La Asociación de Amigos del MNBA presenta una nueva forma de conocer secretos de la pintura en sólo sesenta minutos
Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova.
Por María Manuela Ántola / LA NACIÓN
En una hora un colibrí aletea unas 198.000 veces y el
corazón de un ser humano late, en promedio, 4166. Se calcula que una
persona puede fumar unos 20 cigarrillos o atravesar la ciudad de Buenos
Aires de Norte a Sur en colectivo en esa misma cantidad de tiempo. Y,
según la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes
(Aamnba), también podés aprender sobre la historia del arte en "Una
hora, una obra", una serie de encuentros que tendrán lugar en este mes y
para los que no es necesario tener conocimientos previos. La idea
parece interesante, pero ¿cuánto se puede aprender realmente en una
hora?
-¡Qué alegría ver tanta gente interesada un sábado a la mañana!
Son las 10. Diecinueve personas están acomodadas en una de las aulas del primer piso de la Aamnba para conocer sobre la obra Sin pan y sin trabajo,
de Ernesto de la Cárcova. María Lía Munilla Lacasa se presenta:
licenciada en artes y especialista en arte argentino de los siglos XIX y
XX.
A las 10.10, 28 personas escuchan a Munilla. Después de explicar que basó la clase en el libro Los primeros modernos,
de Laura Malosetti Costa, hace un recorrido histórico sobre las
primeras instituciones dedicadas al arte en la Argentina. Conocemos los
inicios de la Escuela Ernesto de la Cárcova, el Museo Nacional de Bellas
Artes y la Universidad Nacional de las Artes. Minutos después, habla de
los artistas de la generación del 80: Sívori, Schiaffino, De la Cárcova
y Ballerini.
Vemos por primera vez una fotografía de Sin pan y sin trabajo a las 10.30. También La sopa de los pobres, de Giudici, y El despertar de la criada, de Sívori. Y obras de artistas extranjeros de la época como Pobres gentes, de André Collin. La obra de De la Cárcova parece no escapar a su contexto.
Diez
minutos después, Munilla se explaya sobre los "detalles deliberadamente
mal hechos" de la obra y su intencionalidad expresiva: la exagerada
curvatura de la espalda del hombre retratado, la falda desproporcionada
de la mujer y la extraña perspectiva de la mesa.
El reloj marca
las 10.50. Sobre la pantalla blanca se proyecta el boceto hecho por De
la Cárcova en Europa. Munilla hace hincapié en las significativas
diferencias con la pintura final. Se ve a lo lejos una fábrica de
chimeneas humeantes: la fábrica no está en paro mostrando un drama
colectivo, sino que el hombre está desempleado y levanta el puño en
señal de protesta. En la versión definitiva, corre con esa mano la
cortina y es la otra mano la que se cierra en un puño expresando
impotencia.
Munilla cuenta que pese a que De la Cárcova
simpatizaba con el socialismo, cuando la obra fue expuesta en el Salón
Nacional, recibió críticas muy severas del diario La Vanguardia,
que lo tildó de "artista burgués que se sirve del dolor del pueblo para
admiración de los oligarcas". "Es la única obra de De la Cárcova sobre
denuncia social", afirma Munilla y pasa a mostrarnos otras obras del
artista, que ella cataloga como "obras de estilo impresionista con
flores o retratos de señoras bien". A continuación, vemos fotos de la
Feria Internacional de St. Louis, Estados Unidos, en 1904, donde la obra
ganará la máxima distinción.
Son las 11.09. Nadie tiene
preguntas. La gente empieza a irse salvo dos personas: una mujer que
está decepcionada por el resto del trabajo pictórico de De la Cárcova y
un hombre que está asombrado porque no puede creer que en una hora haya
podido aprender algo.
Dos hermanos vendieron una supuesta pintura del pintor español a un jeque, que abonó 1,7 millones de francos en billetes fotocopiados
La historia podría haber sido una novela intrincada o
una especie de alegoría moral que admitiría resumirse del siguiente
modo: quien fue estafado, estafó y volvió a ser estafado. A los hermanos
Jaume y Joan Font les llevará un buen tiempo comprender cuál es la
moraleja de sus fallidas peripecias en el mercado del arte, que
terminaron al recibir 1,7 millones de francos (equivalentes a 1,1
millones de euros) en billetes fotocopiados a cambio de una falsa
pintura de Goya.
