LAS FOTOS MÍTICAS AHORA BRILLAN EN COLOR

Son íconos históricos, captados en blanco y negro. Con programas de diseño, se lograron las nuevas versiones.


Nueva York, 1945. El beso de un marinero a una mujer vestida de blanco en Times Square, en la celebración del día de la victoria sobre Japón.


Muchas son imágenes emblemáticas testimonios de época y de sucesos históricos. Otras son retratos de personajes famosos o de seres anónimos, que de un modo u otro también construyeron parte de la historia de la humanidad. Captadas en blanco y negro, muchas de las instantáneas más icónicas de la fotografía acaban de aparecer con nuevo aspecto: gracias a las nuevas técnicas y tratamientos de digitalización, se las puede ver en color.
El sitio de tecnología Gizmodo recopiló y difundió varias de estas fotos intervenidas o reimaginadas por diferentes diseñadores y fotógrafos. Así, por ejemplo, una explosión atómica en el atolón de Bikini resulta aún más impactante con el hongo blanco elevándose sobre las aguas turquesa y conmueven los detalles de una tienda en Carolina del Norte, tomada por Dorothea Lange en 1939.
Algunos hitos de la fotografía ahora coloreados son la foto de Eddie Adams de la ejecución del un miembro del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (1968), el beso de un marinero a una mujer vestida de blanco en Times Square en la celebración del día de la victoria sobre Japón (1945). Y entre los retratos, se destacan los de Ernest Hemingway (1957), Audrey Hepburn (1953), Winston Churchill (1941) y la última imagen tomada a Abraham Lincoln (1865).




Vietnam, 1968. La impactante fotografía de Eddie Adams de la ejecución del un miembro del Frente Nacional de Liberación de Vietnam.

Posibilidades de la época, que pueden despertar debates. Intervenir o modificar el estado original de una expresión artística, ¿implica una profanación o un cambio de su esencia natural? Preguntas que se discuten sin punto de acuerdo en foros e industrias. Mientras tanto, las innovaciones avanzan sin pedir permiso, los resultados aparecen de un día para otro y lucen sorprendentes.


Fuente: clari.com

ENCUENTRAN UN ANTIGUO POZO DE ALJIBE,
EL MÁS GRANDE DE LA CIUDAD

Está en San Telmo, en la casa que habitó la familia Estrada. Creían que era un sótano, pero oculta bajo un piso de baldosas, descubrieron la enorme cisterna.

Bajo tierra. Especialistas trabajan en el la cisterna. La idea es integrarla a un recorrido histórico./
FOTOS DIEGO DIAZ
Por Romina Smith

