TRES AÑOS CON DA VINCI




Artista, científico e inventor, Leonardo es el arquetipo del humanismo renacentista. Los historiadores argentinos José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski acaban de traducir sus cuadernos, una tarea monumental que comparten aquí.


Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Tengo modos de hacer puentes muy livianos y fuertes y aptos para ser transportados con facilidad, seguir con ellos y huir alguna vez del enemigo, y otros seguros e inatacables por el fuego y la batalla (…) Tengo también modos de hacer bombardas muy cómodas y fáciles de transportar, y arrojar con ellas piedras pequeñas casi a semejanza de una tempestad (…) Y cuando sucediese encontrarse en el mar, tengo modos de hacer muchos instrumentos muy aptos para atacar y defenderse (…) Cuando fracasare la operación de las bombardas, fabricaré catapultas de diversos tipos (…) En tiempos de paz creo muy bien resistir la comparación con cualquier otro en la arquitectura, en la composición de edificios públicos y privados, y en conducir el agua de un lugar a otro. Item haré en la escultura, de mármol, de bronce y de terracota, lo mismo en pintura, todo cuanto puede hacerse en comparación con cualquier otro, sea quien quiera.” Así era el currículum de Leonardo da Vinci (1452-1519), escrito por él mismo, comprendiendo diez o doce ítems en los que detalla sus habilidades como inventor, ingeniero y constructor, y mencionando –sólo al pasar y al final–, brevemente sus capacidades como artista. Esta era la manera cómo se presentaba el Vinciano al llegar a una corte y buscar trabajo allí, y esta es la manera como nos lo presentan ahora, los historiadores José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski quienes, luego de tres años y medio de investigación y de traducir del italiano renacentista al castellano contemporáneo el grueso de los textos de Leonardo, acaban de publicar en dos volúmenes Leonardo da Vinci. Cuadernos de arte, literatura y ciencia.

El reconocido historiador Burucúa y el joven historiador Kwiatkowski dedican prácticamente todo el primer libro a una exhaustiva introducción en la que detallan la biografía de Da Vinci, sus características como pintor, artista, científico, ingeniero e inventor de máquinas; su relación con la filosofía y la imaginación poética, e inclusive algunos estudios sobre la recepción del mito de Leonardo. Los autores incluyen también, en este primer tomo, las características que tiene la propia traducción que llevaron a cabo, así como ciertos detalles de los manuscritos trabajados. Las imágenes  de la obra pictórica completa de Leonardo también forman parte de este primer tomo. 

Pero es en el segundo volumen donde reside la sorpresa: allí se encuentran los escritos originales de Leonardo, en vivo y en directo. Traducidos respetando –¡gracias a la divinidad que correspondiera!– la antigua manera italiana. La sintaxis es, por eso mismo, deliciosa, al igual que su contenido. La pintura y las artes visuales, la filosofía, las ciencias y el mundo natural, las técnicas y las máquinas, la poesía, los textos personales, y hasta el listado de los libros presentes en la biblioteca de Da Vinci, todo esto se detalla allí. Es difícil seleccionar algún fragmento; pero vale el intento: “La fuerza no es más que una virtud espiritual”, escribía Leonardo, “una potencia invisible, que es creada e infundida por violencia accidental que ejercen los cuerpos sensibles sobre los insensibles, y que da a estos últimos semejanza de vida. La lentitud la hace grande y muere por la libertad. Vive por la violencia y muere por la libertad. Transmuta y obliga a cada cuerpo a cambiar de lugar y de forma. Una gran potencia le da deseo de muerte. Rechaza con furia lo que se opone a su ruina. Transmutadora de varias formas. Siempre vive con desasosiego de quien la tiene. Siempre se contrapone a los deseos naturales. De pequeña se amplifica con lentitud y se dota de una horrible y maravillosa potencia. Y obligándose a sí misma, obliga a todas las cosas.” ¿Es ésta, acaso, la poesía de Da Vinci? No, es uno de sus escritos referido al mundo natural, dedicado –específicamente– a los fundamentos de la Mecánica. Así de rica es su escritura, su imaginería; y así de compleja y maravillosa nos resulta a nosotros, desde nuestra percepción lectora contemporánea –harto habituada a ciertas tipologías–, bucear en los modos textuales del Renacimiento italiano.

Pero son Burucúa y Kwiatkowski quienes más saben del tema. Por eso es que durante una larga tarde de domingo, recibieron a Ñ en una charla bien doméstica, realizada en la casa de Burucúa. Allí la luz del atardecer era mejor, coincidimos todos. Fue entonces cuando, apasionadamente, los historiadores discutieron sobre pintura, luz, gravedad, anatomía, duques, Papas, homosexualidad, Freud, matemáticas y filosofía. Es decir, sobre Leonardo Da Vinci.    