La
trama se remonta a 2003. Fue entonces cuando los hermanos Font
acordaron adquirir por 270.000 euros Retrato de Antonio María Esquivel,
un cuadro de 80 por 60 centímetros pintado presuntamente por Goya.
Pagaron un anticipo de 20.000 euros al fotógrafo Ramón Calvet, que lo
había adquirido en una casa de subastas. Esperaban un certificado de
autenticidad. En el contrato de compraventa habían acordado que, en el
caso de que el cuadro fuera auténtico, pagarían 250.000 euros más.
Aunque Calvet había entregado a los dos hermanos informes que
acreditaban la autenticidad, en 2006 la Audiencia de Girona determinó
que la obra era falsa.
Lo curioso de toda esta historia es que ningún experto en cuestiones de estilos había confundido jamás el Retrato de Antonio María Esquivel con
un Goya auténtico. Como sea, tras un juicio se quedaron con el cuadro,
pero sin los 20.000 euros de anticipo. Doce años más tarde, decidieron
vengarse.
Jaume y Joan Font parecen haber creído que no sería muy
difícil encontrar otro comprador tan incauto e inexperto. Después de
todo, si ellos habían sido crédulos, por qué no también otros. Con la
misma falsa documentación con la que Calvet los había convencido,
entraron en contacto con un jeque árabe que, según el informe publicado
por el diario El País, pretendía vender la obra en Asia. Las cosas iban
bien, aunque había algunos requisitos, el principal de todos pagarle a
un intermediario 300.000 euros en concepto de comisión. Siempre según El
País, en diciembre del año pasado quedaron con el misterioso mediador
en Turín y pidieron prestado a un empresario amigo esos 300.000 euros.
La idea era devolverle 380.000. Viajar aTurín con ese efectivo no era
muy prudente y decidieron que el empresario entregaría, en Girona, los
300.000 euros a un enviado por el intermediario. Antes de la Navidad,
los hermanos llegaron a Turín con los documentos falsos. Allí el
mediador artístico dio por buenos los informes y les entregó los 1,7
millones de francos suizos. Los Font dieron los 300.000 euros al
enviado.
Pero los francos suizos del intermediario eran simples
fotocopias. Los hermanos se enteraron de ese detalle cuando intentaron
depositar el supuesto dinero en un banco de Ginebra. De vuelta a España,
la policía los interceptó con los billetes falsos. El hilo de la
historia los condujo finalmente al cuadro. El enigma sigue siendo el
jeque y el destino de los 300.000 euros. Peripecias de los cazadores
cazados.
Imperdibles imágenes de los mejores teatros de ópera del mundo, que obviamente incluyen a nuestro Teatro Colón de Buenos Aires.
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By Pablo Fiorentini
Incluye seis Biblias de Gutenberg y valiosos manuscritos
La
Universidad de Princeton, famosa por sus archivos, recibió la donación
más valiosa y extraordinaria de su historia: 2500 volúmenes muy raros y
varios manuscritos cuyo valor total asciende a alrededor de 300 millones
de dólares. Pero entre ese legado hay piezas de un significado que
excede cualquier cálculo monetario; las más impresionantes de ellas son
las seis primeras ediciones impresas por Gutenberg de la Biblia,
incluyendo la de 1455.
La colección perteneció a William H.
Scheide, músico, musicólogo, bibliófilo y filántropo, ex alumno de
Princeton, que hizo la donación antes de morir, a los 100 años, en
noviembre de 2014. La biblioteca de Scheide se encontraba alojada
ya desde 1959 en la Princeton's Firestone Library, cuando Scheide la
mudó de su casa de Titusville, Pensilvania. Entre otros tesoros, la
colección incluye, aparte de las seis Biblias, la edición original de la
Declaración de la Independencia de Estados Unidos; un autógrafo de
Beethoven fechado entre 1815 y 1816 -el único fuera de Europa-; una
edición de obras de Shakespeare de 1623, siete años después de su
muerte, y manuscritos de Bach, Mozart, Franz Schubert y Richard Wagner.
