PARA CONTAR SUS SECRETOS,
60 EDIFICIOS ABRIERON SUS PUERTAS

Diez mil personas visitaron el fin de semana 60 construcciones emblemáticas que no suelen abrir al público. Entre los más buscados estuvieron los edificios Barolo, Bencich y los del barrio Los Andes.

Edificio Bencich. Está en Diagonal Roque Sáenz Peña 615 y es obra del arquitecto Eduardo Le Monnier. Desde la terraza hay una gran vista de la Ciudad. /LUCIA MERLE


Por Romina Smith

La idea era armar un gran festival. Un festival de arquitectura, que permitiera entrar, mirar, espiar, chusmear y aprender los secretos de grandes o pequeños tesoros de la arquitectura porteña.
Hubo sesenta íconos que habitualmente están cerrados al público y que participaron, por primera vez, a puertas abiertas. Así, literalmente. La experiencia estuvo inspirada en otras que ya se hicieron en 20 ciudades como Londres, Nueva York, Dublín, Barcelona, Roma y Lisboa, entre otras. Y acá fue un éxito: durante todo el fin de semana una multitud, ordenada en grupos, pudo explorar, guiada por expertos, lugares reconocidos como el Palacio Barolo, y otros no tanto, como el pasaje Togneri, o un exclusivo departamento de Los Molinos Building, en Puerto Madero.
La movida fue organizada por Cohabitar Urbano, una asociación civil que fue creada para “fomentar el vínculo creativo entre la ciudad, la arquitectura y su gente”. Con apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad, todo su equipo, integrado por especialistas de distintas disciplinas y también por voluntarios, guió durante dos días lo que llamaron “48H Open House Buenos Aires”. El resultado fue un mapa con sesenta puntos de encuentro que estuvieron abiertos para curiosos. Fue gratuito y abarcó todo tipo de estilos y detalles. Y hasta tuvo a propietarios anónimos que se animaron a abrir sus casas para mostrar qué detalles las hacen únicas para el patrimonio de Bueno s Aires.
El único requisito para sumarse era respetar un registro previo y los horarios que fueron establecidos para dar un orden y comodidad. Así, por ejemplo, hubo grupos dispersos descubriendo con asombro cómo el ex Mercado del Pescado, que funcionó entre 1934 y 1983 en Barracas, se fue transformando en lo que es hoy: un moderno edificio que funciona como sede del Centro Metropolitano de Diseño. O cómo se construyó, este año, un edificio que respetó la lógica del Tetris, acomodando viviendas sobre una esquina del Abasto.
Ese fue uno de los favoritos. Pero también los clásicos volvieron a ser convocantes: la galería Güemes y su mirador, el Edificio Bencich o el Comega, el Teatro Colón y su par, el Gran Rex, y hasta la Casa Mínima en San Telmo o el Colegio Nacional Buenos Aires formaron parte de los elegidos. No fueron los únicos: entre los sesenta, también se pudieron visitar desde el pasaje General Paz, en Colegiales; el Arribeños, o el barrio Parque Los Andes, ese lugar mágico y perdido en Chacarita; una casa de Coghlan con un jardín con cinco álamos, y el Casal de Catalunya, en Monserrat, construido a fines del siglo XIX y con dos fachadas que contrastan el estilo neogótico en versión “barcelonesa” con el modernismo “catalán”, variante estética del Art Nouveau. También se pudo, al menos por un rato, ser huésped del Hilton en Puerto Madero.
La idea era armar un gran festival. Un festival abierto, público, curioso, y amistoso. Con la idea de unir creatividad, arquitectura y la curiosidad de la gente. Y así fue. Porque la idea era esa: entrar, mirar, disfrutar y, de paso, chusmear cómo viven o trabajan los otros que habitan la Ciudad.


