40 AÑOS DE LA ARGENTINA

Las 120 piezas exhibidas en la retrospectiva de Margarita Paksa en el MAMBA permiten una lectura del acontecer social y político de cuatro décadas en nuestro país. Un viaje sin retorno, de 1960 a 2000.

Margarita Paksa es sin lugar a dudas una de las figuras relevantes de esa configuración irrepetible que alumbró el arte argentino entre fines del 50 y los 70. Sin embargo, el sistema de muestras de nuestro país, cada vez más sofisticado y con mayores relecturas históricas, aún mantenía con ella la deuda de una justa retrospectiva. A excepción de la muestra que le dedicó el Museo de Bellas Artes de Neuquén en 2010, podría decirse que hasta ahora su obra no había tenido oportunidad de mostrar el enorme potencial crítico que despliega el conjunto que exhibe el Museo de Arte Moderno de la calle San Juan desde fines de diciembre.
Diverso y abundante, el proyecto creador de esta artista operó en sinnúmero de registros que han sido contextualmente ordenados en esta muestra y en el voluminoso catálogo que la acompaña con pormenorizadas referencias. Desde un temprano tránsito por el expresionismo abstracto a la experimentación con nuevos materiales y estéticas industriales que alentó dentro y fuera de nuestro país el desarrollismo de posguerra. La obra de Paksa, que al principio se situó formalmente próxima a las poéticas minimalistas (Diagonal y Corrientes, Premio de Honor Ver y Estimar 1967), se sumó al vertiginoso derrotero que llevó a muchos artistas de su generación al campo del objeto y casi al mismo tiempo a su propia negación desde propuestas críticas de sesgo conceptual. Todo por la radicalización estética que acompañó la radicalización política en América Latina tras la Revolución Cubana en 1959 y en nuestro país alcanzó su mayor predicamento tras el golpe de Onganía en 1966.
En este proceso, Paksa fue activa protagonista. Participó de emblemáticas exhibiciones y acciones colectivas como el Homenaje a Vietnam que tuvo lugar en la Galería Van Riel en 1966 y reunió a artistas de diversas posiciones políticas en el repudio a la intervención norteamericana en Indochina. También de Tucumán Arde, que tuvo lugar en Rosario y en la sede de la CGT de los Argentinos de Buenos Aires en noviembre de 1968; de la fallida coloración de rojo de las fuentes de Buenos Aires con que se intentó conmemorar el primer aniversario de la muerte del Che; de las Experiencias Visuales 68 en el Instituto Di Tella que los propios artistas finalizaron al retirar sus obras en repudio a la censura impuesta a la obra de Roberto Plate. Y de la muestra Malvenido Rockefeller de 1969, clausurada al día siguiente de su apertura en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos.

40 años de la Argentina

En esos tiempos de furias políticas y torrenciales cambios, Paksa y su pareja Osmar Cairola se las ingeniaron para aplicar muchas de las experiencias con nuevos materiales industriales al diseño. Sus muebles de acrílico MAC, concebidos para encontrar una salida económica que el derrotero artístico asumido les vedaba, fueron premiados por el Centro de Investigación de Diseño Industrial que dependía del Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
De esa incursión en el diseño industrial surgió una interesante producción de múltiples piezas en serie que ponían en cuestión la idea de pieza única tan valorado en la tradición del mercado del arte. Y también la idea de proyecto que Paksa aplicó a obras concebidas previamente a su realización. Esto se advierte en muchos de los proyectos incluidos en la muestra del MAMBA, donde se indica si fueron materializados o no.
De los varios cursos y decursos en la obra de esta artista que propone la exhibición, acaso uno de los más interesantes es el que permite leer el acontecer social y político de nuestro país en los últimos cuarenta años. Y, desde la coyuntura actual, enfrenta al espectador con un pasado que no ha sido suficientemente sometido a escrutinio y en los últimos tiempos reaparece nuevamente exaltado sin mediaciones críticas.
En la muestra Homenaje a Vietnam , de 1966, Paksa presentó por primera vez “Uruguay”, una serie de impresiones sobre papel en las que utilizó tipografía en articulaciones formales con propósitos de sentido y llamó “Una situación fuera de foco”. Las letras componían inscripciones en blanco y negro, en color, y eran ubicadas con relación a un círculo que funcionaba como la mira de un arma con las palabras como centro de su objetivo. En esa primera obra, una de las primeras en el recorrido que propone la muestra, se leían las palabras Uruguay y Tupamaros. Luego incluyó las palabras Libertad y Justicia, que coincidían con las consignas políticas que empezaban a levantarse de este otro lado del río.

