"EL ARTE CONTEMPORÁNEO PREFIERE LO EXTREMO, LO FEO, INCLUSO EL ASCO"

El arte es siempre síntoma de época, dice la experta. En la nuestra no podría representar sino la desmesura, los excesos, la necesidad de desacomodar al espectador.
Elena Oliveras

Por Claudio Martyniuk

 

El arte contemporáneo cultiva la inquietud, traspasa límites y acoge lo que no tiene forma ni medida, lo monstruoso y el dolor. Quizás para sacudir indiferencia, o intensificar la existencia, el arte exhibe lo extremo, rebasando lo bello. Elena Oliveras, profesora de Estética y miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, así lo plantea: “¿Cuál es la medida de una deformidad? La belleza, en cambio, admite cifras, por ejemplo, para el cuerpo femenino: 90-60-90”.
¿Qué implica que el arte contemporáneo cultive una estética de lo extremo?

Implica una ruptura del paradigma estético tradicional, una puesta en cuestión de sus presupuestos básicos, como el de la representación. Sin embargo, desde las estéticas de lo extremo preguntamos si la representación del dolor extremo –la herida inconmensurable de una masacre, por ejemplo- es posible o si traiciona lo acontecido.
¿Cómo esa herida no sería traicionada?

No se la traicionaría en la medida en que exista algún resquicio para transformar la angustia, el dolor y la impotencia silenciosa en conciencia transformadora.
¿Qué papel cumple lo “no bello” en el arte?

En nuestra época, las estéticas de lo extremo, al incluir no sólo lo feo sino el asco, tiran por la borda los preconceptos que los excluyen del campo del arte. Lo feo sí era aceptable en el paradigma estético tradicional, pero no el asco porque lo representado produciría el mismo efecto que produce lo que se representa. Produciría también asco, es decir que no se lograría la distancia estética.

¿Podría dar un ejemplo?

Claro. No fueron pocos los que cuestionaron la adjudicación del Premio Petrobras 2011 a Carlos Herrera, quien colocó en el piso una escultura / objeto que incluía calamares en descomposición. El olor nauseabundo hacía que la obra, a su modo, ocupara “más espacio” al pasar los días.
¿Qué efecto estético estaría aquí en juego?

Estas obras extremizan, perforan el límite de lo aceptado como arte, aunque tenemos que tener en cuenta que lo extremo de hoy seguramente será la norma del mañana.

¿Cómo acercarnos a lo extremo?

Para un ser vivo, la situación extrema por excelencia es la muerte. Es un límite que exige respeto, reserva, intimidad. Sin embargo, ese bastión de lo privado se hace público por obra de los medios de comunicación. Y esta explosión de lo privado en lo público también se canaliza en el arte. Por ejemplo, el argentino Martín Weber exhibe las imágenes recibidas vía Skype de los últimos momentos de vida de su padre contrastando el trato amoroso de la familia con la manipulación posterior del cadáver. La mexicana Teresa Margolles exhibe cadáveres sin identificar para denunciar la violencia del narcotráfico en México, mientras que el colombiano Rosenberg Sandoval utiliza materiales no convencionales tales como fluidos corporales, partes de cuerpos, sangre, semen, vellos, suciedad y vísceras.
Parecen límites infranqueables. ¿Se puede ir todavía más allá?

La máxima expresión de lo extremo sería la posible muerte “en vivo y en directo” del artista. La encontramos en la conferencia- performance Autosabotaje de la artista cubana Tania Bruguera, cuando, en un momento de la acción, colocó un revólver sobre su sien y disparó jugando a la ruleta rusa. Tuvo la suerte de contar con un final feliz, pero hubiera podido perder la vida.
¿Por qué llegó a este extremo?

Según la artista cubana, en la actual circunstancia histórica es un deber de los artistas traspasar el plano de la representación y pasar a la acción, comprometiendo el propio cuerpo hasta sus últimas consecuencias.
El extremo estético, ¿puede ser minimalista?

