ARTE: LE PARC, EL ILUMINADO

Otro éxito anunciado
 
Más de 45.000 personas ya visitaron la exposición que reúne en Malba obras lumínicas y cinéticas de uno de los principales artistas argentinos del siglo XX, pertenecientes la colección suiza Daros Latinamerica

A los 85 años, Le Parc creó tres obras site specific para exhibir en Malba; una de ellas, Láminas reflectoras, se instaló en la terraza del museo  Foto: Gentileza Malba
A los 85 años, Le Parc creó tres obras site specific para exhibir en Malba; una de ellas, Láminas reflectoras,
se instaló en la terraza del museo. Foto: Gentileza Malba

Por Celina Chatruc / La Nación



¿Qué hay que hacer para no regresar? Hay que perderse. No sé hacerlo. Aprenderás. Quisiera alguna indicación para perderme. Hay que abandonar toda reserva mental, estar dispuesto a no saber nada de lo que antes se sabía, dirigir los pasos hacia el punto más hostil del horizonte, una especie de vasta extensión de ciénagas cruzada en todos los sentidos por mil taludes, no se sabe por qué."
Mientras Marguerite Duras escribía estas palabras, a mediados de la década del 60 en París, un argentino trabajaba en la misma ciudad con el mismo objetivo: derribar prejuicios, cruzar límites, buscar la libertad. Años antes del mítico Mayo del 68 que postuló "la imaginación al poder", Julio Le Parc invitaba participar de una experiencia transformadora. La interacción con sus obras, que potenciaban la luz y el movimiento con mecanismos simples para lograr grandes efectos, demandaba rebelarse contra el orden establecido y asumir la incertidumbre propia de la vida.
Décadas más tarde, esa premisa se expande por el mundo gracias a la perserverancia de Hans-Michael Herzog y Käthe Walser, de la Colección Daros Latinamerica, que rescataron aquellos trabajos e impulsaron la muestra itinerante Le Parc Lumière. Después de haberse exhibido en Suiza, Colombia, México y Brasil, diecisiete instalaciones lumínicas funcionan en Malba como pasajes a otra dimensión.

Luz y movimiento producen un efecto hipnótico en Le Parc Lumière  Foto: Gentileza Malba
Luz y movimiento producen un efecto hipnótico en Le Parc Lumière  Foto: Gentileza Malba

Una cortina negra obliga a tomar distancia de la luz que refleja el imponente móvil amarillo colgado sobre el hall, una de las tres instalaciones realizadas por Le Parc especialmente para esta exposición, a los 85 años. Adentro de las salas todo es negro, salvo los destellos que emiten las obras. Hay que perderse en la oscuridad y buscar a tientas el propio camino sin temor al error, porque en esta realidad paralela el público es tan importante como el artista, su creación, el crítico, el galerista, el curador, el coleccionista o el director del museo.
"Si un espectador se da cuenta de que es tomado en consideración por las obras expuestas, que le dan algo, quizá pueda decir después: ?Por qué en otros lugares no recibo esto'", opina este mendocino pícaro, elegante y seductor. Fundador del Grupo de Investigación de Arte Visual (GRAV) y ganador del Gran Premio Internacional de Pintura en la Bienal de Venecia (1966), defendió el valor de la interacción medio siglo antes del boom de las redes sociales.
Esa actitud antiautoritaria que acompañaba el proceso creativo impactó a Herzog. El director artístico y curador de una de las colecciones más prestigiosas dedicadas al arte contemporáneo latinoamericano, que el año pasado sumó a su sede central de Zúrich la Casa Daros en Río de Janeiro, se mostró igual de entusiasmado con el vínculo de colaboración iniciado con Malba.


