LOS MUSEOS MÁS VISITADOS DEL MUNDO


Historia, arte, fósiles, dinosaurios y huellas de las culturas de todo el mundo en un recorrido por los museos más convocantes.

Según el informe anual TEA/AECOM Theme Index and Museum Index, los 20 museos más visitados del mundo recibieron, el pasado año, un total de 106,6 millones de visitantes, lo que supone un crecimiento del 7,2% respecto al año anterior. El museo Louvre de París (Francia) está a la cabeza de todas las visitas con un total de 9,3 millones. Aquí, los cinco primeros del ranking.


    Los 5  museos más visitados del mundo
    1. MUSEO DEL LOUVRE (París, Francia). 9.3 millones de visitantes:

    El museo más visitado del mundo abrió sus puertas en 1793. Tiene una impresionante colección de 300.000 obras de las cuales se exponen 35.000, entre pinturas, esculturas, antigüedades orientales, egipcioas, griegas, romanas, etruscas y más. La Gioconda, de Leonardo da Vinci, es una de sus obras expuestas más famosa, junto con la escultura Venus de Milo.



Los 5  museos más visitados del mundo
2. MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL (Washington, EE.UU.). 8 millones de visitantes:
Administrado por el Instituto Smithsoniano y ubicado en el National Mall -zona de jardines, museos, monumentos y memoriales en Washington-, este museo ofrece valiosas colecciones de fósiles, plantas, animales, insectos, rocas y meteoritos, además de objetos culturales de diversas épocas. Fue fundado en 1910 y una de sus piezas más preciadas es el diamante Hope, parte de la Colección Nacional de Gemas.
Los 5  museos más visitados del mundo
3. MUSEO NACIONAL DE CHINA (Beijing, China). 7.4 millones de visitantes:

A un costado de la plaza de Tiananmen, en la capital china, el museo ofrece un recorrido por las artes y la historia de China. Nació en 2003, producto de la fusión de los museos de la Revolución China y de Historia China. Sus colecciones tienen objetos antiquísimos como los dientes fosilizados de un hombre de Yuanmou, que tienen 1.700.000 años y artefactos más recientes como los de la Revolución de Xinhai, de 1911.
Los 5  museos más visitados del mundo
4. MUSEO NACIONAL DEL AIRE Y DEL ESPACIO (Washington, EE.UU.). 6.9 millones de visitantes:

En un edificio que se considera ejemplo de la arquitectura moderna, este museo alberga la colección de aviones y naves espaciales más importante del mundo. Funciona también como centro de investigaciones. Dentro de sus exposiciones, se destaca: el avión Wright Flyer, que en 1903 realizó el primer vuelo propulsado y controlado; el Spirit of Saint Louis -con el que se concretó el primer vuelo en solitario sobre el Atlántico-, el módulo Apolo 11, rocas de la Luna y de Marte, entre otras piezas.
Los 5  museos más visitados del mundo
5. MUSEO BRITÁNICO (Londres, Inglaterra). 6.7 millones de visitantes:

Con más de siete millones de objetos de todos los rincones del planeta, el British Museum se destaca por sus exposiciones que atraviesan la historia, la etnografía, la arqueología y etnografía y el arte. Una de sus colecciones más preciadas es la del Antiguo Egipto, junto con los mármoles de Elgin (o mármoles del Partenón), la Piedra de Rosetta, el Juego real de Ur o la Vasija de Portland, entre muchos objetos.

En la lista de los más visitados también figuran el Metropolitan de Nueva York, la National Gallery de Londres, los Museos Vaticanos, el Museo de Historia Natural de Londres y el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.



El Louvre, a la cabeza de los museos

Según un estudio estadounidense, el museo francés es el que recibe más público. Llegan a sus salas más de 9 millones de personas por año. El segundo es el de Historia Natural, en Washington.

 

Por Bárbara Alvarez Plá


El misterio que Leonardo escondió tras la sonrisa de su Mona Lisa, mostrarles a los chicos cómo era un dinosaurio, contemplar ese Picasso que sólo habíamos podido ver en un libro, o pasear por un lugar donde la Historia nos acompañe por los pasillos... cada uno sabrá cuál es el motivo que hace que decida visitar un museo y muchos serán muy subjetivos. Lo que es objetivo es el número de visitas que estas instituciones reciben cada año: con 9,3 millones el Louvre es el más visitado, según el informe elaborado por AECOM, una consultora global, con oficinas en Los Angeles, encargada de asesorar a entidades públicas y privadas.

El informe, en rigor, no abarca todo el mundo sino sólo Europa, Asia y los Estados Unidos. Entre los museos que integran el “Top 20” registraron 105,5 millones de visitantes en 2013, un 7,5 más que en 2012.
El Louvre ya había encabezado la lista de 2012, y aunque registra un descenso del 4% respecto a ese año, sigue a la cabeza con 9,3 millones. Y eso que para entrar hay que pagar entre 12 y 16 euros. Pero no sólo del Louvre vive París: en el puesto 15 de la lista aparece el Centro Pompidou (3,7 millones).
Al número uno le siguen el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Washington, con 8 millones de visitas, el Museo Nacional de Beijing, con 7,4 millones y el Museo Nacional del Aire y el Espacio, con 6,9 millones, también en la capital estadounidense. Un dato: todos son gratis. Hay que pagar, en cambio, para entrar a los Museos Vaticanos –donde está la Capilla Sixtina– pero igual se quedan con la octava posición al hacer gala de 5,4 millones de visitas.
¿Cuál es la ciudad que tiene más museos entre los 20 más visitados? La respuesta nos lleva a la capital inglesa, que tiene seis de sus museos en la lista: en el puesto número 5, con 6,7 millones, está el Museo Británico, que exhibe, entre otras maravillas, parte de los frisos del Partenón ateniense. Lo sigue la National Gallery (6 millones) y el Tate Modern que, con 4,8 millones, ocupa el puesto 12. Los museos neoyorkinos se quedan también con puestos importantes y el Metropolitan ocupa el puesto 6 con 6,2 millones de visitas.
Asia no se queda atrás, y además del Museo de Beijing, otros tres están en la lista: el National Palace Museum de Taipei (Taiwán), que tuvo 4,4 millones de visitas, Museo de Ciencia y Tecnología de Shangai, con 3,5 millones y el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Taichung, también en Taiwán.
La Argentina no entró en el informe. Consultando a las autoridades locales, Clarín supo que, en conjunto, los 29 museos nacionales, recibieron un millón y medio de visitas aproximadamente durante 2013. El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) recibió 350 mil visitas –75.000 fueron a ver la muestra de la fotógrafa Adriana Lestido–, mientras que al Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta llegaron 148.649 personas. Y al Museo del Cabildo fueron 35.000.
En la ciudad de Buenos Aires sorprende la cifra que arroja Claudio Masseti, director del Centro Cultural Recoleta, a donde el año pasado llegaron 1.947.000 personas: recordemos que tiene varias salas. Le siguen el MALBA, con 410 mil visitas en el año del boom de Yayoi Kusama y el Palais de Glace, con 125 mil visitantes. El Museo Evita tuvo 55 mil.
Y siempre le va bien, en Córdoba, al Museo Rocsen. Fueron a ver sus piezas 105.000 personas.
Pegaron en el palo los museos españoles. El puesto 20 es para el londinense Victoria & Albert, con 3,2 millones y el Reina Sofía, de Madrid tuvo 3,18 millones. Detrás quedó el Museo del Prado, con 2,3 millones de personas. Allí hay otra Mona Lisa, una especie de prima pobre de la francesa.