Sí, las estéticas de lo extremo no sólo consideran las manifestaciones maximalistas sino también las minimalistas, no sólo las del grito sino también las del silencio. Entre estas últimas se cuentan las propuestas que valorizan el vacío, la oscuridad y el vapor. Por ejemplo, la Bienal de San Pablo de 2008 fue conocida –y no siempre en el mejor sentido- como “Bienal del vacío”. Su curador, Ivo Mesquita, dejó vacío el piso principal del pabellón donde se desarrollaba el evento. Su posición resultó polémica e irritante. Ocupó, como curador, el lugar del artista para exponer su discurso curatorial. Mesquita –que eligió el tema de las bienales como tesis de doctorado — centraliza ahora la pregunta: ¿las bienales deben mostrar muchas obras para ser buenas?, ¿a quiénes están destinadas?, ¿deben ser “para todos”?
¿Qué otros vacíos, menos literales, se han explorado?

Otra forma de vacío es la oscuridad, tal como la ejercitan el argentino Ernesto Ballesteros y los chilenos Beatriz Leyton y Alfredo Jaar. La oscuridad es, visualmente, un vacío de objetos mientras que el vapor, por su aspecto casi inmaterial, es percibido también como vacío. Así opera en las instalaciones de la artista Teresa Margolles en las que el vapor proviene del agua que lavó cadáveres. El cuerpo muerto –leitmotiv de su obra- alcanza al olfato y a la piel del espectador, por lo cual éste era advertido de la posible situación desagradable antes de entrar en la sala de exposición. En el libro de registros de la galería que presentó la instalación quedó documentada la visita de la reconocida ensayista norteamericana Susan Sontag, quien confesó que en esa oportunidad había “tocado” la muerte, la había “respirado”, una situación que la involucraba directamente al estar pasando por una etapa de recrudecimiento del cáncer que la afectaba y que terminó con su vida.
¿Y el arte conceptual también implica lo extremo?

Comencemos por el caso de la Invisible Sculpture de Oldenburg (1967), un ejemplo de vacío de materia y de forma. Oldenburg pidió a un grupo de sepultureros que cavaran en el Central Park de Nueva York, detrás del Museo Metropolitano, una especie de tumba, la que casi inmediatamente fue rellenada. Lo que él hizo, en este ejemplo de land art , fue des-definir la escultura con una “anti-escultura” en la que ponía en juego el concepto tradicional de “bulto” y eso era lo importante: presentar un pensamiento cuestionador del paradigma tradicional basado en el presupuesto de la visibilidad.

¿Hay ejemplos de esta línea de intervención en nuestro país?

En el arte argentino también tenemos interesantes ejemplos. Un caso extremo de invisibilidad fue Happening para un jabalí difunto (1966) de Raúl Escari, Eduardo Costa y Roberto Jacoby. El happening como ob-jectum (objeto enfrentado a nosotros) nunca se dio. Consistió en la información sobre el mismo dada por los medios; lo que “se exhibió” fue un pensamiento que resaltaba un lema de McLuhan: “el medio es el mensaje”. Años después, en 1989, Federico Peralta Ramos presentó como “obra” una sala completamente desocupada de la galería Altos de Sarmiento. El día de la inauguración anunció: “Señores, ésta es mi exposición. El arte son ustedes. Ustedes son mi obra de arte”. Subrayaba un concepto derivado de la práctica de Marcel Duchamp: “son los espectadores los que hacen la obra de arte”.
¿Acaso, entonces, el objeto extremo sea el pensamiento?

Lo que el arte conceptual pone de manifiesto es, precisamente, el hecho de que toda obra de arte es pensamiento, “cosa mental”, afirmaba Leonardo. Se suele decir que después de Duchamp todo arte es conceptual en la medida en que se pierde con él la ingenuidad de pensar que sólo apela a los sentidos. Y la ingenuidad, como la virginidad, una vez que se pierde, no tiene retorno.
¿En qué sentidos la estética de lo extremo es síntoma de nuestra época?

El arte es un modo de hacer mundo, en el sentido de hacerlo visible, de mostrarlo con la mayor lucidez y las obras auténticas no pueden sino mostrar su presente. Son síntomas de su tiempo. Me gusta la palabra síntoma –más que signo- porque revela una conexión necesaria, no arbitraria, con el referente “mundo”. Las obras “extremas” son “síntomas de nuestra época” en tanto exteriorizan sus rasgos característicos: los excesos de todo tipo, las sensaciones fuertes, lo moralmente inadmisible, la pornografía dura. Es obvio que no estamos en tiempos de mesura sino de desmesura, hybris . La violencia y la inseguridad estuvieron siempre, pero hoy las sentimos como extremas. La existencia se extremiza en el aislamiento y la depresión, en el consumo y el hedonismo.
Ese extremo, ¿no se hace mercancía?

