GRANDES CASAS DE BUENOS AIRES




Esta residencia fue proyectada para vivienda del Arquitecto Juan Manuel Acevedo y su mujer, Inés Anchorena, en el año 1929. Fue concluída en 1932.
Presenta una clásica construcción academicista afrancesada y simétrica, con un gran balcón en el primer piso que enmarca la entrada principal de la planta baja. Es obra de los arquitectos Juan Manuel Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno.
El diseño de los jardines estuvo a cargo de Jean Claude Forestier.
La que fue la increible casa de los Acevedo Anchorena, diseñada por el propio Arquitecto Acevedo y sus socios del célebre estudio de arquitectura que tantas lindas casas hizo en Buenos Aires - y que en actualidad es la residencia de la Embajada del Reino de Arabia Saudita, en la Avenida del Libertador y Ortiz de Ocampo.
Sus dueños vendieron tres estancias de la familia para construir esta casa, que tiene algunas particularidades que la distinguen: su comedor está hecho con las piezas de un monasterio gótico traído especialmente de Francia y esta revestida con auténtica Piedra París, aparte de tener mármoles increíbles, varios de ellos haciendo animales y plantas del fondo del fondo del mar y hasta un polígono de tiro bajo el jardín..
El salón de baile del primer piso es maravilloso.




El Palacio Pereda es una antigua mansión localizada en la Plaza Carlos Pellegrini, en el comienzo de la Avenida Alvear, en Buenos Aires. Localizada en el número 1130 de la Calle Arroyo, fue construida por el médico y hacendado Celedonio Tomás Pereda,1860-1941, y su esposa María Justina Girado, 1865-1942, miembro de una familia de grandes terratenientes, ya que era nieta de Juan Elías Girado, 1794-1858, poblador de la estancia San Juan. Es actualmente la residencia del Embajador del Brasil en Buenos Aires y sede del Espacio Cultural de la Embajada.

Las pinturas de los cielorrasos de los salones son obra del pintor catalán José María Sert, que las pintó sobre telas en París y fueron traídas y pegadas. El de la sala de música se denomina Aprés la pluie le beau temps. La sala redonda presenta la pintura más fastuosa de la residencia, La Reina de Saba. El gran hall presenta una pintura de volatineros suspendidos en el aire. La pintura del comedor representa el burlón episodio en el que Don Quijote es afeitado por las damas. Son también notables las alfombras, los tapices y los cortinados de la mansión.
El notable conjunto urbano formado por el Palacio y sus alrededores reflejan, como otros pocos lugares en Buenos Aires, la fuerte influencia ejercida por la arquitectura francesa en la Argentina, especialmente durante las primeras décadas del siglo XX. Colaboran para reforzar la tonalidad parisina del lugar el trazado irregular de la calles del sector y la indudable imagen francesa de varias residencias particulares, imponentes y de admirable diseño.




El Museo Nacional de Arte Decorativo fue creado en 1937 por Ley 12351 del Gobierno Nacional que determinó la adquisición de la residencia y la colección de arte de Josefina de Alvear y  Matías Errázuriz. El edificio, excelente ejemplo del estilo ecléctico francés de gran auge en la ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX,  los muebles de época,   las pinturas, las esculturas y los objetos de arte decorativo justificaron plenamente esa inversión para brindar a la comunidad un nuevo museo

El arquitecto francés René Sergent, 1865-1927, realizó el proyecto de la residencia en 1911.  En ese año la Sociedad Central de Arquitectos Franceses le había otorgado la Gran Medalla de la Arquitectura Privada destacando las cualidades de su obra sobria y elegante dentro de un contexto ecléctico.  Sergent había estudiado en la Escuela Especial de Arquitectura de París.  En 1884 entró en el estudio de Ernest Sanson considerado el mejor arquitecto diseñador de viviendas privadas.  Bajo su dirección Sergent se apasionó por las obras de algunos arquitectos franceses de los siglos XVII y XVIII.

Hacia 1899 estableció su propio estudio. Su arquitectura ponía el acento en el confort y en la comodidad  de la distribución y se hizo célebre por  la construcción de residencias particulares de estilo neoclásico.   

En los primeros quince años del siglo XX trabajó en París, Buenos Aires y Nueva York; en Londres realizó la ampliación y decoración de los hoteles Claridge y Savoy.  En París proyectó las mansiones del diseñador de modas Worth,  del empresario Otto Bemberg y de los anticuarios Duveen Brothers a las que se agrega el gran hotel de pasajeros Trianon Palace en Versailles y entre 1912 y 1914 la construcción de la residencia del Conde Moisés de Camondo, hoy destinada a Museo de Artes Decorativas

Para la sociedad porteña, además de la mansión de los Errázuriz-Alvear, proyectó las residencias de la familia Atucha, de los Bosch-Alvear, la mansión Unzué, el Palacio Sans Souci en San Fernando y el Hogar Luis María Saavedra.
René Sergent trabajaba en equipo con un selecto grupo de decoradores especialistas en interiores y jardines. Para la residencia Errázuriz-Alvear los elegidos fueron H. Nelson, Georges Hoentschel,  André Carlhian y el paisajista Achille Duchêne.   El Palacio Errázuriz Alvear fue construido entre 1911 y 1917 con la dirección de obra de los arquitectos  locales Eduardo M. Lanús y Pablo Hary.
Todos los materiales, salvo la mampostería gruesa, fueron traídos de Europa. Los revestimientos de madera, espejos, mármoles, carpinterías, fallebas, molduras, llegaron preparados para su directa colocación en obra y para algunas tareas específicas, como la realización de estucos,  vinieron artesanos europeos.
El aspecto externo del edificio es sobrio e imponente, inspirado en el neoclasicismo del siglo XVIII, en especial en las obras de Jacques A. Gabriel artista de la corte de Luis XV.
Los cuatro niveles son visibles desde el exterior: el subsuelo tiene ventanas que se abren en el basamento; la planta principal está comunicada con el jardín y la terraza por puertas en arco de medio punto; encima de éstas se abren  las ventanas que corresponden a los aposentos; ya en el último nivel, detrás de la balaustrada, se ven las lucarnas de ventilación de las áreas de servicio que ocupan la mansarda.
Los salones de la planta principal, destinados a las recepciones, fueron decorados en diversos estilos franceses de los siglos XVII y XVIII excepto el Gran Hall inspirado en los grandes salones característicos de la Inglaterra del siglo XVI en la época de la dinastía Tudor. En los departamentos privados del primer piso es evidente también el gusto por la decoración francesa en los estilos Luis XV, Luis XVI, Directorio e Imperio; la excepción es la sala Art Déco decorada por el artista catalán José María Sert.




El Palacio Bosch o Palacio Bosch Alvear es una lujosa residencia que perteneció a familia del embajador Ernesto Bosch, y sede, desde 1929, de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina.

El bello palacio fue proyectado por el arquitecto francés René Sergent para Ernesto Bosch, quien había sido Embajador argentino en París, y su construcción estuvo a cargo de los arquitectos argentinos Lanús y Hary. Diseñada en 1912, la obra fue afectada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, y la familia Bosch ocupó el edificio a partir de 1917. En 1924, fue el lugar de alojamiento del príncipe Humberto de Savoia.

Ya en 1929, la familia fue golpeada por la crisis económica internacional, y en ese momento el Departamento de Estado de los Estados Unidos la adquirió para transformarla en embajada y residencia del embajador. Desde ese momento, diversos presidentes estadounidenses se han hospedado allí en sus visitas: Franklin Delano Roosevelt, en 1936; Dwight Eisenhower, en 1960, George H. W. Bush, en 1994, y Barack Obama y familia, en marzo de 2016.

