En
el Museo de Arte Moderno de la capital francesa, una retrospectiva con
más de 200 obras de las 10.000 creadas porel genial rosarino revela sus
facetas menos conocidas. Además de la famosa serie con lienzos tajados,
otros trabajos demuestran la versatilidad de un hombre incansable que se
tomó la libertad de ser abstracto y figurativo
PARIS.-
Mila entra en la sala y busca impaciente los cuadros "rotos". Ése es el
término que encontró su tía para que, a los tres años y medio, el
programa de ir al museo la seduzca. La pequeña curiosa se pasea por
esculturas abstractas y cerámicas de fondos marinos, animales y
naturalezas muertas, pero no los encuentra. Deberá atravesar varias
épocas y técnicas diversas en la obra prolífica de Lucio Fontana antes
de llegar a sus lienzos tajados: su etapa creativa más conocida fue
realizada durante los últimos diez años de su vida.
El Museo de
Arte Moderno de París (MAM) presenta una retrospectiva que permite
descubrir de manera global el trabajo del artista nacido en Rosario
(1899-1968). Son más de 200 obras, divididas en 14 períodos y
presentadas en forma cronológica. Esculturas policromas en tierra cocida
o yeso, materiales que utilizará a lo largo de toda su carrera; figuras
humanas en bronce; sus inicios en el movimiento espacialista, que
revelan una voluntad de romper con los géneros tradicionales y renovar
las técnicas; o los buchi, en los cuales Fontana agujerea el
lienzo de ambos lados para dejar pasar la luz y la sombra, técnica que
aplicará luego sobre la tierra cocida o el metal.
Se exhiben
también sus colaboraciones con la arquitectura (cuando su lenguaje
plástico es aplicado en la decoración de interiores), las bolas gigantes
perforadas y, por supuesto, los conocidos Tagle, su marca de fábrica, donde los lienzos son tajados de manera perfecta.
Concepto espacial. El fin de Dios, 1963.
La
última exposición de Fontana en Francia hace recordar la organizada por
el Centro Pompidou en 1987. "Es un gran artista del siglo XX, un
visionario que marcó a otros. Queríamos que el público descubriera
partes de su trabajo poco conocidas, como las cerámicas o sus
colaboraciones arquitectónicas, que revelan la libertad de ser abstracto
y también figurativo", explica a adn Choghakate Kazarian, curadora de
la muestra junto con Sébastien Gokalp.
La preparación tardó dos
años y medio. Los curadores contaron con la ayuda de la Fundación Lucio
Fontana, con sede en Milán, a la cual su esposa legó gran parte de sus
obras, además de las galerías Tornabuoni Art y Karsten Greve y los
coleccionistas privados, la mayoría en Italia.
"Muchas obras están
en la Argentina, pero no pudimos traerlas por razones de logística. Ese
período está sólo representado por una cerámica y algunos dibujos. Lo
increíble es que se podría hacer una nueva exposición con obras
totalmente distintas. Fontana es uno de los únicos artistas que supo
renovarse. Casi no tuvo períodos de inactividad", agrega Gokalp. Se
calcula que su producción artística reúne alrededor de 10.000 obras,
entre las cuales se cuentan unos 6000 dibujos.
Fontana estudia en
Italia y vuelve a la Argentina después de la Primera Guerra Mundial.
Trabaja en la empresa de monumentos funerarios de su padre, un
arquitecto y escultor que inmigró de Lombardía, y realiza sus propias
esculturas. En 1927 viaja nuevamente a Italia para dedicarse al arte y
se inscribe en al Academia de Bellas Artes de Milán. Volverá a la
Argentina en 1940 y durante siete años, en los cuales trabajará como
profesor y desarrollará su teoría del "espacialismo": una reflexión
sobre el arte, el tiempo y el espacio. En 1947 se instalará
definitivamente de este lado del Atlántico.
A partir de 1949 casi todas sus obras se titulan Concepto espacial.
"Su influencia argentina se ve en la técnica de la tierra cocida y en
su relación con el espacio", analiza Kazarian. "Es allí donde lanza sus
reflexiones más vanguardistas. Y vuelve a Europa con nuevas propuestas",
agrega Gokalp.
Concepto espacial. Expectativa, 1966
Además
de su riqueza artística, la retrospectiva exhibe algunos detalles que
permiten imaginar mejor al personaje, como videos de viejas entrevistas
televisadas en las que se lo ve hablando italiano con acento argentino. O
una serie de fotos que capturan a Fontana vestido con un traje de tres
piezas, en el momento previo y posterior a tajear un lienzo. Leyendo las
anotaciones del fotógrafo, se descubre que es una mise en scène,
porque a Fontana le disgustaba ser fotografiado durante ese gesto
radical. También durante la etapa final, luego de perforado el lienzo.
Fontana abría suavemente la grieta utilizando la mano como cuchilla.
Su célebre serie Tagli,
ícono del arte moderno, nace en 1958. Expone en la Bienal de Venecia y
su carrera internacional despega. Ese mismo año se exhibe en Nueva York,
Osaka, Copenhague, Buenos Aires, varias ciudades estadounidenses y, un
año más tarde, en la Documenta de Kassel. Producirá unos 150 lienzos de
este tipo por año y durante la siguiente década. Un gesto simple y
repetitivo que no deja de reflejar una diferencia con el anterior.
En
las últimas salas, los cuadros "rotos" se exhiben en todo su esplendor.
Mila está contenta de finalmente haber llegado y los observa con
detenimiento.
A fines del año pasado, una de las obras de la serie Concepto espacial, llamada El fin de Dios (1963),
fue vendida por 20,9 millones de dólares. Para Mila tienen otro valor:
esos grandes huevos de colores vivos perforados por agujeros en forma de
cráteres se parecen mucho a sus dibujos.
adn fontana
Rosario, 1899 - Comabbio, Italia, 1968
Pintor,
ceramista y escultor, pasó gran parte de su vida en Italia, donde había
nacido su padre. Residió en la Argentina desde 1921 hasta 1928 y desde
1940 hasta 1947. Aquí fundó la Academia Altamira, donde dio a conocer el
Manifiesto Blanco, y en Milán apoyó el primer manifiesto del
espacialismo. En 1958 inició la conocida serie de los tajos sobre el
lienzo. Sus obras integran las colecciones permanentes de más de cien
museos de todo el mundo.
Fue uno de los grandes profesores e historiadores del arte en la Argentina. Figura de renombre internacional, su enseñanza influyó en la carrera y en la vida de muchas personas. Aquí, el testimonio de uno de sus alumnos.
