El edificio, de 1941, queda al límite de Colegiales y es un símbolo del Modernismo, hecho por discípulos de Le Corbusier.
MODERNA. LOS 9 PISOS DEL EDIFICIO FUERON CREADOS POR KURCHAN Y FERRARI HARDOY.
Por Eduardo Parise
Tiene nueve pisos y se lo considera un ejemplo del Modernismo.
Lo proyectaron en 1941 (el mismo año en que se habilitaba la avenida
General Paz) y su inauguración se realizó tres años después. Y aunque
muchos lo tienen como un clásico arquitectónico del barrio de Belgrano,
por una cuestión de “fronteras” (la calle Virrey del Pino es el límite)
el edificio está en la vereda que corresponde a Colegiales. Su nombre
oficial es Edificio Los Eucaliptus, pero se lo conoce como “La Casa del
Arbol”, la misma a la que la Legislatura porteña acaba de designar como
edificio protegido por su valor arquitectónico e histórico. Es que esa
construcción que está en Virrey del Pino 2446 tiene una curiosidad:
cuando se pensó en su diseño, los tres eucaliptos que ocupaban el
terreno no fueron tocados y uno hasta quedó integrado al edificio como
“el centro del juego estético propuesto por los arquitectos”.
Los
arquitectos que lo pensaron fueron Juan Kurchan (1913-1972) y Jorge
Ferrari Hardoy (1914-1977), dos argentinos que formaron parte del
Movimiento Moderno en el país y del histórico Grupo Austral, fundado en
1937. Aquella asociación integraba esa mística innovadora que, en todas
las disciplinas y con especialistas en cada área, introducía nuevas
tendencias. En este caso, la idea avanzaba sobre la arquitectura,
pensando en la ciudad del futuro.
Es que ambos habían trabajado,
durante un año, y en París, con Charles Edouard Jeanneret-Gris, un
suizo-francés que vivió entre 1887 y 1965 y al que el mundo conoció como
Le Corbusier, creador del CIAM, el Congreso Internacional de
Arquitectura Moderna. En 1929, Le Corbusier dio diez conferencias en
Buenos Aires y entre sus conceptos sentenció aquello de que “Buenos
Aires le da la espalda a su río”, algo que 82 años después sigue más que
vigente.
Pero volvamos al edificio de Virrey del Pino 2446.
Desarrollado sobre un terreno de 1.200 metros cuadrados, fue ubicado en
la parte trasera del lote. La idea, respetando a los tres grandes
eucaliptus, era construir dos cuerpos que formaban una L. Y en el
espacio que quedaba libre, hacer un garage subterráneo cuyo techo en la
superficie lo ocuparía un importante jardín con juegos para los chicos.
También incluía un salón de lectura, un restaurante y algo casi
desconocido para la época en edificios de alto: un lavadero de uso
común. Es decir: la arquitectura al servicio de la gente.
La
falta de fondos no permitió el desarrollo total de la obra (no se hizo
el edificio lateral) aunque se construyó el restaurante. Pero lo más
importante fue aquella integración entre naturaleza y diseño, donde
hasta los colores usados para pintar el frente (rojos, verdes y
marrones) tenían más intensidad en la zona de los árboles que en los
sectores descubiertos.
Kurchan y Ferrari Hardoy también hicieron
juntos otras obras. Pero la que quizá les dio la mayor trascendencia
mundial fue la desarrollada con otro arquitecto catalán a quien
conocieron cuando estaban con Le Corbusier. El hombre se llamaba Antoni
Bonet (1913-1972) y en Buenos Aires los tres crearon el famoso sillón de
hierro y cuero denominado BKF, por la iniciales de los apellidos Bonet,
Kurchan y Ferrari. También llamado “Butterfly” (mariposa, en inglés),
se lo considera un símbolo del Modernismo argentino en el mundo.
Las calles Venezuela, Defensa, la cortada San Lorenzo, que
parecieran carecer de toda épica para las chicas que, como yo hace no
tanto tiempo, tienen que ataviarse de secretarias o recepcionistas para
poder pasar inadvertido su ser íntimo, su temperamento novelesco y
arrebatado, es el escenario de la más romántica de las novelas
argentinas.