-¿Estos textos de Da Vinci no estaban traducidos al español?
-Kwiatkowski: Estos textos, así completos, no estaban traducidos todos juntos al español. Había fragmentos de los textos de Leonardo traducidos en otras ediciones, desde otras editoriales. Pero no concentrados en un solo volumen. Eso no existía.
-Burucúa: El “Tratado de la pintura” se tradujo muchas veces. Después, de lo que podríamos llamar “escritos literarios” de Leonardo, también había algún volumen dando vueltas. Respecto de la ciencia y de su pensamiento filosófico, existían volúmenes, pero habían sido hechos por diferentes traductores, con criterios completamente distintos. Lo que propusimos fue unificar todas estas vertientes del personaje que fue Leonardo. Porque entonces los problemas lingüísticos y de traducción que nos iba planteando Da Vinci –Burucúa aquí y muchas veces hablará como si toda la investigación hubiera sido, en realidad, un tête à tête con Leonardo–, y las soluciones que podíamos llegar a encontrar, fueran acumulativas. Y esto se proyectó también en los textos. 

-¿Cuáles fueron las mayores dificultades con las que se encontraron, a medida que iban metiéndose en los textos de Leonardo y en su traducción?
-B: Sobre todo problemas lingüísticos, los que puede llegar a presentar un italiano de 500 años. 

-¿Cómo hicieron para acceder a los escritos de Leonardo que no se encuentran en la Argentina?
-B: Kwiatkowski viajó, yo viajé. 
-K: Viajar fue importante para que el estudio introductorio estuviera más o menos al día con la bibliografía. 
-B: Así y todo, nuestro trabajo quedó un poco desfasado, porque se tardó bastante en la edición. Entre que nosotros pusimos el punto final –en febrero de 2009–, y ahora, se produjeron dos o tres descubrimientos leonardianos absolutamente claves. 

-¿Cuáles fueron estos nuevos descubrimientos?
-K: Entre otras cosas, dos cuadros suyos que no se conocían.
-B: O suyos o de alguien muy cercano a él. Uno es el Salvador del mundo, del que se acaba de organizar una exposición en la National Gallery de Londres. Es un cuadro que estaba en manos privadas, que entró en el circuito de ventas, hasta que se lo reconoció como de Leonardo. Estaba muy deteriorado, debido a las restauraciones y limpiezas, pero igualmente pueden reconocerse dos detalles que son verdaderamente de Da Vinci.

-¿Cuáles son esos detalles típicos del artista?
-B: Uno es una mano que tiene los dedos tal cual como los pintaba Leonardo. Y el otro detalle, es la otra mano sosteniendo una esfera transparente, que es el mundo. Porque se trata del Salvador del mundo, de Cristo. Y aunque la cara de Cristo está muy deteriorada, esos detalles son determinantes. 
-K: Además, la forma de pintar el pelo del Cristo –que es un pelo largo y ondulado–, es muy semejante a los bocetos de cabellos ondulados que había hecho Leonardo muchas veces.
-B: Y después está lo que se ha descubierto en el Museo del Prado, la famosa Gioconda del Prado, que ya se conocía, pero que luego de una limpieza, una restauración y un análisis físico-químico de pigmentos y de sus capas de pintura y barniz, se demostró que es de la época de Leonardo, y se atribuyó, actualmente, a alguno de los discípulos del taller de Leonardo. Porque además tiene una serie de detalles, que son anteriores a los arrepentimenti – yerros que el artista dejó en la obra, que pueden entreverse porque no han sido totalmente eliminados– del propio Leonardo. Es decir, que esto tiene que haber sido copiado antes de que Leonardo hiciera esas enmiendas y correcciones. Tiene que haber sido hecho en el taller. 
-K: Además, un análisis de los pigmentos demostró que algunos colores estaban hechos de los mismos pigmentos que usaba Leonardo, en la misma proporción. 
-B: Estas obras son dos elementos fundamentales.

-Las pinturas son sus obras más conocidas, ¿pero cuál es el corpus más importante?
-B: “¡El dibujo, el dibujo…

-¿Qué dibujos? ¿Sus bocetos?
-B: Dibujos de todo, porque él todo lo que investigaba lo volcaba en dibujos. Son miles de folios manuscritos con dibujos, los que realizó. Era un trabajo cotidiano. Yo creo que no debe de haber pasado un solo día sin dibujar Leonardo. “Nula die sine linea!” (Ni un día sin una línea, menciona Burucúa, citando a Plinio). Risas generales.

