Lecturas
Una lectura sobre la vida ilustrada de Anthony Browne.
Anthony Browne
Por Coni Salgado
Desde
la portada del libro, un simio fija sus profundos ojos celestes sobre
mí. Hay algo de humanidad en su mirada, algo de transparencia. Se trata
de Willy, el personaje más característico de la obra del ilustrador
Anthony Browne. Al dar vuelta las primeras páginas, la historia empieza
a narrarse por el mismo autor de los dibujos, y a través de sus
palabras, se comienza a jugar el juego de las formas.
Muchos años atrás, este artista completo, talentoso y polémico,
comenzaba una carrera que pareciera reciclarse y transformarse a través
del tiempo. Su aporte a la historia de la literatura infantil y juvenil
es indiscutible, y los resultados significativos de su obra van dejando
huella en un público amante del álbum ilustrado para niños y, por qué
no, en todo aquel que encuentre este género literario rico en contenidos
y fascinante en formato.
|
Willy, el personaje más característico de la obra del ilustrador
Anthony Browne |
La infancia feliz
La vida de Anthony Browne siempre estuvo signada por el arte. Hijo de
una familia tipo inglesa, supo encontrar en el calor familiar el
incentivo para disfrutar de una infancia feliz llena de juegos y la
apreciación por el dibujo y la literatura. Al papá de Anthony le
encantaba dibujar y en ocasiones actuaba en la Sociedad de Dramaturgia
Amateur de Brighouse. Su hijo no sólo disfrutaba de estas aptitudes de
su padre, además las tomaba como excusa perfecta para jugar al juego de
las formas. Pero ¿de qué se trata este juego en el que Anthony Browne ha
basado su conexión con el mundo del arte y en particular con el
maravilloso universo ilustrado?
El juego de las formas
Es fácil y, según el autor, la mayoría de los niños han jugado este
juego durante su infancia. Una persona dibuja una forma abstracta, otra
persona, con un color diferente, la transforma en algo. El juego de las
formas tiene una conexión directa con la capacidad de creatividad en los
seres humanos. Después de un tiempo, ya no es necesario el marcador y
basta la imaginación para dar forma a los pensamientos más surrealistas y
oníricos. Pero es cierto que durante la vida adulta perdemos esta
capacidad de imaginar mundos posibles creados a partir del juego.
Además, jugar el juego de las formas implica la experiencia de cada
individuo, pero por sobre todas las cosas la posibilidad de abrir la
mente a un vuelo catártico y fascinante.
Los primeros dibujos que Browne realizó de niño muestran un poco más
de lo esperable: un rostro saliendo de un zapato, rodillas con caras,
garabatos con la posibilidad de una segunda lectura.
Desde temprano Anthony Browne logró percibir situaciones que calaron
hondo en la formación de su personalidad y que inevitablemente se
manifiestan a través de sus trabajos y en la totalidad de sus libros:
las diferencias sociales, la soledad de las personas, la vulnerabilidad
de los fuertes, la timidez, la inseguridad de los niños, etc.
En los juegos la imagen de su hermano Michael se vuelve fundamental
para el desarrollo de la capacidad de intercambio y superación. También
aprende la frustración de las diferencias y la admiración por aquello
que a determinada edad no puede lograrse. Browne se vuelve amante del
rugby, deporte que practica junto a su hermano y en el que se destaca.
Aprende a respetar este juego admirado por la táctica, estrategia y
desarrollo visual del deporte. El rugby también es reflejado en su obra,
en ocasiones de manera humorística, en donde destaca la fortaleza de
los jugadores en contraposición con la sensibilidad que existe más allá
del juego.
Papá, el gorila más fuerte
En la vida de Browne, se produce un quiebre que marca un antes y un
después. Durante su adolescencia, su padre fallece de un ataque
cardíaco. La muerte empieza a influenciar sus dibujos y la tristeza se
instala en sus pensamientos. Su papá constituía la imagen de la
fortaleza, del héroe. El primer gorila que Browne conoce y admira. Con
su partida, siente la impotencia y la frustración de ver al rey del
castillo, al hombre de acero, desplomarse para siempre. Con el vacío
irremediable de su ausencia, nada vuelve a ser igual.
Dibujando ratas
Anthony Browne comienza a pasar su tiempo entre la escuela de arte y
los trabajos en diseño gráfico. Artistas como Bacon, Magritte o Dalí le
son de gran interés y comienzan a influir su trabajo. Dibujos, óleos y
acuarelas pasan a ser sus elementos de trabajo.
