PARIS, ESA PASiÓN TAN ARGENTINA



Viajar a París forma parte de la experiencia cultural argentina. Una breve historia testimonial recupera memorias, ensayos, cartas y textos de escritores y artistas, que recrean el último siglo y medio de esta tradición.

Bioy Casares, en Las Tullerías. El autor de “La invención de Morel” en una imagen de 1951.

Por Lila Caimari

París es la calle Florida del mundo, decía César Fernández Moreno. Quien camine por el centro porteño sabe lo desactualizada que está la comparación. Pero no importa, porque los argentinos entendemos la noción de la calle Florida de la misma manera que estamos familiarizados con cierta noción de París. Todos la conocemos un poco, y algunos la han conocido de verdad. En La París de los argentinos, Jorge Fondebrider reúne un creativo centenar de relatos –memorias, ensayos, cartas y textos sueltos– de quienes en el último siglo y medio han puesto a prueba, con la experiencia, esa París “hecha en Argentina”.
El ejercicio se inicia con los pocos elegidos que pueden llegar a la ciudad-centro: hombres notables, médicos enviados para visitar hospitales, corresponsales de La Nación. Paseando por el Bois de Boulogne, alguien se cruza con la infaltable pareja de millonarios pampeanos aburriéndose en su luna de miel. A medida que avanza el siglo, el elenco se extiende a músicos de tango, farristas, artistas de vanguardia, modelos de alta costura, algún que otro snob, intelectuales, refugiados políticos, académicos, psicoanalistas.
Para los argentinos (como para todos los demás), París empieza por el descubrimiento del bienestar estético, por la euforia sensual de la simple caminata. Con desdén aristocrático, Lucio V. López rehúye las trayectorias prefijadas del Baedecker, en busca del París “de cada uno”. Su retrato de cierto idiosincrático protector de gorriones (modestos dueños de la libertad urbana que salpican la ciudad de belleza tan inmodesta) condensa su preferencia de baqueano por el espíritu rive gauche . Cada tanto, tras la armonía envolvente del paseo, salta la sombra del otro París –el suicida del Sena, los clochards , las mujeres marginales “feas como brujas”. Y la multitud, la foule . Miguel Cané visita los museos de a poco, degusta las obras lentamente: él también marca diferencia con los turistas bulímicos. Pero a la salida de esos silenciosos templos de la cultura universal, es atrapado en la protesta callejera (tan parisina como el Louvre), ese gentío que entona la marsellesa con un fanatismo que lo aturde y espanta. “Tuvimos la ocasión de saber por experiencia lo que es una apretura en el tumulto”, comenta Eduardo Wilde.
Además de la cultura y el consumo de lo exquisito, la ciudad-escaparate alberga lo extranjero y lo exótico, las bohemias del mundo entero. (Con este descubrimiento llega otro, asimilado a regañadientes: los argentinos son parte de ese mundo que pasa por París, ni más ni menos “otro” que otros que están pasando.) Allí, los grandes nombres están al alcance de la mano: “Vi a Franz Liszt”, “Me trató Pasteur”, “Rodolfo Valentino estaba en esmoquin blanco”.
Esta proximidad con el centro de mundos científicos, artísticos e intelectuales se extiende a los del país propio: Alberdi visita a San Martín, Mansilla a Alberdi, Cárcano se encuentra en el teatro con Alvear... Si hay rivalidades domésticas, se diluyen en paseos y cafés: la experiencia parisina es la madre de muchas redes que continuarán de vuelta en casa.
Todo esto prepara, claro, el gran tema del triunfo en París. “X me aplaudió”, “X me publicó”, “la galería X exhibió mi obra”... Es una virtud del libro haber escapado a lo más previsible de este ejercicio, para informarnos un poco sobre la trastienda del “dichoso triunfo en París”. Mordaz, Aníbal Ponce denuncia el “tácito complot de aplausos recíprocos y telegramas elogiosos” que construye glorias para consumo doméstico. Junto al mítico triunfo de Gardel están los que aprovechan esa fama, y se suben a la moda parisina del tango para hacer su propia carrera “argentina”.
