Entrevista a Jeff Koons
Desde hoy se verá en Malba una escultura del artista, que vendió una obra por 58,4 millones de dólares.
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Transmisión. Koons ayer, en Malba. Quiere que al ver su obra los espectadores se transformen. /Lucía Merle. |
Mercedes Pérez Bergliaffa
Aparenta menos edad que la que tiene,
sus maneras son suaves y habla en voz baja, es controlado, cuidadoso y hoy
está metido en un sobrio traje gris combinado con corbata gris oscura y
camisa celeste. El famoso y polémico artista Jeff Koons (Pensilvania,
1955), conocido por sus llamativas esculturas, por ser el ex-marido de la Cicciolina y también
por ser, actualmente, el artista más caro del mundo -su obra Balloon Dog (Orange) se vendió
en 2013 por 58,4 millones de dólares-, ayer estuvos
encillamente sentado en una silla del Malba, el Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires, donde a las 13 se inaugurará una obra
suya, tras una charla con Agustín Pérez Rubio, el director de Malba, que se
podrá seguir por
YouTube desde las
11.45.
Koons
está por primera vez en la
Argentina debido a que el dueño del Malba, el empresario
Eduardo Costantini –a quien conoció porque el coleccionista fue directamente a
su estudio de Nueva York a ver sus obras-, le compró dos importantes esculturas, Pluto y Proserpina y, justamente, Bailarina,
que pronto serán ubicadas en uno de los emprendimientos inmobiliarios que
Costantini tiene en Miami. Pero antes de eso Bailarina -esa diosa de acero
inoxidable pintada a láser en un estudio especial para artistas de Alemania- se
podrá ver a partir de hoy en la explanada del museo: es la primera vez que se
muestra una obra de Koons en la
Argentina, y una de las pocas en que se expone un trabajo
suyo en un espacio público en Sudamérica.
Muy
tranquilo, para nada cansado –y eso que llegó al país ayer por la mañana y
parte hoy mismo-, Koons se reunió a dialogar con Clarín. Durante toda la entrevista
dio la impresión de una cosa: que a pesar de sus modales correctos y
contenidos, por debajo suyo corría, escondida, una personalidad grande,
explosiva y contundente. Cuando hablaba, de vez en cuando algo de esto
asomaba: a través de los gestos con sus manos, o porque levantaba la voz o se
detenía más en ciertos temas.
-¿En qué otros países de América del Sur
estuvo con anterioridad?
-Estuve
en Chile, voy allí a hacer snowboard. También estuve en la Bienal de San Pablo y en
Venezuela. Pero creo que próximamente iré a la Patagonia: me dijeron
que hay buenos lugares para practicar snowboard ahí.
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Espejo del mundo. Bailarina, la obra de Jeff Koons que estará en la explanada del Malba hasta septiembre. / Malba
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-Conoció a Constantini porque él se acercó a
su estudio a comprarle obras, por medio de su galería (Gagossian).
-Sí,
me impresionó mucho su actitud acerca del arte y ahora que estoy en Buenos
Aires veo su colección y también me impresiona: creo que coincidimos en algo,
en intentar mostrar respeto por las personas, intentar crear una situación
positiva gracias a la que las personas puedan vivir mejor. Trato de hacer esto
con mis obras: que cuando una persona las contempla, pueda sentir a través de
eso su potencial.
A
fines de los 80 y principios de los 90, mientras estuvo casado con la Cicciolina –con quien
tiene un hijo- Koons realizó toda una serie de posters y otra de esculturas en
vidrio, en las que está junto a su famosa esposa y actriz porno en diferentes
poses sexuales. Por otro lado, hay una fuerte dosis de sensualidad en los
materiales que elige para crear sus obras.
-Usted antes de ser artista trabajaba en la
bolsa de Wall Street. ¿Quedó algo de ese Koons en quien es usted ahora? ¿Nota
alguna coincidencia entre su pasado financiero y su “ser-artista”contemporáneo?
