VILLA OCAMPO CUMPLE DIEZ AÑOS
Y LO FESTEJA A PUERTAS ABIERTAS

La casa de Victoria Ocampo en San Isidro es un referente cultural insoslayable en el GBA.

Una casa del XIX. Fue construida por el padre de Victoria Ocampo allá por 1890./DIEGO WALDMANN



Por Bárbara Álvarez Plá

Un mes de septiembre de hace diez años ardía Villa Ocampo, la casa en San Isidro de Victoria Ocampo hasta el momento de su muerte, en 1979. Unos días después, la casa fue robada. Fue entonces cuando la Unesco, institución a la que Victoria legó esta mansión, comenzó a reciclarla. El tiempo fue pasando y hoy Villa Ocampo celebra su décimo aniversario, con una fiesta de puertas abiertas.
Diez años y mucho trabajo por parte de un equipo de especialistas han hecho posible que hoy podamos recorrer Villa Ocampo y sus jardines, y disfrutar de sus muebles, sus obras de arte, sus libros y de muchas actividades culturales. “Villa Ocampo es mucho más que un museo”, explica Nicolás Helft, director de Villa Ocampo, “porque Victoria pensaba que la cultura no solo tiene un valor estético, es una herramienta de transformación y desarrollo”, y recuerda como la escritora promovió la traducción de los clásicos ingleses y franceses e imprimió la revista “Sur” en el papel más barato para hacerla más accesible. “Todos eran bienvenidos a esta isla que reunió a comunistas y conservadores en un ambiente de tolerancia, y eso es lo que queremos mantener: quienes vengan deben sentirse como invitados, no como visitantes”, afirma.
Villa Ocampo, que según su director recibe desde 2007 una media de 30 mil visitantes por año, es “una caja de resonancia de lo que pasaba en el país en ese momento, y que la figura de Victoria encarnaba: la mezcla de refinamiento intelectual y transgresión”, señala Helf, y añade, “no se trata de recordar lo que hacía Victoria de forma literal, se trata de hacer lo mismo desde nuestro tiempo”.
Afirma Helft que “a Victoria le interesaban desde Sarmiento hasta los Beatles”, y en esa seña de identidad de la casa y de su propietaria que es el cruce entre lo clásico y lo moderno es imposible pasar por alto la biblioteca, compuesta por 11 mil volúmenes en los que podemos encontrar desde la edición original del Manifiesto Surrealista de André Breton (1924), hasta la colección de los policiales de Georges Simenon, e incluso De profundis escrito por Oscar Wilde en 1897, que la escritora “leía a escondidas desafiando a la autoridad de su madre”, señala Ernesto Montequín, curador del archivo y biblioteca. Ernesto cuenta que de todos los volúmenes, que fueron clasificados y digitalizados en su totalidad, seleccionó 3 mil, que son los que se pueden ver en la biblioteca de la casa.
“Victoria era una lectora apasionada, casi patológica”, señala Montequín, “no solo leía los libros, los vivía: los corregía, hacía anotaciones, añadía anécdotas personales con los autores y hasta discutía con ellos en los márgenes”. Como el caso del libro Eva Perón, aventurera o militante, de 1966, en el que Juan José Sebreli compara a Evita con Victoria, “en detrimento de Victoria”, dice Montequín, y que la escritora llenó de insultos dirigidos tanto al autor como a Eva Perón. O la biografía de la inglesa Virginia Woolf en la que Victoria añadió textos que la completaban, contando sus aventuras junto a la escritora de Orlando, durante sus visitas a Londres. “Lo que queda por delante”, cuenta Montequín, “es la creación de un centro de documentación sobre Victoria Ocampo y la revista Sur”. A festejar.

Fuente: clarin.com

UN MUSEO, UN TESORO EN SÍ MISMO

La casa de Xul Solar, premiada por su estilo vanguardista, guarda la historia del genial Artista.