Destacar lo extremo hace al éxito, es objeto de deseo, por eso el marketing y la publicidad lo enfatizan y, así, “extremo” es el nombre de un desodorante y de un modelo de automóvil todo terreno.
Esta estética que sobrevuela el arte contemporáneo, ¿es elitista, excluyente, para iniciados?

Existe un arte popular que llega a todos y tiene un nivel tan alto como el “arte de iniciados”. Es, para dar un ejemplo, la música que suena en nuestros oídos desde que somos niños. Por eso se dice: “música del hogar, música popular”. Pero hay otro hecho, y aunque no me guste debo decirlo. El arte contemporáneo -que en su mayor parte rompe el paradigma tradicional- no es para todos. ¿Acaso todos perciben que las latas Merde de artista de Piero Manzoni (que contienen excrementos en su interior y se venden según el peso al valor del dólar del día) son obras de arte? Y a casi un siglo del mingitorio de Duchamp ¿cuántos son los que piensan aún que es “cualquier cosa”? Hoy no todo se dirime en lo sensible o en la tranquila contemplación. Por su estado conceptual, el arte necesita de ciertas competencias del espectador. Hace falta conocimiento e investigación, un esfuerzo similar al que demandaría el discurso filosófico o científico. Y no podemos pedir al artista que baje el nivel de su obra para hacerla comprensible sino que debemos exigir a los que nos gobiernan que eleven el nivel educativo para que todos puedan apreciar las formas hoy “impopulares” del arte contemporáneo, incluidas las variantes de las estéticas de lo extremo. Por eso es muy importante que la formación en arte se inicie en la niñez.

Copyright Clarín, 2013.

Ante el horror: apostar al shock o buscar la justa distancia










Sobre la posibilidad de que el horror sea extremo, Elena Oliveras afirma: “Si la presentación del horror surge del pensamiento coherente del artista y despierta la conciencia del espectador para que vea lo que habitualmente no ve, estaríamos ante un hecho justificado. Pero hay presuntos artistas que –impermeables a una sensualidad inteligente- buscan sólo el efecto, el shock de un parque de diversiones. Son oportunistas que apuestan a la duración corta, no a la duración larga propia del arte. El drama de las obras que muestran el horror es que pueden generar sentimientos contradictorios. Al tiempo que atraen la mirada, estetizando el contenido, nos alejan de la existencia real de lo representado. Pero aun así los artistas siguen creyendo en la posibilidad de lograr la justa distancia para que el pensamiento sea posible. Y esto porque visibilizar sería, entonces, no sólo un hecho estético, sino también ético y político.” Para Oliveras, el extremo es híbrido: “El límite entre lo humano y la máquina pasa a ser, con las innovaciones de la era electrónica, difuso. El problema del cuerpo – máquina es abordado por artistas de todo el mundo, desde el australiano Sterlac a la argentina Nicola Costantino. Recordemos sus cerdos prensados en esferas (Chanchobolas), sus réplicas de nonatos y sus videos con dobles maquínicos.”

Fuente texto: clarin.com

EL ARGENTINO QUE LE CAMBIÓ LA CARA A MIAMI
A FUERZA DE ARTE Y LADRILLOS


Jorge Pérez. Constructor y coleccionista
Arte en casa. Pérez en el jardín de su vivienda junto a una escultura de Bastón Díaz.
Por Patricia Kolesnicov
Miami. Enviada Especial

