CÓMO ENTENDER BUENOS AIRES

La ex capilla de los monjes recoletos (hoy Centro Cultural Recoleta) en las barrancas de plaza Francia.
   La ex capilla de los monjes recoletos (hoy Centro Cultural Recoleta) en las barrancas de plaza Francia.

Por Berto González Montaner


La primera recomendación para quien visita Buenos Aires es que lo haga levantando la vista. Se encontrará con una fauna arquitectónica de lo más variada y exótica. La Capital se originó como un pequeño tablero de ajedrez sobre la llanura pampeana. Esa cuadrícula original, que hoy forma parte del Casco Histórico de la Ciudad, se extendió como mancha de aceite hacia el continente. Viéndola desde un avión parece interminable y, de noche, es un espectáculo impresionante.Para entender cómo se fue estructurando y el porqué de su forma actual hay que saber que en los orígenes las mercaderías llegaban en carretas desde el interior a Constitución, Plaza Miserere y Retiro, que eran como centros de transferencia. Luego, desde allí saldrían los trenes que junto con el subte (el primero es la línea A, de 1913) y el trazado de la avenidas principales cada cuatro cuadras fueron generando la estructura urbana de la ciudad.Tuvo su primera gran intervención urbanística con la apertura de la Avenida de Mayo en 1884 para crear su gran eje institucional y simbólico. En la segunda década del siglo XX se empezó la Diagonal Norte que comunica la Casa de Gobierno con el Palacio de Justicia y la Diagonal Sur, que debía comunicarla con la futura sede del gobierno municipal. Pero eso nunca sucedió: la obra quedó inconclusa.En la década del 30 comenzó otra operación urbanística importante, la obra de la Avenida 9 de Julio, el eje norte-sur que une Retiro con Constitución. Esta vez con un concepto de ciudad menos formalista y más atenta a las ideas funcionalistas.La tercera gran oleada fue la expansión del centro porteño en la urbanización de Puerto Madero. Un puerto que a poco de haber sido construido se mostró ineficiente y que por los años 90 se lo recicló construyendo una nueva postal porteña.Lo curioso es que sobre esta malla homogénea se han depositado como capas las más variadas y exóticas arquitecturas que reflejan las distintas colectividades que construyeron nuestra ciudad.En San Telmo todavía se puede recrear la escala de la vieja ciudad. Está bueno perderse entre sus calles empedradas, enmarcadas por casas bajas que alguna vez pertenecieron a la aristocracia porteña. También se pueden encontrar algunas construcciones que recuerdan lo poco que queda de arquitectura colonial. La Iglesia de San Ignacio, construida en 1710 en Bolívar 520 es la más antigua de la ciudad. Y llegando al Parque Lezama está la Iglesia Ortodoxa Rusa, que parece salida de un libro de cuentos.Sobre la Avenida de Mayo hay un popurrí de arquitecturas con las más diversas procedencias. Edificios neoclásicos de todo tipo, Art Nouveau y Art Déco, vigilados por el exótico faro del Palacio Barolo y jalonados a un lado por la imponente cúpula del Palacio del Congreso y al otro, por la Casa de Gobierno.La Boca es de lo más pintoresca. Además de estar allí su famoso estadio, todavía conserva los viejos y multicolores conventillos de chapa y el Transbordador (uno de los pocos que queda en pie en el mundo) para cruzar el Riachuelo. Del Riachuelo, ni que hablar: una de nuestras vergüenzas nacionales. Un río que bien podría jugar el papel del Sena o de la ría del Nervión (Bilbao), no es más que una inmensa cloaca a cielo abierto.Uno de los pocos accidentes que tiene la cuadrícula sucede en la zona del Cementerio de La Recoleta, una pequeña ciudadela amurallada cuyas bóvedas reproducen y sintetizan las adhesiones arquitectónicas que tuvo nuestra burguesía a través del tiempo. El cambio de dirección de la cuadrícula produce el espacio singular que caracteriza a la Plaza Francia y se derrama en una serie de plazas y parques que junto al eje de la avenida Del Libertador y Figueroa Alcorta, constituyen una de las vidrieras más elegantes de la ciudad. Allí se encuentran el Museo Nacional de Bellas Artes, el Palais de Glace, la Biblioteca Nacional, la Facultad de Derecho y también importantes monumentos como la Floralis donada por el arquitecto Eduardo Catalano.De ese lugar donde la ciudad cambia de dirección también sale la avenida Alvear, una especie de rincón parisino en Buenos Aires en el que se construyeron grandes mansiones en estilo Beaux Arts como el Palacio Duhau (hoy, un lujoso hotel), la Nunciatura, el Jockey Club y la Embajada de Francia, que por muy poco se salvó de la demolición cuando se abrió la Avenida 9 de Julio.Otro lugar interesante es Palermo Viejo (o Soho), ahora extendido hacia el llamado Palermo Hollywood. Allí se armó una movida que empezó en los años ´80 con el bar El Taller sobre la Plaza Serrano y el reciclaje de viejas casas chorizo con un estilo bien particular: “progre”, nacional y popular. Y que volvió a tomar impulso en los últimos años, pero ahora dando lugar a la tendencia del diseño.