Sin acceso al público. Al margen de sus obras y documentos, en el museo permanece intacta la habitación del artista nacido en 1887. / GERARDO DELL’ORO



Por Eduardo Parise

Muchos de los turistas que llegan a Buenos Aires suelen traer un papel con una dirección anotada: Laprida 1214. Por lo general son alemanes, ingleses, italianos y hasta estadounidenses. Para ellos, interesados en el arte y la arquitectura moderna, el lugar es una referencia ineludible a la hora de visitar la Ciudad. Lo curioso del caso es que para muchos de los habitantes locales, el sitio resulta casi desconocido. Una verdadera paradoja: allí no sólo está la obra de uno de los artistas argentinos más reconocidos en el mundo, sino también un edificio que, por su diseño vanguardista, hasta recibió premios internacionales. Es la sede del Museo Xul Solar.
Tal vez el nombre suene extraño y hasta se lo asocie con la luz del sol. Algo de eso hay. Pero ese nombre está relacionado con una persona, hijo de inmigrantes (padre de Letonia; madre de Italia), que nació en San Fernando el 14 de diciembre de 1887, hace casi 126 años. Se llamó Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, un chico que con el tiempo y bajo la sintética denominación de Xul Solar, se iba a convertir en un curioso explorador de la pintura, la música, las religiones, la astrología, la filosofía y hasta en el creador de intrincados lenguajes.
No es el propósito repasar la biografía de Xul Solar. Pero alcanzan algunas referencias. Por ejemplo que empezó a estudiar arquitectura y dejó a los dos años; que fue un fanático de Wagner y de Bach; que era amigo de Juan de Dios Filiberto, a quien un día llevó al Teatro Colón para que escuchara la Novena Sinfonía de Beethoven; que en Italia conoció a su gran amigo Emilio Pettorutti; que en París, donde solía vestirse con un poncho de rayas blancas y celestes, se codeó con sus contemporáneos Amedeo Modigliani y Pablo Picasso o que entabló una amistad indisoluble con Jorge Luis Borges. Justamente, en el mismo lugar donde está el Museo (allí vivía Xul Solar) los dos se encontraban para pasar horas leyendo o compartiendo sus conocimientos.
Pero volvamos al museo y a su edificio. De aquellos cuatro departamentos (dos en planta baja y dos en la planta alta) que la familia compró en 1928, hoy sólo queda la antigua fachada de estilo italiano, con grandes puertas y ventanas de cedro y los balcones de hierro forjado. Adentro, salvo el departamento que ocupó el artista y su esposa Micaela “Lita” Cadenas (lugar que se conserva intacto, pero que no es de acceso público) todo lo demás fue demolido y hecho a nuevo. Se podría pensar ¡qué herejía! Sin embargo el resultado es tan impactante que hace olvidar lo que había para centrarse en lo que hay.
Todo es obra del arquitecto Pablo Beitía, quien vivió allí como inquilino. Para desarrollarla tuvo el apoyo clave de “Lita” (murió en 1988) y de Natalio Povarché, el marchand de Xul. El edificio, una mezcla que combina cemento, madera, escaleras y mucha luz natural, fue inaugurado el 13 de abril de 1993. Y resulta el marco ideal para mostrar, en forma cronológica, la colección permanente de 86 obras que no se venden. Las pinturas (mayoría de acuarelas, el elemento preferido de Xul para su obra) se entrecruzan con documentos, libros, escritos y otras creaciones surgidas de su extraño talento. El museo es la sede de la Fundación Pan Klub, dedicada a preservar y difundir sus trabajos.
Xul Solar murió el 9 de abril de 1963. Cuentan que en sus manos sostenía un rosario de 71 piezas de madera tallada, que él había coloreado, y que tenía la cruz de Caravaca. Fue en una casa que está junto al río Luján, en el Tigre, y que había comprado en 1954. Aquella casa tenía el nombre de “Li-Tao”, en homenaje a su mujer. Ahora, la Fundación está trabajando para que ese lugar también pueda recuperarse y ser otra referencia más de este argentino genial. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

SE DILATA LA CAUSA JUDICIAL QUE DECIDIRÁ
SI COLÓN QUEDA O NO EN LA CIUDAD

Patrimonio - Buenos Aires

La Justicia dio intervención a la Comisión Nacional de Monumentos, que curiosamente depende del demandado PEN; los amparistas exigen una sentencia definitiva


