JORGE LUIS BORGES: 16 CONSEJOS




Jorge Luis Borges, Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986. Escritor argentino, es uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX.
Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Fue un erudito y un gran crítico literario. Recogemos aquí sus consejos -irónicos consejos- para escribir.

En literatura es preciso evitar:

1. Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.
2. Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
3. La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, Dickens.
4. En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
5. En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.
6. Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
7. Las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época; o sea, el ambiente local.
8. La enumeración caótica.
9. Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
10. El antropomorfismo.
11. La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
12. Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
13. Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.
14. En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
15. Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. Y, en fin:
16. Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.

Fuente: aletheiamuip.com

"SI HAY MISERIA, QUE NO SE NOTE"
por JORGE LUIS BORGES



JORGE LUIS BORGES

El dictamen francés de que la hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud corresponde con precisión a Tartufo o a ciertos personajes de Dickens, no a la hipocresía argentina, que es de otro orden. El hipócrita, entre nosotros, se jacta de esa miseria necesaria, el dinero, o de esa otra miseria, la fama. Consideremos una de sus obsesiones: la imagen argentina. Adelina del Carril, viuda de Ricardo Güiraldes, vivió diez años en la India, cuya cultura es una de las más complejas del orbe. A su vuelta, le preguntaron: ¿Qué dicen de nosotros en la India? Nada le preguntaron sobre las tierras que había conocido. Yo tuve una experiencia análoga. En un aula de Nueva York hablé sobre la obra de Kafka. Un compatriota, a quien muy poco le interesaría esa obra, me dio las gracias porque yo había mejorado, esa tarde, la imagen argentina.
El culto de esa imagen nos ha llevado a una profusión de eufemismos. Un grupo de cambiantes militares se encarama al poder y nos maltrata durante unos siete años; esa calamidad se llama el proceso. Los terroristas arrojaban sus bombas; para no herir sus buenos sentimientos, se los llamó activistas. El terrorismo estrepitoso fue sucedido por un terrorismo secreto; se lo llamó la represión. Los mazorqueros que secuestraron, que a veces torturaron y que invariablemente asesinaron a miles de argentinos, obtuvieron el título general de fuerzas parapoliciales. Hubo una invasión y hubo una derrota; las autoridades hablaron de anticolonialismo y de un cese de hostilidades. Un ministro, acaso deliberadamente, arruina la Patria; se lo denomina un economista. La Patria fue degradada, expoliada y éticamente corrompida; se la apodó Argentina Potencia. El viaje de una viuda de Perón se llama operativo retorno. Gremialista es el mote que se otorga a ciertos matones. Un negocio turbio es un negociado y, a veces un ilícito. Cobrar excesivamente un trabajo es hacerse valer. La disputa con Chile se apodó conflicto limítrofe.
En la esquina de Charcas y Maipú había, hasta hace poco, un alto y hondo conventillo. Los vecinos recordarán las paredes amarillas, el portón, el entrevisto patio y su pileta y el balcón de fierro al que salía una pareja de viejitos y una nochera; tal era el eufemismo que usaba el barrio. El hecho nada tiene de singular; lo singular es que nadie hablaba de conventillo, porque se entiende que no los hay en el centro y menos en el norte. No importa que haya pobres; lo que importa es que no se sepa. En vísperas de un certamen de fútbol, apodado el Mundial, las autoridades repartieron ropa a la gente, para que los turistas no advirtieran que hay pobres en Buenos Aires. A los rancheríos de las orillas, popularmente llamados villas miserias, se los llama ahora villas de emergencia. Sé de familias que durante los meses de diciembre, de enero y de febrero, vivían escondidas en su casa para que la gente creyera que estaban veraneando en el Uruguay.
Otra especie del género son los eufemismos pomposos. El presidente es el primer mandatario, su mujer es la primera dama, palabra de la jerga teatral. Un ministro es el titular de la cartera, curioso gongorismo. Un ciego (yo lo soy) es un no vidente. Una cuadrilla de parientes y de pistoleros es ahora un séquito. Un plagio es una reminiscencia. A los maestros se los llama docentes; a los psicoanalistas, psicólogos; a los porteros, encargados; a los basurales, cinturón ecológico; a las batidas policiales, vastos operativos; a los controles de vehículos, Operativo Sol. Desde hace poco, la venta lucrativa (toda venta lo es) de obscenidades y la exhibición de desnudos se llama democracia o, a la española, destape.
Ofrezco este primer borrador, sin duda incompleto, del vocabulario habitual de nuestra hipocresía. La Academia Argentina de Letras bien puede ampliarlo.

