HIRST SE CONSAGRA EN LA TATE,
EL OLIMPO DE LOS GRANDES ARTISTAS BRITÁNICOS





El artista británico Damien Hirst. EFE

Londres, 2 abr (EFE).- Controvertido y cada vez menos rebelde, Damien Hirst se consagró hoy a sus 46 años como uno de los artistas más influyentes del Reino Unido con su primera gran retrospectiva en la Tate Modern de Londres, templo del arte contemporáneo.
El antiguo "enfant terrible" de la escena artística londinense, que en los años noventa escandalizó con sus animales muertos metidos en formol, ha dejado atrás su viejo escepticismo para entregarse de lleno a la jerarquía del mundo del arte, donde ahora es poco menos que el rey.
Con veinticinco años de carrera a sus espaldas, Hirst ha accedido por fin a mostrar su trabajo en la Tate, museo que en sus inicios despreció porque era "donde exponían los muertos" y que ahora acogerá su obra del 4 de abril al 9 de septiembre.
"Creo que lo había estado evitando porque de alguna manera me intimidaba", confesó hoy el artista en una breve aparición para presentar la exposición a la prensa.
"Todos crecemos y maduramos, y él es ahora un artista de mediana edad que se ríe de los comentarios que hizo en su juventud", apuntó en declaraciones a Efe Ann Gallagher, comisaria de la muestra.
"Damien Hirst" recorre la trayectoria del creador desde su época de estudiante a finales de los años ochenta hasta la actualidad, en que se ha convertido en el artista británico vivo más cotizado y favorito de coleccionistas millonarios.
Hirst amasó una fortuna cuando en 2008 subastó en la casa Sotheby's por cuenta propia, puenteando así a las galerías de arte, varias obras que recaudaron 70,5 millones de libras (127 millones de dólares o 89 millones de euros), de ellas la más cara "The Golden Calf", adjudicada por el récord de 10,3 millones de libras (18,6 millones de dólares o 13 millones de euros).

Varias personas contemplan la obra del artista británico Damien Hirst "La Muerte Explicada". EFE


Aunque en esta exposición no está ese becerro de oro, sí se cuentan algunos de sus trabajos más emblemáticos, incluido, en una sala especial, el cráneo incrustado de diamantes titulado "For the Love of God".
También se puede ver por primera vez desde su concepción en 1991 "In and Out of Love", un "invernadero" donde vuelan las mariposas y que linda con otra sala en la que se exponen cuadros hechos con estos insectos muertos.
Una de las obras más impactantes es "A Thousand Years", de 1990: una vitrina con una sanguinolenta cabeza de ternera rodeada de moscas que pretende simbolizar el ciclo de la vida.
"La fragilidad de la vida y su relación con la muerte son temas constantes en Hirst, que además es muy consistente con sus motivos, que suelen ser mariposas, cigarrillos o las medicinas", explica la comisaria.
La exposición de la Tate, muy accesible y que sin duda será un éxito de público, incluye los lienzos con lunares de colores que se han convertido en la marca de Hirst en todo el mundo, junto con los animales metidos en líquido, como vacas, tiburones, peces u ovejas.
Está su cenicero gigante lleno de colillas (Crematorium, 1996), otro recordatorio de la inevitabilidad de la muerte, y, en la misma línea, su exploración del cuerpo humano y sus dolencias a través de vitrinas con cientos de medicamentos.
Audaz y creativo, su obra, que en su día conmocionó a la crítica, refleja las preocupaciones de la llamada generación de Jóvenes artistas británicos, a la que pertenece también la ya no tan joven Tracy Emin.
"Sin duda, Hirst es uno de los artistas más prominentes de esa generación y su trabajo resume la época que les tocó vivir como estudiantes, cuando Londres era muy diferente y no podían soñar con exponer en las grandes galerías", afirma Gallagher.
Ese rechazo por lo nuevo de la jerarquía artística de entonces llevó a Damien Hirst a organizar Freeze, una exposición alternativa donde él y sus colegas del Goldsmith College mostraron sus obras, muchas de las cuales fueron posteriormente adquiridas por el coleccionista Charles Saatchi.
Pese a alcanzar la fama y el reconocimiento, aún hay bastantes críticos en el Reino Unido que cuestionan el arte de este inglés nacido en Bristol, cuyo flirteo con la pintura en 2009 recabó catastróficas críticas.
¿Es o no arte lo que hace Damien Hirst?, es la pregunta recurrente. "Esta exposición ofrece la oportunidad de ver toda su obra junta y formarse una opinión, dejando de lado prejuicios", responde Gallagher.
Por Judith Mora


Fuente: EFE

SOROLLA SE ABRE PASO EN SAN PÍO V
CON SUS "JOYAS INÉDITAS"

 

Se amplía el espacio dedicado al autor

Joaquín Sorolla y Bastida, autorretrato.