-¿Qué fue lo que los sorprendió,  a medida que iban metiéndose en toda la obra de Da Vinci, lo que no esperaban encontrar? 
-B: Su búsqueda de las palabras para poder dar cuenta de cómo iba progresando su conocimiento sobre las cosas. Ese empleo que él logra hacer, ese refinamiento progresivo que fue alcanzando con el lenguaje, para dar cuenta, primero, de cómo pensaba, cómo se aproximaba a los problemas y trataba de encontrarles una solución. Y después, cuando encontraba la expresión, las palabras que elegía, es decir, la transparencia que adquirieron finalmente esas palabras respecto del fenómeno. Eso a mí me deslumbró. Y la minucia, el detalle con el que él fue desglosando la naturaleza, y fue encontrando cada uno de los eslabones que componen un fenómeno natural. Me pareció deslumbrante.
-K: A mí me sorprendió mucho la capacidad de Leonardo para aceptar que estaba equivocado, y de cambiar a medida que iba intentando generar algo nuevo, investigando. Me sorprendió su experiencia en relación con el hacer, que le demostraba que lo que él pensaba no era lo correcto. La capacidad que tenía de desmentirse a sí mismo y de aceptar que se había equivocado; de cambiar, incluso, cosas muy fundamentales de su pensamiento. Creo que muestra ese carácter de gran sabio que él tenía.

-¿Podrían dar ejemplos de estas características de Leonardo que les sorprendieron?
-B: Sí. Por ejemplo, él renunció a una idea muy arraigada, que sostenía que el proceso de la visión podía explicarse a partir del concepto de una pirámide visual que tenía su vértice mayor en el fondo del ojo. Leonardo pensó y desplegó la perspectiva a partir de esa idea. Pero después, en un momento, se da cuenta de que en el fondo del ojo tiene que haber también un ángulo, tiene que producirse una pequeña dispersión de los rayos de luz. Se tiene que formar una superficie para que un objeto se haga visible. Entonces él, a partir de determinado momento, rechaza esa vieja y acendrada idea del vértice de la pirámide visual, para pensar, más bien, en una superficie visual que se proyecta en el exterior del ojo. Y tenía razón.
-K: Durante buena parte de su vida, Leonardo pensó que los fenómenos del “mundo grande” –de la Naturaleza– y del “mundo pequeño” –del cuerpo humano– se tenían que explicar por las mismas formas de funcionamiento. Esto se debía a que había una larga tradición de pensamiento occidental que sostenía que existía una analogía entre los dos “mundos”. Leonardo pensó esto hasta que, conduciendo estudios sobre el funcionamiento de los sistemas de ríos, mares y lagos, y habiendo hecho algunos estudios anatómicos sobre el funcionamiento de la circulación de la sangre en el cuerpo humano, se dio cuenta de que esa analogía no funcionaba. Y cuando él se dio cuenta por la experiencia misma de estudiar los ríos y los lagos y los mares y las venas y las arterias y el corazón y otros órganos, de que esa analogía no andaba, decidió –en vez de decir “lo que yo veo está mal porque la teoría me dice que lo que debería de ver es tal analogía”–, él decidió, en cambio, renunciar a la teoría y dejar de pensar en una analogía entre microcosmos y macrocosmos (analogía que él había sostenido durante toda su vida y que le había dado bastante éxito para algunos de sus estudios sobre filosofía natural, e incluso para la construcción de máquinas y cosas).

-¿Cómo era la vida afectiva, emocional de Leonardo?
-K: Era, sobre todo, un artista de corte, alguien que trabajaba para los príncipes. Durante buena parte de su vida lo fue.  

-¿Durante casi toda su vida tuvo el apoyo político y económico de las cortes?
-B: Sí, e inclusive de una República que no era cortesana, como la República de Florencia. En un momento determinado, los florentinos expulsaron a los Medici  y fundaron una República. Y esa República estuvo entre los mayores comitentes de Leonardo. O sea: podríamos decir que lo apoyaban los poderosos.
-K: Sin embargo, Leonardo tuvo, en realidad, algunos problemas, porque la vida de las cortes y de las ciudades-estado italianas era bastante agitada en aquella época, en lo político y lo militar. Y  cuando alguna corte caía, Leonardo tenía que salir a buscar otro trabajo.

-De esto no se habla: ¡un Leonardo Da Vinci desocupado, que tiene que enviar currículums!
-B: Bueno, Da Vinci andaba y buscaba nuevos comitentes. Estuvo diecisiete años al servicio de Ludovico el Moro, duque de Milán. Después, a la caída de Ludovico, abandonó Milán y se fue a Venecia. Allí incluso hizo algún trabajo –técnico sobre todo– para la República de Venecia. 
-K: Cuando Leonardo se quedaba sin trabajo porque había problemas en alguna corte, sí, hacía lo que hace cualquier persona hoy: mandaba su currículum.

-Da Vinci era entonces un hombre que iba por las cortes, haciendo su propio marketing…
-B: Y también lo iban a buscar, a medida que su fama crecía. El empezó trabajando en el taller de su maestro, Andrea del Verrocchio. En esa época, estaba, aparentemente, en contacto con el círculo del famoso Lorenzo el Magnífico. Ahora, no sabemos muy bien por qué –hay varias hipótesis–, entre 1481 y 1482 empezó a pensar en abandonar Florencia.