40 años de la Argentina

La palabra “Foco” en el título de la serie no deja de evocar también la noción de foco (guerrillero), una de las estrategias de intervención política que signaron aquellos años que asumieron distintos grupos entre ellos el ERP, Tupamaros; FAP, FAR y, finalmente, Montoneros. 
Con esta serie Margarita Paksa inicia un largo trabajo con tipografías que ocupa muchos años de su carrera y abarca una parte muy importante de su obra que llega hasta 2006, el momento en que realiza “Víctimas y victimarios”, a propósito de la Guerra en Irak.
De 1969 es la impactante “El centinela abrirá fuego”. Aquí la palabra FUEGO es central y opera, como advertencia. La estética fría y definitiva, reiterada en negro, en rojo y en negro sobre rojo apela a estrategias de la poesía visual. En la tipografía minúscula de una vieja máquina de escribir desliza un drama en medio de la violencia: Un gran cartel decía FUEGO El ciego trastabilló un momento.
Entre 1970 y 1974, Paksa realizó Diagramas de batallas , serie que traduce el sentido épico que asumieron las acciones guerrilleras. En ella también aplicó el esquema de las frases tipográficas en la mira pero sobre distintos mapas. Así compuso un mapa de la violencia política de aquellos años. La serie articulaba una sucesión de demandas –Libertad, Justicia, Comida– y sus consecuencias –Violencia, Agresión– inscriptas en espacios donde tuvieron lugar acciones guerrilleras: La Calera, Tucumán, el Batallón 121. Referían a la toma de la comisaría y el banco de la localidad cordobesa de La Calera en 1970, a acciones en el monte tucumano y al asalto al arsenal del Batallón 121 de Rosario en 1972. Todas llevadas a cabo por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) o Montoneros en aquellos convulsionados años. Tras el golpe del 76, la obra tipográfica de Paksa se volvió por fuerza críptica, como se advierte en “BASTA”, de 1979. Y también figurativa en “La comida” para aludir metafóricamente a ritos de antropofagia que expresaban el desasosiego de su generación frente a la dramática realidad que sobrevino. Cuerpos ocultos o aludidos a través del uso de metáfora (“Ella es comida”, 1977) o metonimias (“La Canilla”, 1986) dieron cuenta de la dimensión oscura de esa tragedia.

Fuente: Revista Ñ Clarín

APARECEN CIENTOS DE GRABADOS DE WILLIAM BLAKE

Estudiantes de la Universidad de Manchester fueron entrenados para identificar grabados del poeta y artista británico. 


Sin embargo, la sospecha de que existieran más obras ocultas entre su colección siempre estuvo latente, hasta que el equipo de investigadores de la institución, en el que participaron estudiantes de la Universidad de Manchester, comenzó con la investigación que se extendió por dos años.
La directora del archivo de la Biblioteca John Rylands, Stella Halkyard, declaró al diario The Independent que "los estudiantes han recibido un curso de especialización para identificar grabados, ofrecido por David Morris en la Whitworth Art Gallery, antes de comenzar la búsqueda dentro de nuestra colección. Y así averiguaron que tenemos un considerable número de grabados de Blake".
Las obras halladas serán exhibidas en la librería de la Universidad de Manchester. Blake, que nació en 1757 y murió en 1827, fue poco valorado en su época, pero tiempo después se convirtió en uno de los más importantes y singulares poetas del romanticismo.

Fuente: Télam / The Independent

OBRAS DE LUIS TOMASELLO PARA EL MAMBA.

Se trata de trece pinturas “cromoplásticas” y del libro-objeto “Negro el 10”, que el artista realizó en 1984 junto a su amigo, el gran escritor Julio Cortázar.