VALENCIA, 2 - La Sala Sorolla del Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia se amplía con un nuevo espacio que acogerá las piezas del autor que se cedan o guarden en depósito en la pinacoteca. Para inaugurar este ámbito, que pretende convertirse en "anfitrión" de "pequeñas joyas" del artista en manos de coleccionistas particulares e instituciones, se exhibe desde este lunes el 'Retrato de Don Carlos Urcola con su hija Eulalia', que solo se había mostrado en el ámbito familiar, junto a otras piezas también inéditas.
Al acto de presentación de la obra --que la familia de Carlos Urcula ha dejado en depósito en el San Pío V por un plazo de dos años prorrogables-- han asistido la consellera de Turismo, Cultura y Deporte, Lola Johnson; el secretario autonómico de Cultura, Rafael Ripoll; la directora del Museo de Bellas Artes, Paz Olmos, e Isabel Álvarez de Sotomayor Urcula, hija de la niña, Eulalia, que aparece retratada en el cuadro.
La pieza, que llegó el pasado mes de febrero a Valencia procedente de Nueva York, está datada en 1914. Fue en el mes de octubre, a través de la mediación de Blanca Pons Sorolla, bisnieta de Joaquín Sorolla y la mayor especialista en la obra del pintor en la actualidad, cuando la Conselleria de Turismo, Cultura y Deporte entró en negociación con los herederos de la familia Urcola para el depósito de esta pieza.
El cuadro había salido previamente a subasta en la galería Christie's de Nueva York, pero no se llegó a consumar la venta al no alcanzarse el precio estipulado de salida.
De este modo fue como los herederos de la fallecida propietaria de la obra --la niña que aparece en el mismo-- se plantearon la posibilidad de negociar un depósito con el San Pío V, dado que la apertura de la Sala Sorolla por las mismas fechas del inicio de las negociaciones les daba garantía de que, además de las condiciones necesarias de conversación, la obra iba a ser expuesta, algo que no podía asegurar el Museo Sorolla de Madrid debido a la cantidad de fondos que posee, ha explicado Paz Olmos.
En este sentido, Isabel Álvarez de Sotomayor ha subrayado la voluntad de la familia de no desprenderse, si es posible, de esta pieza, puesto que se trata de un retrato "muy especial".
Se trata de un óleo sobre lienzo cuyas dimensiones son 166x92 cm, y en el borde superior izquierdo se encuentra firmado con una dedicatoria en la que se lee: 'A mi amigo Carlos Urcola, J. Sorolla'.
Junto a este cuadro de mayor formato, la familia ha cedido otras dos piezas inéditas, 'Retrato de la niña Eulalia Urcola', y 'Cosiendo las redes', que permanecerán en el museo valenciano durante cinco meses (del 1 de abril al 1 de septiembre).
El primero de ellos vuelve a mostrar una imagen infantil de Eulalia Urcola, esta ve en un lienzo más pequeño, de 54,5 por 73 cm. Pintado en 1920, capta una imagen de la niña montada en bicicleta, aunque solo se ve la parte superior del cuerpo, "como si fuera una fotografía", ha apostillado la directora del San Pío V.

MENÚ AUTÓGRAFO

'Cosiendo las redes' es una obra de reducido tamaño que Sorolla regaló a Carlos y Eulalia de Urcola, en recuerdo de una de las numerosas comidas familiares. Curiosamente, en el reverso se conserva un menú autógrafo de Sorolla en el que se puede leer: "3 Junio 1907/ Arroz / Pollo / Pescado / Vendimia / Helado / Quesos / Frutas/ Café Licores / Vinos / Jerez / Champan / ....".
Por la fecha, probablemente fuera la comida de despedida de la casa de La Angorilla en la que vivieron mientras María se recuperaba de la tuberculosis y que tan generosamente cedieron los Urcola a Sorolla.
Lola Johnson ha sido preguntada por si, ante la actual crisis económica, al Generalitat va a potenciar la política de cesiones frente a la de adquisiciones. Al respecto, la consellera ha señalado que lo que está haciendo su departamento es "poner en valor los fondos que posee la Generalitat, independientemente de la situación económica".