La Vanguardia y Clarín

Fuente: clarin.com y Suplemento Viajes del diario Clarin

UNESCO DESIGNÓ AL CAMINO DEL INCA
COMO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Destino mítico
Recorrido mágico. El Camino del Inca vinculaba a todas las comunidades del poderoso imperio precolombino./ ARCHIVO
Recorrido mágico. El Camino del Inca vinculaba a todas las comunidades del poderoso imperio precolombino./ ARCHIVO

El popular Camino del Inca que los turistas recorren para unir la ciudad de Cuzco con el sitio arqueológico de Machu Picchu es tan sólo una mínima parte de un sistema increíble de caminos que los Incas impulsaron hace más de 500 años para formar su imperio por América del Sur. Se trató de una red de más de 30.000 kilómetros que iban desde el suroeste de Colombia hasta el centro-oeste de los actuales territorios de Argentina y Chile.
Ese gran conjunto de caminos fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad el sábado por la Unesco. Es la primera vez que el Comité de Patrimonio de esa agencia internacional incorpora en su lista a un sitio que abarca hoy a seis países: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Funcionarios e investigadores en arqueología y antropología de los 6 países venían trabajando en cooperación desde 2001, y fueron unificando criterios para postular ante la Unesco al sistema vial incaico, que en el idioma quechua se llama Qhapaq Ñan . “En 2010, ya la directora general de la Unesco, Irina Bokova, había recorrido algunos caminos incaicos en Salta. Algunos otros caminos quedaron por debajo de ciudades. Pero es un orgullo que ahora todo el sistema de caminos sea Patrimonio de la Humanidad. Esta declaración implica que cada país se compromete a no hacer modificaciones en el sitio sin autorización de la Unesco. Que se promoverá la investigación científica y que se facilitará el acceso a recursos financieros para estudiar sitios arqueológicos y para realizar obras de conservación”, dijo a Clarín el ex senador Daniel Filmus, que es el representante de la Argentina en el Consejo Ejecutivo de Unesco y forma parte de la Cancillería.
Huiñay Huayna. La empinada ladera queda en Perú y es uno de los sitios más visitados del Camino del Inca./ ARCHIVO
Huiñay Huayna. La empinada ladera queda en Perú y es uno de los sitios más visitados del Camino del Inca./ ARCHIVO

La red de caminos conectaba centros de producción, administrativos y ceremoniales, como los oratorios que se establecían en las montañas. Un ejemplo es la plataforma ceremonial del volcán Llullaillaco, donde en 1999 se encontraron 3 niños incas muy bien conservados que hoy están en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta. “Los Incas fueron como los Romanos de América”, señaló a Clarín Gabriela Guráieb, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, cuya directora, Diana Rolandi, formó parte de la reunión de la Unesco en Qatar durante los días pasados. “Desde el actual territorio de Perú, los Incas fueron buscando recursos hacia el Norte y hacia el Sur. Tenían una sofisticada política exterior, y el sistema de caminos les permitió formar un imperio tan vasto, que declinó en el siglo XVI con la conquista española”, añadió Guráieb.
En aquella época, la red era utilizada por ejércitos y por grupos que ascendían a más de 40 mil personas, que se desplazaban en caravanas de llamas, y transportaban mercancías y materias primas. “El Qhapaq Ñan constituye el vínculo de las comunidades con su historia, con sus antepasados, con su territorio; además de ser elementos fortalecedores de la identidad cultural”, sostuvo la ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi. Y agregó que la declaración de Patrimonio Mundial es “una posibilidad para generar iniciativas de desarrollo local, que contribuyan a la conservación del bien, del medio ambiente y a la mejora de las comunidades de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza”.
En tanto, el ministro de Turismo, Enrique Meyer, auguró que habrá “una corriente de visitación que hará posible en el mediano plazo la prestación de servicios turísticos que, bien planificadas y gestionadas, generará trabajo a la población rural asociada a estos sitios”.

Fuente: clarin.com

GENIO ARGENTINO DEL PHOTOSHOP
CAUSA SENSACIÓN EN EL MUNDO

Diseño gráfico.

Se llama Martín De Pasquale y estudió en la UBA. Realizó una serie de autorretratos surrealistas que rápidamente se viralizaron por las redes sociales.

La obra del argentino Martín De Pasquale.
La obra del argentino Martín De Pasquale.
Cualquier personas con una PC y un programa de diseño gráfico puede manipular fotografías digitalmente. Pero pocos tienen el talento de Martín De Pasquale para crear imágenes tan potentes, tanto desde lo expresivo como desde la calidad de realización de la obra.
De Pasquale nació en 1988 e hizo una serie de autorretratos que combinan situaciones cotidianas con elementos surrealistas y delirantes. Son una " expresión gráfica de una mente torcida", lo definió él mismo al sitio especializado "Gráfica", de la Universidad Cardenal Herrera, de Valencia en España. Sus creaciones también fueron reseñadas por el periódico británico The Telegraph, y el Daily News de Nueva York.
Quienes vieron la obra del joven argentino afirman que crea "realidades imposibles". Para lograrlo combina varias imágenes con diversos efectos del Photoshop.

Un genio argentino del Photoshop causa furor en las redes sociales

La obra del argentino Martín De Pasquale.

La obra del argentino Martín De Pasquale.



La obra del argentino Martín De Pasquale.