Hace menos de dos semanas murió Héctor H. Schenone, uno de los grandes profesores e historiadores del arte en la Argentina. Era una figura de renombre internacional y su enseñanza influyó en la carrera y en la vida de muchas personas, algunas de las cuales no lo conocían y no sabían que, de algún modo, él las había marcado. Y sobre este punto quiero brindar mi propio testimonio.
Schenone fue académico de la Academia Nacional de la Historia y de la de Bellas Artes de la Argentina, y miembro correspondiente de las academias de historia de España, Bolivia, Perú, Paraguay, Guatemala, Puerto Rico, Venezuela y Brasil. Desde la publicación en 1948 de El arte de la imaginería en el Río de la Plata , del que era coautor con Adolfo Luis Ribera, fue muy claro que se trataba de un estudioso de primer nivel. A ese libro, le sucedieron volúmenes sobre la iconografía cristiana en América que su discípulo, José Emilio Burucúa, calificó de "monumentales". Además, Schenone dirigió durante varias décadas los trabajos de relevamiento del patrimonio artístico del país para la Academia Nacional de Bellas Artes. Esa labor fructificó en una admirable serie de libros catálogo.
Fui alumno del profesor Schenone en 1960, en el sexto año del Colegio Nacional de Buenos Aires. Él dictaba Historia del Arte. Las lecciones se daban en el cómodo cine del Colegio, en el subsuelo, porque, en sus clases, Schenone se valía de la proyección de diapositivas. La primera que nos mostró era, creo, la de la copa de un árbol en invierno. Las ramas desnudas, entreveradas en una lucha vegetal, eran una masa confusa, algo así como la antítesis del arte. Porque el arte, según dijo Schenone esa mañana, establece un orden y una interpretación en el mundo, aun cuando, a veces, registra el caos, pero antes, con pícara astucia, lo ordena y lo disfraza de desorden.
Schenone era un hombre amable, cordial y no practicaba ninguna clase de demagogia con sus alumnos. Empezó por los primitivos, el arte babilónico, el egipcio, el griego. Logró algo nada fácil: nos enseñó a distinguir las construcciones levantadas con un criterio arquitectónico de aquellas en las que se había seguido un modelo escultórico. Algo semejante hizo con la pintura. Analizaba los elementos estrictamente pictóricos de un cuadro: la composición, el equilibrio de los volúmenes, el uso del color, las texturas. Por supuesto, también nos describía las condiciones sociales en que se había producido una obra, la vida del autor, pero nos señaló que nada de todo eso hacía de un cuadro, un templo o una escultura una obra de arte. Lo que daba solidez a una obra y la preservaba del tiempo era el nuevo lenguaje y la coherencia con los que cada auténtico creador daba a luz un mundo propio. Schenone nos inmunizó contra la falsa monumentalidad, contra las trampas literarias e ideológicas ocultas en el surrealismo, el realismo socialista, el prerrafaelismo, los nazarenos; contra la imitación banal de la realidad, contra el kitsch involuntario. Nos llevó a preferir las corrientes más modernas y a rechazar los neos (neogótico, neoclásico, neocolonial). Produjo en nosotros una ascesis.
Purificados, devinimos talibanes. Durante la celebración de una fecha patria en el salón de actos del Colegio, un espacio de estilo neoclásico, uno de los compañeros dijo, señalando las molduras, los capiteles: "¡Tendrían que tirar abajo esta antigüedad de mal gusto". Por suerte, la antigüedad sigue en pie. Sólo aceptábamos a Mies van der Rohe, Gaudí, Frank Lloyd Wright, Le Corbusier (con reticencia) y, en la Argentina, la capilla de Fátima, de Claudio Caveri y Eduardo Ellis, en Martínez. Teníamos el esnobismo y la impiedad de los jóvenes. Bajo nuestras pedantes e ingenuas axilas, llevábamos Saber ver la arquitectura , de Bruno Zevi; Cómo se mira un cuadro , de Córdoba Iturburu, y Cómo entender la pintura: de Giotto a Chagall , de Lionello Venturi.
En los últimos diez días, quienes fuimos alumnos de Schenone en el Colegio cambiamos varios e-mails sobre él. Dos de mis ex compañeros, Ernesto Szlotolow y Oscar Carreño, comentaron que resolvieron hacerse arquitectos por el influjo de aquellas clases memorables. Cito el testimonio de otros, el de Jesús Beltrán, por ejemplo: "Recuerdo que a principios del año (Schenone) nos mostró fotos de la iglesia de la Madeleine en París, que por afuera es un templo griego y por dentro está llena de arcos y bóvedas renacentistas. A ninguno nos llamó la atención. A fin de año volvió a mostrar las mismas fotos y nos chocó la falta de calidad artística del edificio". Las clases que el profesor dio sobre la catedral de Chartres fueron inolvidables. Cuenta mi ex compañero Nicolás von der Pahlen: "Cuando mis padres viajaron a Europa les recomendé ir a Chartres. Más tarde, viajé a Francia, fui a Chartres y le dediqué horas a ver sus dos torres dispares (eran de siglos distintos), los vitrales, la virgen negra (que no era negra), el zodíaco dentro de la iglesia."
Cuando egresé del Colegio, mis padres y yo emprendimos un viaje de cuatro meses por Italia, Francia, Suiza y el sur de Alemania. Mi padre, inmigrante italiano, era un hombre muy inteligente, de formación técnica y de extracción muy humilde. Jamás había pisado un museo. Mi madre, nacida en la Argentina, era hija de italianos por completo iletrados. Ella, en cambio, había podido terminar el colegio primario. En ese viaje a Europa, los (y me) sometí a una dieta despiadada de museos e iglesias. Dentro de los museos, me improvisaba en guía del trío y repetía a mi modo lo que había aprendido de Schenone. Al mes, me sorprendí cuando, después de haber estado en Venecia, pasamos por Milán, entramos al Castello Sforzesco y, en una de las salas, mi madre, desde lejos, señaló un pequeño cuadro y dijo: "Mirá, ése es un Guardi (Francesco Guardi). ¡Qué raro Guardi en Milán!". Y, contra todo lo que cabía suponer, mis padres prefirieron la Pietà Rondanini, de Miguel Ángel, la del Castello Sforzesco (mucho más moderna), a la Pietà del Vaticano. En Boloña, admiraron las naturalezas muertas de Giorgio Morandi. Mi padre se detuvo frente a una y utilizó una metáfora (rarísimo en él) para explicar su emoción: "Aquí -dijo señalándola-, aquí hay silencio". También él había terminado por ser alumno de Schenone.
