PINTÓ LA CIUDAD DESDE UN BALCÓN DE BARRACAS

Llegó al barrio luego de pasar por Martínez y Olivos. Desarrolló su arte frente al Parque Lezama, desde donde ve “el sol y la luna”.

Obra. Pasó por el Di Tella y el MACBA, y agradece que en su época hubiera cuatro galerías de arte. / NÉSTOR SIEIRA
 

Por Einat Rozenwasser
Hay que sincerarse, porque una buena charla de café no merece tal categoría si el resultado no es lo que está sucediendo ahora: la mitad de lo que se dice no se puede reproducir. Josefina Robirosa tiene fama de “bocona” y le hace honores. “Digo todo porque tengo otro registro de la realidad”, ensaya, pero tampoco es que quiera –ni deba– explicar demasiado. Se entiende: las ganas, la risa, lo que es. “Me di cuenta de que uno se divierte con uno, no con los demás. Lo importante de envejecer es que te ponés más sabio y te divertís más”, enseña a sus 81. Y sabe que va a tener que explayarse.
“Tomo el 10 en Uriburu y Las Heras. Un día estaba apurada y encontré un colectivo vacío en el semáforo de Junín. En vez de hacerle la misma seña que hacen todos de ‘por favor déjeme subir’, lo miré a los ojos y le pregunté con señas si podía subir (y gesticula un signo de pregunta y escaleras). El chofer me mira y dice que me apure antes de que cambie la luz. Mi vida es así. Desconcertar para divertirse. Y casi todos agarran”, se ríe.
Creció en Martínez, se casó a los 17 y a los 19 tenía dos hijos. “Los ponía a dormir y me iba caminando al Paseo del Aguila. Bajaba la barranca, cruzaba la vía y era una gloria. Veías el infinito, el río, tosca y arena”, recuerda. A Barracas llegó “por” su segundo marido, el escultor Jorge Michel. “Nos echaban de todos lados por el ruido. De Martínez a Olivos y fuimos pasando. Estoy acá porque veo el sol y la luna”, y señala el ventanal que casi balconea sobre Parque Lezama.
Dos veces por semana tomaba clases con Héctor Basaldúa. “El ponía un modelo y yo iba corriendo mi caballete despacito. Me acercaba al lado de la ventana y pintaba, por ejemplo, la demolición de un edificio que veía desde ahí”, cuenta. Se había hecho amiga de un vendedor de Ricordi que la esperaba con todas las novedades de jazz.
“Tuve la suerte que no tienen los que pintan ahora, porque cuando empecé había cuatro galerías de arte en Buenos Aires. Y Manucho Mujica, casado con una prima de mi madre, trajo a Bonino para que viera mi trabajo”, sigue. A los ocho meses hacía su primera exposición. “Bonino era un italiano que había puesto una casa de marcos en la calle Maipú, le fue muy bien y se transformó en la Galería Bonino. Iba mucho y me fascinaba porque cuando entraba la gente él decía: ‘Vas a ver, quieren tal cuadro pero les voy a vender éste’. Y vendía lo que quería”, explica.
A diferencia de los que arañan apellidos por una cuota de alcurnia en la aristocracia porteña, ella quiso alejarse. “Me saqué el Alvear porque me trataban de paqueta pavota que pinta”, defiende. Reniega de los formalismos, la Academia y los circuitos tradicionales.
-¿Cómo hacés para exponer?
-Me pasó una cosa rara el año pasado, cuando me llamaron los trompas del Recoleta para ofrecerme Cronopios sin ninguna condición ni nada. Me sentí tan libre que al día siguiente puse un rollo de papel de escenografía cruzando todo un salón de mi casa, agarré el palo de una escoba, le puse un pincel y empecé a dibujar pájaros. Hice 57, uno tras otro, sin pensar nada.
Del Di Tella al MACBA (“hay buenas obras y no tiene escaleras, ideal para fiacas como yo”), a los mandamientos gánicos de Federico Peralta Ramos que cuelgan en su baño y otras anécdotas que remata con un “pero no se puede contar”. De ahí a los amigos y a la necesidad de recurrir, cada tanto, al enfoque masculino. “Como enviudé dos veces, lo primero que digo es que no me los quiero levantar. Sería patético, como veo que pasa cuando voy a Josephina’s y están todos tratando de pescar. Algún día me van a tratar mal de tanto mirar”, larga.
La conversación llega al misterio de lo justo en el momento justo. El vecino artista plástico (sin el nombre, claro) que apareció cuando ella intentaba evitar una entradera o la vez que salía apurada deseando que hubiera un taxi en la puerta y vio cómo uno que venía por Bolívar dobló en Caseros, frenó, abrió la puerta (“hoy los taximetreros no te abren la puerta, cuando yo era chica todos lo hacían”) y le preguntó: “¿Cree en Dios?”. Josefina se ríe y se pregunta cómo va a llegar esta charla al papel. Así. ¿Está bien?