Por Ricardo Braginski

Cuando Martín De Pasquale (25) se puso a garabatear sus primeros bocetos en Photoshop, hace unos cuatro años, imaginaba todo tipo de situaciones: una más delirante y surrealista que la otra. Pero lo que nunca imaginó fue lo que le está sucediendo a él mismo por estos días. Gracias a Internet, sus creaciones se fueron expandiendo por el mundo: fueron reseñadas por sitios especializados de los países más remotos y llegaron incluso al periódico británico  The Telegraph, y el  Daily News  de Nueva York. Aunque todo terminó de explotar esta semana, cuando su arte fue publicado en Clarin.com. La nota fue visitada por cientos de miles de lectores, y compartida aún más a través de las redes sociales. Martín cuenta que ahora lo saludan en la calle, que la gente le manda “buena onda” y, casi como una estrella mediática, reflexiona que todo esto “es efímero”.
Tan notable como su obra, es la historia de este joven artista argentino, que nació y vivió siempre en Villa Martelli. Cuenta que sus creaciones en Photoshop empezaron como un hobby, como un “cable a tierra” para desconectarse de un trabajo que por entonces lo tenía “frustrado”. “Por mi propia salud, cuando terminaba el trabajo me ponía a hacer estos dibujos.
Nunca pensé que luego llegarían a tener semejante repercusión ”, cuenta.
La obra de Martín está compuesta de imágenes bien potentes, tanto desde lo expresivo como desde la calidad de la realización. La más conocida es una serie de autorretratos que combinan situaciones cotidianas con elementos surrealistas. ¿Por qué los autorretratos? “Simplemente porque no tenía modelos a mano. Me sacaba fotos a mí mismo y practicaba con eso.” Pero nada de este súbito estrellato hubiera sido posible sin el trabajo artístico que hay por detrás de cada obra. De hecho, Martín no nació solamente con un mouse bajo el brazo, sino con acrílicos y pinceles. A los 5 años ya dibujaba y a los 10 empezó a exponer sus trabajos en óleo. Siempre, todo en tono surrealista.
Lo que vino después se explica a partir de la revolución tecnológica y de las comunicaciones que impacta en todas nuestras vidas y también en su trayectoria artística. Lo cuenta así. “Un día me compré una cámara y empecé a sacar fotos y a experimentar con el Photoshop, tratando de hacer cosas similares al óleo. Después empecé a compartir mis trabajos en las redes sociales”. Lo demás es historia conocida.
Para Martín, la clave de su obra es que muestra “una forma distinta de ver lo que siempre te pasa”. De hecho, todas las fotos las obtuvo en su barrio, en situaciones muy cotidianas. Para él, esto hace que la gente se identifique.
Como todo fenómeno “viral” en las redes sociales, es difícil descubrir los motivos por los cuales tanta gente en simultáneo le hace clic al mismo “Me gusta” y lo convierte en epidemia digital. “En mi caso, quizás sea porque son imágenes globales, que todo el mundo entiende. Las imágenes son un idioma universal”, reflexiona.
Martín sostiene que lo más difícil es tener una buena idea y poder representarla. Para eso, dice que se nutre de otros artistas plásticos (es un asiduo visitante a los museos) y también lee: desde Fiodor Dostoievsky hasta José Saramago, Jerome David Salinger y George Orwell. Le apasiona la literatura. “No solo saco ideas, sino también formas de pensar, que trato de llevar a mis trabajos”.
Martín coincide con aquellos que dicen que el arte es 10% creatividad y 90% esfuerzo. Y disfruta de un éxito que de golpe le llegó, pero al que nunca buscó. Un verdadero garabato de la vida.

Fuente: clarin.com

ARTE: EL LEGADO DE UN VISIONARIO

Lucio Fontana conquista París

En el Museo de Arte Moderno de la capital francesa, una retrospectiva con más de 200 obras de las 10.000 creadas porel genial rosarino revela sus facetas menos conocidas. Además de la famosa serie con lienzos tajados, otros trabajos demuestran la versatilidad de un hombre incansable que se tomó la libertad de ser abstracto y figurativo

Retrato de Teresita, 1940.




PARIS.- Mila entra en la sala y busca impaciente los cuadros "rotos". Ése es el término que encontró su tía para que, a los tres años y medio, el programa de ir al museo la seduzca. La pequeña curiosa se pasea por esculturas abstractas y cerámicas de fondos marinos, animales y naturalezas muertas, pero no los encuentra. Deberá atravesar varias épocas y técnicas diversas en la obra prolífica de Lucio Fontana antes de llegar a sus lienzos tajados: su etapa creativa más conocida fue realizada durante los últimos diez años de su vida.
El Museo de Arte Moderno de París (MAM) presenta una retrospectiva que permite descubrir de manera global el trabajo del artista nacido en Rosario (1899-1968). Son más de 200 obras, divididas en 14 períodos y presentadas en forma cronológica. Esculturas policromas en tierra cocida o yeso, materiales que utilizará a lo largo de toda su carrera; figuras humanas en bronce; sus inicios en el movimiento espacialista, que revelan una voluntad de romper con los géneros tradicionales y renovar las técnicas; o los buchi, en los cuales Fontana agujerea el lienzo de ambos lados para dejar pasar la luz y la sombra, técnica que aplicará luego sobre la tierra cocida o el metal.
Se exhiben también sus colaboraciones con la arquitectura (cuando su lenguaje plástico es aplicado en la decoración de interiores), las bolas gigantes perforadas y, por supuesto, los conocidos Tagle, su marca de fábrica, donde los lienzos son tajados de manera perfecta.

Concepto espacial. El fin de Dios, 1963.

La última exposición de Fontana en Francia hace recordar la organizada por el Centro Pompidou en 1987. "Es un gran artista del siglo XX, un visionario que marcó a otros. Queríamos que el público descubriera partes de su trabajo poco conocidas, como las cerámicas o sus colaboraciones arquitectónicas, que revelan la libertad de ser abstracto y también figurativo", explica a adn Choghakate Kazarian, curadora de la muestra junto con Sébastien Gokalp.
La preparación tardó dos años y medio. Los curadores contaron con la ayuda de la Fundación Lucio Fontana, con sede en Milán, a la cual su esposa legó gran parte de sus obras, además de las galerías Tornabuoni Art y Karsten Greve y los coleccionistas privados, la mayoría en Italia.
"Muchas obras están en la Argentina, pero no pudimos traerlas por razones de logística. Ese período está sólo representado por una cerámica y algunos dibujos. Lo increíble es que se podría hacer una nueva exposición con obras totalmente distintas. Fontana es uno de los únicos artistas que supo renovarse. Casi no tuvo períodos de inactividad", agrega Gokalp. Se calcula que su producción artística reúne alrededor de 10.000 obras, entre las cuales se cuentan unos 6000 dibujos.
Fontana estudia en Italia y vuelve a la Argentina después de la Primera Guerra Mundial. Trabaja en la empresa de monumentos funerarios de su padre, un arquitecto y escultor que inmigró de Lombardía, y realiza sus propias esculturas. En 1927 viaja nuevamente a Italia para dedicarse al arte y se inscribe en al Academia de Bellas Artes de Milán. Volverá a la Argentina en 1940 y durante siete años, en los cuales trabajará como profesor y desarrollará su teoría del "espacialismo": una reflexión sobre el arte, el tiempo y el espacio. En 1947 se instalará definitivamente de este lado del Atlántico.
A partir de 1949 casi todas sus obras se titulan Concepto espacial. "Su influencia argentina se ve en la técnica de la tierra cocida y en su relación con el espacio", analiza Kazarian. "Es allí donde lanza sus reflexiones más vanguardistas. Y vuelve a Europa con nuevas propuestas", agrega Gokalp.

