Unos turistas visitan las ruinas de Pompeya, en el sur de
Italia, el 27 de octubre de 2011. El derrumbe de un pilar de la célebre casa de
Loreio Tiburtinus multiplicó el jueves la alarma por ese conjunto único que
forma parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO
El
derrumbe de un pilar de la célebre casa de Loreio Tiburtinus en las
ruinas de Pompeya, cerca de Nápoles, multiplicó el jueves la alarma por
ese conjunto único que forma parte del Patrimonio Mundial de la
Humanidad de la UNESCO.
Un equipo de arqueólogos fue enviado al lugar para evaluar los daños,
pero el incidente no presenta ningún peligro para el público, según la
superintendencia para los bienes arqueológicos de Nápoles y Pompeya.
La casa atribuida a Loreio Tiburtino, pertenecía en realidad a
Octavius Quarto, una familia patricia y fue construida en el siglo II
antes de Cristo.
Lluvias y viento azotan en invierno las ruinas de Pompeya, entre los
parques arqueológicos más visitados en el mundo, el cual ha sufrido
graves daños en los últimos dos años debido al mal tiempo y a la falta
de un mantenimiento adecuado para un monumento tan delicado.
La residencia, una de las más bellas, con dormitorios decorados con
frescos, tiene un inmenso jardín e imitaba las villas urbanas de los
romanos.
El pilar que se derrumbó, de dos metros de altura y 40 centímetros de
ancho, se desprendió al parecer por el fuerte viento que azota desde
hace dos días esa región del sur de Italia.
Situada cerca de Nápoles, Pompeya fue sepultada por la violenta
erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 y su descubrimiento en
1738 permitió tener un cuadro exacto de la vida romana durante el siglo
I. Desde 1997 está inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la
Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Cerca de 150 'domus' o casas están en peligro en Pompeya, según fuentes oficiales italianas.
Representa la hermandad de Suiza y Argentina en un monumento, donde dos mujeres se besan tomadas de la mano.
El curioso beso de Palermo
Por Eduardo Parise
Se inauguró el 7 de junio de 1914, en un día frío, junto al Tiro
Federal que, por entonces, estaba en Palermo. Y aunque la instalación
se vinculaba con el Primer Centenario de la Revolución de Mayo, el lugar
tenía que ver con una tradición suiza: el tiro al blanco. Por eso el
monumento estaba coronado con la “Esencia del tiro”, un símbolo
patriótico suizo. Pero eso no era lo más llamativo. Lo que convocaba más
miradas era la imagen que representaba el amor eterno de dos países,
algo que hoy hasta resulta natural, pero que, en ese entonces era una
verdadera osadía: dos mujeres desnudas, sentadas sobre un globo
terráqueo y unidas por un beso.
Se lo conoce bajo el título de
“Suiza y Argentina unidas sobre el mundo” y está en una plazoleta en
medio de la avenida Dorrego, entre Figueroa Alcorta y Lugones. Es una
gran mole de más de diez metros del altura, realizada en bronce y
granito por Paul Amlehn (1867-1931) pesa más de 50 toneladas y llegó a
Buenos Aires embalada en unas 70 cajas transportadas en el vapor
Rheinfeld. Había sido encargada por la Sociedad Filantrópica Suiza,
formada por residentes de ese lugar en la Argentina, para adherir a los
festejos del Primer Centenario.
Es que los inmigrantes suizos
conformaban una comunidad importante. Se estima que desde las primeras
décadas del siglo XIX, hasta mediados del XX, medio millón de suizos
vivían en la Argentina. Y la mayoría provenían de la zona del Ticino, de
habla italiana. Entre ellos, dos cuyos apellidos dejarían huella en
nuestra historia.
El primero era Carlos Enrique Pellegrini, padre
de aquel vicepresidente que, entre 1890 y 1892, completó el período de
gobierno del renunciante Miguel Juárez Celman. La otra era una nena de
un año que había nacido en la aldea Sala Capriasca, el 29 de mayo de
1892. Se llamaba Alfonsina Storni, una mujer que tras residir con su
familia en San Juan y en Rosario (en la ciudad santafesina, para marcar
su independencia, trabajó hasta como costurera a domicilio y obrera en
una fábrica textil) se convertiría en un símbolo del modernismo en las
letras argentinas.
