MARTÍ, A 160 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Por el aniversario, ayer en el Museo de Arte Popular José Hernández se realizó una lectura poética de fragmentos de su obra y se exhibe una serie de reproducciones del retratos del poeta cubano realizados por importantes artistas.

“Todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina”. Así pensaba y escribía José Martí, héroe nacional de Cuba; quizá el cubano más argentino, como el Che Guevara fue el argentino más cubano.
Por el 160° aniversario de su nacimiento, que se cumple el lunes, ayer en el Museo de Arte Popular José Hernández se realizó una lectura poética de fragmentos de su obra, a cargo del actor Rubén Ballester y se exhibe una serie de reproducciones del retratos del poeta cubano realizados por importantes artistas. Es una acción del Ministerio de Cultura porteño junto a la embajada de Cuba. El espectáculo y el reparto de poemas se repetirán el martes 5 a las 19 en el Café La Poesía, en San Telmo, y el martes 12 a las 19, en la librería Eterna Cadencia, Palermo. El lunes, en el parque Tres de Febrero, donde hay un monumento en honor a José Martí, se inaugurará una placa. En el Rosedal, la actriz Soledad Silveyra leerá una serie de poemas del autor. Y se repartirán más de 50 mil poemas en bares, plazas, librerías y museos.
El homenaje en Buenos Aires, se explica por la relación entrañable que Martí tuvo con nuestro país y el diario La Nación, del que fue corresponsal en Nueva York durante el siglo XIX, hasta 1891. Martí fue poeta, revolucionario, diplomático y soldado en la guerra por la independencia de Cuba. Fue uno de los fundadores del modernismo, el primer movimiento literario que exportó Latinoamérica y que tuvo cultores como Leopoldo Lugones, en la Argentina o Rubén Darío, en Nicaragua. El poeta nació en La Habana en 1853, dentro de una familia española humilde. A los 17 años sufrió la cárcel por expresar sus ideas independentistas. Fue deportado a España donde comenzó su trasiego literario, el que alcanzó su esplendor en Nueva York, al igual que su vida política. Murió en 1895.

Fuente: Revista Ñ Clarín

40 AÑOS DE LA ARGENTINA

Las 120 piezas exhibidas en la retrospectiva de Margarita Paksa en el MAMBA permiten una lectura del acontecer social y político de cuatro décadas en nuestro país. Un viaje sin retorno, de 1960 a 2000.

Margarita Paksa es sin lugar a dudas una de las figuras relevantes de esa configuración irrepetible que alumbró el arte argentino entre fines del 50 y los 70. Sin embargo, el sistema de muestras de nuestro país, cada vez más sofisticado y con mayores relecturas históricas, aún mantenía con ella la deuda de una justa retrospectiva. A excepción de la muestra que le dedicó el Museo de Bellas Artes de Neuquén en 2010, podría decirse que hasta ahora su obra no había tenido oportunidad de mostrar el enorme potencial crítico que despliega el conjunto que exhibe el Museo de Arte Moderno de la calle San Juan desde fines de diciembre.
Diverso y abundante, el proyecto creador de esta artista operó en sinnúmero de registros que han sido contextualmente ordenados en esta muestra y en el voluminoso catálogo que la acompaña con pormenorizadas referencias. Desde un temprano tránsito por el expresionismo abstracto a la experimentación con nuevos materiales y estéticas industriales que alentó dentro y fuera de nuestro país el desarrollismo de posguerra. La obra de Paksa, que al principio se situó formalmente próxima a las poéticas minimalistas (Diagonal y Corrientes, Premio de Honor Ver y Estimar 1967), se sumó al vertiginoso derrotero que llevó a muchos artistas de su generación al campo del objeto y casi al mismo tiempo a su propia negación desde propuestas críticas de sesgo conceptual. Todo por la radicalización estética que acompañó la radicalización política en América Latina tras la Revolución Cubana en 1959 y en nuestro país alcanzó su mayor predicamento tras el golpe de Onganía en 1966.
En este proceso, Paksa fue activa protagonista. Participó de emblemáticas exhibiciones y acciones colectivas como el Homenaje a Vietnam que tuvo lugar en la Galería Van Riel en 1966 y reunió a artistas de diversas posiciones políticas en el repudio a la intervención norteamericana en Indochina. También de Tucumán Arde, que tuvo lugar en Rosario y en la sede de la CGT de los Argentinos de Buenos Aires en noviembre de 1968; de la fallida coloración de rojo de las fuentes de Buenos Aires con que se intentó conmemorar el primer aniversario de la muerte del Che; de las Experiencias Visuales 68 en el Instituto Di Tella que los propios artistas finalizaron al retirar sus obras en repudio a la censura impuesta a la obra de Roberto Plate. Y de la muestra Malvenido Rockefeller de 1969, clausurada al día siguiente de su apertura en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos.