-¿Cuáles son esas hipótesis que se barajan acerca de la mudanza de Leonardo?
-B: Hay dos, básicamente: una es que Lorenzo el Magnífico buscaba una alianza con Ludovico el Moro, y entonces le ofrece Leonardo a Ludovico. Y entonces ahí Leonardo envía su currículum. Es decir, sería como una especie de “homenaje” que le hace Lorenzo a Ludovico. Esta sería una posibilidad. De hecho, Leonardo va a ser como un embajador de Lorenzo en Milán. Llega allí con un arpa –que él mismo había fabricado–, y se pone a cantar. Y parece que su canto y su belleza –tenía una belleza magnética, parece, así como una personalidad muy amable y risueña–, fascinó a la duquesa. Otra hipótesis tiene que ver con un juicio que Leonardo había tenido en Florencia, por sodomía, que le amargó la existencia. Esta se consideraba una falta gravísima: si se probaba, era la muerte. Y aunque a Leonardo no lo condenaron sino que lo absolvieron, el asunto le molestó muchísimo. Tanto, que esa puede haber sido una de las razones que lo hicieron dejar Florencia e irse a Milán. 
-K: En Milán hizo puestas escenográficas para obras de teatro, organizó grandes mascaradas para las fiestas y las bodas…
-B: Y después hizo La última cena, ¿no? Luego partió hacia Venecia. Allí asesoró a la República acerca de cómo defenderse –con algunos dispositivos hidráulicos–, de una posible invasión de los turcos. 

-¿Cuánto vivió Leonardo?
-B: 67 años. No es tanto.

-Durante ese tiempo, ¿tuvo algún tipo de familia?
-B: El siempre estuvo muy ligado a su padre, un notario. Pero Leonardo era bastardo, no era hijo legítimo de su padre, quien lo tuvo siendo muy joven, un adolescente soltero, con una campesina.

-¿Quién crió a Da Vinci?
-B: Al principio, vivió con la madre. Pero después, cuando su padre  –que vivía en Vinci–, se trasladó a Florencia, estaba ya casado con una mujer que era estéril. Entonces lo adoptaron y se lo llevaron allí. Y el padre lo mandó al taller de Andrea del Verrocchio. Tiempo después, su padre enviuda y se vuelve a casar. Y tiene varios hijos, sus medio hermanos. Con ellos Da Vinci tuvo grandes dificultades cuando su padre murió, debido a la herencia.  

-Tenía bastante familia…
-B: Sí. Tuvo dos madres, y las quiso a las dos. Cuando la madre campesina murió, dejó un registro: “E morta la Caterina”.
-¿Eso sólo?
-B: No dice mucho más.

-Bastante escueto…
-B: No se estilaba mucho más que eso.

-Y de ahí en adelante, ¿qué más se sabe, de su vida afectiva?
-B: Ese juicio por sodomía a él lo paralizó. No se le conoce una vida sentimental. 
-K: Bueno, tuvo discípulos, a uno de los cuales –Francesco Melzi– le dejó en herencia sus manuscritos. Gracias a él se conservaron.
-B: Melzi y Salai eran sus dos discípulos predilectos, quienes estuvieron más tiempo con él. 
-K: Sus discípulos se iban mudando con él. 
-B: El los quería mucho, como a hijos. Melzi se volvió a Milán con todos sus manuscritos, que atesoró hasta el fin de sus días. Aunque los hijos de Melzi comenzaron luego a  venderlos. 

-¿Tuvo hijos Leonardo?
-B: No.

-¿Parejas?
-B: No. Todo el mundo presupone que era homosexual… No se puede decir que lo era, porque no hay documentos sobre su vida íntima. Es posible, pero no hay rastros.
-K : Freud especuló mucho sobre su relación con Salai; pero no hay pruebas. Son suposiciones. No hay rastro de que tuviera una vida sexual muy activa.
-B: Ese juicio por sodomía lo mortificó, y pareciera que a partir de ahí Leonardo pudo reprimir esa parte de su vida, ¿no? Aunque cada tanto tuviera alguna forma de expresión en su relación con los discípulos, a quienes él tanto quería. Hasta los dibujaba… 
-K: En sus pinturas, también, podría encontrarse algo de esa homosexualidad reprimida.
-B: O de esa ambigüedad sexual. Como en el San Juan Bautista, un personaje bastante andrógino. Pero bueno, de todas maneras, el análisis de Freud es extraordinario. Aunque no creo yo que esa cuestión sea algo definitorio en lo que podría ser la caracterización de su arte o de su estilo, como hay otros artistas en los que la homosexualidad sí fue determinante, como en Caravaggio.

-¿A qué edad Leonardo hace el “gran salto” hacia el reconocimiento?
-B: Creo que su gran fama la construyó durante su primera estancia en Milán. Era el más grande artista de la corte de Ludovico, una de las más grandes cortes europeas. 
-K: Aparte de los retratos y esculturas que hizo ahí –que causaron bastante impresión– le empezaron a llover pedidos de otras cortes, cuyos duques y duquesas querían que él pintara sus retratos.