* Editor General ARQ


Fuente: clarin.com

CON UNA ESCULTURA CELEBRAN EN CRIMEA
LOS 70 AÑOS DE LA CONFERENCIA DE YALTA

Monumento, con el líder soviético Stalin, el presidente estadounidense Roosevelt y el primer ministro británico Churchill, los tres líderes aliados en la conferencia de Yalta. Un nuevo monumento del escultor ruso Zurab Tsereteli es que se hará público en Crimea como parte de las celebraciones del 70 aniversario de la conferencia de Yalta 1945. AFP

Monumento, con el líder soviético Stalin, el presidente estadounidense Roosevelt y el primer ministro británico Churchill, los tres líderes aliados en la conferencia de Yalta.
Un nuevo monumento del escultor ruso Zurab Tsereteli es que se hará público en Crimea como parte de las celebraciones del 70 aniversario de la conferencia de Yalta 1945.

Foto AFP

UN JUEGO FOTOGRÁFICO REVELA CÓMO CAMBIÓ BUENOS AIRES

Pasado y presente en imágenes

En el sitio Buenos Aires, antes y después se exhiben fotos superpuestas de la Ciudad. La zona fotografiada aparece partida en dos mitades, en una se la ve tal cómo era décadas atrás y en la otra, cómo es ahora. El visitante puede jugar a ir descubriendo una u otra mitad de las fotografías.


Avenida Alem y Marcelo T. de Alvear (1890).
   Avenida Alem y Marcelo T. de Alvear (1890).
"Buenos Aires, antes y después".

Así se llama el proyecto fotográfico creado por el diseñador web Gastón de la Llana, quien ha jugado con el paso del tiempo y muestra cómo cambiaron algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires.
En el sitio del proyecto, se comparan fotos antiguas de archivo con imágenes actuales tomadas desde el mismo punto de vista. El fotógrafo amateur nos introduce en el túnel del tiempo y nos hace viajar a décadas pasadas y a descubrir cómo en 1890 era  el cruce de la Avenida Alem con Marcelo T. de Alvear. También podemos observar el ya desaparecido natatorio ubicado en Retiro o descubrir el aspecto de la esquina de Alem y Reconquista, donde hoy se encuentra el famoso restorán Asador Criollo.

   El Cabildo de Buenos Aires, 1930.



   Avenida Alem y y Marcelo T. de Alvear, en 1890.



   Alem y Reconquista, 1926.



De la LLana exhibe las fotos superpuestas. Inicialmente la zona fotografiada aparece partida en dos mitades, en una se la ve tal como era décadas atrás y en la otra, cómo es ahora. El visitante del sitio puede jugar con el cursor del mouse e ir descubriendo una u otra mitad de las fotografías en un juego que resulta revelador de los cambios que trajo el tiempo a cada lugar.

   Avenida de Mayo, 1915.



   Natatorio de Retiro, 1938.

Las imágenes históricas fueron extraidas  de diferentes organizaciones, como el Archivo General de la Nación o dirección de paseos y otras colecciones, y las actuales, tomdas por el mismo creador del sitio.


Fuente: clarin.com

HALLARON LA MOMIA DE UN MONJE
ADENTRO DE UNA ESTATUA DE BUDA

Descubrimiento científico en Holanda.

