanente tiene su dinámica: "La nueva dirección está planeando curadurías que duren dos años aproximadamente", adelanta Giraudo.




Fotografía de Oscar Pintor, una de las 250 que integran la colección de la Fototeca Latinoamericana creada por Gastón Deleau (izq.). La gran tentación (1962), de Antonio Berni, ilustró la tapa del catálogo de la muestra sobre el artista argentino que se exhibió en Buenos Aires y en el Museo de Bella.


Vientos de cambio

En la Casa Nacional del Bicentenario, Imaginarios presentes. Imaginarios futuros se suma a estos vientos de cambio en materia de préstamos, y reúne 90 obras de colecciones de cinco importantes instituciones nacionales: el Palais de Glace, el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, el Fondo Nacional de las Artes, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. "Han tenido una absoluta disposición para sumar sus obras al diálogo que propusieron las curadoras invitadas", dice Liliana Piñeiro, directora del espacio y a cargo del área de exposiciones de artes visuales en el CCK. "El perfil definido para las dos instituciones no es el de un museo con colección propia -agrega-, y no tienen previsto en sus misiones, por el momento, conformar una colección."
En las provincias hay colecciones importantes, como las 4200 obras acumuladas a lo largo de 97 años del Castagnino de Rosario; su crecimiento fue motivo, en marzo, de la muestra Capital. El Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, que estrenó edificio en 2011, alberga una colección histórica de 1300 piezas que por años pasaron penurias agolpadas en depósitos. Parte se ve ahora en la Casa del Bicentenario y pronto recibirá una muestra paralela con obras de las mismas cinco colecciones de Imaginarios. "Gestionar una colección es una enorme responsabilidad, porque supone conservar, restaurar, investigar y difundir -cuenta la directora, Virginia Agote-. Estamos trabajando con Tarea para restauraciones y Roberto Amigo viaja una semana al mes para hacer la catalogación, con fichas técnicas que van a reemplazar el viejo inventario. A fin de año publicaremos un catálogo razonado y todo estará online. Además de trabajar con los mejores expertos, se está capacitando a personal del museo".
Hay colecciones privadas que nacen de la pasión de un coleccionista, que además cuenta con los recursos para levantarles casa propia. Así lo hizo en 2012 Aldo Rubino con sus tesoros de la abstracción geométrica resguardados en el Macba, un edificio ad hoc al lado del Moderno. El espacio no reserva una sala para mostrar sus 260 piezas, sino que les destina tres meses en su calendario -generalmente los de verano- y las presenta con un guión particular. Es el caso de Obsesión geométrica. American School 1965-2015, la muestra actual, donde presenta treinta piezas de artistas estadounidenses. En 2015 el espacio estuvo dedicado a muestras internacionales, y para eso llevó adelante una intensa campaña de fondos. "Es muy costoso y un gran esfuerzo de gestión y logística, y trabajamos siempre en relación con instituciones. Hay que abrir el juego para ganar fuerza porque el campo cultural es muy competitivo -detalla Teresa Riccardi, su directora-. El programa curatorial es anual y abarca reescrituras y convivencias. El próximo año va a ser mayormente para artistas argentinas."
Los auspiciantes también fueron la clave para el nacimiento de FOLA, espacio impulsado por Gastón Deleau, que tras años en la gestión cultural logró forjar su propia colección de 250 fotografías. Gracias a un convenio con IRSA y al apoyo de privados, dio nacimiento a esta Fototeca Latinoamericana, un impresionante hangar cultural de 1200 m2, inaugurado hace menos de un mes. "Estoy pensando en los fotógrafos. Todo esto fue hecho de su mano -dice Deleau-. De cada obra tengo una historia. Es pasión pura. Que estén disponibles al público le hace bien a la sociedad."
El Castagnino de Rosario inauguró el viernes París en el horizonte, muestra de la colección donada por Enrique Astengo (1913-1930), y el Mamba dedica una sala a la donación de Ignacio Pirovano. Los artistas acrecentaron por décadas con su generosidad el patrimonio de este museo; es el caso de Alberto Heredia, León Ferrari y la más reciente, la reconstrucción de La Menesunda de Marta Minujín. Ricardo Garabito, en cambio, prefirió donar su legado al Malba.
Las donaciones dejan huella, entiende María Isabel Baldasarre, autora de Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires (Edhasa, 2006): "Las colecciones privadas han sido fundamentales para la constitución de los patrimonios de los primeros museos de arte de la Argentina. Las donaciones han modelado las presencias y ausencias. Es decir, las preferencias por una determinada tendencia, escuela nacional o período histórico han marcado a fuego la historia institucional y el relato que el museo se propone contar". La historia del arte se escribe cada día, y ninguna decisión en la gestión del patrimonio es inocente.