"HABRÁ SORPRESAS"

La Conselleria está en negociaciones con coleccionistas e instituciones para lograr más préstamos. "Habrá sorpresas, esperamos que sean muchas", ha comentado la titular de Cultura.
Tampoco ha descartado la posibilidad de celebrar una gran exposición dedicada a Joaquín Sorolla, aunque ha recalcado que la sala que lleva su nombre en el San Pío V constituye ya por sí misma una amplia muestra. En este sentido, ha resaltado "la respuesta del público a este espacio, que desde su apertura en octubre ha recibido unos 60.000 visitantes. 


Fuente: Europa Press

UNA PINTURA INÉDITA DE SOROLLA
MUESTRA LA CANDOROSA GRACIA DE LA NIÑEZ






El "Retrato de don Carlos Urcola con su hija Eulalia", de Joaquín Sorolla, depositado por la familia Urcola en el Museo San Pío V de Valencia, durante su presentación hoy a la prensa por la consellera de Turismo, Cultura y Deporte, Dolores Johnson, en la sala de esta pinacoteca, dedicada al pintor valenciano, donde ha sido instalado. EFE


Valencia, 2 - La fluida pincelada, la técnica y la vivacidad de las fisonomías desvelando la candorosa gracia de la niñez se advierten en el cuadro inédito de Joaquín Sorolla "Retrato de Carlos Urcola con su hija", que desde hoy se expone en la Sala Sorolla del Museo de Bellas Artes de Valencia.
La familia Urcola ha hecho un depósito por dos años prorrogable de esta obra y además ha cedido otros dos cuadros inéditos, el "Retrato de la niña Eulalia Urcola" y "Cosiendo las redes", que permanecerán en el museo desde hoy hasta el 1 de septiembre.
Así lo ha informado hoy en rueda de prensa la consejera de Cultura, Dolores Johnson, quien ha presentado esta composición que ha permanecido en la biblioteca de la familia Urcola durante muchos años y que no se ha exhibido nunca hasta ahora.
A la rueda de prensa también han asistido los representantes de la familia Urcola Isabel Álvarez de Sotomayor, hija de Eulalia, retratada en el cuadro, y María Brunet Alvarez de Sotomayor, la nieta.
Dolores Johnson ha explicado que el cuadro "perteneció a Carlos Urcola, después a su hija y a su fallecimiento no ha salido de la familia".
La directora del museo, Paz Olmos, ha manifestado que por mediación de Blanca Pons Sorolla, bisnieta de Joaquín Sorolla y la mayor especialista en la obra del pintor en la actualidad, en octubre se entró en negociación con los herederos de la familia Urcola para el depósito de la citada obra.
El lienzo había salido a subasta en la sala Christie's de Nueva York, pero no llegó a consumarse la venta al no alcanzarse el precio estipulado de salida.
"De este los herederos de la fallecida propietaria del cuadro, la niña que aparece en el mismo, se plantearon la posibilidad de negociar un depósito con nuestro museo, dado que la apertura de la Sala Sorolla les daba garantía de que la obra iba a ser expuesta en un marco idóneo y con las adecuadas condiciones de exhibición y conservación", ha añadido la responsable del centro.
En relación a los aspectos técnicos, Olmos ha explicado que esta pintura de cuerpo entero pertenece a la época madura de Joaquín Sorolla, en la que alternaba sus trabajos en la Hispanic Society con la ejecución de numerosos retratos de personajes famosos.
"Uno de los aspectos más difíciles de este tipo de pintura es el retrato infantil, pues es imposible realizarlos con soltura, sin tener un pincel muy ágil y manejar con gran destreza una paleta de finísimos colores", ha destacado la directora del museo.