Sólo queda en pie la base del monumento a Colón. Foto: Archivo




Por Ángeles Castro / LA NACIÓN



























 




El expediente judicial que analiza el desmantelamiento del monumento a Cristóbal Colón y su traslado desde la Capital hacia Mar del Plata se dilata. Ahora, la Justicia resolvió dar intervención a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos para conocer su opinión al respecto, sin expedirse sobre la cuestión de fondo (si la mudanza, planificada por la Casa Rosada, viola o no la normativa vigente), tal como lo exigieron los demandantes.
Mientras tanto, rige una medida cautelar que impide la mudanza de la estatua, que yace en porciones sobre la plaza Colón, luego de que una grúa contratada por el gobierno nacional fuera desmontándola del capitel de mármol.
La intención original de la Casa Rosada era llevar el monumento a la plaza Colón de Mar del Plata y colocar en su reemplazo una escultura de Juana Azurduy que confecciona el artista Andrés Zerneri en los galpones de la ex Escuela de Mecánica de la Armada, en Núñez.
Pero las tareas de remoción fueron frenadas por un recurso de amparo que interpusieron las entidades patrimonialistas Basta de Demoler y Salvemos las Estatuas, al que luego se sumaron varios representantes de la colectividad italiana.
Como se recordará, el monumento a Cristóbal Colón -realizado por el escultor Arnaldo Zocchi- fue donado a la ciudad de Buenos Aires por los inmigrantes italianos con motivo del centenario de la Revolución de Mayo.
El recurso de amparo recaló en el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Federal N° 12, que está vacante y es subrogado por un juez diferente cada mes. La rotación, según los demandantes, impide que los jueces puedan dar seguimiento al tema.
Incluso, denunció ayer María Carmen Usandivaras, presidenta de Basta de Demoler, la reciente decisión del último juez subrogante de dar intervención a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos ya había sido ordenada por la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal, pero jamás se concretó.
A fines de la semana pasada, el magistrado Pablo Cayssials insistió en ese sentido y ordenó al Poder Ejecutivo Nacional que remitiera a la comisión todos los antecedentes, informes y opiniones del caso.
"De esta manera, pospone la sentencia de fondo, pese al dictamen fiscal que opina que correspondería admitir la acción promovida y ordenar que se impida el traslado del monumento", dijo Usandivaras.
Según consideró, también constituye una irregularidad que se pida la intervención de un organismo que depende del gobierno nacional, demandado en el expediente "por su acción ilegal y arbitraria de disponer de un bien que no le pertenece".La entidad volverá a pedir a la actual subrogante, Liliana María Heiland, una sentencia definitiva.

Fuente: lanacion.com

PREMIO A DANIEL BAREMBOIM POR SU VISIÓN DE LA PAZ





Daniel Baremboim


Hamburgo, DPA


El director argentino-israelí Daniel Barenboim fue galardonado ayer en Alemania con el Premio Marion Dönhoff a la concordia internacional por su incansable labor en pos de la reconciliación en el Cercano Oriente a través de la orquesta West Eastern Divan Orchestra. "Ningún otro músico contemporáneo utiliza los instrumentos de su arte de forma tan vehemente e inteligente para conseguir los cambios que tanto urgen", sostuvo en su discurso laudatorio la violinista Anne-Sophie Mutter, quien fue dirigida por Barenboim en su debut en 1978. Mutter elogió la labor de Barenboim a través de la orquesta fundada en 1999 junto con el palestino Edward Said. La West Eastern Divan Orchestra reúne a jóvenes músicos de nueve naciones, entre ellos de Israel y los territorios palestinos, les brinda apoyo en su desarrollo musical y contribuye así al entendimiento entre los pueblos. "Nunca hubo una descripción más precisa y bella de nuestro proyecto", agradeció Barenboim sin ocultar la emoción y buscando las palabras. El director, nacido en Buenos Aires y emigrado a Israel a los 9 años, explicó que había crecido con la idea de la reconciliación en Argentina, donde después de la Segunda Guerra Mundial convivían los emigrantes judíos con los antiguos nazis. "Todos tenemos que comprender y reconocer que tenemos todos los mismos derechos", dijo en alusión al conflicto entre israelíes y palestinos y afirmó que Israel debe aceptar que ahora es otro pueblo el que sufre y es víctima. Barenboim recibió el premio principal, no dotado, mientras que la monja Karoline Mayer fue distinguida con 20 000 euros por su labor en América Latina. El Premio Marion Dönhoff es otorgado desde hace 11 años por el semanario alemán Die Zeit y las fundaciones Zeit y Marion Dönhoff. Lleva el nombre de la legendaria editora del semanario y luchadora antifascista, fallecida en 2002.

