Contrapunto. Los dos fotógrafos, que exponen juntos por primera vez, recorren las tensiones que hoy atraviesan la fotografía: la relación con el mercado y con el mundo del arte, y el espíritu de revelación que la tecnología no puede reemplazar.
Marcos López y Facundo de Zuviría. Foto: LA NACIÓN / Hernán Zenteno
|
Daniel Merle
Pertenecen a una misma generación. Se conocen desde que tenían
veinte años. Uno, porteño. El otro, de un pueblito de Santa Fe. Amigos desde
hace mucho tiempo, son el agua y el aceite. Facundo de Zuviría hizo desde sus
inicios fotografía directa y continúa trabajando de esa manera. Marcos López
fue evolucionando hacia la manipulación digital y atravesando otras disciplinas
artísticas. El primero se llama a sí mismo simplemente fotógrafo. El segundo,
artista visual. Florencia Giordana Braun, directora de Rolf Art, los conovocó
para poner en evidencia estas aparentes contradicciones en una temática que los
une: la ciudad, en una muestra que se puede visitar hasta el miércoles próximo.
Aquí, un diálogo en el que ponen a prueba las tensiones de una amistad personal
y artística entrañable.
LN: -Cuando piensan las ciudades desde la práctica de la fotografía, ¿creen que posible todavía el artista flâneur? ¿O la fotografía como arte hoy parte siempre de un concepto previo?
ML: -El arte actual es el criador de gallinas que se come la gallina con los huevos de oro adentro. El arte contemporáneo está inventando de qué subsistir y cómo llamar la atención. Facundo y yo somos dos sobrevivientes. Náufragos agarrados en la balsa. Y por eso creo que esta muestra, simple y pequeña, ha tenido un cierto interés. Soy un escéptico, pero estas imágenes tienen algo de nostálgico, un pequeño señalamiento urbano sin pretensiones; casi intrascendentes y a la vez cargadas de sentido. Cuando estas fotos fueron hechas no había mercado del arte. Facundo debe de ser el fotógrafo con más vocación de flâneur que conozco. Ahora no podés ser flâneur porque te pegan un palo en la nuca y te roban. Las ciudades se han convertido en un espacio absolutamente inhóspito. Son ciudades salvajes. ¿Qué me dice esta muestra? Nosotros ya estamos grandes. Estas fotos están hechas con película. Yo pacté con el diablo y me fui hacia lo digital hace tiempo. Me enterré en las arenas movedizas de lo digital, haciendo collages digitales que hasta a mí me parecen horribles. Como un asmático buscando el oxígeno, me fui hacia otras disciplinas, hacia la pintura, hacia el cine, y esta muestra con Facundo me hace reconciliar con la fotografía directa.
FZ: -Yo me siento un flâneur. No tengo una idea exacta de lo que voy a hacer. Lo que busco son esas cosas que me causan alguna emoción, y eso tiene que ver con una mirada romántica, la búsqueda de algo perdido. Más que nostalgia mi intención es encontrar algo que ni siguiera existió cuando yo era chico. Es como buscar una referencia anterior a mi propio pasado. Y descubrir en ese objeto algo poético que se enciende en ese encuentro. Yo camino con mi cámara todos los días de mi vida. Es una cámara chiquita, digital, de muy buena calidad. Me encanta caminar. Y cuando voy a algún lugar, siempre voy por un camino pero vuelvo por otro. Y si puedo hacer un desvío, lo hago para conocer algo más, porque eso me da la oportunidad de seguir recorriendo la ciudad.
LN: -Es coincidente en ambas series de fotos la ausencia de seres humanos. ¿El hombre ha dejado de ser protagonista en las ciudades?
FZ: -Tanto en las fotos de Marcos como en las mías la presencia de lo humano está reflejada en los productos hechos por el hombre. Son las manifestaciones de la cultura vernácula. Las fachadas, las gráficas de las vidrieras, los maniquíes. Todo eso habla de nuestro tiempo y de nuestra cultura. En mi caso, la figura humana está mediatizada, porque aparece en fotos en la calle que a su vez yo fotografío.
LN: -Cuando piensan las ciudades desde la práctica de la fotografía, ¿creen que posible todavía el artista flâneur? ¿O la fotografía como arte hoy parte siempre de un concepto previo?