-¿Qué tenían de particular los retratos de Da Vinci?
-B: Tenían una vida particular, que estaba dada por la captación del registro momentáneo, del movimiento congelado y resumido. La Gioconda marcó precisamente la inestabilidad de la expresión. Lo que la Gioconda trasunta es un cambio que está ocurriendo en el interior de la persona retratada. Eso es él, Leonardo, el primero que lo representa.
-K: Cuando ves la Gioconda no sabés si se ríe, si viene de reírse, si está calmándose, si está en un estado de cierta melancolía…
-B: No sabés. Puede ser cualquier sentido. Lo que eso sí demuestra es que hay un movimiento interior, los movimientos del alma; y Leonardo es el primero que los pinta. No es una expresión congelada. Es siempre algo pasajero, que no sabemos cómo va a seguir ni de dónde viene. Y que ahí está. Eso es lo que le permite decir a uno: bueno, esto es como la vida, ¿no? Siempre están, las personas, en estado transitorio. Leonardo, para sus retratos importantes, buscó eso.

-¿Qué implicó para ustedes  este proceso de acercamiento y redescubrimiento de Leonardo, a nivel personal?
-B: En un mundo como este, en el que todo está bajo sospecha, en el que hasta lo más bello parece estar transido de su opuesto, encontrar a este personaje que a lo largo de toda su vida buscó la verdad y la conjunción con la belleza, no deja de ser algo deslumbrante y esperanzador. Haber podido frecuentar a Leonardo durante tres años y medio, fue una de las cosas más maravillosas que me sucedieron como investigador: el contacto con un personaje  absolutamente excepcional.

Fuente: Revista Ñ Clarín

CHORIZO TAMBIÉN ES UNA CASA




 Típica. Con espacios amplios. La mayoría ya fueron recicladas.
Por Miguel Jurado*
* EDITOR ADJUNTO ARQ

Yoshi está fascinado con las casas chorizo, quiere conocer todas la variantes que existen. Yoshiharu Tsukamoto es japonés, doctor en Arquitectura y profesor en Tokio. Vino a Buenos Aires a dar un curso en la Universidad de Palermo y quedó fascinado por las casas chorizo, un tipo de vivienda que le parece increíblemente adaptable. Le traduzco en inglés la palabra chorizo y se mata de risa con Taku Sakaushi, el otro profesor que vino a Buenos Aires por el curso. Dicen algunas palabras en su idioma y vuelven a reírse repitiendo: chorizo, chorizo . Les explico que la palabra viene de la semejanza que tiene la sucesión de cuartos en un lote con el embutido atado con piolín. Me escucho y yo mismo no me lo creo ¿Quién habrá inventado una historia tan absurda? Yoshi y Taku vuelven a reírse.
Digo que la casa chorizo es un producto rioplatense que viene de la casa romana con patio central y de la colonial con tres patios sucesivos. Los japos me miran asombrados, cada tanto emiten una especie de ¡oh! Me parece que los he cautivado. Empiezo a contarles de la Ley de Indias, de la fundación de ciudades cuadriculadas durante la colonización española y del lote de 10 varas que da los 8,66 de nuestros terrenos. Los profesores ya no se ríen ni hacen ¡oh! Creo que los estoy aburriendo.
Yoshi y Taku son expertos en arquitectura, describen el desarrollo de Tokio mostrando tres generaciones de vivienda. Con lo poco que les explico de Buenos Aires, esbozan un teoría generacional de las viviendas porteñas. La primera generación, la etapa colonial. La segunda, la de las casas chorizo. Desde las iniciales con patio adelante y limonero, galería y patio atrás con la higuera, hasta los largos pehache de dos y tres pisos con patios sucesivos y largos pasillos. La tercera generación corresponde a los edificios racionalistas construidos entre el 30 y el 50, con frentes blancos, ambientes espaciosos y materiales nobles. La cuarta generación llega hasta hoy desde los edificios de departamentos construidos por ingenieros en los 60, con balcones corridos y barandas de fierritos verticales. Me quedo asombrado por la lucidez de su análisis.
Les prometo ir a ver una casa chorizo en vivo y en directo. Pienso en llevarlos a la casa de Berto que es arquitecto y va a entender el interés de los visitantes. Pero en esta época del año, el sol no llega al patio de la casa y Berto se deprime. Pienso en la casa de Male y Fabián pero me da no sé qué caerle con los japos y sus cámaras. Decido llevarlos a casa, un pehache reciclado en onda moderna pero que conserva carpinterías, paredes y pisos originales.
Yoshi llega con Momoyo Kaijima, su mujer, arquitecta y profesora también. Les muestro la casa y el pasillo que lleva a los departamentos del fondo. Momoyo hace un largo ¡oh! Y saca fotos. Les cuento que todas las casas chorizo tienen cuartos de 4 x 4 metros y entre 3,5 y 4 metros de alto. Que la mayoría de las ciudades argentinas fueron construidas con este tipo de vivienda entre 1890 y 1930. Les explico que el sistema para construirlas estaba increíblemente estandarizado, con carpinterías iguales y colecciones de ornamentos que elegía cada propietario a gusto y piacere.
Con cada afirmación mía, los japoneses emiten unos largos ¡oh! Los tengo fascinados. Los llevo a ver unos restaurantes de Palermo construidos en viejas casa chorizo. Yoshi y Momoyo sacan fotos a repetición. Los dejo en una parrilla para que degusten la carne argentina y les digo que ahora iban a probar los verdaderos chorizos. Yoshi y Momoyo dicen una palabras en japonés y se matan de risa. Sonrío y me voy.
Vuelvo a casa y le digo a mi hijo Emilio que los japoneses se súper entusiasmaron con el cuento de las casas chorizo, que no salían de su asombro y que todo el tiempo decían ¡oh! Emilio que salió un tiempo con una descendiente de japoneses, me explica que esa expresión es pura cortesía, un gesto de educación. Elijo no creerle.