En mi casilla de correo, se suman en estos días los mensajes de varios ex compañeros sobre el profesor: José María Monner Sans, Cristián Fernández Prati, Ricardo Cohen, Norberto Machline, Daniel Schere, Ernesto Taboada, Roberto Weimann, Juan Carlos Migliorini, Jorge Quintana, Jorge Schiariti y Antonio Marino, el actual obispo de Mar del Plata. Antonio me informó que Schenone era diácono permanente en la parroquia del Pilar. No lo sabía; del profesor sólo sabía lo esencial: la catedral de Chartres. Lamento no haber podido decirle a ese hombre que me descubrió el mundo íntimo que hoy me sostiene todo lo que le debo; aunque en los negocios espirituales, las deudas siempre quedan impagas. Es imposible pagar lo que es invalorable. Sólo se puede decir, aunque sea tarde: "Gracias". O quizás: "Aquí hay silencio".
La
revalorización de la poeta argentina más célebre se centra hoy no tanto
en sus versos como en su periodismo, que revela a una feminista sutil.
Un libro quemado rescata muchos de esos escritos, entre ellos los que
aquí se reproducen, nunca antes antologados y publicados originalmente
en la nacion, a comienzos de los años veinte, bajo el seudónimo Tao Lao
las profesoras
¿Qué
es usted, linda señorita, vestida con un traje de sarga marrón,
zapatitos y medias de igual color, piel levantada hasta la discreta
nariz, sombrero hundido hasta los rosados apéndices laterales (orejas),
abundosas patillas de un brillante cabello al oro que hubiera hecho
decir de nuevo a un poeta tropical:
¡Cuánto oro! ¡Cuánto oro!...
Habría lo suficiente
¡Para ir a Europa y volver!...
-¿Qué es usted, repito, señorita?
-Profesora.
-¿Y usted, la del mignon, sombrerito solferino, menudo busto, escasa pollera, elevados tacos, rizos sueltos y graciosa chaqueta?
-Profesora.
-Y usted, que carga los zapatos de aquella, los rizos de esta y la llamativa bufanda de cualquier otra, ¿qué es usted?
-Profesora.
Y caímos en cuenta de la abundancia.
Una chapita
La
emancipación femenina de la monotonía del hogar en busca de nuevos
campos para su actividad -según la frase en boga- ha tenido con gran
frecuencia, como símbolo codiciado, una chapita.
Esta chapita no es invención femenina.
La
introdujo al país por masculino, y acaso político conducto, una
democracia pequeñita que substituyó el escudo por la chapa. La gente ha
necesitado siempre "algo" que la acompañe desde las paredes de su casa; y
es claro, los ídolos sufren la suerte y la decadencia de los hombres.
¿No es así, pequeñita del sombrero solferino?
Las profesoras
Así
como las chapas masculinas vienen sufriendo desde hace algunos años una
pequeña alteración de buen gusto (se habrá observado que de la
inscripción "boticario" se pasó a la de "farmaceútico" y de la de
"farmacéutico" a "químico-farmacéutico" y de la de
"químico-farmacéutico" a "doctor en química", última etapa), las chicas
resolvieron ascender también de condición, empezando por adquirir la
chapa.
Y allí estaban, como llovidos del cielo, los conservatorios e institutos que fueron tomados por asalto.
Y hubo profesoras de canto, de solfeo, de piano, de violín, de dibujo, de repujado, de declamación, de corte y confección, etc.
Un aparte
Las
profesoras de corte y confección nos merecen un aparte, pues ellas, de
un solo golpe, han conseguido el título, la chapa y su aristocratizada
inscripción.
Antes, cuando se quería entrar en relaciones
comerciales con personas femeninas que cortaban y cosían, se buscaba por
las calles unos figurines pegados detrás de un vidrio, cosa esta que
delataba a la modista.
Esta modista no tenía más que una casera
ciencia, casi hereditaria, y cortaba moldes y medía las distancias de
los alforzones con cartoncitos.
El corte y confección, que es más
distinguido, suprimió los figurines delatores, los moldes y los
cartoncitos, empleando, en cambio, el centímetro, que es científico y
matemático, y cuya sabia aplicación conduce al corte sin moldes, punto
culminante de la ciencia de la costura.
Y esto que se llama la
intelectualización de un oficio, ha suprimido de muchos hogares aquel
pequeño lunar social que era la modista, para reemplazarlo por una
chapita que lustra, limpia y da esplendor.
Los ceros
Un
poeta europeo que anduvo por estas tierras, con menos suerte de la que
pedía, dijo que el país, en manifestaciones artísticas, era la unidad
seguida de ceros.
A buen seguro que si el matemático poeta hace
una incursión por las fábricas de profesoras se traga con gesto bilioso
la unidad, y deja a los ceros, huérfanos, apretaditos unos contra otros.
No
haré yo tanto. Si el poeta me lo permite, en vez de suprimirla,
multiplicaré la unidad, y para quedar bien con él, pues las cóleras
celestes son peligrosas, no suprimiré, eso sí, una respetable cantidad
de ceros.
Porque verdad es que la aspirante a profesora paga en su
instituto una cantidad mensual y la selección, entonces, huelga; como
también es verdad que los exámenes están gravados con derechos y
conviene que el mayor número se examine y apruebe; como también es
verdad que el diploma final cuesta una sumita saludable al instituto.
Pero este sacrificio está dulcificado por las medallas, sobresalientes y
citaciones especiales con que vuelve a su casa cargada la profesora.
Esto, sin embargo, no debiera llamarnos la atención.
¿Lo que ocurre en los institutos pagos no es, más o menos, lo que ocurre en los oficiales?
¿Acaso la consigna no es pasar, diplomar, hacer número?
¿Quién ha imitado a quién?
En la duda, y si me apuran mucho, va a cargar con todo el clima.
Punto
Señoritas profesoras, bellas y gentiles señoritas profesoras: todo lo dicho es elogio.
Si
las liberto a ustedes, mediante un sonriente permiso, de la chapa, una
cosa pesada, de los diplomas, medallas y sobresalientes, varias cosas
pesadas, y me quedo con ustedes en esencia: pianistas, violinistas,
recitadoras, concertistas, solfistas, etcétera, todo ello substancia
espiritual bien o mal despertada, pero despertada al fin, las prefiero a
cuando empleaban aquel tiempo de estudio, que las ha provisto de
defensa económica, en jugar con las tijeritas de oro, mirando
lánguidamente por el balcón... el horizonte, sin duda.
