AUTORRETRATOS A CARA LIMPIA

"Yo soy", un libro que reúne 91 imágenes, algunas de reconocidos fotógrafos y otras de personas que simplemente quisieron mostrar la manera en que se ven.
DOS A BAÑARSE. Autorretrato del fotógrafo Gerardo Dell’Oro

 Por Bárbara Álvarez Plá

¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿Qué pasa al usar la cámara como si fuera una extensión del fotógrafo, una extensión que consigue captar su esencia? Todos tenemos una foto que nos identifica, que nos cuenta, una en la que nos parece estar viendo quiénes somos.
Esta fue la idea del fotógrafo y editor Fernando De la Orden, que trabajó con la diseñadora gráfica Mariana Zerman y el fotógrafo e impresor Manuel Fernández.
El resultado es el libro Yo soy, que reúne 91 imágenes, algunas de reconocidos fotógrafos como Dani Yako, Michael Cooper, Fabiana Barreda, Gerardo Dell’Oro, Horacio Agulla y Carlos Bosch entre otros, y otras de personas que simplemente quisieron mostrar la manera en que se ven.
Cuanta De la Orden que “en principio pensábamos convocar sólo a profesionales, pero después se amplió la convocatoria a todo el mundo”.
Este es el segundo libro de la colección Pianopiano que, creada con espíritu de coleccionista, dio en 2010 su primer fruto: BICIS, un libro de imágenes, en esa ocasión, de bicicletas, creado con el mismo método que utilizaron para Yosoy: una convocatoria a través de las redes sociales y un mail para enviar las fotografías. “Recibimos más de 900 fotos en esta ocasión”, cuenta Fernando, “entre las que seleccionamos las que forman la obra”.
Rostros que recién despiertan, unas piernas que salen de un armario, tatuajes, cuerpos, estrellas, el mar, pero también el reflejo de las emociones del artista, de su imaginario: un conjunto de cámaras disparando al mismo tiempo y en una dirección: el autor.
¿Cómo se financió un libro así? De La Orden cuenta: “Pensamos que si cada uno de los 90 autores compraba 10 ejemplares, se podía hacer una tirada de 2.000”. Mil fueron para los participantes, y los otros mil se repartieron en los lugares donde se puede comprar. Cuesta 77 pesos.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EN EL POP TAMBIÉN CABE LA TRAGEDIA

Aún quedan ocho días para recorrer en Proa esta muestra imperdible. Después, quien quiera verla deberá viajar a alguna de las escalas de su itinerario: Curitiba, Italia y Río de Janeiro.