Amalia , de José Mármol, transcurre en el Bajo y
en Barracas. La Buenos Aires de Mármol, construida a partir del ideal
romántico del siglo XIX, es mi misma Buenos Aires: “Los que alguna vez
hayan tenido la fantasía de pasearse en una noche obscura a las orillas
del Río de la Plata, en lo que se llama el ‘bajo’ en Buenos Aires,
habrán podido conocer todo lo que ese paraje tiene de triste, de
melancólico y de imponente al mismo tiempo… La ciudad, a dos o tres
cuadras de la orilla se descubre informe, obscura, inmensa. Ningún ruido
humano se percibe, y sólo el rumor monótono y salvaje de las olas anima
lúgubremente aquel centro de soledad y de tristeza”.
No importa
aquí que Mármol haya querido escribir un panfleto político antirrosista,
porque el resultado es una ciudad mítica, invadida por el rosismo de la
misma manera que Aquilea, la ciudad inventada de la película Invasión
, está invadida por los otros. La ciudad de Hugo Santiago escrita por
Borges y Bioy Casares es una ciudad sitiada: en la frontera, hacia el
norte, por un centenar de camiones; hacia el noroeste, por hombres a
caballo; hacia el sur, por autos blancos. Pero, como los invasores
también están dentro de la ciudad.
Precisamente en la calle
Defensa estaba situada una especie de pensión que el “partido” (para mí
el partido era menos la organización política a la que pertenecían mis
padres que una estructura doméstica y familiar) había alquilado para
asilar a los compañeros de otras provincias, para realizar actividades
políticas, como imprimir volantes o fotocopiar panfletos, preparar
engrudo para pegar carteles, almacenar material de propaganda, celebrar
reuniones. El piso -cuyo alquiler nunca fue pagado merced a una ley de
alquileres ultrabenévola- hizo las veces de hogar para unos primos
nuestros que llegaron desde Montevideo a probar suerte en Buenos Aires.
Montevideo es casi un leitmotiv en Amalia y en la vida de la generación de los antirrosistas como Mármol: la ciudad del exilio.
Estos
primos adolescentes, provenientes de la rama poco próspera de nuestra
familia, se alojaron en la habitación más amplia del pensionado, a la
que ingeniosamente dividieron con una sábana teñida de color violeta con
batik, una técnica de nudos muy popular a mediados de los años setenta.
Un camarada proveyó de dos colchones y otro de un equipo de música, y
con la adquisición -de su propio peculio- de una bombita eléctrica de
luz negra que dejaban siempre encendida, lograron darle tal particular
carácter a la vivienda que ya no importaba la lobreguez de los cuartos,
que miraban hacia una galería cubierta por vidrios desaseados. Tal vez a
causa de la luz negra, o por lo que fuera, mi primo se hizo fotógrafo,
pero mi prima probó trabajo como secretaria y lo dejó pronto. Mi primo
recibía a las visitas vestido con una única prenda: una robe de chambre
roja que carecía de cinturón, por lo que solía colgar abierta, que
había tomado prestada del placar de mi madre. Tenía el aspecto de un
actor porno de catorce años, un híbrido de perversidad e inocencia que
resplandecía con el perfume a patchouli que impregnaba el ambiente. Mi
prima se convirtió en una artesana funambulista, lo que la acercó a la
Buenos Aires de Invasión , gris y melancólica, con patios y
baldíos, calles empedradas y sobre todo cafés, en los que intentaba
vender sus collares de mostacillas. Pero vestía fabulosamente y su
música me hipnotizaba. Aunque yo no era afecta a las festividades del
partido, desde que llegaron estos primos comencé a frecuentar la pensión
de la calle Defensa. Apenas salía del colegio, pasaba a visitarlos con
un nuevo disco o con alguna camiseta para teñir.
La novela Amalia
es inspirada e inspiradora: no sólo originó el primer largometraje
argentino en un formato mudo y precioso, con dirección de Enrique García
Velloso, en 1914. Para David Viñas ( Literatura argentina y política ), en la Buenos Aires de Amalia
el rosismo -al que la nueva generación de escritores quería combatir-
se volvió rico en términos narrativos. El rosismo produjo, a pesar de
las intenciones de aquellos escritores, las escenas más potentes (y
sentimentales, agrego yo) del romanticismo argentino. Los cuchicheos y
fingimientos, las traiciones, los exilios, los vestidos de Manuelita,
los degüellos… ¿acaso Mármol no vampirizó la divisa punzó que execraba?