Recibían a las visitas como si fuera un día más

Anfitriones. Los vecinos abrieron las puertas de sus casas para el público. /LUCIA MERLE



“Acá vivía Black Amaya, que tocaba con Spinetta y Pappo. Muchos artistas viven acá. Es un lugar mágico, donde se filmaron películas y se grabaron publicidades, aunque también es mucho más que eso: es nuestra vida, es un paraíso. Y lo cuidamos entre todos”. El relato de Mabel Clavijo se repetía ayer una y otra vez con cada grupo de visitantes y cada tanto disparaba datos inéditos como el de Spinetta. Anfitriona de las dos jornadas, Mabel supo convencer a sus vecinos para que abrieran sus casas del barrio Parque Los Andes, y también supo guiar con gracia y alegría el recorrido que tuvo a más de 500 curiosos entre los dos días. Miembro de la Comisión de Cultura del complejo, ella y Chiche, que habita en el lugar desde hace 43 años, armaron distintos relatos para contar cómo un conjunto de departamentos que fue inaugurado en 1928 aún hoy se mantiene cuidadísimo y custodiado por decenas de árboles añosos, patios soleados y 153 departamentos en 17 cuerpos de tres pisos. O que el barrio no solo es buscado por artistas, también es estudiado por arquitectos que llegan para ver qué pasa ahí dentro. Frente al parque que le da nombre, en el corazón de Chacarita, el complejo nació municipal pero desde 1972 es administrado por sus vecinos. Muchos de ellos participaron de la movida de ayer sin alterar su vida habitual: hubo casas abiertas con camas a medio hacer, platos sin lavar, y muy buena voluntad para dejar entrar a extraños hasta los baños y cuartos más privados. “Desde que tengo memoria que sentía curiosidad por ver cómo era y es hermoso”, celebró, justa, Lucía Quaretti, una de las jóvenes que pasearon bajo el fucsia de las Santa Rita. Según los organizadores, el Los Andes fue uno de los lugares más pedidos del festival.

Fuente: clarin.com

EXPOSICIÓN EN EL CENTRO CULTURAL BORGES



Entre  el 28 de noviembre y el 15 de diciembre en el Centro Cultural Borges se  podrá visitar la muestra “Buscando Miradas”, organizada por el  Instituto Nacional del Cáncer.
Las obras exhibidas fueron realizadas por  mujeres con cáncer de mama o personas relacionadas de alguna manera con  la enfermedad.

 










Fuente: Clarín HD
Entre el 28 de noviembre y el 15 de diciembre en el Centro Cultural Borges se podrá visitar la muestra “Buscando Miradas”, organizada por el Instituto Nacional del Cáncer. Las obras exhibidas fueron realizadas por mujeres con cáncer de mama o personas relacionadas de alguna manera con la enfermedad. - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/2#sthash.D4ZyW41r.dpuf

PINTÓ LA CIUDAD DESDE UN BALCÓN DE BARRACAS

Llegó al barrio luego de pasar por Martínez y Olivos. Desarrolló su arte frente al Parque Lezama, desde donde ve “el sol y la luna”.

Obra. Pasó por el Di Tella y el MACBA, y agradece que en su época hubiera cuatro galerías de arte. / NÉSTOR SIEIRA
 

