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Fotografía facilitada por la 
Autoridad de Antigüedades de Israel de uno de los manuscritos incluídos 
en la "Biblioteca Digital de los Manuscritos del Mar Muerto", una 
renovada versión que incluye información más detallada y un espectacular
 archivo gráfico con 10.000 nuevas fotografías en alta definición. | 
MANUSCRITOS EN ALTA DEFINICIÓN
LOS HILOS QUE UNEN UN MUSEO CON LA VIDA
Cine. Se exhibe en el Malba “Museum Hours”, bella  película que transcurre en una sala del Museo de Historia del Arte de  Viena dedicada a Brueghel.
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JEM COHEN. Director de "Museum Hours", con su cámara y una pintura de Brueghel a sus espaldas. | 
Por Ana María Battistozzi
A través de la ventana la ciudad luce pálida en extremo. Tranvías y caminantes la surcan en medio de una bruma de leve tono azul. Hace frío en Viena y el Kunsthistorisches Museum es un refugio tibio y agradable. Lo es para Anne, que viajó desde Montreal para acompañar a una prima suya en un sueño del que ya no habrá de despertar. Ella la visita todos los días, le acaricia las manos y le susurra canciones que imagina en alguna instancia la habrán de animar. Luego parte y vaga por esa ciudad fría y distante hasta que llega al Kunsthistorisches Museum. Allí, Johann, uno de los guardias de sala, presiente su desorientación y se le acerca. Con voz tranquilizadora le ofrece algunas pistas sobre la ciudad, una recorrida por el propio museo y de a poco ambos entablan una amistad. De esto trata Museum Hours , la película de Jem Cohen que se exhibe los viernes y domingos en Malba Cine y lleva agotadas prácticamente todas las localidades del verano 2014. De su director, una de las figuras más destacadas del cine independiente actual, conocimos algunos ex celentes filmes por la retrospectiva que le dedicó el Bafici en 2007.
A través de la ventana la ciudad luce pálida en extremo. Tranvías y caminantes la surcan en medio de una bruma de leve tono azul. Hace frío en Viena y el Kunsthistorisches Museum es un refugio tibio y agradable. Lo es para Anne, que viajó desde Montreal para acompañar a una prima suya en un sueño del que ya no habrá de despertar. Ella la visita todos los días, le acaricia las manos y le susurra canciones que imagina en alguna instancia la habrán de animar. Luego parte y vaga por esa ciudad fría y distante hasta que llega al Kunsthistorisches Museum. Allí, Johann, uno de los guardias de sala, presiente su desorientación y se le acerca. Con voz tranquilizadora le ofrece algunas pistas sobre la ciudad, una recorrida por el propio museo y de a poco ambos entablan una amistad. De esto trata Museum Hours , la película de Jem Cohen que se exhibe los viernes y domingos en Malba Cine y lleva agotadas prácticamente todas las localidades del verano 2014. De su director, una de las figuras más destacadas del cine independiente actual, conocimos algunos ex celentes filmes por la retrospectiva que le dedicó el Bafici en 2007.
Cohen elige el Kunsthistorisches, museo  solemne si los hay, como escenario privilegiado de una historia, que  habrá de hilvanar unos vínculos sencillos y entrañables dentro y fuera  de ese ámbito. La ciudad, desangelada en invierno, será parte del afuera  que ambos exploran y un sostén fundamental para el vínculo que llegan a  tejer.
 Mucho antes de esta película, el Kunsthistorisches Museum de Viena había sido escenario de Maestros antiguos  , la penúltima novela de Thomas Benhard, publicada en 1985. Como en la  película de Cohen el museo era también un refugio para Reger, su  protagonista. Musicólogo y crítico del Time de Londres, acudía mañana  por medio al museo y se sentaba invariablemente en el mismo banco  tapizado de terciopelo de la sala Bordone, frente a “El hombre de la  barba blanca” de Tintoretto. Eso hizo Reger durante treinta años y muy  especialmente tras la muerte de su mujer, a quien había conocido allí  mismo, frente a la pintura del Tintoretto.
La sala Bordone y el  banco tapizado de terciopelo frente a “El hombre de la barba blanca”  eran una rutina imprescindible a la que contribuía Irrsigler, el  guardián de sala a quien Atzebacher –el relator elegido por Bernhard–  definía como alguien cuyo “mayor deseo habría sido entrar en la policía  vienesa”. Con todo, el guardia era capaz de cerrar la sala al público  para no interrumpir la concentración del musicólogo ante su pintura  predilecta. La complicidad entre ambos había llegado a ser tan estrecha  que el guardia solía repetir como propias las reflexiones del musicólogo  -que no eran pocas y casi todas lapidarias. “Todas las pinturas son  espléndidas pero ni una sola es perfecta” o “si escuchamos a los guías  sólo oímos una charlatanería artística que nos ataca los nervios: la  insoportable charlatanería de los historiadores del arte”, decía. Desde  su banco del museo, el crítico musical tampoco vacilaba al despacharse  en contra de las grandes figuras de la cultura germana. Ya fueran  Heidegger, Beethoven, Mozart o los propios Maestros antiguos del  Kunsthistorisches Museum, a quienes consideraba “unos entusiastas de la  mentira que se congraciaron con el Estado católico”.