El arte es el campo más prostituido, porque ahí reside toda la fuerza de la creación”, comentaba la psicoanalista Suely Rolnik unos días atrás, durante su paso por Buenos Aires, invitada por la Fundación Proa. Rolnik se refería específicamente al arte pop. La especialista hablaba de él y es fácil creerle: pocos movimientos artísticos han sido tan usados como carne de cañón del mercado y las modas.
Ocurre que el pop parece tan bonito, tan colorido, llamativo y “feliz”… El imaginario general establece que es, básicamente, sinónimo de la Marilyn serigrafiada de Andy Warhol…
Si usted es de los que piensan que el Pop es eso, ese glamour de colores brillantes que arrastra sensación de Hollywood y amor, entonces para terminar con este preconcepto, dese una vuelta por la Fundación Proa por estos días, que allí se está realizando la muestra Pop, realismos y política. Brasil- Argentina 1960 y compruebe lo que Rolnik afirma: que el pop –especialmente el pop– fue y sigue siendo, muy prostituido. Por eso esta exhibición organizada por Proa y curada por el brasileño Paulo Herkenhoff y el argentino Rodrigo Alonso, le da una vuelta de tuerca a la cuestión y nos dice: un momentito, señores, que aquí, en nuestros países, en los 60, con todas las cosas que pasaban, el pop era de todo menos glamoroso y feliz. Estos no eran los Estados Unidos ni Gran Bretaña. Aquí el flower power ocurrió de otro modo. Y llegó el momento de saber cómo.
Quizás una manera del pop de acontecer en nuestra región haya sido ésa que comentaba el investigador Gonzalo Aguilar durante el coloquio que Proa organizó respecto del tema, hace unas semanas.
Aguilar decía que aquí, el pop se manifestó a través de la representación de la miseria por medio de la figura del niño –la ropa andrajosa del Juanito de Berni, la Crónica de un niño solo, de Leonardo Favio– y del “hombre en harapos”, de Glauber Rocha, del collar de dientes de jabalíes que llevaba Caetano Veloso, del origen “bajo” de las joyas, de lo táctil… De una visión sensorial del pop local frente a otras visiones más dogmáticas. Aguilar hablaba del hombre en harapos como de una “máquina sensorial”. Y en las salas la podemos ver: ahí está, bien activa, en las chapas oxidadas y las telas roídas del Juanito de Berni, en medio de la villa; está en las “21 petites sculptures en cheveux” (21 pequeñas esculturas en cabello) de Artur Barrio; está en el “Parangolé P17, capa 13, estoy poseído” y en el fabuloso “B50 Bólido saco 1- Olfático”, de Hélio Oiticica…
Un recorrido por las salas de Proa parece decirnos que, en el pop local, la felicidad y los colores brillantes fueron pocos, y la muerte, el dolor, el yeso, los materiales precarios, cierta manualidad, las técnicas de reproducción gráficas y los materiales orgánicos, así como las performances con los sentidos a flor de piel, fueron muchos. Pareciera que la pobreza de los materiales esconde una gran fortaleza de un código distinto, de un otro pop basado en lo que Rolnik llamaría el “saber del cuerpo” y de su fragilidad, su vulnerabilidad extralogocéntrica.

CILDO MEIRELES. ''Inserções em Circuitos Ideológicos. Projeto Coca-Cola'', 1970.
CILDO MEIRELES. ''Inserções em Circuitos Ideológicos. Projeto Coca-Cola'', 1970.

Pero para profundizar más sobre esto, pasen y vean: están las cuatro salas de Proa llenas de obras potentes. Sobre todo la tercera sala, pintada de negro y de forma trapezoidal, como si fuera ella misma un ataúd gigante, albergando todas obras vinculadas con la muerte: el Che sobre la mesa, bien negro y gris, de “La lección de anatomía N° 2”, de Carlos Alonso; la obra Sin título, de Ivens Machado, esa pared con una bombita de luz tenue y azulejos blancos en los que, desde un pequeño agujero, cae goteando una línea de óxido o de sangre… El impresionante colchón negro de la primera época de Marta Minujín –sin título– fúnebre, bien fúnebre. Y las fotos del matadero, de Sameer Makarius.
En general en la muestra hay muchas pinturas, mucha obra gráfica, mucha bidimensión, y quizás menos despliegue espacial, menos tridimensión de lo que podría haberse exhibido. Pienso, por ejemplo, en las posibilidades que podrían haber aportado al público el exponer en vivo y en directo las magníficas obras de los 60 de la carioca Lygia Pape, o en las formas y códigos de exhibición –el despliegue curatorial– del colchón negro de Minujín del 62, o de ese espléndido trabajo que es “Lute” (luche, en español) –exhibido pegado a la pared…
Pero claro que también es fuerte la presencia del Cristo de León Ferrari no bien se entra en la exposición. Montada de espaldas al público, su famosa obra de 1965 “La civilización occidental y cristiana”, suspendida en medio del espacio de la sala y proyectando una sombra amenazante sobre la pared...
Y están, también, las reflexiones de Paulo Herkenhoff –curador de la muestra junto con Rodrigo Alonso–, quien comentó, durante su estadía en nuestro país, al explicar las razones para organizar una exposición sobre el pop en Brasil y la Argentina en los 60: “Aquí, en nuestra región, hay una historia transversal en términos geopolíticos que me interesa mucho y es la de las relaciones entre Brasil y la Argentina. Y me interesa, también, buscar una dimensión argentina del Brasil ya que, en el fondo, nosotros tenemos algo de argentinos. Y esto, para el arte es fundamental. No estoy hablando de fronteras sino de intercambios históricos: hubo artistas argentinos que se formaron en Brasil pero también artistas brasileños que vinieron a formarse a la Argentina. Por ejemplo, lo que había acá en los años cuarenta –precisa Herkenhoff– era verdaderamente impresionante: el tema de los marcos recortados, entre otras cosas. Entonces estamos hablando de un lugar donde la riqueza, los medios, la apertura hacia otras partes del mundo, las posibilidades, todo eso junto, dio lugar a un proceso muy rico, que a los brasileños nos llamó la atención. Y eso tuvo consecuencias.