Fuente: clarin.com

VESTIGIOS ARQUEOLÓGICOS CRISTIANOS
EN PELIGRO EN IRAK




Un encargado de excavaciones iraquí camina por un sitio arqueológico en el que se encontraba un monasterio cristiano preislámico, en la ciudad de Najaf, en Irak, el pasado 23 de abril.

Por Mohamad Ali Harissi

Descubiertos pero abandonados por las autoridades de un país más preocupado en la reconstrucción que en la arqueología, antiguos sitios del centro de Irak donde había vestigios cristianos están en peligro de desaparición, según expertos locales.
Tres de estos enclaves, cerca de ciudad santa chií de Najaf, 150 km al sur de Bagdad, formaron parte en el pasado de la ciudad de Hira, capital de la tribu preislámica de los lajmides, árabes beduinos cristianos. Hira fue su capital en los siglos V y VI. Lo que queda son sólo ruinas.
"Es un área de importancia histórica, ya que es rica en antigüedades, en particular ruinas de iglesias, monasterios y palacios", señaló Shakir Abdulzahra Jabari, quien dirigió varias excavaciones en 2007, 2009 y 2010.
"Actualmente, desde hace un año las antigüedades son descuidadas y no reciben ninguna atención, a pesar de que muchos países occidentales están interesados en la historia de Hira, principal puerta de entrada del cristianismo en Irak", subrayó.
Hira era célebre por sus palacios y monasterios, y los cimientos de sus abadías aún son visibles entre las ruinas. "Los cristianos vivieron un largo período en la región de Hira, donde representaban una tercera parte de la población de la ciudad: la tribu Al Abad era la más conocida de sus comunidades", dijo Yahya Al Kadhim Sultani, un profesor de Universidad de Kufa, cerca de Najaf.
"Hira se caracterizaba por un cierto número de iglesias y por la práctica de diversas actividades, tanto científicas como culturales", añadió.
Estos sitios demuestran la importancia de la presencia cristiana en Irak, en un momento en que su comunidad es objeto de ataques violentos por parte de extremistas, que han empujado al exilio a cientos de miles de ellos.
Hira siguió siendo la capital hasta el siglo VII, cuando las fuerzas leales al general árabe musulmán Jalid Bin al Walid la conquistaron por orden de Abu Bakr, sucesor directo del profeta Mahoma.
Varias series de excavaciones han sido realizadas en las últimas décadas, subraya Jabari. Investigadores de la Universidad de Oxford exploraron el sitio en los años 30, y expertos en antigüedades iraquíes hicieron excavaciones en 1938, 1956 y 1957.

Un encargado de excavaciones iraquí muestra un pedazo de unos restos arqueológicos de un monasterio cristiano de la era preislámica, el pasado 23 de abril en la ciudad de Najaf, en Irak.

Sin embargo, tras la invasión del país por parte de Estados Unidos, en 2003, y la caída de Sadam Husein, la investigación arqueológica está ahora lejos de ser una de las prioridades del Gobierno, a pesar de los 12.000 sitios identificados en el país.
Los equipos extranjeros tuvieron que renunciar a explorar en Irak debido a la violencia, que se ha reducido pero que sigue de actualidad. Los que han llegado se quedan confinados en el Kurdistán, región iraquí autónoma del norte mucho más estable que el resto del país.
"Las excavaciones en la zona se reanudaron en 2007, cuando las obras de ampliación del aeropuerto en Najaf se pusieron en marcha. El primero de los tres sitios fue descubierto entonces" y "hemos trabajado para preservarlo del proceso de ampliación", indicó.
Desde entonces, nuevas excavaciones en una superficie de 3.000 metros cuadrados revelaron los cimientos de varias estructuras de barro, cruces talladas en las paredes y un bloque de mármol con la inscripción: "Bendiciones de Dios y Dios perdona a los discípulos de Cristo".
En 2009, el servicio a cargo de las antigüedades en la provincia de Najaf anunció el descubrimiento de 2.100 objetos arqueológicos como monedas, trozos de cerámica y edificios que datan de la época de la dinastía lajmide.
"Sin embargo, la exploración cesó hace un año, al terminar el proyecto por falta de dinero. Desde entonces, ningún trabajo de mantenimiento se ha hecho en los sitios", agrega Jabari, que advierte que de continuar esta negligencia se va a la "destrucción" pura y simple de esas antigüedades.

