HALLARON LOS RESTOS DE UN NAVÍO ESPAÑOL QUE SE HUNDIÓ EN 1765

Se trata del "Purísima Concepción". Es famoso porque su tripulación tuvo que construir otro barco para salvarse luego del naufragio.

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Un grupo de investigadores halló en la costa de Tierra del Fuego restos del naví­o español "La Purí­sima Concepción", hundido en 1765 y famoso porque su tripulación construyó otro barco para salvarse luego del naufragio. (Télam)
Un grupo de investigadores halló en la costa de Tierra del Fuego restos del navío español "La Purísima Concepción", hundido en 1765 y famoso porque su tripulación construyó otro barco para salvarse luego del naufragio.
El anuncio fue realizado ayer por autoridades provinciales y nacionales que forman parte del Programa Arqueológico Costa Atlántica, una iniciativa gestada en 2009 para relevar 200 kilómetros de la costa este fueguina, desde el sur de la ciudad de Río Grande hasta el Cabo San Diego.
La expedición, que recorrió a caballo la zona de Península Mitre, logró encontrar "fragmentos de madera, metal, restos de cerámica y vidrio", además de "las balas del cañón del barco", informó a la prensa la arqueóloga e investigadora Dolores Elkin, titular del Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
Elkin precisó que el material hallado será trasladado a Buenos Aires para ser sometido a distintos estudios y también se intercambiará información con especialistas españoles "antes de ser devuelto a la provincia, porque forma parte de su patrimonio histórico y cultural", señaló.
Según relataron los expertos, el "Purísima Concepción" había partido del Puerto de Cádiz con 193 personas a bordo, al mando del capitán Joseph Ostolaza, y tras su hundimiento en la zona de Caleta Falsa, en enero de 1765, la tripulación permaneció en tierra tres meses conviviendo con los nativos de la zona.
Los navegantes lograron construir otra embarcación con los restos de la hundida y madera de la zona, por lo que se considera que ese fue el primer barco construido en suelo fueguino.
Además, el 10 de enero del mismo año, el capellán Juan Álvarez celebró una misa que también es considerada la primera ceremonia de este tipo realizada en Tierra del Fuego.
El equipo de arqueólogos que recorrió la zona logró ubicar el sitio de otros doce naufragios que también serán estudiados en forma pormenorizada, y se inventariaron unos 400 sitios arqueológicos vinculados con pueblos originarios.
"No se hicieron excavaciones sino que se registraron e inventariaron las muestras que se encontraron a la vista y se tomaron fragmentos de esos materiales", explicó Elkin. Por su parte, el director del Programa Arqueológico Costa Atlántica, Martín Vázquez, subrayó que el sitio fue relevado por su historia rica en acontecimientos y porque permite "registros de alta visibilidad, que en otros lugares son más difíciles de hallar".
Vázquez remarcó el trabajo conjunto de instituciones como la Secretaría de Cultura de la provincial, el Museo del Fin del Mundo, el CONICET y la Secretaría de Cultura de la Nación.
De la expedición participaron también la investigadora Mónica Grosso, el arquitecto Crstian Murray y el profesor Christopher Underwood, de la Sociedad de Arqueología Naútica de Inglaterra e investigador de la Secretaría de Cultura de Nación.
A su vez, el secretario de Cultura de Tierra del Fuego, Sergio Araque, anunció que una vez que se realicen los informes con los resultados de los hallazgos, serán publicados en forma de libro por la Editora Cultural dependiente de la provincia.

(Télam)

Fuente: clarin.com 

MONUMENTO ES MEMORIA

Los elementos estatutarios dan significado al espacio público y también a nuestras vidas. Pero en la Ciudad de Buenos Aires la mayoría está deteriorado por el vandalismo y la falta de mantenimiento.
Para revertir esta situación, la primera medida es educar en las escuelas acerca de su valor.