Pero volvamos al monumento. Cuando la sede del
Tiro Federal se mudó hacia Núñez, fue desplazado unos cien metros hasta
el lugar en el que se encuentra ahora, cerca del Club Alemán de
Equitación. Bordeando el cantero que lleva hasta el pie de la obra están
las 26 banderas de la Confederación Helvética, el nombre oficial que
por razones históricas aún mantiene Suiza (estado federal desde 1848) en
recuerdo de los helvetas, una de las muchas tribus celtas que habitaron
su territorio antes de los romanos.
La unión de la madura Suiza
con la joven Argentina, fundida en ese beso y en esas manos tomadas con
amor, quedó como referencia de los homenajes que recibió nuestro país en
los tiempos del Primer Centenario. Pero no fue el único regalo
monumental que sirvió para engalanar a la Ciudad, conocida entonces como
“la París de América del Sur”. De ese momento también están las obras
obsequiadas por españoles, ingleses, estadounidenses, franceses,
italianos, colombianos y hasta sirio-libaneses. Y también el monumento
“La riqueza agropecuaria argentina”, un trabajo artístico del escultor
Gustav Adolf Bredow. Lo donó la comunidad alemana y desde 1918 engalana
la plaza que lleva el nombre de esa república, en Palermo. Pero esa es
otra historia.
El actor y cantante de opereta holandés fue una figura controvertida
por sus presuntos vínculos con el nazismo.Tenía 108 años.
El 16 de febrero de 2008 Johannes
Heesters, el cantante, actor y figura emblemática en la opereta alemana
Johannes Heesters, en Amersfoort, Holanda (Efe/ FREDRIK VON ERICHSEN).
El
cantante de opereta y actor de origen holandés Johannes Heesters,
considerado como el artista más viejo del mundo, según el Libro Guinness
de los records, murió hoy a los 108 años en Alemania. Figura
controvertida, por presuntos vínculos pasados con el nazismo, pero al
mismo tiempo admirado por su incombustible vitalidad, Heesters, pasó
los últimos años de su vida en su casa en el sur de Alemania, con su
esposa Simone, 45 años más joven que él. Una semana antes de llegar a
los 108 sufrió un desmayo y tuvo que ser ingresado en un hospital, lo
que precipitó un sinfín de informaciones en los medios alemanes
pronosticando un rápido final. El artista, que desarrolló la mayor
parte de su carrera en Alemania y que subió a escena alrededor de 9.000
veces, era conocido por su destacada participación en numerosas
operetas, entre ellas "La viuda alegre", del compositor austro-húngaro
Franz Lehár, donde interpretó uno de los roles principales. Nacido
el 5 de diciembre en 1903 en la ciudad holandesa de Amersfoort, debutó
sobre un escenario a los 17 años en Amsterdam. Se hizo un nombre y cobró
relevancia en la Alemania nazi, como intérprete de opereta y seductor.
Siguió en ese papel tras la Capitulación del Tercer Reich, como rostro y
cuerpo danzante habitual en musicales ligeros, tanto en teatro como en
televisión. Su carrera se desarrolló en Alemania, ya que en Holanda
se le boicoteó hasta hace apenas un par de años, por identificársele con
el nazismo. Un desliz, en 2005, calificando a Adolf Hitler de "gran
tipo" en un programa de la televisión alemana y un juicio contra un
historiador, que aseguraba que actuó en el campo de concentración de
Dachau en 1941 para los soldados nazis, reavivaron su polémica vida. "No canté en Dachau. Eso hubiera sido impensable. Intenté rebelarme, algo difícil con los nazis", dijo, años después.
La última aparición del artista fue en julio de 2010, con 106 años,
cuando se subió al escenario de la Berliner Ensemble, el teatro que
fundó Brecht.
En medio de una crisis financiera global, y
movilizado por la realidad nacional, el mercado del arte argentino
cerró la temporada 2011 con un nuevo récord de ventas.
Silenciados
ya los ecos del último golpe de martillo en las tarimas porteñas, es
posible suministrar algunas cifras que, con sólida elocuencia, ilustran
sobre la muy positiva performance protagonizada por el arte argentino en
la temporada de subastas de obras y objetos de arte.
A lo largo del año que concluye, las instituciones y
empresas que operan en este segmento del mercado realizaron unas 200
sesiones de subastas. En ellas se han vendido cerca de cinco mil obras
de autores argentinos por un valor equivalente a los 21,2 millones de
dólares.