Fuente: clarin.com

POMPEYA EN PELIGRO:
SE CAYÓ PARTE DE UNO DE SUS EDIFICIOS

El nuevo derrumbe se produjo en el mayor complejo termal de la antigua ciudad romana.









Joya mundial. Las ruinas de la antigua ciudad es punto ineludible para turistas en Italia. VICTOR SOKOLOWICZ

El área arqueológica de Pompeya sigue en proceso de deterioro y en las últimas horas se registraron más derrumbes en la ciudad de la antigua Roma, esta vez en la Casa del Torello de Bronce, uno de los principales edificios de Pompeya, característico por su particular sistema de distribución de agua.
Un trozo de estuco de un metro por 50 centímetros se cayó de una bañera de peristilo y en las termas centrales, el mayor complejo termal de Pompeya, se abrió una brecha de casi dos metros en uno de los muros, informan los medios italianos.
Estos nuevos destrozos fueron detectados por un guardia que hacía la ronda de vigilancia habitual y, tras el aviso, los sindicatos italianos dieron de nuevo la voz de alarma. “Estamos ya cansados de repetir que, si hubiera habido un mantenimiento, estos destrozos se podrían haber evitado”, denuncian los representantes de los sindicatos de las excavaciones de Pompeya, Antonio Pepe y María Rosa.
En 2012, el Gobierno de Mario Monti aprobó el llamado “Gran Proyecto de Pompeya”, un programa de restauración que cuenta con un presupuesto de 142 millones de dólares, de los que 56,6 millones de dólares procederán del fondo europeo de desarrollo regional de la Unión Europea.
Sin embargo, indican los representantes sindicales, la rehabilitación es “ineficaz” y siguen esperando que el Ministro de Bienes Culturales, Massimo Ray, designe a técnicos que sean capaces de frenar la degradación que sufre Pompeya.
A pesar de ser unos de los atractivos turísticos más importantes de Italia, la antigua ciudad romana, sepultada por las cenizas del volcán Vesubio en el año 79 d.C, sigue degradándose hasta el punto de que la Unesco amenazó el pasado julio con retirarle a Pompeya su condición de patrimonio de la humanidad si el Gobierno italiano no pone en marcha un proyecto de reestructuración y conservación.
Estos últimos infortunios llegan en un momento en el que pronto las salas de cine de todo el mundo estrenaran “Pompei”, un filme producido por el Museo Británico de Londres.