MONUMENTO. El traslado de la estatua de Colón, un debate que aún continúa (Pepe Mateos).
Por Martha Levisman y Sonia Berjman*
Especial para ARQ



Un monumento es un elemento de la naturaleza o de la cultura cuya significación se ha constituido en la representación simbólica de una sociedad. Desde las Cataratas del Iguazú a la Novena Sinfonía de Beethoven, desde la Torre Eiffel al Quijote (incluidos en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO), todos representan las distintas culturas y momentos de la historia de la civilización. Hoy queremos llamar la atención hacia aquellas obras que conviven con nosotros, que nos parecen estáticas y mudas pero que nos hablan con otros lenguajes y acompañan nuestra cotidianeidad marcando nuestros caminos por la ciudad: las obras escultóricas que dan significado al espacio público y, por ende, un valor extra a nuestras vidas.
Por medio de sus valores estéticos y de emplazamiento urbano, sus voces nos cuentan nuestra historia, enaltecen a quienes fueron los héroes de distintas épocas, nos relatan las hazañas épicas o el acto de amor maternal; en fin, nos recuerdan que el arte embellece no solamente el espacio sino el alma.
Monumentos y esculturas representan la cultura de la sociedad en que vivimos y acumulan la historia del país. Confeccionados por las manos de artistas plásticos extranjeros y locales, tienen un valor económico que se suma al artístico: monumento es documento histórico, identidad, patrimonio.
Tan sólo en la Ciudad de Buenos Aires tenemos unos dos mil elementos estatuarios en las calles y plazas y la gran mayoría se encuentra con algún grado de deterioro causado por el vandalismo y la falta de adecuado mantenimiento.
¿Cuáles son las causas de este estado de cosas? La falta de educación de la población, la ignorancia y falta de acción gubernamental, el no castigo a los ladrones de bronce, la permisividad hacia los grafiteros… Nuestra propuesta es empezar por construir un inventario razonado de lo existente (no se cuida lo que no se conoce), dotar de personal especializado, instrumentos y materiales apropiados a los organismos competentes, vigilar y castigar (sí… a pesar de Foucault) a quienes transgreden las leyes y depredan lo que es de todos; intensificar la búsqueda de esculturas robadas con los especialistas de Interpol... Pero lo primero es la educación hacia el significado de las esculturas o estatuas que la Argentina tiene la suerte de poseer, de gran calidad y cantidad en todo el territorio del país.
Desde los primeros niveles educativos, en los colegios públicos y privados debieran existir salas con exposiciones didácticas mostrando maquetas y fotografías de los monumentos y sus significados. Allí debe difundirse qué representan las piezas en los países en los que se originaron, porqué fueron compradas o donadas, por qué se colocaron en un determinado sitio de la ciudad y no en otro.
Los valores de representación no cambian o se aggiornan, sino que es la evolución de los conocimientos lo que permite múltiples interpretaciones, motivo por el que los docentes de las escuelas debieran estar capacitados a enseñar como comprender el mensaje de la historia de la cultura.
Cada una de las estatuas que nos acompañan es un objeto indispensable de análisis e investigación, desde la estética hasta la tecnología de su producción.
Nuestro panorama actual es lamentable. Tan sólo nombraremos unos pocos casos: Canto al Trabajo intrusado y con familias viviendo bajo él, Monumento a la Cordialidad Rioplatense con peligro de colapso, Monumento a España con sectores faltantes, el Segador sin brazo derecho y sin guadaña, los Ciervos del Rosedal casi huéspedes a perpetuidad en el MOA (Monumentos y Obras de Arte), lo mismo que Alberdi y Castelli (Plaza Constitución) y ahora también el Intendente Alvear (Recoleta); ya no tenemos más al Niño y la Gallina de Plaza San Martín ni al Águila de Plaza Grecia, ni hablemos del Tótem de Plaza Canadá serruchado por orden del Ministro de Cultura y lo último … ¡adiós al Cristóbal Colón por caprichos presidenciales!
El mayor ejemplo actual de lo que no debe hacerse es el desmantelamiento -para su traslado- del monumento de Cristóbal Colón, que fue un regalo de la comunidad italiana inmigrante en la Argentina, la que ha dejado indelebles e importantísimas huellas de su cultura en nuestra tierra.
El Monumento a la Bandera de Rosario, proyecto de Bustillo-Guido, es un conjunto que obedece a un proyecto homogéneo ubicado en el sitio donde Manuel Belgrano presentó la Bandera Nacional. Sin embargo, hace pocos años se agregaron obras dispersas que la artista jujeña Lola Mora había creado para su propio proyecto de monumento, las que se ubicaron en un espejo de agua alterando el entorno del conjunto monumental original ganador del concurso, sumado a la falta de mantenimiento (se pueden ver las figuras inmersas en agua turbia con nidos de hornero que graciosamente se albergan en cuellos y brazos de las figuras).
Cuando voces profesionales solicitan acciones concretas de salvaguarda, como el traslado de El Pensador de Rodin a las escalinatas del edificio del Congreso Nacional, algunos trasnochados políticos rechazan de plano la idea por mezquinas razones de comité. Y mandan hacer copias de las esculturas de Lola Mora ubicadas en Jujuy como malísimo ejemplo de falso histórico y a un costo millonario. Mientras, el reciente cerco de blindex colocado a El Pensador de Rodin ya está astillado por piedrazos.
Finalmente, nuestro grupo ¡Salvemos las estatuas! ha sido alcanzado por el vandalismo de las ideas de uno de sus integrantes, y disuelto. Pero seguimos trabajando y pronto crearemos un nuevo grupo que dé forma a nuestros deseos de defender las obras de arte público que nos representan y que la sociedad debe aprender a cuidar.
Mientras tanto proponemos que el sitio de la estatua de Colón, ahora desmontada, pase a ser un nuevo monumento: la “Ruina arqueológica en representación del descubrimiento de América”, ya que en eso se ha convertido y será muy difícil –si no imposible– olvidar la imagen de Colón volando por los aires hacia su destierro más allá de los mares que lo trajeron al Nuevo Mundo; y este será desde ahora nuestro nuevo símbolo.