Este volumen de ventas impacta si lo comparamos con los
17,6 millones logrados en las subastas de 2010. La diferencia entre
ambas cifras concreta un incremento del 20,5%, sin duda impensado en los
inicios de la temporada, y demuestra la capacidad del arte a la hora de
captar capitales carentes de demasiadas opciones de inversión válidas. A
no pensar en orígenes espurios de estos números. La aplicación que las
casas operadoras tuvieron que hacer de las normas dictadas en enero
pasado por la Unidad de Información Financiera convierte en leyenda
urbana la creencia de que el mercado estaba vinculado al lavado de
dinero.
A estos guarismos locales debemos adicionar los 4,5
millones de dólares registrados por la venta de 115 obras de artistas
argentinos en las subastas de arte latinoamericano que Christie's y
Sotheby's realizan en Manhattan.
El año mostró una demanda que se manifestó muy firme y
sostenida cuando la oferta puso en plaza obras de real valor y
trascendencia. Para éstas "no hubo techo". Pero, al mismo tiempo, esta
misma demanda se expresó con cierta reticencia y mucha selectividad
cuando las obras a la venta no poseían determinados niveles de
excelencia. La oferta, alentada por los buenos resultados del último
tramo del año 2010, abrió la presente temporada con propuestas acordes a
la firmeza evidenciada por el sector de compradores. La venta en los
remates porteños de nueve obras por valores superiores a los cien mil
dólares, cuando en el año anterior habían sido sólo dos, expresan esta
confianza a pesar de las cíclicas y reiteradas situaciones críticas que
agitan la vida nacional, signada además, en el año que cerramos, por los
avatares de un proceso electoral.
A la hora de elegir, los compradores, entre los que
figuran coleccionistas e inversores, así como quienes conjugan en
simultáneo ambos perfiles, evidenciaron un sano eclecticismo. Sus
compras abarcaron desde pinturas que podríamos denominar "clásicas",
como la austera imagen del Riachuelo creada por Víctor Cúnsolo que
encabeza el ranking de ventas del año o los paisajes de Fernando Fader,
hasta obras contemporáneas de artistas como Juan Melé, Nicolás García
Uriburu, Leandro Erlich, Nicola Costantino o Marcelo Pombo, que han
visto superar sus récords individuales en esta temporada.
Mucha cautela, poco glamour
Al comenzar la temporada 2011, los mayores operadores del
mercado habían dejado en el olvido el duro impacto y las prolongadas
consecuencias de la crisis iniciada en septiembre de 2008. Los guarismos
generales, así como los que miden los diversos rubros que componen el
mercado, iban acomodándose y dejando algunos saldos positivos que
permitían a los observadores ser optimistas. No obstante, la oferta
mantuvo cierta cautela, y la temporada careció de convocatorias teñidas
de ese glamour característico del ámbito internacional. Tal vez la
excepción haya sido la venta de alhajas y pertenencias de Elizabeth
Taylor.
El creciente protagonismo de China se ha consolidado en
el año, no sólo alistando a sus coleccionistas en la primera fila de las
salas del mundo, sino también proyectando sus empresas líderes hacia
más allá de sus fronteras. Tanto Poldy Group como Guardian, las dos
casas de subastas más importantes de Pekín, ya han abierto oficinas de
representación en Manhattan, y no descartan una operación más activa en
el futuro inmediato.
Con los resultados obtenidos entre enero y septiembre,
el Mei Moses Art Index ha elaborado una proyección de incremento general
para este año del 11,80%. Con su particular metodología de medición,
apoyada en el índice financiero Standard & Poor's, M&M advierte
en el rubro Impresionistas y Modernos un crecimiento del 17,3%; en los
Antiguos Maestros y siglo XIX, del 7,2%, y en el arte oriental, un
decisivo 24%. Para el arte contemporáneo, registra un reacomodamiento a
la baja del 4,7% y para el arte latinoamericano, una relativa paridad,
ya que establece un descenso de sólo un 1,1%.
Si bien la actual crisis de la eurozona puso un toque de
alerta en las operaciones, el rol del arte como espacio de refugio de
valor ha quedado, una vez más, plenamente validado.
21,2
millones de dólares
Fue lo recaudado este año en las subastas porteñas por la venta de cinco mil obras de artistas argentinos
20,5%
más que en 2010
Es el incremento registrado en 2011 en Buenos Aires, respecto de las subastas del año pasado
4,5
millones de dólares
Sumaron las ventas de 115 obras de artistas argentinos en las subastas de Christie's y Sotheby's en Manhattan.