Concepto espacial. Expectativa, 1966
Además de su riqueza artística, la retrospectiva exhibe algunos detalles que permiten imaginar mejor al personaje, como videos de viejas entrevistas televisadas en las que se lo ve hablando italiano con acento argentino. O una serie de fotos que capturan a Fontana vestido con un traje de tres piezas, en el momento previo y posterior a tajear un lienzo. Leyendo las anotaciones del fotógrafo, se descubre que es una mise en scène, porque a Fontana le disgustaba ser fotografiado durante ese gesto radical. También durante la etapa final, luego de perforado el lienzo. Fontana abría suavemente la grieta utilizando la mano como cuchilla.
Su célebre serie Tagli, ícono del arte moderno, nace en 1958. Expone en la Bienal de Venecia y su carrera internacional despega. Ese mismo año se exhibe en Nueva York, Osaka, Copenhague, Buenos Aires, varias ciudades estadounidenses y, un año más tarde, en la Documenta de Kassel. Producirá unos 150 lienzos de este tipo por año y durante la siguiente década. Un gesto simple y repetitivo que no deja de reflejar una diferencia con el anterior.
En las últimas salas, los cuadros "rotos" se exhiben en todo su esplendor. Mila está contenta de finalmente haber llegado y los observa con detenimiento.
A fines del año pasado, una de las obras de la serie Concepto espacial, llamada El fin de Dios (1963), fue vendida por 20,9 millones de dólares. Para Mila tienen otro valor: esos grandes huevos de colores vivos perforados por agujeros en forma de cráteres se parecen mucho a sus dibujos.

adn fontana


Rosario, 1899 - Comabbio, Italia, 1968

Pintor, ceramista y escultor, pasó gran parte de su vida en Italia, donde había nacido su padre. Residió en la Argentina desde 1921 hasta 1928 y desde 1940 hasta 1947. Aquí fundó la Academia Altamira, donde dio a conocer el Manifiesto Blanco, y en Milán apoyó el primer manifiesto del espacialismo. En 1958 inició la conocida serie de los tajos sobre el lienzo. Sus obras integran las colecciones permanentes de más de cien museos de todo el mundo.

Fuente: adn Cultura La Nación

ADIÓS AL MAESTRO

Héctor Schenone.
Fue uno de los grandes profesores e historiadores del arte en la Argentina. Figura de renombre internacional, su enseñanza influyó en la carrera y en la vida de muchas personas. Aquí, el testimonio de uno de sus alumnos.