Sobre esta gran casa de Buenos Aires, dice Daniel Balmaceda:

"
En 1910, el presidente electo Roque Sáenz Peña le ofreció ocupar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores a Ernesto Mauricio Carlos del Corazón de Jesús Bosch Peña, quien ocupaba un cargo diplomático en París. El hombre aceptó y regresó a Buenos Aires con su mujer, Elisa de Alvear.

Juntos concibieron la idea de construirse una mansión que les recordara su vida parisina. Resolvieron que fuera en la zona de Palermo (en las actuales Libertador y Kennedy), frente al Parque 3 de Febrero, donde ya estaban el Jardín Zoológico, el Jardín Botánico, la Rural, el futuro campo de Polo (en ese entonces era un club deportivo de diversas actividades) y el Hipódromo. La zona tenía mucha actividad social, pero casi no había residencias.
Contrató los servicios del arquitecto de moda, el exquisito francés René Sergent, quien terminaría ocupándose de los palacios de otros Alvear: además del Bosch, el Errázuriz (de Matías Errázuriz y Josefina Alvear) y el Sans Souci (de Elvira Alvear). Con la ejecución de arquitectos argentinos, Sergent ideó todo esto sin moverse de Europa.
La construcción del Palacio Bosch se inició en 1911 y su inauguración oficial se realizó el 6 de septiembre de 1918, durante el baile de presentación en sociedad de María Elisa Bosch Alvear, hija mayor del matrimonio. Fue la introducción en sociedad de Elisita, pero también fue la presentación del palacio. Era la primera vez que en una mansión se encargaba la construcción de un salón adaptado a las necesidades de los bailarines. Dijo La Nación: “Destinada especialmente para el baile, la sala no ostenta otro adorno que largas banquetas y taburetes tapizados en brocatos ‘vieux rose’ y oro y un gran piano de cola”.
A partir de la construcción del Palacio Bosch, Palermo comenzó a transformarse en uno de los lugares más exclusivos de Buenos Aires.
En la mansión de Elisa Alvear y Ernesto Bosch se hicieron grandes fiestas, para agasajar a extranjeros, para presentar en sociedad a otras dos hijas –Teodolina y Teresa– y para convidar a los amigos y parientes que luego de dar unas vueltitas por el parque de Palermo y el Rosedal, paraban a tomar un copetín antes de emprender el regreso al centro.
Elisa de Alvear estaba encantada con su espléndida casa. Pero apareció en escena Robert Woods Bliss, embajador de Estados Unidos. Acotemos que Bliss, junto con su mujer, Mildred Barnes, establecieron el Instituto Cultural Argentino Norteamericano (ICANA), entre muchas otras iniciativas.
En 1928, visitó la Argentina el presidente electo de Estados Unidos, Herbert Hoover. Por falta de una residencia propia, Hoover fue alojado en el Palacio Noel (Suipacha y Libertador, actual sede del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco). Luego de la visita, el gobierno norteamericano le encomendó a míster Bliss la misión de comprar una casa para que fuera la residencia de los embajadores de su país.
En varias oportunidades, el señor Bliss le manifestó a Ernesto Bosch su interés por el palacio, pero el argentino no tenía ninguna intención de desprenderse de él. Ante la insistencia de Bliss, Bosch le dijo que se la vendía por algo más de dos millones de pesos, un valor que excedía en más de un millón cualquier tasación seria. Para Bosch, esa era una manera elegante de dar por terminado el asunto. No esperaba que un par de semanas después, Bliss le comunicara que aceptaban la oferta.
Contrariado, pero dispuesto a mantener su palabra, Bosch anunció en su casa que se mudaría. Elisa estaba furiosa. El matrimonio se mudó a un palacio en Montevideo y Quintana (Recoleta). Con todas las comodidades, por supuesto. Pero no era lo mismo.
Desde 1929, el palacio Bosch es la residencia de los embajadores de los Estados Unidos."

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La antigua residencia Larivière es un exponente del academicismo francés, y fue construída en 1940 por los arquitectos Juan Manuel Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno para Mauricio Renouard de Larivière Le Roger y María Luisa Dose Armstrong.
El anteproyecto fue del Arquitecto Blanche.
Hoy en día, es la sede de la Cancillería de la Embajada de España en Buenos Aires, 
en la Avenida Figueroa Alcorta 3102 y Mariscal Ramón Castilla.




El Palacio Ortiz Basualdo es un exponente de la arquitectura Beaux Arts. Diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul E. Pater para el matrimonio Ortiz Basualdo, frente a la plaza Carlos Pellegrini. Es sede de la Embajada de Francia en Buenos Aires desde 1939. Declarado Bien de Interés Histórico Artístico en 1997.


Historia del Palacio


Diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater, a quien se debe también el edificio del Tigre Club, la construcción del palacio se prolongó por varios años. En 1925, durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, cuando tanto el barrio como el país se hallaban en su apogeo, sirvió de residencia oficial al príncipe de Gales, quien supuestamente demostró su admiración por el refinado confort y la grandiosidad del edificio. Pero sería finalmente Francia quien tomaría posesión definitiva del palacio, al transformarlo en 1939 en sede de su embajada en Buenos Aires.

Características arquitectónicas

La notable y difundida influencia francesa en la arquitectura argentina tiene un excepcional ejemplo en el Palacio Ortiz Basualdo. Gran exponente de la arquitectura Beaux Arts, en diferente escala, esta obra es, como la Opera de París de Charles Garnier, una lección de inserción en el tejido urbano, y de correspondencia entre masas exteriores y espacios interiores, y una original recreación de elementos arquitectónicos de la tradición francesa.
El planteo general del edificio es una sagaz reelaboración del tradicional hôtel particulier francés de cuatro niveles: basamento, planta noble, planta de habitaciones particulares y mansarda. Prototipo en vigencia desde el siglo XVII, las versiones más grandiosas emulan las magníficas composiciones de famosos castillos del Grand Siècle, y en este caso resuenan ecos de ejemplos como Vaux-Le-Vicomte o Maisons-Laffite.





Hasta finales del siglo XIX, toda el área de La Isla pertenecía a la familia Hale-Pearson. Más de 82 000 m² conformaban este predio conocido como Quinta Hale. Más tarde, los terrenos pasaron a manos de la firma inglesa Baring Brothers.

En 1906, con el objetivo de crear un barrio-parque de ubicación privilegiada, dotado con un mirador (aprovechando la barranca y la vista al río) y una plaza, el Intendente Alberto Casares autorizó la compra de los terrenos de la quinta Hale a la casa Baring.
El proyecto resultó todo un éxito. El terreno fue urbanizado, subdividido y, en poco tiempo, los lotes fueron vendidos para la construcción de exclusivas residencias del tipo petit hôtel y casonas rodeadas de parques. De todas estas casas particulares de clase alta, sólo sobrevive la que perteneció a la familia Madero-Unzué, hoy sede de la Embajada Británica.
Hacia 1930 se realizó el último loteo en el barrio y se comenzaron a construir los primeros edificios de departamentos ya que, hasta el momento, solo se edificaban residencias familiares. Los descendientes de Samuel Hale solo conservaron, hasta mediados del siglo XX, un sector sobre las calles Agote y Guido, que más tarde pasó a formar parte de los jardines de la Embajada.
A partir de la década de 1940, con la Ley de Propiedad Horizontal que llevó a un auge de la construcción, la mayoría de las lujosas casas del barrio fueron demolidas para levantar edificios de departamentos de alta categoría. Actualmente, el barrio está compuesto sobre todo por construcciones de más de diez pisos, del período 1950-1980.






