RETIRO, BAJO PROTECCIÓN HISTÓRICA

La Legislatura porteña declaró área de protección histórica a las plazas Libertador San Martín y Fuerza Aérea Argentina, y su entorno inmediato. Dentro de esa zona está el edificio Kavanagh, la Cancillería y la Basílica del Santísimo Sacramento.

UNA VISTA AÉREA DE LA PLAZA CON EL MONUMENTO AL GENERAL SAN MARTÍN. ALREDEDOR, DE IZQUIERDA A DERECHA SE DISTINGUEN AMERICAN EXPRESS, EL EDIFICIO KAVANAGH Y EL HOTEL PLAZA, EL NACIMIENTO DE LA CALLE FLORIDA, PARQUES NACIONALES, LA CALLE MAIPÚ, CORTADA POR LA PLAZA, Y EL PALACIO PAZ, QUE FUE MANDADO A HACER POR JOSÉ C. PAZ, FUNDADOR DEL DIARIO LA PRENSA, Y HOY EN DÍA ES SEDE DEL CÍRCULO MILITAR Y DEL MUSEO DE ARMAS DE LA NACIÓN.

Por Dardo Villafañe

El hotel Sheraton, el tránsito incesante de la avenida del Libertador y las imponentes torres de Catalinas se imponen en el paisaje de Retiro, casi que hacen perder de vista los sitios y las áreas fundacionales del barrio. Pero sus verdaderos pilares arquitectónicos se mantienen como símbolos de la evolución histórica ciudadana. Éstos ahora pasarán a conformar el patrimonio histórico luego de la sanción por parte de la Legislatura porteña de una ley que protege a las plazas San Martín y Fuerza Aérea Argentina, y al entorno edilicio que las circunda. Entre ellos, el edificio Kavanagh, la Basílica del Santísimo Sacramento y los edificios de las cabeceras ferroviarias de la estación Retiro.
Sobre el extremo sur de la plaza San Martín, sobre Florida y Marcelo T. de Alvear, se levanta el mítico Edificio Kavanagh. Inaugurado a principio de la década de 1930, fue proyectado por el ingeniero Gregorio Sánchez y los arquitectos Ernesto Lagos y Luis M. de la Torre. Con sus 33 pisos y 110 metros de altura fue el rascacielos más alto no sólo de la ciudad sino también de América Latina. Sus reminiscencias náuticas se perciben en los volúmenes ascendentes y sucesivos, y se realza por su implantación en un borde de la barranca.
Más hacia el sur, sobre Marcelo T. de Alvear y San Martín, se levanta la Basílica del Santísimo Sacramento, inaugurada en 1916 tras ocho años de construcción. Obra de los arquitectos franceses, Coulomb y Chauvet, se trata de un conjunto ecléctico con elementos neorrománticos, conformado por cinco torres, tres de las cuales pueden observarse en su fachada central. Una de las iglesias más lujosas de la ciudad, fue y es elegida por las clases altas para celebrar casamientos y bautismos.
Bordeando la plaza en dirección oeste, el actual Círculo Militar, ex Palacio Paz, proyectado por Luis María Sortais en Francia y adaptado aquí por los arquitectos argentinos Carlos Agote y Alberto de Gainza. De carácter monumental –tiene 12.000 m2 de superficie-, fue inaugurado en 1912. Su composición volumétrica es típica del Beaux Arts, con alusiones formales al Palacio del Louvre y al Castillo de Chantilly.
A un par de cuadras de allí, hacia el noroeste, se sitúa el edificio de ceremonial de Cancillería: el Palacio San Martín, del arquitecto Alejandro Christophersen. Inaugurado en 1909, se caracteriza por sus pórticos y fachadas tratadas escultóricamente, típicos rasgos del clasicismo francés combinados con elementos de Art Nouveau.
El recorrido se cierra con dos exponentes de la arquitectura industrial de principios de siglo, con los edificios que albergan a las dos cabeceras ubicadas frente a la plaza Fuerza Aérea Argentina (de las líneas de ferrocariles San Martín y Mitre), fue incluida en la norma por su valor histórico-testimonial y su calidad ambiental, debido a las especies arbóreas y vegetales circundantes. En el centro de la plaza, se levanta la mítica Torre Monumental, más conocida como Torre de los Ingleses. Otros edificios protegidos son el Hotel Plaza, la plaza Canadá y las plazoletas Teniente de Navío Cándido de Lasala y Juvenilia.