PARA CONTAR SUS SECRETOS,
60 EDIFICIOS ABRIERON SUS PUERTAS

Diez mil personas visitaron el fin de semana 60 construcciones emblemáticas que no suelen abrir al público. Entre los más buscados estuvieron los edificios Barolo, Bencich y los del barrio Los Andes.

Edificio Bencich. Está en Diagonal Roque Sáenz Peña 615 y es obra del arquitecto Eduardo Le Monnier. Desde la terraza hay una gran vista de la Ciudad. /LUCIA MERLE


Por Romina Smith

La idea era armar un gran festival. Un festival de arquitectura, que permitiera entrar, mirar, espiar, chusmear y aprender los secretos de grandes o pequeños tesoros de la arquitectura porteña.
Hubo sesenta íconos que habitualmente están cerrados al público y que participaron, por primera vez, a puertas abiertas. Así, literalmente. La experiencia estuvo inspirada en otras que ya se hicieron en 20 ciudades como Londres, Nueva York, Dublín, Barcelona, Roma y Lisboa, entre otras. Y acá fue un éxito: durante todo el fin de semana una multitud, ordenada en grupos, pudo explorar, guiada por expertos, lugares reconocidos como el Palacio Barolo, y otros no tanto, como el pasaje Togneri, o un exclusivo departamento de Los Molinos Building, en Puerto Madero.
La movida fue organizada por Cohabitar Urbano, una asociación civil que fue creada para “fomentar el vínculo creativo entre la ciudad, la arquitectura y su gente”. Con apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad, todo su equipo, integrado por especialistas de distintas disciplinas y también por voluntarios, guió durante dos días lo que llamaron “48H Open House Buenos Aires”. El resultado fue un mapa con sesenta puntos de encuentro que estuvieron abiertos para curiosos. Fue gratuito y abarcó todo tipo de estilos y detalles. Y hasta tuvo a propietarios anónimos que se animaron a abrir sus casas para mostrar qué detalles las hacen únicas para el patrimonio de Bueno s Aires.
El único requisito para sumarse era respetar un registro previo y los horarios que fueron establecidos para dar un orden y comodidad. Así, por ejemplo, hubo grupos dispersos descubriendo con asombro cómo el ex Mercado del Pescado, que funcionó entre 1934 y 1983 en Barracas, se fue transformando en lo que es hoy: un moderno edificio que funciona como sede del Centro Metropolitano de Diseño. O cómo se construyó, este año, un edificio que respetó la lógica del Tetris, acomodando viviendas sobre una esquina del Abasto.
Ese fue uno de los favoritos. Pero también los clásicos volvieron a ser convocantes: la galería Güemes y su mirador, el Edificio Bencich o el Comega, el Teatro Colón y su par, el Gran Rex, y hasta la Casa Mínima en San Telmo o el Colegio Nacional Buenos Aires formaron parte de los elegidos. No fueron los únicos: entre los sesenta, también se pudieron visitar desde el pasaje General Paz, en Colegiales; el Arribeños, o el barrio Parque Los Andes, ese lugar mágico y perdido en Chacarita; una casa de Coghlan con un jardín con cinco álamos, y el Casal de Catalunya, en Monserrat, construido a fines del siglo XIX y con dos fachadas que contrastan el estilo neogótico en versión “barcelonesa” con el modernismo “catalán”, variante estética del Art Nouveau. También se pudo, al menos por un rato, ser huésped del Hilton en Puerto Madero.
La idea era armar un gran festival. Un festival abierto, público, curioso, y amistoso. Con la idea de unir creatividad, arquitectura y la curiosidad de la gente. Y así fue. Porque la idea era esa: entrar, mirar, disfrutar y, de paso, chusmear cómo viven o trabajan los otros que habitan la Ciudad.