La vida comienza a exigirle un trabajo y Browne consigue finalmente
una entrevista para hacer dibujos relacionados con la medicina. El juego
de las formas sigue su curso y el autor sortea los obstáculos del
contacto directo con la muerte, perfeccionando de esta manera la calidad
de sus dibujos y pasando desesperadamente a otra etapa. En
contraposición con la tarea de dibujar cadáveres, Browne consigue
algunos trabajos en publicidad y la posibilidad de darle imagen a las
tarjetas de felicitaciones para la galería de Gordon Fraser.
De a poco y sin buscarlo, el talento de Anthony Browne comienza a perfilarse hacia el mundo de la literatura infantil.
Primeras publicaciones
El primer álbum ilustrado llega de la mano de Michael Brown, que
ofrece a A. B. la posibilidad de ilustrar su primer libro para niños.
Inevitablemente, los animales aparecen en los trabajo de Browne, que
intenta asegurar mediante los típicos personajes su llegada a los más
pequeños. Crea así la historia de un elefante que se aleja de su madre y
se pierde en la selva.
Ensayos, errores y modificaciones más tarde, Browne conoce a quien
sería su editora durante muchos años: Julia MacRae. Aquí comienza el
camino que nos llevará de la mano de Browne directamente a los pasos de
Willy, el simio que mientras escribo esta nota, sigue mirándome
intensamente desde la portada del libro.
El álbum ilustrado
Tal vez sea el intercambio y la experimentación junto a otros lo que
produce el verdadero aprendizaje en el transcurso de la vida. En la
comunicación y en la exploración en busca de las palabras se descubren
los secretos de aquel objeto que desmenuzamos para profundizar su
existencia. Así fue cómo Anthony Browne compartió y aprendió muchas
cosas relacionadas con el mundo de la literatura en compañía de su
editora. Ella le enseñó la esencia y la importancia en el formato de un
álbum ilustrado: hay que dejar un hueco entre la ilustración y el
texto y no tratar la ilustración como una simple representación visual
de una descripción. Estos huecos se dejan, como silencios, como vacíos, para que el lector pueda hacer uso de su imaginación.
La tensión entre texto e imagen se volvió fundamental en el estilo y el desarrollo en toda la obra de Browne.
Tómala. La crítica como construcción del éxito
A través de la historia de Browne, y acorde a las repercusiones de su
crecimiento artístico, las críticas comenzaron a llegar por parte de
niños, editores y especialistas del mundo de la literatura infantil.
Browne necesitaba cambiar, explorar el uso de diversos materiales y
recursos visuales que atraparan al lector. Pero el motivo del uso de un
abanico amplio de herramientas se debe en primer lugar a una necesidad
personal de mantener el interés por su dibujo para asegurar la
continuidad en el incentivo de sus proyectos. Sencillamente, Browne
cuenta que necesitaba divertirse. De esta forma comienza a incluir en
sus ilustraciones detalles en fondos y sombras que generan
inevitablemente en el lector una fascinación por el descubrimiento de
objetos escondidos. Estas pequeñas maravillas de la creatividad suelen
guardar relación con la obra de otros artistas, y exponen en una lectura
profunda un fin premeditado por el autor para lograr el complemento en
las historias.
El primer Browne por Browne
A través del espejo mágico es el primer libro de la autoría
de A. B. Cuenta la historia de un niño con una vida normal que pasa un
día a través de un espejo para descubrir un mundo extraño. En esta obra
el autor derrocha toda su fascinación por el surrealismo a partir de las
imágenes e idea una trama a partir de lo visual. Esta experiencia le
sirvió para comprender o sentir que en un álbum ilustrado el mejor
resultado suele encontrarse desarrollando ilustraciones y texto en
simultáneo. Esta ecuación no impidió a Browne, de todas formas, probar
todo tipo de tiempos y procesos posibles acordes a cada proyecto.
El libro fue un éxito y de aquí en adelante varios más cobraron forma bajo la marca y el estilo de Browne. El clásico Hansel y Gretel descubre en el pincel del ilustrador una original versión repleta en detalles y rica en verdades sociales.
Sin embargo, pintar personas o elegir humanos para protagonizar
álbumes ilustrados, se convierte para el autor en un desafío importante
en el que comienza a observar la fuerte impresión que producen las
historias en donde la profundidad de la trama puede ser suavizada o
digerida de manera diferente involucrando animales con conductas humanas
como protagonistas.