No es defecto, es virtud ese acento raro que tiene Jorge Pérez, no soy de aquí ni soy de allá, o más bien, soy de aquí y también de allá. Es virtud: “El triunfo de Pérez en la Miami urbana y multicultural del siglo XXI quizá se deba a que ha logrado representar en sí mismo la triple identidad latinoamericana, cubana y estadounidense de la ciudad”, arriesga Hernán Iglesias Illa en su libro Miami. Así que acá, en los sillones de su casa en Coconut Grove –espléndida y cálida, si eso es posible–, acá, a metros del mar y a pasos de su propio amarradero, Pérez dice que sí, que es argentino, que vivió en Buenos Aires hasta los 9 años, que va a Buenos Aires dos, tres veces al año, que es “la ciudad más linda de las Américas ”. Chan. Los argentinos no decimos “las Américas”, decimos “América”, a secas. De eso hablábamos al principio. Ese es el hombre que hoy da nombre al Museo de Arte de Miami. No es un artista: el directorio del Museo aceptó que la institución se llamara Jorge Pérez Arts Museum of Miami Dade County después de que el señor le donara 40 millones de dólares entre obras –Wifredo Lam, Diego Rivera, Joaquín Torres-García, Antonio Berni, Alejandro Xul Solar, siguen firmas– y billetes. Algunos se enojaron; cuatro miembros del directorio renunciaron, alguno argumentó que no quería donar lo suyo para mayor gloria de Pérez. Pero la mayoría aceptó con felicidad y hace unos días Pérez y su hijo menor cortaron una ancha cinta rosada e inauguraron el nuevo edificio de museo. Dieciocho mil metros cuadrados, frente a la Bahía Biscayne. Y ahora viene la cuestión de cuánto tiene alguien capaz de donar 40 millones de dólares. La cifra pública, en este caso, son 1500 millones de dólares. Que Jorge Pérez amasó, enmantecó, horneó y desmoldó levantando edificios, sobre todo en Miami. Con la idea de hacer de la ciudad un verdadero centro urbano. Y, más adelante, un lugar de consumo de lujo, algo que incluye diseño y... ya llegamos al punto: obras de arte. En fin que para los documentos Jorge Pérez nació en 1950 en La Lucila, provincia de Buenos Aires. Era el hijo de dos cubanos; él, ejecutivo de un laboratorio; ella, una académica que llegaría a simpatizar con el Che y Fidel. Cuando tenía 9 años, la familia volvió a Cuba por trámites de una herencia y ahí los encontró la Revolución: se fueron a Colombia. Estudió en Estados Unidos –Economía, Filosofía y Planificación Urbana– y ahí, cuenta, empezó a coleccionar obras de arte: “Afortunadamente para mí, el arte latinoamericano casi no tenía valor económico en ese tiempo y podías comprar obras magníficas por casi nada”. Cuando egresó fue planificador urbano en Miami y empezó a construir. Viviendas sociales primero, más lujosas después. De ahí su ruta, hasta los 1500 millones. Y ahora el bronce, el museo. Y esta casa, con más obras de arte de las que se pueden ver en una visita. Hasta en el baño. En serio.
La cita con las periodistas es a las 8.30 y por 15 minutos. Llegamos puntuales, pero Pérez no está, está dando una entrevista arriba, en su cuarto. En el recibidor nomás hay obras de Guillermo Kuitca, de Antonio Seguí, de Eugenio Dittborn, de Matías Duville. Un paso hacia el living y aparecen también las fotos familiares: con los hijos de su primer matrimonio, con su esposa Darlene –que es gastroenteróloga y ejerce–, con Bill Clinton, con Obama. En el jardín se oyen las olas. “No tenemos cuándo disfrutar este lugar, siempre hay algo que hacer”, dice Darlene, que se sienta, conversa, ofrece café, frutas, tortilla de papas. Hasta que baja Pérez y se acomoda en uno de los sillones del ¿patio?. Sin apuro: la entrevista durará más de una hora. “Nadie creía que Miami pudiera tener un museo de esta calidad”, se ufana. “Empezamos hace 20 años, con un museo que no tenía colección propia. Pero aquí hay buenos coleccionistas, y ahora están donando... Hace 12, 13 años la feria Art Basel, que es la más importante del mundo, tomó una decisión, después de estudiar todas las ciudades de Estados Unidos: en vez de irse a Nueva York, decidieron venirse a Miami. Esto por la localización geográfica de Miami, entre Latinoamérica y Norteamérica. Miami es la capital de las Américas. Hoy en día Art Basel Miami es más grande que Art Basel en Basilea. Ha sido un éxito total y cimentó a Miami como capital de arte. Y el arte empezó a crecer de forma increíble, las galerías que han abierto son de todas partes del mundo. Este museo es la culminación de este centro de arte que nos estamos volviendo”.
–¿Cómo eligieron el diseño?
–Vimos a varios arquitectos y elegimos al estudio suizo Herzog & de Meuron, el mismo de la Tate Modern de Londres. Nos gustó que entendieran lo que era Miami: el sol, la luz, la modernidad. Creo que el museo va a ser un símbolo de Miami.
–El PAMM abre con una muestra de un artista muy político, el chino disidente Ai Weiwei.