Mi prima dejó Barracas y el Buenos Aires de Invasión cuando
descubrió la avenida Corrientes. Una noche, en el café La Paz, vendió
doce collares. Para ese entonces a las mostacillas les había agregado
plumas y otros abalorios.
Artistas y activistas subieron a la red fotos sin ropa
como señal de protesta contra las autoridades chinas que censuraron por
“pornográfica” una foto del artista disidente Ai Weiwei. En la obra
aparece junto a cuatro mujeres, todos desnudos.
Ai Weiwei posa sin ropa con varias mujeres también desnudas (AFP/Cortesía Ai Weiwei)
En un país donde la desnudez pública sigue siendo tabú, cientos de artistas y activistas chinos decidieron subir fotos sin ropa a Internet, como señal de protesta contra el gobierno chino.
Las
autoridades del gigante asiático incriminaron al arquitecto y artista
disidente Ai Weiwei y su asistente Zhao Zhao de “promover la
pornografía”, por haber difundido online una foto titulada “Un tigre,
ocho senos”, en la que aparece el artista junto a cuatro mujeres,todos desnudos.
Los
seguidores Weiwei realizaron un sitio de Internet titulado “Los fans de
la desnudez de Ai Weiwei”, donde subieron distintas de desnudos
artísticos. “La desnudez no es pornografía”, pregonaron.
Los
internautas tomaron la decisión luego de que la policía de Pekín
interrogara al artista el pasado jueves, por difundir presuntamente
pornografía online. Seguidores de Ai Weiwei, cuya detención secreta durante 81 días este año provocó una protesta internacional, dicen que el interrogatorio por las fotografías de desnudos es el último intento de China para intimidar a su crítico social más famoso.
Había sido liberado en junio pasado, luego de que lo detuvieran en el aeropuerto de Pekín y llevaran a un lugar secreto acusado y condenado por fraude fiscal y obligado a pagar 15 millones de yuanes (1,7 millones de euros)
“Es una expresión de apoyo a Ai Weiwei y el desprecio al gobierno chino.
Esto demuestra nuestra actitud y la ira hacia el comportamiento del
gobierno”, dijo Li Tiantian, un abogado de Shanghai que es uno de los
que se desnudó como protesta, según consigna el diario británico The Guardian. “Simplemente estamos usando una forma llamativa para atraer la atención de la gente”, expresó
En
tanto, el productor de video, Zhao Zhao, dijo que la policía de Pekín
lo interrogó durante varias horas sobre los motivos que había detrás de
las fotografías.
Se organizaron vía web y lograron reunir un tercio de lo
que le reclama el fisco por impuestos atrasados. Si no paga a tiempo
volverá a la cárcel.
ARCHIVO. Imagen de octubre de 2009 del artista y disidente chino Ai
Weiwei durante una conferencia de prensa en Múnich, Alemania. EFE
20.000 almas solidarias. 20.000 personas que le dijeron basta
al gobierno chino. 20.000 donantes que enviaron casi un millón de
dólares a favor del artista disidente Ai Weiwei a quien el fisco de su
país le reclama millones de dólares en impuestos atrasados y multas
siderales.
"Todas las mañanas recogemos dinero que lanzan a
nuestro patio. A veces (los billetes) están plegados en forma de avión o
de barcos", precisó Ai Weiwei a quien el Estado chino le reclama unos
2,3 millones de dólares por supuesto fraude fiscal.
"La oficina de correos acaba de informarme que había 776 giros en dinero", precisó Ai este mediodía.
"Todo viene de usuarios de Internet. No lo hemos pedido, pero tampoco podemos evitarlo", añadió.
Ai,
un artista conceptual aclamado internacionalmente, fue detenido durante
casi tres meses este año en medio de una campaña de represión contra
los disidentes. Su detención y subsiguientes cargos por evasión de
impuestos han sido interpretados por los activistas como un medio de
castigarlo por sus críticas al gobierno autoritario.