Historia

Esta fastuosa residencia fue encargada al arquitecto Roberto Prentice por Félix de Álzaga Unzué en el año 1916, y fue levantada en terrenos de su propiedad en el barrio de Retiro, elegido por la clase alta porteña desde fines del siglo XIX. 
El 6 de mayo de ese año, Álzaga Unzué se había casado con su prima Elena Peña Unzué, y ambos se mudaron a su mansión en 1920. 
Se dice que esta casa fue el regalo de casamiento de Félix a Elena, su mujer.
El matrimonio Álzaga Unzué-Peña Unzué vivió en esta residencia hasta su muerte. En 1985 el edificio fue adquirido por el árabe saudita Ghaith Pharaon, fuerte inversor del BCCI - Bank of Credit and Commerce International - en 5.000.000 de dólares. Efectuaron la venta dos sobrinos de los dueños de casa, Carlos Gómez Álzaga y Mercedes Paunero Peña de Zavalía, herederos del palacio. El inversor saudita se lo vendió a la cadena Hyatt para instalar en él un hotel. 
Por otra parte, la casa Álzaga Unzué, cuya existencia había peligrado por la apertura del último tramo de la Avenida 9 de Julio, 
casi llegó a ser echada abajo por los nuevos dueños para construir el hotel. Se salvó por muy poco, debido a las protestas de todo tipo que el tema generó en Buenos Aires. En 1991, en terrenos del jardín de la residencia, comenzó la construcción de una torre diseñada por el estudio Sánchez Elía (SEPRA), encargada por el saudita Ghaith Pharaon, que abrió al año siguiente como parte del complejo Park Hyatt Hotel Buenos Aires. Con la crisis económica de 2001, ambos edificios pasaron a gestión de la cadena Four Seasons.

Descripción

Prentice diseñó el edificio en estilo eduardiano (correspondiente a la Belle Époque), inspirándose en los castillos del Loire.La fachada se destaca por el uso de ladrillo a la vista y por la gran entrada con columnas corintias dobles y remata en un frontis que es interrumpido por una buhardilla. La mansarda de pizarra que ocupa el 3º piso tiene un coronamiento de zinc y hierro forjado. La mansión se conecta con la torre moderna por el lateral, mediante un pórtico circular con columnas jónicas.En la cochera de la mansión, los Álzaga Unzué-Peña Unzué contaban con dos automóviles: un Cadillac y un Mercedes-Benz. No tuvieron hijos, y por ello vivían con muchas mascotas, como varios perros y aves. En el subsuelo se ubicaron las cocinas, el lavadero y el comedor (con platería inglesa y muebles franceses), donde trabajaban alrededor de 20 personas. En su momento la pareja contaba con la cocina del chef italiano Nicola Argentieri. También se encontraba en ese nivel la bodega. Al transformarse en hotel, la residencia Álzaga Unzué fue dividida en siete  habitaciones. La más importante es la suite Mozart, que tiene 200 m² de superficie. Ya en manos de la cadena Four Seasons, el edificio fue sometido a una intensiva restauración interna y redecoración cuyos montos alcanzaron el millón de dólares.




Zenteno 3131 y Ortiz de Ocampo.
Vivieron en ella el Dr. Miguel Cárcano y su mujer, Stella Morra de Cárcano.
Proyecto del estudio de los Arquitectos Juan Manuel Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno, 1938.




El Palacio Atucha es obra del arquitecto francés René Sergent, proyectado en 1924 por encargo del Sr. Jorge de Atucha, de sobrias líneas francesas, que sobresale en la esquina de Avenida Alvear y Arroyo. La residencia posee planta baja, dos pisos y buhardilla con mansarda como remate. Cada nivel tiene tratamiento diferenciado sólo unificado por el movimiento del muro que jerarquiza la esquina y conforma terrazas en el primer nivel. En la década del 40, el palacio fue subdividido en propiedad horizontal y se vendió a particulares.
Declarado Bien de Interés Histórico Artístico en 1997.
Año proyecto: 1916.
Año Construcción: 1924.

Año Inauguración: 1924.
En 1916 la Sra. Llavallol de Atucha como propietaria del predio, encargó el proyecto al arquieco René Sergent. En 1943 la propiedad pasa a manos de la Compañía de Explotaciones Financieras Urbanas y Rurales S.A.
A partir de 1950, el edificio fue subdividido en propiedad horizontal y vendido a particulares.
Desde 1912 el área ocupada estuvo afectada a utilidad pública para la apertura de la Av. 9 de Julio. En 1980 se cambió la traza de ésta para conservar el conjunto edilicio que rodea a la Plaza Carlos Pellegrini.



Ortiz de Ocampo 2864/66 y Castex.
Proyecto de los Arquitectos Juan Manuel Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno para Santiago Soulas, 1939.
Fue más adelante la casa de José Antonio González Balcarce y Monique Soulas de González Balcarce y sus hijos.
Obtuvo el Premio Municipal de Fachadas.                                                          
Hoy en día es del empresario y político Francisco de Narvaez.

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La sede de la residencia de la Embajada de Bélgica, fue hecha por el Arquitecto Alejandro Bustillo para Carlos A. Tornquist, en la calle Rufino de Elizalde, frente al Instituto Sanmartiniano de Grand Bourg y a la casa que también hizo - Bustillo - para la escritora Victoria Ocampo.


La Residencia Fortabat es un edificio de estilo academicista ubicado en la Av. del Libertador 2395, en el barrio de Palermo. El edificio es una obra del arquitecto Roberto Peña inaugurado en 1924.  Actualmente tiene su sede en él la Embajada de Corea del Sur.






El Palacio Duhau forma parte de los importantes edificios de la Avenida Alvear, ubicado en el número 1661, en el barrio de la Recoleta de Buenos Aires. Desde 2006, funciona en él el hotel Palacio Duhau - Park Hyatt Buenos Aires.

Antiguamente había en este solar una gran residencia de dos plantas perteneciente a la familia de Teodoro de Bary. Había sido diseñada por el arquitecto Carlos Nordmann en 1898,  y albergó en 1910 a la Infanta Isabel en su visita a Buenos Aires, con motivo de los festejos del centenario de la Revolución de Mayo.Este primitivo edificio fue demolido y al terreno lo adquirieron los hermanos Luis y Alberto Duhau quienes encargaron al Arq. León Dourge, a principios de la década de 1930, el proyecto del actual edificio. El palacio responde a líneas neoclásicas de influencia francesa. Está absolutamente inspirado en el Château du Marais, en Le Val-Saint-Germain, cerca de París.Su fachada académica organizada según un eje de simetría presenta tres cuerpos. El central, definido por cuatro columnas de doble altura que sostiene un frontis triangular, contiene el acceso al piso principal, ubicado en un nivel superior al que se llega por medio de dos escaleras. Los laterales son dos planos levemente retraídos con aventanamientos en los tres niveles, destacándose claramente los del piso principal por sus dimensiones y proporciones. El remate se materializa con una mansarda horadada por ventanas circulares.En la residencia vivieron hasta hace poco tiempo los descendientes de la familia Duhau. En la actualidad la propiedad fue comprada por un grupo inversor que encargó la construcción de un edificio que da a la calle Posadas y la refacción del Palacio para que funcione como un importante hotel cinco estrellas llamado Palacio Duhau - Park Hyatt Buenos Aires.El mismo cuenta con 165 habitaciones y fue inaugurado el 12 de julio de 2006. Dentro del hotel hay 3 restaurantes y un bar. 