–Ai Weiwei es chino, pero expresa mucho de lo que ha pasado en aquí, que mucha gente ha venido aquí por cuestiones políticas o económicas, para buscar una vida mejor. Ai Weiwei no pudo ni venir a la apertura de la muestra, creo que es muy importante que el museo abra con un artista de protesta. Hay otra muestra también, de Hew Locke que son barcos, parece hecho por un cubano hablando de venirse de Cuba en los barcos y no, es un tipo de Guyana, que se va a Escocia. Se considera un artista inglés, pero nunca pierde el lugar de donde vino y lo ves en los barcos, es un gran artista y creo que estamos muy conscientes de lo que es Miami: una ciudad de inmigrantes. Es una ciudad que especialmente el cubano y el latinoamericano han hecho lo que es y eso nos da mucho orgullo.
En un rato, cuando la charla termine, Pérez sacará al contingente a pasear por el jardín, que por supuesto está poblado de esculturas. Dice que compra cada vez más arte joven, contemporáneo, da algunos nombres, como el del arentino Matías Duville (“tengo cuatro obras, lo vi por primera vez en ArteBA) o el de Carlos Huffman, de quien acaba de comprar dos obras. “Eduardo Stupía es un artista muy reconocido, me gusta mucho y me encanta hablar con él y le hice un regalo de un cuadro precioso de él a Darlene, porque nos volvemos amigos de los artistas”.
No lo dice así, no dice “vínculos”, pero a eso vuelve a cada rato. Cuenta que un amigo suyo es dueño de un edificio, en Buenos Aires –el Central Park– pintado por Pérez Celis. Y que ahí “me hice superamigo de Huffman, de Kuitca, de Noé... Y vamos todos a La Boca, a tomar tragos. Me encanta porque es un ambiente muy bohemio, que yo no vivo todo el día, yo estoy todo el día con saco y corbata... Y no hablan de cosas como el real estate (el negocio inmobiliario)...” De eso habla. De los artistas amigos. Del que le hizo una escultura cuando nació su hijo. “Y se me pone la piel...” dice, y se pasa la mano por el brazo. “Uno se vuelve amigo”, subraya. “Amigo.” –Pero usted mezcla arte y negocios, sus condominios tienen obras de arte.

–Yo quiero entrar a un lobby que no sea comercial, que sea artístico, que tenga algo del alma. Creo que la gente se siente mejor rodeada de arte. Bueno, yo me siento mejor. Nos ha ayudado no solo a vender sino a crear edificios mejores, mucho más vivibles.
–Usted contrata a artistas de primera línea ¿no encarece mucho eso los departamentos?

–Si me cuesta 2, ¿voy a llevarme los 2 o 3? Uno hace el cálculo económico y siempre he creído que lo que he puesto en arte, en diseño, le agrega valor a la propiedad.
–Tiene proyectos por todas partes. ¿En Argentina?

–En Argentina nunca hemos podido hacer un proyecto, hemos tratado, god knows que hemos tratado, pero siempre hay algo, siempre hay una para . Porque el gobierno tal cosa, porque no dieron las aprobaciones y nos cansamos de esperar... Ibamos a hacer algo al lado de Puerto Madero, donde había una sede de Boca. Gastamos dinero haciendo planos, nos reunimos con el presidente Néstor Kirchner, con una cantidad de funcionarios del gobierno, yo creí que todo iba a ir bien y nunca llegó la aprobación.

Fuente: clarin.com

PARIS FESTEJA LA NAVIDAD

Globos llenos de helio sostienen en el aire una figura de Papá Noel que conduce un carro tirado por caballos (todo realizado en madera de balsa), creado por el artista Nasser Volant, cerca de la Torre Eiffel en Paris 12 diciembre de 2013.  (REUTERS / Charles Platiau)

Globos llenos de helio sostienen en el aire una figura de Papá Noel que conduce un carro tirado por caballos (todo realizado en madera de balsa), creado por el artista Nasser Volant, cerca de la Torre Eiffel en Paris 12 diciembre de 2013.