Por Mercedes Perez Bergliaffa

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) acaba de recibir una importante donación de obras del maestro Luis Tomasello. Se trata de trece pinturas “cromoplásticas” -tienen relieves geométricos con algunas de sus caras pintadas, que reflejan luces y colores-, y del libro-objeto “Negro el 10”, que el artista realizó en 1984 junto a su amigo, el gran escritor Julio Cortázar. “Durante los últimos meses recibimos donaciones de artistas importantes”, comenta Laura Buccellato, directora de la institución porteña, y cita algunos casos: “Por ejemplo, la familia de Víctor Grippo nos donó una instalación suya,‘Algunos oficios’, y Nicolás García Uriburu el objeto ‘Víctima y victimario’. Pero Tomasello donó todo un conjunto de obras muy cotizadas”, sostiene. Platense radicado desde 1957 en París, el pintor –que hoy tiene 98 años-, afirmaba hace poco: “Me fascina toda obra humana que de alguna manera colabora en esa gimnasia de la luz y de sus estados de ánimo, quiero decir, de los colores”. Palabras de un filósofo de la luz.

Fuente: Revista Ñ Clarín

PROYECTO A,
LA GALERÍA DONDE LOS SUB35 TIENEN ESPACIO

Con un premio anual, cuyo jurado son todos artistas, apuesta a las promesas del arte contemporáneo. “Nuestro negocio no es vender, es comprar”, dice uno de sus dueños, economista.

El premio anual de la galería Proyecto A no es muy conocido fuera del circuito del arte contemporáneo, sin embargo, funciona como referencia para quienes pretenden tomarle el pulso, no tanto a lo que pasa sino a lo que va a pasar en ese terreno. Por acá anduvieron, por ejemplo, Catalina León y Carlos Herrara cuando todavía ni soñaban con ganarse el Premio Petrobras – 2007 y 2011, respectivamente–, Guillermo Faivovich, que el año pasado estuvo comisionado por Documenta 13, Mariana López y Adriana Minollitti, dos artistas pintoras que, aún jóvenes, ya van por la consagración. Es que los verdaderamente jóvenes, digamos la franja sub-35, corren con muy pocas posibilidades cuando concursan en los premios más importantes que son los que dan visibilidad.  
Atentos a este fenómeno, desde el año 2001, los galeristas Claudio Golonbek y Gabriel Zitelli, asesorados por la curadora Patricia Rizzo, abrieron este espacio que se enfoca en arte emergente y que tiene este premio como una herramienta estratégica para captar nuevos talentos. En esta, su onceava edición, recibieron 50 inscriptos de los que quedaron 17 seleccionados. El jurado, coordinado por Rizzo, siempre está conformado por artistas. Este año, Alberto Goldestein, Mónica Millán y el integrante del colectivo Mondongo Manuel Mendanhan fueron sus integrantes. En esto también juega la cosa interna: la idea es que sean los mismos artistas quienes sondeen el horizonte.

MINIATURAS. Unas cascaritas de bronce le valieron el 2° premio a Solana Finkelstein.
MINIATURAS. Unas cascaritas de bronce le valieron el 2° premio a Solana Finkelstein

“Este año se ve una vuelta clara a la pintura, una vuelta a la valorización de la técnica. El cuadrito así nomás, el papelito pegado con cinta scotch: no va más”, evalúa Rizzo el panorama de la muestra que, de hecho, respira formalidad. El dibujo de Toto Dirty, ganador del primer premio adquisición (de 6.500 pesos), es un paisaje obsesivo que podría entenderse como una actualización del Jardín de las Delicias en versión animé. De ahí en adelante, en la sala se ve pintura gestual (Celina Eceiza), figurativa (Emilia de las Carreras) y geométrica (Valentina Ansaldi). Hay instalaciones escultóricas de yeso (Mimí Laquidara), miniaturas abstractas en bronce (Solana Finkelstein, segundo premio) e indumentaria deportiva –sí, exactamente eso–  (María de los Angeles Montero). En síntesis, los ánimos podrán estar un poco retorcidos saturados, alelados, pero siempre estarán contenidos dentro de la objetualidad más clásica. Quizás la obra más elusiva sea la serie de fotos de Dana Ferrari –tercer premio– que vistió a los miembros de su familia cual tribu acrónica, para fotografiarlos durante rituales individuales que ella comandó en su propia casa.
Rizzo opina que las fotos de Ferrari no tienen la escala correcta: “Deberían ser más… importantes –dice– pero bueno, a veces no tienen el equipo o la plata para las copias”.