La campaña de
donaciones -también por transferencias por cable o billetes dentro de
sobres o por medio de frutas envueltas en billetes arrojadas a su patio-
es inusual para los chinos debido a la habitual amenaza de represalia
para los que apoyan a los críticos del gobierno. Muchos han logrado
sortear la censura china sobre Internet y se han organizado vía redes
sociales.
"Esto demuestra que un grupo de personas que desea
manifestar sus opiniones usan su dinero para emitir sus votos'', afirmó
Ai. "Demuestra que en la Era de Internet, la sociedad tendrá su propio
juicio y sus propios valores'', agregó.
Pese a las cámaras de la
Policía instaladas ante la entrada de su estudio, en el barrio bohemio
de Caochangdi, algunos simpatizantes lanzan billetes por encima del
portón.
"AUSENTE". La expo de Ai Weiwei en el Museo de Bellas Artes de Taipei, en la que muestra su compromiso político. EFE
"Veo el surgimiento de una sociedad civil en China. Veo esperanza en los jóvenes y para la nación", señaló el artista.
El
fisco chino exigió a Ai Weiwei más de 15 millones de yuanes la semana
pasada, correspondientes a supuestos impuestos impagados y multas y le
dio plazo hasta mediados de mes pagar sus deudas, o de lo contrario
tendría que regresar a la cárcel.
El artista, que pasó dos meses y medio en prisión, considera que se trata de otro intento de intimidarlo.
El
diario oficial Global Times dijo hoy en un editorial que Ai Weiwei
podría ser acusado de "recaudar fondos ilegalmente", aceptando apoyo
financiero para pagar los 15 millones de yuanes (2.340.000 dólares) que
el fisco le reclama de aquí al 15 de noviembre.
Por su parte, la
madre de Ai ofreció vender la casa que heredó de su marido, el difunto
poeta Ai Qing, compañero de ruta del Partido Comunista y perseguido
varias veces en su vida, incluso durante la época maoísta.
Hu Jia,
uno de los disidentes chinos más conocidos que acaba de salir de
prisión este año, declaró en Twitter haber donado 1.000 yuanes a Ai
Weiwei en señal de "gratitud y de respeto por lo que ha hecho".
El
mes pasado, Ai Weiwei fue nombrado la personalidad artística más
influyente en el mundo por la revista británica Art Review. El artista
disidente, que no escatima críticas al Partido Comunista Chino, expone
este año en la Modern Tate de Londres.
Ai Weiwei subrayó que
devolverá el dinero donado, ya que nadie puede recibir donaciones en
China sin autorización oficial. Para eso, sus ayudantes llevan una
detallada lista de quiénes lo han ayudado hasta ahora.
"AUSENTE". La expo de Ai Weiwei en el Museo de Bellas Artes de Taipei, en la que muestra su compromiso político. (EFE)
IGUALITO. WEIWEI ES UN DISIDENTE QUE ESTA BAJO ARRESTO DOMICILIARIO.
Muchos creyeron que era un cadáver y, además, que era el cuerpo
del artista y disidente chino Ai Weiwei. Armó flor de revuelo en Bad
Ems, una minúscula ciudad de Alemania. Pero se trataba de una escultura
muy parecida a Weiwei. Y mucha gente alertó a la policía.
La
fiscalía desestimó ayer una demanda por “profanación de cadáveres”
presentada por un hombre que, al pasar junto a la obra, creyó que se
trataba de un muerto. Y aseguraron que “no se abrirá ninguna
investigación por falta de indicios de delito”.
“Es cierto que
los primeros dos o tres días hubo algunas llamadas” de gente preocupada,
señaló Peter Steger, de la policía de Bad Ems. La figura, de gran
parecido con Weiwei, vestida con un traje y tendida en el suelo boca
abajo, puede verse en “Laden Nr.5”, un local a la calle que el centro
artístico Palacio Balmoral reconvirtió en un pequeño espacio para
exposiciones. Con su escultura, titulada “La muerte de Marat”, el
artista He Xiangyu pretende honrar de una manera irónica el compromiso
con los Derechos Humanos de su colega artístico Weiwei, quien fue
nombrado hace poco la persona más influyente en el mundo del
arte en la lista que anualmente elabora la revista británica Art Review.