Está completo, es abovedado, tiene capacidad para unos 90 mil litros y estaba oculto bajo un piso de baldosas. Según aseguran los expertos, servía para juntar agua de lluvia y abastecer a una familia de principios de 1800. Es más, creían que era un sótano pero la revelación causó sorpresa: debajo de la casa donde hasta 2010 funcionó la Editorial Estrada, y que fue adquirida por el Gobierno de la Ciudad para cederla a la Dirección de Patrimonio y el Instituto Histórico de Buenos Aires, el equipo de arqueólogos de ese organismo encontró el pozo de aljibe más grande de la Ciudad. Está en Bolívar al 400, en San Telmo, ya hicieron trabajos en el lugar y rescataron varios objetos antiguos: botellas enteras y restos de mampostería. Ahora buscan armarlo e integrarlo a un recorrido para que a partir de diciembre se pueda bajar y contar el patrimonio de esa época a través del uso del agua.
“Este hallazgo tiene que ver con el plan de excavación que ya hicimos en lo que se conoce como ‘la Casa del Virrey Liniers’, una de las viviendas aún en pie más antiguas de la Ciudad y que fue recuperada como centro cultural en 2011. Esa propiedad está pegada al fondo de este terreno. Y esta vivienda sería el lado de adelante, es la casa que habitaron los Estrada, y acá es dónde apareció esta sorpresa”, detalla Liliana Barela, directora del área dependiente del Ministerio de Cultura.
¿Por qué un hallazgo así, justo en un lugar público? Lo explica Barela: “Esta casa, toda, es una gran incógnita: la estadía de Liniers sacralizó la parte de atrás como Monumento Histórico Nacional. Y estamos tratando, y no es fácil, de indagar este espacio hacia atrás en el tiempo. No es fácil porque es grande, hay que saber leer los planos, hay unas obras sobre otras. Así que decidimos ir a lo concreto y empezamos a desarmar todo. Primero encontramos los techos de 1820, más antiguos de lo que suponíamos, y el descubrimiento del aljibe se dio dónde pensábamos que había un sótano. La idea es ir a ver. Levantar y mirar, y así hicimos”.
Los arqueólogos Daniel Schavelzon, asesor de Barela, y Ricardo Orsini, director del registro arqueológico, fueron los que encabezaron esta misión en primera persona, pero también con todo el equipo de la Dirección. “Primero vimos un plano de 1900 que nos sirvió de guía: ahí se veía un sótano, pero sin escaleras, y eso nos llamó la atención. En los planos más actuales ese sótano ya no se veía, por eso recurrimos a otros de 1860 y 1870, y ahí descubrimos cómo era la casa en esa época. Tenía un patio donde hoy es la recepción, y en ese patio estaba el aljibe”, relata Orsini. Y sigue: “Ahí empezamos a seguir los pozos de agua, cómo era la distribución de caños, y decidimos cavar: apenas levantamos las baldosas nos encontramos con esta bóveda, la cisterna más grande y antigua de este tipo que sigue intacta en la Ciudad”.
Escalera. Al pozo se baja por un pequeño agujero

Schavelzon pidió autorización y avanzó: “Hicimos un pequeño agujero en el piso para no dañar esta propiedad y encontramos esta bóveda que es muy grande para la época: en esos años, los aljibes eran un pozo de un metro que bajaba hasta la napa, y de ahí se sacaba el agua, pero esto es una construcción rectangular y abovedada que juntaba la de lluvia de las terrazas y creemos que es la más grande de aquella Buenos Aires. Todavía se pueden ver los agujeritos cuadrados por dónde se llena el pozo, porque en esa época se usaba ese sistema para los aljibes”.
Para el arqueólogo, el año en que empiezan a verse este tipo de cisternas está en discusión: “Para algunos son del siglo XVIII, para mí, del XVII. Era una vieja tradición de España. Esta calculamos que es de entre 1830 y 1850”. La expedición dejó un pequeño agujero por donde apenas cabe una persona. Y desde ahí se baja en una escalera de sogas y escalones de madera, que parece antigua, pero no lo es, y es la única manera de descender. Abajo, el olor a humedad delata el paso del agua durante décadas. Y los escombros, el abandono. Pero con una pequeña lamparita los especialistas ya rescataron distintos objetos que delatan que durante los últimos años de la editorial Estrada el enorme pozo se usaba para arrojar residuos. En una repisa se ven esos tesoros: botellas de tinta intactas y aún con algo de líquido de color adentro, restos de mampostería, frasquitos de vidrio, cerámicas de época.
“En esta casa vivía una familia aristocrática, no cualquiera tenía un aljibe como este. El agua se usaba para lavar la ropa, los platos, los patios, pero no se podía tomar: el agua que tomaban se la compraban al aguatero, que la traía del río. Por eso creemos que es una buena manera de contar esa época”, dice Schavelzon. “Hay una maravillosa anécdota de principios del siglo XIX de Mariquita Sánchez de Thompson. Desde Brasil, donde viaja exiliada durante la época de Rosas, manda una carta contando que estaba en un hotel y que lo más extraordinario que había visto era que en el baño había dos canillas: una de agua caliente y otra fría. Para acá eso era imposible. Y eso que ella era de una familia adinerada”.
Todo lo recuperado será colocado antes de fin de año en vitrinas que se armarán dentro del pozo, para lo que se construirá una escalera más firme. La idea, dicen, es que las visitas guiadas que se hacen en la casa de Liniers y en la de Estrada puedan contar la historia de otra manera: recrear esa época a través del agua. Incluso, la anécdota de Mariquita: nada más que una divertida manera de mostrar cómo se vivía en la ciudad a mediados de 1800.