40 años de la Argentina

En esos tiempos de furias políticas y torrenciales cambios, Paksa y su pareja Osmar Cairola se las ingeniaron para aplicar muchas de las experiencias con nuevos materiales industriales al diseño. Sus muebles de acrílico MAC, concebidos para encontrar una salida económica que el derrotero artístico asumido les vedaba, fueron premiados por el Centro de Investigación de Diseño Industrial que dependía del Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
De esa incursión en el diseño industrial surgió una interesante producción de múltiples piezas en serie que ponían en cuestión la idea de pieza única tan valorado en la tradición del mercado del arte. Y también la idea de proyecto que Paksa aplicó a obras concebidas previamente a su realización. Esto se advierte en muchos de los proyectos incluidos en la muestra del MAMBA, donde se indica si fueron materializados o no.
De los varios cursos y decursos en la obra de esta artista que propone la exhibición, acaso uno de los más interesantes es el que permite leer el acontecer social y político de nuestro país en los últimos cuarenta años. Y, desde la coyuntura actual, enfrenta al espectador con un pasado que no ha sido suficientemente sometido a escrutinio y en los últimos tiempos reaparece nuevamente exaltado sin mediaciones críticas.
En la muestra Homenaje a Vietnam , de 1966, Paksa presentó por primera vez “Uruguay”, una serie de impresiones sobre papel en las que utilizó tipografía en articulaciones formales con propósitos de sentido y llamó “Una situación fuera de foco”. Las letras componían inscripciones en blanco y negro, en color, y eran ubicadas con relación a un círculo que funcionaba como la mira de un arma con las palabras como centro de su objetivo. En esa primera obra, una de las primeras en el recorrido que propone la muestra, se leían las palabras Uruguay y Tupamaros. Luego incluyó las palabras Libertad y Justicia, que coincidían con las consignas políticas que empezaban a levantarse de este otro lado del río.

40 años de la Argentina

La palabra “Foco” en el título de la serie no deja de evocar también la noción de foco (guerrillero), una de las estrategias de intervención política que signaron aquellos años que asumieron distintos grupos entre ellos el ERP, Tupamaros; FAP, FAR y, finalmente, Montoneros. 
Con esta serie Margarita Paksa inicia un largo trabajo con tipografías que ocupa muchos años de su carrera y abarca una parte muy importante de su obra que llega hasta 2006, el momento en que realiza “Víctimas y victimarios”, a propósito de la Guerra en Irak.
De 1969 es la impactante “El centinela abrirá fuego”. Aquí la palabra FUEGO es central y opera, como advertencia. La estética fría y definitiva, reiterada en negro, en rojo y en negro sobre rojo apela a estrategias de la poesía visual. En la tipografía minúscula de una vieja máquina de escribir desliza un drama en medio de la violencia: Un gran cartel decía FUEGO El ciego trastabilló un momento.
Entre 1970 y 1974, Paksa realizó Diagramas de batallas , serie que traduce el sentido épico que asumieron las acciones guerrilleras. En ella también aplicó el esquema de las frases tipográficas en la mira pero sobre distintos mapas. Así compuso un mapa de la violencia política de aquellos años. La serie articulaba una sucesión de demandas –Libertad, Justicia, Comida– y sus consecuencias –Violencia, Agresión– inscriptas en espacios donde tuvieron lugar acciones guerrilleras: La Calera, Tucumán, el Batallón 121. Referían a la toma de la comisaría y el banco de la localidad cordobesa de La Calera en 1970, a acciones en el monte tucumano y al asalto al arsenal del Batallón 121 de Rosario en 1972. Todas llevadas a cabo por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) o Montoneros en aquellos convulsionados años. Tras el golpe del 76, la obra tipográfica de Paksa se volvió por fuerza críptica, como se advierte en “BASTA”, de 1979. Y también figurativa en “La comida” para aludir metafóricamente a ritos de antropofagia que expresaban el desasosiego de su generación frente a la dramática realidad que sobrevino. Cuerpos ocultos o aludidos a través del uso de metáfora (“Ella es comida”, 1977) o metonimias (“La Canilla”, 1986) dieron cuenta de la dimensión oscura de esa tragedia.