* Martha Levisman es arquitecta (UBA) y miembro de ICAM-Confederación Internacional de Museos de Arquitectura). Sonia Berjman es doctora en Artes (UBA-Sorbona).

Fuente: ARQ Clarín

VARIACIONES CROMÁTICAS

Arte / Rojo(s) en tensión
Por Daniel Gigena / La Nación

Segunda muestra antológico-cromática en menos de un año, Rojo(s), en Jorge Mara-La Ruche, exhibe cuarenta obras de trece artistas contemporáneos. Poco tiempo atrás, con Blanco, la galería había rendido tributo al color de las vanguardias rusas de principios de siglo XX, símbolo de la abstracción y de la "desfiguración" en el arte moderno. Ahora, las afinidades y tensiones, variaciones y discontinuidades de la tonalidad del coraje y de la pasión, tanto como de la violencia y el poder, se articulan en una muestra en la que sobresalen las trayectorias de dos artistas legendarios: Kveta Pacovská (Praga, 1928) y César Paternosto (La Plata, 1931).
Al comienzo, los trabajos calados de Fidel Sclavo -similares a cajas de música si éstas tuvieran sólo dos dimensiones- se enfrentan amigablemente a los collages de Macaparana sobre tablas rojas. Ya se ha señalado la influencia de la notación musical en las obras de ambos artistas, tramadas en un ajustado vaivén de moderación y vehemencia. En otra unidad conformada por dos mujeres -las míticas Ana Sacerdote y Sarah Grilo- se advierte el momento, históricamente irrepetible, de cierta geometría poética en procedimientos armónicos, donde la verdad reemplaza los acentos irónicos y la sensibilidad, los gestos narcisistas. Desatendidas por la crítica y el público mientras desarrollaban sus obras complejas y elegantes, Sacerdote y Grilo infundieron lirismo a sus abstracciones, aquí en la muestra paradójicamente bajo el dominio de volúmenes amortiguados de rojo.
Juan Lecuona y Carlos Arnaiz, con una obra de mediana dimensión cada uno, aportan desde sus estilos bien definidos esbozos de figuraciones botánicas, florales, humanas. En capas de color, con pinceladas espesas o raspamientos para definir nervaduras en la tela, el color adquiere en sus trabajos un viso aparentemente decorativo, desmentido por la continuidad (no sin distingos) de un proyecto plástico. Se puede sumar a este universo, quizá por la utilización del grabado sobre el óleo (que Lecuona aplica sin grandilocuencia), un trabajo cobrizo del madrileño Antonio Fernández-Muro que ha envejecido un poco más que las obras que lo rodean. Las pequeñas piezas de Carmelo Arden Quin, que conservan la movilidad y el desplazamiento del plano (a la manera de un Xul Solar sin estridencias ni esoterismos), cierran un segmento histórico de Rojo(s).