Video sobre el tema:

http://www.clarin.com/arq/urbano/Recorrida-Plaza-San-Martin-Legislatura_3_949735039.html

Fuente: Arq Clarín.

"¿TE ACORDÁS, HERMANO, LA RUBIA MIREYA,
QUE QUITÉ EN LO DE HANSEN AL LOCO CEPEDA?"


El viejo Restaurante del Parque Tres de Febrero, conocido como "Lo de Hansen".



                             TIEMPOS VIEJOS - Tango, 1926

                                       ¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquéllos!
                                       Eran otros hombres más hombres los nuestros.
                                       No se conocían cocó ni morfina,
                                       los muchachos de antes no usaban gomina.
                                       ¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquéllos!
                                       ¡Veinticinco abriles que no volverán!
                                       Veinticinco abriles, volver a tenerlos,
                                       si cuando me acuerdo me pongo a llorar.

                                       ¿Dónde están los muchachos de entonces?
                                       Barra antigua de ayer ¿dónde está?
                                       Yo y vos solos quedamos, hermano,
                                       yo y vos solos para recordar...
                                       ¿Dónde están las mujeres aquéllas,
                                       minas fieles, de gran corazón,
                                       que en los bailes de Laura peleaban
                                       cada cual defendiendo su amor?

                                       ¿Te acordás, hermano, la rubia Mireya,
                                       que quité en lo de Hansen al loco Cepeda?
                                       Casi me suicido una noche por ella
                                       y hoy es una pobre mendiga harapienta.
                                       ¿Te acordás, hermano, lo linda que era?
                                       Se formaba rueda pa' verla bailar...
                                       Cuando por la calle la veo tan vieja
                                       doy vuelta la cara y me pongo a llorar.


Letra: Manuel Romero

Música: Francisco Canaro

COLÓN: SIGUEN LOS TRABAJOS Y LA PLAZA SEGUIRÁ ENREJADA

Sin columna. Ayer, entre la niebla, la desmontaron. /GERMÁN GARCÍA ADRASTI

Los trabajos para desmontar el Monumento a Cristóbal Colón, detrás de la Casa Rosada continúan. Después de bajar la estatua del navegante, hace una semana, los operarios fueron retirando más bloques de mármol. Trabajan pieza por pieza: el martes quitaron la base sobre la que se apoyaba la estatua, el miércoles el capitel y después toda la columna. Ahora sólo queda la base, que cuenta con un grupo escultórico inspirado en los versos de Medea, de Sófocles.
El miércoles, la Justicia avaló los trabajos con un fallo que asegura que el Gobierno nacional está restaurando el monumento y que no está desacatando la cautelar que prohíbe su traslado. Sin embargo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo públicamente que el plan es trasladarlo y reemplazarlo por otro de Juana Azurduy.


Seguirá enrejada la plaza Colón, detrás de la Rosada


El macrismo no pudo aprobar un proyecto para que la Ciudad la recupere y la reabran.