Jorge Luis Borges / A 25 años de su muerte

EL HOMBRE QUE FUE A SU VEZ UN ALEPH


Como aquel objeto mágico de su libro, el genial escritor permitió descubrir universos infinitos a través de una obra extraordinaria.


JORGE LUIS BORGES  

Hugo Beccacece
Para LA NACIÓN

En la nota publicada el viernes último en adn cultura, Beatriz Sarlo se preguntaba cómo habría sido la literatura argentina del siglo XX sin Borges. Una pregunta atractiva, original, pero imposible de responder, porque para contestarla de modo acabado uno debería olvidarse de los efectos que produjo la obra de Borges en nuestra formación estética y literaria y, también, dejar a un lado el concepto mismo de lectura que él impuso. Algo irrealizable por razones estrictamente borgianas. Uno no puede alterar un detalle del pasado sin alterar todo el pasado, el presente y el futuro.
Otra pregunta posible es la del lugar que ocupa Borges en la literatura mundial. Veinticinco años después de la muerte del autor de Ficciones , aniversario que hoy se cumple, es casi un lugar común afirmar que integra con Marcel Proust, James Joyce y Franz Kafka el cuarteto de los mayores escritores del siglo pasado. Un detalle anecdótico: ninguno de ellos ganó el Premio Nobel.

Mitología de su tierra

Uno de los aspectos notables en el caso de Borges es que su obra haya surgido en un país de escasa tradición literaria.
A él le correspondió inventar una mitología de su tierra, de su ciudad natal, y dar un giro inesperado a la exigua literatura de su patria.
En estos últimos años, los estudiantes extranjeros y los turistas que llegan a Buenos Aires recorren itinerarios que él les señaló en sus cuentos y poemas.
El hecho de que hoy, para los amantes de la literatura, Palermo sea no sólo la ciudad de Sicilia, sino también el barrio porteño por excelencia es el producto de los versos borgianos. A la vez, expresó y adelantó temas de su época con un criterio universal.
Cuando la crítica Ana María Barrenechea escribió, en 1957, su tesis doctoral La expresión de la irrealidad en la obra de Borges , alguien señaló que ese trabajo de importancia fundamental tenía una imprecisión: la "irrealidad" era la expresión de lo real para Borges. Sus personajes viven para descubrir que son el sueño de otros, que todo lo que los enfrenta no es más que una pesadilla sin autor.
Esos textos son el fruto de una experiencia, no de una mera conjetura filosófica o de un ejercicio literario. Esa sensación de irrealidad, de súbito extrañamiento en la que se desvanece la vivencia del yo, es el núcleo de la sensibilidad de Borges, pero también del hombre contemporáneo. ¿Quién no ha tenido la impresión en algún momento de que otro u otros hablan, deciden y sienten por él?
Cuando Borges le dedicó a Estela Canto el cuento "El aleph", introdujo en el relato un objeto mágico que permitía ver al mismo tiempo, concentrado en un punto, todo lo que en el mundo existe y existió, desde un grano de arena del Sahara hasta la batalla de Waterloo. Esa curiosa creación, rodeada de un halo místico, tiene un parecido notable con el clic de un mouse , que nos abre el universo infinito de Internet en una pantalla.
Por cierto, en el mundo virtual todo ocurre en forma sucesiva, pero la fantasía de la simultaneidad está allí, al alcance de los dedos de cualquiera.
Entre las múltiples reinvenciones de Borges quizá la más íntima haya sido la del lector en "Pierre Menard, autor del Quijote".
La historia de ese oscuro escritor francés que se propone escribir de nuevo todo el Quijote con las mismas palabras, pero con otro significado porque esas palabras, aunque idénticas, han sido atravesadas por el tiempo, es quizás una de las reflexiones más profundas que se hayan hecho sobre la creación, la temporalidad y el yo.
Hacia el final de su vida, Borges se había convertido en una figura popular en la Argentina.
La mayoría del público que celebraba su nombre no lo había leído; sin embargo, él había alcanzado la estatura de un guía espiritual al que la gente escuchaba con deleite, reverencia y superstición porque ese anciano ciego había alcanzado la sabiduría y la sencillez por obra de una fabulosa inteligencia, enriquecida por su eterno enemigo: el tiempo.
En cuanto a los detalles biográficos, su nacimiento en Buenos Aires, el 24 de agosto de 1899; su adolescencia en Ginebra; su regreso al país; la amistad con Bioy; sus numerosos premios; sus pasiones fracasadas; el encuentro con la mujer que habría de representar para él la cifra final del amor, María Kodama, todas esas peripecias, todos esos nombres, podrían haber sido otros, porque, como él decía, en la historia de cada hombre están todos los hombres.
Y hoy quizá Borges mismo se haya convertido en el aleph , en ese objeto mágico que todo nos muestra en un eterno presente, como si, por medio de sus palabras, nos hubiéramos fusionado con Dios.