El presidente de Princeton, Christopher L. Eisgruber, calificó el legado
recibido como "unas de las mayores colecciones de libros y manuscritos
raros del mundo".
Una vida singular
La colección reunida por Scheide constituye en realidad una tarea de 150 años que comprendió varias generaciones de su familia. Fue
William Taylor Scheide, el abuelo de William H., quien inició colección
hacia 1865, cuando tenía 18 años, y la continuó luego su hijo, John
Hinsdale Scheide. Scheide continuó construyendo la colección familiar
hasta poco antes de su muerte con la ayuda de su esposa, Judy M.
Scheide. "Esta colección es el cumplimiento de los sueños de tres
generaciones de hombres de libros", dijo. "Que residan en Princeton es
un testimonio de la generosidad de Bill. Sus momentos más felices eran
cuando mostraba las obras a la gente, especialmente a los jóvenes." Scheide
era también un hombre de compromiso social. Financió el grupo de
derechos civiles National Association for the Advancement of Colored
People, que planteó la famosa demanda Brown vs. Junta de Educación de la
ciudad de Topeka (Kansas), hito judicial que en 1954 marcó el inicio
del fin de la segregación racial en las escuelas de Estados Unidos. Fue
también músico y obtuvo una maestría en esa materia en la Universidad de
Columbia.
Se
trata de unas dos mil monedas de oro de mil años de antigüedad. Es el
tesoro numismático más importante descubierto en Israel.
Monedas de oro encontradas en Israel. (EFE)
Buceadores acaban de descubrir en el fondo
del puerto antiguo de Cesárea, en la costa mediterránea, dos mil monedas
de oro de mil años de antigüedad que constituyen el tesoro numismático
más importante descubierto en Israel, anunció ayer la Autoridad
Nacional de Antigüedades.
Los miembros de un club de buceo
hicieron el descubrimiento por casualidad, después de que unas
tempestades removieran los fondos marinos del puerto antiguo de Cesárea
(noroeste de Israel).
Al principio creyeron que se trataba de
fichas de un juego y salieron de su error cuando recogieron varias
monedas, indicó la autoridad. Entonces, los casuales descubridores
avisaron al director del club de buceo al que pertenecen, que a su vez
informó a las autoridades.
Los buceadores detectaron unas 2.000
monedas de dinares, medios dinares y cuartos de dinar, la más antigua
acuñada en Palermo (Sicilia) en la segunda mitad del siglo IX. La mayor
parte de las monedas remontan a dos califas fatímidas que reinaron de
las postrimerías del siglo X al primer tercio del siglo XI en un
territorio que cubre gran parte de África del Norte, Sicilia y parte de
Cercano Oriente.
En
excelente estado de conservación a pesar de los mil años en el fondo
del mar, las monedas no necesitaron una limpieza, indica Robert Cole,
experto en numismática. Algunas tienen huellas de mordeduras, que
muestran que sus dueños comprobaron su calidad con los dientes. Otras
parecen haber recibido golpes.
Las piezas provienen quizás del
naufragio de un barco que transportaba la recaudación por impuestos
destinada al Gobierno central en Egipto, aventura Kobi Sharvit, director
de la unidad de Arqueología Marina de la Autoridad de las
Antigüedades. O bien, el dinero estaba destinado a pagar los sueldos de
la guarnición que defendía Cesárea. Otra opción es que el dinero
perteneciera a un rico mercader cuyo barco negociaba con los puertos
mediterráneos antes de zozobrar. La Autoridad espera que el estudio del
contexto permita conocer más detalles.
La dinastía fatímida pasa
por haber sido fabulosamente rica, según la Autoridad de las
Antigüedades. Su advenimiento coincidió con una renovación del comercio
marítimo en el este de la cuenca mediterránea. Cesárea, construida por
el rey Herodes I de Judea el siglo I AC, y otras ciudades portuarias se
desarrollaron con la dinastía. El comercio entre musulmanes y cruzados
prosperó en tiempo de paz sin cesar en tiempos de guerra, indicaron los
especialistas.