Fuente: AFP

EL CUERPO FRANCÉS DE MARILÚ MARINI



La actriz argentina, que vive en París desde los 70, charló con Ñ digital antes de una nueva visita a Buenos Aires, donde presentará "Las criadas", de Jean Genet (julio, Teatro Alvear). Aquí habla de la condecoración que acaba de recibir de manos de Frederic Mitterrand, ministro de cultura francés, y de los desafíos que se planteó para interpretar papeles como el de La mujer sentada, de Copi, entre otros.

 FOTO GUY DELAHAYE
 

POR Alejandro de Núñez - Especial desde París. 

Commandeur des Arts et lettres. Marilú Marini, premiada por Frederic MItterrand, en chalra con Ñ digital. (A. de Núñez) Commandeur des Arts et lettres. Marilú Marini, premiada por ...

Fuente Texto y video: Revista Ñ Clarín.

EL INTENDENTE DE LA TERCERA FUNDACIÓN


Secreta Buenos Aires

Intendente. Alvear y su idea que no vio inaugurar: la Avenida de Mayo, a principios del siglo XX.

Por Eduardo Parise 

La historia registra que Buenos Aires tuvo dos fundaciones. Una, el 3 de febrero de 1536, a cargo de Pedro de Mendoza. La segunda, el 11 de junio de 1580, por Juan de Garay. Pero para algunos historiadores, la Ciudad tiene una “tercera fundación”. Es la que le atribuyen al cambio que produjo un señor llamado Torcuato de Alvear quien hace 129 años (se cumplieron el jueves pasado) era designado como el primer intendente porteño. Su gestión, sostienen, promovió tantos cambios que lo definen como el hombre que convirtió a “la aldea” en “la París de América”.
Torcuato Antonio de Alvear y Sáenz de la Quintanilla, tal su nombre completo, había nacido en Montevideo, Uruguay, el 21 de abril de 1822. Esto tenía que ver con el destierro de su padre, el general Carlos María de Alvear. Como fiel miembro de una de las familias patricias, desde joven admiró la estética que el barón Georges-Eugène Haussmann (1809-1891) le había impuesto a la capital de Francia: grandes avenidas, edificios de fina arquitectura y mucho espacio. Es decir: una “ciudad luz”. Entonces, no fue extraño que el 4 de diciembre de 1880 lo eligieran como presidente de la Comisión Municipal de Buenos Aires, encargada de administrar la Ciudad. Aquel estatus cambió el 10 de mayo de 1883, cuando el presidente Julio Argentino Roca lo designó intendente.
De origen conservador, sus ideas para la Ciudad lo erigieron en un transformador. Claro que tuvo muchas críticas por su estilo y su vinculación con lo más rancio de la aristocracia porteña. Pero en su gestión, Torcuato de Alvear empezó por demoler la Vieja Recova, un símbolo del tiempo virreinal que dividía a la Plaza de Mayo, trazó y planificó jardines y plazas (tarea en la que tuvo activa participación el paisajista francés Carlos Thays), transformó las avenidas, llenándolas de árboles y también hizo empedrar calles en todas las direcciones. Como ejemplo, se puede citar el cambio que provocó en la zona de Constitución transformando en una gran plaza lo que era un mercado y apostadero de carretas.
Aquel cambio no sólo apuntaba a lo estético. También tenía en la mira cuestiones de salubridad, porque “Don Torcuato” declaró obligatoria la vacunación contra la viruela; para evitar el cólera nombró comisiones en los barrios, que secaron pantanos y rellenaron zonas bajas; mejoró los hospitales que existían y creó nuevos, y hasta cambió la distribución del agua potable y la electricidad.
De todas maneras, la tarea de aquel “creador del Buenos Aires nuevo”, como le decían sus amigos, tiene en la historia un símbolo asociado a su deseo de transformación: abrir en pleno Centro una avenida con 30 metros de ancho (una calzada de 17 metros y a ambos lados, veredas de 6 metros y medio). Es la Avenida de Mayo, el lugar al que muchos consideran el puntapié inicial de ese cambio de imagen de la Ciudad. Y en su proyecto el intendente no dudó, aunque aquella demolición para abrir la avenida afectara las propiedades de familias con apellidos tan tradicionales como Unzué, Anchorena, Ezcurra o Alcorta y hasta el edificio del histórico Cabildo. El “gran boulevard” se iba a hacer a lo largo de diez cuadras, “cortando” la manzana entre las calles Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y Rivadavia.
Torcuato de Alvear no llegó a verla terminada. Murió en 1890, a los 68 años, y la inauguración oficial se realizó el 9 de julio de 1894 con una procesión de antorchas. Tampoco vio los bellos edificios que le dieron brillo a “la Avenida“. Ni la construcción de la línea A de subterráneos que, desde mayo de 1913, corre bajo su trazado y fue la primera que tuvo una ciudad de América latina. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

"ANTES DE MORIR QUIERO...",
UNA EXPO DE ARTE PARA INMORTALIZAR LOS DESEOS

 

Es un proyecto de una artista de origen taiwanés. Colocó en la calle una pizarra gigante para que la gente pueda confesar cuáles son sus anhelos más profundos.