Hace menos de dos semanas murió Héctor H. Schenone, uno de los grandes profesores e historiadores del arte en la Argentina. Era una figura de renombre internacional y su enseñanza influyó en la carrera y en la vida de muchas personas, algunas de las cuales no lo conocían y no sabían que, de algún modo, él las había marcado. Y sobre este punto quiero brindar mi propio testimonio.
Schenone fue académico de la Academia Nacional de la Historia y de la de Bellas Artes de la Argentina, y miembro correspondiente de las academias de historia de España, Bolivia, Perú, Paraguay, Guatemala, Puerto Rico, Venezuela y Brasil. Desde la publicación en 1948 de El arte de la imaginería en el Río de la Plata , del que era coautor con Adolfo Luis Ribera, fue muy claro que se trataba de un estudioso de primer nivel. A ese libro, le sucedieron volúmenes sobre la iconografía cristiana en América que su discípulo, José Emilio Burucúa, calificó de "monumentales". Además, Schenone dirigió durante varias décadas los trabajos de relevamiento del patrimonio artístico del país para la Academia Nacional de Bellas Artes. Esa labor fructificó en una admirable serie de libros catálogo.
Fui alumno del profesor Schenone en 1960, en el sexto año del Colegio Nacional de Buenos Aires. Él dictaba Historia del Arte. Las lecciones se daban en el cómodo cine del Colegio, en el subsuelo, porque, en sus clases, Schenone se valía de la proyección de diapositivas. La primera que nos mostró era, creo, la de la copa de un árbol en invierno. Las ramas desnudas, entreveradas en una lucha vegetal, eran una masa confusa, algo así como la antítesis del arte. Porque el arte, según dijo Schenone esa mañana, establece un orden y una interpretación en el mundo, aun cuando, a veces, registra el caos, pero antes, con pícara astucia, lo ordena y lo disfraza de desorden.
Schenone era un hombre amable, cordial y no practicaba ninguna clase de demagogia con sus alumnos. Empezó por los primitivos, el arte babilónico, el egipcio, el griego. Logró algo nada fácil: nos enseñó a distinguir las construcciones levantadas con un criterio arquitectónico de aquellas en las que se había seguido un modelo escultórico. Algo semejante hizo con la pintura. Analizaba los elementos estrictamente pictóricos de un cuadro: la composición, el equilibrio de los volúmenes, el uso del color, las texturas. Por supuesto, también nos describía las condiciones sociales en que se había producido una obra, la vida del autor, pero nos señaló que nada de todo eso hacía de un cuadro, un templo o una escultura una obra de arte. Lo que daba solidez a una obra y la preservaba del tiempo era el nuevo lenguaje y la coherencia con los que cada auténtico creador daba a luz un mundo propio. Schenone nos inmunizó contra la falsa monumentalidad, contra las trampas literarias e ideológicas ocultas en el surrealismo, el realismo socialista, el prerrafaelismo, los nazarenos; contra la imitación banal de la realidad, contra el kitsch involuntario. Nos llevó a preferir las corrientes más modernas y a rechazar los neos (neogótico, neoclásico, neocolonial). Produjo en nosotros una ascesis.
Purificados, devinimos talibanes. Durante la celebración de una fecha patria en el salón de actos del Colegio, un espacio de estilo neoclásico, uno de los compañeros dijo, señalando las molduras, los capiteles: "¡Tendrían que tirar abajo esta antigüedad de mal gusto". Por suerte, la antigüedad sigue en pie. Sólo aceptábamos a Mies van der Rohe, Gaudí, Frank Lloyd Wright, Le Corbusier (con reticencia) y, en la Argentina, la capilla de Fátima, de Claudio Caveri y Eduardo Ellis, en Martínez. Teníamos el esnobismo y la impiedad de los jóvenes. Bajo nuestras pedantes e ingenuas axilas, llevábamos Saber ver la arquitectura , de Bruno Zevi; Cómo se mira un cuadro , de Córdoba Iturburu, y Cómo entender la pintura: de Giotto a Chagall , de Lionello Venturi.
En los últimos diez días, quienes fuimos alumnos de Schenone en el Colegio cambiamos varios e-mails sobre él. Dos de mis ex compañeros, Ernesto Szlotolow y Oscar Carreño, comentaron que resolvieron hacerse arquitectos por el influjo de aquellas clases memorables. Cito el testimonio de otros, el de Jesús Beltrán, por ejemplo: "Recuerdo que a principios del año (Schenone) nos mostró fotos de la iglesia de la Madeleine en París, que por afuera es un templo griego y por dentro está llena de arcos y bóvedas renacentistas. A ninguno nos llamó la atención. A fin de año volvió a mostrar las mismas fotos y nos chocó la falta de calidad artística del edificio". Las clases que el profesor dio sobre la catedral de Chartres fueron inolvidables. Cuenta mi ex compañero Nicolás von der Pahlen: "Cuando mis padres viajaron a Europa les recomendé ir a Chartres. Más tarde, viajé a Francia, fui a Chartres y le dediqué horas a ver sus dos torres dispares (eran de siglos distintos), los vitrales, la virgen negra (que no era negra), el zodíaco dentro de la iglesia."
Cuando egresé del Colegio, mis padres y yo emprendimos un viaje de cuatro meses por Italia, Francia, Suiza y el sur de Alemania. Mi padre, inmigrante italiano, era un hombre muy inteligente, de formación técnica y de extracción muy humilde. Jamás había pisado un museo. Mi madre, nacida en la Argentina, era hija de italianos por completo iletrados. Ella, en cambio, había podido terminar el colegio primario. En ese viaje a Europa, los (y me) sometí a una dieta despiadada de museos e iglesias. Dentro de los museos, me improvisaba en guía del trío y repetía a mi modo lo que había aprendido de Schenone. Al mes, me sorprendí cuando, después de haber estado en Venecia, pasamos por Milán, entramos al Castello Sforzesco y, en una de las salas, mi madre, desde lejos, señaló un pequeño cuadro y dijo: "Mirá, ése es un Guardi (Francesco Guardi). ¡Qué raro Guardi en Milán!". Y, contra todo lo que cabía suponer, mis padres prefirieron la Pietà Rondanini, de Miguel Ángel, la del Castello Sforzesco (mucho más moderna), a la Pietà del Vaticano. En Boloña, admiraron las naturalezas muertas de Giorgio Morandi. Mi padre se detuvo frente a una y utilizó una metáfora (rarísimo en él) para explicar su emoción: "Aquí -dijo señalándola-, aquí hay silencio". También él había terminado por ser alumno de Schenone.
En mi casilla de correo, se suman en estos días los mensajes de varios ex compañeros sobre el profesor: José María Monner Sans, Cristián Fernández Prati, Ricardo Cohen, Norberto Machline, Daniel Schere, Ernesto Taboada, Roberto Weimann, Juan Carlos Migliorini, Jorge Quintana, Jorge Schiariti y Antonio Marino, el actual obispo de Mar del Plata. Antonio me informó que Schenone era diácono permanente en la parroquia del Pilar. No lo sabía; del profesor sólo sabía lo esencial: la catedral de Chartres. Lamento no haber podido decirle a ese hombre que me descubrió el mundo íntimo que hoy me sostiene todo lo que le debo; aunque en los negocios espirituales, las deudas siempre quedan impagas. Es imposible pagar lo que es invalorable. Sólo se puede decir, aunque sea tarde: "Gracias". O quizás: "Aquí hay silencio".

Fuente: adn Cultura La Nación

EL RETORNO DE ALFONSINA STORNI

Textos recuperados
La revalorización de la poeta argentina más célebre se centra hoy no tanto en sus versos como en su periodismo, que revela a una feminista sutil. Un libro quemado rescata muchos de esos escritos, entre ellos los que aquí se reproducen, nunca antes antologados y publicados originalmente en la nacion, a comienzos de los años veinte, bajo el seudónimo Tao Lao

las profesoras

¿Qué es usted, linda señorita, vestida con un traje de sarga marrón, zapatitos y medias de igual color, piel levantada hasta la discreta nariz, sombrero hundido hasta los rosados apéndices laterales (orejas), abundosas patillas de un brillante cabello al oro que hubiera hecho decir de nuevo a un poeta tropical:
¡Cuánto oro! ¡Cuánto oro!...
Habría lo suficiente
¡Para ir a Europa y volver!...
-¿Qué es usted, repito, señorita?
-Profesora.
-¿Y usted, la del mignon, sombrerito solferino, menudo busto, escasa pollera, elevados tacos, rizos sueltos y graciosa chaqueta?
-Profesora.
-Y usted, que carga los zapatos de aquella, los rizos de esta y la llamativa bufanda de cualquier otra, ¿qué es usted?
-Profesora.
Y caímos en cuenta de la abundancia.

Una chapita

La emancipación femenina de la monotonía del hogar en busca de nuevos campos para su actividad -según la frase en boga- ha tenido con gran frecuencia, como símbolo codiciado, una chapita.
Esta chapita no es invención femenina.
La introdujo al país por masculino, y acaso político conducto, una democracia pequeñita que substituyó el escudo por la chapa. La gente ha necesitado siempre "algo" que la acompañe desde las paredes de su casa; y es claro, los ídolos sufren la suerte y la decadencia de los hombres.
¿No es así, pequeñita del sombrero solferino?

Las profesoras

Así como las chapas masculinas vienen sufriendo desde hace algunos años una pequeña alteración de buen gusto (se habrá observado que de la inscripción "boticario" se pasó a la de "farmaceútico" y de la de "farmacéutico" a "químico-farmacéutico" y de la de "químico-farmacéutico" a "doctor en química", última etapa), las chicas resolvieron ascender también de condición, empezando por adquirir la chapa.
Y allí estaban, como llovidos del cielo, los conservatorios e institutos que fueron tomados por asalto.
Y hubo profesoras de canto, de solfeo, de piano, de violín, de dibujo, de repujado, de declamación, de corte y confección, etc.