Las autoridades de China opinaron que ésta, y otras distinciones al
disidente, esconden “motivos políticos”.
Weiwei, después de casi
tres meses preso, quedó bajo arresto domiciliario hasta hoy. Hace 15
días, inauguró a través de un video grabado en Pekín una exposición de
fotos en Berlín. “Hola, soy Ai Weiwei, estoy muy contento de que mi
exposición pueda ser mostrada en Berlín. Desearía estar allí, pero no
puedo”, dijo en su breve mensaje grabado en el jardín de su casa.
Tras la inundación que en 2009 lo devastó, el Museo Gauchesco y Parque Criollo Ricardo Güiraldes vuelve a vivir.
(...) Al gaucho que llevo en mí, como la custodia lleva la hostia. R. G.
Por Silvina Beccar Varela/Para LA NACIÓN
El 25 de diciembre de 2009 estuvo nublado y lluvioso en
San Antonio de Areco. Cecilia Smyth, directora del Museo Gauchesco y
Parque Criollo Ricardo Güiraldes, -que en 1938 creó Manuel J. Güiraldes,
padre del escritor, al cumplirse 10 años de la muerte de su hijo-, fue
allí varias veces durante el día; el agua estaba lejos de la casa-museo.
Esa noche, desde su cama, escuchó la lluvia que golpeaba
insistentemente las ventanas y el techo. Nunca pensó que habían caído
más de 400 ml.
En la mañana del 26 intentó llegar al museo en auto, pero
no pudo. Volvió luego con Raúl, su marido, pero quedaron varados a tres
cuadras. Caminando desesperadamente en medio de la correntada,
alcanzaron la tranquera. Sergio Altamirano, encargado de campo del
predio, les aclaró que había entrado algo de agua al museo., aunque no
tanta. "A las 9 había sólo 5 cm. Empezamos a levantar los objetos.
Llevamos lo que pudimos al Museo Las Lilas, de Octavio Caraballo. Areco
era un caos, no había manera de moverse. Y el agua empezó a subir, subir
y subir. Los muebles flotaban y se daban vuelta. Los cuadros, hundidos
hasta la mitad. Intentábamos ponerlos a resguardo, pero eran muy
pesados. Todo, en medio de la corriente. Hasta que sentimos, con un
metro y medio de agua y sin luz, que no podíamos estar más adentro de
esa casa", contó Cecilia.
Salieron al mar de agua marrón y subieron al mirador.
Allí consiguieron comunicarse con la intendenta, Estela Lennon. Ella
recibió la llamada junto con la de otros miles de inundados. Más tarde,
mandó la lancha a buscarlos.
"Nos encomendamos a Dios, teníamos la sensación de que se
perdía todo el patrimonio, inmersos en una catástrofe de dimensiones
totalmente imprevistas", contó Cecilia.
Con el agua hasta el cuello
Las aguas contaminadas desbordaron el cauce del Río
Areco. Los canales aledaños también se desbordaron. Se produjo una
tragedia impensada: 3500 personas inundadas -600 rescatadas y 2100
autoevacuadas-, casas sumergidas, cosechas perdidas y animales muertos.
La crecida del río fue tal que las aguas llegaron hasta las puertas del
museo y anegaron sus salas con 1,50 metros. Después vino el barro. Sólo,
tal vez, fuera posible recuperar algo de toda esa podredumbre. Y sin
embargo, se hizo.
La amplia pinacoteca, los documentos, los manuscritos de
Güiraldes, las primeras ediciones, la cama de Don Juan Manuel de Rosas,
el mobiliario, los textiles, las artesanías en cuero: todo hubo que
salvarlo de las aguas. A la problemática de la inundación se sumaron la
contaminación y la humedad. Frente a la adversidad, el personal de este
refugio de cultura ligada a las tradiciones, se puso el museo al hombro.
Se derivaron obras a la estancia La Invernada, otras se levantaron.
Mientras tanto, los amigos del museo buscaron fondos: se movilizó todo
el pueblo. Llegaron los restauradores, Manuel Cesio y Alba Pereiro,
entre muchos otros.
Las acciones fueron posibles gracias al apoyo de la
Intendencia, la Municipalidad, el Gobierno de la Provincia de Buenos
Aires, la Asociación de Amigos del Museo, el Ministerio de Economía, la
Casa de la Moneda, la Fundación YPF y la Fundación Príncipe Claus de
Holanda.