Fuente texto: lanacion.com

HALLAR LO NUEVO EN LO MUY VIEJO



En la 54° Bienal de Venecia, el arte de 89 países dio el presente en una ciudad antigua, y con propuestas menos experimentales y vanguardistas que en ediciones anteriores. 


  
POR CAROL VOGEL - The New York Times


"Iluminaciones", el título de la exposición principal en la edición número 54 de la Bienal en esta ciudad, se propone evocar la noción de que los artistas son una fuente de iluminación. No necesariamente significa artistas de vanguardia. Gran parte de esta Bienal es más apagada y menos experimental que en años anteriores, más una meditación nostálgica sobre la vida y el arte que un asomarse al futuro.
Bice Curiger, la directora de este año, puso este concepto de relieve con las primeras tres obras que encuentran los visitantes al entrar al Palacio de Exposiciones, el edificio con columnata de 1895 que se encuentra en el centro de los Giardini del Castello, sede histórica de la Bienal. En vez de iniciar su muestra con obras de artistas vivos, como la mayoría habría esperado, instaló tres pinturas del maestro veneciano del siglo XVI Jacopo Tintoretto, creando en la gran sala central un aura como de capilla.
"Me gusta pensar en Tintoretto como un marginal", dijo, agregando que muchos de los artistas contemporáneos en la muestra ­entre ellos figuras establecidas como Cindy Sherman, Christopher Wool, Seth Price y Sigman Polke­ pueden ser considerados también marginales. "Es el anticlasicismo", explicó Bice refiriéndose a los Tintorettos prestados por la vecina Galleria dell’Accademia y la iglesia de San Giorgio Maggiore.
"Su destrucción del orden estático, la pérdida de armonía". En su "Última Cena" de 1594, por ejemplo, "Cristo ya no está en el centro de la escena, y la mesa cruza la pintura en diagonal".
Encontrar lo nuevo en lo muy viejo resulta bastante lógico en esta antigua ciudad situada en una laguna reluciente, donde la Bienal estará expuesta hasta el 27 de noviembre. Este patchwork de exposiciones diseminadas ­una especie de búsqueda del tesoro en toda la ciudad-- recorre una gama que va desde envolventes ambientaciones y muestras individuales hasta exposiciones abiertas inconexas (y a menudo confusas).
También es la edición más grande hasta ahora, con 89 países representados, 12 más que en 2009, con varios que participan por primera vez como Arabia Saudita, Barhein, Ruanda, Bangladesh, Malasia y el pequeño Andorra.
Este año también hay más muestras en otros lugares, que fueron a parar a iglesias abandonadas, palacios fuera de uso y edificios industriales vacíos.
Como implica el título, "Iluminaciones", el tema de la luz es ubicuo.