EL BOSCO ANIME. El dibujo imposible de Toto Dirt, ganador del 1° premio.

La curadora no se ahorra las sentencias, pero da ventaja: “A veces el proyecto está mal presentado, la obra no se ve bien, entonces uno, que tiene experiencia en mirar carpetas, mira otra vez, hila más fino y trata de interpretar”. Incluso a la hora de premiar, con la obra montada, Rizzo hace sus concesiones. Dice que no le importa el acabado de las piezas, para ella esto es un work in progress.
-¿Pero entonces, cuál es el criterio?
-Más que nada, me interesa qué le pasa al chico en la cabeza, qué está buscando. Y tengo que verlo comprometido, le tengo que creer.
-Seguramente se habrán llevado fiascos…
-No, la verdad que no. No se me ocurre ninguno que me haya interesado mucho y después no haya llegado.
-Sin dudas se asume un riesgos –sigue, Golonbek– pero ese es nuestro negocio. Darles un empujón y acompañarlos en su carrera, asesorarlos.
Golonbeck es economista, diseña estrategias de inversión y, claramente intenta desmarcarse del galerista tradicional.
“El modelo de galería, tal como lo conocemos, está en crisis. Vemos como se están cerrando galerías con trayectoria. Y se van a seguir cerrando. Nosotros abordamos el mercado del arte desde nuestro patrimonio. Tenemos una colección de 150 piezas. Esa es la ganancia. Nuestro negocio no es vender, es comprar”.


Proyecto A Galería
Premio anual onceava edición
San Juan 560
Sábados de enero de 11.30 a 14

Fuente: Revista Ñ Clarín

UN LIBRO RECOPILA 300 DIBUJOS INÉDITOS DE WARHOL
PREVIOS AL POP

El volumen reúne material de la década del 50 y se presenta la semana que viene en una muestra en Dinamarca. Los trabajos estuvieron más de veinte años guardados en la fundación que resguarda su obra.

Desde la semana próxima, en un libro editado por el galerista Daniel Blau que se presentará en Dinamarca, y que los más acaudalados podrán comprar, los admiradores de la obra de Andy Warhol tendrán más material del célebre artista a su disposición: el volumen recopila casi 300 dibujos de la década del 50 encontrados en 2011 a los que ahora accederá el público. Son obras que anteceden a su era pop, de la que fue ícono, y que dan cuenta de su versatilidad.
Todo empezó cuando Blau le preguntó al encargado de la Fundación Andy Warhol en Nueva York si podría conseguirse algún trabajo desconocido del artista: no pudo creer cuando aparecieron dibujos inéditos que habían pasado más de veinte años guardados.
“Es como si hubieran tomado los juguetes que cuidábamos de chicos, los hubieran guardado mientras estábamos en la escuela y no hubiéramos vuelto a verlos hasta pasados muchos años”, dijo Blau.
Los trescientos dibujos de los años 50 son una revelación, y la semana próxima se los presentará por primera vez. Muestran otro costado de Warhol, un artista conocido sobre todo por las serigrafías pop, las latas de sopa y las Marilyn. Aquí, explicó Blau, vemos a un dibujante virtuoso y sensible más relacionado con el pintor y grabador Egon Schiele que con el arte pop.
Estos tesoros se publicarán en un nuevo libro editado por Blau que se presentará en el museo Louisiana de Dinamarca, en cuyas salas pueden verse hasta febrero casi 200 de esos dibujos. También se lo podrá comprar, lo que contribuirá a alimentar lo que parece una demanda insaciable de los trabajos de Warhol, quien atrae mucho dinero: en 2008, su pintura de dos metros y medio titulada “Ocho Elvis” se vendió en 100 millones de dólares, y en noviembre de 2012 su “Estatua de la Libertad” se vendió a 39 millones de dólares.
Sus dibujos tampoco son baratos. En las próximas grandes subastas de Londres, Sotheby’s ofrecerá uno de Alfred Hitchcock de 1983 con un precio estimado de entre 10.000 y 15.000 libras.
Si bien los “nuevos” dibujos pueden incorporar una nueva dimensión al mercado de Warhol, en términos artísticos también pueden construir una historia propia.