Un aparte

Las profesoras de corte y confección nos merecen un aparte, pues ellas, de un solo golpe, han conseguido el título, la chapa y su aristocratizada inscripción.
Antes, cuando se quería entrar en relaciones comerciales con personas femeninas que cortaban y cosían, se buscaba por las calles unos figurines pegados detrás de un vidrio, cosa esta que delataba a la modista.
Esta modista no tenía más que una casera ciencia, casi hereditaria, y cortaba moldes y medía las distancias de los alforzones con cartoncitos.
El corte y confección, que es más distinguido, suprimió los figurines delatores, los moldes y los cartoncitos, empleando, en cambio, el centímetro, que es científico y matemático, y cuya sabia aplicación conduce al corte sin moldes, punto culminante de la ciencia de la costura.
Y esto que se llama la intelectualización de un oficio, ha suprimido de muchos hogares aquel pequeño lunar social que era la modista, para reemplazarlo por una chapita que lustra, limpia y da esplendor.
 

Los ceros

Un poeta europeo que anduvo por estas tierras, con menos suerte de la que pedía, dijo que el país, en manifestaciones artísticas, era la unidad seguida de ceros.
A buen seguro que si el matemático poeta hace una incursión por las fábricas de profesoras se traga con gesto bilioso la unidad, y deja a los ceros, huérfanos, apretaditos unos contra otros.
No haré yo tanto. Si el poeta me lo permite, en vez de suprimirla, multiplicaré la unidad, y para quedar bien con él, pues las cóleras celestes son peligrosas, no suprimiré, eso sí, una respetable cantidad de ceros.
Porque verdad es que la aspirante a profesora paga en su instituto una cantidad mensual y la selección, entonces, huelga; como también es verdad que los exámenes están gravados con derechos y conviene que el mayor número se examine y apruebe; como también es verdad que el diploma final cuesta una sumita saludable al instituto. Pero este sacrificio está dulcificado por las medallas, sobresalientes y citaciones especiales con que vuelve a su casa cargada la profesora.
Esto, sin embargo, no debiera llamarnos la atención.
¿Lo que ocurre en los institutos pagos no es, más o menos, lo que ocurre en los oficiales?
¿Acaso la consigna no es pasar, diplomar, hacer número?
¿Quién ha imitado a quién?
En la duda, y si me apuran mucho, va a cargar con todo el clima.

Punto

Señoritas profesoras, bellas y gentiles señoritas profesoras: todo lo dicho es elogio.
Si las liberto a ustedes, mediante un sonriente permiso, de la chapa, una cosa pesada, de los diplomas, medallas y sobresalientes, varias cosas pesadas, y me quedo con ustedes en esencia: pianistas, violinistas, recitadoras, concertistas, solfistas, etcétera, todo ello substancia espiritual bien o mal despertada, pero despertada al fin, las prefiero a cuando empleaban aquel tiempo de estudio, que las ha provisto de defensa económica, en jugar con las tijeritas de oro, mirando lánguidamente por el balcón... el horizonte, sin duda.

Las manicuras

Cortad al hombre las manos y restaréis al cuerpo humano toda la gracia terminal y la sutilidad de su infinita armonía.
Las manos son al cuerpo como los pequeños brotes elegantes a las gruesas ramas. Se diría que en estas terminales de las distintas formas que la naturaleza adopta, esta se sutiliza como comprendiendo.
Y es que acaso la materia tenga también sus preferencias y sus aristocracias.
El tejido que forma las manos y se transparenta como una rosada porcelana en las delicadas yemas, tuvo, sin duda, allá en sus iniciales connubios con la materia informe, afinidad electiva con los pétalos delicados.
Porque no me negaréis que ser una célula de las yemas de los dedos no es lo mismo que serlo de un pesado molar. Hay oficios y oficios. Hay obreros y obreros.
Me imagino yo que los minúsculos cuerpos que forman, pongo por caso, los ojos y los dedos, han de estar así como en el jardín del cuerpo humano.
Y tomaos el trabajo de imaginar por un momento y para honra de las manicuras, que el cuerpo humano sea como una casa dividida en distintas dependencias destinadas a oficios diversos.
No me negaréis, que, al ser, ¡oh, bellas lectoras! una minúscula célula, quisierais hallaros formando parte de los ojos y de las manos, destinados a las más exquisitas funciones humanas.
Recordad, si no, aquella frase del hosco Quiroga, quien apretando deliciosamente la mano de una dama hizo florecer su brusquedad en una sentencia galante: "El amor, señora, entra por el tacto".
Y eso que ignoro si la bella mano provocadora de galanterías había sufrido el toque mágico de una manicura, oficio grato a la mujer, acaso por afinidad con las perezas del sexo que elige de preferencia tareas que exigen poco desgaste cerebral y fácil ejecución.
Es curioso observar, por ejemplo, que la cantidad de manicuras que, a cada paso, mientras se recorren las calles céntricas, destacan sus esmaltadas e insinuantes chapas azules surcadas de grandes letras blancas, es muy superior al de las pedicuras, oficio muy avasallado por el sexo fuerte.
Aquí un malicioso espíritu tendría margen para sutiles ironías, y acaso opinara que siendo más difícil a la mujer descubrir un bello pie que extender la siempre desnuda y visible mano, ella prefiera, por natural contradicción, que un hombre pula, suavice y cuide sus rosadas plantas, mientras simplemente, entrega sus manos a los cuidados profesionales de una mujer.
Pero no he de aventurar sutilezas por no correr el riesgo de hacer difícil lo fácil, cosa que con demasiada frecuencia les ocurre a los sutiles.
Además, y tratándose de tan pedestre oficio, no vale la pena correr un riesgo, pues un oculto sentido de la armonía me ha insinua do que los riesgos hay que correrlos por elevados asuntos, asuntos que, en el tren que estamos, tendrían que ser los ojos y los cabellos, los que han de merecernos capítulo aparte.
Bien haya, pues, por las manicuras que se mantienen a media elevación -obsérvese que las manos penden más o menos hasta la mitad del cuerpo- y que han sabido hallar el medio de ganar su vida con un arte que, si no iguala al de los enceguecidos artífices del Renacimiento, contribuye a la belleza exterior y al brillo de la vida -el brillo, desde luego-. Y qué perfecta armonía la de este modesto y lucrativo oficio con el deseo de los defensores de la feminidad hasta en las tareas que la vida impone a la "mujer moderna".
Porque una manicura, cierto es, no necesita de gran imaginación para cumplir con sus elegantes tareas.
Le basta un poco de prolijidad, agua tibia, perfumados jabones, discreto carmín, tijeras, pinzas y ungüentos, cosas estas entre las que las mujeres deben hallarse -según sus enemigos- como el colibrí entre rosas, pues las tijeras, pinzas y perfumados ungüentos nacieron de una sonrisa de Eva, según una mitología especial para manicuras que se escribirá algún día, el ocio mediante.
Y obsérvese además, para convenir en la feminidad de este oficio, con cuáles femeninos modos se conducen sus elementos de trabajo.
El agua tibia, elemento básico, tiene propiedades emolientes, persuasivas e insinuantes.
No hay tejido que resista a su insistencia continuada: los poros se dilatan, y las expansivas moléculas los penetran poco a poco hasta que las duras cutículas ceden su rigidez.
Diez, veinte minutos, media hora de este lento trabajo del agua persuasiva, y de tímida apariencia, y ya está el terreno preparado para que entren en función las sabias pinzas, las que con la misma prudencia del agua, pero con mayor sentido electivo, escarban los puntos débiles, conforman los detalles y libran los tejidos de adversarios molestos.
Pero nada sin duda manejan las manicuras con tanta propiedad como las tijeras.
Las poseen de todos tamaños y formas: unas son finas, delgadas y puntiagudas como una indirecta; otras son arqueadas y leves como una mala intención; las hay romas y elegantes, vulgares y aristocráticas, cortas y largas, anchas y angostas, acertando así, en la perfección de los cortes, que es una de las especialidades del sexo.
Luego se ha sospechado siempre que las manicuras tuvieran un sentido especial de la vida, un sentido instintivo que tampoco requiere gran imaginación; algo así como un olfato congénito de que la debilidad humana sucumbe más fácilmente ante los cuerpos brillosos que ante la fea y tosca opacidad.
Hasta en esta comprensión es oficio de mujer el de las manicuras, y la cantidad respetable que trabajan con las bellas manos, y con singular fortuna en esta elegante ciudad americana, deben contar indudablemente con el beneplácito de los que miran con horror las tareas masculinas desempeñadas por mujeres.
Por lo que a mí respecta, si en una futura vida me cupiera en suerte transmigrar al tibio cuerpo de una gentil mujer, elegiría también este oficio blando, discreto, que realiza su tarea en el pequeño saloncito o en el perfumado "boudoir", cuando las femeninas cabelleras caen lánguidamente sobre las espaldas, y los ojos están húmedos de esperanza y un ligero temblor en los dedos descubre a los ojos extraños la inquietud deliciosa del íntimo sueño.
Porque, feliz ser, dotado de la imaginación de mi anterior vida masculina, me daría a investigar manos como quien investiga mundos.
Me embarcaría así por los surcos hondos de las palmas como por ríos sinuosos en busca de puertos reveladores.
E iría descubriendo el trabajo lento del alma en los cauces misteriosos y las maravillas de los puertos finales de esas revelaciones quirománticas.
Pero no os alarméis todavía, oh, bellas mujeres que contribuís con vuestra agraciada frivolidad al bienestar económico de tantos hogares, pues la transmigración es fenómeno negado por la autoridad científica, y mi última palabra era que el oficio de manicura, oficio de mujer indispensable en nuestra gran metrópoli, requería escasa imaginación.