En el Arsenale, había cola para ver las instalaciones etéreas del artista estadounidense James Turrell, en las cuales la luz cambiante genera un universo alternativo de espacio y color. Cerca de allí, el artista suizo rs Fischer causó una especie de sensación con una vela de cera monumental encendida con la forma a escala natural de la escultura de Giovanni Bologna del siglo XVI "El rapto de las Sabinas".
Hasta el arte visual recurrió a un tema histórico. Pipilotti Rist, también suizo, desplegó tres pantallas LED enmarcadas con grabados de Venecia del siglo XVIII que se superponen a imágenes móviles del cielo y el mar del siglo XXI. Y en el pabellón japonés, el artista Tabaimo creó enormes proyecciones ­mezclando manga animada con ilustraciones tradicionales de ukiyo-e (el mundo flotante) inspiradas en xilografías­ que caen en cascada sobre paredes curvas y espejadas. El proyecto, dijo el artista, tiene como objetivo "retraerse en aislamiento frente a la globalización".
Más personal fue el pabellón alemán, ganador este año como mejor pabellón nacional, que exhibió obra de Christoph Schlingensief, el artista y realizador que murió en agosto. Todo el espacio fue transformado en una réplica de la iglesia donde pasó sus años de la adolescencia como monaguillo, con videos que él hizo relacionados con su batalla contra el cáncer.
El tiempo fue abordado de otra manera por el estadounidense Christian Marclay, cuya película "The Clock", es un montaje de 24 horas de clips de películas y televisión que describen minutos particulares del día sincronizados con el momento en que son mostrados.
Aquí en Venecia ­donde Marclay se llevó el premio al mejor artista­ los visitantes se recostaban en sofás para verla en el Arsenale.
El artista Thomas Hirschhorn, cuya instalación ambiental invadió el pabellón suizo, también hace referencia al tiempo. Creó una ambientación como de ciencia ficción con una mezcla de cosas ­celulares y televisores viejos, monitores de computadora, revistas, muñecos y sillas de plástico­ casi todo envuelto en papel de aluminio; es un mundo de obsolescencia de alta velocidad.
Richard Armstrong, director de la Fundación Solomon R. Guggenheim, señaló que la instalación resumía en gran parte la idea de la Bienal de este año. "Es una elegía por el post-industrialismo", dijo.
"A medida que nos deslizamos en un universo simulado, las cosas reales adquieren una significación diferente, hasta de talismán quizá". 


Fuente: revistaenie.clarin.com

CRUCES AUDACES EN LA
MAYOR MUESTRA FOTOGRÁFICA DE ESPAÑA



Nuevas tendencias y eclecticismo bajo la mirada crítica de un fotógrafo argentino. Photoespaña 2011 incluye desde trabajos del movimiento obrero ruso hasta fotos de paparazzis.

LA VIDA LEVE. COCO, HENDAYE 1934, UNA DE LAS BELLAS IMAGENES DE LA MUESTRA DE JACQUES HENRI LARTIGUE.