EDUARDO COSTA. ''Fashion Fiction I: la instalación fotográfica'', 1966-2007. Medidas variables.
EDUARDO COSTA. ''Fashion Fiction I: la instalación fotográfica'', 1966-2007. Medidas variables.

Dentro de ese marco, para mí, la historia tiene sentido sólo si tiene algún tipo de significado en el presente. Si no, está muerta. Por eso me interesa trabajar con una historia de continuidades, en la que las cosas están encadenadas; y pensar más a partir del punto de vista de lo esperable, de las direcciones, antes que desde un punto de vista en el que las cosas estén fijadas desde un comienzo”, concluye el curador.
Por su parte, escribe Alonso en el catálogo de la muestra: “En los 60 se produce el desplazamiento de las antiguas culturas populares por la nueva cultura de masas y éste es un fenómeno evidente en ciudades como Nueva York o Los Angeles (…) Sin embargo, en los países donde los procesos de industrialización no son tan marcados y las economías regionales no acceden al nivel de los países líderes del capitalismo global, ese desplazamiento es necesariamente incompleto. Este es el caso de Brasil y de la Argentina.”
Hay otro par de conceptos-clave que podrían servir para tener en cuenta en el recorrido de la exhibición: la noción de ideario político en relación con las luchas sociales de los años 60, la revolución cubana, el asesinato de Kennedy; la figura del pueblo como motor de cambios y eje de la Historia; las condiciones de vida precarias, la burguesía industrial, los gobiernos populistas, los golpes de Estado, las presiones militares, las migraciones internas y regionales, la dependencia económica y cultural. El desfasaje entre la exaltación mediática del consumo y las realidades socio-políticas de América Latina.
Son dos obras fundamentales –y discretas– dentro de la exhibición, ambas de 1968, las que lo sintetizan todo: “Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared”, de Roberto Jacoby, y sobre todo, la de Hélio Oiticica: “Sea marginal. Sea un héroe”. En este sentido, entonces, probablemente todos nosotros estemos siendo, todavía, heroicos.

FICHA
Pop, realismos y política. Brasil - Argentina

Lugar: Fundacion Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929.
Fecha: hasta el 16 de setiembre.
Horario: mar a dom, 11 a 19.
Entrada: $12. estudiantes.
Gratis los martes.

Fuente: Revista Ñ Clarín

HALLAN UNA TUMBA INCA
EN LA CIUDADELA DE MACHU PICCHU


Fotografía sin fechar distribuida por la agencia de noticias peruana Andina el 5 de septiembre de unos trabajadores municipales de Cusco trabajando en una tumba inca hallada cerca de la ciudadela de Machu Picchu, en el sureste de Perú.