El Palacio Fernández Anchorena es un lujoso palacete de comienzos del siglo XX y una de las pocas residencias de la clase alta porteña que aún sobrevive en la Avenida Alvear.
Actualmente, pertenece a la
 Santa Sede y funciona como sede de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires.Fue encargado por el matrimonio del Dr. Juan Antonio Fernández Torres (nieto del célebre médico salteño Juan Antonio Fernández y Hoyos) y Rosa Irene de Anchorena al arquitecto francés Edouard Le Monnier en 1907. Curiosamente, la familia Fernández Anchorena, debido a una circunstancia inesperada, nunca habitó su palacete. Durante su construcción en 1908, Juan Antonio sufrió un grave accidente en Europa que lo dejó discapacitado, y optaron por quedarse a vivir en París donde además tenían fuertes vínculos sociales (Florinda Fernández Anchorena, una de sus hijas, estaba casada con Georges Paul Ernest de Castellane Gould, Conde de Castellane). Paralelamente, el palacio fue administrado por los Fernández hasta 1922, cuando es cedido como Residencia Presidencial temporaria al presidente electo Marcelo Torcuato de Alvear y su esposa Regina Pacini.Más tarde, la propiedad fue adquirida por Adelia Harilaos de Olmos, una de las mujeres más ricas de la época en la región y fervorosa católica. Participó activamente en la realización del Congreso Eucarístico Internacional de 1934, recibiendo por ello la condecoración de Marquesa Pontificia del Vaticano. Adelia decidió donar su residencia como sede de la Nunciatura Apostólica al redactar su testamento el 13 de noviembre de 1947. Falleció el 15 de septiembre de 1949, y el edificio pasó desde ese momento a su nueva función, que mantiene desde abril de 1952.El palacio fue la residencia del Papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en los años 1982 y 1987. Mediante el Decreto 1495, sancionado, en 2002, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional.El 18 de noviembre de 2010, se realizó un festejo por el centenario del Palacio Fernández Anchorena. Como parte de la celebración, el Correo Argentino emitió una tirada de 3000 estampillas con imágenes de la residencia.
Arquitectura

El Palacio Fernández Anchorena fue obra del arquitecto Le Monnier, francés de formación en la Academia de Bellas Artes de París, pero que mostró acercamiento a los nuevos estilos de comienzos del siglo XX, como el Art Nouveau, reflejándose en la libertad y plasticidad de muchas de sus obras, aunque siguieran los cánones academicistas. La fachada, siguiendo las normas de la composición clásica, posee basamento, desarrollo y remate con una singular cúpula que jerarquiza la entrada principal. También sigue los conceptos de simetría de la arquitectura clásica.       




La Residencia Maguire es una antigua mansión que se encuentra en Avenida Alvear 1693, Buenos Aires. 

Es uno de las pocas sobrevivientes de un corredor de palacetes aristocráticos que fueron demolidos en su mayoría a partir de 1930.


Historia


A partir de 1880, con la consolidación del Estado argentino y la adopción del modelo agroexportador como base de la economía nacional, la clase alta local se enriqueció de forma extraordinaria, y modificó sus gustos e influencias según las costumbres europeas, y especialmente las francesas. De esta forma, la entonces calle Bella Vista (llamada Alvear luego de 1885), donde las familias de la aristocracia de Buenos Aires tenían hasta entonces sus quintas suburbanas, sufrió una explosiva transformación con la cual aquellas fueron reemplazadas por lujosas mansiones de lujo inédito, durante las siguientes décadas.

En este contexto el ingeniero Alejandro Hume, exitoso emprendedor ferroviario, encargó en 1890 el diseño de su residencia en la Avenida Alvear al arquitecto Carlos Ryder. Se trató de un palacete que se encuadra en el estilo tardo-victoriano, y que fue construido con materiales importados de Escocia.

En noviembre de 1893, se realizó allí una de las primeras muestras de arte de Buenos Aires, en un evento de caridad a beneficio del Círculo de Santa Cecilia. Seleccionados por Eduardo Schiaffino, se expusieron 125 óleos, 68 muebles y 367 objetos (tapicería, bronces, marfiles) de diversas colecciones privadas, entre ellas las de Andrés Lamas y Aristóbulo del Valle.

En 1913, el paisajista Carlos Thays realizó el diseño de los jardines privados de la residencia, que ocupan los fondos del terreno hacia la calle Posadas. En la década de 1920, el Palacio Hume fue vendido a los hermanos Alberto, María Faustina y María Candelaria Duhau, motivo por el cual también es conocido como Palacio Duhau, prestando a confusiones con otra residencia de igual nombre, que perteneció a Luis Duhau.

Luego, vivió en esta mansión Susana Duhau, casada con John Walter Maguire, y en la actualidad su hija continúa viviendo allí, tratándose de la única residencia aristocrática en la Avenida Alvear que aún mantiene su función, ya que las pocas que siguen en pie fueron transformadas en hoteles, o son propiedad del Estado.

En 2002, el Decreto 1495 declaró Monumento Histórico Nacional a la Residencia Maguire, junto con otras residencias notables de la Avenida Alvear, como el Palacio Duhau y el Palacio Fernández Anchorena.



El frente del Palacio Unzué de Casares, en la Avenida Alvear 1345, Buenos Aires, que fue construído en 1905 por el Ing. Arq. Juan Antonio Buschiazzo - Italia, 1845/ Buenos Aires, 1945 - y remodelado y adaptado por el estudio de los Arquitectos Acevedo, Becú y Moreno durante la década de 1960. 

Es actualmente la sede social del Jockey Club. 

Se desarrollan en ella un sinfín de actividades sociales, culturales y deportivas.



El Palacio Paz fue la
 residencia más grande y una de las más lujosas de la Ciudad de Buenos Aires, , propiedad de José C. Paz y el fiel reflejo de la arquitectura Beaux-Arts de principios del sigllo XX.Su entrada principal se encuentra ubicada en la Avenida Santa Fe al 750, frente a la Plaza San Martín.
Desde 1938 es sede del Círculo Militar.