Esfera amarilla recibe el público sobre el hall de Malba  Foto: Martín Felipe/AFV
Esfera amarilla recibe el público sobre el hall de Malba  Foto: Martín Felipe/AFV

Si bien las limitaciones del espacio obligaron a reducir la muestra original, con 32 instalaciones, la versión porteña de
Le Parc Lumière tiene un complemento único: tres obras curadas por Yamil Le Parc. El móvil sobre el hall, espejos que recrean las formas reflejadas y láminas que invitan a jugar con la luz en la terraza aportan, según el hijo de Le Parc, valores presentes en toda la carrera del artista: "Inestabilidad, participación e interactividad".
Yamil administra la agenda de su padre, homenajeado en arteBA 2012. Ambos viven en París, donde una exposición dedicada a Le Parc el año pasado en el Palais de Tokyo convocó a 170.000 visitantes en menos de tres meses. Luego siguieron las muestras en Casa Daros y en las galerías paulistas Carbono y Nara Roesler, además de su presencia en Art Basel, Frieze Masters, la FIAC, ARCO y el Pompidou-Metz.
Ahora, catorce años después de su última retrospectiva en la Argentina, Malba hace foco en uno de los aspectos más importantes de su producción: el trabajo con la luz en movimiento. El museo acompaña la muestra con otras actividades, como un curso dedicado al vínculo lúdico con la obra de Julio Cortázar o intervenciones sonoras que ambientan las salas con música grabada en el Instituto Torcuato Di Tella. El miércoles próximo se realizará una improvisación inspirada en estas investigaciones dirigidas por Alberto Ginastera, y el 22 de septiembre una performance de Rob Conlazo abordará la ancestral relación entre el hombre y la luz



Fuente: adn Cultura La Nación

EL MACBA CUMPLE DOS AÑOS: NUEVA ETAPA, MÁS PROPUESTAS

La directora Teresa Riccardi busca convertir el museo en un espacio abierto, no limitado a la abstracción geométrica.
Squilibri, Jorrit Tornquist, 2013
Squilibri, Jorrit Tornquist, 2013.







Por Delfina Helguera / Para LA NACIÓN

En coincidencia con su segundo aniversario, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba) presenta varias novedades. Al frente de la nueva etapa está Teresa Riccardi, su nueva directora de gestión museística, que encara con entusiasmo una agenda de actividades para todo público con un equipo renovado. Riccardi y sus colaboradores organizaron cursos, visitas guiadas y ciclos inéditos en los cuales prima la idea del museo como foro, un lugar abierto y receptivo. El 1 de septiembre próximo los festejos del aniversario durarán todo el día, con una maratón de actividades gratuitas.
Hay un intento de dar a las muestras un perfil más global en sintonía con la colección permanente, centrada en la abstracción geométrica. En tres de las salas, la exhibición de los artistas ópticos-cinéticos europeos Alberto Biasi (Italia, 1937) y Jorrit Tornquist (Austria, 1938), curada por Micol Di Veroli, otorga una oportunidad de ver obras que no se suelen exhibir en Buenos Aires y que, al mismo tiempo, dialogan con las búsquedas de artistas locales como Le Parc, Brizzi, Vidal y Tomasello, entre otros.
Biasi es uno de los principales exponentes del arte óptico-cinético en Italia. Perteneció al Grupo Enne y fue incluido en la célebre exhibición de arte óptico The Responsive Eye en el MoMA en 1965. Sus trabajos reclaman un espectador activo y alerta: exploran las superficies en relación con el color y el movimiento aparente que se genera, el uso de materiales novedosos y la investigación científica sobre la percepción visual.
En tanto, el austríaco Tornquist vive y trabaja en Italia. Desde 1959 se centra en los estudios sobre el color, su interacción con la luz y las capacidades de expresión. Profesor de diseño industrial en Milán, es autor de libros sobre el color; divide su tiempo entre su quehacer artístico y la colaboración en proyectos industriales.