Por Dani Yako

No nos fotografíes, únetenos”, decía uno de los cientos de carteles que inundaron la Puerta del Sol, donde los Indignados protestaban contra el sistema. La consigna refleja esa contradicción entre la acción y el testimonio, que la fotografía lleva en sus raíces.
Una luz dura, sin compasión es el título de la abrumadora muestra en el Reina Sofía sobre el movimiento fotográfico obrero entre 1926 y 1939, que rescata miles de imágenes de ese intento de construir una visión comunista sobre las transformaciones tras la revolución rusa, un proyecto que cayó en el olvido con la llegada del estalinismo. A pocos metros, en la fundación Caixaforum, la bellísima retrospectiva de Jacques Henri Lartigue te deja la sensación de que la vida es algo maravilloso, ligero y efímero, pero que vale la pena. Ambas exposiciones son de lo más interesante de Photoespaña 2011, que abrió sus puertas la semana pasada y que durará hasta el 24 de julio.
Con un nuevo comisario general, el cubano Gerardo Mosquera, el festival centra su convocatoria en algo tan amplio y ambiguo como el retrato. En ese sentido, poner bajo el rótulo de fotografía obras hechas hace 2000 años en Egipto por pintores griegos para identificar a las momias, en una especie de fotocarnet, es audaz, y colgar como arte la obra del paparazzi Ron Galella es, sin duda, también. Quizás ese eclecticismo refleja el espíritu de los tiempos, cruces de todo tipo, video, collages digitales, fotos manipuladas junto a la pura tradición de la fotografía del siglo XX, conviven, se anulan y se potencian.
Dos figuras consagradas como Cindy Sherman y Thomas Ruff comparten la Fundación Telefónica. Aquí es donde la consigna del festival se refleja en su esplendor: el alemán con esos rostros duros, con fotos casi policiales, y la norteamericana, con esa obsesiva búsqueda de la identidad, pero siempre usándose ella misma como modelo.
En la fundación Cervantes se exponen los trabajos seleccionados por la experiencia transatlántica. La muestra responde demasiado al cliché de pobreza y violencia en Latinoamérica, pero se destacan los trabajos argentinos de Diego Levy y Miryam Meloni. El primero con su serie Choques y la segunda con su ensayo sobre el paco.
Liliana Porter y Ananke Assef participan en Face Contact , popurrí de experiencias donde la mexicana Dulce Pinzón trata con fino humor la dura vida de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Y Susana de Sousa Dias utiliza las fotos policiales de la dictadura portuguesa para construir un video durísimo sobre la represión. El ámbito es el antiguo matadero de Madrid, convertido hoy en centro cultural de avanzada.
Pese a la crisis, Photoespaña mantiene un alto nivel, con presencia y oferta variada, tratando de ser cada vez más internacional y abierta a nuevas tendencias, pero manteniendo la fotografía como estandarte.


