Hubo largas colas en casi todos lados. La gente disfrutó detalles y los grandes shows.
UN CLÁSICO. MUCHA GENTE PASO POR LAS RENOVADAS SALAS DEL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, DONDE HUBO MUESTRAS DE ARTE EUROPEO Y AMERICANO DE LOS SIGLOS XII AL XX Y ARGENTINO DEL SIGLO XIX.
Por Susana Reinoso
Buenos Aires ofreció este fin de semana, desde las 20 de anteanoche y hasta el inicio de la madrugada de ayer, la fisonomía de una ciudad en plenas fiestas navideñas. Más de 650 mil personas circularon por la ciudad y el bullicio fue notable de La Boca a Villa Crespo, de San Telmo a Palermo, de Pompeya a Puerto Madero, de Belgrano a Barracas, atravesando esa leyenda que conocemos como “los 100 barrios porteños”.
Cerca de las tres de la madrugada, cuando La Noche de los Museos –convocada por el Gobierno de la Ciudad– entraba en la recta final, aún se veían largas filas de gente que, con buen humor y mejor onda, esperaban entrar a alguna de las 174 instituciones públicas y privadas que abrieron sus puertas.
Los lugares donde hubo filas más numerosas, en algunos casos de hasta dos o cuatro cuadras , fueron el edificio de la TV Pública, el Museo de la Casa Rosada, el Cabildo, la Casa de la Cultura porteña (que alberga la muestra Cosmópolis sobre Borges y Buenos Aires), Proa en La Boca, la Costanera Sur, la Fundación Museo Mercedes Sosa que funciona en instalaciones del Museo Penitenciario en San Telmo, el Centro Casa de Ana Frank, y el Museo Nacional de Bellas Artes, entre otros.
Decenas de turistas felizmente sorprendidos hicieron fila para conocer lugares que no estaban en sus planes . Muchos vecinos admitieron que por primera vez visitaban el museo o institución elegidos. Varios asistentes coincidieron en que lo mejor de la iniciativa es que “los museos se pueden visitar de noche, gratis y sin afectar las obligaciones cotidianas”.
EL BULLICIO DA
PASO AL RESPETUOSO SILENCIO EN EL CENTRO CASA DE ANA FRANK.
Un grupo de cuatro amigas de La Plata –Elena, Ana, Silvina y Cecilia–
llegaron especialmente para disfrutar de La Bomba de Tiempo y el mapping
sobre la fachada del edificio de la Facultad de Derecho, convocado por
el Centro Cultural Rojas y la UBA. “Buenos Aires está lindísima, con
tanta gente en la calle y opciones culturales que son inabarcables”,
dijeron a Clarín.
La gente iba de un museo porteño a otro nacional, sin reparar si
corresponden a la esfera del jefe de gobierno Mauricio Macri o de la
presidenta Cristina Kirchner.
Lo que vuelve a demostrar que la cultura tiende puentes donde la política aún no consigue construirlos.
En Plaza de Mayo, un guía explicaba a una pequeña multitud el origen de las marchas de las Madres, mientras un par de turistas brasileños quería saber por qué la Casa Rosada es de color fucsia de noche. “Pero de día es rosa”, trató de convencer el guía.
En San Telmo, en las instalaciones del Museo Penitenciario Argentino, un exponente arquitectónico del siglo XVIII que guarda la historia de esa institución, se inauguró anoche la muestra “Baquiana del mundo”, de 26 afiches sobre Mercedes Sosa. En diálogo con Clarín , Fabián Matus dijo que la idea de la exposición es mostrar el trasiego de la fallecida artista, reconocida internacionalmente.
En el Cabildo, Marcela –vecina de Floresta– fue con su marido por primera vez. “No creo que vayamos a muchos lugares porque vivimos lejos”. Otro punto a favor fue que mostrando el “Pase Libre”, todos podían viajar gratis en colectivo, como hizo esta cronista.
EL RITMO A PLENO DE LA BOMBA DE TIEMPO EN LAS
ESCALINATAS DE LA FACULTAD DE DERECHO.
Y en el Museo de la Casa Rosada, Rodolfo y Beatriz, de Villa del Parque, fueron a conocer la sede de la Presidencia y la Aduana.
En el imponente edificio de la TV Pública, en Barrio Parque, dos parejas amigas, compuestas por Marcelo y Gabriela, Mónica y Guillermo, ponderaron el Centro de la Emigración Gallega que habían visitado en San Telmo. “Comimos una tortilla espectacular y nuestro guía fue un doctor en Historia”, dijeron. A su lado, Marta comentó: “Quiero conocer el canal que pagamos con nuestros impuestos”.
En La Boca, caminar holgadamente era imposible . Y las luces sobre el Riachuelo así como Fundación Proa aportaron un bello espectáculo. En la Biblioteca Güiraldes, Alvaro Abós y Natu Poblet recorrieron la guía literaria de Buenos Aires y hubo mucho público visitando las ediciones históricas del siglo XV que alberga el Tesoro.
Quizá el mejor broche haya sido el Centro Casa de Ana Frank en Coghlan. Austera y conmovedora por la memoria que encierra, el bullicio dio paso a un respetuoso tránsito del público. La réplica del pequeño cuarto de Ana en la Casa Museo de Amsterdam se abrió a una gran cantidad de gente que hizo las preguntas lógicas que la humanidad aún no logra responder sobre la crueldad humana.
Fuente: clarin.com