Fuente: Revista Ñ Clarín

APARECEN CIENTOS DE GRABADOS DE WILLIAM BLAKE

Estudiantes de la Universidad de Manchester fueron entrenados para identificar grabados del poeta y artista británico. 


Sin embargo, la sospecha de que existieran más obras ocultas entre su colección siempre estuvo latente, hasta que el equipo de investigadores de la institución, en el que participaron estudiantes de la Universidad de Manchester, comenzó con la investigación que se extendió por dos años.
La directora del archivo de la Biblioteca John Rylands, Stella Halkyard, declaró al diario The Independent que "los estudiantes han recibido un curso de especialización para identificar grabados, ofrecido por David Morris en la Whitworth Art Gallery, antes de comenzar la búsqueda dentro de nuestra colección. Y así averiguaron que tenemos un considerable número de grabados de Blake".
Las obras halladas serán exhibidas en la librería de la Universidad de Manchester. Blake, que nació en 1757 y murió en 1827, fue poco valorado en su época, pero tiempo después se convirtió en uno de los más importantes y singulares poetas del romanticismo.

Fuente: Télam / The Independent

OBRAS DE LUIS TOMASELLO PARA EL MAMBA.

Se trata de trece pinturas “cromoplásticas” y del libro-objeto “Negro el 10”, que el artista realizó en 1984 junto a su amigo, el gran escritor Julio Cortázar.

Por Mercedes Perez Bergliaffa

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) acaba de recibir una importante donación de obras del maestro Luis Tomasello. Se trata de trece pinturas “cromoplásticas” -tienen relieves geométricos con algunas de sus caras pintadas, que reflejan luces y colores-, y del libro-objeto “Negro el 10”, que el artista realizó en 1984 junto a su amigo, el gran escritor Julio Cortázar. “Durante los últimos meses recibimos donaciones de artistas importantes”, comenta Laura Buccellato, directora de la institución porteña, y cita algunos casos: “Por ejemplo, la familia de Víctor Grippo nos donó una instalación suya,‘Algunos oficios’, y Nicolás García Uriburu el objeto ‘Víctima y victimario’. Pero Tomasello donó todo un conjunto de obras muy cotizadas”, sostiene. Platense radicado desde 1957 en París, el pintor –que hoy tiene 98 años-, afirmaba hace poco: “Me fascina toda obra humana que de alguna manera colabora en esa gimnasia de la luz y de sus estados de ánimo, quiero decir, de los colores”. Palabras de un filósofo de la luz.

Fuente: Revista Ñ Clarín

PROYECTO A,
LA GALERÍA DONDE LOS SUB35 TIENEN ESPACIO

Con un premio anual, cuyo jurado son todos artistas, apuesta a las promesas del arte contemporáneo. “Nuestro negocio no es vender, es comprar”, dice uno de sus dueños, economista.

El premio anual de la galería Proyecto A no es muy conocido fuera del circuito del arte contemporáneo, sin embargo, funciona como referencia para quienes pretenden tomarle el pulso, no tanto a lo que pasa sino a lo que va a pasar en ese terreno. Por acá anduvieron, por ejemplo, Catalina León y Carlos Herrara cuando todavía ni soñaban con ganarse el Premio Petrobras – 2007 y 2011, respectivamente–, Guillermo Faivovich, que el año pasado estuvo comisionado por Documenta 13, Mariana López y Adriana Minollitti, dos artistas pintoras que, aún jóvenes, ya van por la consagración. Es que los verdaderamente jóvenes, digamos la franja sub-35, corren con muy pocas posibilidades cuando concursan en los premios más importantes que son los que dan visibilidad.  
Atentos a este fenómeno, desde el año 2001, los galeristas Claudio Golonbek y Gabriel Zitelli, asesorados por la curadora Patricia Rizzo, abrieron este espacio que se enfoca en arte emergente y que tiene este premio como una herramienta estratégica para captar nuevos talentos. En esta, su onceava edición, recibieron 50 inscriptos de los que quedaron 17 seleccionados. El jurado, coordinado por Rizzo, siempre está conformado por artistas. Este año, Alberto Goldestein, Mónica Millán y el integrante del colectivo Mondongo Manuel Mendanhan fueron sus integrantes. En esto también juega la cosa interna: la idea es que sean los mismos artistas quienes sondeen el horizonte.

