A metros del Congreso, sufría pintadas y agresiones permanentes.
La escultura es una de las tres originales del artista en el mundo.
En
la Ciudad dicen que no es lo ideal, pero así pueden preservarlo.
Obra. Personal de la Ciudad retoca los últimos detalles. /ANDRES D’ELIA |
Por Silvia Gómez
Finalmente el vandalismo le ganó la pulseada a “El Pensador” de
Auguste Rodin. Después de sufrir pintadas durante años, el Gobierno
porteño decidió proteger la célebre escultura con un vidrio de seguridad.
Aunque aún faltan algunos detalles para terminar el trabajo, ya se
puede ver la estructura que rodea a la estatua, ubicada en la Plaza
Mariano Moreno, frente al Congreso. Se trata del segundo monumento en
Buenos Aires protegido detrás de un blindex, el otro es la fuente de Las
Nereidas, de Lola Mora, en el Costanera Sur. También una escultura que
padeció mucho tiempo el vandalismo.
“El Pensador” fue creado por
el artista francés en 1880 como parte del conjunto “Las puertas del
infierno”, basado en “La divina comedia” de Dante. Rodin decía que ese
hombre pensaba no sólo con el cerebro, sino con todo el cuerpo. Iba a
ser colocado en un museo parisino que nunca se construyó. En 1906 el
artista retomó la obra y fundió tres “pensadores” del mismo molde inicial,
incluso con su firma. El entonces director del Museo Nacional de Bellas
Artes, Eduardo Schiaffino, encargó a París una de ellas para colocarla
en las escalinatas del Congreso. Y llegó a Buenos Aires en 1907.
“Lo
ideal sería que estos monumentos puedan ser disfrutados por todos sin
necesidad de tomar este tipo de medidas preventivas, pero el vandalismo
crece año tras año. Todos los esfuerzos son válidos para preservar estas
obras de arte”, explicó Diego Santilli, Ministro de Ambiente y Espacio
Público porteño, a cargo de las obras.
“Celebro la medida. Entre las marchas, los grafiteros, el abandono y los sin techo que lo usaron de refugio, es un milagro que ese pobre “pensador” siga en pie. Aún así, rodeado por un blindex, no creo que se pueda parar a quienes tengan el deseo de dañar. El cuidado de los monumentos tiene que ver con la educación”, le dijo a Clarín el encargado de una tradicional marroquinería de la zona.
“Celebro la medida. Entre las marchas, los grafiteros, el abandono y los sin techo que lo usaron de refugio, es un milagro que ese pobre “pensador” siga en pie. Aún así, rodeado por un blindex, no creo que se pueda parar a quienes tengan el deseo de dañar. El cuidado de los monumentos tiene que ver con la educación”, le dijo a Clarín el encargado de una tradicional marroquinería de la zona.
Salvaje. A fines de 2011 la escultura sufrió su peor ataque. /ARCHIVO CLARIN |
“Cuando
vi las cuadrillas del Gobierno trabajando en el lugar me entusiasmé
pensando que quizá se lo estaban llevando. Me parece que se merece un
lugar más destacado. Quizá en la entrada de algún museo. Acá está
desaprovechado. A los turistas que me piden consejos sobre qué ver, les
digo: crucen la calle, ahí tenemos un Rodin”, contó un empleado del
hotel Ibis, en Hipólito Yrigoyen al 1500.
Los otros dos “pensadores” originales se encuentran en los museos dedicados al artista,
uno ubicado en París (Francia) y otro en Filadelfia (Pensilvania,
Estados Unidos). El de aquí recién ahora esta rodeado de una plaza con
ciertas mejoras, aunque aún queda mucho por hacer.
Pero no es la obra de Rodin la única que padece el vandalismo. En 2012 la Ciudad gastó más de un millón de pesos al mes
en reparar bancos, monumentos, luminarias, mobiliario urbano,
contenedores de basura y la red pluvial. En los parques y las plazas,
también hubo que reparar césped, bancos, juegos de chicos y rejas. El
ranking de los lugares más dañados es: canteros de la 9 de Julio, los
parques Los Andes y Centenario, y las plazas Irlanda, Martín Fierro y
Soldati. Y la Plaza de Mayo tiene un presupuesto mensual de casi $
100.000 sólo en mantenimiento antivandálico. En cuanto a los monumentos,
el de Julio Argentino Roca y el Obelisco son los más dañados. El
primero tiene que ser hidrolavado y pintado todos los meses y la base
del Obelisco en 2012 fue pintada cuatro veces; hasta se robaron la
bandera de la Plaza de la República, que mide siete metros por cuatro. Y
las estatuas que recuerdan a Olmedo y Porcel –en Corrientes y
Talcahuano, realizadas en materiales sin ningún tipo de valor
comercial–, fueron reparadas tres veces.
Uno de los mayores problemas del vandalismo es que se trata de un delito que casi no se castiga.
En 2011 ingresaron al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad 3.726
hechos calificados como daños. El 85% fue archivado por falta de pruebas
o porque no se pudo identificar a los autores del daño.
Fuente: clarin.com