Composición libre, Macaparana, técnica mixta sobre tabla, 2009
Composición libre, Macaparana, técnica mixta sobre tabla, 2009

De otros dos artistas españoles -Adolfo Estrada y Gustavo Torner- la muestra ofrece dos obras paradigmáticas. De Estrada, uno de sus clásicos trabajos de papel sobre papel artesanal, donde los planos adquieren un significado místico, no representativo, como espejos de una divinidad ausente para siempre. La sola presencia de la obra de Gustavo Torner (Cuenca, 1925), que en los años 70 fue, junto con Gerardo Rueda y Fernando Zóbel, la punta de lanza del arte moderno en la España franquista, justifica la visita a la galería de Mara. En esa pieza, donde conviven con dureza distintos materiales (piedra, chapa, madera), el rojo adquiere una carga política, de lucha y de rebeldía. Hay también una obra de Eduardo Stupía en la que el color asoma a la manera de rastros de fuegos artificiales, entre la salva de trazos en blanco y negro del artista favorito de la casa.
Con ocho obras cada uno, los por siempre jóvenes Paternosto y Pacovská -inconfundibles en su manera de (des)componer los planos con agresividad o con recogimiento- despliegan unidades de sentido características. El "vía crucis" de los trabajos de Pacovská (ilustradora de libros para niños y diseñadora gráfica, además de pintora), con sus pinceladas que parecen resueltas de una sola vez y con el rojo cadmio intransferible, cuya temperatura se eleva sobre un vacuo fondo blanco, transmite una electricidad atípica. Abrochadas, cosidas o adheridas con cinta, como si fueran folios rescatados de la barbarie, las obras de esta artista (que este año tendrá en el mismo espacio una muestra individual) figuran una transición ágil de lo arcaico a lo ultramoderno.
Precursor en señalar la influencia del arte amerindio en la producción contemporánea, Paternosto amalgama figuras geométricas y tonos de rojo, escarlata u ocre en sus innovaciones formales. Mediante un sistema de marcos, crea una reflexión tanto mental como óptica para graficar lo que tal vez sea, para el artista platense que investigó tanto las posibilidades del blanco como del color exclusivo de la muestra en cuestión, el objeto central de la abstracción: el acto de mirar.

Fuente: ADN Cultura La Nación

PERMANENTE IMPERMANENCIA

Fortaleza en Elsi del Rio

Sutiles huellas humanas se funden con la potencia de la naturaleza en las obras de Florencia Temperley, Alexandra Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín Sirai

Florencia Temperley, Sin título, 2013  Foto: Gentileza Elsi del Rio
Florencia Temperley, Sin título, 2013. Foto: Gentileza Elsi del Rio



