En Colección Fortabat
Una selección de imágenes del consagrado
artista se verán a partir del jueves. Testimonio de cinco décadas del
fotógrafo caminante que ama Buenos Aires
Por Daniel Merle / LA NACIÓN
No
hay muchos antecedentes de un conjunto de fotografías de Buenos Aires
como las que Aldo Sessa presentará a partir del jueves en la Colección
Fortabat. A pocos días de la inauguración, Aldo recibió a adn en medio
de las pruebas de impresión y mientras trabajaba junto con su hijo Luis y
colaboradores más cercanos en los últimos detalles de su gran
exhibición de 130 fotos y 500 más en proyecciones distribuidas por todas
las salas.
"Ahora que ya estoy grande, me siento más melancólico.
Estoy más enamorado de las pequeñas cosas. Ya estoy hecho. Puse en esta
muestra las cosas que quiero. A Buenos Aires la amo entrañablemente."
Aldo Sessa es un caminante inveterado de la ciudad. Con
sus cámaras cruzadas en bandolera, visita una y otra vez los espacios
que alimentan sus obsesiones. Así como Giacometti persistió por años con
la figura del "hombre que camina", Sessa tiene unos pocos centros de
interés que fotografía incansablemente, fascinado por el lugar y por las
posiblidades técnicas de la infinidad de cámaras que utiliza (aunque
reconoce que la Leica sigue siendo "su cámara").
"En mis recorridos siempre tengo presente a Manucho
Mujica Lainez, a Silvina Ocampo, al arquitecto Peña y a Vázquez, su
sucesor en el Museo de la Ciudad. A mis amigos Makarius y Roberto
Blanco. Gente que conocía los rincones de Buenos Aires son los que me
acompañan."
El Obelisco, el Jardín Botánico, los jacarandáes, La
Boca, el fútbol en la calle, el Teatro Colón, la Avenida de Mayo, la
arquitectura reflejada en los charcos. Es un ejercicio interesante hacer
una lectura en paralelo con estos mismos lugares fotografiados por Sara
Facio y Alicia D'Amico en su ya mítico libro Buenos Aires, Buenos Aires . O con la mirada humorística y todavía casi inédita de Jorge Aguirre en su ensayo Allegro ma non troppo .
"Nunca recibí influencias de ningun fotógrafo de Buenos
Aires. La única fotógrafa por la que siempre sentí una gran admiración
fue Sara Facio", afirma."La conocí en LA NACION cuando tenía 18 años y
hacía mi primer colaboración en el viejo rotograbado de los domingos.
Fueron mis primeras fotos profesionales."
La verdadera influencia que lo volcó hacia la
fotografía fue la de Lisl Steiner, la reconocida fotógrafa
estadounidense de origen suizo que trabajó largas temporadas en la
Argentina. "A Lisl Steiner la conocí cuando yo pintaba. Ella era
fotógrafa de Time . Tomé ejemplo de su capacidad para
simplificar. Siempre tenía opiniones reveladoras. ?Tenés que aprender a
poner un pie en la puerta para que no se cierre', me decía siempre."
Puente, 1986. |
Un ejemplo más lejano pero idéntico en el sentimiento hacia una ciudad es el libro Day of Paris
de André Kertész, con diseño del gran Alexey Brodovitch, publicado por
primera vez en 1945. Ese recorrido fotográfico por una ciudad saturada
de melancolía, donde todavía el pasado era la referencia para la vida
cotidiana, es el punto de ataque de Kertész, un extranjero que retrata
una ciudad que ama.
"Yo le hice las últimas fotos en vida a André Kertész.
Fui con mi Leica M3 y lo fotografié en la sala del Bellas Artes, en
1985. Esa retrospectiva suya me pareció maravillosa. Siempre lo admiré
mucho. En palabras de Bresson, Kertész era más artístico. Bresson, más
periodístico. Las mujeres en los sofás, los desnudos. Las Polaroids son
maravillosas. Esos pequeños objetos, detalles que tanto me gustan.
Cuando murió no tenía el enorme reconocimiento que tiene ahora."