Fuente: REUTERS / Charles Platiau

ARTE ANTES DE QUE TERMINE EL AÑO

Un recorrido por museos y galerías del país para ver las obras más destacadas que se exhiben en diciembre.

Araucarias. Elena Nieves expone sus dibujos de tinta sobre poliéster.



Por Mercedes Pérez Bergliaffa

El año está por terminar. Pero hay algunas muestras de arte preciosas que usted no debe dejar de ver.
Le presentamos una breve lista con lo mejor que hay exhibido, para que usted –más liviano de trabajo, con tiempo libre y con ganas de pasarla bien–, pueda darse una vueltita por galerías y museos, vea obras lindas e interesantes, y quizás hasta se anime a comprar el trabajo de algún artista para Navidad (¿por qué no? Los precios de las obras de arte no siempre son inaccesibles, es una idea falsa: sólo hay que saber dónde comprarlas).
El primer imperdible es la muestra del escultor australiano Ron Mueck en la Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929). Si no la vio, anótesela. Segundo imperdible: el mural de Antonio Berni descubierto este año que está en el MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415). No es de las obras más deslumbrantes de Berni, pero arrastra una historia maravillosa.
Otro “must”: la muestra panorámica Gramática del color, de la pintora Gachi Prieto en el MAMBA (Av. San Juan 350). A su costado, la instalación “El aire tomará esta forma” de Karina Peisajovich, y la muy buena y recién inaugurada “Ultimos recursos”, de Luis Terán.
Hay dos exposiciones institucionales más que debería ver, si anda por Buenos Aires. Son Genealogías del campo argentino, con obras de Luis “Tatato” Benedit, en el Museo Fortabat (Olga Cossettini 141) y la que inaugurará mañana el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473) sobre el pintor Enrique de Larrañaga.
Por las galerías, puede pasar por Praxis (Arenales 1311) y ver la exposición de dibujos de Elena Nieves –araucarias lejanas, zoomórficas, nebulosas–, las divertidas composiciones de papeles recortados de Julia Masvernat y la muestra sobre diseño industrial chileno, Sobremesa. Mientras que en Arte x Arte (Lavalleja 1062) se exhibe Escuela de proyectos, muestra colectiva de alumnos del taller que se dicta allí. Observe los trabajos de Yanina García –“Contemplar la espera”–, videoinstalación con tierra montada en una ex cámara frigorífica; y los de Florencia Alvarez Brunel, entre otros.
Colores. Julia Masvernat realizó composiciones de papeles recortados.

En la galería Zavaleta Lab (Defensa 269, piso 2) exhibe sus trabajos vinculados a la naturaleza Mónica Millán.
¿Oíste que los pájaros cantaban por el corazón de la lluvia?
es su muestra. “Son obras realizadas con bordados, dibujadas y pintadas sobre servilletas y manteles”, explica la artista, conocida por prestar atención a la cultura de su tierra, en especial, a la guaraní. En la galería Ruth Benzacar se pueden ver las obras de Daniel Joglar –su muestra, El mundo siempre –, y las de Martín Sastre – U from Uruguay –, el video que promociona el perfume hecho con flores de la chacra del presidente uruguayo José Mujica.
Pruebe pasar por la galería Tumba en el Patio del Liceo (Av. Santa Fé 2729): expone Marcos Mangani Es salud la luz. Pase por La Ene, allí mismo, donde verá Lo bello, luego lo terrible. Y por la exposición del sudafricano Peet Pienaar en Fiebre. Son muestras extra-small, con 5 o 6 obras cada una. En Vasari (Esmeralda 1357), puede ver las esculturas de Lorena Guzmán.
Por otras provincias puede ver, en el Museo de Bellas Artes Benjamín Franklin Rawson de San Juan (Av. Libertador General San Martín 862), Historias, costumbres, retratos, una exposición sobre –justamente- las sintomáticas obras del pintor sanjuanino Franklin Rawson. Y en el Caraffa de Córdoba (Av. Poeta Lugones 411), la muestra de Pat Andrea sobre Alicia en el País de las Maravillas.
Eso sí: ¡apúrese! Algunas de estas exposiciones cierran pronto, o entran en vacaciones.

Fuente: clarin.com

¡MUY FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO!


