Cinco siglos de historia bajo Plaza San Martín. Encontraron
objetos de la vida cotidiana de los porteños desde el siglo XVI. Para
eso, hicieron un foso de 3,25 metros cerca de Libertador y San Martín.
Hay vajilla, juguetes o partes de construcciones y cimientos.
En un foso de 3,25 metros de profundidad, se resumen cinco siglos de historia
de la Ciudad. Desde la tosca de la orilla original del río hasta los
cimientos de un antiguo hotel que fue demolido en los años 30. Entre la
tierra, aparecen objetos: cerámicas, mayólicas, huesos. Todo esto fue
hallado en menos de un mes , en las excavaciones que realizan en
Plaza San Martín los arqueólogos de la Dirección General de Patrimonio e
Instituto Histórico, dependiente del Ministerio de Cultura porteño.
A
metros del Monumento a los caídos en la guerra de Malvinas, en San
Martín y Libertador, un pequeño obrador resguarda el foso que sirve de
puerta al pasado de Buenos Aires. En el piso se observa la tosca del
antiguo lecho del río, que antiguamente llegaba hasta la avenida Alem.
Algo más arriba se identifica el perfil de un piso oscuro, quizás de la época colonial
. Y un metro por encima se ven los restos chamuscados de la quema, que
eran utilizados como relleno para ganarle espacio al río.
“El
primer relleno trascendente de la Ciudad se hizo en 1855 en la Plaza
Fuerza Aérea Argentina, donde hoy está la Torre de los Ingleses. Y se
hizo para construir la usina de gas de alumbrado”, cuenta el arquitecto
Néstor Zakim, del Instituto Histórico porteño.
En el medio de la pared de tierra del foso, asoma un plato
. Más abajo hay una pared de ladrillo y un piso del Hotel Retiro, que
funcionó sobre Alem desde fines del siglo XIX hasta 1936, cuando fue demolido
para ampliar la plaza. Este hotel recibía a los viajeros del
ferrocarril que desde 1863 unía Buenos Aires con Rosario, y que luego se
convirtió en el Mitre.
Este es el segundo punto de la plaza donde
se excavó: el primero fue en Libertador y Juncal, donde se toparon con
lo que creen que fue el basural de una casa. En ese lugar hallaron los pedazos de cerámicas españolas hispano-indígenas, que datan del siglo XV, y mayólicas españolas del siglo XVII.
Se
excavó en estos lugares porque, hasta su demolición a partir de 1934,
allí había dos manzanas construidas. En esta hectárea se desplegaban
viviendas, edificios municipales y, además, estaba el hotel Retiro.
Estas manzanas estaban divididas por la diagonal Falucho. Fueron
eliminadas para ampliar la plaza siguiendo un diseño de Carlos León
Thays, hijo.
“Están apareciendo objetos de la vida cotidiana, que
sirven para conocer a qué jugaban, qué comían o qué tomaban los antiguos
porteños”, detalla Ulises Caminos, el arqueólogo jefe de la excavación.
En una mesa de trabajo montada en un contenedor, se despliegan algunos
hallazgos. Como la cabeza de una muñeca de porcelana, peinada con
rodete, posiblemente de origen inglés o francés. O una ficha de dominó hecha en hueso
, que dataría del siglo XIX. También hay fragmentos de vajilla. Y
trozos de un porrón de cerveza marca Glasgow-Kennedy, que se fabricó
entre los siglos XIX y XX. Además, los arqueólogos hallaron partes de un
patio de fines del siglo XIX, que ahora planean reconstruir . Y un trozo del antiguo adoquinado porteño que, se cree, llegó al lugar como material de relleno.
Todavía
falta avanzar en ponerles una fecha más precisa a los descubrimientos e
interpretarlos. “Encontramos varios pedazos de huesos, sobre todo de
cordero. Esto nos permite deducir que esa carne se consumía más que la
de vaca”, ejemplifica Caminos.