Las manicuras
Cortad al hombre las manos y restaréis al cuerpo humano toda la gracia terminal y la sutilidad de su infinita armonía.
Las
manos son al cuerpo como los pequeños brotes elegantes a las gruesas
ramas. Se diría que en estas terminales de las distintas formas que la
naturaleza adopta, esta se sutiliza como comprendiendo.
Y es que acaso la materia tenga también sus preferencias y sus aristocracias.
El
tejido que forma las manos y se transparenta como una rosada porcelana
en las delicadas yemas, tuvo, sin duda, allá en sus iniciales connubios
con la materia informe, afinidad electiva con los pétalos delicados.
Porque
no me negaréis que ser una célula de las yemas de los dedos no es lo
mismo que serlo de un pesado molar. Hay oficios y oficios. Hay obreros y
obreros.
Me imagino yo que los minúsculos cuerpos que forman,
pongo por caso, los ojos y los dedos, han de estar así como en el jardín
del cuerpo humano.
Y tomaos el trabajo de imaginar por un momento
y para honra de las manicuras, que el cuerpo humano sea como una casa
dividida en distintas dependencias destinadas a oficios diversos.
No
me negaréis, que, al ser, ¡oh, bellas lectoras! una minúscula célula,
quisierais hallaros formando parte de los ojos y de las manos,
destinados a las más exquisitas funciones humanas.
Recordad, si
no, aquella frase del hosco Quiroga, quien apretando deliciosamente la
mano de una dama hizo florecer su brusquedad en una sentencia galante:
"El amor, señora, entra por el tacto".
Y eso que ignoro si la
bella mano provocadora de galanterías había sufrido el toque mágico de
una manicura, oficio grato a la mujer, acaso por afinidad con las
perezas del sexo que elige de preferencia tareas que exigen poco
desgaste cerebral y fácil ejecución.
Es curioso observar, por
ejemplo, que la cantidad de manicuras que, a cada paso, mientras se
recorren las calles céntricas, destacan sus esmaltadas e insinuantes
chapas azules surcadas de grandes letras blancas, es muy superior al de
las pedicuras, oficio muy avasallado por el sexo fuerte.
Aquí un
malicioso espíritu tendría margen para sutiles ironías, y acaso opinara
que siendo más difícil a la mujer descubrir un bello pie que extender la
siempre desnuda y visible mano, ella prefiera, por natural
contradicción, que un hombre pula, suavice y cuide sus rosadas plantas,
mientras simplemente, entrega sus manos a los cuidados profesionales de
una mujer.
Pero no he de aventurar sutilezas por no correr el
riesgo de hacer difícil lo fácil, cosa que con demasiada frecuencia les
ocurre a los sutiles.
Además, y tratándose de tan pedestre oficio,
no vale la pena correr un riesgo, pues un oculto sentido de la armonía
me ha insinua do que los riesgos hay que correrlos por elevados asuntos,
asuntos que, en el tren que estamos, tendrían que ser los ojos y los
cabellos, los que han de merecernos capítulo aparte.
Bien
haya, pues, por las manicuras que se mantienen a media elevación
-obsérvese que las manos penden más o menos hasta la mitad del cuerpo- y
que han sabido hallar el medio de ganar su vida con un arte que, si no
iguala al de los enceguecidos artífices del Renacimiento, contribuye a
la belleza exterior y al brillo de la vida -el brillo, desde luego-. Y
qué perfecta armonía la de este modesto y lucrativo oficio con el deseo
de los defensores de la feminidad hasta en las tareas que la vida impone
a la "mujer moderna".
Porque una manicura, cierto es, no necesita de gran imaginación para cumplir con sus elegantes tareas.
Le
basta un poco de prolijidad, agua tibia, perfumados jabones, discreto
carmín, tijeras, pinzas y ungüentos, cosas estas entre las que las
mujeres deben hallarse -según sus enemigos- como el colibrí entre rosas,
pues las tijeras, pinzas y perfumados ungüentos nacieron de una sonrisa
de Eva, según una mitología especial para manicuras que se escribirá
algún día, el ocio mediante.
Y obsérvese además, para convenir en
la feminidad de este oficio, con cuáles femeninos modos se conducen sus
elementos de trabajo.
El agua tibia, elemento básico, tiene propiedades emolientes, persuasivas e insinuantes.
No
hay tejido que resista a su insistencia continuada: los poros se
dilatan, y las expansivas moléculas los penetran poco a poco hasta que
las duras cutículas ceden su rigidez.
Diez, veinte minutos, media
hora de este lento trabajo del agua persuasiva, y de tímida apariencia, y
ya está el terreno preparado para que entren en función las sabias
pinzas, las que con la misma prudencia del agua, pero con mayor sentido
electivo, escarban los puntos débiles, conforman los detalles y libran
los tejidos de adversarios molestos.
Pero nada sin duda manejan las manicuras con tanta propiedad como las tijeras.
Las
poseen de todos tamaños y formas: unas son finas, delgadas y
puntiagudas como una indirecta; otras son arqueadas y leves como una
mala intención; las hay romas y elegantes, vulgares y aristocráticas,
cortas y largas, anchas y angostas, acertando así, en la perfección de
los cortes, que es una de las especialidades del sexo.
Luego se ha
sospechado siempre que las manicuras tuvieran un sentido especial de la
vida, un sentido instintivo que tampoco requiere gran imaginación; algo
así como un olfato congénito de que la debilidad humana sucumbe más
fácilmente ante los cuerpos brillosos que ante la fea y tosca opacidad.
Hasta
en esta comprensión es oficio de mujer el de las manicuras, y la
cantidad respetable que trabajan con las bellas manos, y con singular
fortuna en esta elegante ciudad americana, deben contar indudablemente
con el beneplácito de los que miran con horror las tareas masculinas
desempeñadas por mujeres.
Por lo que a mí respecta, si en una
futura vida me cupiera en suerte transmigrar al tibio cuerpo de una
gentil mujer, elegiría también este oficio blando, discreto, que realiza
su tarea en el pequeño saloncito o en el perfumado "boudoir", cuando
las femeninas cabelleras caen lánguidamente sobre las espaldas, y los
ojos están húmedos de esperanza y un ligero temblor en los dedos
descubre a los ojos extraños la inquietud deliciosa del íntimo sueño.
Porque,
feliz ser, dotado de la imaginación de mi anterior vida masculina, me
daría a investigar manos como quien investiga mundos.
