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Fotografía cedida por el MoMa de la "Ville Savoye" realizada por el
visionario arquitecto y urbanista francés Le Corbusier, que protagoniza
la primera exposición monográfica titulada "Un Atlas de Paisajes
Modernos" presentada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York
(MoMA). EFE
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Por Rafael Cañas
Nueva York - La obra como paisaje y su
implicación en el entorno protagonizan la primera exposición monográfica
sobre el visionario arquitecto y urbanista francés Le Corbusier en el
Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), presentada hoy.
Aunque es conocido mundialmente por sus edificios racionalistas y
proyectos urbanísticos de gran calado con los que buscaba transformar la
ciudad moderna y adecuarla a las necesidades del hombre, la exposición
"Un Atlas de Paisajes Modernos", presenta una faceta nueva de Le
Corbusier (1887-1965) como un artista total con una inusual atención por
el entorno natural.
Así, la exposición transita por cuadros, esculturas, planos,
maquetas, dibujos, muebles e incluso vídeos, en los que el artista
expresa cómo busca que sus edificios, y los seres humanos que los
habitan interactúen con el paisaje.
Los comisarios de la muestra han apostado fuerte por esta idea, y la
exposición comienza con una reconstrucción del interior de la diminuta
cabaña de madera en la que Le Corbusier vivió largos períodos de su vida
en Roquebrunne-Cap-Martin, al lado del Mediterráneo, junto al pequeño
primer óleo que pintó con 15 años y que representa un paisaje de montaña
de su Jura natal.
Conocido por sus edificios y proyectos racionalistas (dentro de lo que en Estados Unidos
se denominó "estilo internacional" de arquitectura), sus grandes
construcciones parecen sin alma, pero en realidad la gran altura, los
enormes ventanales y las pocas paredes interiores ofrecen amplitud de
espacios, apertura y vistas al exterior. Lo que ahora se llama calidad
de vida.
Le Corbusier "buscaba respuestas para la ciudad moderna", explicó en
rueda de prensa uno de los comisarios de la muestra, Jean-Louis Cohen,
quien destacó también cómo el arquitecto y urbanista viajó "en un
increíble movimiento" por todo el mundo para proponer y discutir sus
ideas.
Los vídeos muestran grabaciones cinematográficas del período de
entreguerras, en los que Le Corbusier (nacido en las montañas del lado
suizo del macizo del Jura con el nombre Charles-Édouard Jeanneret)
expone en entrevistas o disertaciones su visión de edificios de
apartamentos muy altos para que hubiera mejor aireación, y nunca
orientadas al norte ("lo primero, el sol").
Y en las calles, separación de vías de peatones y vehículos a fin de
garantizar la tranquilidad de los viandantes, y entre cada edificio
parques e instalaciones deportivas y recreativas. En definitiva, una
ciudad contemporánea pero humana.
Entre los edificios pequeños, además de la famosa Villa Savoye,
(1931) y de la no menos conocida Capilla de Ronchamp (1950-55), Cohen
destacó un proyecto que no vio la luz: la Casa Errázuriz (1930).
Fue planeada pero nunca construida en Chile para un diplomático de
ese país, con un novedoso tejado en V para sumergirla en las montañas
del fondo, y proyectada en piedra y troncos a fin de imbricarla aún más
en el entorno natural.
La exposición también transita por épocas poco favorables para el
arquitecto y recuerda cómo muchos de sus planes revolucionarios para
adecuar la gran ciudad contemporánea al hombre acabaron rechazados
porque se consideradas demasiado extremos.
Entre esos planes destacan el Plan Voisin (París, 1925) o los de
Buenos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro (1929) o Moscú (1930). El Plan
Maciá (Barcelona, 1933) no llegó a ver la luz por la Guerra Civil
española, pero ahonda en su objetivo de humanizar las zonas pobres e
insalubres de las metrópolis, como un "higienista urbano".
Por ello, la exposición refleja también que Le Corbusier era un
visionario que quedó también muy frustrado por la reticencia que
generaron sus revolucionarias ideas.
Aunque, al final, el tiempo le ha dado la razón, en un mundo lleno de
ciudades de edificios apelotonados, con poca ventilación y luz natural,
con los automóviles invadiendo todos los resquicios y sin suficientes
equipamientos comunitarios.
De los 400 edificios que proyectó solo se construyeron 75, y con
algunos de ellos tuvo sonoras polémicas en su momento, como con la
autoría de la sede del Ministerio de Salud y Educación de Brasil, en Rio
de Janeiro (1936), un edificio sobre el que hizo algunos dibujos como
consultor y que finalmente se encargó al brasileño Lúcio Costa, con
quien trabajaba ya entonces Oscar Niemeyer.
La disputa con Niemeyer subió de tono con motivo de la autoría de la
sede de Naciones Unidas en Nueva York (oficialmente un proyecto
conjunto, pero que el francés insistió, sin éxito, en reclamar como
suyo).
Finalmente, Le Corbusier sí pudo lograr su sueño con Chandigarh, la
nueva capital del estado indio de Punjab, que construyó a su gusto en
los años 50, incluyendo una de sus esculturas de la serie "La mano
abierta", de 26 metros de altura.
La exposición estará abierta entre el 15 de junio y el 23 de
septiembre, y después del emblemático museo neoyorquino, que será el
único de Estados Unidos en que se verá, después viajará a la Fundació La
Caixa en Madrid (1 de abril-29 de junio de 2014) y Barcelona (15 de
julio-19 de octubre de 2014).
Fuente: EFE