Dinámica visiva, Alberto Biasi, 1961-67
Dinámica visiva, Alberto Biasi, 1961-67

La exhibición De la luz a la imagen presenta un acotado aunque suficiente conjunto de obras de ambos artistas en diálogo. El montaje es limpio y espaciado y los trabajos se relacionan entre sí por períodos, color o estilo. Entre ellos, una instalación de luz y movimiento de Biasi original de 1962.
En la sala del segundo piso se exhibe Metamorfosis, muestra de Francesca Leone curada por Giacinto Di Pietrantonio que inaugura una nueva etapa en el museo, ya que no se trata de obras de abstracción geométrica. La obra de Leone parte de materiales orgánicos, plásticos, adhesivos, betún, aserrín y arena, con los que forma un paisaje en el que se advierte un cuerpo de mujer. Hay una ambivalencia deliberada para el espectador, al que también se le pide aquí una interacción con lo que ve. Por otra parte, se pone el foco en un tema muy actual: el cuerpo de la mujer como objeto a ser mirado y, a la vez, asociado con la Madre Tierra.
Leone es romana, proviene de una familia de artistas y expone desde 2007. Fue seleccionada para participar en el pabellón italiano en la Bienal de Venecia de 2011 y, dos años después, en un diálogo con artistas cubanos en la misma bienal.


Fuente: adn Cultura La Nación

KIRIN Y EL HILO DEL LABERINTO, EN JORGE MARA

Óleo y grafito sobre papel, 2013
Óleo y grafito sobre papel, 2013.

Hasta fin de mes se puede visitar Entrelíneas, la segunda exposición individual del artista bahiense Kirin en la galería Jorge Mara. En obras de mediano y gran formato que semejan laberintos observados desde una altura etérea, pentagramas dislocados o complejos experimentos con el material (grafito sobre tela y sobre papel, aplicado en ambos soportes antes de que seque una capa blanca de óleo), el trabajo de un artista "aforístico", no sólo por la capacidad de síntesis que logran sus imágenes sino también por la trascendencia que involucran, adquiere en el espacio de Paraná 1133 una locuacidad subyugada. En un salto de calidad en absoluto incidental -ya que si algo define la obra de Kirin (seudónimo de Carlos Dell'Agostino) es la perseverancia-, sus nuevos trabajos, elaborados entre 2012 y 2014, interpelan diversos aspectos del acto de mirar: la imagen como enigma, como signo heterogéneo, como hilo de una madeja de significados que avanzan sobre la abstracción.
Convencido de que el pasado pervive en una biblioteca, Mara acompaña una vez más la inauguración de una muestra con la edición de un catálogo de lujo, diseñado por Manuela López Anaya y con unas líneas verbales de Tununa Mercado y Noé Jitrik. A la manera de pocas galerías internacionales, sus publicaciones potencian la calidad del artista homenajeado (puede ser Ana Sacerdote, Horacio Coppola o León Ferrari). Basta comprobarlo con sólo hojear Fragmentos de un diario de Ricardo Piglia, con dibujos de Eduardo Stupía, o los volúmenes dedicados a Fernando Allievi (con poemas de Jorge Guillén) y a Alfredo Hlito, con haikus seleccionados por Arturo Carrera.



Fuente. adn Cultura La Nación

PONERLE COLOR AL SUBTERRÁNEO


Misa del encuentro. Obra de Pedro Figari en el Remate del Sívori. Óleo sobre cartón, 35 x 40 cm. Base $ 150.000

Por María Luján Picabea

Colores plenos, líneas curvas y personajes que regalan sonrisas, flores, golosinas y deseos de buena jornada saludan desde el andén de la estación Uruguay de la línea B del subte, intervenido por el artista plástico Claudio Baldrich. En total, la estación cuenta ya con once murales que ha cambiado notablemente el paisaje. Uno de ellos, de cien metros, viste el pasillo de la conexión entre la avenida Corrientes y Talcahuano. En él, el artista se propuso captar el dinamismo de la zona. “Me senté varios días, durante horas en la calle, y fui capturando instantáneas y personajes: el que pasa en bicicleta, el que está vendiendo sus mercancías, el ciruja que duerme junto a la estación; gente tomando café, gente comiendo pizza, familias que pasean de la mano, gente leyendo, un joven que pasa en rollers, los trapitos...”, cuenta Baldrich y precisa que en el mural hay un total de 125 personajes. De ese modo, las paredes del extenso corredor funcionan casi como un espejo, porque, como bien resume el artista “todo el que pasa por ahí puede encontrarse en alguno de los personajes”.
Claro que un espejo mágico que combate la grisura de ese espacio bajo tierra que para buena parte de los usuarios hace parte de la pesada rutina de ir y volver del trabajo.
La intervención artística de Baldrich forma parte de una plan de ambientación de las estaciones que comenzó con el Bosque Subterráneo de Federico Bacher en la Estación Dorrego; las arborescencias de Ignacio De Lucca la estación Alem; y las paletas de colores en las columnas de varias otras estaciones que viene realizando el Colectivo Dadá.