Me embarcaría así por los surcos hondos de las palmas como por ríos sinuosos en busca de puertos reveladores.
E
iría descubriendo el trabajo lento del alma en los cauces misteriosos y
las maravillas de los puertos finales de esas revelaciones
quirománticas.
Pero no os alarméis todavía, oh, bellas mujeres que
contribuís con vuestra agraciada frivolidad al bienestar económico de
tantos hogares, pues la transmigración es fenómeno negado por la
autoridad científica, y mi última palabra era que el oficio de manicura,
oficio de mujer indispensable en nuestra gran metrópoli, requería
escasa imaginación.
Final abierto
La pasión de Alfonsina
Por Verónica Chiaravalli / LA NACIÓN
Amelia
Bence atesoraba una anécdota con Alfonsina Storni, a quien había
conocido mucho antes de encarnar a la escritora en el film de Kurt Land.
A los cinco años, cuando estudiaba en el Instituto de Teatro Infantil
Labardén, la pequeña Amelia actuó en una obra de Alfonsina, Juanita:
interpretaba al hijo menor de una familia acomodada en cuya casa
trabajaba como mucama una chica de doce años. "En una escena tenía que
mojar una estampilla con la lengua y pegarla en un sobre -recordaba
Bence, años después-, pero se suponía que me la tragaba y empezaba a
llorar. Por alguna razón me asusté ante la posibilidad de tragarme
realmente la estampilla. Me dio miedo y empecé a llorar de verdad.
Entonces Alfonsina me llamó entre bambalinas y me dijo: ?No seas tonta,
no te vas a enfermar ni te va a pasar nada. Seguí adelante que vas a ser
actriz'." Amelia guardó esas palabras como un talismán y desde entonces
se dedicó a admirar a Storni, tanto por su personalidad como por su
poesía.
Esto lo cuenta Bence en un relato de su autoría publicado por primera vez en el libro Cuentos de cine
(Alfaguara, 1996), cuyos textos seleccionó y prologó Sergio Renán.
Allí, la actriz condensa en pocas palabras la imagen romántica de
Alfonsina que prevalecía en la época y que aún perdura: "Una mujer que
vivía por y para el amor. Que vivía enamorada". Esa visión, alimentada
por su obra poética, contribuyó a cristalizar la imagen pública de la
escritora como rebelde heroína trágica. Pero la actual revalorización de
Storni, reflejada en la producción de tapa del presente número de adncultura,
tiene como centro su feminismo, expresado con eficacia en su prosa y en
sus textos periodísticos. Esa Alfonsina impulsaba a las mujeres a
construir una nueva imagen de sí mismas y a conquistar espacios en la
vida social, sin ceder a la tentación de considerarse sólo víctimas,
seres frágiles reñidos con la racionalidad. Sin odiar a los hombres,
tampoco. La revalorización de la obra de Storni propone el
desencantamiento de su mundo; la deconstrucción de la fémina vulnerable. En
su relato, Amelia Bence reconoce que fue un doble y no ella quien se
internó en el mar para rodar la escena del suicidio. Era otoño, las
piedras de la orilla le lastimaban los pies y la actriz le dijo al
director que "ni loca" se metería hasta el cuello. Allí se lanzó,
entonces, precursor de Norman Bates, un guardavidas con peluca blanca y
vestido de mujer, tomado por la cámara de espaldas y de lejos. "Quedó
estupendo", se congratula Amelia en su testimonio. Tal vez, si la muerte
no hubiera estado tan cerca de su propia vida, si la enfermedad no la
hubiera acorralado, Alfonsina se habría reído con ganas del modo irónico
en que esa comicidad involuntaria en la que todos incurrimos desbarata
la tragedia.
Los millonarios rusos compran arte en las principales subastas
internacionales y elevan los precios de las obras maestras rusas a
nuevos récords.
Aumentan las ventas y los precios en las casas de subastas inglesas. Fuente: Reuters
Joe Neumeyer, para RBTH
En 2004 el multillonario ruso Víktor Vekselberg adquirió los nueve
legendarios huevos de Pascua imperiales de Fabergé de la
colección Forbes por más de 100 millones de dólares. Según Darin Bloomquist,
responsable del departamento de objetos rusos de Sotheby's, esto marcó un hito
que multiplicó la participación rusa en subastas en el Reino Unido.
El valor total del arte ruso subastado en Sotheby's desde 2003 asciende
a 1.000 millones de libras. El precio récord por un cuadro ruso en una venta es de 7,9 millones: la
radiante “Madonna Laboris” pintada por Nikolái Roerich en 1931. El crecimiento de la demanda de arte ruso que Christie's ofrece a la
venta es de un 35 % anual.
Desde 2003, Sotheby's ha vendido casi 1.000 millones de dólares de arte
ruso, casi diez veces el importe que se alcanzó en la década previa. Durante
los cinco últimos años, el número de postores para obras de más de 500.000
libras casi se ha doblado. El boom del arte ruso también alcanza otras casas de
subastas: en la última década, las ventas de arte ruso en Christie's han
crecido anualmente un 35 %, y un 24 % en MacDougall's.
¿Cuál es el motivo de este florecimiento? La respuesta es simple, dice
el director William MacDougall: “La nueva riqueza en Rusia.”
Vuelta a casa
Durante la era revolucionaria, los Fabergés y otras obras de arte fueron
sacadas de Rusia en secreto, un éxodo del legado cultural del país que continuó
durante el periodo soviético. Hoy, la mayoría del arte ruso sale de colecciones
occidentales privadas, donde se ha conservado durante 70 años o más, y se vende
en Londres a coleccionistas rusos que se lo llevan de vuelta a casa.
“Hace 30 años, lo compraban occidentales que buscaban chollos”, dice
MacDougall. “Ahora, los rusos tienen más dinero y pueden volver a viajar.
Vieron qué barato era el arte ruso en el extranjero, empezaron a comprarlo y
los precios fueron subiendo.”
Hace un año en Londres, Bonham's alcanzó el récord mundial para un
cuadro ruso en una venta de arte: la “Madonna Laboris”, de Nikolái
Roerich, de 1931,
que se vendió por 7,9 millones de libras. Recientemente, Sotheby's vendió un
retrato de familia del maestro vanguardista Piotr Konchalovski antes de una
subasta por 4,67 millones, más del cuádruple del anterior récord del artista.