Fuente: lanacion.com

FOTOGRAFÍAS CENTENARIAS RECUPERAN RITOS TRIBALES

Retocadas y copiadas con calidad, las imágenes del misionero Martín Gusinde se exhiben en Ushuaia


Elek, Angela Loij e Imshuta durante el rito selknam Kewánix



   Elek, Angela Loij e Imshuta durante el rito selknam Kewánix.Foto:Martin Gusinde / Anthropos Institut

María Paula Zacharías
USHUAIA.- El pasado de los pueblos originarios fueguinos ha sido retratado por más de 40 fotógrafos desde mediados de 1800. Uno de los más prolíficos fue el misionero alemán Martín Gusinde, un antropólogo que pasó cuatro temporadas conviviendo con tribus yámanas, selknam y kawésqar para hacer un registro oral, escrito y visual de sus tradiciones entre 1918 y 1924. Sus 1200 fotos se conservan en Alemania, en el Instituto Anthropos, pero aquí, en la ciudad más austral del planeta, son íconos en las tiendas para turistas y se estudian en publicaciones académicas.



Casi 100 años después de que las imágenes fueron tomadas con cámaras rudimentarias, abrió el viernes pasado una exposición que permite disfrutarlas como arte en copias de calidad: El Espíritu de los Hombres de Tierra del Fuego, junto con un coloquio para analizarlas desde la arqueología, la antropología y la estética.
Xavier Barral es un editor francés que alguna vez fue navegante y llegó a estas tierras. En el Museo Gusinde, en Puerto Williams, quedó fascinado con su trabajo, porque además de documental y humanista es estético. Treinta años más tarde, reunió los fondos y un equipo de expertos para restaurar, digitalizar y retocar cada negativo de placa de vidrio. Escanearon unas 600, de las que, con la curadora Christine Barthe, seleccionó 250 para editar un libro de lujo y 147 para una muestra itinerante, que llegará a Buenos Aires, al Centro Cultural Kirchner, y seguirá a Arlés, Francia, y Kyoto, Japón.



Las fotos vuelven a su tierra como nunca fueron vistas: con nitidez y alteradas digitalmente para parecer sacadas con tecnología de hoy (Barral guardó los escaneos originales también). Organizada por la Municipalidad de Ushuaia, junto con la embajada de Francia, y con el apoyo de la de Alemania, en la Casa de la Cultura, durante un mes, estará abierta al público, con encuentros con miembros de los pueblos originarios y visitas de escuelas. El libro de Barral está en librerías y vale $ 1200. En el vernissage entregaron ejemplares a Víctor Gabriel Vargas Filgueira, de la comunidad yagan, y a Rubén Maldonado, selknam de Tolhuin. "Es emocionante", dijo Maldonado, con su álbum familiar de recortes y fotos amarillentas.
En el coloquio participaron los expertos argentinos y chilenos María Estela Mansur, Marisol Palma, Dánae Fiore y Margarita Alvarado Pérez. Hoy disertarán Ernesto Piana y Luis Orqueda. "Reflexionamos sobre el valor patrimonial de las fotografías y los textos antiguos, y su peso identitario. Son fundamentales para fomentar arraigo", dijo Mansur, coordinadora del encuentro.