El día después
Como no había papel secante, los libros se interfoliaron
con papel higiénico. Así empezó la primera recuperación, la de la
palabra. "No teníamos luz germicida; entonces, exponíamos libro por
libro tres minutos al sol para matar los hongos. La obra plana estaba
comprometida y había que desenmarcarla, y evitar por todos los medios
la putrefacción y el deterioro de los muebles. Fueron jornadas de 14
horas durante 3 meses", afirmó la directora.
Cada rincón del museo posee su riqueza; así, se dividió
el proyecto de rescate en especialidades de acuerdo a su tratamiento y
nada cobró protagonismo, estabilizando el patrimonio para después ir
restaurándolo pacientemente.
Los sábados, Manuel Cesio y su equipo -pertenecientes al
programa de recuperación y conservación del patrimonio cultural del
Ministerio de Economía de la Nación-, capacitaron a todo el personal del
Museo Güiraldes. "En 2010 trabajé con ellos y este año realizamos
talleres de conservación, restauración, encuadernado de libros,
enmarcado museológico y lavado de obra plana", explicó Cesio.
Las intervenciones fueron hechas por ordenanzas, guías de
turismo, personal de limpieza, quienes se transformaron en
restauradores gracias al cariño por el lugar de trabajo y el sentido de
pertenencia. "Como grupo humano fue maravilloso encontrar un campo
fértil en cada una de las personas que trabajan aquí", señaló Cecilia.
Actualmente se los puede ver restaurando muebles o
diarios que estuvieron sumergidos en agua barrosa; ya se restauró el 70
por ciento del acervo del museo.
El futuro llegó, hace rato
La Fundación YPF, de la mano de su vicepresidente
ejecutivo, Ezequiel Eskenazi, donó los fondos necesarios para la
realización y futura ejecución del Plan Maestro que se presentó el 10 de
este mes en el marco de la Fiesta de la Tradición. El Plan estará a
cargo de un grupo de trabajo liderado por el curador Gabriel Miremont
(Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, Niños de Llullaillaco;
Museo de Tigre; Museo Evita) y Virginia Agote (Museo de Bellas Artes de
San Juan), con la ayuda de todo el personal y la coordinación de Pedro
Güiraldes, sobrino-nieto del escritor.
Ricardo Güiraldes fue enterrado en Areco en 1927: había
muerto en París y sus restos fueron recibidos por una larga fila de
gauchos -sus gauchos- a caballo, entre otras personalidades de la
cultura.
"Esencialmente -señala Pedro Güiraldes-, hoy se conoce a
Ricardo como un escritor costumbrista. Mas era un hombre
escandalosamente moderno, ligado a las corrientes literarias de la
época. Amigo de Raúl González Tuñón, Emilio Petorutti, Xul Solar. Su
primer libro, El Cencerro de Cristal, pasó años en el pozo del aljibe de
la estancia La Porteña, dilapidado por la crítica de la época. Sin
desconocer su otro yo ligado a lo gauchesco, a quien dedica su obra
emblemática. No hay más que leerlo para entender la amplitud de su
pensamiento."
Con el libro Don Segundo Sombra como eje temático, la
nueva puesta intentará reflejar estos dos aspectos de la personalidad de
Ricardo, haciéndola atractiva también para el turismo. La pulpería será
el área que mostrará la actividad del hombre de campo. Habrá talleres
de soguería, platería, etcétera. Se mantendrá el área de conservación y
restauración -construcción reciente lograda gracias a los aportes
privados y públicos-, para la reserva de las colecciones. En el patio
externo se prevé un área de recreación con algún servicio gastronómico.
"Son 90 hectáreas de parque y colecciones, la idea es que
la gente venga a pasar el día, se sorprenda y aprenda", concluyó
Miremont.
Para concretar esta ambiciosa obra hace falta el apoyo de
las empresas del sector, los amigos del museo, las ONG, el Gobierno
Nacional y el Provincial. El resguardo de la memoria ligada a la
historia representa la raíz del árbol en donde se afianzará nuestro
futuro.