Fuente: clarin.com

EL GALEÓN ESPERA POR SU RESTAURACIÓN, OTRA VEZ BAJO TIERRA

Sin presupuesto ni lugar para hacer el trabajo, los restos se preservan tal como habían sido descubiertos en 2008.
Reconstrucción. La nave fue descubierta cuando hacían el pozo de una obra.

El aljibe de la antigua editorial Estrada no fue el único secret
o vinculado al agua que supo guardarse la Ciudad. En diciembre de 2008, un barco español del siglo XVIII que nadie esperaba apareció cuando excavaban los cimientos para construir una torre en el Dique 1 de Puerto Madero. Alguien lo llamó galeón, y así le quedó. Pero en realidad era una embarcación mercante que estuvo más de 200 años bajo el lecho del Río de la Plata. Hoy, el “galeón” está bajo tierra pero en otro lugar: protegido, espera su suerte en la Barraca Peña, frente al Riachuelo, en La Boca, una vieja construcción que está en pie desde 1860 y espera una intervención que la convierta en un espacio cultural.
La misma intervención que espera el barco desde que fue mudado ahí, en 2010. La idea de volver a enterrarlo fue de los que estuvieron a cargo de su conservación y, según explicaron, es lo que se usa en estos casos para que sus maderas y restos puedan seguir conservados en las mismas condiciones en las que lo encontraron.
“El barco se resguardo a la espera de que haya un presupuesto para su restauración y recuperación. Es un trabajo caro, se necesita un galpón del tamaño de la nave y un equipo de especialistas en esto”, explicó Schavelzon. Según dijo, no es una tarea simple: requiere de mucha experiencia para no dañar los restos. Cuando fue hallado, los expertos trataron de rearmar la historia del “galeón”. Según difundieron, el barco venía de la península ibérica hacia Buenos Aires, al parecer con mercaderías de contrabando, y quedó encallado tras una fuerte tormenta. En las tareas de recuperación se encontraron objetos de la época como monedas, cerámicas, vasijas, pipas, clavos, sogas, un espejo, llaves y cuatro cañones. Hoy, todo eso está exhibido en una habitación de la dirección de Patrimonio en la Casa de Liniers. Ahí se guarda y se preserva. Según adelantó el área, ahora se está por editar un libro con lo que se trabajó en esa misión arqueológica.

Fuente: clarin.com

MUSEO DE INMIGRACIÓN:
SE RENUEVA UN SITIO CLAVE EN LA HISTORIA ARGENTINA

Funciona en el Hotel de Inmigrantes, donde se alojaron muchos de quienes llegaron al país entre 1880 y 1950.

El mar que nos trajo. El director, Aníbal Jozami (izq.) guiando una visita de prensa, ayer. /DIEGO WALDMANN