Por Einat Rozenwasser
Hay que sincerarse, porque una buena charla de café no merece tal categoría si el resultado no es lo que está sucediendo ahora: la mitad de lo que se dice no se puede reproducir. Josefina Robirosa tiene fama de “bocona” y le hace honores. “Digo todo porque tengo otro registro de la realidad”, ensaya, pero tampoco es que quiera –ni deba– explicar demasiado. Se entiende: las ganas, la risa, lo que es. “Me di cuenta de que uno se divierte con uno, no con los demás. Lo importante de envejecer es que te ponés más sabio y te divertís más”, enseña a sus 81. Y sabe que va a tener que explayarse.
“Tomo el 10 en Uriburu y Las Heras. Un día estaba apurada y encontré un colectivo vacío en el semáforo de Junín. En vez de hacerle la misma seña que hacen todos de ‘por favor déjeme subir’, lo miré a los ojos y le pregunté con señas si podía subir (y gesticula un signo de pregunta y escaleras). El chofer me mira y dice que me apure antes de que cambie la luz. Mi vida es así. Desconcertar para divertirse. Y casi todos agarran”, se ríe.
Creció en Martínez, se casó a los 17 y a los 19 tenía dos hijos. “Los ponía a dormir y me iba caminando al Paseo del Aguila. Bajaba la barranca, cruzaba la vía y era una gloria. Veías el infinito, el río, tosca y arena”, recuerda. A Barracas llegó “por” su segundo marido, el escultor Jorge Michel. “Nos echaban de todos lados por el ruido. De Martínez a Olivos y fuimos pasando. Estoy acá porque veo el sol y la luna”, y señala el ventanal que casi balconea sobre Parque Lezama.
Dos veces por semana tomaba clases con Héctor Basaldúa. “El ponía un modelo y yo iba corriendo mi caballete despacito. Me acercaba al lado de la ventana y pintaba, por ejemplo, la demolición de un edificio que veía desde ahí”, cuenta. Se había hecho amiga de un vendedor de Ricordi que la esperaba con todas las novedades de jazz.
“Tuve la suerte que no tienen los que pintan ahora, porque cuando empecé había cuatro galerías de arte en Buenos Aires. Y Manucho Mujica, casado con una prima de mi madre, trajo a Bonino para que viera mi trabajo”, sigue. A los ocho meses hacía su primera exposición. “Bonino era un italiano que había puesto una casa de marcos en la calle Maipú, le fue muy bien y se transformó en la Galería Bonino. Iba mucho y me fascinaba porque cuando entraba la gente él decía: ‘Vas a ver, quieren tal cuadro pero les voy a vender éste’. Y vendía lo que quería”, explica.
A diferencia de los que arañan apellidos por una cuota de alcurnia en la aristocracia porteña, ella quiso alejarse. “Me saqué el Alvear porque me trataban de paqueta pavota que pinta”, defiende. Reniega de los formalismos, la Academia y los circuitos tradicionales.
-¿Cómo hacés para exponer?
-Me pasó una cosa rara el año pasado, cuando me llamaron los trompas del Recoleta para ofrecerme Cronopios sin ninguna condición ni nada. Me sentí tan libre que al día siguiente puse un rollo de papel de escenografía cruzando todo un salón de mi casa, agarré el palo de una escoba, le puse un pincel y empecé a dibujar pájaros. Hice 57, uno tras otro, sin pensar nada.
Del Di Tella al MACBA (“hay buenas obras y no tiene escaleras, ideal para fiacas como yo”), a los mandamientos gánicos de Federico Peralta Ramos que cuelgan en su baño y otras anécdotas que remata con un “pero no se puede contar”. De ahí a los amigos y a la necesidad de recurrir, cada tanto, al enfoque masculino. “Como enviudé dos veces, lo primero que digo es que no me los quiero levantar. Sería patético, como veo que pasa cuando voy a Josephina’s y están todos tratando de pescar. Algún día me van a tratar mal de tanto mirar”, larga.
La conversación llega al misterio de lo justo en el momento justo. El vecino artista plástico (sin el nombre, claro) que apareció cuando ella intentaba evitar una entradera o la vez que salía apurada deseando que hubiera un taxi en la puerta y vio cómo uno que venía por Bolívar dobló en Caseros, frenó, abrió la puerta (“hoy los taximetreros no te abren la puerta, cuando yo era chica todos lo hacían”) y le preguntó: “¿Cree en Dios?”. Josefina se ríe y se pregunta cómo va a llegar esta charla al papel. Así. ¿Está bien?

Fuente: clarin.com

POMPEYA EN PELIGRO:
SE CAYÓ PARTE DE UNO DE SUS EDIFICIOS

El nuevo derrumbe se produjo en el mayor complejo termal de la antigua ciudad romana.









Joya mundial. Las ruinas de la antigua ciudad es punto ineludible para turistas en Italia. VICTOR SOKOLOWICZ