ML: -El arte actual es el criador de gallinas que se come la gallina con los huevos de oro adentro. El arte contemporáneo está inventando de qué subsistir y cómo llamar la atención. Facundo y yo somos dos sobrevivientes. Náufragos agarrados en la balsa. Y por eso creo que esta muestra, simple y pequeña, ha tenido un cierto interés. Soy un escéptico, pero estas imágenes tienen algo de nostálgico, un pequeño señalamiento urbano sin pretensiones; casi intrascendentes y a la vez cargadas de sentido. Cuando estas fotos fueron hechas no había mercado del arte. Facundo debe de ser el fotógrafo con más vocación de flâneur que conozco. Ahora no podés ser flâneur porque te pegan un palo en la nuca y te roban. Las ciudades se han convertido en un espacio absolutamente inhóspito. Son ciudades salvajes. ¿Qué me dice esta muestra? Nosotros ya estamos grandes. Estas fotos están hechas con película. Yo pacté con el diablo y me fui hacia lo digital hace tiempo. Me enterré en las arenas movedizas de lo digital, haciendo collages digitales que hasta a mí me parecen horribles. Como un asmático buscando el oxígeno, me fui hacia otras disciplinas, hacia la pintura, hacia el cine, y esta muestra con Facundo me hace reconciliar con la fotografía directa.
FZ: -Yo me siento un flâneur. No tengo una idea exacta de lo que voy a hacer. Lo que busco son esas cosas que me causan alguna emoción, y eso tiene que ver con una mirada romántica, la búsqueda de algo perdido. Más que nostalgia mi intención es encontrar algo que ni siguiera existió cuando yo era chico. Es como buscar una referencia anterior a mi propio pasado. Y descubrir en ese objeto algo poético que se enciende en ese encuentro. Yo camino con mi cámara todos los días de mi vida. Es una cámara chiquita, digital, de muy buena calidad. Me encanta caminar. Y cuando voy a algún lugar, siempre voy por un camino pero vuelvo por otro. Y si puedo hacer un desvío, lo hago para conocer algo más, porque eso me da la oportunidad de seguir recorriendo la ciudad.
LN: -Es coincidente en ambas series de fotos la ausencia de seres humanos. ¿El hombre ha dejado de ser protagonista en las ciudades?
FZ: -Tanto en las fotos de Marcos como en las mías la presencia de lo humano está reflejada en los productos hechos por el hombre. Son las manifestaciones de la cultura vernácula. Las fachadas, las gráficas de las vidrieras, los maniquíes. Todo eso habla de nuestro tiempo y de nuestra cultura. En mi caso, la figura humana está mediatizada, porque aparece en fotos en la calle que a su vez yo fotografío.
ML: -Las ciudades se
han convertido en lugares salvajes con gente que se manda mensajes por
teléfonos celulares. Creo que la cultura está en un cambio estrepitoso,
provocado por la inmediatez comunicacional. Yo ya no fotografío con cámara.
Sigo observando la ciudad, filmo con el iPhone, escribo y lo subo a Facebook o
a Instagram. Me convertí en un adicto a la comunicación espontánea, que me
genera más insatisfacción. El otro día escribí que una de las alegrías más
grandes que tuve últimamente fue haberme comprado el iPhone 6.
FZ: -Hace años habías
dicho que estabas muy feliz cuando compraste tu primera iMac.
ML: -Me acuerdo de
Pedro Meyer, que fue el primero que tuvo Mac, el primero en usar Photoshop, en
mezclar imágenes, el máximo adicto a las nuevas tecnologías. Hoy es tan fuerte
ese magnetismo que ya no hay distinciones estéticas ni económicas ni sociales.
Todo el mundo está con la maquinita. Nosotros somos unos profesionales de eso.
Aunque Facundo es una especie de dandi que no se junta con el populacho. Es
como un Bioy, por lo elegante, claro.
FZ: -Pero yo ando en
colectivo y vos no. Ni siquiera tomo taxis. Yo miro lo popular urbano. Es
cierto que lo mío no es la marginalidad. No me interesa. Tampoco el lujo o la
riqueza. Mi mirada está centrada en la clase media urbana.
ML: -Facundo mira con
amor y ternura. Se ve un optimismo y un espíritu de reconciliación en sus
fotos. Mi mirada es más "trago amargo".
LN: -¿Conocen algún
antecedente de este tipo de diálogo entre dos artistas de la fotografía en una
misma exhibición?
FZ: -Yo hice un libro
con Coppola (Horacio), pero no había diálogo. Ahí había dos obras que
dialogaban, pero el resto no. Por un lado Coppola y por otro, yo. Esta idea de
la muestra se le ocurrió a Florencia (Girodana Braun, directora de Rolf Art), y
nos invitó a los dos. De golpe nos dijimos: ¿cómo no se nos ocurrió? Porque
hace años que somos muy amigos.