Fuente: clarin.com

LAS TELARAÑAS DE JANE AUSTEN



Es por todos sabido que la campiña inglesa es una invención de Jane Austen. Henry James opinaba que no había mejor manera de conocer a los ingleses que viéndolos “en su gran invención de la vida de la casa de campo”. Y es que las clases altas inglesas del siglo XIX entablaban sus relaciones amistosas durante largas visitas al campo. En 1878 Henry James visitó la casa señorial de lady Portsmouth en Devon del Norte por varios días y, a diferencia de las damas de Austen, se aburrió espantosamente. Lord Portsmouth era un gran magnate de la caza y las carreras, tenía decenas de perros de caza y cuadras llenas de caballos “terriblemente malos” según James, que no soportaba a su anfitrión ( Henry James , Leon Edel). Pero su amiga lady Portsmouth –porque Henry James era más amigo de las damas que de los caballeros- lo llevaba en su faetón a dar encantadores (y austerianos) paseos por los senderos de Devonshire. Además, estaba la biblioteca. Pero la chimenea tenía el fuego apagado y los libros delataban que no habían sido leídos. Por las noches las tertulias se animaban con el corps de ballet de los niños, que acudían a la galería con sus gobernantas y ejecutaban cachuchas y minués “con la más dulce docilidad y modestia”. Durante el día los doce niños que había en la casa vivían recluidos y silenciosos en la sala de infantes del piso superior, un sector misterioso que los adultos nunca visitaban. Un día de lluvia Henry pasó un rato a solas en la biblioteca y escribió a su familia que trataría de marcharse al día siguiente: “No creo que pueda soportar un domingo aquí”. Para su fortuna, logró pasar el domingo junto a la ardiente chimenea de sus cuartos de Bolton Street, en Londres.
A los treinta y cinco años, soltero, con un bello perfil regular, barba castaña y grandes ojos grises (ojos “sin expresión”, como observó su sagaz amiga Constance Fenimore Woolson), famoso por su novela por entregas Retrato de una dama , James era objeto de frecuentes invitaciones. Dos años después de aquella visita a Devonshire, con mucha más sabiduría rural, ya había advertido los grandes inconvenientes de ser huésped, que Jane Austen desarrolló con su deliciosa y aparente frivolidad en Mansfield Park . “Un huésped debe ceder mucho de su independencia personal”, observó James a William Hoppin, secretario de la embajada estadounidense. “Estar obligado a ser amable mañana, tarde y noche por varios días es una gran tarea para el espíritu de uno, si no del intelecto. Es mejor no acudir a la sociedad salvo cuando estamos de ánimo para ello y cuando podemos mostrarnos de la mejor manera”.
Para poder ambientar Mansfield Park en la campiña, que es el tipo de textura en la que mejor luce la preciosa labor de aguja que hace con la escritura, Jane Austen otorga a lady Bertram un temperamento indolente. Esta indolencia lleva a la familia a recluirse en el campo todo el año. Y es en el condado de Northampton donde la heroína Fanny Price puede desplegar sus ideales románticos “agitados por los vientos nocturnos de los Cielos”, y Jane puede reírse un poco de ellos. Austen elige el campo, o así me gusta creerlo, porque las intrigas de sus cuentos de hadas se desenvuelven mejor entre suaves colinas, setos y cabañas.
Si los acontecimientos de Orgullo y prejuicio no se hubieran desarrollado en Netherfield Park, ubicado a cinco kilómetros de su casa ¿podría Jane Bennet haberse visto obligada a permanecer una semana en la residencia del rico señor Bingley a causa de su resfriado? Las praderas llenas de barro que separaban a las dos familias fueron clave en la excelente estratagema de la señora Bennet para lograr casar a su hija con el heredero más rico de la región del Hertfordshire. De modo que el campo sirvió a Austen para cumplir con los propósitos matrimoniales de la señora Bennet.
Porque así como la heroína de Henry James aspira a trocar la filosofía trascendentalista de Concord, su tierra natal, por la conquista de Europa, la heroína doméstica de Austen teje sus telarañas con el fin de conquistar a un caballero, en lo posible un baronet, con no menos de cien mil libras esterlinas invertidas en tierras. El poco sentimentalismo de las heroínas de Austen obedece menos al declive del Romanticismo en el siglo XIX que a las leyes británicas, que despojaban a las mujeres de la herencia. (Las mujeres de la clase alta también estaban excluidas del mercado del trabajo: Jane debía tapar con papel secante sus escritos.) Más a la izquierda de Karl Marx, y a pesar de los noviazgos, los encajes y los titubeos, las motivaciones fundamentales que Jane Austen atribuye a sus personajes son económicas: las casas parroquiales, la propiedad de la tierra, los derechos de caza, las herencias vinculadas a parientes lejanos son los hilos de colores pálidos que hilan sus manos de dama. Por eso me gusta la literatura de Jane. Porque en sus delicadas agujas de bordar, el paisaje deja de ser una postal y el dinero un bien de cambio, para convertirse, ambos, en motivos dramáticos.


Fuente: clarin.com

RESTAURAN
UN VALIOSO TAPIZ FLAMENCO DEL SIGLO XVII


En el museo Larreta / Una joya del arte recupera su brillo.
Cuatro expertas realizan la tarea, que insumirá un año y medio.

El tapiz que está siendo restaurado.