Recibían a las visitas como si fuera un día más

Anfitriones. Los vecinos abrieron las puertas de sus casas para el público. /LUCIA MERLE



“Acá vivía Black Amaya, que tocaba con Spinetta y Pappo. Muchos artistas viven acá. Es un lugar mágico, donde se filmaron películas y se grabaron publicidades, aunque también es mucho más que eso: es nuestra vida, es un paraíso. Y lo cuidamos entre todos”. El relato de Mabel Clavijo se repetía ayer una y otra vez con cada grupo de visitantes y cada tanto disparaba datos inéditos como el de Spinetta. Anfitriona de las dos jornadas, Mabel supo convencer a sus vecinos para que abrieran sus casas del barrio Parque Los Andes, y también supo guiar con gracia y alegría el recorrido que tuvo a más de 500 curiosos entre los dos días. Miembro de la Comisión de Cultura del complejo, ella y Chiche, que habita en el lugar desde hace 43 años, armaron distintos relatos para contar cómo un conjunto de departamentos que fue inaugurado en 1928 aún hoy se mantiene cuidadísimo y custodiado por decenas de árboles añosos, patios soleados y 153 departamentos en 17 cuerpos de tres pisos. O que el barrio no solo es buscado por artistas, también es estudiado por arquitectos que llegan para ver qué pasa ahí dentro. Frente al parque que le da nombre, en el corazón de Chacarita, el complejo nació municipal pero desde 1972 es administrado por sus vecinos. Muchos de ellos participaron de la movida de ayer sin alterar su vida habitual: hubo casas abiertas con camas a medio hacer, platos sin lavar, y muy buena voluntad para dejar entrar a extraños hasta los baños y cuartos más privados. “Desde que tengo memoria que sentía curiosidad por ver cómo era y es hermoso”, celebró, justa, Lucía Quaretti, una de las jóvenes que pasearon bajo el fucsia de las Santa Rita. Según los organizadores, el Los Andes fue uno de los lugares más pedidos del festival.

Fuente: clarin.com

EXPOSICIÓN EN EL CENTRO CULTURAL BORGES



Entre  el 28 de noviembre y el 15 de diciembre en el Centro Cultural Borges se  podrá visitar la muestra “Buscando Miradas”, organizada por el  Instituto Nacional del Cáncer.
Las obras exhibidas fueron realizadas por  mujeres con cáncer de mama o personas relacionadas de alguna manera con  la enfermedad.

 










Fuente: Clarín HD
Entre el 28 de noviembre y el 15 de diciembre en el Centro Cultural Borges se podrá visitar la muestra “Buscando Miradas”, organizada por el Instituto Nacional del Cáncer. Las obras exhibidas fueron realizadas por mujeres con cáncer de mama o personas relacionadas de alguna manera con la enfermedad. - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad/page/2#sthash.D4ZyW41r.dpuf

PINTÓ LA CIUDAD DESDE UN BALCÓN DE BARRACAS

Llegó al barrio luego de pasar por Martínez y Olivos. Desarrolló su arte frente al Parque Lezama, desde donde ve “el sol y la luna”.

Obra. Pasó por el Di Tella y el MACBA, y agradece que en su época hubiera cuatro galerías de arte. / NÉSTOR SIEIRA
 