Los vestigios importantes de las épocas romana y medieval hacen de Cesárea una de las grandes atracciones turísticas de Israel.
“Jon Y Alex”, la imagen con la que el danés Mads Nissen ha ganado la máxima distinción del fotoperiodismo mundial.
Jon, de 21 años, y Alex, de 25 años, una pareja gay, durante un momento íntimo. La vida para las personas lesbianas, gays, bisexuales o transgénero (LGBT) es cada vez más difícil en Rusia. Las minorías sexuales se enfrentan a la discriminación legal y social, el acoso y los ataques de crimen de odio, incluso la violencia por parte de grupos religiosos y nacionalistas conservadores.
De la serie de autorretratos con esfera encontrados en noviembre pasado. Foto: MUNTREF
Por Natalia Blanc / La Nación
Al fondo del estudio de la avenida Callao al 1400, donde Annemarie Heinrich trabajó hasta el final de su vida, se conserva un enorme tesoro:
más de 16.000 piezas fotográficas tomadas desde la década de 1930 en
adelante. Alicia y Ricardo Sanguinetti, hijos también fotógrafos de la
gran retratista alemana nacionalizada argentina, firmaron un convenio
con la Universidad de Tres de Febrero para que el Instituto de
Investigaciones en Arte y Cultura Dr. Norberto Griffa sea el organismo
encargado de preservar y digitalizar el valioso archivo legado por su
madre. De ese acuerdo surgió un trabajo en colaboración que continuará
por varios años. Como resultado de la primera etapa, con alrededor de
1700 fotografías ya catalogadas, el equipo a cargo de Diana Wechsler
seleccionó cien imágenes, que se exhiben al público en la muestra
Estrategias de la Mirada: Annemarie Heinrich,
Inédita. Esas fotos y otras que quedaron fuera de la exhibición se
publicarán en un libro, que saldrá en abril, junto con textos teóricos
que revelan las facetas menos conocidas de la fotógrafa.
El
material reunido en la muestra, que continuará en la sede Caseros 1 del
museo de la Untref hasta el 7 de junio (Valentín Gómez 4838, con entrada
gratuita), integraba un conjunto de negativos de formato 6 x 6 hallados
en su archivo. Allí también aparecieron manuscritos en español y en
alemán, carpetas de recortes, manuales de estilo y de técnica armados
por la propia Heinrich, registros de viajes, tomas descartadas de sus
famosos retratos de artistas y muchísimo trabajo de experimentación en
el laboratorio llevados a cabo entre las décadas de 1930 y 1950.
"Este
proyecto surgió a partir de mi interés por la obra de Annemarie, en
especial por sus trabajos de experimentación con las luces y los
reflejos en su serie de autorretratos, donde se advierte que tenía una
estrategia de la mirada", explica Wechsler.
Sus viajes por América latina, un eje de la muestra. Foto: MUNTREF
Al
comenzar a estudiar el archivo personal de la fotógrafa, la
investigadora encontró material que ni sus hijos conocían. "Ellos lo
habían guardado íntegramente: son más de 16.000 piezas, sólo contando
las placas fotográficas y los negativos. Hay mucho más en contactos,
cuadernos, carpetas. Es un material muy valioso para la historia de la
fotografía en general y de la Argentina en particular, que parece querer
explicar por qué fue una gran retratista. Ella hizo un constante
trabajo de experimentación en su estudio, que abrió un camino enorme
para la disciplina."
Para digitalizar el material, el Instituto de
Investigaciones en Arte y Cultura de la Untref consiguió un subsidio de
la British Library de Londres, que tiene un programa llamado Archivos
en Peligro. El convenio también incluye la posibilidad de que las
fotografías circulen por la Web y que integren redes de consulta
internacionales como la de la propia biblioteca inglesa y el Museo Reina
Sofía, de Madrid. Al mismo tiempo, la Universidad de Tres de Febrero
se mantiene en conversaciones con el museo Jeu de Paume, de París, para
que aloje la muestra en 2017.
Una mirada sobre el mundo privado
La intimidad de Heinrich, en carpetas con anotaciones personales. Foto: MUNTREF
En
la sala "La intimidad del taller, la intimidad del archivo" está el
material personal que refleja el trabajo de Heinrich en su estudio:
carpetas con contactos y anotaciones, fichas técnicas de cada toma, el
proceso paso a paso.