Decúbito dorsal. La estatua de Colón, acostada en su plaza ayer, en la oscura tarde porteña. / LEANDRO MONACHESI

La Legislatura porteña ayer no trató el proyecto para que la Ciudad recupere el control sobre la Plaza Colón. El objetivo del PRO es derogar el convenio que le permitió al Gobierno nacional enrejarla. Sí se aprobó una declaración de “enérgico repudio” ante la remoción del Monumento a Colón que está en ese espacio. Mientras, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se refirió por primera vez a sus planes de reemplazarlo por otro dedicado a Juana Azurduy.
El PRO tuvo que postergar el debate de la derogación de la ley 2.862, que convalidó el convenio firmado en 2007 por el entonces jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, y el Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli. Fuentes legislativas revelaron que fue una exigencia del Frente para la Victoria, a cambio de aportar los votos para aprobar la modificación de la traza de la línea H de subte (ver Legislativas). El debate por el control de la Plaza Colón a la Ciudad se haría el jueves próximo.
En cambio, se trató el “enérgico repudio” de la Legislatura ante la remoción del Monumento a Colón, “que ha sido dispuesta por la Presidencia de la Nación vulnerando atribuciones de esta Ciudad e incumpliendo resoluciones judiciales que lo impedían”. La declaración fue aprobada con 29 votos a favor, 9 abstenciones y 9 en contra. “La Justicia autorizó la restauración del monumento y no queremos seguir discutiendo y usando este tema cuando son chicanas de campaña electoral”, sostuvo la diputada Gabriela Alegre (FpV).
Por su parte, el diputado Julio Raffo (Proyecto Sur) advirtió que el convenio de 2007 no está vigente. “En uno de los puntos, Telerman y Parrilli se comprometen a someter el acuerdo a las instancias necesarias para su convalidación. La Ciudad lo convalidó con una ley de la Legislatura, pero la Nación no”. Además, el legislador recordó que, igual, el convenio no se cumple, porque el Gobierno nacional no permite el acceso libre a la plaza.
A pesar de la orden cautelar que prohíbe trasladar el monumento, ayer durante un acto en el Instituto Balseiro en Bariloche, la Presidenta admitió: “La verdad es que queremos trasladar la estatua de Cristóbal Colón”, y confirmó que en su lugar quieren poner otra de Juana Azurduy. “Las estatuas no se tiran abajo: se cuidan, se restauran y se trasladan hacia otros predios”, aseguró. Y justificó: “No es una decisión caprichosa, la Juana Azurduy en la Casa Rosada es la reivindicación de los patriotas y los próceres”.

Fuente: clarin.com

"EL ARTE HACE QUE A LOS PIBES LES VAYA MEJOR EN LA VIDA"

Está al frente de las orquestas infantiles y juveniles de la Ciudad. Un programa de TV y el tiro al blanco torcieron su historia artística.

De Caballito al mundo. Empezó a estudiar piano en el barrio y una beca lo llevó a vivir a Moscú”. / DAVID FERNANDEZ
Por Einat Rozenwasser


Salir de Parque Rivadavia, cruzarse con Orlando Marconi y volar a la Unión Soviética para terminar escuchando a la Orquesta Infantil de Villa Lugano en el Teatro Colón. Todo eso en una taza de café y debajo de Los Amantes, el mural que pintó Raúl Soldi en la galería Santa Fe. Dirige el Maestro Claudio Espector, pianista, docente y flamante “Personalidad Destacada” de la cultura de la Ciudad.
“Me crié jugando a la pelota en el Parque Rivadavia antes de que llegaran los guardias que nos tocaban el silbato. Alrededor del año ‘74, los domingos había reuniones políticas y se juntaba mucha gente en el parque”, cuenta. A la música llegó primero su hermano mayor. “Mi madre tenía una tía pianista y mientras él practicaba yo tocaba sobre una estufa de kerosene, apagada, por supuesto. Como pasa generalmente, él dejó y yo seguí con la tía, después con otra profesora, todo barrial”, avanza.
La pelea de su madre con la profesora coincidió con una convocatoria del programa de Orlando Marconi. “Buscaban pibes que tocaran y mi vieja me llevó porque sabía la zamba Viene Clareando . Eramos tantos que resolvieron que había que tirar un dardo y el que embocaba, tocaba”, se ríe. El suyo fue para cualquier lado, pero ese no es el punto. Resulta que en la fila había uno que estudiaba en algo que se llamaba “conservatorio”, y allá fueron. “Era el Manuel de Falla y funcionaba en el Centro Cultural San Martín, en esa época teníamos la sala Alberdi. Ahí toqué por primera vez un concierto: Sonata en Sol Mayor, de Bach”, sigue. Un curso con el pianista ruso Rudolf Kehrer lo llevó a postularse para estudiar allá y partió a Moscú. “Año ‘79, dictadura, en casa no cayó bien. Me quedé ocho años, pero volvía de vez en cuando”, dice.
-¿Cómo eran esos contrastes?