Julieta Molina
LA NACIÓN

Lo admiten: la obsesión es un requisito casi indispensable para el trabajo que realizan. Esa pasión es la que impulsa a recobrar los brillos perdidos, por más compleja que sea la tarea y aunque insuma miles de horas de trabajo, y es la que comparten cuatro mujeres que trabajan meticulosamente desde hace seis meses en uno de los cuartos del Museo de Arte Español Enrique Larreta.
Su misión: restaurar Diálogo entre Alejandro y Diógenes , un valioso tapiz flamenco de 3,42 x 3,84 metros realizado por la escuela de Flandes en la época considerada de oro de la tapicería, en el siglo XVII.
La historia conocida del tapiz se remonta a 1600, cuando fue propiedad de Gabriel Núñez de Guzmán, gobernador de Flandes en 1612. Un par de siglos más tarde, fue adquirido por Dardo Rocha -fundador de la ciudad de La Plata- durante un viaje por España. Rocha lo mantuvo colgado durante años en su residencia porteña de la calle Lavalle.
En 1968, el tapiz fue adquirido por el Museo Larreta, donde se exhibe desde entonces como parte de su colección. Finalmente, a fines de 2010, se puso en marcha su restauración. La decisión fue ardua, porque existen pocos especialistas en la restauración de textiles de gran formato. Gracias al aporte de fondos de la Fundación Bunge y Born, la iniciativa pudo ponerse en marcha.
El tapiz se encontraba en muy mal estado, según afirmó a La Nación el equipo de restauradoras, integrado por la italiana Barbara Ciani -a cargo del proyecto-, María Pía Tamborini, María José Cabala -restauradora del museo- y Alejandra Ossó. Primero debieron intervenir restauraciones pasadas: deshacerlas. "Muchas agravaron su estado de conservación. Dañaron el tapiz", explicó Tamborini. Se encontraron parches de tela donde había "lagunas", algunos adheridos con pegamento, algo absolutamente fuera de lo común, según explicó Ciani. Otros retazos habían sido cosidos con hilos que no eran los adecuados, y de forma burda. Debido a esos arreglos improvisados, el diseño se vio modificado por las tensiones que generaban las costuras de mala calidad.
Luego se realizaron numerosas pruebas para confirmar que la tintura de los hilos no "migraría" (no desteñiría). El proceso fue, nuevamente, en extremo meticuloso. Se humedeció una muestra de cada hilo adherida a un papel secante, para corroborar que el tapiz podría limpiarse con agua y jabón sin sufrir deterioro alguno durante el proceso.
Para certificar la perfecta supervivencia del diseño, el tapiz fue cubierto como un "sandwich", con tul, que también fue unido con hilvanes. En el siguiente paso, se utilizó una aspiradora de baja potencia para sustraer parcialmente el polvo varias veces centenario. Más tarde se construyó, en los fantásticos jardines del museo, una pileta de nylon, superior apenas al tamaño del tapiz. Con sus pantalones arremangados, las restauradoras quitaron aquellos siglos de polvo con esponjas, agua y jabón. Se lo dejó secar naturalmente, ayudado apenas con algún ventilador.
Actualmente, están en la fase de consolidación, donde unen el tapiz a una tela de soporte. Se realiza con hilvanes separados por diez centímetros para evitar que el diseño se desplace. Así, con hilos similares a los originales, se recrea el efecto de la trama para que recupere la lectura estética del tapiz, según afirmó Ossó. Ese trabajo llevará varios meses más: con hilo, aguja, pinzas, lupas y luces de gran intensidad, cada restauradora interviene un sector diferente del tapiz, que está parcialmente enrollado sobre una mesa.


Las restauradoras trabajando sobre el tapiz. 

La fase final

El tapiz no será restaurado para dejarlo como en sus inicios; se mantendrán parches de los siglos anteriores -unos 10 de 40 hallados- . Según la técnica conservativa utilizada, estos retazos de tela tendrán la tarea de relatar con fidelidad la historia del tapiz.
Se calcula que aún falta un año para terminar el trabajo. Luego de culminar la restauración, se colocará un forro de algodón que, con velcro, permitirá que sea colgado nuevamente en las paredes del museo.
Más de cuatro siglos pasaron desde que el tapiz fue tejido. Hoy, son estas cuatro mujeres las encargadas de restaurar su belleza original y mantener, sin embargo, las cualidades que conforman su historia. Queda el enigma de cuántos siglos pasarán y quienes emprenderán similar tarea, para mantener, a su vez, las refacciones que ellas realizan hoy.

Fuente texto: lanacion.com