Contacto directo
¿Por qué dibujás tantos gorilas? Esta pregunta se ha hecho frecuente en entrevistas y encuentros en la vida de Browne.
Existen tres motivos por los cuales dibujar gorilas se ha convertido en su marca registrada.
¨Son criaturas fascinantes de observar y se parecen mucho a la gente. Y me recuerdan a mi padre.¨ Pero
si bien este ilustrador ha pasado horas enteras en el zoológico
observando las conductas de estos animales, su primer y único contacto
con ellos lo ha llevado a decidir que prefiere ilustrarlos a sumergirse
en su mundo real. La anécdota empieza con el interés de un canal de TV
por entrevistar a Browne, directamente desde la jaula de los gorilas del
zoológico. La experiencia se vuelve traumática: tras una pequeña
agresión del simio, Browne es hospitalizado y decide que su contacto con
ellos será mediante la ilustración.
En la similitud entre los gorilas y los humanos Browne aprende a
disfrazar historias que de otra forma serían más crudas o no tendrían el
encanto del universo animal tan característico en los libros para
niños.
Nace Willy
Un día del proceso interno que llevaba a Browne al encantamiento por
los gorilas y sus características más interesantes, nace Willy como
resultado de una necesidad por transmitir al lector sentimientos
personales directamente relacionados con su historia personal. No es que
fuera el fin del autor, sino que naturalmente los recuerdos de la niñez
y sus reflexiones sobre la sociedad se ven plasmados inevitablemente en
las características de sus personajes.
“Willy sería un chimpancé; pero su origen como personaje es más evidente. Willy enfrenta la vida como un niño”.
En Willy pareciera haber mucho del autor. Se trata de un chimpancé
que vive en un mundo de gorilas más grandes, más fuertes y más
importantes que él. El sentimiento que Browne tuvo al ser el hermano
menor y el más pequeño de la familia, se implanta en su obra al
identificar sus personajes con seres débiles, vulnerables,
características familiares para los niños que intentan comprender de qué
manera funciona un mundo dominado por adultos.
Primeros lectores
La respuesta de los niños ante los libros de Browne son de
incalculable valor para el autor, que no olvida la importancia de
devolver en palabras el correo recibido a diario por los pequeños
lectores.
En la espontaneidad de estos mensajes se encuentra la recompensa de
todo artista cuyo fin sea llegar a otros. En este caso, pareciera ser
una misión cumplida para Browne. Los niños se identifican con Willy
confirmando un atractivo universal por el chimpancé y volviendo
verosímil la vida del simio ilustrado.
Querido Anthony Browne:
¿Willy es una persona real o lo inventaste tú?
Querido Willy:
No tienes que ser grande y fuerte.
Sólo fíjate por dónde vas.
Sucede que Willy se destaca por su soledad, esa misma que según
Browne se acentúa en el mundo infantil. Como resultado de las vivencias
de su infancia, las temáticas en sus libros comienzan a girar en torno a
rituales, problemáticas y costumbres familiares, sociales y
universales. El cariño entre padres e hijos, la hermandad, y las
situaciones cotidianas que vive un niño han ido llevando a Browne a la
confección de nuevas series de libros en donde lo simple guarda en su
interior significados profundos y realistas.
Browne a la escuela
Corre el año 2001 y Anthony Browne es invitado por el director de la
galería de arte Tate Britain a compartir una experiencia literaria e
ilustrada junto a más de mil niños de las escuelas de los barrios
populares de la ciudad. Browne se pregunta cómo hará para llegar a
ellos, entonces su libro Zoológico se convierte en un puente
para vincularse con sus lectores y lograr que abran su mente al arte. El
proyecto Caminos Visuales tiene como filosofía la apreciación de que
las obras de arte proporcionan un estímulo único para el desarrollo del
lenguaje y de la escritura creativa. Con esta premisa, A. B. utiliza el
recurso de la imagen como puente para acercar a miles de niños a la
cultura.
La experiencia comienza siendo un desafío difícil de resolver y
termina consagrándose como una de las cosas más inolvidables que vivió
el ilustrador.
Browne invita a los niños a ocupar un lugar dentro de las obras de
arte de los grandes pintores del museo, los incentiva en el
descubrimiento de todo aquello que dice una obra a través de los
recursos que no se ven a primera vista.
A pedido del escritor
Si bien Anthony Browne ha escrito la mayoría de sus libros, en
ocasiones es convocado por otros escritores para interpretar sus textos y
completar la publicación de una obra. Pero no todos los libros que le
acercan al autor, llegan a su alma.