Historia


José C. Paz, fundador del diario La Prensa y embajador argentino en París desde 1885 hasta 1893, fue un importante miembro de la aristocracia y un cabal representante de la Generación del Ochenta, que condujo el país a fines del siglo XIX.
En 1900, viajó a Europa y encargó al prestigioso arquitecto francés Louis-Marie Henri Sortais el diseño de una mansión de dimensiones inusitadas para la geografía porteña, con unos 12.000 m² cubiertos en los que se encuentran 140 habitaciones y ambientes varios (cocinas, baños etc.), también poseía un gran jardín de invierno.
Fascinado por la cultura francesa de aquellos tiempos, emprendió la construcción de este pretencioso proyecto inspirado en los châteaux franceses como el de Chantilly, proyecto que no llegó a ver concretado, ya que falleció en 1912. El arquitecto Sortais, quien nunca estuvo en Buenos Aires, tampoco llegó a ver concluida su obra, habiendo muerto en 1911. La dirección de la construcción estuvo a cargo del prestigioso arquitecto e ingeniero argentino Carlos Agote.
La construcción de la mansión tardó doce años: desde 1902 a 1914.
Fueron la esposa e hijos de Paz quienes habitaron la exquisita residencia.
Se dice acertadamente que «Si Buenos Aires alguna vez fue París, el Palacio Paz es el más claro exponente».
En la inmensa residencia destacan principalmente lujosos ambientes, finamente decorados y amoblados, como el Gran Comedor de Honor, la Gran Galería de Honor, el Gran Hall de Honor, la Sala de Estar, el Salón de Baile, el Segundo Comedor y la Sala de Música.
El Palacio Paz había sido construido para ser la residencia tanto del doctor José C. Paz y su esposa, doña Zelmira Díaz Gallardo, incluidos sus dos hijos, Ezequiel Pedro Paz Díaz y Zelmira Paz Díaz. Pero en 1912, falleció José C. Paz sin alcanzar a ver concluidos los trabajos de edificación. Recién dos años después se mudaron a la mansión recién inaugurada su viuda y sus dos hijos. Mientras Ezequiel, quien había sucedido a su padre en la dirección del diario La Prensa vivió en el ala izquierda; Zelmira Paz Díaz —casada con Alberto Gainza Lynch y padres de cuatro hijos: Alberto Gainza Paz, María Josefina Gainza Paz, Angélica Zelmira Gainza Paz y Guillermo Gainza Paz— lo hizo en el ala derecha. Zelmira fue la viuda de Alberto Gaiza Lynch en 1915 y en 1933 contrajo su segundo matrimonio con el estanciero Aarón de Anchorena. Las habitaciones privadas se encontraban en el primer piso de la residencia y en el piso superior se ubicaba el personal de servicio.
A raíz de la Gran Depresión, Aarón de Anchorena estaba seriamente endeudado, y hacia 1938 pidió ayuda financiera a quien era entonces su esposa. Ella decidió vender su residencia, el Palacio Paz para levantar la hipoteca de Anchorena. De esa manera Anchorena pudo mantener la propiedad de su estancia La Barra de San Juan, hoy Parque Anchorena, residencia del Presidente de Uruguay y parque nacional uruguayo. De otra manera Anchorena hubiera tenido que vender la estancia.
La firma Casal Manfredi Perego & Cia tomó la venta del edificio y el 12 de junio de 1938, el palacio fue adquirido en $2.750.000 por el Estado Nacional para transformarlo en sede del Círculo Militar, Biblioteca Nacional Militar y Museo de Armas de la Nación, funciones que desempeña aún en la actualidad. En ese momento la Dirección General de Ingenieros del Ministerio de Guerra emprendió la adaptación de la residencia para su nuevo rol, demoliendo las cocheras que existían hacia el lado de la calle Esmeralda y construyendo allí la "Sección Deportes", un edificio de cinco plantas para la práctica de estas actividades.

Descripción:


El Palacio Paz fue edificado sobre un lote de terreno en forma de trapezoide situado sobre la Avenida Santa Fe y las calles Marcelo Torcuato de Alvear y Maipú, en el céntico barrio porteño de Retiro.
El edificio consta de tres alas y de un jardín posterior. Exstía también un jardín de invierno y un edificio destinado a cocheras sobre la calle Esmeralda. En 1941 fue sustituido por un Pabellón de Deportes. El conjunto situado en la manzana a1 del CPU ha sido protegido por APH para evitar se realizaran modificaion que pudieran perjudicar a segunda construcción residencial mas importante del mundo fuera de Francia.

Sobre la Avenida Santa Fe se ubica la fachada principal del palacio, de tres pisos principales y una mansarda central y un frontispicio que realzan el conjunto edilio. El frente se asemeja al Palacio de Chantilly y a la cara del Palacio del Louvre que mira al río Sena.
La fachada presenta, en la derecha de la construcción, un imponente portón de acceso de hierro y bronce.
Sobre la calle Maipú, la fachada guarada semejanza con la principal de la Avenida Santa Fe pero presenta un amplio bow window.
El portón de de la entrada principal comunica con el vestíbulo. Este es de estilo renacimiento y decorado con mármoles. Allí se ubica la escultura del francés Raoul-François Larche llamada:La Fl
 oración o La Vendimia.
También es de estilo renacimiento la Gran Galería estilo renacimiento, que presenta boiserie y adamascado de seda francés. En ella se ubican dos aparadorestallados con figuras y escenas del siglo XVI, un mueble buffet, cinco sitiales con doseles y dos copones de mármol con relieves de bronce fundido y con sus respectivos pedestales.
El Salón de Baile, reminiscencia de la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, Se sitúan en él dos importantes arañas de bronce y cristal de Baccarat y dos mesas consolas estilo Luis XIV.
El edificio presenta cinco comedores. El Gran Comedor es el principal y en él se ubica una espectacular chimenea de talla de nogal italiano, dos atlantes alegóricos de Diana Cazadora y a Júpiter y los demás muebles procedentes del comedor del edificio del diario La Prensa.
Otr
o ambiente que merece destacarse es Gran Hall de recepciones, de estilo barroco, que presenta una importane volumetría y altura y en cuya parte superior se ubica un vitral con la imagen de Apolo. En él se ubican, además, dos esculturas, también de Larche, llamadas: Diana y Les Roseaux.

Monumento Histórico

El Palacio Paz fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional a través del decreto 1150/2014 del Poder Ejecutivo Nacional, del 21 de julio de 2014.
La declaración comprende
...a la sede central del CIRCULO MILITAR - PALACIO RETIRO y PABELLÓN DE DEPORTES (ex PALACIO PAZ) y el JARDÍN INTERNO, delimitado por la Avenida SANTA FE Nros. 702/750/754, calle MAIPÚ Nros. 1020/30, Marcelo Torcuato de ALVEAR Nros. 715/27/45 y ESMERALDA N° 1061, de la CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES.3
La declaratoria incluye el mobiliario, objetos de arte y ornamentación histórico - artística que forman parte inseparable del inmueble que fue catalogado.

Palacio Estrugamou, Esmeralda 1355

PALACIO ESTRUGAMOU: 
PARA GENTE COMO UNO



CULTURA. ARQUITECTURA - Por Nanu Zalazar 



En la esquina de Juncal y Esmeralda se encuentra este edificio de estilo francés que fue pensado como de propiedades para alquilar a familias con buenos ingresos.



Alejandro Estrugamou fue el dueño del terreno de Esmeralda y Juncal y quien tuvo la idea de construir un edificio con departamentos de lujo para alquilar. En la década del 20, del siglo pasado, para eso decidió contratar a los arquitectos Eduardo Sauze, un argentino que había estudiado en Francia, y a Auguste Huguier, un francés que se había instalado en Buenos aires, ciudad en crecimiento que resultaba atractiva para muchos profesionales europeos.



Estrugamou, un rico terrateniente con campos en Venado Tuerto, fue un importante promotor del crecimiento y desarrollo de la ciudad. Se casó con Rosa Isabel Turner Casey, con la que tuvo cinco hijos.



Para hacer un edificio de lujo no basta sólo con un buen diseño, los materiales deben ser de una calidad superior a la media. Tal es el caso: el Estrugamou tiene picaportes de bronce, pisos de roble traídos de Eslabona y el piso de los vestíbulos y las escaleras es de mármol. Como un detalle más de confort, cada departamento tiene un hogar a leña.


El edificio está compuesto por un conjunto de cuatro edificios de ocho pisos cada uno, en todos las habitaciones principales tienen vista a la calle y las demás miran hacia un patio, que tiene una copia en bronce de la Victoria de Samotracia. En la parte superior remata su forma con una cubierta de pizarra negra.

Cada grupo de departamentos tiene un vestíbulo privado con una araña francesa colgando en las escaleras, y un ascensor principal y otro de servicio.

En el frente que da a Juncal había un jardín que tuvo que quitarse cuando se agrandó esa calle, y tal como la mayoría de los departamentos de esa época, no tiene cocheras.