MINIATURAS. Unas cascaritas de bronce le valieron el 2° premio a Solana Finkelstein.
MINIATURAS. Unas cascaritas de bronce le valieron el 2° premio a Solana Finkelstein

“Este año se ve una vuelta clara a la pintura, una vuelta a la valorización de la técnica. El cuadrito así nomás, el papelito pegado con cinta scotch: no va más”, evalúa Rizzo el panorama de la muestra que, de hecho, respira formalidad. El dibujo de Toto Dirty, ganador del primer premio adquisición (de 6.500 pesos), es un paisaje obsesivo que podría entenderse como una actualización del Jardín de las Delicias en versión animé. De ahí en adelante, en la sala se ve pintura gestual (Celina Eceiza), figurativa (Emilia de las Carreras) y geométrica (Valentina Ansaldi). Hay instalaciones escultóricas de yeso (Mimí Laquidara), miniaturas abstractas en bronce (Solana Finkelstein, segundo premio) e indumentaria deportiva –sí, exactamente eso–  (María de los Angeles Montero). En síntesis, los ánimos podrán estar un poco retorcidos saturados, alelados, pero siempre estarán contenidos dentro de la objetualidad más clásica. Quizás la obra más elusiva sea la serie de fotos de Dana Ferrari –tercer premio– que vistió a los miembros de su familia cual tribu acrónica, para fotografiarlos durante rituales individuales que ella comandó en su propia casa.
Rizzo opina que las fotos de Ferrari no tienen la escala correcta: “Deberían ser más… importantes –dice– pero bueno, a veces no tienen el equipo o la plata para las copias”.


EL BOSCO ANIME. El dibujo imposible de Toto Dirt, ganador del 1° premio.

La curadora no se ahorra las sentencias, pero da ventaja: “A veces el proyecto está mal presentado, la obra no se ve bien, entonces uno, que tiene experiencia en mirar carpetas, mira otra vez, hila más fino y trata de interpretar”. Incluso a la hora de premiar, con la obra montada, Rizzo hace sus concesiones. Dice que no le importa el acabado de las piezas, para ella esto es un work in progress.
-¿Pero entonces, cuál es el criterio?
-Más que nada, me interesa qué le pasa al chico en la cabeza, qué está buscando. Y tengo que verlo comprometido, le tengo que creer.
-Seguramente se habrán llevado fiascos…
-No, la verdad que no. No se me ocurre ninguno que me haya interesado mucho y después no haya llegado.
-Sin dudas se asume un riesgos –sigue, Golonbek– pero ese es nuestro negocio. Darles un empujón y acompañarlos en su carrera, asesorarlos.
Golonbeck es economista, diseña estrategias de inversión y, claramente intenta desmarcarse del galerista tradicional.
“El modelo de galería, tal como lo conocemos, está en crisis. Vemos como se están cerrando galerías con trayectoria. Y se van a seguir cerrando. Nosotros abordamos el mercado del arte desde nuestro patrimonio. Tenemos una colección de 150 piezas. Esa es la ganancia. Nuestro negocio no es vender, es comprar”.


Proyecto A Galería
Premio anual onceava edición
San Juan 560
Sábados de enero de 11.30 a 14

Fuente: Revista Ñ Clarín

UN LIBRO RECOPILA 300 DIBUJOS INÉDITOS DE WARHOL
PREVIOS AL POP

El volumen reúne material de la década del 50 y se presenta la semana que viene en una muestra en Dinamarca. Los trabajos estuvieron más de veinte años guardados en la fundación que resguarda su obra.