El cuerpo tiene casi mil años y fue detectado por una tomografía. Creen que fue parte de un rito de automomificación.
Prueba clave. La estatua china, durante la tomografía. En su interior está el cuerpo del monje Liuquan. MEANDER MEDICAL CENTER
   Prueba clave. La estatua china, durante la tomografía. En su interior está el cuerpo del monje Liuquan.  MEANDER MEDICAL CENTER

Debieron pasar casi mil años para que el secreto fuera develado. Una estatua china de Buda -que hoy es exhibida en Budapest como parte de una muestra de arte- resultó ser mucho más que una simple pieza de museo: en su interior se encuentra el cuerpo momificado de un monje budista. Su cadáver, estiman los investigadores, está encerrado en el interior de esta pieza desde los siglos XI o XII.
El trabajo fue realizado en el Meander Medical Center, ubicado en la ciudad holandesa de Amersfoort. Un grupo de científicos le practicó a la estatua una tomografía computada -que les permitió escanearla a través de rayos- , que luego fue completada con una serie de estudios con endoscopio.
El resultado los dejó con la boca abierta: advirtieron que en el interior de la estatua había una estructura esquelética que se correspondía con un cuerpo humano. Los radiólogos Raynald Vermeijden y Ben Heggelman, incluso, detectaron la presencia de pequeños trozos de papel que fueron impresos con caracteres chinos antiguos. Bajo la supervisión de especialistas del Museo Nacional, también tomaron muestras de materiales de las cavidades torácica y abdominal, que aún no han sido identificados.
La investigación fue liderada por el experto en arte y cultura budista Erik Bruijn, que fue especialmente invitado por el Museo del Mundo de Rotterdam. Los especialistas llegaron a la conclusión de que el cuerpo hallado es del maestro budista Liuquan, que pertenecía a la Escuela de Meditación china y que habría muerto entre 1050 y 1150. Esto pudo ser confirmado a través de muestras de material oseo, que fueron sometidas a análisis de ADN.
La hipótesis de los científicos es que Liuquan habría practicado la antigua tradición de automomificación, en la que los ascetas budistas seguían durante varios años un estricto y doloroso plan de ayuno, hasta llegar a una etapa final en la que meditaban en posición de loto hasta morir. Al cumplir ese rito, sus cuerpos eran conservados y eran venerados como "budas vivientes". Esta práctica  fue prohibida por China siglos más tarde.
El descubrimiento de la momia, detalló el Meandro Medical Center en su página web, es de gran importancia cultural, no sólo porque es único de su tipo, sino porque además es hasta el momento la única momia budista china que está disponible en Occidente para la investigación científica. En la actualidad se encuentra en el Museo Nacional de Budapest, en Hungría, donde será exhibida hasta mayo.


Fuente: clarin.com

LA SERENA BELLEZA DEL TEMPLO ARMENIO

Secreta Buenos Aires.

En la calle de Palermo que recuerda a la colectividad está la sede del credo cristiano que se identifica con San Gregorio.
Luz. La de los vitrales que le dan calma a la bella catedral de Palermo. (Hernán Rojas)
Luz. La de los vitrales que le dan calma a la bella catedral de Palermo. (Hernán Rojas)