Gusto moderno
Fuente: Photoshot / Vostock Photo
En el pasado, el producto principal en el mercado de pintura rusa eran
las obras del XIX, la era dorada del realismo en Rusia. Ahora, sin embargo, la
atención se ha desplazado hacia el XX “Parece que el mercado se está moviendo hacia
las obras modernistas, alejándose de los cuadros más canónicos, más
tradicionales de Wanderers e Ilía Repin”, dice Sophie Law, de Bonham.
Sarah Mansfield, responsable del departamento de arte ruso de Christie's
en Londres, está de acuerdo. “Sí, hace cinco o diez años, la pieza clave de
cada temporada era siempre una obra del XIX. Pero en los últimos tiempos,
Christie's ha obtenido precios fantásticos por las obras innovadoras, de
brillantes colores, pintadas en la década de 1910 por los vanguardistas rusos.”
Entre ellos están “Naturaleza muerta con fruta”, de Ilía Mashkov,
que se vendió hace poco en Christie's por 4,77 millones de libras, y Aristaj
Lentulov, cuya “Iglesia en Alupka” alcanzó los 2,1 millones. Ambos precios
fueron récords mundiales para estos artistas.
El realismo gana adeptos
Quizá el desarrollo más sorprendente es el creciente interés en el arte
realista soviético, que cada vez está mejor representando en las subastas y las
exposiciones, como la de Deporte Soviético de Sotheby's del pasado
invierno.
Se subastan en Sotheby's fotografías de arte underground soviético
Los millonarios Filatov y Bonís Ananiev están entre los nuevos
coleccionistas más ávidos de arte realista del socialismo. “Es el arte
de la época en la que nací, cuando estudié, una época que he vivido”, dice
Ananiev.
Según Lavery, uno de los pintores soviéticos más de moda en la
actualidad es Alexander Deneika, que aplicó un diseño innovador a las
representaciones idealizadas de trabajadores y atletas.
El audazmente geométrico “Joven diseñador” de Deneika es la estrella de
la próxima subasta en la Semana de Arte Ruso de Sotheby's, donde se espera que
alcance entre 2 y 3 millones de libras. La creciente popularidad de los temas
soviéticos también se extiende a la porcelana, con una figura de la era de Stalin,
“Pionero con tambor”, que se espera alcance hasta 35.000 libras.
Mientras tanto, los Fabergé y otros objetos únicos mantienen su
popularidad, pero los compradores son ahora mucho más sagaces. “En el
mercado actual, la clave es la calidad”, dice Helen Culver Smith, del
departamento de arte ruso de Christie's en Londres.
Conexiones reales
Fuente: AFP / East News
“Los coleccionistas son exigentes y buscan obras de procedencia
aristocrática, real o imperial”, explica, citando un “magnífico” par de
jarrones de la Fábrica de Porcelana Imperial que saldrán a la venta en la
Semana de Arte Ruso de Christie's.
En Sotheby's, una subasta de objetos que pertenecieron a la Gran Duquesa
María Pavlovna, recuperados recientemente en Suecia y que incluían una
cigarrera y unos gemelos de Fabergé, obtuvo más de 7 millones de libras, siete
veces lo que se esperaba.
Ilustraciones de poemas de Pushkin
La importancia de este vínculo con la realeza incluye
también a los manuscritos, como el manuscrito de heráldica imperial de 1769 que
alcanzó un precio de más de 205.000 libras el año pasado en la sede londinense
de Christie's.
Entre los objetos sin relación con la nobleza, las grandes piezas de
esmalte y plata que “tienen un aspecto más ruso, más eslavo” son tendencia, dice Bloomquist,
y normalmente alcanzan “precios fantásticos” en las casas de subastas.
La gran mayoría de los que compran pintura y porcelana rusas en el Reino
Unido son rusos, explican los expertos, mientras que los occidentales
normalmente están más interesados en el mundialmente famoso Fabergé. En algunos
campos de la pintura, sin embargo, está más equilibrado.
El atractivo de Kandinski
“Cuando hablamos de vanguardias rusas, no hay ni que decir que artistas
como Natalia Goncharova, El Lissitzki y Vassili Kandinski atraen tanto a
compradores occidentales como rusos”, comenta Frances Asquith, responsable del
departamento de pintura rusa de Sotheby's.
Aunque la economía rusa ha sufrido una crisis esta
primavera, las casas de subastas y los compradores anticipan que esto tendrá
poco impacto en las próximas subastas. “Los rusos invierten en su cultura nacional”,
dice MacDougall. “La tradición de los grandes coleccionistas ha vuelto.”
Los
halló la Fundación que lleva el nombre del Nobel de Literatura chileno;
los cuadernos estaban en unas cajas con manuscritos del poeta; se darán
a conocer en el aniversario de los 110 años de su nacimiento
SANTIAGO.- La Fundación Pablo Neruda
dijo hoy que se encontraron 20 poemas inéditos del premio Nobel
de Literatura chileno en unas cajas con manuscritos de las obras del
poeta, los que serán publicados en un libro a fines de este año.
Se
trata de seis poemas de temática amorosa y los 14 restantes de otros
temas cuya creación data de 1956 en adelante, después de haber sido
cuidadosamente recogidos y verificados en un trabajo que se extendió por
más de dos años.
La fundación explicó que el hallazgo ocurrió
tras un estudio riguroso de una colección de manuscritos y mecanoscritos
de la obra de Neruda, papel por papel, con el propósito de hacer un
catálogo más completo que el registro que existía en la biblioteca de la
entidad.
Fue en este trabajo que la fundación constató que había
cuadernos en los que Neruda escribió poemas que, posteriormente, destinó
a distintos libros. Pero también se encontraron poemas que no aparecían
en ninguno de los libros ni en las recopilaciones posteriores de la
obra del poeta.
Posteriormente, se sometió estos poemas a nuevas revisiones para tener la seguridad de su condición de inéditos.
"No
ha sido posible datar la totalidad de estos poemas, porque no todos
llevan la indicación de la fecha en que se escribieron, que el poeta
ponía solo a veces", dijo Darío Oses, director de la biblioteca de la
Fundación Pablo Neruda.
"Sí es posible asociar muchos de los
poemas a algunas épocas, por ejemplo, aquélla en la que Neruda se
encontraba escribiendo sus odas, que finalmente publicó en cuatro
libros", agregó.
Foto: Archivo / Sara Facio
La fundación dijo que entregó este material a su agente, quien contrató al grupo Planeta para su publicación.
El autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada falleció el 23 de septiembre de 1973, dos semanas después del golpe militar que llevó al poder a Augusto Pinochet.