Museo Sívori
Remate anual 

El jueves pasado inauguró en el Museo Sívori (Av. Infanta Isabel 555) la colección de un centenar de piezas de arte argentino que saldrá a remate el miércoles 27 a las 19. Pinturas, esculturas, fotografías, dibujos y collages de grandes como Antonio Berni, León Ferrari, Benito Quinquela Martín, Alicia Penalba, Ennio Iommi, Emilio Pettoruti, Lino E. Spilimbergo, Raúl Lozza, y destacados contemporáneos: Guillermo Roux, Adolfo Nigro, Marta Minujín, Zulema Maza, Andrea Juan, Graciela Zar y Blas Castagna, entre otros.
Hay obras sin base, otras que parten en 3.000 pesos –una serigrafía de Quinquela Martin– y otras, las más altas, de hasta 350.000 pesos –un astroser de Forner del 61–. Con una base de 150.000 sale un Figari, en tanto que para el retrato de Berni Amelita Baltar se ha fijado un mínimo de 120.000. El catálogo completo en www.amigosmuseosivori.com.ar.


Fuente: Revista Ñ Clarín

VERSIONES DEL PROPIO CUERPO

Filiaciones. Emilio Renart, Miguel Harte, Dolores Furtado y una pregunta sobre la identidad.
Miguel Harte. Sin título. 2012. Resina poliéster con fibra de vidrio, masilla, pintura bicapa. 233 x 110 x 110 cm.
Por M. S. Dansey