Fuente: EFE

EL LOUVRE
CONFIRMA LA "REVISIÓN" DE LA EDAD DE SU GIOCONDA






Un grupo de turistas fotografían La Gioconda o Mona Lisa en el Museo del Louvre en París, Francia. EFE/Archivo

París, 2 - El Museo del Louvre confirmó hoy la "revisión" de la fecha de creación de su obra más famosa, la "Gioconda" de Leonardo Da Vinci, y aludió a la "interrogación" que se plantea desde hace tiempo sobre el asunto.
"Existe desde hace tiempo una interrogación sobre la conclusión de la Gioconda", dijo a Efe Céline Dauvergne, portavoz del museo parisino, que presenta actualmente la restauración de la "Santa Ana", considerada la "última obra maestra" del genio del Renacimiento.
"La revisión de la datación de la Gioconda solo tiene en cuenta efectivamente ese dato", agregó la portavoz sobre el asunto, que circuló este fin de semana después de la revelación de la revista especializada "The Art Newspaper".
"El catálogo de la exposición Santa Ana indica de este modo la fecha '1503-1519'" como rango de fechas posible de la creación de la también conocida como "Mona Lisa".
Hasta hoy solo se conocía la confirmación de esta variación de fechas por la propia revista, pero el Louvre no se había pronunciado al respecto en los últimos días.
El cambio de fechas fue calificado por la publicación como un hecho "radical", puesto que hasta ahora, la obra de Leonardo había sido fechada entre los años 1503 y 1506.
La modificación se incluye en el catálogo de la exposición recién abierta en el Museo del Louvre, donde también se exhibe la copia de la Gioconda del Museo del Prado, recientemente restaurada y elaborada en el taller del artista.
Esta "Gioconda" madrileña, creada según los expertos por un discípulo aventajado de Da Vinci (1452-1519), bajo su supervisión, no se expone junto a la auténtica, sino que se la representa en el Hall Napoléon, en la planta baja del Museo.
El cuadro original, que recibe diariamente una media de 20.000 visitantes, permanece en su sala habitual del primer piso "por razones de seguridad, de conservación y de acogida", según explicó una fuente del museo la semana pasada.


Fuente: EFE

COMPRÓ UN ORIGINAL DE PICASSO POR 14 DÓLARES




Zachary Bodish, aficionado al arte, creía que era una reproducción.



Pablo Picasso
 
WASHINGTON.- En el mundo del arte la adquisición de un Picasso está unida al desembolso de multimillones -el pintor malagueño es el único que tiene tres de sus pinturas entre las obras más caras de la historia-. Al menos hasta el pasado 1° de marzo, cuando Zachary Bodish, de Ohio, compró un Picasso por US$ 14,14 en una tienda de artículos de segunda mano.Bodish creyó que el póster que encontró entre cuadros era una reproducción y ni reparó en una mancha de tinta roja de una esquina. Este aficionado al arte había acudido a la tienda en busca de muebles kitsch y lo único que le llamó la atención del cartel era que "su aspecto fuera mate y no tuviera el acabado brillante que suelen tener los pósteres".
Al llegar a su casa descubrió que el garabato de color rojo era la firma del autor acompañada de los números 6/100. Aunque no hay confirmación oficial, varios expertos en arte han coincidido en que el autógrafo de Picasso parece auténtico.

Ésta es la obra de Picasso comprada en los EEUU por sólo 14 dólares.
 
El póster podría ser el sexto de una serie de 100 originales y numerados -según se deduciría de la indicación 6/100 en la esquina del afiche, de acuerdo con los expertos- que el pintor realizó en 1958 para anunciar una exposición de sus cerámicas en Francia. Tras conocerse el hallazgo, el propietario original reconoció a un periódico de Ohio que se lo había regalado un amigo en 1960 y que se deshizo de él en una mudanza porque "no tenía ni idea de su valor real".
Los expertos aseguran que podría alcanzar los US$ 6000 en una subasta. En 2006, Sotheby's vendió un ejemplar similar de la serie por US$ 4600. Un año después Christie's subastó otro por US$ 4700. Bodish no ha decidido a vender su adquisición.
El de Bodish no es el primer descubrimiento casual de obras de arte valiosas. En noviembre de 2010, Piere Le Guennec, un electricista francés retirado, hizo públicos 271 bocetos del autor malagueño. Le Guennec aseguró que el pintor se los había regalado en agradecimiento por las reparaciones que le hizo en su casa de la Costa Azul.
© El Pais 