Por Einat Rozenwasser
Hay que sincerarse, porque una buena charla de café no merece tal categoría si el resultado no es lo que está sucediendo ahora: la mitad de lo que se dice no se puede reproducir. Josefina Robirosa tiene fama de “bocona” y le hace honores. “Digo todo porque tengo otro registro de la realidad”, ensaya, pero tampoco es que quiera –ni deba– explicar demasiado. Se entiende: las ganas, la risa, lo que es. “Me di cuenta de que uno se divierte con uno, no con los demás. Lo importante de envejecer es que te ponés más sabio y te divertís más”, enseña a sus 81. Y sabe que va a tener que explayarse.
“Tomo el 10 en Uriburu y Las Heras. Un día estaba apurada y encontré un colectivo vacío en el semáforo de Junín. En vez de hacerle la misma seña que hacen todos de ‘por favor déjeme subir’, lo miré a los ojos y le pregunté con señas si podía subir (y gesticula un signo de pregunta y escaleras). El chofer me mira y dice que me apure antes de que cambie la luz. Mi vida es así. Desconcertar para divertirse. Y casi todos agarran”, se ríe.
Creció en Martínez, se casó a los 17 y a los 19 tenía dos hijos. “Los ponía a dormir y me iba caminando al Paseo del Aguila. Bajaba la barranca, cruzaba la vía y era una gloria. Veías el infinito, el río, tosca y arena”, recuerda. A Barracas llegó “por” su segundo marido, el escultor Jorge Michel. “Nos echaban de todos lados por el ruido. De Martínez a Olivos y fuimos pasando. Estoy acá porque veo el sol y la luna”, y señala el ventanal que casi balconea sobre Parque Lezama.
Dos veces por semana tomaba clases con Héctor Basaldúa. “El ponía un modelo y yo iba corriendo mi caballete despacito. Me acercaba al lado de la ventana y pintaba, por ejemplo, la demolición de un edificio que veía desde ahí”, cuenta. Se había hecho amiga de un vendedor de Ricordi que la esperaba con todas las novedades de jazz.
“Tuve la suerte que no tienen los que pintan ahora, porque cuando empecé había cuatro galerías de arte en Buenos Aires. Y Manucho Mujica, casado con una prima de mi madre, trajo a Bonino para que viera mi trabajo”, sigue. A los ocho meses hacía su primera exposición. “Bonino era un italiano que había puesto una casa de marcos en la calle Maipú, le fue muy bien y se transformó en la Galería Bonino. Iba mucho y me fascinaba porque cuando entraba la gente él decía: ‘Vas a ver, quieren tal cuadro pero les voy a vender éste’. Y vendía lo que quería”, explica.
A diferencia de los que arañan apellidos por una cuota de alcurnia en la aristocracia porteña, ella quiso alejarse. “Me saqué el Alvear porque me trataban de paqueta pavota que pinta”, defiende. Reniega de los formalismos, la Academia y los circuitos tradicionales.
-¿Cómo hacés para exponer?
-Me pasó una cosa rara el año pasado, cuando me llamaron los trompas del Recoleta para ofrecerme Cronopios sin ninguna condición ni nada. Me sentí tan libre que al día siguiente puse un rollo de papel de escenografía cruzando todo un salón de mi casa, agarré el palo de una escoba, le puse un pincel y empecé a dibujar pájaros. Hice 57, uno tras otro, sin pensar nada.
Del Di Tella al MACBA (“hay buenas obras y no tiene escaleras, ideal para fiacas como yo”), a los mandamientos gánicos de Federico Peralta Ramos que cuelgan en su baño y otras anécdotas que remata con un “pero no se puede contar”. De ahí a los amigos y a la necesidad de recurrir, cada tanto, al enfoque masculino. “Como enviudé dos veces, lo primero que digo es que no me los quiero levantar. Sería patético, como veo que pasa cuando voy a Josephina’s y están todos tratando de pescar. Algún día me van a tratar mal de tanto mirar”, larga.
La conversación llega al misterio de lo justo en el momento justo. El vecino artista plástico (sin el nombre, claro) que apareció cuando ella intentaba evitar una entradera o la vez que salía apurada deseando que hubiera un taxi en la puerta y vio cómo uno que venía por Bolívar dobló en Caseros, frenó, abrió la puerta (“hoy los taximetreros no te abren la puerta, cuando yo era chica todos lo hacían”) y le preguntó: “¿Cree en Dios?”. Josefina se ríe y se pregunta cómo va a llegar esta charla al papel. Así. ¿Está bien?

Fuente: clarin.com