Fuente: clarin.com

"A NADA QUISE MÁS QUE A MIS CUADROS"

Cornelius Gurlitt tenía en su casa 1.406 pinturas supuestamente robadas por los nazis. Vivió siempre con las obras, que su padre compró en el nazismo. “Cuando muera, hagan lo que quieran”, dice.
“Mis cuadros”, dice el viejo. De la misma forma en la que Gollum, en El señor de los anillos, llamaba “mi tesoro”, al anillo único que contenía el poder de Sauron. Pero el viejo no es un personaje salido de la imaginación de J.R.R. Tolkien. Cornelius Gurlitt vivía tranquilo –como Gollum antes de toparse con Bilbo– en su casa de Múnich hasta que en febrero de 2012 irrumpieron “los extraños”, como él llama a los agentes de aduanas y a los funcionarios de la fiscalía que en cuatros días, embalaron y se llevaron “sus cuadros” y su vida. Se llevaron el cuadro de Liebermann Jinetes en la playa, que estaba colgado en una de las paredes desde hacía décadas, el Chagall, y los otros 1404 cuadros que había heredado de su padre y guardaba en su casa, entre los que había varios de Tolouse–Lautrec, Pablo Picasso y Henri Matisse. Una psicóloga social siguió visitando al viejo. Para Cornelius era una enviada de los “extraños”, “cruel” y “terrible”.
Pero hace poco más de dos semanas perdió lo único que le quedaba a sus 80 años: la tranquilidad del anonimato. La revista Focus destapó el caso y los periodistas de todas partes del mundo se agolparon en su casa. “No soy Boris Becker. ¿Qué quiere esa gente de mí?
Sólo he querido vivir con mis cuadros. ¿Por qué me fotografían para esos periódicos en los que sólo sacan a gente mundana?”, rompió el silencio el viejo Gurlitt en declaraciones al semanario Der Spiegel reproducidas por El País, de España.
Las autoridades alemanas creen que buena parte de ese botín fue robado por los nazis –a familias judías, en su mayoría– durante la Segunda Guerra Mundial. El padre de Cornelius, Hildebrand Gurlitt era un historiador del arte, director de museo, marchante, y supo hacer negocios con el régimen de Hitler: compró “arte degenerado” (censurado por los nazis) y obras en el extranjero. Cornelius lo ignora, para él son sus cuadros, con los que hablaba y a los que había adoptado como compañía.
Para él, lo que pasó en febrero de 2012 y explotó hace dos semanas es “un horrible accidente”, del que se siente responsable, porque tendría que haber protegido los cuadros, como su padre, que los mantuvo a salvo de los nazis y la guerra. Múnich –la ciudad que su madre eligió para vivir tras el fallecimiento de Hilderbrand– también tiene la culpa: en esta ciudad nació el Tercer Reich. “Si hubiera vivido en otra parte, todo esto no habría ocurrido”, dijo.
Antes, en plena Guerra, Cornelius y su padre dejaron Dresde con los cuadros a cuestas, cuando los rusos acechaban la ciudad. Los llevaron primero a la casa de un campesino en los alrededores, y después, a un castillo en el sur de Alemania. “Desgraciadamente, en estos papeles con colores la gente solo ve billetes”, solía aleccionar el padre al hijo. “Yo no soy tan valiente como mi padre. Él vivía para el arte y luchó por él. La fiscalía debe limpiar su reputación”, insiste.
Con los cuadros podría haber esperado a la muerte. “No hay nada en mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”, dice. Y cuando le preguntan si alguna vez se enamoró de alguien, se ríe: “No, qué va”. Tiene esperanzas de recuperar sus cuadros. “Cuando yo muera, pueden hacer con ellos lo que quieran”

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA MUESTRA DE RON MUECK ES FUROR

En dos días la vieron unas 4.500 personas.
MUCHEDUMBRE. Hubo hasta una hora y media de cola. / FEDERICO LOPEZ CLARO
MUCHEDUMBRE. Hubo hasta una hora y media de cola. / FEDERICO LOPEZ CLARO