MUSICA. “Dos manos tocando piano”, que Warhol habría dibujado en 1954.
MUSICA. “Dos manos tocando piano”, que Warhol habría dibujado en 1954.

Algunas de las historias son más claras que otras. Por ejemplo, hay dibujos de un joven adicto que se inyecta y se relaciona con la tapa de un disco que Warhol ilustró en 1951, “The Nation’s Nightmare”, una investigación de CBS Radio sobre las drogas. Otro, esta vez de una niña recostada, se convirtió en la tapa de un disco del guitarrista de jazz Kenny Burrell, “Blue Lights”. Warhol también dibujó basándose en fotografías, como en el caso de una multitud que agita banderas al saludar al príncipe Felipe cuando éste visitó los Estados Unidos a mediados de los años 50.
Hay dibujos que pueden vincularse con sus trabajos posteriores: es el caso de un dibujo de 1958, “Rostro repetido ocho veces”, que refleja su obsesión por la réplica. Años después, “100 latas de sopa” y “Ocho Elvis” apelarían a este recurso.
Blau, que tiene galerías en Londres y Munich, está relacionado con la fundación desde hace mucho tiempo. Organizó su primera muestra de Warhol en 1995, ocho años después de la muerte del artista y en momentos en que era casi imposible encontrar compradores. El galerista señaló que existe una idea muy difundida de que la producción de Warhol fue enorme, que hay una cantidad casi inagotable de trabajos suyos, “pero ese no es el caso”. Cuando en 2002 apareció la primera parte del catálogo del artista se hizo evidente qué limitada es su obra.
En el libro que está por lanzarse, Blau escribe: “La oferta de pinturas disponibles ha ido declinando, y es previsible que se esté llegando al final.” Eso llevó a Blau a los dibujos, y en 1997 organizó una exposición llamada “Diagramas fisiológicos”. En 2004, presentó los dibujos de Warhol de los años 50 basados en la fotografía callejera de Edward Wallowitch, mientras que en 2008 montó una muestra de dibujos llamada “Estereo Tipos de Andy Warhol”.
En 2011 Blau contactó a Vincent Fremont, intermediario entre la Fundación Andy Warhol y los galeristas, y le preguntó si había algo más almacenado con lo que pudiera organizarse una muestra importante. Aparecieron entonces los dibujos, que habían quedado olvidados en el depósito desde 1990, y constituyeron toda una sorpresa, a la que ahora podrá acceder el público.

Copyright The Guardian 2013
Traducción: Joaquín Ibarburu

Fuente: Revista Ñ Clarín

FERNANDO BOTERO REGRESA A MEDELLÍN
PARA CELEBRAR SUS 80 AÑOS

El artista plástico colombiano más famoso de todos los tiempos participa del homenaje, que incluye un libro y una cronología ilustrada de su carrera.

CÓMO CRECIÓ EL MALBA EN 2012

El museo exhibe una muestra con las obras que incorporó a su patrimonio, que también interesa porque revela los vínculos y caminos que hacen posible ese crecimiento.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Un museo adquiere las obras que expone de maneras distintas a lo largo del tiempo. Son muchos los factores y participantes de un proceso tan sutil y poderoso como el de decidir qué artistas y qué obras pasarán a formar parte de un relato, como el que presenta un museo a través de sus obras. Imaginemos: ellos son, en definitiva, los responsables de presentarnos una posible versión del mundo, ordenada y comprensible. Ellos, y la figura clave del curador de cada museo.
El Malba –el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires– incorpora las obras que expone a través de tres estrategias: un programa de adquisiciones, donaciones de obras para su colección, y comodatos, es decir, trabajos que los coleccionistas, artistas u otras instituciones prestan al museo durante un determinado período para ser expuestos allí. El fruto de todo esto es lo que puede verse actualmente en la sala 1 del museo, ubicada en la planta baja. Si usted se da una vuelta por allí ahora, verá las obras que fueron adquiridas o prestadas al museo durante el año 2012, de esas tres maneras. Son las serigrafías del peruano Fernando Bryce, la cerámica de Leo Battistelli, la pintura de Manuel Esnoz, los dibujos-cartas de Mirtha Dermisache, la serigrafía histórica de Víctor Grippo, las impresiones de Fabio Kacero, los dibujos de Lux Lindner, las intervenciones sobre litografías de Alfredo Londaibere, la impresión digital del colombiano Mario Londoño, la fotografía de Nicolás Mastracchio, el objeto de Cristina Schiavi, y los que fueron, en su momento, tres grandes hits : la delicada y potente instalación de Claudia Fontes, el llamativo King Kong de marihuana de Fernando Brizuela, y una importante pintura del maestro –fallecido en 2002– Alfredo Hlito.
ALFREDO LONDAIBERE, 2005. Sin título. Litografías intervenidas con témpera.
ALFREDO LONDAIBERE, 2005. Sin título. Litografías intervenidas con témpera.