-Salir del aeropuerto de Moscú en esa época en la que no había demasiado color, llegar a Roma o a Frankfurt y ver la propaganda capitalista era fuerte. Había dificultades en la vida cotidiana, escasez pero no en productos fundamentales. Salías con una bolsita y si veías una cola te parabas aunque no supieras qué vendían. Y una gran avidez por la cultura, con escuelas de música en todos los barrios.
-¿Somos una sociedad que consume tanta cultura como creemos?

-Buenos Aires tiene una cultura muy fuerte y plural, encontrás de todo. Hay una influencia innegable de lo que trae un aparato de producción mediática atrás. Eso también habla de que tenemos que profundizar el trabajo en las escuelas. Y no porque el arte ayude a que uno sea mejor en matemáticas: hace que a los pibes les vaya mejor en la vida. No sé si un ranking puede decir qué es más importante.
En 1998 lo convocaron desde el programa que trabajaba en Zonas de Acción Prioritaria de la Ciudad y en Lugano empezaron a formar Orquestas Infantiles y Juveniles. “De esta experiencia surgieron otros proyectos en el país e incluso la Orquesta del Bicentenario. Reivindicamos el hecho de tocar colectivamente en el circuito tradicional”, explica. ¿Hay prejuicios? “La gente se pregunta si buscamos talentos en esta cosa de que el talento también es una forma de categorización social y hay que ‘descubrirlos’”, ejemplifica. Hoy llegan a 17 lugares, participan 1.800 chicos y tienen 220 profesores. “Pero estamos con dificultades, desentendimientos. Siempre hemos tenido mucho apoyo, incluso en los comienzos de esta gestión, donde se generaron nuevas orquestas. Ahora nos ningunean y tenemos bastante preocupación”, advierte.
-¿Qué efectos produce la música en los chicos, en los barrios?

-Familias que nunca fueron a un teatro conocen todos los teatros de Buenos Aires, cambia la percepción de la música. Andrés Habegger registró varios años en el documental Cuando los santos vienen marchando . Es muy impresionante ver el cambio del papá de una nena de la orquesta, taxista. Al principio decía que la hija le había pedido participar, pero que si eso interfería con la escuela la sacaba. Después que ‘bueno, la verdad es que le está gustando’. En la tercera aparición, la más conmovedora, pasa con el taxi frente al Colón y habla del orgullo que le produce que su hija haya tocado ahí.

Fuente: clarín.com

MONUMENTO A COLÓN:
UN JUEZ APROBÓ LOS TRABAJOS
Y SIGUEN DESARMANDO EL MONUMENTO A COLÓN

Sostiene que se pueden hacer tareas de conservación y seguirá en la plaza.
La Ciudad busca recuperar el lugar.