Aldo Sessa camina Buenos Aires en solitario. Con cierta
distancia. Con la misma curiosidad de Horacio Coppola, el fotógrafo
callejero por excelencia. Con un ojo en el pasado y en sus obsesiones. Y
con el otro puesto en la geometría, en el orden preciso que encuentra
en todos los escenarios.
Planetario, 1987. |
"Todo mi trabajo tiene un rigor estético que esta
íntimamente vinculado con la mecánica de la cámara. No me niego a las
posibilidades de la manipulación. Hace diez años comencé a utilizar
artilugios con superposición de negativos. Lo hice para un libro nunca
publicado con Ray Bradbury."
-¿Qué influencia tuvo tu formación como pintor en tu fotografía?
-Empecé a pintar a los siete años y mi primera
exposición fue a los doce. La pintura te permite "ver" y, sobre todo, el
color. Una vez que conocés los colores primarios y sus infinitas
combinaciones en la tela hacés lo que vos querés. Lo mismo siento cuando
encuadro una imagen con mi cámara. Elijo exactamente lo que quiero
hacer. Se pueden usar todos los resortes de las nuevas tecnologías. Para
mí, la veracidad siempre fue un tema muy cuestionable. Existe el
fotorreportaje. El estilo de Bresson, por ejemplo. Pero me pregunto cuál
es la veracidad de un retrato, de una naturaleza muerta. Desde el
momento en que encuadrás, estás haciendo tu propia realidad. Cuando uso
un gran angular estoy transmitiendo mi propia visión de las cosas. Ahora
todo vale. No se puede dictar una norma de calidad. Lo que es
importante es el resultado, la autenticidad del fotógrafo. Si lo que
hacés es genial, el foco y la calidad es lo de menos.La fotografía es
ahora un vehículo muy apetecible para los que quieren jugar un look
artístico, o intentarlo. No hay un culto a la calidad. Hay menos
orgullo en eso. Ser contemporáneo no es mostrar fotos de ayer nomás. En
Estados Unidos consideran contemporáneo a todo lo hecho después de la
Segunda Guerra Mundial. Contemporáneo es algo de tu siglo.
¿Cartier-Bresson es contemporáneo? Irving Penn, Richard Avedon, todos
ellos son contemporáneos. La Bauhaus sigue influenciando a los artistas
de hoy. Mis fotos del año 58 que voy a poner en la muestra son hoy
modernas. El color de los hermanos Lumière de 1907 es hoy supermoderno.
El píxel es el grano de la película con el que yo desarrollé mi trabajo.
En la fotografía el relato se basa en la mirada sobre lo que es el
pasado.
Remolque, 1980 |
-¿Está desapareciendo el fotógrafo callejero?
-Hay menos fotógrafos que recorren las calles. La
mirada ahora está más puesta en lo decadente. Es como si todo el mundo
hubiera descubierto la belleza en lo abandonado y lo destruido. Yo iba a
La Boca a encontrar esas superficies oxidadas hace 30 años, esas que
ahora están tan de moda. La calle está mucho más insegura. Pero cada vez
que salgo del estudio con mi cámara, siempre vuelvo con algo. Voy a
buscar esos íconos, de los arquitectos, de los actores, de los lugares
que fueron y que ya no son más. Se puede trabajar con el pasado, el
presente y el futuro. Es como una ola en la que te dejás llevar por tus
sentimientos. Eso es lo que te hace disparar la cámara. Ésta es una
exposición de amor por Buenos Aires. Todavía salgo a ver los jacarandáes
cuando florecen, las tipas. Las tormentas de noviembre en el Rosedal.
Vas queriendo todas las pequeñas cosas.
-¿Cómo ves el futuro de la fotografía argentina?
-Nueva fotografía argentina es lo que vemos colgado
ahora en todas partes. La tendencia es lo cotidiano, hay nuevas reglas.