No sólo de camisetas azul y oro se vistió ayer La Boca. Cuando el barrio era un desfiladero de xeneizes, bien cerca del río, en la Fundación Proa, la cola para ver la muestra escultórica del artista australiano Ron Mueck duraba alrededor de una hora y media: es que el sábado visitaron la exposición unas 2.400 personas y, ayer, casi una hora antes del cierre de puertas, habían pasado unas 2.000.
Fue el plan de muchos porteños pero también de varios turistas extranjeros que recorrían Caminito; por eso, cuarenta y cinco minutos antes del cierre, quedaban 200 personas en la cola. Y ayer, aunque el lunes es el día habitual de cierre de Proa, pudo visitarse de 11 a 19 con una entrada general de 15 pesos.
Las claves de las nueve esculturas de Mueck, que podrán verse hasta el 23 de febrero y entre las que hay un rostro y una pareja debajo de una sombrilla, son su gran escala pero también su realismo, con un nivel de detalle extremo. Tal vez, que esa minuciosidad venga de la mano artesana y no de las pantallas de alta definición a las que ya se acostumbró el ojo, sea lo que ha conmovido a varios miles.

Máscara II, de Ron Mueck  Foto: Gentileza Proa









Fuente: clarin.com

LA ESTATUA DE COLÓN SEGUIRÁ EN BUENOS AIRES

La Justicia rechazó una apelación del Poder Ejecutivo Nacional

La estatua de Colón sigue tirada en el suelo por disposición del Gobierno.
El Monumento a Cristóbal Colón, que está detrás de la Casa Rosada, seguirá allí hasta que se dicte la sentencia sobre el fondo de la causa. Sin embargo, sí se podrán realizar las tareas de restauración, previa intervención de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y de Lugares Históricos.
Así lo determinó ayer en un fallo la Cámara V en lo Contencioso Administrativo Federal al rechazar una apelación del Poder Ejecutivo Nacional que pedía la nulidad de la cautelar que impide el traslado de la estatua y la apelación de dos ONG que denunciaron que se violaba esa cautelar con el desmantelamiento de la misma.
La decisión fue tomada, por unanimidad por los jueces, luego de una audiencia y una inspección ocular al monumento.
Los diversos actores fueron acompañados por especialistas profesionales en restauración del mármol, material con el que el escultor Arnaldo Zocchi confeccionó la estatua, donada en 1910 por la colectividad italiana residente en nuestro país, al celebrarse el centenario de la Revolución de Mayo.
Entre esos expertos se encontraba el prestigioso restaurador Domingo Tellechea, convocado por la Universidad Nacional de La Plata para dirigir los trabajos sobre el monumento que realiza un grupo de escultores y un equipo de la Facultad de Bellas Artes de esa casa de estudios.
Fuente: lanacion.com

ADOLFO BIOY CASARES:
"ESCRIBIR, DA SENTIDO A LA VIDA"

Del archivo / Entrevista publicada en ADN cultura el 28 de febrero de 2009 


Esta entrevista, realizada en 1987, se publicó en 2009; el escritor habla de sus comienzos en las letras, los juicios a los militares, la vejez y la muerte, tras la cual sólo preveía un vacío, más allá de la trascendencia de su obraShare