                                                                                                                  Artista: Duccio di Buoninsegna
                                                                                                                              Época: circa 1308-1311
                                                                                                              Medio/técnica: temple sobre tabla
                                                                                                                        Medidas: 43,8 cm × 111 cm
                                                                               Colección: National Gallery of Art, Washington, EEUU


                                                                                                               
Duccio di Buoninsegna (c. 1255/1260, Siena - c. 1318/1319, Siena) fue probablemente el artista más influyente de Siena, Italia, de su tiempo.
Se le considera como uno de los más influyentes en la formación del estilo gótico internacional.
Primer pintor destacado de la escuela sienesa, fue también inspirador de otros miembros de la misma, como Simone Martini y los hermanos Ambrogio y Pietro Lorenzetti, entre otros.
La Natividad entre los profetas Isaías y Ezequiel, es un pintura al temple y oro sobre tabla (43,8 x 77, 5 cm por encima del panel central, 43,8 x16, 5 cm en los laterales) de Duccio di Buoninsegna, que data de alrededor de 1308 a 1311 y puede verse en la National Gallery of Art de Washington, EEUU.





UN CUADRO FRANCÉS,
INUSUAL EJE DE DISPUTA ENTRE PARÍS Y PEKÍN

Polémica

La resistencia a prestar a China el célebre óleo La libertad guiando al pueblo amenaza con una crisis diplomática

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PARÍS.- Una crisis diplomática amenaza las relaciones entre París y Pekín, debido a la resistencia francesa de prestar el famoso cuadro La libertad guiando al pueblo, pintado por Eugène Delacroix en 1830.
Si bien la fragilidad de ese óleo sobre tela de 3,25 x 2,60 metros explica oficialmente las resistencias que opone el Museo del Louvre, donde es expuesto habitualmente, también hay sectores del gobierno que se niegan a prestar esa obra, símbolo de la libertad, a un país que está sometido a un régimen autoritario y represor.
El mismo problema político se había presentado en 1956, cuando se proyectaba una gira de esa obra emblemática -popularmente llamada solo La libertad- a Europa del Este, que preveía escalas en Varsovia, Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo). El viaje fue anulado cuando los tanques del Ejército Rojo reprimieron en forma implacable la insurrección de Budapest.
Hasta ahora, no hubo en forma pública objeciones de carácter político. Por el contrario, todos los argumentos invocados son de orden técnico y científico. Pero nadie se engaña sobre el fondo del debate.
Por su aspecto alegórico y su alcance político, ese cuadro es utilizado con frecuencia como símbolo informal de la República Francesa o de la democracia.
La mujer que avanza sobre las barricadas con los senos desnudos y enarbolando una bandera fue, sin embargo, durante mucho tiempo objeto de intensos debates de carácter moral en Francia por la osadía de la representación.
El gigantesco cuadro de Delacroix debe viajar en 2014 a Pekín, en principio, como parte de un programa de 380 proyectos culturales organizados para conmemorar el 50° aniversario del establecimiento de relaciones entre China y Francia.
En enero de 1964, 15 años después de la victoria comunista, el presidente francés Charles de Gaulle fue el primer líder occidental en reconocer a la República Popular China.
En ese marco, también habrá una gigantesca exposición económica e industrial francesa en la Feria de Chengdu, algo que interesa particularmente a los franceses, interesados en aumentar su penetración en el mercado chino. En el contexto de esas celebraciones también se prevé un viaje a París del presidente Xi Jinping, que podría concretarse en el segundo trimestre del año próximo.
Para no herir la susceptibilidad china, el presidente del Louvre, Jean-Luc Martínez -opuesto al desplazamiento de la obra- argumentó que el cuadro es extremadamente frágil. "La última palabra la tendrán los expertos", dijo.
El argumento invocado por Martínez no es falso. Desde 1958, el emblemático cuadro del Louvre está sometido a una "limitación absoluta de desplazamientos y a una recomendación de prohibición de préstamo".
Sin embargo, esas restricciones no le impidieron, en todo caso, partir a Detroit y a Nueva York en 1974. Y nuevamente a Tokio en 1999 por decisión del entonces presidente Jacques Chirac, cuya voluntad era festejar dignamente el Año Francia-Japón.
Su último desplazamiento fue al Louvre de Lens, sucursal del célebre museo parisino inaugurada hace un año en esa ciudad, ubicada 150 kilómetros al norte de París. Fue un viaje que terminó en drama, ya que un desconocido pintó un grafiti sobre La libertad. El daño fue reparado felizmente por los especialistas.
El actual forcejeo dentro y fuera del gobierno será resuelto en los próximos días y, al parecer, la decisión final será adoptada por el presidente François Hollande en persona.