Es posible que al visitante se le revuelvan las tripas. Porque esto no tiene nombre. Pero la cosa no va a quedar ahí. El cuerpo, que siempre tiende al desbande, también busca su equilibrio.
Estamos ante tres artistas que representan el cuerpo, el cuerpo humano como elemento y como metáfora de la existencia. No el cuerpo del otro, el que se modela desde la mirada, sino el cuerpo propio, su percepción interior, el que sentimos con los ojos cerrados. El énfasis está puesto en lo visceral, pero insisto, no esperen los músculos desgarrados como los de –ya que hablamos de filiaciones– Carlos Distéfano, Norberto Gómez o Alberto Heredia; ni la turgencia de las ramonas de Antonio Berni ni la fibra de los chongos de Pablo Suárez. Este es un cuerpo primigenio, digamos pre-verbal. Es la pulsión de la carne, la del embrión, la del cáncer, que al fin de cuentas terminará constituyendo algún tipo de conciencia, el intelecto que por cierto es cada vez más determinante en la construcción biológica de la humanidad. Pero no nos vayamos tan lejos.
La obra de Renart opera en el campo teórico, lo suyo es un manifiesto que avanza sin frenos a través de los límites disciplinarios. “El Bio-cosmos Nº1”, de 1962, surge como un dibujo –acaso un pubis, el origen del mundo– que deviene pintura y desde el plano matérico salta al espacio, apoya sus garras en la sala, otea el panorama y va por más. Su irrupción es fundamental en la historia del arte argentino. El artista se pregunta hasta dónde puede llegar una obra de arte y su criatura discurre autónoma, a la deriva, y llega a la teoría sin devaneos ni especulación. Desde la experiencia pura.
Como las de Renart, las piezas de Harte están a mitad de camino entre la pintura y la escultura. Esculturas de pared, pinturas que se elevan desde el piso; lo suyo claramente es el volumen, la representación de un cuerpo degenerado que alcanza momentos de goce maravilloso y, de horror absoluto. Acaso hay algo más tenebroso que el ano, la boca de esa serpiente abisal que es el tracto digestivo. Les advertimos que esto podía ser repugnante. Y lo es. Harte nos enfrenta al vértigo de un cuerpo exuberante, sin control ni censura. Alude a lo material, no tanto por la materia en sí misma –esto es resina poliéster con fibra de vidrio y masilla camuflada con pintura bicapa– sino en todo caso por el fluir, la transformación de la materia. Por eso la representación en Harte, que es clara, es también relativa cuando la resina, tan presta a la mímesis policromada, se muestra como es, traslúcida y divina. También están los insectos, reales, la menos animal de las encarnaciones animales, que se expresan en su corporeidad y al mismo tiempo cumplen con su rol interpretativo en una ficción que los confunde con perlas y con hadas.
Harte no renuncia a la narración, ese estigma de la obra contemporánea. Aún cuando el curador Gustavo Marrone haya elegido sus piezas más abstractas, en el recorte todavía se ven los resabios de esa obra temprana que alude al pop, al cómic, la ciencia ficción y –por qué no– al surrealismo. Sí, una catarata de referencias, quizás demasiadas. En eso Harte, como Renart, es escurridizo y exuberante.
Furtado es la más sosegada de los tres, pero no menos intensa. Sus esculturas, que conservan el placer pictórico del color y la luminosidad, no llegan a definir una forma, son apenas insinuaciones. La misma pulsión errática de sus antecesores pero en un tiempo más calmo. Definitivamente abstractas, sus protoformas permiten que el material asuma vida propia. La materia como entidad, negada a toda interpretación, a toda palabra. Pero bueno, el material habla por sí solo, es inevitable. Las piezas cuentan su origen constructivo, su transcurrir por el mundo, su historia. Están cachadas, quebradas, tienen las huellas de las manos que las moldearon. Las piezas de Furtado siguen inconclusas y nunca habrán finalizado. Seguramente de esta sala se llevaran sus rasguñones y seguirán siendo ellas. Y por supuesto, otras.
Es por esta actitud esquiva, de transformación constante, que el trabajo de Marrone se vuelve relevante. Hay una descendencia natural que como sucede en estos casos fue buscada. Harte reconoce a Renart como una de sus influencias. Furtado concurrió al taller de Harte. Sin embargo, la producción de los tres artistas exige una serie de lecturas e interpretaciones amplia y variada. Aquí no hay prueba de ADN que valga. Muchas veces por capricho uno quiere ponerle un nombre, producir una filiación, trazar la línea histórica. No se soporta el silencio. Nombrar es la urgencia humana. Y Marrone lo hace con tacto, sin violentar la polisemia que estos cuerpos proclaman.
La filiación se ejerce entonces desde un doble comando que alterna entre la gratitud y la independencia. Uno mata al padre al mismo tiempo que lo hereda. Es el ejemplo de Renart cuando adscribe al informalismo, es decir rompe con lo anterior y se libra al devenir de las cosas pero termina proponiendo un arte integral que es la conclusión de todo. Si les preguntan quién sos, Renart, Harte, Furtado no dicen, responden con el cuerpo.

FICHA
Emilio Renart, Dolores Furtado, Miguel Harte

Una persistente forma de estar en el mundo

Lugar: Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, Rufino de Elizalde 2831
Fecha: hasta el 25 de agosto
Horario: martes a sábados, 15 a 20

Fuente: Revista Ñ Clarín

DE DAGUERRE AL MONO

La cámara más antigua del mundo, la “Daguerréotype Giroux”, de 1839.



