La gran cita del diseño de interiores se hará este año en el
edificio Tornquist, obra de Bustillo.
El desafío: decorar a una joya.
|
Imponente. El edificio, monumento nacional, está en Mitre al 500
|
Por Berto González Montaner *
Bartolomé Mitre, en pleno microcentro porteño, está imposible.
Como en otras partes del área céntrica, las máquinas y los operarios van
de acá para allá, bajo el intermitente ruido ensordecedor de las
retroexcavadoras, los martillos neumáticos y las compactadoras. El
motivo de tanto barullo es el plan de “humanización” del microcentro. En
esta misma arteria, entre Florida y San Martín, a pocos metros de
Diagonal Norte, días pasados se lanzó una nueva edición de Casa FOA bajo
el lema: “30 Casas”.
Esta vez la muestra de decoración e
interiorismo se hará en un edificio declarado monumento nacional por la
Dirección Nacional de Monumentos, Edificios y Sitios Históricos. Se
trata de la ex sede del Banco Tornquist, una imponente obra del
arquitecto Alejandro Bustillo, el mismo que hizo los monumentales Banco
Nación en Plaza de Mayo, Hotel Provincial, Casino y Rambla de Mar del
Plata. Y muchos de los edificios de Parques Nacionales como el famoso
Hotel Llao Llao, en Bariloche.
El Edificio Ernesto Tornquist y
Cía. Ltda. fue construido entre 1926 y 1928 para la compañía homónima
que supo ser el primer banco de inversiones extranjeras en la Argentina.
Consta de dos subsuelos, una planta baja y un entrepiso que estaban
dedicados al banco. Y de un bloque de 9 pisos con oficinas coronados en
el frente por una mansarda. Para los años 20, por su equipamiento
tecnológico, fue un edificio totalmente innovador: tenía aire
acondicionado central, ascensores de alta velocidad, sistema de
extracción de polvo y cañerías neumáticas de distribución de correo.
Bustillo
jerarquizó el cuerpo central del edificio colocando un gran pórtico de
acceso con cuatro columnas y cariátides. Y para darle más monumentalidad
y mayor perspectiva, lo retrasó de la línea municipal de esta calle,
una típica y angosta arteria del microcentro. Según el mismísimo
Bustillo: “La composición de la fachada es clásica, está organizada
según los órdenes griegos. En ese momento el estilo clásico francés era
el predominante. Utilicé la columna dórica de acuerdo al tratado de
Vignola”. Vale aclarar que el Vignola era “el” manual de arquitectura,
una especie de recetario que indicaba cómo hacer las partes de los
edificios, desde una columna, una puerta o una ventana a cómo componer
una fachada.
Frente a semejante monumento, los decoradores
convocados por FOA tendrán el difícil compromiso de intervenir su
imponente hall, la planta baja, el primer piso y unas terrazas de este
nivel. El hall principal, de planta casi cuadrada, tiene tres niveles de
altura y un gran techo vidriado. Sus pisos de mármol y sus paredes de
piedra París están decoradas por 16 pilastras corintias y varias piezas
escultóricas del artista Troiano Troiani. Según cuenta Martha Levisman
en el libro “Bustillo. Un Proyecto de Arquitectura Nacional”, por
desgracia “a lo largo de los 80 años transcurridos se perdieron algunas
piezas clave de la rica ornamentación escultórica, así como la totalidad
del estupendo mobiliario de mostradores de atención al público”.
También
el piso de oficinas presenta sus desafíos. Tanto la circulación
principal como cada uno de los amplios despachos tienen sus paredes
revestidas con una boisserie importada de Francia que es realmente
fantástica.
Otra joyita de este edificio son sus patios
interiores. No son como los habituales patios de aire y luz, de
dimensiones mínimas y oscuros. Muy por el contrario, están todos
revestidos por unos cerámicos blancos importados de Suecia que crean un
entorno sin precedentes a la vez que reflejan la luz y hacen los
ambientes más luminosos de lo que ya son.
No sé qué van a hacer
los interioristas y decoradores con esta joya, con este edificio
recargado de historia. No es como en muchas otras ocasiones, donde
debían intervenir carcazas más neutras y despojadas, como ex fábricas,
silos o mercados, sin tanto rollo simbólico. Es que justamente Bustillo
fue uno de los grandes maestros en esta materia. Tal es así que fue
denostado por sus sucesores, los arquitectos modernos, porque
consideraban que la “forma sigue a la función”, que el “ornamento es
delito” y rechazaban los estilos, la arquitectura “parlante”, o la que
tiene como fin la representación. En síntesis, no admitían la función
simbólica de la arquitectura.
Afuera la calle está en plena obra.
Las cuadrillas de la Ciudad están enrasando las aceras y calzadas de
Bartolomé Mitre. Reducirán el ancho destinado para que circulen los
vehículos y le cambiarán el piso con unas losetas de granito y un
pavimento intertrabado. También están haciendo los recintos de hormigón
soterrados donde instalarán contenedores de residuos. En reemplazo del
cordón cuneta colocarán bolardos. Y además pondrán nuevas luminarias,
unos árboles de poco porte y equipamiento urbano.
Ahora empieza el
turno de los interioristas, los decoradores y los paisajistas que ya
habrán elegido sobre qué espacios actuar. Y a partir del 20 de setiembre
y, por el lapso de un mes, podremos visitar esta joya de la
arquitectura bancaria porteña y sorprendernos con las propuestas de
nuestros profesionales de la decoración.
* Editor General ARQ
Fuente: clarin.com