GÜIRALDES, DISCÍPULO LITERARIO DEL GAUCHO
Ricardo Güiraldes que se reconocía discípulo literario
del gaucho, preso de la nostalgia luego de una larga permanencia en la
capital francesa -en donde ya estaba viviendo con un año de edad-,
cierta vez escribió: "Ha sido en París donde comprendí una noche en que
ví solito mi alma que uno debe ser un árbol de la tierra en que nació:
espinillo arisco o tala pobre. Acababa de dar una vuelta completa al
mundo, y esa noche de nieve me corrió por lo despiadada, y lo era más
por la escarcha nuestra, porque era nieve extranjera. Me sentí huérfano,
guacho y ajeno a mi voz, a mi sombra y a mi raza. Lié mis petates, y
¡hasta la vuelta!, le dije, che. Cuando me bajé del barco tomé un pingo y
le entré, como cuando era cachorro, hasta el corazón de la pampa."
LA PULPERÍA ESTÁ ABIERTA
La restauración de la pulpería, gracias a su personal y a
los aportes del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, la
Municipalidad de San Antonio de Areco y la Asociación de Amigos del
Museo Güiraldes, permitió su apertura el 3 de noviembre de 2010.
En ella se puede conocer la forma de vida del gaucho:
como Almacenes de Ramos Generales o despensas, las pulperías surgieron
como una necesidad en una esquina o paraje, con despacho de bebidas y
vicios (yerba, azúcar y tabaco).
Los poetas se inspiraron en los pulperos para escribir
algunas de sus coplas más hermosas. Como Martín Fierro, al que José
Hernández hacía exclamar: "Mi gala en las pulperías / era cuando había
más gente, / ponerme medio caliente, / pues cuando puntiao me encuentro/
me salen coplas de adentro/ como agua de la vertiente". O Hilario
Ascasubi. Santos Vega comienza: "Cuando era al Sur cosa extraña, / por
ahí junto a la laguna / que llaman de la Espadaña / poder encontrar
alguna/ pulpería de campaña". En el censo de 1810 se contaron 364
pulperos en Buenos Aires.
El museo aún no tiene fecha de reapertura. Plan Maestro
mediante, estiman que todavía falta bastante tiempo, depende de que se
hagan efectivos los aportes públicos y privados.
Camino Ricardo Güiraldes S/N, Tel. 02326-455839. (2760) San Antonio de Areco, provincia de Bs. As., museoguiraldes@areconet.com.ar. Fuente: Revista La Nación
La quinta edición de Pinta en Nueva York
conquistó la semana pasada el interés del público, los medios,
coleccionistas y directores de museos; participaron 45 artistas
argentinos.
Por Juana Libedinsky
/ LA NACIÓN
Informalmente,
muchos lo han llamado el año de las galerías (y, por extensión, el año
de las ferias de galerías). Resulta que la planificación para lo que se
muestra en los grandes museos neoyorquinos en la temporada 2011-12 fue
confeccionada en 2008, cuando la economía dio un violento giro tras años
de bonanza. Asustadas, pocas instituciones quisieron arriesgar recursos
a futuro, lo cual explica la proliferación actual de exposiciones
basadas en colecciones permanentes, sólidas, impecables, y a menudo
fascinantes, pero que quizá no generan la misma excitación que algo
nuevo.
Las principales galerías, en cambio, tuvieron el "músculo
financiero" suficiente para aprovechar ese vacío a último momento, y no
sólo el interés del público, sino también la repercusión en los medios
de algunas de sus muestras y artistas, que ha estado al nivel que
normalmente se reserva para los museos.
En ese favorable contexto se desarrolló la semana pasada
Pinta, feria de arte latinoamericano, su quinta edición en la Gran
Manzana. Otros factores externos elevaron, también, su estatus. Una
reciente nota en The New York Times -árbitro final del quehacer cultural
en la Gran Manzana-, titulada en forma elocuente "El arte
latinoamericano, redescubierto nuevamente", señalaba que "los amantes
del arte en Estados Unidos están yendo más allá del canon occidental al
construir sus colecciones" y que "la creciente población latina del país
representa también un nuevo potencial de coleccionistas y aficionados".