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

Hoy es un día importante: todos los que alguna vez emigramos, todos los que descendemos de un inmigrante o fuimos y vinimos por el mundo, tendremos un lugar de última generación donde encontrar nuestras historias. Se trata del Museo de la Inmigración, ese espacio que funciona desde hace años en lo que fue el Hotel de Inmigrantes, en pleno centro de Buenos Aires pero escondido sobre la ribera del Río de la Plata.
Hoy inaugura una nueva etapa: aunque el museo ya existía, la Dirección Nacional de Migraciones firmó un convenio con la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) gracias al cual le cede la coordinación del museo por diez años. Al costado del Museo de la Inmigración, además, se inaugura hoy el Centro de Arte Contemporáneo de la UNTREF (CAC). Así, esta universidad abre nuevos espacios de exhibición y especializa los que ya tenía: su propio museo, en la localidad de Caseros, expondrá desde ahora sólo arte moderno (arte del Siglo XIX y primera mitad del XX). Lo que sea arte contemporáneo irá al nuevo centro cultural.
Los dos museos son espacios muy amplios, luminosos y grandes, que respetan la arquitectura higienista que tiene de por sí el Hotel de Inmigrantes (que está siendo restaurado por la UNTREF). Se ubican en el tercer piso del edificio, allí donde –entre 1880 y 1953– funcionó un dormitorio multitudinario para los inmigrantes pobres que llegaban en barco desde Europa, huyendo de las Guerras Mundiales, de la Guerra Civil Española o del Nazismo.
“El Museo de la Inmigración no plantea un recorrido cronológico sino nodos temáticos en torno a los cuales se desarrolla la exhibición, que va a ser permanente, aunque algunas de las piezas van a ir rotando”, explica a Clarín Diana Wechsler, subdirectora de los nuevos espacios. Los nodos son “Viaje”, “Arribo” e “Inserción y legado”. En el primer núcleo, salta a la vista la enorme maqueta de un barco holandés –el Tubantia– hundido durante la Primera Guerra Mundial para cobrar el seguro. Cuentan que venía hacia la Argentina lleno de oro: era el pago de las exportaciones de granos y carne que se hacían hacia Europa. Al costado de la maqueta están los posters que publicitaban en Italia la “nueva tierra prometida”. Cerca de allí, usted verá un mueble con cajones: los podrá abrir. Encontrará, por ejemplo, la historia de la familia Prikels, alemanes llegados a la Argentina alrededor de los años 20. Podrá ver sus documentos, sus fotos y el almacén-recreo que la familia abrió en Vélez Sarsfield.
Los Prikels. Se exhibe la historia de esta familia. Habrá otras./DIEGO WALDMANN
También abre hoy el “Archivo Chela”. “Fue creado en homenaje a Chela”, comenta el museólogo Martín Verlini, “una empleada de inmigraciones que durante décadas se dedicó, solitaria y pacientemente, a copiar los libros de los barcos”. En el pasado, antes de que la Aduana tuviera un listado de pasajeros de los barcos, este era el único registro de quienes llegaban al país.
“También vamos a hacer un ascensor exterior, una librería y un café. Estos movimientos costaron unos 2 millones de pesos”, comenta Aníbal Jozami, director de los dos museos y rector de la UNTREF.
Mientras, en el Centro de Arte Contemporáneo, hoy se inaugurará Miradas insobornables, una exposición con curaduría del alemán Alfons Hug, director del Instituto Goethe de Río de Janeiro. Son video-instalaciones de artistas de todas partes del mundo, desde China a Italia. Montadas en el espacio del Hotel, las grandes imágenes quedan envueltas en un clima extraño, surreal, melancólico.
Si visita el Museo, observe un plus: mientras recorre las muestras podrá ver, por las ventanas, de un lado el centro de Buenos Aires; del otro, el Río de la Plata. Y al frente del edificio, la ola inmigratoria más reciente: viene de Paraguay, Bolivia, Africa. Señores, ¡bienvenidos a Babel! Acá se expone su construcción.