El área arqueológica de Pompeya sigue en proceso de deterioro y en las últimas horas se registraron más derrumbes en la ciudad de la antigua Roma, esta vez en la Casa del Torello de Bronce, uno de los principales edificios de Pompeya, característico por su particular sistema de distribución de agua.
Un trozo de estuco de un metro por 50 centímetros se cayó de una bañera de peristilo y en las termas centrales, el mayor complejo termal de Pompeya, se abrió una brecha de casi dos metros en uno de los muros, informan los medios italianos.
Estos nuevos destrozos fueron detectados por un guardia que hacía la ronda de vigilancia habitual y, tras el aviso, los sindicatos italianos dieron de nuevo la voz de alarma. “Estamos ya cansados de repetir que, si hubiera habido un mantenimiento, estos destrozos se podrían haber evitado”, denuncian los representantes de los sindicatos de las excavaciones de Pompeya, Antonio Pepe y María Rosa.
En 2012, el Gobierno de Mario Monti aprobó el llamado “Gran Proyecto de Pompeya”, un programa de restauración que cuenta con un presupuesto de 142 millones de dólares, de los que 56,6 millones de dólares procederán del fondo europeo de desarrollo regional de la Unión Europea.
Sin embargo, indican los representantes sindicales, la rehabilitación es “ineficaz” y siguen esperando que el Ministro de Bienes Culturales, Massimo Ray, designe a técnicos que sean capaces de frenar la degradación que sufre Pompeya.
A pesar de ser unos de los atractivos turísticos más importantes de Italia, la antigua ciudad romana, sepultada por las cenizas del volcán Vesubio en el año 79 d.C, sigue degradándose hasta el punto de que la Unesco amenazó el pasado julio con retirarle a Pompeya su condición de patrimonio de la humanidad si el Gobierno italiano no pone en marcha un proyecto de reestructuración y conservación.
Estos últimos infortunios llegan en un momento en el que pronto las salas de cine de todo el mundo estrenaran “Pompei”, un filme producido por el Museo Británico de Londres.

Fuente: clarin.com

"A NADA QUISE MÁS QUE A MIS CUADROS"

Cornelius Gurlitt tenía en su casa 1.406 pinturas supuestamente robadas por los nazis. Vivió siempre con las obras, que su padre compró en el nazismo. “Cuando muera, hagan lo que quieran”, dice.
“Mis cuadros”, dice el viejo. De la misma forma en la que Gollum, en El señor de los anillos, llamaba “mi tesoro”, al anillo único que contenía el poder de Sauron. Pero el viejo no es un personaje salido de la imaginación de J.R.R. Tolkien. Cornelius Gurlitt vivía tranquilo –como Gollum antes de toparse con Bilbo– en su casa de Múnich hasta que en febrero de 2012 irrumpieron “los extraños”, como él llama a los agentes de aduanas y a los funcionarios de la fiscalía que en cuatros días, embalaron y se llevaron “sus cuadros” y su vida. Se llevaron el cuadro de Liebermann Jinetes en la playa, que estaba colgado en una de las paredes desde hacía décadas, el Chagall, y los otros 1404 cuadros que había heredado de su padre y guardaba en su casa, entre los que había varios de Tolouse–Lautrec, Pablo Picasso y Henri Matisse. Una psicóloga social siguió visitando al viejo. Para Cornelius era una enviada de los “extraños”, “cruel” y “terrible”.
Pero hace poco más de dos semanas perdió lo único que le quedaba a sus 80 años: la tranquilidad del anonimato. La revista Focus destapó el caso y los periodistas de todas partes del mundo se agolparon en su casa. “No soy Boris Becker. ¿Qué quiere esa gente de mí?
Sólo he querido vivir con mis cuadros. ¿Por qué me fotografían para esos periódicos en los que sólo sacan a gente mundana?”, rompió el silencio el viejo Gurlitt en declaraciones al semanario Der Spiegel reproducidas por El País, de España.
Las autoridades alemanas creen que buena parte de ese botín fue robado por los nazis –a familias judías, en su mayoría– durante la Segunda Guerra Mundial. El padre de Cornelius, Hildebrand Gurlitt era un historiador del arte, director de museo, marchante, y supo hacer negocios con el régimen de Hitler: compró “arte degenerado” (censurado por los nazis) y obras en el extranjero. Cornelius lo ignora, para él son sus cuadros, con los que hablaba y a los que había adoptado como compañía.
Para él, lo que pasó en febrero de 2012 y explotó hace dos semanas es “un horrible accidente”, del que se siente responsable, porque tendría que haber protegido los cuadros, como su padre, que los mantuvo a salvo de los nazis y la guerra. Múnich –la ciudad que su madre eligió para vivir tras el fallecimiento de Hilderbrand– también tiene la culpa: en esta ciudad nació el Tercer Reich. “Si hubiera vivido en otra parte, todo esto no habría ocurrido”, dijo.
Antes, en plena Guerra, Cornelius y su padre dejaron Dresde con los cuadros a cuestas, cuando los rusos acechaban la ciudad. Los llevaron primero a la casa de un campesino en los alrededores, y después, a un castillo en el sur de Alemania. “Desgraciadamente, en estos papeles con colores la gente solo ve billetes”, solía aleccionar el padre al hijo. “Yo no soy tan valiente como mi padre. Él vivía para el arte y luchó por él. La fiscalía debe limpiar su reputación”, insiste.
Con los cuadros podría haber esperado a la muerte. “No hay nada en mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”, dice. Y cuando le preguntan si alguna vez se enamoró de alguien, se ríe: “No, qué va”. Tiene esperanzas de recuperar sus cuadros. “Cuando yo muera, pueden hacer con ellos lo que quieran”