Final abierto

La pasión de Alfonsina 


Por Verónica Chiaravalli / LA NACIÓN


Amelia Bence atesoraba una anécdota con Alfonsina Storni, a quien había conocido mucho antes de encarnar a la escritora en el film de Kurt Land. A los cinco años, cuando estudiaba en el Instituto de Teatro Infantil Labardén, la pequeña Amelia actuó en una obra de Alfonsina, Juanita: interpretaba al hijo menor de una familia acomodada en cuya casa trabajaba como mucama una chica de doce años. "En una escena tenía que mojar una estampilla con la lengua y pegarla en un sobre -recordaba Bence, años después-, pero se suponía que me la tragaba y empezaba a llorar. Por alguna razón me asusté ante la posibilidad de tragarme realmente la estampilla. Me dio miedo y empecé a llorar de verdad. Entonces Alfonsina me llamó entre bambalinas y me dijo: ?No seas tonta, no te vas a enfermar ni te va a pasar nada. Seguí adelante que vas a ser actriz'." Amelia guardó esas palabras como un talismán y desde entonces se dedicó a admirar a Storni, tanto por su personalidad como por su poesía.
Esto lo cuenta Bence en un relato de su autoría publicado por primera vez en el libro Cuentos de cine (Alfaguara, 1996), cuyos textos seleccionó y prologó Sergio Renán. Allí, la actriz condensa en pocas palabras la imagen romántica de Alfonsina que prevalecía en la época y que aún perdura: "Una mujer que vivía por y para el amor. Que vivía enamorada". Esa visión, alimentada por su obra poética, contribuyó a cristalizar la imagen pública de la escritora como rebelde heroína trágica. Pero la actual revalorización de Storni, reflejada en la producción de tapa del presente número de adncultura, tiene como centro su feminismo, expresado con eficacia en su prosa y en sus textos periodísticos. Esa Alfonsina impulsaba a las mujeres a construir una nueva imagen de sí mismas y a conquistar espacios en la vida social, sin ceder a la tentación de considerarse sólo víctimas, seres frágiles reñidos con la racionalidad. Sin odiar a los hombres, tampoco. La revalorización de la obra de Storni propone el desencantamiento de su mundo; la deconstrucción de la fémina vulnerable.
En su relato, Amelia Bence reconoce que fue un doble y no ella quien se internó en el mar para rodar la escena del suicidio. Era otoño, las piedras de la orilla le lastimaban los pies y la actriz le dijo al director que "ni loca" se metería hasta el cuello. Allí se lanzó, entonces, precursor de Norman Bates, un guardavidas con peluca blanca y vestido de mujer, tomado por la cámara de espaldas y de lejos. "Quedó estupendo", se congratula Amelia en su testimonio. Tal vez, si la muerte no hubiera estado tan cerca de su propia vida, si la enfermedad no la hubiera acorralado, Alfonsina se habría reído con ganas del modo irónico en que esa comicidad involuntaria en la que todos incurrimos desbarata la tragedia.