El Gobierno de la Ciudad anunció que intentará reabrir la
tradicional Confitería del Molino, de Rivadavia y Callao, lo que
reclaman desde diversos sectores que impulsan la protección del
patrimonio arquitectónico porteño. Está cerrada desde 1997.
El
anuncio del Ministerio de Desarrollo Urbano se hizo un día antes de la
manifestación que convocaron para hoy al mediodía un grupo de ONGS,
frente a la confitería. Será para reclamar que no se deje caer la ley
porteña que protege a los edificios construidos antes de 1941, que el
bloque del PRO no trató en la Legislatura por decisión del Ejecutivo.
Esa ley, que vence el 31 de diciembre, obliga a pedir autorización antes
de demoler edificios de más de 70 años de antigüedad.
Según
explicó a este diario el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, el
Ejecutivo enviará a la Legislatura un proyecto para que se utilice la
figura del “privado expropiante”, previsto en la ley 238. Así, se haría
un concurso público, en el que se presentarían proyectos para recuperar y
reabrir la confitería. Una vez que se sepa quién es el ganador, la
Legislatura deberían declarar al lugar “de utilidad pública” y autorizar
a ese privado a actuar como “expropiante”, en reemplazo del Estado. Es
decir que los dueños del local no podrían objetar la operación.
En
la Legislatura porteña ya hubo en los últimos años varios proyectos de
diputados de la oposición para que la Ciudad expropie la confitería,
pero ninguno prosperó. Incluso en el Congreso Nacional se presentaron
iniciativas para la recuperación de la confitería, que tampoco se
concretaron.
Lo que durante muchos años trabó la reapertura de la
confitería es que la propiedad estaba en complicado proceso de sucesión.
Ahora, ante la consulta de este diario, Chain dijo que en el Gobierno
no tienen información sobre quiénes son los dueños y cuál es la
situación de la propiedad, pero afirmó que “la expropiación le pasa por
arriba a los temas sucesorios”.
PROTEGIDA. UN OBRERO TRABAJA EN EL RECICLAJE DE UNA VIEJA VIVIENDA.
Varias ONGs dedicadas a la protección del patrimonio
arquitectónico anunciaron que irán a la Justicia para intentar que se
estiren los efectos de la ley que protege a los edificios porteños anteriores a 1941 . Además, convocaron para hoy a las 12 a una manifestación frente a la cerrada Confitería del Molino , que es un símbolo del deterioro del patrimonio urbano de la Ciudad. Una
ley que vence el próximo 31 de diciembre establece que todo el que
pretenda demoler una construcción anterior a 1941 debe solicitar
autorización al Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP). Este
organismo evalúa si el inmueble en cuestión tiene valor desde el punto
de vista arquitectónico o histórico y en consecuencia decide si da o no
la autorización. Distintos bloques de la oposición en la
Legislatura intentaron que la ley se prorrogara por otro año, pero el
bloque del PRO, que es la primera minoría, rechazó que el tema fuera
tratado en el recinto. Ayer, ante la consulta de Clarín , en el ministerio de Desarrollo Urbano no quisieron opinar sobre el tema. “Impulsamos que la Justicia actúe, frente a la negativa del Ejecutivo a cumplir con su obligación constitucional de preservar el patrimonio de la Ciudad
. Y decimos el Ejecutivo porque la orden a los legisladores macristas
de no tratar la ley vino del Gobierno”, dijo Santiago Pusso, de Basta de
Demoler, una de las organizaciones que presentarán la acción de amparo
junto a Fundación Ciudad, Proteger Barracas, Salvar Floresta y SOS
Caballito, entre otras. También la Comisión Nacional de Monumentos
y Lugares Históricos advirtió que los bienes arquitectónicos pueden
“quedar librados a su destrucción por operaciones especulativas,
produciéndose así un daño irreparable al rico patrimonio de nuestra
Ciudad”.
La policía sospechaba de él y lo detuvo. Llegó a negar su amistad con el poeta Apollinaire.
DE PELÍCULA. EN EL RODAJE DE “LA BANDA DE PICASSO”:
FERNANDO COLOMO, IGNACIO MATEOS (PICASSO), A SU LADO, EL COACH DE
FRANCÉS, RAPHAËLLE AGOGUÉ (FERNANDE OLIVIER) Y PIERRE BÉNÉZIT (GUILLAUME
APOLLINAIRE).