La rama está doblada, tensa, como si enfrentara un fuerte viento. De ella cuelgan tres pequeñas flores rosas. Ya no hay vida posible en esta delicada imagen zen, en ese brote frustrado que se empeña en florecer bajo un precario abrigo de tela blanca. De cerca se descubre lo que no cuadra: las flores están unidas a la rama con hilos de coser. Y en esa huella está la poesía.
Los rastros humanos que apenas se adivinan en la fotografía de Florencia Temperley atraviesan casi todas las obras reunidas en Fortaleza , la muestra que la artista comparte hasta el 20 de marzo con Alexandra Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín Sirai en Elsi del Rio (Humboldt 1510). Un retorno a las raíces que nos enfrenta con lo único cierto: la "permanente impermanencia" de la naturaleza.
"Miro lo orgánico como un lugar de resistencia, de refugio de las subjetividades frente a un mundo que lo ve, lo sabe y lo controla todo. La construcción interna de lo que somos, deseamos, creemos, necesita un espacio y un tiempo de reflexión, de contemplación", dice Temperley después de haber tomado distancia de sus impecables creaciones digitales para construir escenas más reales, en las que el defecto se integra a la belleza.
Así como ella ató los hilos que unen las flores a la rama que rescató de la plaza y les cosió un nuevo escenario, Sirai escondió extraños animales entre los árboles de sus pinturas, Kehayoglou combinó los paisajes de su infancia con las alfombras que hacían sus abuelos y Paredes dio volumen, movimiento y color a sus piezas de papel calado. Todos ellos parecen haber trabajado con la convicción de que la verdadera fortaleza está en la ternura, en los pequeños detalles.
Para Sirai, ganador del V Premio de Pintura Banco Central, esos detalles funcionan como un modo de atraer la mirada. Sus misteriosas islas con cascadas geométricas, muebles abandonados y puertas que no conducen a ninguna parte actualizan el paisaje pero mantienen lo que él define como la esencia de este antiquísimo género: "Convocar a la observación, abordar preguntas existenciales sobre la relación del hombre con el mundo".
Desde muy chica, mientras jugaba entre los árboles de su jardín, Kehayoglou aprendió de su padre lo importante que era observar la naturaleza. Dentro de la fábrica de alfombras, esas imágenes se unieron a la tradición familiar para convertirse en túneles mágicos que funden el interior con el exterior, y nos transportan al horizonte de la playa o a una hamaca en medio del bosque.
También Paredes llevó a sus obras el efecto de las gotas de lluvia sobre el monte y las sombras de la infinita variedad de plantas de la selva misionera. Aquí, una vez más, hay que detenerse para distinguir las manos de su sobrino entre los huecos en el papel; otra pequeña huella humana perdida entre los frutos de una fuerza que se intuye más poderosa. "Trabajo con los procesos de la naturaleza -señala el artista- como metáfora de las posibilidades de nuestros propios cambios."

Fuente: ADN Cultura La Nación

QUÉ VES CUANDO ME VES:
CIEN AÑOS DE ARTE ARGENTINO SE MIRAN AL ESPEJO

Autorretratos, política y la intimidad de los creadores desde fines del siglo XIX hasta hoy, en una gran exhibición.



Maresca se entrega a todo destino (1993). La artista se ofrece semi desnuda en un poster, con teléfono y todo...



Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Está el tipo desnudo, mirándose en el espejo, apoyado sobre un mueblecito. Hoy no se afeitó. Es “Narciso, de Mataderos”, la genial escultura de Pablo Suárez: un hombre muy blanco creado con yeso pintado, los ojos clavados en sí mismo, embobado, sonriente… La obra es un cuerpo, un manifiesto, un homenaje. Un gesto de ironía y hasta una expresión política porque Narciso es un chongo. Y esta exposición lo muestra así, como es, en toda su desnudez.
Se lo podrá ver desde hoy en Yo, nosotros, el arte, la gran muestra que abrirá en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE. ¿Pero de qué se trata la exposición? De una reflexión sobre la figura del artista, sobre su lugar en la sociedad, sobre su propia imagen de sí y sobre cómo ve a los otros. Por eso aparecen, a medida que uno la recorre, muchos retratos, especialmente autorretratos.
Curada por Laura Malosetti Costa, la muestra está organizada por núcleos temáticos: Nosotros, El artista y su modelo, El Taller, Cuestiones de estilo, Héroes y mártires, El cuerpo político y El mundo del arte. Tiene una cantidad de obras exhaustiva, que abarca las de artistas del S XIX hasta las de algunos muy jóvenes y contemporáneos: es intergeneracional.
Hay trabajos del gran Antonio Berni, de Lino E. Spilimbergo, de Carlos Alonso, Luis Felipe Noé; de Liliana Maresca, artista de los 90; de los talentosos Alberto Greco y Federico Peralta Ramos –quien recita, con su estilo personal, “La hora de los magos” de Jorge De La Vega; de la increíble grabadora Aída Carballo; del gran fotógrafo Horacio Coppola; de Ernesto Deira, Nicolás García Uriburu (con su “Green sex New York” (“Sexo verde Nueva York”); de Marcos López, Nicola Costantino, Marta Minujín, Fermín Eguía, el Grupo Etcétera, Francisco Amatriain, Ana Gallardo y Felipe Pino, entre muchos otros. Y después está todo esa camada de “viejos maestros”: Fortunato Lacámera, Miguel Carlos Victorica, Eduardo Sívori, Prilidiano Pueyrredón, Fernando Fader… Hay trabajos que realmente son raros de ver: por empezar, “Maresca se entrega a todo destino”, en el que figura ella misma ofreciéndose semi-desnuda en un poster, junto a un número de teléfono.
Otra obra fuerte e infrecuente es el “Autorretrato fusilado” de Marcelo Brodsky, de los 70. El famoso “Autorretrato” de la talentosa Emilia Bertolé pone varias cosas sobre la mesa: era rosarina, mujer, escritora y pintora a finales del S XIX- principios del XX, y mantenía a su familia pintando retratos. 