Capitel. La grúa lo baja de la columna ayer, pasado el mediodía, en el parque detrás de la Rosada. / MARCELO GENLOTE.
Un fallo judicial considera que el Gobierno nacional no incumplió la medida cautelar que impide el traslado del monumento a Colón. La decisión, firmada por el titular del Juzgado Contencioso Administrativo Federal N° 12, Enrique Lavié Pico, sostiene que la remoción de la estatua forma parte de un plan de trabajos que fue informado al tribunal. Y subraya que la estatua permanecerá en la plaza Colón, aunque la Nación ya anticipó que lo trasladará a Mar del Plata y en su reemplazo montará uno dedicado a la guerrera de la Independencia Juana Azurduy.
El lunes, Basta de Demoler denunció a la Nación por no cumplir la cautelar vigente, que le prohíbe al Ejecutivo “concretar cualquier acto que implique el traslado del monumento ” por tres meses, pero lo habilita para hacer tareas de conservación. Pero la Justicia desestimó la denuncia y evaluó que la Nación no desacató la cautelar.
Según el fallo, el 27 de junio la Nación presentó en el Tribunal un “Plan de desmontaje y preparación para análisis y evaluación de cada una de las partes constitutivas del monumento a Cristóbal Colón”, que llevará unos 30 días. El juez afirma que la estatua permanecerá en la plaza, citando un textual de ese plan: “En cuanto a las tareas a desarrollar, la disposición de las distintas partes pétreas que componen el monumento serán emplazadas adecuadamente en la Plaza Colón” para “facilitar el análisis del equipo de curadores/escultores” que evalúan las partes del monumento y así permitir “la plena conservación y restauración de su estabilidad”.
El juez afirma que este plan no fue objetado por Basta de Demoler, aunque en la ONG dicen que no pudieron acceder a él. El fallo también ordena que se pase el informe de la Nación al Gobierno porteño, para dar “una adecuada concurrencia a las autoridades respectivas”. Y le pide a ambos gobiernos que presenten la copia del registro donde está asentado el monumento.
“Vamos a apelar este fallo, porque causa un perjuicio irreparable –anticipó María Carmen Arias Usandivaras, abogada de Basta de Demoler–. El Gobierno nacional incumplió la cautelar y, además, no le dio concurrencia al Gobierno porteño.
El objeto del amparo es que no muevan al Monumento a Colón, tampoco a otro lugar de la misma plaza. Como pertenece a la Ciudad, cualquier movimiento debe ser autorizado por la Legislatura porteña. Pero además, no seamos ingenuos, la idea del Poder Ejecutivo Nacional es sacar al monumento de la plaza y llevarlo a Mar del Plata, donde ya están haciendo preparativos para recibirlo”.
Hoy la Legislatura de la Ciudad tratará sobre tablas un proyecto para derogar el convenio firmado en 2007 con el Gobierno Nacional, y recuperar el control de la Plaza Colón.
DEFINEN SI LA CIUDAD RETOMA EL CONTROL DE LA PLAZA COLÓN

Si bien un fallo judicial consideró que el Gobierno nacional no incumplió la medida cautelar que impide el traslado del monumento a Colón y aprobó los trabajos de desarme, el macrismo tiene pensada una movida en la Legislatura para contraatacar.
Es que en el recinto se tratará la derogación de una ley que será clave, según prevé el Ejecutivo, para recuperar el control de la Plaza Colón, detrás de la Casa Rosada. Ese espacio, enrejado es eje de una pelea con la Nación que se agravó desde que Presidencia anunció su intención de sacar el monumento a Cristóbal Colón para mudarlo a Mar del Plata y reemplazarlo por la luchadora por la Independencia, Juana Azurduy. Con este paso en el recinto, la Ciudad quiere reafirmar que la plaza es suya, como los monumentos que la integran.
La ley que buscarán derogar hoy es la 2862, que se basa en un acuerdo entre Ciudad y el Gobierno Nacional y que fue votada durante el mandato de Jorge Telerman, en 2007, con consentimiento del secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli. En ese entonces se buscaba dar más seguridad al entorno presidencial.
Ahora, la intención para derogar ese acuerdo, que fue impulsada por el PRO, apunta por un lado a recuperar la administración de la plaza y tener potestad sobre el monumento a Colón. En sus fundamentos, sostiene: “El Gobierno Nacional no ha solicitado autorización alguna al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para realizar los múltiples actos desarrollados en la plaza. A su vez, como segundo incumplimiento, ha hecho un uso abusivo de este espacio verde alterando su diseño, fisonomía y modificando el emplazamiento de monumentos pertenecientes a la Ciudad como es el caso del Monumento a Cristobal Colón”.
"Este proyecto viene a dar punto final a una situación de irregularidad, reafirmando la jurisdicción de esta Ciudad sobre la Plaza Colón y los Monumentos allí emplazados y poniendo este espacio verde a disposición de los vecinos de esta ciudad" finalizó Cristian Ritondo, jefe del bloque del PRO.