Cada uno de los cuatro edificios tiene cuatro departamentos con una sala de estar, un comedor, un living, cinco dormitorios para la familia y tres más para el personal doméstico. La de Esmeralda y Juncal es una esquina topográficamente extraña ya que es más alta y las dos calles son en subida. A este lugar de Buenos Aires el escritor Eduardo Mallea lo llamó, en uno de sus libros, el “codo aristocrático” de la Ciudad

El edificio se construyó en 1924, en el período de entreguerras, por lo que no lo afectó el problema de falta de materiales que atrasó a muchos de los grandes palacios y palacetes de las décadas anteriores.





A IMAGEN Y SEMEJANZA


Por el Arq. Fabio Grementieri



Las embajadas de Italia, España y Arabia Saudita recrean el esplendor de la arquitectura urbana de inspiración europea en la primera mitad del siglo XX



DOMINGO 28 DE ENERO DE 2001



La Avenida del Libertador, hasta 1950 denominada avenida Alvear, se fue transformando hacia fines del siglo XIX y principios del XX en una de las más imponentes arterias de Buenos Aires. Límite entre el tejido de la ciudad y el parque de Palermo o los espacios de la cuña verde que llega hasta la Recoleta, su amplio trazado se fue bordeando de grandes residencias, la mayoría de inspiración francesa. Hacia fines de la década del veinte comenzó la construcción de edificios de departamentos que inicialmente armonizaban con las grandes casas pero que paulatinamente fueron alterando la escala y perspectiva.



EMBAJADA DE ESPAÑA



Embajada de España

El edificio que fue originalmente concebido para la familia Salas se contaba entre los primeros realizados en el Barrio de Palermo Chico, trazado por el paisajista francés Charles Thays. Fue proyectado hacia el año 1912 por el arquitecto alemán Carlos Nordmann, formado en la Ecole des Beaux Arts de París y con destacada actuación en el campo de la arquitectura privada porteña. Su configuración era una heterodoxa mezcla de "hôtel particulier" con edificio de departamentos y su aspecto exterior recordaba la volumetría característica de las equinas del tejido urbano de la belle époque con modeladas fachadas, recortadas mansardas y un pabellón circular rematado por una ornamentada cúpula en el ángulo. Buscaba así el arquitecto Nordmann satisfacer necesidades funcionales y de imagen formal pero también intentaba adaptarse al nuevo medio urbano propuesto por el barrio parque y definir con nitidez su "proa" sobre el gran espacio verde que se abre entre el borde de la calle Tagle y la Recoleta. A mediados de la década del veinte la propiedad fue adquirida por el gobierno de España para sede de su embajada en la capital argentina. La arquitectura del edificio fue entonces modificada por el proyecto de remodelación llevado a cabo por el estudio de los arquitectos Aranda y Repetto, responsables de importantes obras como el teatro Cervantes. Estos trabajos depuraron las líneas exteriores e interiores transformando el primigenio estilo "Beaux Arts" de heterodoxos toques germánicos en una versión cuidada de clasicismo dieciochesco francés que hizo escuela en Buenos Aires.

En los interiores, los salones fueron remodelados dentro de un sobrio estilo Luis XVI y decorados con pinturas de museo que realzan el conjunto de arquitectura y mobiliario. Las obras proceden del Prado, entre ellas se destaca un elegante retrato de doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, y un óleo del Niño Jesús dormido sobre la cruz , de la mística escuela de Bartolomé Murillo.
La decoración de las fachadas fue simplicada con reducción de herrería artística. Sin embargo, el tono final tiene algo de hispánico, de borbónico español, al que contribuye el motivo escultórico con figuras y escudo que corona la rotonda de la esquina a la manera de peinetón plateresco.

PALACIO DODERO - Embajada de España

Avenida del Libertador y Mariscal Ramón Castilla

El autor es arquitecto y especialista en patrimonio urbano de Buenos Aires.
    Palacio Alvear .Embajada de Italia. Avenida del Libertador y Billinghurst.


PALACIO ALVEAR - Embajada de Italia



Avenida del Libertador y Billinghurst




A IMAGEN Y SEMEJANZA



Por el Arq. Fabio Grementieri



Las embajadas de Italia, España y Arabia Saudita recrean el esplendor de la arquitectura urbana de inspiración europea en la primera mitad del siglo XX



DOMINGO 28 DE ENERO DE 2001



La Avenida del Libertador, hasta 1950 denominada avenida Alvear, se fue transformando hacia fines del siglo XIX y principios del XX en una de las más imponentes arterias de Buenos Aires. Límite entre el tejido de la ciudad y el parque de Palermo o los espacios de la cuña verde que llega hasta la Recoleta, su amplio trazado se fue bordeando de grandes residencias, la mayoría de inspiración francesa. Hacia fines de la década del veinte comenzó la construcción de edificios de departamentos que inicialmente armonizaban con las grandes casas pero que paulatinamente fueron alterando la escala y perspectiva.



EMBAJADA DE ITALIA

Embajada de Italia
Enfatizando uno de los tres quiebres que articulan la traza de esta avenida se levanta una de las más refinadas residencias que se erigieron sobre esta arteria.

Los jardines le otorgan a la embajada de Italia, ex palacio Alvear, el carácter de una villa.Foto:Xavier Verstraeten

La actual sede de la embajada de Italia fue propiedad de Federico de Alvear y su esposa, Felisa Ortiz Basualdo, cabales representantes de la predilección argentina por la cultura francesa en la primera mitad del siglo XX. Alternaban prolongadas estadías en París con temporadas en Buenos Aires y tenían buen conocimiento de la gran tradición artística francesa. El diseño del edificio en sus líneas generales fue delineado a fines de la década del diez por el mismo Federico de Alvear, quien a la par de su afición por el turf era un apasionado por la arquitectura al punto de construir él personalmente maquetas de estudio para distintos proyectos que impulsara, quedando a cargo de profesionales de la construcción el desarrollo de aspectos técnicos y constructivos.
La residencia se encuentra rodeada de un amplio jardín, concebido también como patio de honor, lo que otorga a la construcción una apariencia de "hotel particulier" y "villa" a la vez. El estilo elegido se inspira en la arquitectura francesa de mediados del siglo XVIII. Las fachadas tuvieron como modelo un edificio parisiense bien conocido y admirado por muchos argentinos de la época. La principal recrea las líneas del "Hôtel de Biron", construido hacia 1730 por Jacques-Ange Gabriel y Jean Aubert para el financista Peyrenc de Moras y sede actual del Museo Rodin en Paris. Pero lo hace como una variación del tema original, con logradas transposiciones y reubicaciones de los elementos compositivos básicos del modelo. Esta emulación de modelos consagrados, que toma el nombre francés de "pastiche", consiste en seleccionar los elementos principales de una composición arquitectónica de prestigio para restituirlos dentro de un conjunto que rememora el original.
Los interiores, si bien responden a una arquitectura inspirada en el siglo XVIII francés, presentan una disposición particular donde las secuencias y articulaciones espaciales propias de la arquitectura recreada se transgreden. Los salones de recepción, originalmente decorados con revestimientos y mobiliario de época seleccionado por Alvear y su esposa fueron redecorados al ser vendida la casa al gobierno italiano en 1924.
El palacio Alvear resume una época en que las residencias de Buenos Aires evolucionaban hacia una heterodoxia en la emulación de los modelos franceses consagrados, apareciendo criterios de disposición y confort de inspiración inglesa y cierto espíritu italiano en la concepción del edificio como villa rodeada de parque en cercana relación con los interiores.

El autor es arquitecto y especialista en patrimonio urbano de Buenos Aires.