Eduardo Parise

Suena contradictorio pero es una realidad: el edificio está hecho con una lujosa austeridad y eso se refleja tanto por fuera como en el interior. El secreto parece radicar en la luz natural que recibe sobre las paredes y que se cuela por los coloridos vitrales y la gran cúpula central que, con un diámetro de diez metros, alcanza los 35 metros de alto. La imponente catedral está en el barrio de Palermo y pertenece a la Iglesia Apostólica Armenia, una comunidad cristiana que tiene a los apóstoles San Judas Tadeo y San Bartolomé como sus primeros evangelizadores y, por lo tanto, como fundadores de la Iglesia Armenia.
Consagrada en 1938, la catedral está identificada con la figura de San Krikor (Gregorio), considerado por los armenios como “Lusarovich” (Iluminador) ya que consagró su vida “a difundir la luz del Evangelio” que habían llevado los apóstoles. San Gregorio El Iluminador fue el primer patriarca de la Iglesia Armenia y quien hizo construir la Catedral de San Echmiadzin, aún existente en ese país. Esa catedral es el equivalente a lo que significan San Pedro y El Vaticano para los católicos y es la sede del patriarca Karekin II, máxima autoridad. El altar de la iglesia de Palermo (Armenia 1353) es justamente una réplica en miniatura de esa catedral.
La de Buenos Aires se comenzó a construir en 1937 en base a un proyecto del arquitecto Arslan, quien usó elementos propios de la arquitectura religiosa armenia. Es decir: una gran nave sin columnas en el medio, donde tanto la cúpula como el techo con arcos se apoyan sobre las paredes laterales. En esas paredes hay columnas estilo dórico y cada una tiene tallada la cruz armenia, un símbolo del arte del país. La cruz se denomina Jachkar (jach significa cruz y kar, piedra) y comenzó a esculpirse sobre granito desde el año 301, en los tiempos de la conversión del rey Tiridates III, a instancias de San Gregorio. Se la implantó sobre antiguos ritos paganos. Dicen que en Armenia se las encuentra en todo el territorio.
Para entrar a la catedral (de unos 70 metros de largo por 20 de ancho) hay que subir una gran escalera de mármol blanco. Se accede por una puerta hecha en roble, igual que las laterales, los bancos y la balaustrada que antecede al altar. Adentro se destacan tres grandes arañas con sus brillantes caireles. A la derecha de la entrada hay un pequeño altar donde cada concurrente enciende una vela en homenaje a su nacionalidad y a sus antepasados. Sobre la izquierda, otro altar también es importante: en una pequeña urna se guarda como reliquia un hueso de San Judas Tadeo. En el mármol y en la pequeña puerta están talladas las simbólicas jachkar.
Un párrafo aparte merecen las pinturas en las paredes de toda la catedral. Entre ellas están las imágenes de San Pedro y San Pablo, los evangelistas Juan, Marcos, Mateo y Lucas y, obviamente, el retrato de San Gregorio. El tambor de la cúpula está rodeado por doce óleos que representan momentos de la vida de Jesús. Todas las pinturas fueron realizadas por Baltasar Ayvazian, un hombre nacido en 1896 y que llegó a la Argentina en 1923. Ayvazian sobrevivió a una masacre ocurrida en Cilicia en 1909 y al gran genocidio cometido por los turcos en abril de 1915 (en un par de meses, en el mundo y en Argentina, se recordará el centenario de ese trágico hecho en el que fueron asesinados un millón y medio de armenios).
Además de la catedral del culto armenio, en Palermo está la sede del Arzobispado (desde 1990 el arzobispo primado para Argentina y Chile es Kissag Mouradian; reside en el país desde 1975), el Centro Armenio y la Sala Siranush, un teatro de los años 50, muy bien restaurado. También en el lugar se cumple otra tradición de los colegios armenios: los viernes las madres de los alumnos preparan comida típica para que la disfruten quienes van al lugar. La recaudación sirve para los gastos del viaje de egresados, cuando los alumnos visitan Armenia. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA CINÉFILA

CINE › MAS ALLÁ DEL OLVIDO Y FOTOGRAMAS DE LA MEMORIA, CON LOS RECUERDOS DEL CINE ARGENTINO CLÁSICO
Guillermo Russo y Andrés Insaurralde recopilan en dos tomos las miradas de casi un centenar de protagonistas de la época de los estudios, mientras que Rafael Valles realiza una larga entrevista de más de trescientas páginas a José Martínez Suárez.