El taller del maestro. Spilimbergo en la lente de Grete Stern.
Pero si vamos a hablar de una mujer artista con una obra rara en esta exposición, ella es, sin dudas, Ana Weiss de Rossi con su “En el estudio”. ¿Por qué? Porque pintó a su marido –Alberto María Rossi, pintor- retratando a una modelo desnuda: eso es curioso, ya que casi siempre en esa época (fines de los 30 en Buenos Aires) eran los hombres, los que podían pintar a las modelos desnudas. Aun así, acá, en esta obra, la artista le encontró la vuelta y los pintó a los dos. Recordemos que hasta hacía poco en la Historia, las clases con modelo vivo desnudo en las Academias de Bellas Artes habían estado prohibidas a las mujeres.
También es una sensación deliciosa observar el núcleo dedicado de “El taller”. Es como espiar la intimidad de los artistas, meterse un poco en su espacio más querido.
La curadora explica que “se trata del taller como lugar de bohemia compartida, como laboratorio, como refugio o rincón nostálgico. Este género”, comenta, “parecería cosa del pasado y sin embargo aparecen nuevos modos en el video arte contemporáneo” (se refiere al video de Narcisa Hirsch, “Taller”).
Y ahí esta ese óleo, “Autorretrato en mi estudio”, del exquisito pintor de La Boca Fortunato Lacámera. Y está el “Estudio de Roma” de Pío Collivadino, de hace más de cien años.
Pero una joya se ubica en la entrada, y casi pasa desapercibida: hay unos sillones blancos. Hay un televisor. Hay un video. Si va, siéntese y mírelo. Aparecerá repentinamente en la pantalla, emergiendo de entre una nebulosa eléctrica de colores, el coleccionista Federico Klemm. Entonces usted se dará cuenta: se encuentra sentado en el living (original) de Klemm y está mirando su programa, “El Banquete Telemático”. “El arte es un problema de amor”, explica Klemm desde el plasma, gesticulando en grandes ángulos. De amor, podríamos decir, pero también de reflejo, de comunidad, de reflexión. Lo muestran estas obras. 

Fuente: Revista Ñ Clarín

REABRIERON LA CUEVA DE ALTAMIRA

Reproducción de una de las pinturas de la gruta presentada en el museo de Altamira, el 27 de febrero de 2014

Reproducción de una de las pinturas de la gruta presentada en el museo de Altamira.

Una guia del Museo de Altamira da instrucciones a las cinco personas anónimas que han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira en una visita controlada. EFE

Una guia del Museo de Altamira da instrucciones a las cinco personas anónimas que han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira en una visita controlada.

Una guia del Museo de Altamira ayuda a limpiarse el calzado a las cinco personas anónimas han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira. EFE

Una guia del Museo de Altamira ayuda a limpiarse el calzado a las cinco personas anónimas han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira.

Las cinco personas anónimas que han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira en una visita controlada. EFE

Las cinco personas anónimas que han podido asistir, tras realizarse un sorteo, a la reapertura de la cueva de Altamira en una visita controlada.

Fuente: EFE

CHINA CONSERVA SU HISTORIA

Turistas visitan el antiguo Palacio de Verano en Pekín, el 19 de febrero de 2014


Turistas visitan el antiguo Palacio de Verano en Pekín, el 19 de febrero de 2014.


Fuente: AFP