Con muchísima admiración ilustró un libro de Ian Mc Ewan titulado En las nubes. El libro se realiza en blanco y negro imprimiendo, según Browne, un carácter realista acorde a las características del texto.
¨Para mí las ilustraciones resultan más efectivas si acompañan
los momentos menos obvios del libro, captando el sentido general del
cuento y evocando una atmósfera sin dictar la manera en que el lector ha
de ver un incidente concreto¨
Alicia en el país de las maravillas es otra obra de la
literatura universal que Anthony Browne se propuso ilustrar. Según él,
el juego de palabras que propone Carroll se convierte en un vehículo
irresistible para las imágenes surrealistas entre las que no faltarán
teteras con forma de gato, árboles con orejas, mujeres con facciones de
cerdo y divagues deliciosos, como una combinación perfecta entre los
sueños de Alicia y del mismísimo Browne.
Por el mundo
Viajar es parte de la vida de un ilustrador con la dimensión social y
el alcance artístico de Browne. Es por eso que muchos países del mundo
lo reciben con montajes de muestras increíbles y se dan intercambios
maravillosos de los que el autor se despide emocionado. Una de las
muestras más impresionantes se realizó en México y fue cuidadosamente
diseñada para la sorpresa de los visitantes y del homenajeado. Grandes
cuartos con pinturas en tamaño natural conforman la escenografía que
hace culto al estilo de Browne en el mundo. El personaje principal:
Willy. Y los libros más representados en gigantografías fueron Voces en el parque¨ y El túnel entre otros deliciosamente expuestos para la sorpresa del autor.
La próxima, será.
En el año 1998 Browne queda como finalista para el premio Hans
Christian Andersen, considerado como el “Nobel de la literatura
infantil”. Pero no lo gana. La Organización Internacional para el
Libro Juvenil (IBBY) vuelve a nominarlo por segunda vez y el
reconocimiento llega , se festeja su obra y la importancia de su
trayectoria. Numerosos premios continúan reconociendo el trabajo
original y característico del ilustrador.
Eternidad al álbum ilustrado
¨Unas de las cosas más gratas que los viajes me han enseñado es
que los álbumes ilustrados se mantienen con vida en varios lugares del
mundo.¨
Pero Browne también afirma que la experiencia con distintos grupos de
niños le ha demostrado que la infancia es la misma en cada rincón del
mundo, que los niños atraviesan las mismas etapas y les suceden cosas
similares más allá de sus diferencias sociales, geográficas o
religiosas. Los pequeños, según Browne, hacen comentarios similares,
encuentran detalles en las ilustraciones y comparten los miedos, las
alegrías y los intereses comunes a la niñez.
“Tengo la firme creencia de que los álbumes ilustrados son algo
especial. A veces oigo a los padres tratar de convencer a sus hijos de
que lean libros “de verdad” ( o sea, libros sin ilustraciones) a edades
cada vez más tempranas. Esto me causa tristeza porque los álbumes
ilustrados son perfectos para compartir y no sólo con los niños
pequeños. Creo que los mejores álbumes ilustrados abren un espacio entre
las imágenes y los textos, y ese espacio lo llena la imaginación del
lector, que así contribuye activamente a la emoción de la lectura. Los
álbumes ilustrados son para todos, a cualquier edad; no son libros para
descartarse cuando se envejece”.
Juana y sus hermanitas comienzan a dibujar. Hablan entre
ellas, dialogan sobre lo que pueden o saben hacer con sus fibras. “No se
me ocurre nada”, dice mi ahijada mientras revuelve la caja de lápices y
mira hacia arriba buscando una señal de la imaginación.
¿Jugamos al juego de las formas?, las invito sabiendo que mi propuesta tendrá éxito asegurado. ¡Sí!, gritan las tres a coro.
¿Cómo es?, pregunta una de ellas.
Tomo tres hojas, y a cada una le hago un punteado al azar. Uno las
puntas y algunas formas extrañas aparecen como producto de la pura
espontaneidad no meditada.Esa forma, les digo, puede convertirse en lo
que ustedes quieran que sea. Sólo se trata de usar la imaginación.
Las tres se quedan dibujando en silencio y, ante mi asombro, los
dibujos comienzan a verse totalmente diferentes a lo que ellas suelen
dibujar. Una casa con boca abierta, árboles en el techo, princesas al
revés. Formatos extraños, abstracciones y delirios surrealistas. Arte.
Creatividad.
El juego de las formas hace su trabajo.
Fuente: http://blog.eternacadencia.com.ar