Se va produciendo una decantación. El sistema digital es un filtro muy
amplio. Miles de fotos circulan por teléfonos que mueren en alguna
carpeta perdida en una computadora. El uno por ciento termina en una
copia. Para mí, una impresión fotográfica es una joya. Los nuevos
sistemas de impresión digital nos dan la posibilidad de perdurar. Cada
vez veo más y más fotógrafos. Cosas bien y mal hechas, y me alegro
profudamente con esta abundancia de ideas. Después de todo, la
competencia termina donde comienza la excelencia. No importa por qué vía
uno lo haga. Detrás de cualquier cámara siempre tiene que haber un
artista con un corazón que late, un cerebro que piensa y la decisión de
disparar. El arte es un campo que da para todo. Todos tenemos nuestra
oportunidad. La fotografía no es conflictiva. Te gusta o no te gusta. En
este tiempo uno puede confrontar con el público y saber casi de
inmediato qué es lo que le llega. La gente puede expresar libremente lo
que siente con respecto a tus fotos. Miles de veces nos paramos delante
de un cuadro de un gran pintor y nos preguntamos: ¿lo estaré
interpretando mal? ¿Tal vez yo soy un inculto? En la fotografía eso no
pasa.
El nono, 1963. |
-¿Qué sucede con la influencia de las nuevas tecnologías en el campo de la fotografía?
-La revolución ahora es más tecnológica que artística.
Existen los buenos y los malos fotógrafos. Nadie se puede quedar en el
arte con una sola opinión. Las fotos de uno no sirven. Sirven las de
todos. Si todos estuviéramos más unidos de lo que estamos, nos podríamos
ayudar mucho más. Yo soy un fotógrafo analógico. La mayor parte de mi
trabajo la hice en el siglo XX. Me gusta el foco, la buena definición.
Que la máquina responda a lo que uno quiere plasmar. Uso la cámara
delicadamente. Cada vez que fotografío con una cámara digital, lo hago
del modo convencional. Siempre uso una Leica M5 cargada con película
Tri-x de Kodak. Para mí es como un violín. Me gusta el leve sonido del
disparador de la Leica. O el diseño de la Plaubel Nikkor 6x7. La
Widelux, porque abarcás 180 grados de visión sin que nadie se dé cuenta.
Cada una tiene su particularidad. Siento un enorme amor por las
máquinas. Me gusta descubrir sus posiblidades. Es un instrumento noble.
Las cámaras son mis amigas.
Memoria de una amistad entrañable
Manuel Mujica Lainez y Aldo Sessa trabajaron juntos en
libros extraordinarios como Letra e imagen de Buenos Aires. En la cita
reproducida en esta página, Manucho celebra el talento de su amigo
fotógrafo.
"Si no fuese jardinero, tendría que serlo aquí, porque
ésta, que en la niebla de Palermo se esfuma, es la casita de los
jardineros de ese lugar. Es una casita para gnomos que inventen las
plantas; para hadas que perfumen las flores; para jardineros de parques
encantados: una de las casas donde uno quisiera vivir. (He observado, a
medida que dibujo arabescos de letras alrededor de las fotografías.) Las
fotografías de Aldo Sessa son los sueños de la realidad".
Opinión
Una carrera es obra hecha
De fotógrafo a fotógrafo, una reflexión acerca del estilo y la huella abierta por Aldo Sessa.
Por Diego Ortiz Mugica / Para LA NACIÓN
Grete
Stern, Horacio Copola, Pedro Luis Raota, Aldo Sessa... Son algunos de
los responsables locales de que muchos de nosotros hoy tengamos la
fotografía como pasión y profesión.En primer lugar: ¡gracias por marcar "el camino", por "abrir la huella"!
Aldo es un apasionando, un amante de la cámara. No recuerdo, en el curso de toda mi vida, un encuentro con él en que no tuviera la cámara colgada del hombro.
Dicen que los maestros explican lo que saben pero enseñan lo que viven.
Si hay algo que aprendí de Aldo Sessa, es a trabajar, y también a entender que una carrera se hace a lo largo de los años.
Uno se "recibe" de fotógrafo cuando tiene una obra para mostrar. Y eso se hace con la suma de años: trabajando, buscando, cambiando la intención, corriendo la estaca.
Hoy, Aldo Sessa tiene una gran obra para mostrarnos, fruto de muchos años de búsqueda, inspiración y esfuerzo.
Para mí, ésta es su gran enseñanza.
Aldo:
Gracias por compartir tus imágenes con nosotros.
Gracias por enseñarnos a buscar.
Gracias por enseñarnos a no abandonar.
En definitiva, gracias por abrir la huella.
Fuente: ADN Cultura La Nación