Unos trabajadores del municipio de Cusco hallaron una tumba inca en las inmediaciones de Machu Picchu, en el sureste de Perú, anunció el miércoles la autoridad arqueológica de esa ciudadela incaica.
La estructura funeraria tiene 1,20 metros de largo por 75 centímetros de ancho, y fue hecha de piedra labrada, dijo Fernando Astete Victoria, director del parque arqueológico de Machu Picchu, citado por la agencia estatal Andina.
Astete indicó que la tumba, descubierta la semana pasada, estaba totalmente destruida y había sido profanada. No había osamentas ni fragmentos de cerámica en su interior, señaló. "Se han podido recuperar los elementos líticos y rescatar la forma original de la tumba. Es a base de piedras y construida en altura", acotó el funcionario.
La tumba se halla en la parte superior de la colina llamada Uñawaynapicchu, unos 10 metros más abajo de la cumbre del Huayna Picchu, una de las montañas principales que rodean la ciudadela Machu Picchu.
El director del parque arqueológico de Machu Picchu informó de que en breve se realizarán las investigaciones para determinar la antigüedad.
La ciudad de piedra de Machu Picchu fue construida por el emperador inca Pachacútec en el siglo XV, en la cima de una montaña a 2.400 metros de altura, como centro ceremonial o sitio de descanso de nobles incas.
Machu Picchu es la joya de la corona del turismo peruano. El lugar es un ícono mundial con más de 700.000 visitas por año. El complejo fue descubierto en 1911 por el estadounidense Hiram Bingham, según la versión más difundida.
Un equipo de historiadores, cartógrafos y arqueólogos defiende la versión alternativa de que el descubridor fue el minero alemán Augusto Berns, en 1867, según dijo en 2008 a la AFP el arqueólogo francés Alan Gioda, historiador del Instituto para la Investigación y el Desarrollo (IRD, por sus siglas en inglés).

Fuente: AFP

ESTADOS UNIDOS RESTITUYE A TURQUÍA
JOYAS DE LA ANTIGUA TROYA


Un visitante observa unos antiguos artefactos durante un pase para la prensa a las galería de arte de las Tierras Árabes, Turquía, Irán, Asia Central y la Antigua Asia del Sur de museo Metropolitan de Nueva York, el 24 de octubre de 2011.

Por Emmanuel Dunand 

Estados Unidos restituyó a Turquía joyas procedentes del sitio arqueológico de la antigua Troya, robadas a finales del siglo XIX, informó este miércoles la prensa turca citando al ministro de cultura, Ertugrul Günay.
Veinticuatro joyas de oro, expuestas en el museo de Pensilvania, en Filadelfia, fueron restituidas la semana pasada a Turquía, indicó el ministro, que dijo estar "muy emocionado" por el hecho de que las joyas hayan regresado "a su país de origen".
Turquía reclamaba desde hace tiempo esas joyas, robadas durante las primeras excavaciones autorizadas en ese sitio arqueológico de la antigua Troya, realizadas hacia 1870 por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann.
Situado en la antigua Tróade, cerca del mar Egeo y de los Dardanelos, este sitio se identifica habitualmente con la Troya homérica (tercer milenio antes de Cristo), aunque algunos arqueólogos lo ponen en duda.
Las joyas recuperadas por Turquía están expuestas en un museo de Ankara.

Fuente: AFP

SALE A SUBASTA LA MAYOR COLECCCIÓN DE ARTE PRECOLOMBINO EN MANOS PRIVADAS


Un empleado junto a figuras africanas de terracota que iban a ser exhibidas en octubre de 2008 en Luxemburgo. Las figuras pertenecen al coleccionista suizo Jean Paul Barbier-Mueller, también dueño de una colección de arte precolombino.
Por Fabrice Coffrini

La colección de arte precolombino Barbier-Mueller, considerada como la más importante en manos privadas, será subastada en marzo en París, anunció este lunes la casa de remates Sotheby's.
Unas 300 piezas de esa centenaria colección -entre ellas varias obras maestras de la cultura maya y azteca, así como también una urna de la isla de Marajo, en Brasil- serán ofrecidas al mejor postor el 22 y 23 de marzo próximos, por decisión de la familia, indicó Sotheby's.
La historia de esta colección centenaria agregará interés a esta venta. Todo empezó en 1920, cuando Josef Mueller adquirió en París una 'diosa del agua' azteca.
Esa fue la primera pieza de unas 300 de arte prehispánico, principalmente provenientes de México, compradas por esa familia, que posee también una colección de arte africano, de Oceanía y de las Cícladas.
Ahora, Sotheby's se prepara para exhibir la colección a posibles compradores en septiembre en la capital francesa, en Hong Kong en octubre, en Nueva York en noviembre, y luego en Londres.