Fue mi primera entrevista con Adolfo Bioy Casares y me sorprendió que el entrevistado tuviera más miedo que el entrevistador. Aquella mañana de abril de 1987, el flaco y alto caballero de 72 años, ya un poco encorvado, me hizo sentir cómodo e inteligente en su enorme escritorio del quinto piso de Posadas y Schiaffino. Sin la falsa modestia de Borges, habló de sus luchas con las palabras y las tramas, y del placer de la escritura.
-De joven fue buen jugador de fútbol, rugby y tenis. ¿Cómo se convirtió en escritor?
-Sí, casi es inexplicable para mí también, porque mi actividad y hasta mis ensoñaciones eran deportivas. Pero cuando algo me golpeaba mucho, mi reacción era planear un libro. Estaba enamorado de una chica y no me llevaba el apunte, y entonces, sufriendo, pensaba escribir un libro.
-¿A qué edad?
-A los doce años.
-¿Cuántos años tiene?
-Setenta y dos... Qué asco.
-Se lo ve muy bien.
-Eso dicen los que están afuera. Yo, que estoy adentro. Cuando me dicen que no me quitan lo bailado, yo digo, "pero sobre todo no me lo devuelven", que es lo único que me interesa. Haberlo bailado... [sonríe]
-¿No se siente recompensado por tener una obra reconocida?
-Mire, uno se deja convencer un poco, pero en el fondo sabe cómo la hizo.
-¿Cómo la hizo?
-Escribir me cuesta trabajo. Si bien cuando concluyo un libro creo que ya sé escribir y escribiré el próximo rápidamente, cuando lo empiezo tengo las mismas dificultades de siempre y debo descubrir cómo escribirlo. Muchas veces he dejado libros inconclusos porque iban por mal camino. A los 17 o 22 años era lógico, pero me sucede ahora.
-¿Corrige mucho?
-Hago muchísimas correcciones, y no me gustan mucho los reportajes porque llevan a la publicación de borradores, y mis borradores son malos, lo sé. Alguien dijo alguna vez: "Denme un borrador y podré escribir un buen libro". Creo en eso.
-A algunos escritores no les gusta hablar de sus dificultades.
-No es fácil escribir, no es fácil. He escrito tantos relatos que, aunque tengo las dificultades de siempre, por lo menos no tengo la sensación de estar viéndome desde afuera cuando escribo. Últimamente tuve que escribir un prólogo para una antología de relatos fantásticos rioplatenses y me costó muchísimo. Con los relatos estoy más en mi terreno y escribo con más naturalidad. Empecé a escribirlos, como le dije, a los doce años, y estoy escribiendo relatos.
-¿El estilo le preocupa?
-Muchísimo, pero creo que el argumento es parte de la técnica porque, ¿en qué consiste la técnica? En cómo contar las cosas, ¿en primera o en tercera persona? La técnica es: ¿frases largas o frases cortas? Pensé muchísimo en la técnica del cuento y la novela y creo que ante cada cuento hay que pensar qué técnica le conviene a uno para ese cuento. Casi hay que inventarla. Hay buenas recetas y casi todas vienen de Horacio: las unidades son verdad. No sé por qué, pero conviene que un argumento tenga un tema central, conviene que tenga un héroe, conviene que la historia sea contada por una persona. Ya sé que están La piedra lunar y otros buenos libros contados por muchas voces, pero parecería que es más fácil acertar contando las cosas con una sola voz. Si en una historia está el campo, las cosas deben mirar al campo; si hay una creación musical, deben mirar hacia la realidad musical. Y tiene que haber sorpresas, pero no muy grandes como para ser increíbles. Tienen que estar preparadas, pero no como para que el lector diga: "Sabía que venía esto". Es una cuestión de tino. La verdad se aprende. Los candidatos a aprendices pedimos que se nos acorte el camino, y en nada se puede acortarlo. Hay que tener malas experiencias y aprender de ellas.
-Usted no tiene el drama de los escritores pobres de ideas.
-Por suerte, eso no me falla. Parece una pedantería, pero la compenso diciendo que me cuesta escribir y que tardo muchísimo en escribir un libro más o menos simple. Pero invento con rapidez. Ahora, no siempre me precipito a escribir lo que he inventado. A veces sí, cuando tengo una especie de compulsión y siento una suerte de placer que me dan los personajes, la situación, todo. Pero hay veces en que un argumento me acompaña quince años o más. Y veo con alegría y perplejidad que son los que salen mejor.
-¿Escribió el cuento En memoria de Paulina al poco tiempo de surgir la idea o la dejó madurar?
-No, fue más bien una inspiración concentrada. Nunca he hecho mucha vida social-literaria, pero en aquel momento fui un poco a reuniones literarias y encontré personajes que me sugirieron el personaje que le roba la amante al protagonista del cuento.
