Fotografía facilitada por el Museo Thyssen Bornemisza que quiere poner en valor la figura de Camille Pissarro, uno de los creadores del impresionismo y puntal de este movimiento, eclipsada por la brillantez y espectacularidad de Claude Monet, en la primera exposición retrospectiva que se organiza en España sobre su obra. EFE |
Madrid - La brillantez y espectacularidad de Claude Monet han eclipsado la figura de Camille Pissarro, uno de los creadores del impresionismo y puntal de este movimiento al que el Museo Thyssen Bornemisza quiere poner en valor en la primera exposición retrospectiva que se organiza en España sobre su obra.
"Es una figura fundamental del impresionismo. Es el primero y el
único que está presente en todas las exposiciones del grupo, al que
cohesionó", en opinión de Guillermo Solana, director artístico del museo
y comisario de la exposición, programada del 4 de junio al 15 de
septiembre.
Con ochenta obras del maestro francés, prestadas por museos y
coleccionistas de todo el mundo, "es una exposición que tenía que hacer
el Thyssen porque tiene seis pinturas de Pissarro", ha comentado el
comisario durante una entrevista con Efe.
Hombre "enormemente comprensivo y bondadoso, muy generoso con sus
colegas y discípulos que hablan de él como un patriarca", Pissarro
(1830-1903) es el mayor de los impresionistas, a medio camino entre la
generación del realismo y la impresionista, con una solida relación con
artistas de la generación anterior como Corot o Courbet.
"En sus paisajes campesinos hay algo de esa tradición clasicista que
luego evoluciona. Hasta los años ochenta fue un pintor de campo, pero
después dio un giro a la ciudad; comenzó a explorar el mundo del paisaje
urbano para acabar siendo uno de los pintores de vistas urbanas más
sólidos del impresionismo", según Guillermo Solana.
En este giro fue decisivo el empeoramiento de la enfermedad ocular
que padecía y que le obligó a dejar de pintar al aire libre. "Con más de
cincuenta años se reinventó y este hecho lo hemos destacado mucho en la
exposición que finaliza con dos salas dedicadas a sus series urbanas,
lo más interesante e innovador de su carrera".
La visión que tiene Pissarro de París "no es apocalíptica. Es
velocidad, intensidad, dinamismo, pero todavía es bastante humana y
compatible con la tranquilidad", señala el comisario quien, junto a este
periodo, destaca el de los años setenta, época dorada en la que el
artista inventa el impresionismo "codo con codo con Monet en
Louveciennes.
A este pueblo francés está dedicado otro de los capítulos de la
exposición que sigue un recorrido cronológico ligado a los lugares donde
vivió, y que comienza con una introducción en la que aprecia su
relación con la generación anterior.
A continuación las obras se agrupan en torno a los tres lugares
rurales que fueron fundamentales en la vida de Pissarro. Tras
Louveciennes, donde cuajó el impresionismo, se dedica una sala a
Pontoise, donde trabajó una década y en la que el diálogo fundamental
fue con Cezanne. "Pissarro enseñó mucho a Cezanne y este a Pissarro".
El tercer lugar es Éragny, pueblo más pequeño que supone "el declive
de su paisaje rural. Tiene ya el problema en los ojos y empieza a mirar
las ciudades. Hay un descenso de la innovación pictórica, son paisajes
muy bonitos pero más limitados, menos ambiciosos".
Para finalizar, Solana ha situado las vistas de las ciudades, "en las
que hace un trabajo más experimental" y por las que apuesta en sus
últimos años.
"Militante del mundo", Pissarro fue el impresionista más comprometido
políticamente. Empezó alineado con el socialismo moderado y termino
siendo anarquista.
"Hay una constante militancia en favor de la clase obrera. Eso se
nota en su pintura, en su atención en los campesinos, sobre todo
mujeres, que no hay en otros impresionistas". Le interesa el campo pero
no con la visión de escenario de ocio que tiene Monet sino como el lugar
donde se trabaja.
Entre las obras que se podrán contemplar y propiedad del museo se
encuentra "Rue Saint-Honoré por la tarde. Efectos de la lluvia", pintura
sobre la que la familia norteamericana Cassirer puso una demanda contra
el Estado español y la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza
reclamando la propiedad del cuadro.
En mayo de 2012, el Juzgado de California desestimó la demanda al
declarar inconstitucional la ley dictada por dicho Estado para ampliar
retroactivamente el plazo para la interposición de este tipo de
reclamaciones.
La familia Cassirer ha recurrido esa sentencia, por lo que el archivo
del procedimiento no es definitivo. No obstante, consideran en el
museo, la resolución del Juzgado está sólidamente fundada en la
jurisprudencia aplicable de los tribunales estadounidenses y es
improbable su revocación.
Sea cual sea el desenlace del recurso, la Fundación asegura ser la
única y legítima propietaria del cuadro, supuestamente expoliado en la
Segunda Guerra mundial, por lo cual la familia Cassirer fue indemnizada
en 1958.
Fuente: EFE