Por Horacio Bernades

El cine argentino recupera la memoria. El cine argentino clásico, más exactamente. Eso hacen pensar las recientes ediciones de sendos libros de entrevistas con representantes de ese período, que se conviene en fechar entre comienzos de los años ’30 y mediados de los ’50. En un caso, la memoria se tiende más atrás, hasta casi los comienzos de la época muda. En otro hace el movimiento contrario, llegando hasta los años ’60 y más acá. Publicado por Amerian Ediciones, producido con coordinación general de la Fundación Aldea de las Luces y escrito por los especialistas Guillermo Russo y Andrés Insaurralde, Más allá del olvido recopila, en dos tomos y cerca de mil páginas, entrevistas con casi un centenar de protagonistas de la época de los estudios. Editado por el Incaa y la escuela que de esa institución depende, la Enerc, Fotogramas de la memoria es, en cambio, una larga entrevista de más de trescientas páginas con José Martínez Suárez, que empezó haciendo de “pibe de los mandados” en los legendarios estudios Lumiton, hace la friolera de setenta y cuatro años. Al día de hoy, pisando los 90 y tras una apreciada carrera como realizador, el hermano mayor de Mirtha Legrand y ex cuñado del gran Daniel Tinayre preside el Festival de Cine de Mar del Plata.
El proyecto de Russo e Insaurralde comenzó a fines de los ’70, cuando ambos se conocieron trabajando en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken: se propusieron documentar mediante una cabalgata de entrevistas la historia entera del cine argentino de los estudios. El entrevistado más veterano de Más allá del olvido es el español Julián de Ajuria, que en 1909 produjo La Revolución de Mayo, primer largo de ficción del cine argentino. La más mocita, la maquilladora Blanca Olavego, que nació en 1928, debutó veinte años más tarde y trabajó por última vez en La historia oficial. “Entrevistamos a todos los que pudimos localizar”, recuerdan Russo e Insaurralde. “No excluimos a nadie. Los que no están es porque ya no estaban, o no estaban bien de salud, o eran inhallables. Alguno que otro se negó, por los motivos que fueran. Fue un trabajo arduo, no sólo de búsqueda de los entrevistados sino de archivo. En esa época no existía el VHS y la única forma de revisar las películas era a través de las copias fílmicas que circularan, muchas de las cuales obviamente no estaban en las mejores condiciones. Algunas formaban parte del catálogo del propio Museo, muchas otras hubo que rastrearlas entre coleccionistas privados.”
En Más allá del olvido se dejan oír las voces de Delia Garcés, Angel Magaña, Francisco Petrone, Raúl Thorry, Olga Zubarry, Elena Lucena, Eva Franco y Roberto Escalada, entre los actores; el propio Del Carril, Lucas Demare, Carlos Hugo Christensen, Daniel Tinayre, Hugo Fregonese, Luis Saslavsky, entre los realizadores; el productor Atilio Mentasti y técnicos tan notables como los directores de fotografía Américo Hoss o Antonio Merayo, los escenógrafos Raúl Soldi o Saulo Benavente, los músicos Sebastián Piana y Tito Ribero, el montajista Raúl Garate y, faltaba más, el vestuarista Paco Jamandreu.
Muchos de esos nombres reaparecen, claro, en Fotogramas de la memoria, cuyas entrevistas están curiosamente a cargo de un especialista brasileño. Se trata de Rafael Valles, que llegó a Buenos Aires una década atrás con la intención de estudiar cine. “En esa circunstancia di con un taller que me parecía muy insólito por sus métodos y del que tenía excelentes referencias, como que allí había estudiado gente como Lucrecia Martel, Juan José Campanella o Pablo Trapero”, recuerda Valles. “Era el Taller MS, que dirigía Martínez Suárez y donde se trabajaba en forma individual la elaboración de un corto, desde la etapa de guión y con la guía de José. Fue un verdadero descubrimiento para mí.” Veterano de aquel cine argentino de la industria, miembro de la generación del ’60 (con películas como El crack y Dar la cara), maestro de varias generaciones, cinéfilo de vasta erudición y memoria elefantiásica, presidente del Festival de Mar del Plata desde hace un lustro, el múltiple Martínez Suárez es, como no ignora quien lo haya tratado, un magnético narrador oral, dueño de un infrecuente y sofisticado sentido del humor.
¿El entrevistado perfecto? Fotogramas de la memoria permite salir de dudas. “En 2011, José aceptó la propuesta con dos condiciones”, afirma Valles. “Una era que yo tenía que saber más de él que él mismo, y otra que tratase de entrevistar también a quienes lo discutían o cuestionaban, para que el resultado no fuera una celebración de su personalidad.” Esta última es, sin duda, una diferencia con Más allá del olvido. En Fotogramas de la memoria, Martínez Suárez habla de sus primeras experiencias con el sonoro en el cine de Villa Cañás, provincia de Santa Fe, cuando esperaban la llegada de la camioneta que traía los rollos; de los estudios Lumiton, donde el gran Manuel Romero daba el último corte subido a su auto, de apurado que estaba siempre; de cuando fue asistente de Torre Nilsson (El protegido, 1956); de los tiempos en que se colaba en cineclub pionero Gente de Cine, para ver y rever películas como El ciudadano o Ladrones de bicicletas; de su amistad con Fernando Birri, Rodolfo Kuhn y David José Kohon, entre otros miembros de la generación del ’60. Y llega hasta épocas más recientes, por supuesto.
“Su convicción de cinéfilo entusiasta se instala en todos los interlocutores como un deseo impostergable”, señala en el prólogo de Fotogramas de la memoria David Oubiña, reconocido estudioso y ensayista, ex alumno también del Taller MS. “No sólo películas: también libros, personas, obras de teatro, lugares. Como un mecenas impenitente que nunca se cansa de hacer donaciones, Martínez Suárez no puede aguantarse y en seguida se pone a repartir su patrimonio afectivo.” Eso es Fotogramas de la memoria: el patrimonio afectivo y existencial de José Martínez Suárez, repartido a lo largo de 352 páginas.