Fuente: clarin.com

CONFIRMAN LA AUTENTICIDAD DE UN VAN GOGH DESCONOCIDO

Es un paisaje pintado en 1888 que había dejado insatisfecho al genio impresionista.
http://www.clarin.com/sociedad/Revelacion-Museo-Van-Gogh-AP_CLAIMA20130910_0036_14.jpg
Revelación. El director del Museo Van Gogh (izquierda) y un investigador (derecha) descubren la pintura. / AP
Ayer hubo aplausos en el Museo Van Gogh de Amsterdam. Fue cuando el director de la institución holandesa, Alex Rüger, anunció que el óleo que los expertos del museo habían investigado durante dos años era efectivamente obra de Vincent Van Gogh.
“Puesta del sol en Montmajour” es un paisaje con robles y arbustos en el que se adivinan las ruinas de una abadía en el horizonte. Según los expertos de la pinacoteca del museo Louis van Tilborgh y Teio Meedendorp, el estilo, la técnica, el color y el tipo de lienzo implementado confirman que se trata de un Van Gogh auténtico –el primer lienzo completo del artista que se descubre desde 1928–.
Hay más indicios: los especialistas aseguran que la obra es del verano de 1888, y el 4 de julio de ese año, Vincent le escribió una carta a su hermano Theo en la que describe una obra de las características de la presentada ayer: según el pintor, la obra presenta “un páramo pedregoso donde crecen pequeños robles trenzados”.
El cuadro tiene 93,3 centímetros de ancho y 73,3 de alto, lo que implica una obra relativamente grande dentro de la producción del genio del impresionismo, y según las dos cartas de 1888 en las que Van Gogh lo mencionó, no lo dejó satisfecho: era algo habitual en el holandés; lo mismo le pasaba con “La noche estrellada”. La pintura es de la época en la que el artista pintó otros cuadros florales, como “Los girasoles”, mientras residía en la localidad francesa de Arles.
Según detalló el Museo Van Gogh, el cuadro perteneció a la colección de Theo, que lo catalogó con el número 180 en su listado, número que coincide con el que figura en el reverso del lienzo. Se vendió en 1901. En 1908, lo adquirió un coleccionista noruego y pasó varios años en un altillo, hasta que sus dueños decidieron, en 1991, que el museo lo analizara aunque suponían que era una falsificación. En aquel momento, la institución sostuvo que no era un Van Gogh auténtico, pero ahora, y argumentando que las nuevas tecnologías permitieron mejores análisis, aseguran que se trata de una obra del autor de “La habitación”.
“En la historia de nuestro museo no había habido un descubrimiento de este calibre”, celebró Rüger, y anunció que desde el 24 de septiembre el público podrá ver la pintura recién descubierta.

Fuente: clarin.com

HALLAN UN MANUSCRITO DE BORGES CON EL ÚLTIMO PÁRRAFO DE UN CUENTO

Lo encontraron hace dos semanas en la Biblioteca Nacional, pero la noticia no trascendió hasta ayer.
De puño y letra. Las anotaciones aparecieron dentro de un ejemplar de la revista Sur que perteneció a Borges.
Por Julieta Roffo

“Que la historia copie a la literatura es inconcebible...”, escribió Jorge Luis Borges en su cuento “Tema del traidor y del héroe”. Lo publicó primero en el número 112 de la mítica revista Sur, que salió a la calle en febrero de 1944. Algunos meses después, cuando se lanzó la primera edición de Ficciones, el cuento tenía, al final, un párrafo más. Y hace dos semanas, aunque la noticia se conoció ayer, dos investigadores de la Biblioteca Nacional encontraron el manuscrito de ese párrafo agregado por el autor para la versión definitiva de su texto.
El apunte, con la “inconfundible letrita de Borges”, según describió el director de la Biblioteca, Horacio González, fue encontrado justamente en el número 112 de la colección de Sur que había pertenecido al autor de El Aleph. Y apareció en medio de una investigación que los bibliotecarios Laura Rosato y Germán Alvarez encabezan para hallar tesoros borgeanos entre los estantes de la institución que el escritor dirigió durante 18 años. “Se buscan libros que presuntamente pudieron haber sido leídos por él, o que hayan pertenecido a su colección privada, que Borges donó de una manera incógnita”, explicó González en diálogo con Clarín. Libros de los años 20 y 30 de editoriales francesas o alemanas, cuenta, suelen ser la punta de un ovillo para toparse con sus anotaciones.
Según detalla González, y como no se trata del hallazgo de un texto inédito, el manuscrito ayuda sobre todo a conocer el modo en que Borges trabajaba: “Cada tachadura es significativa porque muestra que cada palabra es pensada, y es intuida”. La pieza, adelantó González, será exhibida en la Biblioteca, aunque todavía no está definido desde cuándo estará disponible para el público.
Tesoros. El escritor fue director de la Biblioteca durante 18 años. / DANI YAKO.
Alcanza con leer “Tema del traidor y del héroe”, esa historia en la que el protagonista es el revolucionario irlandés (ficticio) Fergus Kilpatrick, para que el hallazgo parezca prestidigitado por el mismísimo autor de Historia universal de la infamia. Es que en el cuento, Ryan, bisnieto de Fergus, “descubre en los archivos un artículo manuscrito”, según escribe Borges.
Ryan investiga el asesinato de su bisabuelo y se entera de que el mismo Fergus había sido señalado como un traidor a la causa que lo embanderaba como líder. Así que acepta su condena a muerte, y su teatralización: para que la rebelión no se evapore antes de triunfar, Fergus debe morir como un héroe, y para eso, lo obligan a recitar versos de La tragedia de Julio César, escritos por William Shakespeare. Lo que Ryan descubre es que Fergus Kilpatrick intercaló palabras de su autoría, mucho más dramáticas que las del propio Shakespeare.
Escribe Borges: “Ryan sospecha que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad”. Así que la pregunta queda abierta: tal vez haya una verdad sin descubrir en ese acto silencioso que Borges cometió, puede sospecharse, en 1944, hace casi setenta años. Tal vez, como dice González, sea simplemente un motivo para buscar otras anotaciones con su “inconfundible letrita”.
Tal vez, haya que desconfiar un poco de eso de que “que la historia copie a la literatura es inconcebible...”.