Por Eduardo Villar

El caso se convirtió en noticia hace semanas: un mono le arrebató la cámara al fotógrafo David Slater y se hizo una selfie, que se reprodujo ad náuseam en todo el mundo no tanto por el hecho mismo, que sucedió hace ya tres años, sino por la disputa –difundida ahora– acerca de los derechos de autor de la imagen, que reclama Slater.
No teman, estas líneas no son otra insufrible opinión sobre ese asunto de los derechos. Sólo señalan una coincidencia. Hace 175 años, el 19 de agosto de 1839, la Academia de Ciencias de París presentaba al mundo lo que se consideró entonces –y después se siguió considerando más o menos unánimemente– un invento de Louis Daguerre: la fotografía. Más precisamente, el daguerrotipo, su antecedente inmediato.
La coincidencia se vuelve más significativa si se recuerda qué ocurrió entonces con los derechos de ese invento maravilloso que cambiaría el mundo o, por lo menos, las imágenes del mundo, que no es lo mismo pero es igual. Meses antes, en enero, el Estado francés había comprado los derechos a Daguerre, poniéndolos a disposición de todos para su uso gratuito.
Un regalo para la humanidad. Y –lo sabemos ahora– para los monos. Daguerre recibió por el invento una pensión vitalicia de 6.000 francos. Y el hijo del fallecido Joseph Niépce, que había hecho sus aportes al descubrimiento pero habían quedado bastante velados por esas cuestiones de la vanidad humana, otra pensión de 4.000 francos.
Casi dos siglos después, la descripción de un “espejo con memoria”, que se hizo entonces del increíble invento, sigue siendo insuperable.
Se logró la posibilidad de hacer infinitas copias en positivo a partir de un negativo; se inventó una forma de fijar las imágenes para que no se desvanecieran con el paso del tiempo; se pasó de la placa de vidrio a la película fotográfica y, del blanco y negro, al color; se inventó la Polaroid y, con ella, la fotografía instantánea; se desarrolló la fotografía digital, que produjo el cambio más dramático. Hoy todos tenemos una cámara o un celular a mano para tomar una foto en cualquier momento. Todos somos fotógrafos. Hasta los monos. Se producen cada día millones de imágenes que se envían instantáneamente al resto del mundo.
Pero ninguno de los avances y transformaciones técnicas ocurridos en estos 175 años ha cambiado lo que aún fascina de la fotografía: su capacidad de fijar una imagen para siempre.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL "OTRO" COLÓN,
ABANDONADO Y VANDALIZADO EN COSTANERA SUR

Monumentos.

Es un un conjunto escultórico donado por la Nación a la comunidad española. Tiene hace más de un año varias de sus figuras mutiladas.
EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)
EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)

EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)
Cuando aún los gobiernos nacional y porteño se peleaban por el traslado del Monumento a Colón que estaba de pie detrás de la Casa Rosada, el secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli le enrostró a Macri el deterioro y abandono del "otro" monumento a Colón.
Técnicamente se llama "Monumento a la España Civilizadora y Eterna"inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur , fue realizado como un homenaje que la Nación Argentina le brindó a España, como símbolo de la unión de los dos pueblos.
Es un conjunto escultórico, realizado por el argentino Arturo Dresco, cuya base es un gran basamento de granito rojo. En la cara que mira hacia el noroeste: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Domingo Martínez de Irala, Jerónimo Luis Cabrera, Sebastián Elcano y, sentado, el Obispo Centenera, hoy sin cabeza. Y en el centro, abajo estaba Cristóbal Colón arrodillado frente a Isabel la Católica. Estaba porque su figura fue robada y nunca repuesta.
El conjunto escultórico está vandalizado y en estado de abandono y quedó relegado casi en un rincón de la Ciudad: el más extremo de la Costanera Sur, frente a la ex Ciudad Deportiva de Boca, muy cerca del ingreso al asentamiento "Rodrigo Bueno".
El conjunto escultórico Monumento a España es obra del artista plástico argentino Arturo Dresco (1875-1961). Talló 31 figuras humanas que representan el espíritu conquistador del pueblo español en otros tiempos: "A España fecunda, civilizadora eterna", dice una frase en el centro. Pero la mayoría de las tallas han perdido ya su fisonomía original.
En 1992, el entonces presidente Carlos Menem había prometido mudarlo a la 9 de Julio y Avenida de Mayo. Pero el Monumento a España sigue olvidado, en el extremo Sur de la Ciudad.
De aquella denuncia de Parrilli (la hizo en el propio monumento y utilizó una nota de Clarín que ilustraba el abandono y deterioro) pasó más de un año. En el medio, Ciudad y Nación se pudieron de acuerdo, al Colón de la Rosada lo bajaron de su pedestal y espera su traslado a Costanera Norte.
El "otro" monumento a Colón sigue tal cual. Abandonado, vandalizado, deteriorado y lejos de las miradas de quienes deben preservarlo. Y lo peor, en este caso parece que nadie da pelea.


Fuente: clarin.com