Cuenta Wechsler: "Cuando Annemarie ya era
bastante mayor, en los años 80, comenzó a hacer una especie de manual de
estilo y de técnicas: armaba la secuencia, anotaba la cantidad de tomas
y de superposiciones que hacía para lograr la imagen final". Al dorso
de algunas de las fotos exhibidas se ve su letra manuscrita con
especificaciones. "No hay copia", escribió con lápiz negro al costado de
algunas; "Bebé feliz" se lee al lado de un retrato de un chico de pocos
meses que sonríe.
"Nos sorprendió muchísimo la cantidad de
carpetas que encontramos y cómo las clasificaba: hay carpetas de
exposición, donde registraba cómo imaginaba el posible montaje de la
muestra. Allí conservaba el afiche, la carta de invitación, recortes.
Eso la muestra pensando sus imágenes y atesorando su propio material",
agrega la investigadora.
En otros folios armaba manuales de
técnicas fotográficas que hoy pueden leerse como una breve historia de
la disciplina. Hay artículos de revistas especializadas, cuadernillos de
instrucciones que venían con las cámaras, textos que ella escribía a
partir de sus experimentaciones. Para mostrar al público joven que ya en
los años cuarenta existían equipos portátiles, en la sala se exhibe uno
que perteneció a Heinrich con su estuche original de cuero. Allí
también guardaba un fotómetro.
"Las carpetas de contactos nos
sirvieron para identificar los trabajos. Incluyen experiencias en el
taller y mucho de sus viajes por América latina. Ella sacaba fotos como
registro de sus viajes y también como un hobby. Hay algunas imágenes que
la muestran en las redes de los artistas e intelectuales
contemporáneos: Carlos Alonso, Policastro, Berni, Spilimbergo. En 1934
fue la primera en tomar registro del Ejercicio plástico, el mural
de Siqueiros. Otras fotos también funcionan como documentos de época:
pintadas en las calles del movimiento de resistencia peronista después
de la caída de Perón en el 55. Suponemos que los sacó como documento",
continúa Wechsler.
En la exhibición no faltan reproducciones de
sus primeras publicaciones en la revista Sintonía, de 1936, y de La
novela semanal, de 1933, donde se encargaba de las producciones de moda.
Finalmente, como guiño al público que conocía su faceta de retratista
de artistas, se incluyeron retratos de actores como Norman Briski,
Graciela Borges, Palito Ortega, Andrea del Boca y las trillizas de oro
en la infancia. Su último trabajo, de 1995, un collage armado a mano con
piezas de fotos de distintos momentos de su vida (de su infancia en
Alemania a fotos familiares) tiene un lugar destacado al final del
recorrido.
La serie completa de autorretratos con su imagen
reflejada en una esfera fue una sorpresa de último momento. En noviembre
pasado, dos semanas antes de la inauguración de la muestra, aparecieron
en el archivo. Sus hijos, que integran el equipo de investigación como
consultores permanentes y conocen desde detalles técnicos hasta
anécdotas del trabajo de su madre, se sorprendieron tanto como los
investigadores. Al ver la variedad de tomas que había probado Heinrich
lo primero que dijeron fue: "Ahora entendemos por qué Annemarie pasaba
tantas horas encerrada en su estudio".
Una pionera que experimentó en el laboratorio
annemarie heinrich
(Alemania, 1912- Buenos Aires, 2005) Origen Nacida el 9 de enero de ?1912 en Darmstadt, Heinrich pasó casi toda su vida en la Argentina, adonde llegó a sus 12 años Retratos pintados Fotografió
grandes figuras del Teatro Colón, estrellas de cine y televisión de los
años 30 y 40. Pintados a mano, los retratos ilustraban las tapas de
Radiolandia Referente Fundó la Carpeta de? los Diez,
del Consejo Argentino de Fotografía, y ?fue directiva de la Asociación
de Fotógrafos Profesionales Nuevas técnicas A lo
largo de su carrera realizó una serie de desnudos artísticos y
experimentó con técnicas como la sobreexposición y la repetición.