Por Guido Carelli Lynch
Cuando Pablo Picasso tuvo que elegir entre su futuro de gloria o
un gran amigo, no dudó: se quedó con la primera opción. La segunda
posibilidad tenía –es cierto– algunas consecuencias indeseables, como la
cárcel o la mismísima expulsión de Francia, que bien podría haber
significado el final de su prometedora carrera. La policía francesa
sospechaba que el creador del cubismo formaba parte de una banda
internacional de traficantes de arte; no de cualquiera; sino de la que
se quedó durante un buen tiempo con la obra más famosa y deseada de
todas; la Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci.
Las sospechas
incluyeron la detención del poeta Guillaume Apollinaire en septiembre de
1911, un mes después de que la Gioconda desapareciera del Louvre y
hasta un interrogatorio al futuro autor del Guernica. También
existió un dramático careo entre los dos amigos en el que Picasso negó
conocerlo. El pintor, que apenas había pasado los 30, vio a su amigo
esposado y asustado, pasó dos días preso, pero no titubeó cuando los
enfrentaron y le preguntaron si lo conocía. “Jamás lo he visto”, dijo.
Las
conjeturas de la policía no eran del todo infundadas. Cuatro años
antes, en 1907, el genio español y Apollinaire sí estuvieron implicados
en otro golpe al museo. El belga Joseph Géry Pieret, amigo del poeta,
robó dos antiguas estatuillas ibéricas que terminaron en la casa de
Picasso, por el irrisorio precio de 50 francos. En 1911, Pieret robó una
tercera pieza que luego devolvió a través del Jornal del París. Picasso
utilizó las dos primeras piezas para plasmar Las señoritas de Avignon, que marcó tal vez un punto de inflexión en la historia de la pintura universal.
La
verdadera trama de este embrollo pasó desapercibida hasta que Fernande
Olivier, la modelo y por aquellos años amante de Picasso, publicó mucho
años después, en 1933, el trasfondo de esta historia en su libro de
memorias Picasso y sus amigos, prácticamente inhallable en la
Argentina. “Fue ella quien contó que quisieron deshacerse de las obras y
que Picasso era partidario de tirarlas al Sena, cosa que intentaron,
pero al final no se atrevieron porque creyeron que los perseguían.
Finalmente Apollinaire las vendió en forma anónima a través del Paris
Jornal y entonces los pillaron”, explica el director de cine español
Fernando Colomo, que se pasó buena parte de los últimos siete años
investigando el naufragio de esa amistad. Lo dice, por teléfono, en
Budapest, durante un alto en el rodaje de La banda Picasso, que
se estrenará a mediados de 2012. “Se creyó que era una banda
internacional porque era Gery Pieret era belga, Apollinaire tenía un
pasaporte ruso (aunque había nacido en Italia) y Picasso era español.
Cuando desapareció la Mona Lisa, los diarios de la época sugirieron que la policía estaba tras los
pasos de una banda que había llegado a la capital francesa para robar
grandes obras de arte. “A Apollinaire le cambió la vida, porque para
conseguir la nacionalidad francesa, tuvo que incorporarse como
voluntario en la primera Guerra Mundial, en la que resultó herido. Como
consecuencia de esas lesiones moriría dos años después, víctima de la
gripe española. No es una simple anécdota”, dramatiza Colomo, que eligió
hacer una película de ficción, “la única forma de llegar al fondo de la
historia”.
Para el director, esta tragicomedia irónica y la
trama policial son una excusa para hablar de una manera muy personal y
libre del nacimiento del cubismo y del arte moderno en general. Aparecen
personajes como Braque, como Matisse. “Quería hablar sobre Apollinaire y
Picasso, sobre la traición, pero también quería hablar de los grupos de
artistas, las amistades, los egos y sus rencillas”, insiste el
realizador español.
El protagonista Picasso es antes que un
héroe, un personaje lleno de contradicciones. “No queda muy bien porque
es un personaje que –entre la amistad y el arte– elige ser el jefe del
arte moderno. Ese episodio podría haber acabado con su carrera, porque
Picasso y Apollinarie temían en realidad que los expulsaran de Francia”.
Recién sobre el final de su vida Picasso se animó a hablar de
aquel incidente: “¿Se acuerdan del asunto en el que me vi envuelto
cuando Apollinaire robó unas figuras del Louvre? Bien, ¡si miran las
orejas de Las señoritas de Avignon reconocerán las orejas de
estas piezas escultóricas”. Quienes también miren la película de Colomo
verán además una amistad fracasada.