Sabés,
mi padre tenía un negocio de muebles y se dedicaba a la decoración de
interiores; así aprendí yo estética. Mi abuelo era un político de Pensilvania;
por lo que siempre sentí un interés y una responsabilidad ante lo público. Para
mí, mientras estudié arte en la universidad y también luego, en las finanzas,
siempre se trató de lo mismo: de interactuar con las personas y de ponerme en
una posición tal que me permitiera luego hacer las cosas que me gustaran. No
tenía opciones: tenía que encontrar una forma de hacer dinero suficiente como
para lograr hacer luego mis obras.
La
obra que se verá en Buenos Aires está realizada en acero inoxidable –uno de los
materiales favoritos de Jeff Koons. Es una delicada bailarina de escala grande
(2,10 metros
de altura). Su principal propiedad es que todo lo que la rodea aparece
reflejado en ella y deformado debido a las formas de la bailarina: la
escultura es en realidad, un especial espejo
del mundo.
El
artista comentó a Clarín su obra: “La imagen de Bailarina proviene de una de
esas pequeñas piezas domésticas de porcelana, un objeto que uno puede encontrar
en una casa común. Sólo que decidí incrementar su escala porque pensé que
entonces esa simplicidad que tienen esta piezas también se acrecentaría cuando
se las llevara a un tamaño mayor”.
Para
realizarla, Koons observó detalles: “Me fijé en algunos detalles que llevé a
escala grande como las burbujas que pueden existir en la superficie del
objeto a escala pequeña”. Estos son “defectos” que el artista quiere
preservar y aumentar en su escultura.
-Si pudiera darle un consejo o hacerle un comentario
a algún artista joven de Sudamérica, ¿qué le diría?
-Que
la única cosa que puede hacer es seguir sus intereses. No importa si esto se
relaciona con el campo del arte o con cualquier otra cosa. Hagas lo que hagas,
tenés que cruzar el límite si lo sentís así. Esto nunca falla.
Koons
dijo alo más: “Creo que esto de que los artistas producen las mejores obras
cuando son jóvenes es un mito. Si miramos la historia del arte podemos
comprobar más bien lo contrario: que los grandes artistas se hacían mejores a
medida que envejecían. Es sólo que hoy en día ocurre una cosa: hay una mayor
cantidad de artistas jóvenes haciendo arte.
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Comentando Jeff Koons y Eduardo Costantini, frente al Abaporu. /Malba
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Con buen ojo para lo sexual
-Sé que le impresionaron varios trabajos pero
especialmente uno, la pintura “Abaporu” de Tarsila do Amaral. ¿Podríamos verla
in-situ para que me explique qué le llamó tanto la atención?
Caminamos
hacia ella. Ya una vez allí, explica Koons: “Me encanta esta pintura. Me da una
sensación nueva, de simplicidad -por el color azul del cielo, la presencia del
sol, de un solo cuerpo, de mujer-, pero también por la aparición fuerte de lo
sexual: si la mirás bien, hay mucho de sexual en la escala pequeña de la
cabeza. Los pies y las manos inmensas tienen un gran nivel de sexualidad. El
sol también tiene una forma femenina.”
-¿Qué hay respecto del llamativo cactus del
costado?
-El
cactus es fálico; pero si lo mirás al revés el cactus es femenino. Esta obra
tiene una conexión con la naturaleza, con la sexualidad… muestra cómo funciona
la reproducción, el amor humanos… Acá, la naturaleza tiene el control.
Todo
lo que percibió Koons en la pintura es cierto: la obra fue un regalo de Tarsila
a su marido, Oswald de Andrade. Aunque Koons comenta, al alejarse de “Abaporu”:
“Igual, toda interpretación está filtrada por cada persona, ¿no?” Y agregó en
tono de broma: “¡Y ahora hago crítica de arte!”.
Fuente: lanacion.com