ML: -El componente
mayor de este diálogo es afectivo. Para mí es un shock histórico de mi propia
relación con Buenos Aires. Es la historia de mi vida: el provinciano que viene
a la gran ciudad para ser fotógrafo. Casualmente, al primer fotógrafo que
conocí al llegar fue Facundo, en un curso de diseño que hice en el Centro
Ghiesso. Me interesa seguir conservando ese provincianismo porque mi obra se
nutre de ese personaje. Necesito no perderlo porque vivo de eso. Pero voy dos
días a Santa Fe y ¡salgo corriendo! Yo me quiero convertir en artista
contemporáneo, cineasta, actor, performer, top showman. Y viene Facundo y me
dice: "Dejate de joder que vos sos fotógrafo". No sé si a Facundo le
gusta que le digan artista.
FZ: -Yo soy fotógrafo.
Soy artista genéricamente, pero me defino como fotógrafo. Y creo que Marcos es
fotógrafo.
LN: -¿Cuál es el
estado del arte de la fotografía en la Argentina ?
ML: -Pienso que hay
demasiadas fotos. Son aburridísimas. Yo casi no miro fotos de otros, ni me
interesan mucho las que hacen los jóvenes. Ya no hay más qué fotografiar. El
otro día les dije a mis alumnos: el mundo no necesita más fotógrafos, necesita
gente que se ponga a pensar en la ética, la política, en cómo combatir los
virus.
FZ: -Yo no pienso así.
Encuentro fotos que me interesan. Pero veo un exceso de preocupación por
trascender en todos los fotógrafos jóvenes y eso es simplemente pifiar el
camino. Es olvidarte de lo importante por la ambición de "llegar", y
no se sabe adónde llegar. Te perdés. Lo veo como algo equivocado y preocupante.
La fotografía debería ser un campo de absoluta libertad para encontrarte con la
posibilidad de algo que tenga sentido para uno. No hay que pensar tanto en la
carrera.
ML: -Me encontré en la
inauguración de FoLa (Fototeca Latinoamericana) con un chico joven que me
preguntó: "¿Tenés algún consejo para darme?". Yo le contesté
secamente: "No doy consejos". Llegué a mi casa con una angustia tremenda
y escribí un texto en Facebook en que le pedía disculpas a ese joven. El texto
se viralizó hasta que él lo encontró. A través de la palabra y de los mismos
medios digitales que yo critico (esa inmediatez suicida), logré una ternura y
un diálogo con ese chico que me agradeció por responderle.
LN: -¿Qué relación hay
entre fotografía y política hoy en Argentina?
FZ: -Si yo hablo de
mis fotos, no creo que sean fotografías políticas. Tengo una idea política y
una afiliación a un partido. Me considero progresista, pero no me siento
identificado con ningún político ni con ningún gobierno. Mi fotografía es mi
relación directa con el mundo. Puede considerarse política mi serie
"Siesta argentina", pero no en un sentido partidario. Fue una
reflexión sobre un trauma tremendo que nos sucedió en la crisis de 2001-2002.
Fue una reflexión poética, una metáfora sobre ese conflicto. Fue mi respuesta a
esa situación que para mí fue muy angustiante también.
ML: -Facundo es un
"señalador minimalista". Señala pequeños espacios de armonía urbana
como refugios. Esa vocación suya por la arquitectura, el modernismo, la
tipografía. Busca con sus fotos una energía positiva. Quiere reconciliarse con
el hecho de vivir. Es un optimista. Yo soy artista a pesar de mí, como un
enfermo de asma que busca el Ventolín. Mi fotografía sí es política. Pero el
artista tiene que ser independiente. Nunca me gustaron los artistas
partidarios. El artista necesita una independencia poética y crítica para
encontrar su rol en la sociedad. Cuando publico en Instagram o Facebook estoy
reflexionando acerca del soporte y sobre el contexto político y socioeconómico
desde donde estoy opinando, todo al mismo tiempo.
LN: -La idea de pieza
única, o serie limitada, ¿no es contraria a la esencia de la técnica fotográfica?
¿Cómo manejan en sus carreras esta contradicción?
ML: -Es un invento del
mercado del arte para satisfacer al señor Pirulo que quiere "una de siete,
una de ocho, y así". Yo acepto esas reglas sin creerlas, sólo para ser
parte del mercado del arte. Acepto una regla en la que no creo, que es este
fetiche del objeto único. El mundo es así.
FZ: -Yo adhiero
plenamente a lo que dice Marcos. Uno acepta reglas en las que no cree y que no
tienen mayor sentido. Las fotografías debieran ser simplemente reproducibles.
En todo caso deben tener más valor aquellas que hiciste hace treinta años que
las que hiciste recién.
ML: -Es verdad que una
foto de hace treinta años hecha en papel químico tiene una energía en el
objeto.
FZ: -¿Pero sabés por
qué sucede eso? Porque en el momento en que las hicimos nadie las compraba. No
había mercado. Entonces hacías una copia para vos. Eventualmente hacías una
copia más si te invitaban a una muestra grupal. Y luego tal vez una tercera
copia que le regalabas a un amigo para el cumpleaños. Y eso era todo. Esas
copias tienen ahora el aura del momento en que las hiciste y además, uno no
hacía una serie. No pensabas como ahora.