Desde la semana próxima, en un libro editado por el galerista Daniel Blau que se presentará en Dinamarca, y que los más acaudalados podrán comprar, los admiradores de la obra de Andy Warhol tendrán más material del célebre artista a su disposición: el volumen recopila casi 300 dibujos de la década del 50 encontrados en 2011 a los que ahora accederá el público. Son obras que anteceden a su era pop, de la que fue ícono, y que dan cuenta de su versatilidad.
Todo empezó cuando Blau le preguntó al encargado de la Fundación Andy Warhol en Nueva York si podría conseguirse algún trabajo desconocido del artista: no pudo creer cuando aparecieron dibujos inéditos que habían pasado más de veinte años guardados.
“Es como si hubieran tomado los juguetes que cuidábamos de chicos, los hubieran guardado mientras estábamos en la escuela y no hubiéramos vuelto a verlos hasta pasados muchos años”, dijo Blau.
Los trescientos dibujos de los años 50 son una revelación, y la semana próxima se los presentará por primera vez. Muestran otro costado de Warhol, un artista conocido sobre todo por las serigrafías pop, las latas de sopa y las Marilyn. Aquí, explicó Blau, vemos a un dibujante virtuoso y sensible más relacionado con el pintor y grabador Egon Schiele que con el arte pop.
Estos tesoros se publicarán en un nuevo libro editado por Blau que se presentará en el museo Louisiana de Dinamarca, en cuyas salas pueden verse hasta febrero casi 200 de esos dibujos. También se lo podrá comprar, lo que contribuirá a alimentar lo que parece una demanda insaciable de los trabajos de Warhol, quien atrae mucho dinero: en 2008, su pintura de dos metros y medio titulada “Ocho Elvis” se vendió en 100 millones de dólares, y en noviembre de 2012 su “Estatua de la Libertad” se vendió a 39 millones de dólares.
Sus dibujos tampoco son baratos. En las próximas grandes subastas de Londres, Sotheby’s ofrecerá uno de Alfred Hitchcock de 1983 con un precio estimado de entre 10.000 y 15.000 libras.
Si bien los “nuevos” dibujos pueden incorporar una nueva dimensión al mercado de Warhol, en términos artísticos también pueden construir una historia propia.

MUSICA. “Dos manos tocando piano”, que Warhol habría dibujado en 1954.
MUSICA. “Dos manos tocando piano”, que Warhol habría dibujado en 1954.

Algunas de las historias son más claras que otras. Por ejemplo, hay dibujos de un joven adicto que se inyecta y se relaciona con la tapa de un disco que Warhol ilustró en 1951, “The Nation’s Nightmare”, una investigación de CBS Radio sobre las drogas. Otro, esta vez de una niña recostada, se convirtió en la tapa de un disco del guitarrista de jazz Kenny Burrell, “Blue Lights”. Warhol también dibujó basándose en fotografías, como en el caso de una multitud que agita banderas al saludar al príncipe Felipe cuando éste visitó los Estados Unidos a mediados de los años 50.
Hay dibujos que pueden vincularse con sus trabajos posteriores: es el caso de un dibujo de 1958, “Rostro repetido ocho veces”, que refleja su obsesión por la réplica. Años después, “100 latas de sopa” y “Ocho Elvis” apelarían a este recurso.
Blau, que tiene galerías en Londres y Munich, está relacionado con la fundación desde hace mucho tiempo. Organizó su primera muestra de Warhol en 1995, ocho años después de la muerte del artista y en momentos en que era casi imposible encontrar compradores. El galerista señaló que existe una idea muy difundida de que la producción de Warhol fue enorme, que hay una cantidad casi inagotable de trabajos suyos, “pero ese no es el caso”. Cuando en 2002 apareció la primera parte del catálogo del artista se hizo evidente qué limitada es su obra.
En el libro que está por lanzarse, Blau escribe: “La oferta de pinturas disponibles ha ido declinando, y es previsible que se esté llegando al final.” Eso llevó a Blau a los dibujos, y en 1997 organizó una exposición llamada “Diagramas fisiológicos”. En 2004, presentó los dibujos de Warhol de los años 50 basados en la fotografía callejera de Edward Wallowitch, mientras que en 2008 montó una muestra de dibujos llamada “Estereo Tipos de Andy Warhol”.
En 2011 Blau contactó a Vincent Fremont, intermediario entre la Fundación Andy Warhol y los galeristas, y le preguntó si había algo más almacenado con lo que pudiera organizarse una muestra importante. Aparecieron entonces los dibujos, que habían quedado olvidados en el depósito desde 1990, y constituyeron toda una sorpresa, a la que ahora podrá acceder el público.

Copyright The Guardian 2013
Traducción: Joaquín Ibarburu

Fuente: Revista Ñ Clarín

FERNANDO BOTERO REGRESA A MEDELLÍN
PARA CELEBRAR SUS 80 AÑOS

El artista plástico colombiano más famoso de todos los tiempos participa del homenaje, que incluye un libro y una cronología ilustrada de su carrera.