PALACIO HIRSCH, Conde 2084.
Alfredo Hirsch llegó de Alemania en 1897 y encargó su casa al arquitecto británico Sutton. La estrenó en 1922. En 1.200 m2 cubiertos, muestra influencias varias: ladrillo a la vista, chimeneas y un portal de rejas negras con ornamentos dorados de tipo inglés, balcones de rasgos italianos y óvalos y otras formas de decoración Art Déco y Art Nouveau. Comerciante millonario, formó una colección con obras de Rembrandt y Rubens, entre otros maestros, que donó al Museo Nacional de Bellas Artes.






PALACIO LELOIR, Libertad 1264

Es una mansión de estilo del Academicismo francés con toques Art nouveau que se comenzó a construir en 1903 por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen.
Proyectada como residencia del señor Antonio Leloir.2 En junio de 1944 fue adquirida a la señora, en ese entonces viuda, Adela Unzué de Leloir por el “Círcolo Italiano di Buenos Aires” que fue fundado en 1873.

Estructura
La estructura es una residencia de planta baja y dos pisos superiores con un amplio jardín posterior y una fachada retirada de la línea municipal. Su arquitectura combina elementos del clasicismo francés, dando como resultado un elegante hotel privado, con un espacio destinado originalmente a la entrada de carruajes frente a su acceso.3
En su interior posee arañas de cristal, mármoles y una bosserie intacta. Sus pasillos conducen a una biblioteca que asemeja a un museo con vitrinas, enciclopedias y diccionarios de 1790 sobre cultura italiana.
En la actualidad se realizan diversos eventos como conferencias ycongresos, pero también del tipo social como casamientos. También funciona allí un restaurante de comida italiana y se dictan clases deidioma italiano, de bridge y de tango.
A principios de la década de 1990 el arquitecto Eduardo Ellis llevó a cabo una puesta en valor de los salones de planta baja. Entre los trabajos ejecutados se demolieron los cielorrasos dejando expuestos los originales, con un trabajo de molduras que no pudieron ser reconstruidas por el alto valor del trabajo. Sin embargo se preservaron construyendo un nuevo cielorraso por debajo



GELLY Y OBES 2398,

Arqs. Acevedo, Becú y Moreno, 1940

"En Recoleta y Barrio Norte no podemos dejar de mencionar las obras construidas por el arquitecto Alejandro Bustillo, de puro estilo francés, con medidas importantes y en muchos casos en ubicaciones privilegiadas. Son construcciones que superan los 5000 dólares el m2. Todo depende de la calle donde estén. En algunos casos se pueden adquirir algunas de estas propiedades a valores inferiores, por debajo de 3000 dólares el m2", agrega.



Elevada cien metros sobre una calle tradicional, La Isla tiene vista a la Avenida del Libertador y salida a Las Heras. Con un estilo típicamente parisiense, es uno de los rincones más exclusivos y cotizados de Buenos Aires, ya que está integrada al barrio de Recoleta y casi no hay ruido porque es muy poco transitada por los desniveles y las escalinatas de sus calles.



Ahí se destacan algunas construcciones como el edificio Campomar, frente a la embajada británica. "Son cuatro pisos de poco más 600 m2 y un dúplex de más de 1000 m2. Si bien no hay nada en venta y el último se vendió hace 10 años, ahí el valor del m2 alcanza los 7000 dólares o más.










CASA DE VICTORIA OCAMPO



Ahora Fondo Nacional de las Artes

Rufino de Elizalde 2832
Grand Bourg




Arq. Alejandro Bustillo, 1929.



CÓMPLICES O COMPINCHES



Por Berto González Montaner-

24/11/11

Cliente y arquitecto transitan una relación con múltiples matices a lo largo de un proyecto. Entender cuál es el rol de cada uno ayuda a que el resultado sea el esperado.


La casa de Victoria Ocampo. La hizo Alejandro Bustillo en Barrio Parque.


Desde siempre, la relación entre arquitectos y clientes (comitentes, como se denomina en la jerga) ha sido conflictiva.
Para algunos historiadores, aunque existan el Partenón, el Coliseo o de las pirámides de Egipto, la Arquitectura existe como disciplina, en los términos en que la conocemos ahora, desde el Renacimiento (siglo XV). Lo cierto es que por mucho tiempo no se ocupó de la gente común; estuvo dedicada a satisfacer las necesidades de dioses, papas, reyes y príncipes.
Las páginas de la Historia del Arte muestran iglesias, templos o castillos y sólo recién en los últimos capítulos, dedicados a la Modernidad (fines del siglo XIX y principio del XX) aparecen las viviendas. Como decía el arquitecto cordobés Ignacio “Togo” Díaz: un tema donde “el usuario tiene rostro”. Claro que no viene solo... Con las casas, las relaciones entre arquitectos y clientes se hicieron más personales, aparecieron con mayor intensidad las comedias de enredos y los conflictos.
Todos tienen un poquito de razón. Los clientes dicen: “La plata la pongo yo, por qué mi arquitecto va hacer lo que quiere”. “¿Qué se cree que me va a enseñar cómo tengo que vivir?” Los arquitectos, en muchos casos, la juegan de incomprendidos y reclaman clientes más cultos, que sepan comprender su arte. Añoran los tiempos en que la Arquitectura, así con mayúsculas, estaba allá arriba. Cuando una Victoria Ocampo buscaba a los mejores arquitectos (primero a Le Corbusier y luego a Alejandro Bustillo) para hacerse su casa en Barrio Parque, en Rufino de Elizalde 2831, donde hoy funciona la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes.
Volviendo a hoy y a la tierra, se quejan porque una vez que terminan las obras, cuando llegan los dueños y las habitan, se las arruinan. Se sabe, dicen como un secreto a voces, la foto hay que sacarla inmediatamente antes de que se muden.
También, pobres, se sienten ultrajados porque luego de parir la obra durante más de un año, les cierran las puertas y en el mejor de los casos pueden pedir permiso para visitarla.
En la última recorrida que hice acompañado por arquitectos visitando “sus” casas, recogí nuevos testimonios que ¿echan luz? sobre estas relaciones peligrosas.
Uno de los arquitectos me contó que hasta le ofreció regalar al cliente los planos con los diseños de los muebles de la casa supervanguardista que estábamos visitando para evitar que pusiera los horrendos muebles de caño que finalmente puso e imposibilitaron cualquier foto digna.
Otro me confesó que para evitar que su obra quede desdibujada por los gustos de los dueños, su estrategia es hacer una arquitectura tan fuerte, de tanta presencia, que resista cualquier cachivache. El susodicho las crea con unas potentes estructuras de hormigón visto que concentran la atención de cualquier distraído y ningunean el equipamiento.
El más conceptuoso me aseguró, mientras visitábamos una fantástica casa donde estaba cuidadosamente diseñado hasta el más mínimo detalle, que los arquitectos necesitan de un cómplice para hacer una buena obra. Una curiosa definición que deja implícito que la intención profunda del proyectista es llevar a cabo una tropelía, un capricho o, si seguimos al pie de la letra la acepción de la palabra cómplice, simplemente algo así como un delito.
También hubo de los otros, de esos que se llenan la boca con discursos políticamente correctos. Son los que dicen respetar el gusto de la gente, que no hay que imponerles nada, que la gente no come vidrios y sabe perfectamente qué quiere.
Ni tanto ni tan poco, qué tal una comparación gastronómica. Habito todos los días como desayuno, almuerzo, meriendo y ceno. Puedo asegurar que la carne me gusta a punto, jugosa o medio pasadita. Con mucha o poca sal. Que prefiero tal o cual corte. Pero todas esas sabidurías no me convierten ni en cocinero ni me habilitan para hacer un programa gourmet.
Un buen chef me puede sorprender con los más exquisitos manjares. Puede guiarme a descubrir una impensable combinación de gustos, colores, aromas y texturas. Puede aconsejarme en la elección del vino adecuado. Y, en algunos casos, hasta programarme una dieta saludable. Para mí, los buenos arquitectos son los que hacen eso. Guían, asesoran, acompañan al cliente para hacer su casa. Los ayudan a decidir, a descubrir las mejores posibilidades aunque estén fuera de libreto. No buscan en el cliente un cómplice para llevar a cabo “su” obra, ni un instrumento para obtener una buena foto que rankee para ser publicada. En todo caso, buscan un compinche. Alguien con quien compartir la aventura de generar un proyecto con intereses que se potencien: “tu mejor casa, mi mejor proyecto”.