-¿Tuvo alguna intención catártica ante alguna situación personal? Perdón si es un poco íntima la pregunta.
-Nooo, ¿por qué? A mí me asombran los escritores que no quieren hablar de algunas cosas. Escribir consiste en hablar de todo. Pienso que todo lo que he escrito está escrito para ser publicado, y lo que no está escrito para ser publicado es demasiado malo [ríe]. Probablemente sí, probablemente sería de algún amor desdichado.
-Parecería que tuvo una vida amorosa desdichada, pero creo que no es así.
-No, no, pero la más interesante como tema para la literatura es la desdichada. Y mis primeras armas en el amor fueron desdichadísimas. Un novelista, un cuentista, es un antropófago que, además, se come a sí mismo. Uno aprovecha todo.
-Y goza al escribir.
-Ah, lo disfruto, y si cuento cosas atroces, estoy contentísimo. si me salen bien.
-Y al mismo tiempo le cuesta escribir.
-Sí, al principio tengo la perplejidad de no poder contar la historia. Nunca sufro el pánico a la hoja en blanco. Un pánico menos. Siempre tengo cosas que poner en la hoja. Lo que a veces no encuentro es la manera de ponerlas gratamente, porque pienso en el lector y tengo en cuenta que la primera frase no desemboca de modo fluido en la segunda, y además no estoy diciendo exactamente lo que quiero. Conozco todas esas torpezas.
-Me decía antes de empezar que está triste o enojado con la Argentina.
-He vivido en una Argentina que miraba con compasión a la Europa aquejada de pobreza incurable, y ahora veo esa Europa llena de juventud y prosperidad, y nosotros estamos vetustos y desanimados. La Argentina nos ofrece la tentación de creer que estamos en un destino del que no podemos salir.
-¿Cree en el destino?
-No, para nada. Tenemos una cantidad de prejuicios que no nos permiten reaccionar.
-¿Cuáles?
-La Argentina fue grande mientras creyó que era un país abierto. Creía que su tradición era la de Europa. Éramos los europeos del Sur. Y de pronto hemos querido ser folklóricos con un mínimo folklore argentino y hacer una civilización de ese mínimo folklore. Me parecía un país incontenible la Argentina. Recuerdo venir de Europa y ver Buenos Aires magnífica, limpia y generosa. Esos trabajadores habían hecho un país rico en el que la movilidad social era real. Las personas que venían pobres pasaban de una clase social a otra. Bueno, todo eso se podía hacer, y nada de eso puede hacerse.
-¿Cuál es el verdadero país? ¿Aquél o éste?
-Pero por qué va a ser éste el verdadero cuando Italia y España padecían en un destino de pobreza y guerras. Vivimos una novela de Eça de Queiroz. Somos bastante inteligentes, nos reímos de las cosas y estamos en la decadencia [ríe].
-¿Qué opina de los juicios a los militares?
-Qué lastima que me pida hablar de eso porque es un jardín de odios. Ahí se riega un odio y otro odio. Creo que los militares fueron muy crueles con sus prisioneros. De algún modo, revivieron la Mazorca de Rosas. Ahora, creo que los terroristas son los padres de los militares que han hecho todas esas cosas. Porque sin terrorismo no se hubiera sentido la necesidad, o la aparente necesidad, de estos represores.
-La Justicia sostiene que al tener los militares el poder estatal, tendrían que haber actuado con la ley.
-Desde luego, creo que la Justicia tiene toda la razón, pero no sé cómo vamos a terminar con esto. Ni las víctimas tienen ganas de perdonar, ni los castigados por la Justicia ni sus sucesores van a tener ganas de perdonar. Viviremos en un mundo de odios como en Sicilia: dos bandos de mafia.
-¿Le parece que la mayoría de la gente tiene grandes resentimientos?
-Ojalá que no, porque es como si el odio hubiera encontrado muy justificados estímulos en este país a lo largo del tiempo, pero los estímulos pasan y el odio queda. En un tema en el que hay gente que tiene muertos no quiero decir una cosa que parezca frívola, que no parezca pensada. No me importa que me condenen por lo que pienso. Pero lo que no quisiera es ofender por una especie de frivolidad que da la espontaneidad y la necesidad de salir del momento.
-Usted es alguien importante y su opinión sobre los juicios es importante.