Ulen, el bufón masculino
   Ulen, el bufón masculino.Foto:Martin Gusinde / Anthropos Institut

Las fotos de Gusinde muestran a las comunidades en sus vidas cotidianas, en sus ritos y tradiciones. Es notable su serie de retratos, en los que se conjugan intimidad y dignidad. Los selknam, envueltos en pieles de guanacos frente a sus chozas o desnudos y con el cuerpo pintado en la nieve, durante la ceremonia del Hain. Pero a un cazador se le escapa debajo del atuendo típico la cintura del pantalón occidental que lleva debajo.Cuando llegó Gusinde, esas sociedades estaban fragilizadas. Alvarado Pérez explicó que las imágenes pretenden ser registro de un estado primigenio no contaminado, pero son posadas. "Implican una negociación entre el fotógrafo y el fotografiado, ambos con intereses, objetivos, conocimientos, valores y actitudes", señaló Fiore. "Incluyen categorías visuales ideologizantes, a través de la vestidura o el despojo. Arropan al fotografiado con elementos culturales para connotarlos en un montaje de identidades visuales y étnicas. El resultado es sublime o disminuyente: los caoneros condenados al silencio, y los selknam exhibiendo su cultura con ideales de belleza y nobleza", explicó Alvarado.Los investigadores llevan décadas trabajando sobre copias de copias de contactos. "En un futuro estarán las imágenes en Internet", prometió Piana ante un auditorio interesado. "Para los pueblos originarios, son imágenes de sus familias. Me acerqué a la comunidad yagan y señalaban «ésta es mi mamá, éste es mi bisabuelo», y se me caían las lágrimas. «Lo conozco a tu bisabuelo, hace casi 20 años que trabajo sobre estas fotos», le dije, y nos miramos con gran respeto", comentó Fiore. Mansur puso el Centro de Patrimonio Documental Antropológico Anne Chapman de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, que dirige, a disposición para recibir el legado. Acá sabrán valorarlo.


Fuente: lanacion.com

ARNAUD DESPLECHIN: "ADORO EL CORAJE DE LOS TÍMIDOS"

Cine.  Entrevista a Arnaud Desplechin.

El director francés habla de su filme “Tres recuerdos de mi juventud”, con el que abrió el festival.
Postal marplatense. En su paso por la ciudad balnearia, Desplechin (aquí junto al presidente del Festival, José Martínez Suárez) reveló aspectos de su cine. (Foto: Fabián Gastiarena)
Postal marplatense. En su paso por la ciudad balnearia, Desplechin (aquí junto al presidente del Festival, José Martínez Suárez) reveló aspectos de su cine. (Foto: Fabián Gastiarena)