Las tres obras fueron adquiridas durante la feria arteBA del año pasado, la primera mediante el programa Matching Funds arteBA- Zurich y la Fundación Costantini, y las otras dos, gracias a la ayuda de las coleccionistas Aurita Villanueva y Silvia Braier. 
“Montañas (El momento del derrumbe revela puntos clave de la construcción)” es el título de la espectacular obra de Fontes: toda una estructura de líneas en 3-D delicadas, sutiles, realizadas mediante varillas de madera de pino pegadas pacientemente unas con otras. En la cima de estos esqueletos de edificios, la frase, sus letras construidas también con varillas: “El momento del derrumbe…” Dos proyectores iluminan la instalación, superponiendo áreas de luz circulares. “El momento del derrumbe” puede ser cualquiera. El momento del derrumbe crea la revelación, descubre una verdad.
“Monstruo” es el trabajo de Fernando Brizuela: un King Kong de juguetería, cubierto de plantas verdes –“de esas con las que se hace ferromodelismo”, comenta el mismo artista, al pasar– y de flores de marihuana. La obra se encuentra acompañada de cuatro acuarelas que presentan distintas perspectivas de la planta, donaciones de Brizuela.
“Efigie en equilibrio relativo” es el nombre de la pintura de Hlito, exhibida –a diferencia del resto de los trabajos de la muestra– en el primer piso del museo. Esta donación zanja un vacío importante que Malba tenía respecto de un artista argentino fundamental, ex alumno de Joaquín Torres García, miembro co-fundador de la Asociación Arte Concreto Invención y participante, también, del Manifiesto Invencionista.

FERNANDO BRIZUELA. “Monstruo”, 2012.
FERNANDO BRIZUELA. “Monstruo”, 2012.

Pero bajando la escalera hacia la sala donde todas estas obras se exponen, hay un trabajo que llama poderosamente la atención y que no figura en el folleto de presentación de la muestra: se trata de “Juanito bañándose entre latas”, una importante pintura de Antonio Berni. Es que esta obra se incorporó a la muestra después de inaugurada.
La razón la explica el curador en jefe del MALBA, Marcelo Pacheco: “El museo estaba buscando desde hacía dos años y medio un “Juanito” de Berni de principios de los 60, y no lo podía conseguir. Hasta que apareció éste, comprado por la coleccionista –y nueva presidenta de la Asociación de Amigos del Malba– Silvia Braier”. Y era un Juanito que Pacheco hacía mucho que no veía. El curador recuerda que Lily, la hija de Berni, se lo había regalado en los 80 a Ruth Benzacar, cuando ella posicionó los precios de Berni a nivel internacional. De allí en más, la obra había desaparecido. “Ahora quedará en comodato en el Malba por dos años”, aclara Pacheco. Y entonces a uno se le revelan, apenas, las complejas rutas que trazan las obras de arte; sus itinerarios. Porque esta exposición se trata de eso: de una historia de belleza, pero también, de relaciones, de caminos.

FICHA
Adquisiciones, donaciones y comodatos 2012

Lugar: Malba, Av. F. Alcorta 3415.
Fecha: hasta marzo de 2013.
Horario: jueves a lunes, 12 a 20. Miércoles hasta las 21.
Entrada: $ 32; Est, doc y jub $ 16; miércoles, gral, $ 16.


Fuente: Revista Ñ Clarín