La
publicación de los 20 poemas inéditos será divulgada a fines de este
año, coincidiendo con la celebración de los 110 años del nacimiento del
poeta.
Reuters.
El hallazgo fue en la Biblioteca de la Fundación del escritor en Chile; los versos se publicarán a fin de año
Hablar
de letras amorosas en el arranque del partido Chile-España de la Copa
del Mundo causa gracia (y algo de apuro) en los representantes de la
Fundación Pablo Neruda que responden el teléfono en Santiago. Claro que
el motivo de la llamada no sorprende del todo y resulta lo
suficientemente importante para ser atendido: ayer se conoció la noticia del hallazgo de 20 poemas inéditos que el premio Nobel escribió en su madurez y que se encontraron en cajas donde se atesoran los manuscritos del poeta.
"No
se trata de un hallazgo intempestivo -explicó enseguida a LA NACIÓN
Fernando Sáez García, director ejecutivo de la Fundación-, sino más bien
del trabajo concienzudo del equipo de la Biblioteca que encabeza Darío
Oses, que en los últimos tres años estuvo enfocado en ver que los
papeles que tenemos atesorados estuvieran impresos. Se hizo la
constatación, página por página, con los manuscritos, y fue quedando
material que no aparecía publicado."
El libro que recogerá los
poemas lo editará en América latina Seix Barral a fin de este año,
coincidiendo con la celebración de los 110 años del nacimiento del
escritor chileno y 90 desde la publicación de Veinte poemas de amor y una canción desesperada,
una de sus obras más emblemáticas. "Los antecedentes y la investigación
formarán también parte de ese volumen, que además contendrá referencias
críticas", sigue Sáez García.
La certificación de autoría de
estos textos, que pertenecen a la época de la madurez del autor,
convierte el hecho en "el mayor hallazgo de las letras hispanas en los
últimos años, un acontecimiento literario de importancia universal",
consignó la editorial en su comunicado. Hasta aquí sólo había dos
inéditos previos de Neruda, El río invisible (1980), poesía y prosa de juventud, y Cuadernos de Temuco (1996), sus poemas de adolescencia.
"El
poderío imaginativo, la desbordante plenitud expresiva y el mismo don,
el apasionamiento erótico o amatorio, que para la invectiva, la sátira o
el mínimo detalle cotidiano convertido en poema. Es decir, por igual el
Neruda de Odas elementales y el Neruda de La Barcarola, el de Memorial de Isla Negra e incluso el de Estravagario", valoró el catalán Pere Gimferrer, poeta y editor de Seix Barral, el trabajo que salió a la luz de un poeta inagotable.
Según
confirmaron en la Fundación Pablo Neruda, de los veinte poemas -algunos
más largos que el que reproducimos sobre estas líneas-, seis son de
amor y el resto tienen que ver con materias (como la geografía) que no
son extrañas al universo del autor, entre 1956 y 1970. Y aunque se sabe
que fueron escritos con posterioridad a Canto general (1950), no
fue posible datar a todos. "Sí es posible asociar muchos de ellos a
algunas épocas, por ejemplo, aquella en la que Neruda se encontraba
escribiendo sus odas o de aquella en que preparaba su gran autobiografía
poética, Memorial de Isla Negra", explica Oses.
La
investigación sobre los papeles de Neruda comenzó en junio de 2011, con
un estudio riguroso sobre los originales para lograr un catálogo mucho
más completo. "Se trataba de describir cada documento con su número de
página, su soporte y estado de conservación; se agregaba, además, si era
manuscrito, mecanografiado o mecanoscrito con correcciones y adendas, y
si tenía autógrafo e indicación de fecha y lugar donde fue escrito. Un
campo adicional era para indicar el libro donde finalmente se publicó y
si el original tenía variaciones respecto de la versión finalmente
publicada", detalló la Fundación sobre el procedimiento de esta
exhaustiva labor.
Así, pudo constatarse que en los cuadernos había
poemas que no aparecían ni en las recopilaciones de la obra del poeta.
Reconfirmada la condición de inéditos de una veintena de estos textos,
se determinó que por su calidad merecerían incorporarse a la obra ya
publicada de Neruda. Fuente: lanacion.com
RETROSPECTIVA EN SOTHEBY'S
En Londres se inauguró una exposición “no autorizada” del misterioso graffitero.
Las 70 piezas luego van a ser vendidas.
Antisistema. El cuadro de Banksy une al ratón Mickey y al payaso de McDonald’s con una nena víctima de Vietnam. /AP
El artista callejero británico Banksy, conocido por mantener su indentidad en el anonimato, debe de estar enfurecido con su ex agente por organizar una subasta en la que ofrece unas 70 piezas de su autoría en una venta privada en Londres. Desde la semana pasada, la casa de subastas Sotheby’s expone la mayor retrospectiva “no autorizada” del grafitero, con obras famosas y otras más desconocidas, que se venden por precios de hasta 840.000 dólares.
“No creo que vuelva a haber una colección como ésta que reúna tantas de sus obras”, dijo Steve Lazarides, un promotor del arte callejero, que admitió que Banksy “odiaría” esta exposición porque “su arte no está concebido para ser vendido”.
GRAFFITIS. Pets control. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (REUTER) - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/3#sthash.aTipoNrZ.dpuf
GRAFFITIS. Pets control. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (REUTER)
Llamada “La Retrospectiva no autorizada” y comisariada por Lazarides, la exposición londinense incluye esculturas, óleos y grabados que habrían incrementado su valor en pocos años. La estrella de la exposición es “Pest Control” (Control de Plagas), una obra con la que el artista criticó la proliferación de plagas por los residuos que genera la sociedad y la instaló de forma ilegal en el museo de Historia Natural de Londres en 2004. La pieza es una reproducción de una rata sosteniendo una mochila, un aerosol y una linterna, con lentes oscuros y la inscripción “nuestro tiempo vendrá”.
En la retrospectiva, con precios que parten de 6.700 dólares, también figuran las imitaciones que el artista hizo sobre los clásicos del arte, como el “David” de Miguel Ángel, con un chaleco antibalas, o “Los Girasoles de una gasolinera”, marchitos y decaídos imitando a los de Van Gogh.
GRAFFITIS. Stop me before I paint again y Steve Lazarides, curador. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP) - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/3#sthash.aTipoNrZ.dpuf
GRAFFITIS. Stop me before I paint again y Steve Lazarides, curador. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
En una de las galerías de la casa de subastas está el famoso cuadro “Burger King” (2006), que representa a un niño negro con corona de la conocida cadena de comida rápida y un plato de comida vacío frente a él, y también se exhiben algunas de sus primeras obras.