Con los lobos marinos a su espalda y un viento gélido que despeina a cualquiera, el francés Arnaud Desplechin entra a la sala de conferencias valija en mano. Una demora en el vuelo acorta todavía más su primera visita relámpago a la Argentina, donde tiene a cargo la proyección del filme que abre el Festival, Tres recuerdos de mi juventud.
Suerte de precuela de una de sus películas iniciáticas (en Argentina se vieron Un cuento de Navidad, Reyes y reina), apela a su álter ego Paul Dedalus, interpretado por Mathieu Amalric, su actor fetiche, y por un Quentin Dolmaire que hace de Paul en un extenso flashback de juventud. Cruza esas miradas, la del joven y el adulto Paul, con personajes solitarios y un sexo trágico. Ambientada en los ‘80, con el trasfondo de la URSS y de la caída del muro luego, la película se nutre del contexto y de las vivencias de los protagonistas. Jóvenes ellos, por decisión de un director que se dijo: “Si lo que escribo no puede tocar a los jóvenes, para qué hago cine”. Igualmente, avisa que su próxima película será con actores maduros.
Podríamos decir que la película es una búsqueda de identidad, ¿qué características universales ve en este joven europeo de los ‘80?
En la escena del pasaporte, donde aparece la situación del doble, surge una pregunta universal: ‘¿quién soy yo, cómo me encuentro a mí mismo, dónde me encuentro?’.
Es una búsqueda que él no puede guiar, no tiene un plan, como ocurre en su cine...
Es cierto, prefiero que estas intrigas, esa posibilidad de espiarlas, las descubra el personaje. No me siento cómodo pensando ni haciendo un cine filosófico adrede. No filmo por temas, considero que la aventura del personaje sea la que proyecte y sugiera esas preguntas.
Y la estructura del filme, con tres historias, una dentro de la otra...
Sí, me fascinó el concepto de la muñeca rusa, y me divertí pensando historias que se van metiendo dentro de otras. En un momento Esther (la joven que enamora a Paul) ocupa la totalidad del filme, y lo hace de manera poco amable. Paul también va generando historias dentro de otras, contando su vida, le dirá en un momento de su vida sexual que ella es su patria; es interesante ver cómo se llegó a este punto.
En sus películas casi siempre hay muertes o suicidios de arranque que condicionan a los personajes; ¿es un recurso para dotarlos rápidamente de una complejidad dramática?
Sí; como actor, me ha servido para sentirme más yo mismo. Justamente cuando se llega a estas tensiones violentas, pasarlas para entenderlas mejor. Este hecho define a los personajes. En el caso de Mathieu, Paul Dedalus, ha sobrevivido al suicidio de su madre, que justamente como dice Joyce, no es importante esa situación. 
En apariencia, sus personajes son tímidos, introvertidos, pero frente a determinadas situaciones explotan de manera sorprendente. 
Adoro el coraje de los tímidos. Es tremendamente heroico.
Ha dicho usted que recuerda mejor libros y películas que algunas de sus experiencias personales, ¿ha llegado a confundirlas alguna vez?
No justamente, pero puedo decir que tengo y he cultivado el coraje de los tímidos.
La estructura meticulosa, los disparadores narrativos, dan cierta libertad al filme para tener una vida propia al margen de usted...
No soy el profesor de mis películas, soy su alumno. Me sorprende la espiral de emociones que va creciendo en este filme, y con la emoción que Mathieu le dio a su personaje logró dimensión no prevista, y que para mí la convierte en una película sobre el exilio.
¿Se sentía lejos del espectador joven?
Los jóvenes aportan vigor, energía a este film, que si bien es melancólico tiene alegría y fuerza, y eso me ha dejado estupefacto. Cuando los personajes llegan a la adultez recién se dan cuenta; mientras eran jóvenes eran principes y reinas, ahora son pobres. Es la paradoja de estos dos momentos, como la canción de Bowie: Podemos ser héroes, solo por un día..
¿Veremos otra historia con Paul Dedalus?
Tal vez cuando tenga más de 80, ya viejo.


Fuente: clarin.com

ASOMBROSO:
DESCUBREN LA TUMBA DE UN GUERRERO DE LA ANTIGUA GRECIA REPLETA DE TESOROS

Es el mayor descubrimiento en una excavación griega en las últimas décadas.
    EUREKA. Un equipo encontró la tumba de un guerrero griego repleta de tesoros.

Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Cincinnati descubrió la tumba de un importante guerrero de la Antigua Grecia mientras excavaba en una estructura de piedra ubicada en el Peloponeso.
"Tenemos tres sellos ubicados a la izquierda del brazo, algo que es inusual porque habitualmente se encuentran a la derecha", explica Sharon Stocker, una de las arqueólogas involucradas en el proyecto.
Según los investigadores, los hallazgos en la tumba pueden contener algunas claves de los orígenes de la civilización griega que hunde sus raíces 3.500 años atrás.
Además de los restos óseos de un hombre de entre 30 y 35 años, los excavadores encontraron tazas de plata, un collar de oro de 75 centímetros de largo y un sable con una empuñadura de marfil que confirmarían que se trataba de un guerrero importante.
La tumba está ubicada en uno de los lugares mencionados por Homero en su obra Odisea. Quizás lo más sorprendente, del descubrimiento de fueron los 50 sellos de piedra con motivos de diosas, leones, toros tallados; seis peines de marfil y un espejo de bronce.












Fuente: tn.com.ar