-Hay que tener cuidado de no ser frívolo, salvo que uno haga una frivolidad que se convierta en una especie de literatura o paraliteratura, como hizo Borges. Pero las cosas que Borges decía siempre correspondían a su pensamiento sincero, que podía estar enfatizado por la exageración, y por eso podía extralimitarse y ser injusto. Pero siempre tenía una gracia que hacía que uno debiera perdonarlo. No digo que lo hayan perdonado, pero uno debe perdonar, porque es como una contribución a la literatura, una cosa inteligente. Borges nunca dijo zonceras. Yo no puedo aspirar a eso porque no tengo esa libertad de pensar rápidamente una cosa y que salga como salía en Borges.
-Eso le trajo problemas a Borges.
-Es secundario que las cosas traigan problemas o no. En el diccionario de Borges se dice: "Pinochet era un caballero" o "Yo he tenido un gran placer de darle la mano". Cómo no van a traer consecuencias esas cosas con media humanidad aborreciendo a Pinochet. Pero de algún modo, Borges lo decía a sabiendas porque no le importaba ser injusto: que se joroben. Pero yo no tengo esa capacidad ni la aptitud de ver las cosas así. Yo. estoy más convencido de la realidad de la vida, aunque en el fondo pienso que vamos a desaparecer todos, los Pinochet y nosotros y Dante y Shakespeare, y que se acabará el mundo y será como si no hubiéramos existido de ninguna manera, pero de ninguna manera. Parecería que las reglas del juego consisten en creer que las cosas tienen trascendencia y que esta vidita ridícula que tenemos hay que tomarla en serio y no hay que decir ciertas cosas. Mi criterio en general es tratar de no apenar a personas por una frivolidad mía, porque el sentimiento existe y la pena es real mientras se tiene. Ya el mundo es bastante duro. No soy sentimental, pero creo que ese pequeño sentimentalismo hay que admitirlo para que no sea tan inhospitalario el mundo. Son como cortesías. Se prescinde del prójimo totalmente. Claro, en un país en el que hemos perdido absolutamente la fe en los gobiernos y creemos que los gobiernos son estúpidos o mentirosos, cada argentino hace lo posible por sobrevivir como puede. Una sociedad así no puede andar. Esa es una de las razones por las cuales seguramente la Argentina no marcha, porque no puede marchar una sociedad en la que cada persona trata subrepticiamente de hacer lo que le conviene. Creo que los políticos son muy desleales, lo que quieren es llegar ellos, cada uno, y los pactos y la lealtad al amigo se van al diablo, ¿no?
-Usted dice que los políticos son los únicos autorizados para mentir.
-Todo el mundo sabe que mienten, pero eso no los desacredita, y al resto de la población sí. Tratamos de tener una coherencia en la vida, y ellos no. Los gobernantes tienen algo inexplicable para mí que es el ansia de poder, algo horrible y muy estúpido que los lleva a cometer esas tonterías.
-El político honesto busca otra trascendencia, distinta de la del escritor, que vuelve a vivir cuando lo leen.
-Pero ¿a quién engañan con eso? Si me van a leer cuando yo esté muerto, voy a aprovechar poquísimo.
-No cree en esa trascendencia .
-[Exaltado] Será el fin del mundo para mí, porque el fin del mundo para cada persona ocurre con su muerte. Soy suficientemente honesto y buena persona como para desear que este mundo sea lo mejor, pero no tan orgulloso como para creer que mi obra va a mejorar al mundo. Mi obra me puede traer satisfacción cuando estoy vivo, cuando la hago, es tan agradable.
-En cierta medida no habrá muerto del todo cada vez que alguien lo lea.
-Esa cierta medida es mínima. Bioy Casares va a haber muerto [ríe]. Salvo para los lectores, sí, sí [concediendo], pero es una fantasmagoría decir que yo también he sido amigo de Wells, de Stendhal, de Lucio Mansilla. Bueno [ríe], soy bastante amigo de ellos, pero ellos no saben de mi amistad. No, ésas son ilusiones. O casi una ambición de poder.
-¿Por qué escribe?
-Uno empieza a escribir porque le gusta, nada más. Y después tiene la revelación de que escribir da... sentido a la vida. Además [conmovido], da mucha fuerza. Pienso que hasta las cosas desagradables que me pasan, si son interesantes, se transforman en algo grato porque me permiten escribir y contarlas.
-¿Escribir es vivir otras vidas?
-Es como tener otra vida, puede ser. Otra vida hecha con la misma vida. Agregamos cuartos a nuestra casa. A veces, a las casas de los demás. Alguna vez dije que para soportar la historia contemporánea lo mejor era escribirla. Con la vida tal vez pasa algo así. Quiero decir que si no tuviéramos el consuelo de comentarla, la vida sería más dura.
-¿Así se da sentido a la...?
-No, el sentido de la vida me parece que es vacío.
-¿Porque no hay nada después de la muerte?
-Porque no hay nada después y todo se borrará.