ML: -Me interesa la
fotografía como modo de reflexión sobre mi paso por esta vida. Lo demás es
cartón pintado. Que se arreglen los galeristas, no es mi problema. Hago
ediciones numeradas, pero a mí me importa un paso anterior, o paralelo, que es
la mirada, la luz, la poética.
FZ: -Una cosa es la
imagen y otra es el objeto. Creo que el objeto, fotografías que uno hace
personalmente, tiene una carga energética diferente que la imagen que vos
mandás a imprimir en "chorro de tinta". Hay una diferencia de
energía.
LN: -Alguien dijo que
el arte está bueno para admirar en los museos, pero que colgado en la pared de
una casa es más un trasto que otra cosa. ¿Qué opinan?
ML: -Mi obra está
igual en Facebook que en un mural de 80 metros frente al Obelisco, que en una
revista, que en una casa. A mí me gusta que mi foto del Asado en Mendiolaza
esté en el Museo Reina Sofía porque es una caricia al ego. No al bolsillo,
porque si hay algo que no gané con el arte es plata. Me siento un comunicador
social compulsivo. Es casi un defecto esta necesidad de estar comunicando todo
el tiempo mis sentimientos. No descanso de mi oficio, que es la reflexión
visual poética. Desde los 18 años, cuando descubrí la fotografía, no paré.
FZ: -Yo hago las fotos
para mí. Y aun si nadie las comprara o ningún museo las legitimara, haría lo
mismo que hago ahora. Porque es una manera de entender el mundo, una forma de
coleccionar el mundo. Me encanta que mi obra esté en museos, pero no es la
finalidad. Por otra parte, las pocas obras de otros las tengo colgadas en casa
(incluso algunas de Marcos), las disfruto, muchas veces porque me recuerdan
momentos gratos.
LN- ¿Podrá ser el
mercado del arte el lugar donde muera la fotografía como la entendemos hoy?
ML: -El mercado no es
la muerte de la fotografía. Creo que los cambios en la imagen son absolutamente
vertiginosos y no me importa pensar en eso. Me interesa más pensar de qué voy a
vivir los próximos diez años, que les voy a dejar las fotos firmadas a mis
hijos, que me tengo que acordar de firmarlas antes de morirme. Ahí termina mi
preocupación. El mercado no me importa más allá de que vivo de eso. No me interesa
el mundo del arte como tal.
FZ: -Sí, yo creo que
tampoco tengo en cuenta el mercado para producir nada de lo que hice. Ahora, si
el mercado te sirve para vivir de tu propia obra, me parece que está buenísimo.
No hay que hacer nunca una obra pensando en el mercado.
ML: -Nosotros nos
formamos en los años 80 con esa idea. Me viene la imagen de Liliana Maresca,
Facundo, Grossman, Oscar Pintor. Hacíamos las fotos en papel plata gelatina y
las mandábamos a los diarios como fotos de prensa. Ahora esas fotos tendrían
valor vintage. No había valor de mercado. Era el interés y la vocación total de
tratar de dar un paso más con la mirada. De opinar en forma poética. Cuando yo
me di cuenta de que vivía del arte, empezó a ser un problema. Me llaman los
galeristas: "Marchen cuatro patos de goma para la feria de ARCO".
FZ: -Creo que el tema
de por qué uno hace fotografía es un camino personal de conocimiento. Si te
desvías de eso y lo convertís en un simple hecho comercial, estás saliéndote
del camino adecuado. Cuanto menos pienses en eso, mejor será para tu obra.
ML: -Lo artístico va
más allá de mi mismo. Yo puedo hacer una obra para ganar plata pero siempre
habrá un error, un subtexto, una poética de mi neurosis que estará presente. Lo
único que pienso es cómo pagar el colegio de mis hijos. Artista ya soy.
FZ: -De hecho toda mi
vida, y creo que Marcos también, hice trabajos por encargo. Esas fotos no las
firmo jamás.
ML: -Yo firmo todo.
Marcos López:
artista visual, crítico y usuario de la
Web
Ha representado a la Argentina en bienales
internacionales, su obra -que está en importantes colecciones de distintos
países- ha sido catalogada en publicaciones líderes y ha realizado exposiciones
individuales y grupales facundo de zuviría
Facundo de Zuviría:
fotógrafo flâneur y cronista urbano
Galardonado con
numerosos premios a su trayectoria (entre ellos, el Salón Nacional para las
Artes Visuales y el Konex), acaba de publicar su libro antológico Facundo de
Zuviría. Estampas 1982/2015 (Toluca Editions y Ediciones Larivière.
Fuente: lanacion.com