La idea de la artista Candy Chang es que la gente conparta sus deseos más profundos.La pizarra, montada en la ciudad de Brooklyn. Estados Unidos.

"Viajar a la Patagonia", "tener una familia feliz", "ver Palestina libre"... Un proyecto interactivo de una joven artista urbana titulado "Before I die..." permite a la gente confesar en una pizarra sus sueños o deseos que quisieran alcanzar antes de morir.
Recientemente desembarcado en Washington D.C, el proyecto sorprende a quien camina entre la calle 14 y la Q de la capital estadounidense, en un barrio poco recomendable en el pasado, pero ahora muy de moda por la gran oferta de bares y restaurantes "trendy". Un Palermo Hollywood local.
Los vecinos del barrio se quedaron con la boca abierta ante la inmensa pizarra que invita a escribir -como si fuera un "cien veces no debo"- lo quisieran hacer antes de abandonar este mundo.
Entre las aspiraciones de los "washingtonianos" hay de todo: "volver a enamorarse", "convertirse en abogado" o "hacerse multimillonario". También, "viajar a Italia", a "la Patagonia" o "dar la vuelta al mundo". Algunos, más trascendentales piden simplemente "saber" y los más materialistas "tener mi propio caballo". No faltan los que anhelan tener habilidades como "bailar".
Muchos de los deseos incluyen viajes, pero también muchos otros contienen esperanzas de corte político, como ver la "paz en el mundo", una "Cuba libre" o "Palestina libre" e incluso ver a un "presidente transexual".
Este proyecto fue concebido por la artista y diseñadora Candy Chang, nacida en Pittsburgh de padres taiwaneses y criada en Ohio, Nueva York, Helsinki y otras ciudades del mundo.
Su primera instalación de "Before I Die..." ("Antes de morir, yo...") vio la luz en febrero pasado en la ciudad de Nueva Orleans, donde actualmente reside. En un lado de un edificio abandonado de esa ciudad, Chang montó su gigantesca pizarra para ayudar a los residentes a "recordar lo que era importante para ellos".
Desde entonces, el proyecto ha pasado por otras ciudades como Brooklyn, San Diego y Portsmouth. En la capital de Estados Unidos, más internacional que otras, muchas de las respuestas escritas con tizas de colores son de distintos idiomas. "Antes de morir quiero... ¡vivir bien!", escribió alguien en español. Las primeras frases que acabaron en la pizarra, de dos madrugadores que se acercaron a escribir a las cinco de la mañana del día en que se instaló el tablero, coincidieron: "to fall in love".
Varias horas después, la pizarra ubicada en el muro de un recinto donde antes había una lavandería ya estaba llena de deseos y sueños. No faltan las respuestas curiosas: "antes de morir quiero ver este edificio convertirse en una lavandería otra vez", escribió un vecino. O "Antes de morir otro quiero aprender a hacer una torta de queso perfecta", deseó otro. "Antes de morir quiero vivir sin arrepentirme de nada" o "inspirar a la gente".
Respuestas serias y otras no, mezcladas sin orden ni concierto, resumen el espíritu de quienes andan por las calles de estas grandes ciudades y se animan a confesar incluso sus deseos más profundos. Antes de morir...

Fuente: clarin.com

UNA CÁMARA DE FOTOS
FUE SUBASTADA POR MÁS DE 2 MILLONES DE EUROS



Fue fabricada por la empresa Leica en 1923. El precio al que se llegó en la puja organizada por la Galería Westlicht de Viena establece un nuevo récord mundial en el rubro.

Foto Reuters

El comprador, que decidió permanecer en el anonimato, se la llevó con una oferta de 1.800.000 euros, que ascendieron a la cifra final de 2.160.000 por los impuestos que debió abonar. El monto de salida fue de 300 mil euros.
Se trata de una Leica O-Serie, número 116. Se hicieron sólo 25 prototipos en una pre-serie, de los cuales apenas 12 siguen catalogados en todo el mundo. En 1925 se lanzó la producción en serie.
El récord anterior lo tenía una Leica O-Serie, número 117, que también fue subastada por la galería que dirige Peter Coeln. Se vendió en 2011 a 1.320.000 euros, lo que marca la reciente tendencia de los coleccionistas a interesarse por las cámaras antiguas.