bio

Profesión: escritor
El amor esquivo, la vejez, la muerte y el anhelo de inmortalidad son los temas con los que Bioy Casares tejió algunos de las mejores novelas y cuentos fantásticos contemporáneos, como los relatos "En memoria de Paulina" y "La trama celeste", y las novelas "La invención de Morel", "Plan de evasión" y "El sueño de los héroes", que es una feroz pintura de la veta violenta de la Argentina.

Fuente: lanacion.com

ORDENAN DEVOLVER CUADROS CONFISCADOS
BAJO SOSPECHA DE HABER SIDO ROBADOS POR LOS NAZIS

Cornelius Gurlitt haciendo compras











La Justicia alemana ordenó sorpresivamente devolver de inmediato 400 de los 1.400 cuadros encontrados y confiscados en una vivienda de Munich al hombre que los tenía en su poder. Cornelius Gurlitt debe recuperar cuanto antes aquellas obras que “le pertenecen fuera de toda duda” y que no están siendo investigadas como posibles casos de cuadros robados por los nazis a coleccionistas judíos, señaló el fiscal general de Augsburgo, Reinhard Nemetz.
El fiscal ordenó crear un equipo de expertos que investigará y esclarecerá el origen de los cuadros de la valiosa colección, que Gurlitt heredó de su padre, un conocido marchante con buenos contactos con el régimen nazi.
Según el estado actual de la investigación, algo más de 400 obras fueron adquiridas de forma legal y pertenecen a Gurlitt. El origen del resto debe ser aclarado para determinar si fueron robadas a judíos o confiscadas a museos por los nazis como “arte degenerado”.
En una entrevista publicada el fin de semana por el semanario “Der Spiegel”, Gurlitt, de 80 años, dejó claro que no devolvería de forma voluntaria ni uno solo de los cuadros y reclamó que le fuesen devueltos de inmediato.
El inusual hallazgo del tesoro en poder de Gurlitt fue difundido a principios de mes por una revista, pero se produjo en febrero de 2012, cuando la policía aduanera encontró por casualidad un total de 1.406 pinturas de grandes maestros en una casa del anciano, en Munich.
La colección incluye obras de Pablo Picasso, Paul Klee y Hénri Matisse, algunas de ellas hasta ahora desconocidas. Los cuadros fueron confiscados y la fiscalía de Augsburgo investiga a Gurlitt por sospecha de evasión fiscal y desfalco.
Pese al anuncio del fiscal del caso, la devolución de las obras a Gurlitt plantea diversos problemas legales y prácticos, según diversos expertos. Gurlitt no podría volver a guardar las obras en su casa porque no tiene seguridad suficiente para protegerlas de robos. Su dirección ya es bien conocida y las piezas tienen un inmenso valor. Las primeras estimaciones consideraban que la colección completa vale alrededor de 1.000 millones de euros (unos 1.300 millones de dólares). Los herederos del conocido marchant judío Alfred Flechtheim reclamaron una ley que regule la devolución de obras de arte robadas por los nazis.
Fuente texto: clarin.com