Fuente: lanacion.com

"LA DUDA", UNA JOYITA EN RETIRO





El joven y el viejo. En Santa Fe y Maipú, inaugurada en 1906.
Por Eduardo Parise


En su entorno hay tanto para mirar (monumentos, edificios majestuosos, palacios históricos y una vegetación exuberante) que muchos pasaron frente a ella cientos de veces, pero nunca la vieron. Sin embargo, está allí desde hace más de un siglo, cuando una comisión la compró en Europa y la trajo. La idea era embellecer los espacios verdes porteños con esculturas importantes, algo que le faltaba a la Ciudad. Entonces, en 1906, la pusieron en la Plaza San Martín, en Santa Fe y Maipú, a unos metros del monumento al Libertador José de San Martín.
La obra no tiene grandes dimensiones y está casi a ras del piso. Pero tiene tanta fuerza que el frío mármol de Carrara que su autor usó para hacerla queda en el olvido con sólo mirarla. La escultura se denomina “La duda”, como puede leerse, en francés, sobre el pedestal que la sostiene. Y es obra de Louis Henri Cordier (1853-1925), hijo de otro escultor llamado Charles Henri Joseph Cordier (1827-1905), un hombre que perteneció a la École des Beaux-Arts de París y que, como queda a la vista, también supo trasmitirle su talento a Louis. Fue adquirida por Manuel G. Güiraldes, en 1905.
“La duda”, algo complicado de graficar con imágenes, muestra a un joven y a un anciano quienes, colocados sobre una roca, meditan sobre la lectura de una Biblia abierta, a la izquierda del joven. Este se encuentra en cuclillas, mientras que el anciano, arrodillado, parece estar buscando las palabras precisas para convencerlo de sus cuestionamientos al texto del libro. El gesto adusto del joven, que se refleja en un rostro que denota una actitud pensativa, es la mejor imagen para sintetizar lo que quiere mostrar el título de la obra: irresolución, perplejidad, vacilación. Es decir: la esencia de toda duda luchando entre dos propuestas diferentes.
Muchos creen que esas figuras esculpidas por Cordier tienen un simbolismo: dicen que equivalen al Antiguo y al Nuevo Testamento, algo que representan el anciano (con su brazo en actitud paternal colocado sobre el hombro del joven) y el muchacho, con su brazo izquierdo casi apoyado sobre ese libro abierto que contiene buena parte de la historia universal. Y aunque muchos pensaron que esa connotación religiosa iba a generar críticas porque significaba dudar de ellas, nunca hubo cuestionamientos. De todas maneras, la imagen no quedó exenta de algún desaprensivo que demostró no merecer el calificativo de persona y, como tantas otras en la Ciudad, sufrió algún ataque. Así, la que pagó el precio del vandalismo fue la mano derecha del anciano, que está mutilada.
Está claro que la Plaza San Martín es un lugar importante de Buenos Aires. Lo prueban las excavaciones que se están haciendo en un área del lugar para conocer el pasado de la Ciudad a través de objetos enterrados. También hay otros objetos que no están bajo tierra, aunque algunos tampoco los tengan visualizados. Uno de ellos es la estatua que recuerda a Leandro Alem (1844-1896), fundador de la Unión Cívica Radical. Fue inaugurada en 1925. Instalada en el cruce de la avenida Alem con la calle Maipú, la figura de bronce se levanta sobre una base de granito. Su autor es Pedro Zonza Briano, un escultor argentino que murió en 1944. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com

EL ARTE Y SU FUNCIÓN DE EMBELLECER LA GUERRA




Los artistas no sólo conmemoraron el belicismo y sus batallas; también lo acicalaron para curar las heridas de los hombres que padecieron o recuerdan los enfrentamientos.


Anghiari de Leonardo da Vinci. Victoria de los florentinos sobre los milaneses en el siglo XV .