Fuente: ADN Cultura La Nación



MILLONARIOS RUSOS UN BOOM EN EL MERCADO DEL ARTE

Millonarios rusos provocan un boom en el mercado del arte
Aumentan las ventas y los precios en las casas de subastas inglesas. Fuente: Reuters

Joe Neumeyer, para RBTH

En 2004 el multillonario ruso Víktor Vekselberg adquirió los nueve legendarios huevos de Pascua imperiales de Fabergé de la colección Forbes por más de 100 millones de dólares. Según Darin Bloomquist, responsable del departamento de objetos rusos de Sotheby's, esto marcó un hito que multiplicó la participación rusa en subastas en el Reino Unido.
El valor total del arte ruso subastado en Sotheby's desde 2003 asciende a 1.000 millones de libras.
El precio récord por un cuadro ruso en una venta es de 7,9 millones: la radiante “Madonna Laboris” pintada por Nikolái Roerich en 1931.
El crecimiento de la demanda de arte ruso que Christie's ofrece a la venta es de un 35 % anual.
Desde 2003, Sotheby's ha vendido casi 1.000 millones de dólares de arte ruso, casi diez veces el importe que se alcanzó en la década previa. Durante los cinco últimos años, el número de postores para obras de más de 500.000 libras casi se ha doblado. El boom del arte ruso también alcanza otras casas de subastas: en la última década, las ventas de arte ruso en Christie's han crecido anualmente un 35 %, y un 24 % en MacDougall's.
¿Cuál es el motivo de este florecimiento? La respuesta es simple, dice el director William MacDougall: “La nueva riqueza en Rusia.”

Vuelta a casa

Durante la era revolucionaria, los Fabergés y otras obras de arte fueron sacadas de Rusia en secreto, un éxodo del legado cultural del país que continuó durante el periodo soviético. Hoy, la mayoría del arte ruso sale de colecciones occidentales privadas, donde se ha conservado durante 70 años o más, y se vende en Londres a coleccionistas rusos que se lo llevan de vuelta a casa.
“Hace 30 años, lo compraban occidentales que buscaban chollos”, dice MacDougall. “Ahora, los rusos tienen más dinero y pueden volver a viajar. Vieron qué barato era el arte ruso en el extranjero, empezaron a comprarlo y los precios fueron subiendo.”
Hace un año en Londres, Bonham's alcanzó el récord mundial para un cuadro ruso en una venta de arte: la “Madonna Laboris”, de Nikolái Roerich, de 1931, que se vendió por 7,9 millones de libras. Recientemente, Sotheby's vendió un retrato de familia del maestro vanguardista Piotr Konchalovski antes de una subasta por 4,67 millones, más del cuádruple del anterior récord del artista.
Gusto moderno

Fuente: Photoshot / Vostock Photo


En el pasado, el producto principal en el mercado de pintura rusa eran las obras del XIX, la era dorada del realismo en Rusia. Ahora, sin embargo, la atención se ha desplazado hacia el XX “Parece que el mercado se está moviendo hacia las obras modernistas, alejándose de los cuadros más canónicos, más tradicionales de Wanderers e Ilía Repin”, dice Sophie Law, de Bonham.
Sarah Mansfield, responsable del departamento de arte ruso de Christie's en Londres, está de acuerdo. “Sí, hace cinco o diez años, la pieza clave de cada temporada era siempre una obra del XIX. Pero en los últimos tiempos, Christie's ha obtenido precios fantásticos por las obras innovadoras, de brillantes colores, pintadas en la década de 1910 por los vanguardistas rusos.”
Entre ellos están “Naturaleza muerta con fruta”, de Ilía Mashkov, que se vendió hace poco en Christie's por 4,77 millones de libras, y Aristaj Lentulov, cuya “Iglesia en Alupka” alcanzó los 2,1 millones. Ambos precios fueron récords mundiales para estos artistas.
El realismo gana adeptos

Quizá el desarrollo más sorprendente es el creciente interés en el arte realista soviético, que cada vez está mejor representando en las subastas y las exposiciones, como la de Deporte Soviético de Sotheby's del pasado invierno.

Se subastan en Sotheby's fotografías de arte underground soviético

Los millonarios Filatov y Bonís Ananiev están entre los nuevos coleccionistas más ávidos de arte realista del socialismo. “Es el arte de la época en la que nací, cuando estudié, una época que he vivido”, dice Ananiev.
Según Lavery, uno de los pintores soviéticos más de moda en la actualidad es Alexander Deneika, que aplicó un diseño innovador a las representaciones idealizadas de trabajadores y atletas.
El audazmente geométrico “Joven diseñador” de Deneika es la estrella de la próxima subasta en la Semana de Arte Ruso de Sotheby's, donde se espera que alcance entre 2 y 3 millones de libras. La creciente popularidad de los temas soviéticos también se extiende a la porcelana, con una figura de la era de Stalin, “Pionero con tambor”, que se espera alcance hasta 35.000 libras.
Mientras tanto, los Fabergé y otros objetos únicos mantienen su popularidad, pero los compradores son ahora mucho más sagaces. “En el mercado actual, la clave es la calidad”, dice Helen Culver Smith, del departamento de arte ruso de Christie's en Londres.
Conexiones reales

Fuente: AFP / East News


“Los coleccionistas son exigentes y buscan obras de procedencia aristocrática, real o imperial”, explica, citando un “magnífico” par de jarrones de la Fábrica de Porcelana Imperial que saldrán a la venta en la Semana de Arte Ruso de Christie's.
En Sotheby's, una subasta de objetos que pertenecieron a la Gran Duquesa María Pavlovna, recuperados recientemente en Suecia y que incluían una cigarrera y unos gemelos de Fabergé, obtuvo más de 7 millones de libras, siete veces lo que se esperaba.


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Ilustraciones de poemas de Pushkin
La importancia de este vínculo con la realeza incluye también a los manuscritos, como el manuscrito de heráldica imperial de 1769 que alcanzó un precio de más de 205.000 libras el año pasado en la sede londinense de Christie's.
Entre los objetos sin relación con la nobleza, las grandes piezas de esmalte y plata que “tienen un aspecto más ruso, más eslavo” son tendencia, dice Bloomquist, y normalmente alcanzan “precios fantásticos” en las casas de subastas.
La gran mayoría de los que compran pintura y porcelana rusas en el Reino Unido son rusos, explican los expertos, mientras que los occidentales normalmente están más interesados en el mundialmente famoso Fabergé. En algunos campos de la pintura, sin embargo, está más equilibrado.

El atractivo de Kandinski
“Cuando hablamos de vanguardias rusas, no hay ni que decir que artistas como Natalia Goncharova, El Lissitzki y Vassili Kandinski atraen tanto a compradores occidentales como rusos”, comenta Frances Asquith, responsable del departamento de pintura rusa de Sotheby's.
Aunque la economía rusa ha sufrido una crisis esta primavera, las casas de subastas y los compradores anticipan que esto tendrá poco impacto en las próximas subastas. “Los rusos invierten en su cultura nacional”, dice MacDougall. “La tradición de los grandes coleccionistas ha vuelto.”