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA MUESTRA DE RON MUECK ES FUROR

En dos días la vieron unas 4.500 personas.
MUCHEDUMBRE. Hubo hasta una hora y media de cola. / FEDERICO LOPEZ CLARO
MUCHEDUMBRE. Hubo hasta una hora y media de cola. / FEDERICO LOPEZ CLARO




No sólo de camisetas azul y oro se vistió ayer La Boca. Cuando el barrio era un desfiladero de xeneizes, bien cerca del río, en la Fundación Proa, la cola para ver la muestra escultórica del artista australiano Ron Mueck duraba alrededor de una hora y media: es que el sábado visitaron la exposición unas 2.400 personas y, ayer, casi una hora antes del cierre de puertas, habían pasado unas 2.000.
Fue el plan de muchos porteños pero también de varios turistas extranjeros que recorrían Caminito; por eso, cuarenta y cinco minutos antes del cierre, quedaban 200 personas en la cola. Y ayer, aunque el lunes es el día habitual de cierre de Proa, pudo visitarse de 11 a 19 con una entrada general de 15 pesos.
Las claves de las nueve esculturas de Mueck, que podrán verse hasta el 23 de febrero y entre las que hay un rostro y una pareja debajo de una sombrilla, son su gran escala pero también su realismo, con un nivel de detalle extremo. Tal vez, que esa minuciosidad venga de la mano artesana y no de las pantallas de alta definición a las que ya se acostumbró el ojo, sea lo que ha conmovido a varios miles.

Máscara II, de Ron Mueck  Foto: Gentileza Proa









Fuente: clarin.com

LA ESTATUA DE COLÓN SEGUIRÁ EN BUENOS AIRES

La Justicia rechazó una apelación del Poder Ejecutivo Nacional

La estatua de Colón sigue tirada en el suelo por disposición del Gobierno.
El Monumento a Cristóbal Colón, que está detrás de la Casa Rosada, seguirá allí hasta que se dicte la sentencia sobre el fondo de la causa. Sin embargo, sí se podrán realizar las tareas de restauración, previa intervención de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y de Lugares Históricos.
Así lo determinó ayer en un fallo la Cámara V en lo Contencioso Administrativo Federal al rechazar una apelación del Poder Ejecutivo Nacional que pedía la nulidad de la cautelar que impide el traslado de la estatua y la apelación de dos ONG que denunciaron que se violaba esa cautelar con el desmantelamiento de la misma.
La decisión fue tomada, por unanimidad por los jueces, luego de una audiencia y una inspección ocular al monumento.
Los diversos actores fueron acompañados por especialistas profesionales en restauración del mármol, material con el que el escultor Arnaldo Zocchi confeccionó la estatua, donada en 1910 por la colectividad italiana residente en nuestro país, al celebrarse el centenario de la Revolución de Mayo.
Entre esos expertos se encontraba el prestigioso restaurador Domingo Tellechea, convocado por la Universidad Nacional de La Plata para dirigir los trabajos sobre el monumento que realiza un grupo de escultores y un equipo de la Facultad de Bellas Artes de esa casa de estudios.
Fuente: lanacion.com