Fuente: clarin.com

HOMBRE COMPRA EN 613 PESOS UNA PINTURA
VALUADA EN MÁS DE 5 MILLONES

Robert  Darvell con la pintura de John Constable

Una pintura del tamaño de una postal, comprada como parte de un lote en una subasta por 46 dólares (unos 613 pesos) y guardada en un cajón durante una década Una pintura del tamaño de una postal, comprada como parte de un lote en una subasta por 46 dólares (unos 613 pesos) y guardada en un cajón durante una década, fue identificada como una obra del pintor John Constable y valuada en más de 390,000 dólares (unos 5.2 millones de pesos).
Robin Darvell compró una caja de cartón llena de objetos incluida la pequeña obra de arte, –la cual representa un escenario rural de árboles, un brillante cielo azul y una pradera–, durante una venta en Canterbury, en el sur de Inglaterra, hace más de 10 años.
Sólo una débil firma en la parte posterior de su marco dorado daba pista de su origen.
Pero cuando Darvell le pasó la pintura a su hijo Robert, Darvell junior decidió buscar la historia de la pintura hasta descubrir quién la pintó. Robert Darvell, de 45 años, director de una empresa de marketing de cine contactó al experto en falsificaciones, Curtis Dowling, del programa de televisión británico Treasure Detectives, quien se embarcó en un viaje de un año, al analizar la pintura, lienzo y firma para ayudar a resolver el misterio.
“Es una especie de sueño hecho realidad”, dijo Robert. “Estaba en la luna, pero también me impactó cuando descubrí qué pintura es realmente. Realmente no lo he asimilado”, confesó. “Es un hombre muy afortunado”, dijo el experto de arte, Dowling. “La mayoría de las personas asume que es demasiado bueno para ser verdad”, agregó.
“Cuando las personas compran objetos en subastas que se ven como si pudieran valer algo, todavía no creen que se alejan con una fortuna”, dijo.
Darvell y Dowling creen que Constable pintó la obra como regalo para su suegro. Se cree que nunca había estado en una muestra pública antes.
“Rob ciertamente no esperaba un milagro”, dijo Dowling. “Hay tantas pinturas convincentes forjadas que las personas asumirían que son falsas. Esas pinturas se pierden por muchas razones y la mayoría se ve como algo pero al final no resulta serlo”.
La pintura ahora está escondida en una bóveda para mantenerla segura. Darvell espera restaurarla antes de hablar con museos para exhibirla al público.
John Constable (1776-1837) fue un pintor inglés romántico, famoso por sus paisajes del campo inglés, particularmente escenas de su nativa Suffolk.
El año pasado, la pintura de Constable, The Lock, se convirtió en una de las pinturas británicas más costosas jamás vendidas, al recaudar 34.8 millones de dólares (464.1 millones de pesos) en una subasta en Christie’s en Londres.

Fuente: criteriohidalgo.com