Fuente: AFP

CÚPULA PORTEÑA CON AIRE CATALÁN EN HOMENAJE
AL GENIAL GAUDÍ

Secreta Buenos Aires

Inaugurada en 1914 y restaurada en 1999, luce en la ochava de Rivadavia y Ayacucho.
Imponente. La restauración incluyó nueva iluminación. / rodriguez adami

Por Eduardo Parise

Si la hubieran construido en Barcelona, seguramente sería parte de la finca Güell o de la Casa Battló. Y no sólo tendría la firma del genial arquitecto Antoni Gaudí i Cornet. También recibiría los aires marinos que llegan desde la zona de la Barceloneta. Pero nada de eso ocurre porque esta lujosa y artesanal cúpula está a una cuadra del Congreso Nacional, es obra de un ingeniero civil argentino que se llamaba Eduardo Rodríguez Ortega (1871-1938) y que, tras la restauración realizada en 1999, se luce como buen patrimonio de la Ciudad en la ochava de la avenida Rivadavia y Ayacucho.
Admirador de Gaudí, Rodríguez Ortega diseñó el edificio en los tiempos del Centenario de la Revolución de Mayo. Tiene planta baja, un entrepiso, cuatro pisos con departamentos y una terraza de 350 metros cuadrados. Justo en ese último piso está la cúpula en cuestión, donde hay tres niveles, que culminan con un cupulín y una construcción con forma de cebolla, rematada con una veleta de hierro. Y para que ese ensamble con el cielo sea completo, en el último nivel existe un gran telescopio destinado a cualquier soñador nocturno que quiera regodearse mirando estrellas.
Después de pasar décadas aguantando los cambiantes rigores del clima porteño, ese símbolo del modernismo catalán, inaugurado en 1914, fue restaurado poco antes de la llegada del siglo XXI. La tarea quedó a cargo del arquitecto Fernando Lorenzi, quien usó 952 piezas de vidrio espejado para cerrar todas las aberturas. Y rescató las ornamentaciones, réplicas exactas de la famosa Casa Battló, que hasta incluyen algunas chimeneas que muestran siluetas de guerreros.
También se trabajó y se mantuvo casi intacto el revoque original que era de piedra parís y se agregaron dos elementos que no desentonan y rinden un indirecto homenaje a Gaudí: un escudo de Catalunya y una frase escrita en catalán que afirma “No hi ha somnis impossibles” (No hay sueños imposibles). La frase tiene mucho del espíritu de aquella anécdota que cuentan sobre Gaudí cuando en 1883 presentó su proyecto para la basílica La Sagrada Familia en Barcelona, una obra aún en construcción. Le dijeron “eso le va a llevar muchos años” y el respondió: “Puede ser, pero mi cliente (Dios) tiene todo el tiempo del mundo”.
El homenaje porteño al genial arquitecto también incluye dos réplicas hechas a escala de la conocida Puerta del Dragón. Realizadas en hierro, las réplicas tienen el mismo diseño que Gaudí hizo para la finca Güell. Las de Buenos Aires se destacan en la terraza del edificio de Ayacucho y Rivadavia. También, como parte de la restauración se hizo especial hincapié en la iluminación por lo que, cada noche, tanto el edificio como la cúpula se lucen como corresponde. Claro que en un día de sol y con la luz natural aquello alcanza un grado casi sublime.
Por supuesto que la cúpula de ese edificio no es la única para admirar en la Ciudad. Muchas otras también tienen sus méritos aunque no llamen tanto la atención. Sin ir demasiado lejos, en el mismo barrio de Balvanera, está la del Congreso Nacional. Y hay una que es menos conocida pero que merece una mirada con mayor detenimiento. Es la del Santuario Nacional de Santa Rosa de Lima, en la avenida Belgrano y Pasco.
Proyectada en 1928 e inaugurada en 1934, la gran iglesia es obra del arquitecto Alejandro Christophersen. Fue construida sobre una cripta, que le sirve como cimiento, y tiene un espacio central con dieciocho columnas de mármol verde que sostienen la cúpula. Lo más llamativo es que, en el exterior, está recubierta con pequeñas tejas de cobre. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