Fuente: clarin.com

EL LARGO IDILIO DE UN ARTISTA CON EL COLOR

Los trabajos de su nueva exhibición vuelven a mostrar su maestría en el manejo de los colores, uno de los asuntos más misteriosos de la pintura.
Por Eduardo Villar

Manuel Alvarez, él me enseñó todo”, dice Felipe Pino el día que nos encontramos para recorrer su nueva muestra, que por azar es el día después de la muerte de su maestro. Volveremos sobre el tema varias veces en la charla, pero ahora caminamos por el amplio espacio del Paseo de las Artes Duhau deteniéndonos frente a cada pintura, con muy breves informaciones o comentarios del artista. Se trata de mirar, de ver, no de hablar ni de escuchar.
Son 35 pinturas que no fueron parte del centenar que se exhibió hace exactamente un año en su muestra retrospectiva en el espacio de la Fundación OSDE. De las 35, más de veinte, que tienen un metro quince de altura, fueron pintadas después de aquella exposición. Las demás corresponden a distintos años de su producción. Las une, además del imaginario del artista –que a través de los años se ha nutrido de los parques de diversiones, de las exhibiciones de objetos empeñados en el banco municipal donde trabajaba, del teatro, del cine, de las novelas policiales, del cómic y de todo lo que pudiera observar en la calle– su manejo deslumbrante del color y su trazo al mismo tiempo delicado e intenso sobre la tela.
Días después de recorrer la muestra, ya en su taller, Pino vuelve a hablar de su maestro.
A todos los que nos formamos con él, Manuel Alvarez nos conducía a partir de lo que cada uno hacía. En un momento en que me aproximé a lo que él hacía, me lo marcó. No quería que pintáramos como él. En la década del 40 o 50 él ya era un pintor concreto, pero había tenido una primera etapa muy figurativa. Había sido alumno de Tiglio, de Policastro y de Victorica... Sabía. Para mí, era un sabio, un tipo con una educación visual extraordinaria.
En los colores se ve la conexión de tu pintura con la de él...
Y sí, yo tomé en cuenta cosas que él me transmitió. Cosas que él me dijo hace cuarenta años y que a mí me quedaron grabadas. Por ejemplo: “Los tierras no se compran, se hacen”. Ideas que venían de Daneri y de muchos otros grandes pintores.
Felipe Pino hace todos o casi todos los colores con los que después sus pinceles recorrerán la tela. De otra manera, sus cuadros no irradiarían esa luminosidad, ni pararse frente a ellos sería la experiencia estética emocionante que es. Sus pinturas llegan al ojo y a la emoción por las historias que cuentan, por los personajes de esas historias, por una manera de ver la realidad pero, sobre todo, por el color que convierte a esas pieles, a esos rostros, a esas ropas, a esas figuras y a esos fondos –donde se despliegan con naturalidad formas abstractas– en un mundo a la vez absurdo y querible. Más querible que el real.
¿Cómo hacés la selección de los colores para un cuadro?
La selección de los colores no... Yo pongo un color y no lo pienso antes. Alvarez, por ejemplo, tenía pensado cada color. Pero una vez me dijo: “Cuando lo pinto, siempre es otra cosa”.
Esa pelea entre lo que uno quiere y lo que en realidad le sale es el trabajo de pintar...
Claro.