Fuente: lanacon.com

ENGLISH LAVENDER AND RED POPPIES





IN MEMORIAM

FERNANDO A. HERRERO MACKAYE

13 - 10 - 1976   -   2 - 12 - 2011



Las lavandas en pleno apogeo.

La estética visión de un joven fotógrafo argentino, Fernando A. Herrero Mackaye, de estos cultivos de lavanda y de amapolas coloradas, en los Hitchin Lavender Beds, en el condado de Hertfordshire, en Inglaterra, y los cuadros del impresionista francés Claude Monet, 1840-1926, del holandés Vincent van Gogh, 1853-1890, y de la estadounidense Georgia O'Keefe, 1887-1987, en un mágico contrapunto con su plástica mirada. Y agregamos algunos apuntes sobre la fuerte carga evocadora de las célebres red poppies artificiales para los británicos.


   Las laboriosas abejas colaborando a pleno con la polinización.


Todo la belleza y el misterio de la campiña inglesa sintetizados en esta foto llena de sugestión. El camino asfaltado, corre atrás del cerco de madera. Si se mira la foto bien en detalle, se ven una mesa y dos bancos, que seguramente han sido puestos ahí para que la gente pueda parar a hacer un picnic.


Un plano cercano de estas fuertes inflorescencias que con el tiempo se convertirán en la base de las ya míticas colonias de lavanda inglesas.


Como en la Provence francesa, las prolijas hileras de lavanda copian los desniveles del terreno. Y cada tanto, un árbol medio aislado.

 

         Amapolas coloradas en Argenteuil, de Claude Monet, detalle.



Les Coquelicots, por Claude Monet. Amapolas coloradas en Argenteuil.

Este cuadro puede verse en el Musée d'Orsay, en Paris.



Naturaleza muerta, vaso con margaritas y amapolas, de Vincent Van Gogh.



Red Poppy por Georgia O'Keefe, la pintora estadounidense que vivió casi hasta los cien años.




Otro de los cuadros de Monet donde se ven las amapolas coloradas



Campo de amapolas en un cañadón cerca de Giverny, de Claude Monet. Este cuadro se puede ver en el Boston Museum of Fine Arts, Massachusetts, E.E.U.U.


Campo de Amapolas, de Monet, detalle.

 


Amapola artificial lucida en la solapa por un canadiense. El Remembrance Day, Día de la Recordación, también conocido como Poppy Day, Armistice Day, Día del Armisticio (el evento que conmemora) o Veterans Day, Día de los Veteranos, es un día para conmemorar a los sacrificios de los miembros de las fuerzas armadas y de civiles en tiempos de guerra, específicamente desde la Primera Guerra Mundial. Se lleva a cabo el 11 de noviembre de cada año para conmemorar el armisticio que dió fin a la Primera Guerra Mundial. Las principales hostilidades de la Primera Guerra Mundial finalizaron oficialmente a la hora 11 del día 11 del mes 11 de 1918, con la firma del armisticio con Alemania. El día fue dedicado específicamente por el rey George V, el 7 de noviembre de 1919, a la observancia de los miembros de las fuerzas armadas que fueron asesinados durante la guerra, lo que posiblemente fue hecho sobre la propuesta de Edward George Miel de Wellesley Tudor Pole, que se establecieron dos períodos de ceremonial de la memoria basada en los acontecimientos de 1917. En Inglaterra y en sus colonias y ex colonias todo hombre luce orgulloso este símbolo después de haber contribuido en la colecta anual que se hace a beneficio de los veteranos de guerra.



 

Plano cercano de una amapola inglesa que no ha llegado todavía a su madurez. Las amapolas coloradas tienen un significado patriótico muy importante para los ingleses ya que se identifica con ellas a los muertos por la patria y a los veteranos de guerra, civiles y militares.




Campo de amapolas en Vetheuil, pintado por Monet en 1879.




La visión de Vincent van Gogh de este campo de amapolas pintado en 1890, el mismo año en que decidió quitarse la vida.




Popy field, East Sussex, England.

Amapola madura.





Campo de amapolas.


Red poppies comestibles.