PALACIO DEVOTO

Arq. Alejandro Bustillo, 1936.

Avenida del Libertador 2882 y Ugarteche.







EL MUSEO LAS LILAS DE ARECO, DEDICADO A LA OBRA DE
FLORENCIO MOLINA CAMPOS, 1891-1959

     FLORENCIO MOLINA CAMPOS TRABAJANDO EN SU TALLER EN COMPAÑÍA DE SU MUJER















LA ENTRADA DEL MUSEO SOBRE LA CALLE
MORENO 279, SAN ANTONIO DE ARECO
LA PARTICULAR VISIÓN DE MOLINA CAMPOS SOBRE UNA MUDANZA DE CAMPO
                                                              
                                                                                                          
OCTAVIO A. CARABALL
Por Pedro L. Baliña

Brillante la idea de Octavio Caraballo
de hacer este museo, de sacar a la luz y compartir
su fantástica colección y de asegurar su preservación y supervivencia en el tiempo a través de la Fundación Las Lilas. Iniciativas privadas como ésta deberían ser imitadas a lo largo y a lo ancho de toda la República Argentina.
Con una agudísima observación, y una minuciosidad y un detallismo exacerbados, Molina Campos documenta en sus obras muchas lindas tradiciones del campo argentino que han cambiado con el avance de la tecnificación moderna.
Pero a la tradición no sólo se le debe rendir culto cada 10 de noviembre, en que se festeja su día por coincidir con el aniversario del nacimiento de José Hernández, autor del Martín Fierro, sino que se la construye día a día. Y preservar esos verdaderos documentos de ese pasado no tan lejano que son las obras de Molina Campos es una muy buena forma de homenajearla y de construir tradición día a día.

El Museo Las Lilas de Areco, de la Fundación Las Lilas, presenta una valiosa selección de obras originales del popular artista don Florencio Molina Campos,1891-1959.
Acuarelas, pasteles y témperas que abarcan sus diferentes etapas artísticas, junto con afiches publicitarios, chapas y algunos objetos personales componen el patrimonio artístico y cultural que se exhibe al público.
En sus notas sobre el Museo Las Lilas de Areco, varios medios de prensa han deslizado un error que puede inducir a los lectores a confusión. Una cosa son los almanaques de Alpargatas en sí, que, obviamente son reproducciones, que todavía pueden conseguirse en algunas librerías de viejo,y otra, totalmente diferente, son las obras originales de Molina Campos usadas por Alpargatas para imprimir sus famosos almanaques.
Demás está decir que hay un abismo entre el valor monetario de los almanaques de Alpargatas, por genuinos que sean, y el de las obras originales de Molina Campos utilizadas por Alpargatas para imprimirlos: no tienen punto de comparación.
Me parece muy importante dejar debidamente aclarado este tema.
Las más de 70 obras de Molina Campos exhibidas en el Museo Las Lilas de Areco son todas obras originales, en su gran mayoría témperas sobre papel montado sobre cartón.
Distintos medios gráficos del Interior "levantaron" la nota de La Nación, distribuyendo a su vez el error cometido.El Museo, además de sus salas de exposición, dedicadas a la obra de Molina Campos de la colección de la Fundación y a exhibiciones temporarias varias, cuenta con representaciones corpóreas de obras, relatadas por la voz de Luis Landriscina, con una interesante y variada biblioteca, con una cafetería con con delicias caseras para reponer energías y con una tienda donde se pueden comprar desde ponchos de alpaca hasta diversos objetos relacionados con Molina Campos.




"... Me fascinaba nuestra historia y en especial todo lo relacionado con la inmensa llanura pampeana.

Molina Campos me atrajo desde muy joven porque reflejaba los paisajes y las costumbres de nuestro campo. Todo lo que yo había visto y vivido desde mi adolescencia estaba ahí… Comencé a coleccionar su obra y luego, por los años ochenta, con mi hermana y un amigo de la infancia pudimos adquirir la famosa colección de Don Florencio de la Fábrica Argentina de Alpargatas."


                                                           Octavio A. Caraballo 

          FLORENCIO MOLINA CAMPOS



Biografía de Florencio Molina Campos


El 3 de octubre de 1891, el párroco de San Nicolás, Eduardo O’Gorman –hermano de la célebre Camila- bautizó con el nombre de Florencio de los Angeles a quien conocemos como Florencio Molina Campos. Era hijo de Florencio Molina Salas y de Josefina del Corazón de Jesús Campos y Campos.
Desde muy chico dibujó paisajes, escenas y personajes camperos que había observado y registrado durante las vacaciones de su infancia, en la estancia paterna “Los Angeles” del Tuyú, Buenos Aires, y más tarde, en “La Matilde” de Chajarí, Entre Ríos, arrendada por la familia.
Después de la muerte de su padre, en 1907,debió trabajar en el correo, en la Sociedad Rural Argentina y en Obras Públicas. Sus intentos de independizarse como comisionista primero, y en un establecimiento de campo en el Chaco después, fracasaron.
En 1926, a los treinta y cinco años, a instancias de un amigo, inauguró su primera exposición en el Galpón Central de la Sociedad Rural. El presidente Alvear visitó la muestra y adquirió dos de sus obras.
Al año siguiente expuso en la vieja Rambla de Mar del Plata, donde conoció a la que iba a ser su segunda mujer, María Elvira Ponce Aguirre. Desde 1931 hasta 1944 pintó los almanaques para la Fábrica Argentina de Alpargatas que conforman no sólo lo más difundido sino lo más importante de su obra.
Admirador de Molina Campos, Walt Disney lo contrató como asesor para varias de sus películas, pero el resultado de esta asociación no satisfizo a nuestro artista, porque veía desvirtuada la imagen del hombre de campo argentino.
Son memorables sus ilustraciones para el Fausto de Estanislao del Campo, editadas por Kraft. En los Estado Unidos, donde residió varios años, se hicieron famosos los almanaques que pintó desde 1944 hasta 1958 para una empresa productora de máquinas agrícolas: la Minneapolis-Moline. Florencio Molina Campos, nacido en Buenos Aires el 21 de agosto de 1891, muere el 16 de noviembre de 1959 en su ciudad natal.

Texto basado en la Biografía de Juan Carlos Ocampo, 1938-2006, incluida en el libro “Molina Campos”, editado por la Asociación Amigos de las Artes Tradicionales.





MUSEO LAS LILAS DE ARECO


Dirección:
Moreno 279

(2760) San Antonio de Areco, Buenos Aires

Télefono:
(+54) 2326-456425

Email:
museo@museolaslilas.org

http://www.museolaslilas.org


Horarios


Horario de invierno: Jueves a Domingos y Feriados, de 10:00 a 18:00

Horario de verano: Jueves a Domingos y Feriados, de 10:00 a 20:00