Yo para ejecutar una obra... Con la pintura para mí la cosa es muy fluida, pinto el cuadro siempre en una sesión, aunque tenga cuatro metros; lo empiezo y lo termino, son horas. Eso no es ningún mérito, es mi forma de trabajar y listo. Aizenberg podía estar seis meses y Victorica pintaba un cuadro en dos horas, tiene que ver más con una cuestión mental que con otra cosa. Si divido en dos sesiones y dejo lo que falta para el día siguiente, no duermo bien, me produce ansiedad.
En los trazos de alguna de las pinturas que cuelgan ahora en el Duhau es posible ver la intensidad, la firmeza, el apasionamiento con que Pino ha trabajado en esa tela durante esas horas para convertirla en una obra de arte. En los fondos, tan importantes como las figuras que se recortan en ellos, es donde más fácilmente se advierten las tramas y capas de pintura, dónde hay mayor densidad matérica y dónde más transparencia. En algunos –como los tres de la serie Músico de las Cantigas (185 x 135 cm)– se pueden ver los brillos suntuosos de las pinceladas. Frente a otros, uno puede preguntarse cuántos colores hay en el fondo: ¿dos, tres? ¿Hay naranjas en ese verde, hay amarillos en ese azul?
Pino se conoce y conoce su trabajo y el de los pintores de los que aprendió. Nombra, entre otros, a Gómez Cornet, a Gramajo Gutiérrez y a los pintores de la Boca –a los que considera geniales e incomprensiblemente olvidados–, pero, igual, a veces se interroga sobre su identidad como artista y como pintor. Explica: Yo, de vez en cuando, me pregunto qué haría si tuviera veinte años y estuviera próximo a las artes plásticas. Porque los tiempos ya no son los mismo y la pintura ha estado en todos lados, realmente. Lo que pasa es que yo tengo algo con lo manual... Quizá de otra forma, pero creo que volvería a ser pintor también. Lo que noto, generalizando, es que muchos pintores no tienen buena relación con el color. Muchos pintan con lo que sale del pomo... Y no es así... Recuerdo una exposición de la Bauhaus. Había unos estudios de Itten. Vos veías un color de ese tipo y sentías la emoción de estar viendo un cuadro extraordinario, algo que no habías visto nunca, eran escalas de complementarios... Eso no se enseña, descubrir colores es parte del misterio de la pintura.
¿Cómo trabajás el color?
Yo siempre trabajo sobre una base de color. Nunca trabajo sobre el blanco de la tela. Normalmente le doy un ocre y trabajo sobre el ocre. Esto, por ejemplo, ¿ves? ( señala un sector de un cuadro donde la pintura deja ver algo de lo que hay debajo ). Si la base fuera blanca, sería una porquería esto. El color de la base está actuando, aunque vos lo cubras todo. No es lo mismo este azul sobre un blanco que sobre un ocre. A veces ves a Victorica o a Figari, que trabajan sobre cartón, que ya no es blanco, y aparece siempre el color del soporte. Dibujo con carbonilla, pero después todo el dibujo lo repaso. O sea, lo dibujo después con pintura acrílica. Porque no es lo mismo meter este color con este otro si la línea del dibujo no está pintada con acrílico.
¿Siempre la base es ocre?
Casi siempre. Una vez recuerdo que a una tela le di una base de rojo. La vio Martha Nanni ( investigadora y curadora) y me dijo que así trabajaban los renacentistas. Ocre, rojo, nunca blanco.
Salvo una necesidad especial, yo no uso blanco, no sé qué diría un psicólogo. En vez de blanco uso amarillo Nápoles, lo más próximo, salvo cuando tuve necesidad de pintar con blanco por algún motivo. Pero también lo preparo el blanco.


Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA COLECCIÓN SOBRE PICASSO
QUE HASTA EL ARTISTA AGRADECERÍA

Será reeditado un valioso catálogo de su obra; para tenerlo, se necesitan 20 mil dólares
Por Julie L. Belcove
The New York Times
 
Staffan Ahrenberg, un coleccionista sueco de arte contemporáneo, conocía perfectamente los libros de arte con un diseño encantador de Cahiers d’Art, entre éstos un famoso catálogo de obras de Picasso con anotaciones de Christian Zervos, de la biblioteca de su padre.
Un día, al pasar por la galería en 2010, entró y formuló dos preguntas: "¿Quién es el dueño de Cahiers d’Art?" y "¿Vendería la editorial?" Ahrenberg, que compró la galería y los derechos editoriales en 2011, está reeditando actualmente "Pablo Picasso", o, "el Zervos" como lo llaman los ciudadanos del mundo del arte, el catálogo razonado más importante de las pinturas y los dibujos de Picasso.
Con 33 tomos y más de 16.000 imágenes, fue el resultado de una colaboración de cuatro decenios entre Zervos y el artista.
"Zervos le prestó un gran servicio a Picasso, y Picasso estaba muy agradecido", dijo John Richardson, el biógrafo de Picasso.
El precio por una orden anticipada será de US$ 15.000 el juego; cuando se lance la obra en noviembre, subirá hasta US$ 20.000.
Pero el precio, dice Ahrenberg, es "irrelevante" para el público al que va dirigido.
"No se puede comprar nada original de Picasso por menos de US$ 500.000 o tal vez un par de centenares de miles de dólares, que valga la pena", afirma.
Y el precio es una relativa ganga, explica, en comparación con las series antiguas, que son por sí mismas artículos de coleccionistas que en general se venden en unos US$ 60.000 en subasta y que se acercan a los US$ 200.000 cuando están en condiciones excelentes.
Existen numerosos catálogos de la obra de Picasso, pero los marchantes de arte tienden a hablar del Zervos, publicado entre 1932 y 1978, con veneración.
"Es el catálogo obligado para Picasso", dijo Larry Gagosian, cuya galería venderá el libro. "El volumen de obras y la exactitud son de por sí asombrosos." "Picasso llegó a pintar algunos días entre cuatro y cinco cuadros ­en una sola jornada­ y todo eso está registrado", agregó. "La fecha real está anotada en el índice.
Es posible darse una idea de cómo trabajó un día o una semana o durante un período determinado, cómo un estilo se transformaba en otro. Todo está ahí." Cahiers d’Art está comercializando agresivamente el Zervos.
Sotheby’s también tendrá una participación en la venta del catálogo individualizando a importantes coleccionistas de arte internacional, especialmente todos los que hayan comprado o vendido un Picasso alguna vez.
Es la primera vez que todo el Zervos se traduce al inglés. Y, fiel a la edición original, todas las imágenes de la obra estarán impresas en blanco y negro.
"Picasso y Zervos podrían haber optado por el color", dijo Carmen Giménez, estudiosa de Picasso y curadora de arte del siglo XX en el Guggenheim Museum. "Picasso quiso que fuera en blanco y negro. El color siempre es falso." Habrá que ver si Cahiers d’Art gana dinero con este emprendimiento.
Cuando Ahrenberg compró la empresa, llevaba decenios sin publicar nada nuevo, dijo, y obtenía gran parte de sus ingresos de reconstituir y vender colecciones completas del catálogo de Picasso.
La relación de la empresa con la familia de Picasso se había deteriorado pocos años después de la muerte del artista en 1973, sin dejar testamento. "Cuando Picasso murió, fue un caos total", dijo Richardson, el biógrafo de Picasso, señalando que los hijos extramatrimoniales del artista lucharon durante años por obtener el derecho legal a compartir su sucesión.
Con todo, no se trata de un proyecto guiado por la pasión, sin ningún pragmatismo. Ahrenberg espera dar a Cahiers d’Art por lo menos una "posibilidad de luchar" por ganar dinero.


Fuente: Revista Ñ Clarín