LA SÍNTESIS DE ROBIROSA: 60 AÑOS DE ARTE ARGENTINO


Se exponen trabajos fundamentales de la artista, que confirma su vigencia creativa.


Obra nueva y clásica. Mucha gente en la inauguración de la muestra en el Centro Cultural Recoleta. martin bonetto.
Por Julián López

Un prodigioso cambio meteorológico; eso es lo que pudieron sentir quienes asistieron a la inauguración de la exposición de Josefina Robirosa, el jueves pasado, en el Centro Cultural Recoleta.
Y no fue para menos, entrar a la sala Cronopios del centro cultural ubicado en Junín 1930, en una tarde en que la lluvia agrisaba la ciudad, era toparse con una bandada de enormes pájaros multicolores que situaban la exposición no solamente sobre las paredes del recinto. Con un notable diseño de montaje a cargo de Gustavo Vázquez Ocampo, la muestra, que expone 39 cuadros, cuatro pinturas sobre esferas de resina de poliéster de 75 centímetros de diámetro, hace del aire su espacio fundamental: 57 pájaros penden de los cielos del recinto y generan una verdadera sorpresa para el visitante.
La presencia de personalidades de la plástica y de la cultura, como los artistas Luis Felipe Noé, Inés González Fraga, Pablo Siquier y Sara Facio, Magdalena Ruiz Guiñazú y Norma Morandini, Boy Olmi, Moris, entre otros, daba cuenta de la importancia del evento.
Es que la trayectoria de Josefina Robirosa define y sintetiza más de seis décadas de arte en la Argentina. Sus inicios, durante los 50, ya la mostraban como una personalidad definida en un momento de verdadera expansión creativa y social para el país. Por eso, sorprende que a pesar de ser una protagonista prominente de un movimiento como el que generó el Instituto Di Tella, verdadera cuna de la vanguardia en la década de 1960, la artista nunca se enrolara en colectivos que enmarcaran su producción o la obligaran a una obediencia estilística determinada.
La naturalidad con que su producción se adueña del espacio de la sala Cronopios y la enorme osadía de esa invasión tridimensional provocan una expectación acechante: detenerse a ver sus cuadros más clásicos, o la pintura sobre dos láminas de metal de cuatro por dos metros, por caso, implica dar la espalda a esa furiosa bandada colorida que hace trama en el vacío.
Tal vez, lo más destacable de la muestra, que podrá visitarse con entrada gratuita hasta el domingo 14 de octubre, sea que no está pensada simplemente como la retrospectiva de una de las artistas fundamentales de la plástica argentina contemporánea, porque, si bien hay mucha obra con historia, veintiséis de las pinturas corresponden a su conocida serie titulada “Bosques”, en la que Robirosa, de incansables 80 años, sorprende con una imponente producción del año 2012, cinco décadas después de aquella primera muestra individual.
De lo reciente, se destacan estos “artefactos esféricos de poliéster” —tal como los mencionan en la gacetilla incluida en el bello catálogo de la muestra— y los casi sesenta pájaros tridimensionales que agitan el aire de la sala y muestran a Josefina Robirosa como una tradición, sí, pero también como una notable innovadora.

Fuente: clarin.com