  
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| JOHANN. El guardián, en una escena de la película, en la que se hacen interesantes reflexiones sobre el arte. | 
 Más  sencillos, y sobre todo menos escépticos, la visitante canadiense y el  guardián de sala de la película de Cohen llegan a encontrar en el museo  otros réditos. Básicamente porque es más lo que se preguntan que lo que  arriesgan en sus conclusiones. El, que tras un pasado ligado a una banda  de rock pesado, pasa seis horas diarias frente a las grandes obras del  museo siente que nunca las llegará a conocer del todo y todos los días  puede descubrir algo nuevo. Cada visitante, a quienes observa con  delicada atención, es para él un interrogante. Ella intenta tímidamente  comprender esas pinturas del pasado desde su propia experiencia en el  presente. Quizá por eso mismo, a diferencia del musicólogo de Bernhard,  no le irritan las guías y se permite escuchar a la historiadora de arte  cuando se detiene en la sala Brueghel y describe al pintor flamenco del  siglo XVI como un documentalista de su época proponiendo detenerse en la  obsesión que lo ocupa en cada detalle.
La mayor colección de  pinturas de Peter Brueghel (el viejo) puede verse en ese museo vienés.  Entre ellas, “Los cazadores en la nieve”, “La boda campesina”, “La torre  de Babel”, “La masacre de los Inocentes”, “Juegos de niños” y  “Camino  al Calvario”. Buena parte de ellas son temas religiosos que Brueghel  convirtió en escenas de aldea. 
Construido hacia fines del siglo  XIX para albergar las colecciones que los Habsburgo habían acumulado por  centurias, el edificio de este museo fue diseñado por de Gottfried  Semper, al igual que su similar, el Museo de Historia Natural.  Enfrentados y separados por los jardines y fuentes de la Marie Theresien  Platz, ambos articulan un espacio de impronta imperial que el filme de  Cohen soslaya. Sus colecciones replican el modelo enciclopedista que  fijó la ilustración y, como tantos otros museos europeos, alentó la  ilusión de abarcar el universo conocido: desde el Antiguo Egipto y las  civilizaciones del Oriente próximo, a los gabinetes de curiosidades que  se fueron ampliando durante los siglos XVII, XVIII a las galerías de  Maestros Antiguos con pinturas de Arcimboldo, Rembrandt, Caravaggio y  tantos otros.
No es por azar que este museo lleva por nombre Museo  de Historia del Arte en la cuna de la Historia del arte como disciplina  moderna. Al fin fue la pregnancia del relato que construyó lo que  convirtió a las salas y paredes de los museos en un laberinto de  escuelas y estilos.
Pero lo interesante de Museum Hours  es  que, si bien refleja un poco de todo esto, toma distancia de la  impronta de órdenes, contextos y taxonomías propios de una institución  de esa naturaleza para destacar la condición de refugio y detenerse en  la experiencia más que en la información. Pero sobre todo, para abarcar  la ciudad, más allá de sus gruesas paredes. Detenerse en lo que ofrecen  las calles y cafés a seres en soledad, que se vinculan haciendo un  admirable ejercicio de cuidado del otro a través de una gentileza tan  extrema como inusual.
Fuente: Revista Ñ Clarín
Fuente: Revista Ñ Clarín
SAQUEOS NAZIS EXPUESTOS EN EL MUSEO SOTHEBY'S
 DE NUEVA YORK
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"BAILEY'S STARDUST" EN LA NATIONAL PORTRAIT GALLERY
 DE LONDRES
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Fotografía  facilitada por la National Portrait Gallery de la instantánea tomada por  el fotógrafo británico especializado en moda, David Bailey, de la  modelo Kate Moss, que forma parte de la exposición "Bailey's Stardust".  | 
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LONDRES:
SOTHEBY'S BATE RECORDS EN LAS VENTAS DE ARTE
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UN PICASSO EN MACO 2014
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OTROS HALLAZGOS EN EGIPTO
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Un ataúd de madera abierto 
muestra a una momia en su interior, el 2 de marzo de 2005 en un lugar de
 excavación en la región del Saqqara al sur de El Cairo. | 
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 Fotografía sin fechar facilitada  por el Ministerio de Antigüedades de Egipto que muestra restos de  columnas y un mausoleo sobre los que se observan inscripciones  jeroglíficas, hallados en la zona de Al Asasif, en la provincia  meridional de Luxor (Egipto). | 
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