Por Rafael Argullol

El que hubiera sido el espacio artístico más celebrado del mundo estaba dedicado a la guerra. Me refiero a las dos grandes pinturas murales encargadas por la Signoria de Florencia a Leonardo da Vinci y Miguel Angel para conmemorar las batallas de Anghiari y Cascina, con sendas victorias de las tropas florentinas.
Los encargos nunca llegaron a buen término, para desesperación de los patrones, que ya habían adelantado el dinero, porque Leonardo, según era frecuente en él, utilizó una técnica no contrastada de pintura al fresco, con el subsiguiente fiasco, y Miguel Angel, de acuerdo también con sus costumbres, se entretuvo durante mucho tiempo con los cartones preparatorios, sin decidirse a la realización final.
No podemos, por tanto, contemplar ese espacio único, pero sí hacernos una idea de la importancia constante de la guerra en la historia del arte. El Renacimiento no fue, desde luego, una excepción y tanto Miguel Angel como Leonardo, florentinos, habían tenido ocasión de aprender el tratamiento del combate realizado por Paolo Uccello, con sus tres variaciones sobre La batalla de San Romano.
Sin embargo, el Renacimiento italiano no hizo sino llevar a una extrema perfección la inmemorial tendencia artística a rememorar los hechos bélicos. Es una tendencia sin excepciones: de un lado al otro del planeta, en cualquier tradición mítica, en cualquier civilización, encontramos materializada la innata inclinación humana a mezclar la guerra con lo que con el tiempo hemos llamado arte.
Una visita al British Museum o al Louvre, con los bajorrelieves asirios y los frisos griegos, siempre va acompañada por el sonido de los tambores de guerra; y otro tanto sucede, por supuesto, cuando uno se pierde por las excepcionales salas del Museo Antropológico de México o por los pasadizos de la Ciudad Prohibida de Pekín. Si nos remontamos más atrás la herencia es la misma: junto a las escenas rituales y la caza, la guerra ocupa el testimonio central de las pinturas rupestres del Magreb o de la Península Ibérica.
Las razones no son difíciles de comprender si recordamos la función de la violencia en la historia humana, y la extrema cercanía entre sangre y poder. El arte conmemora y embellece la guerra, elevando a la épica lo que en su cotidianeidad fue horror, sufrimiento y muerte. Pero no hay que descartar asimismo una función catártica: representando la guerra el hombre ha querido, en cierto modo, curarse de sus heridas.
Y de hecho puede medirse el grado de libertad y generosidad de una cultura en el tratamiento artístico de los vencedores y de los vencidos. Las sociedades crueles quieren aplastar a los derrotados incluso en las representaciones mientras las sociedades libres –como la que se encarnó en la tragedia griega– tienden a igualar en el arte a vencidos y a vencedores, la actitud más noble que puede exhibir la condición humana.
Esta misión conmemorativa y catártica del arte con respecto a la guerra, estable durante milenios, se modifica notablemente en la época moderna. Consecuentemente con los tiempos de la movilización total, inaugurados por Napoleón Bonaparte y La Grande Armée, el arte, sin dejar de lado la función rememorativa, tenderá a convertirse en testimonio directo de los acontecimientos. Baudelaire considera, por ejemplo, a Constantin Guys el “pintor de la vida moderna”, entre otras cosas, por su participación en la guerra de Crimea como corresponsal bélico, avant la lettre .
Naturalmente, esta inclinación presentista del arte en relación a la guerra se acentúa de manera drástica con las nuevas tecnologías.
Es bien significativo que la recién inventada fotografía experimentara inmediatamente sus poderes en la Guerra Civil norteamericana. Desde ese mismo momento, la fotografía toma el relevo de la pintura en el vínculo privilegiado con la batalla, si bien esta última nunca abandona su vertiente conmemorativa y catártica, de la que son una buena muestra los cuadros expresionistas alrededor de la Primera Guerra Mundial o el Guernica de Picasso. Con todo, en el siglo XX son la fotografía y luego el cine los encargados de transmitir y multiplicar los efectos bélicos ante una humanidad azotada por una violencia masiva sin precedentes.
Nuestra última centuria es barroca, una ópera negra que se encarna en multitud de obras maestras, de las que Apocalypse Now de Coppola sería una buena muestra.
Sin embargo, en algún sentido también es abstracta y, así, la captación del hongo atómico fue brutalmente depurada, como una aparición, como un espectro. Mondrian hubiera podido pintar lo que captaron las cámaras en Hiroshima, o, mejor, Malevich. Una imagen pura con efectos devastadores. Todavía hoy hay una escuela de pintura japonesa dedicada exclusivamente a ellos.


Fuente: Revista Ñ Clarín