Hace diez días, los técnicos del
Ministerio de Desarrollo Urbano también exploraron la plaza con un
georadar. Este aparato funciona con impulsos electromagnéticos, que
catean el terreno hasta una profundidad de 30 metros. “Es como una
ecografía –explica el director de Planeamiento de la Ciudad, Fernando
Alvarez de Celis–. Permite ver en tres dimensiones dónde cambian los
distintos usos del suelo. Ya relevamos la plaza y ahora, hay un equipo
interpretando las imágenes”.
El objetivo es detectar otros rastros
del valioso pasado de la plaza (ver recuadro). “Si de esa información
surge la posibilidad de lograr más hallazgos, seguiremos buscando
–anticipa el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi–. Esto es
arquitectura urbana de proximidad: permite conocer más sobre la vida
cotidiana de varias generaciones de porteños”.
UNA ZONA REPLETA DE LEGADO PORTEÑO
UNA ZONA REPLETA DE LEGADO PORTEÑO
La Plaza San Martín fue diseñada en 1860 por José Canale y
remodelada en los años 30 del siglo XX por Carlos Thays hijo. Su
historia está ligada a la de la Ciudad. Dicen que en el siglo XVI, en
estos alejados terrenos costeros se retiró un criminal llamado Sebastián
Gómez, que llegó con Pedro de Mendoza. Para redimirse, levantó una
ermita y una gran cruz. Otros afirman que la cruz fue puesta por Garay,
para marcar el límite de la Ciudad. La Ermita de San Sebastián ya
aparece en un plano de mensura de 1608.
En 1692, en las actuales Arenales y Maipú el gobernador Agustín de Robles construyó su quinta El Retiro, de 39 habitaciones. En 1703, se la vendió el comerciante Miguel de Riglos, que se la alquiló a la compañía “Guinea de Esclavos”. Y en 1718 la vendió a la South Sea Company. Ambas usaron la casona como barracón y mercado de esclavos. La quinta fue expropiada en 1739.
Por su ubicación estratégica, desde 1773 en el sector de la plaza cercano a Maipú y Florida se instalaron distintos cuarteles. Allí se alojaron la Escuela Práctica de Artillería, los Dragones y los Húsares. Y en 1812, en uno de ellos San Martín entrenó a sus Granaderos a caballo. Por entonces, el lugar se llamó Plaza de Marte En 1801, donde hoy está el monumento al Libertador se inauguró una plaza de toros para 10.000 espectadores, que funcionó hasta 1819. En ella, en 1806 se concentraron las tropas de Liniers, en la primera invasión inglesa.
Los cuarteles fueron retirados en 1883. Y en 1891, en la Plaza San Martín se montó el Pabellón Argentino que, en 1889, había estado junto a la torre Eiffel en la Exposición Universal de París. La estructura de hierro y vidrio, diseñada por Albert Ballú, albergó al Museo de Bellas Artes hasta que, en 1933, fue desguazada.
En 1692, en las actuales Arenales y Maipú el gobernador Agustín de Robles construyó su quinta El Retiro, de 39 habitaciones. En 1703, se la vendió el comerciante Miguel de Riglos, que se la alquiló a la compañía “Guinea de Esclavos”. Y en 1718 la vendió a la South Sea Company. Ambas usaron la casona como barracón y mercado de esclavos. La quinta fue expropiada en 1739.
Por su ubicación estratégica, desde 1773 en el sector de la plaza cercano a Maipú y Florida se instalaron distintos cuarteles. Allí se alojaron la Escuela Práctica de Artillería, los Dragones y los Húsares. Y en 1812, en uno de ellos San Martín entrenó a sus Granaderos a caballo. Por entonces, el lugar se llamó Plaza de Marte En 1801, donde hoy está el monumento al Libertador se inauguró una plaza de toros para 10.000 espectadores, que funcionó hasta 1819. En ella, en 1806 se concentraron las tropas de Liniers, en la primera invasión inglesa.
Los cuarteles fueron retirados en 1883. Y en 1891, en la Plaza San Martín se montó el Pabellón Argentino que, en 1889, había estado junto a la torre Eiffel en la Exposición Universal de París. La estructura de hierro y vidrio, diseñada por Albert Ballú, albergó al Museo de Bellas Artes hasta que, en 1933, fue desguazada.
Fuente: clarin.com