El encarcelamiento le inspiró a Ai Weiwei dioramas y un video musical. |
Por EDWARD WONG
The New York Times
Durante un año y medio el artista Ai Weiwei y un escultor amigo
supervisaron un equipo de unas 20 a 30 personas que trabajaron en
secreto en la ciudad en uno de sus proyectos más políticos y personales.
Su tarea consistió en reconstruir escenas de la detención ilegal de Ai
en 2011, cuando fue mantenido durante 81 días en una prisión secreta
custodiada por una unidad paramilitar.
Lo que cobró forma esta
primavera en un espacio industrial de la capital china fueron seis
dioramas en fibra de vidrio que describen, a escala media, su existencia
cotidiana generalmente banal como cautivo del vasto aparato de
seguridad del gobierno. Los dioramas fueron sacados de China
discretamente –Ai se negó a decir exactamente cómo– y llevados a
Venecia, donde están expuestos en una iglesia junto al Espacio Proyecto
Zuecca, paralelamente a la Bienal de Venecia 2013, pero sin participar
oficialmente.
Cada diorama está encerrado en una caja de hierro
de 2,25 toneladas. Son esculturas de Ai durmiendo, comiendo, duchándose,
siendo sometido a interrogatorios y sentado en el inodoro, todo bajo la
vigilancia de dos guardias jóvenes vestidos con uniformes verdes. Ai
dijo que los detalles fueron meticulosamente recreados de memoria, hasta
sus chinelas azules y la guata blanca pegada a las paredes de la
habitación.
Junto a un video musical con contenido obsceno
subido online, los seis dioramas titulados "S.A.C.R.E.D." –son las
primeras obras de Ai que abordan su detención, que fue el período más
difícil de su vida, dijo.
Una mañana reciente en su estudio y
casa en el norte de Beijing, explicó que su objetivo era simple: "Hacer
que la gente entienda las condiciones". Un asistente utilizó un iPad
para mostrar a los visitantes fotos de los dioramas mientras un gato
afeitado daba vueltas silenciosamente, con expresión desolada.
Ai,
de 56 años, tiene en Venecia una obra más conceptual que utiliza 800
banquitos de madera y es un intento, dijo, de construir una "estructura
animada monstruosa" que es "completamente disfuncional".
"China
sigue estando en una guerra constante, que destruye la naturaleza de los
individuos, las imaginaciones, la curiosidad, las motivaciones y los
sueños de las personas", dijo Aid. "Las mejores mentes de este Estado
fueron echadas a perder por este elevado control ideológico, que es
falso. Aun los que tratan de usarlo como herramienta para mantener el
poder o la estabilidad saben que es una situación totalmente falsa".
El
veneno de Ai contra el Partido Comunista lo ha convertido en una figura
que divide aguas en el mundo del arte chino. Muchos artistas se sienten
molestos por la atención que recibe Ai de Occidente, así como también
por sus ocasionales denuncias de otros chinos, entre éstos viejos
amigos, que no están dispuestos a asumir la misma postura inflexible
contra el partido.
Desde su liberación hace dos años, Ai está
obsesionado con los detalles de su detención y los sufrimientos
experimentados por varios de sus amigos perseguidos en esa misma época.
"Estoy segura de que será una obra potente", dijo Karen Smith,
historiadora del arte y curadora independiente que vio fotos del
proyecto.
"Si bien todas las apariencias externas hacen pensar
que Weiwei ha resistido bien y ha mantenido su concentración en este
período transcurrido desde su detención, esta obra sugiere una necesidad
de confrontar el `daimon’ que sin duda una experiencia como ésta
representa para él".
Los funcionarios todavía retienen su
pasaporte y la policía a veces lo sigue a lugares impensables (un centro
de esquí, por ejemplo), pero Ai tiene más libertad que durante el año
que siguió a su liberación. La menor vigilancia es obvia en el hecho
mismo de haber podido trabajar en secreto tanto en los dioramas como en
el video musical, que fue filmado por Christopher Doyle, el famoso
director de fotografía, en un modelo tamaño natural de la celda de Ai.
Ai
ya prácticamente terminó de servirse de su detención para su creación
artística, pero todavía falta un proyecto, dijo. "Estoy escribiendo un
libro", dijo. "Ya está un 80% terminado. Tengo una responsabilidad
terrible: debo registrar cada estúpido detalle y es algo muy pesado y
aburrido, y para mí es espantoso. Cada vez que me sentaba, era una lucha
`¿Por qué tengo que escribir esto?’ Pero tengo que hacerlo. Es una
obligación".
Fuente: Revista Ñ Clarín