Fuente: pagina12.com.ar

"UNA HORA, UNA OBRA":
APRENDER SOBRE ARTE EN LOS TIEMPOS DE LA INMEDIATEZ

La Asociación de Amigos del MNBA presenta una nueva forma de conocer secretos de la pintura en sólo sesenta minutos
http://www.mnba.gob.ar/img/coleccion/obra/alta/1777.jpg
Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova.


Por María Manuela Ántola / LA NACIÓN


En una hora un colibrí aletea unas 198.000 veces y el corazón de un ser humano late, en promedio, 4166. Se calcula que una persona puede fumar unos 20 cigarrillos o atravesar la ciudad de Buenos Aires de Norte a Sur en colectivo en esa misma cantidad de tiempo. Y, según la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Aamnba), también podés aprender sobre la historia del arte en "Una hora, una obra", una serie de encuentros que tendrán lugar en este mes y para los que no es necesario tener conocimientos previos. La idea parece interesante, pero ¿cuánto se puede aprender realmente en una hora?
-¡Qué alegría ver tanta gente interesada un sábado a la mañana!
Son las 10. Diecinueve personas están acomodadas en una de las aulas del primer piso de la Aamnba para conocer sobre la obra Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova. María Lía Munilla Lacasa se presenta: licenciada en artes y especialista en arte argentino de los siglos XIX y XX.
A las 10.10, 28 personas escuchan a Munilla. Después de explicar que basó la clase en el libro Los primeros modernos, de Laura Malosetti Costa, hace un recorrido histórico sobre las primeras instituciones dedicadas al arte en la Argentina. Conocemos los inicios de la Escuela Ernesto de la Cárcova, el Museo Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional de las Artes. Minutos después, habla de los artistas de la generación del 80: Sívori, Schiaffino, De la Cárcova y Ballerini.
Vemos por primera vez una fotografía de Sin pan y sin trabajo a las 10.30. También La sopa de los pobres, de Giudici, y El despertar de la criada, de Sívori. Y obras de artistas extranjeros de la época como Pobres gentes, de André Collin. La obra de De la Cárcova parece no escapar a su contexto.
Diez minutos después, Munilla se explaya sobre los "detalles deliberadamente mal hechos" de la obra y su intencionalidad expresiva: la exagerada curvatura de la espalda del hombre retratado, la falda desproporcionada de la mujer y la extraña perspectiva de la mesa.
El reloj marca las 10.50. Sobre la pantalla blanca se proyecta el boceto hecho por De la Cárcova en Europa. Munilla hace hincapié en las significativas diferencias con la pintura final. Se ve a lo lejos una fábrica de chimeneas humeantes: la fábrica no está en paro mostrando un drama colectivo, sino que el hombre está desempleado y levanta el puño en señal de protesta. En la versión definitiva, corre con esa mano la cortina y es la otra mano la que se cierra en un puño expresando impotencia.
Munilla cuenta que pese a que De la Cárcova simpatizaba con el socialismo, cuando la obra fue expuesta en el Salón Nacional, recibió críticas muy severas del diario La Vanguardia, que lo tildó de "artista burgués que se sirve del dolor del pueblo para admiración de los oligarcas". "Es la única obra de De la Cárcova sobre denuncia social", afirma Munilla y pasa a mostrarnos otras obras del artista, que ella cataloga como "obras de estilo impresionista con flores o retratos de señoras bien". A continuación, vemos fotos de la Feria Internacional de St. Louis, Estados Unidos, en 1904, donde la obra ganará la máxima distinción.
Son las 11.09. Nadie tiene preguntas. La gente empieza a irse salvo dos personas: una mujer que está decepcionada por el resto del trabajo pictórico de De la Cárcova y un hombre que está asombrado porque no puede creer que en una hora haya podido aprender algo.



Fuente: lanacion.com