Hay más. Algunas de las economías más prósperas del sur
del continente, en particular la de Brasil, han creado su propio mercado
de arte. Esto significa que los precios back home de las obras ya son
altos, con lo cual, al comprar piezas latinoamericanas en Estados
Unidos, los coleccionistas no sienten que están pagando un extra
desorbitante sólo por no hacerlo en los países de origen de los
artistas.
Y está el respaldo de los grandes. "Se puede argumentar
fuertemente que una serie de artistas de la región están entre los más
interesantes que trabajan hoy", sentenció el director del MoMA, Glenn
Lowry, quien aun antes de la inauguración oficial ya se paseaba por los
stands de Pinta, generando una gran expectativa. También estuvieron
presentes importantes coleccionistas como Patricia Cisneros, Ella
Fontanals y Estrellita Brodsky.
Pinta estuvo a la altura de las circunstancias, con obras
como un Matta por el que se pedía 3.800.000 dólares; pequeñas
esculturas de Botero valuadas en 700 mil dólares y Lo obsceno, de la
brasileña Adriana Varejão, hecha para la Fundación Cartier, de 1.200.000
dólares, cuya versión de color más apagado y menor tamaño era la tapa
del catálogo de Phillips para los remates de la temporada. La presencia
de obras de artistas brasileños como Lygia Pape, Anna Maria Maiolino y
Fernanda Gomes fue, en general, calificada con un solo adjetivo: "lujo".
En cuanto a la participación argentina, entre el medio
centenar de galerías reunidas en Pinta pudieron verse obras de, por lo
menos, 45 artistas de distintas generaciones como Marta Minujín, Liliana
Porter, María Noel, Julio Le Parc, César Paternosto, Rogelio Polesello,
Luna Paiva, León Ferrari, Inés Bancalari, Antonio Seguí y Mariano Costa
Peuser.
Cuatro galerías argentinas llevaron obra con el apoyo de
Cancillería. Cosmocosa reunió a Gyula Kosice (con dos obras de 45.000
dólares), Ignacio Iasparra y Faivovich & Goldberg, que tenían un
stand exclusivo para ellos en la parte de los proyectos curados por el
invitado de honor de la muestra, Jacopo Crivelli.
Teresa Anchorena llevó obra de Juan Andrés Videla,
Roberto Elía, Beatriz Pagés y Luna Paiva, entre otros; GC Estudio de
Arte, de Eduardo Costa, Leo Battistelli y Eugenio Espinoza, y la ciudad
de Buenos Aires, un montaje de fotografías porteñas vintage de Aldo
Sessa. El galerista argentino Karim Makarius participó junto con la
galería americana Throckmorton para presentar fotografías de su padre,
Sameer Makarius.
Claro que, además, en algunas galerías no argentinas hubo
una abrumadora presencia rioplatense, como la española Aina Nowack,
cuyo stand estaba dedicado a María Noel y Grillo Demo; Cecilia de
Torres, con base en Nueva York, presentó a César Paternosto e Inés
Bancalari; y la también americana Nohra Haime, gigantescos cuadros de
Seguí. Otro galerista local, Henrique Faría, mostró imágenes del célebre
Pago de la deuda externa con maíz de Marta Minujín y Andy Warhol, días
después de que los remates de arte contemporáneo demostraran que el pop
sigue siendo rey en las ventas de la Gran Manzana.
La historia de esta obra es bien conocida: Marta Minujín
invitó a Warhol a una performance en 1985, en la cual ella pagaba la
deuda externa argentina usando el grano más difundido y emblemático de
América latina. Rodeados de mil choclos pintados de dorado, Warhol y
Minujín realizaron la negociación, que venía a simbolizar el intercambio
material y el trueque de experiencias artísticas y curatoriales. Luego
se sacaron doce fotografías y repartieron choclos autografiados.
Recientemente se encontraron tres fotografías perdidas y
la versión ampliada de series de seis, presentada en octubre por primera
vez, se exhibió en Pinta. Esto fue muy apropiado, no sólo porque el
objetivo de la feria dirigida por Alejandro Zaia, Mauro Herlitzka y
Diego Costa Peuser está vinculado al fomento del intercambio artístico y
material entre el norte y el sur del continente, sino también porque la
nueva sede de la feria de galerías queda a pasos del Empire State
Building, donde tuvo lugar aquella performance.