Los responsables de Sotheby’s se negaron a revelar la lista de precios, pero un folleto de la galería decía: “Las obras en exhibición en la Galería S2 están disponibles para la venta privada, ofreciendo una nueva dimensión a la experiencia en Sotheby’s”.
El misterioso que rodea a Banksy también envuelve a la expo. Es un enigma la identidad de los dueños de las obras, que serán quienes se quedarán con el dinero de las ventas. “Todas las pinturas y grabados de la exposición fueron producidos originalmente para la venta. Y a Bansky le corresponde el 4% del total”, aclaró Lazarides.
GRAFFITIS. Burguer King y Girasoles de Van Gogh. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
La relación profesional entre Banksy y Lazarides, comenzó cuando el agente fotografió al artista británico. Desde ese momento, el grafitero lo llamaba y le revelaba dónde se encontraban sus obras para que pudiera captarlas con su cámara. El vínculo entre ambos se rompió en 2009 (ver “Transgresión...”).
Hasta el momento, no hubo ninguna manifestación pública de Banksy, quien en su sitio de Internet, muestra la imagen en la que unos terroristas derriban a Dumbo, el personaje de Disney.
GRAFFITIS. Kate Moss. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
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GRAFFITIS. Kate Moss. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
Transgresión o un astuto plan de marketing
Nadie conoce la identidad real de Banksy, el famoso graffitero presuntamente inglés que altera el mundo del arte desde hace unos años, porque la propia práctica del graffiti así lo requiere: un graffitero estampa o pinta de manera ilegal sobre espacios la mayoría de las veces no autorizados. Por eso debe hacerlo de forma anónima, escurridizamente. Aunque a decir verdad hay una persona que sí conoce al graffitero casi tanto como él mismo: se trata de Steve Lazarides, quien fue su agente, fotógrafo y galerista durante 10 años. La relación –¿amistosa? ¿comercial?– se rompió en 2009 por razones no del todo claras. Lo que sí es muy nítido es el desarrollo descomunal y bastante rápido de la carrera de Banksy durante los últimos años, y el hecho de que no podría haberla llevada a cabo sin la ayuda de Lazarides ya que sólo su ¿agente? fotografiaba las nuevas obras (aunque muchos no las consideren obras sino vandalismo), por la simple razón de que el artista sólo le avisaba a él dónde estaban. Por eso podríamos pensar que esa figura, empresa o marca llamada Banksy está compuesta, en realidad, por dos: el artista y su colaborador-agente. Quizás todo fue, en realidad, un astuto plan de márketing orquestado en conjunto. El artista necesitó a Lazarides: no podía negociar con grandes marcas (Puma, Greenpeace, MTV) el uso de sus obras porque iba contra la esencia del propio “ser” graffitero, rebelde, tan anti-sistema y anónimo, tan anti-todo.
El mambo se armó cuando la sociedad quebró: desde entonces sus obras entraron contundentemente en el mercado de arte y sus precios a multiplicarse locamente, muchas veces con la intervención de Lazarides y sin la autorización del artista.
Pero hay algo que reconocerle a Banksy: creó un nuevo segmento dentro del siempre ávido mercado. Para todos los graffiteros con una esperanza de hacerse ricos, siempre existirá un antes y un después de este artista.
GRAFFITIS. Winston Churchill. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP) - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/4#sthash.mT4kENV8.dpuf
GRAFFITIS. Winston Churchill. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
GRAFFITIS. Pooh Bear. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP) - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/4#sthash.mT4kENV8.dpuf
GRAFFITIS. Pooh Bear. Exposición retrospectiva no autorizada del artista grafitero Banksy presenta 70 obras de arte en Londres. Banksy es el más famoso por su anárquica obras de graffitis de contenido social que aparecen en la arquitectura de la calle sin previo aviso en Gran Bretaña. (AP)
Objeto de deseo. La estampilla subastada mide 2,54 por 3,17 centímetros. Es la única que se conserva de su serie. /AFP
Objeto de deseo. La estampilla subastada mide 2,54 por 3,17 centímetros. Es la única que se conserva de su serie. /AFP
La estrella de la tarde era de papel y de un
tamaño apenas mayor a una huella dactilar. La estampilla Magenta de un
centavo de la Guyana Británica presidía ayer la sala Sotheby’s en Nueva
York. Con cuatro martillazos, el subastador David Redden rompió el
silencio reinante: alguien ofrecía 4,5 millones de dólares. Cinco
minutos después, el precio se duplicó. Hasta que un postor anónimo ofertó por teléfono 9,5 millones de dólares. Así el Magenta de un centavo se convirtió en la estampilla más cara del mundo.
Este
sello está acostumbrado a los récords: todas las veces que fue
subastado batió su propia marca. Su último récord mundial lo había
obtenido en 1980, cuando fue adquirido por 935.000 dólares. “Este récord
representa un momento grandioso en la historia de la filatelia”, dijo
Redden. “Será difícil superarlo, y probablemente no ocurra hasta que
este mismo sello vuelva a venderse”. Pese al récord, la subasta no
alcanzó los 20 millones que había barajado.
Redden calificó al
Magenta de un centavo –impreso en 1856 en la entonces colonia británica
en Sudamérica– como el “Everest de los sellos”. Aunque este objeto de
deseo de los coleccionistas es difícil de valorar a primera vista para
el ojo inexperto: el anverso es magenta oscuro sellado en negro y con
letras ilegibles, y el reverso es magenta más pálido, con aún más sellos
y letras.
“El sello se hizo de manera un tanto burda y el
responsable de correos tuvo miedo de que lo pudieran falsificar. Por eso
hizo que cada ejemplar llevara la firma de alguno de los empleados”,
contó Redder.
Aunque al parecer se imprimieron miles de
ejemplares, según Sotheby’s sólo ha sobrevivido el sello subastado.
Según la leyenda, fue descubierto en 1874 por un estudiante de 12 años
que lo vendió por un puñado de monedas al coleccionista austríaco
Philippe von Ferrary. En el siglo XX pasó por las manos de varios
millonarios hasta que en 1980 el magnate John du Pont lo adquirió. Du
Pont falleció en 2010 en la cárcel, donde cumplía una pena por
asesinato, y sus herederos decidieron subastarlo. Ahora el nuevo y
misterioso dueño tiene un buen negocio entre manos: varios museos ya
expresaron su interés por exponer en su vitrinas la estampilla más cara
del mundo.