Quienes mejor logran instalar su vida profesional reflexionan sobre los riesgos y tensiones del éxito de largo plazo. Colocar el arte propio en una ciudad “adonde hay mucho de todo y todo el tiempo” no es sencillo, dice el director y régisseur Alfredo Arias. Hay que aprender a comunicar un punto de vista diverso y a la vez genuino, y esto no es fácil cuando los años pasan y la relación con los orígenes se va debilitando.
Instalarse en París es abrir el anecdotario del desencuentro de los ritmos del acercamiento interpersonal: nada desconcierta a los informalísimos porteños como la lenta construcción de la confianza que imponen los dueños de casa. El día en que la panadera nos reserva la baguette más crocante, se ha cruzado un umbral decisivo, dice un testimonio experimentado. Horacio Butler habla de la larga relación con Mme. Pitaud, la portera de su edificio, esa concièrge tan infaltable como el pan o el camembert. Y se detiene en otro dato bien reconocible por el inmigrante en París: las inconcebibles condiciones higiénicas, los cuartuchos sin baño bajo esos circunspectos techos de pizarra.
Lo más extraordinario es la rapidez con que aceptábamos esas condiciones, observa. Es que esos rincones incómodos, que no serían siquiera considerados en el país propio, tienen las mejores ventanas, están cerca del Jardín de Luxemburgo o de algún bar bien frecuentado. Y todo habrá valido la pena.
En los años setenta, los hechizos parisinos pasan abruptamente al telón de fondo, porque lo más nítido es el drama que transcurre a miles de kilómetros. París es el rebusque y la supervivencia de los que no quieren estar en París. Las redes de ayuda incluyen “parisinos” de otras generaciones –la figura desgarbada de Cortázar aparece muchas veces prestando su nombre y su tiempo. Pero fuera de esta trama de angustia y apuntalamiento mutuo, el cruce con los compatriotas se carga de sentidos ominosos: hay que tolerar el espectáculo de los turistas de la plata dulce, protegerse de los personajes de esa siniestra embajada.
En el París del exilio reaparece la eterna cuestión de la diferencia de códigos sociales. Con una sorpresa: tras su aparente distancia, la sociedad francesa ofrece muestras conmovedoras de solidaridad. En los parisinos “antipáticos” que bloquean la intimidad instantánea se reconoce (y se aprende a apreciar) a los “que tienen un compromiso con la palabra”. La prueba más difícil la ofrece Simone de Beauvoir, que pone un reloj sobre la mesa donde se reúne con un grupo de madres de desaparecidos. En ese lapso de límites tan expresivos, las escucha sin interrupciones, y más tarde cumplirá con sus promesas de colaboración. “Formales y distantes como son, nos ayudaron mucho”, dice Norman Briski.
Por mil razones de aquí y de allá, las nuevas generaciones de “argentinos de París” se relacionan de maneras menos extremas con aquel mundo. Académicos, artistas o psicoanalistas van y vuelven en ritmos estacionales: sus trayectorias no necesitan cerrarse del todo, ni excluyen otras ciudades.
París ya no tiene el peso consagratorio de antaño, claro. Es menos fantástica porque sus brillos son menos inalcanzables. Pero como también es la ciudad de lo íntimo y lo sutil, una parte de esa atracción no se saciará nunca a golpes de escapadas. Por tradición cultural o manía identitaria, no faltarán argentinos que, con fidelidad casi anacrónica, seguirán caminándola y escribiéndola.

Fuente: Revista Ñ Clarín

PARÍS VISITA A BUENOS AIRES Y VICEVERSA






















Los símbolos de la Paris europea y de Buenos Aires, la Paris de América.

Por Guido Carelli Lynch

El tango, Cortázar, el psicoanálisis, la arquitectura, el exilio. Imposible enumerar los factores que hermanan a París y Buenos Aires.
Hoy, a las 17.45, en el Centro Cultural Recoleta empezará a hacerse realidad otro punto de contacto entre las dos capitales.
Allí se presentará oficialmente la programación de Tandem, el paquete de actividades culturales que planearon las dos ciudades, para que cada una, durante sus respectivos tres meses de otoño, reciba el arte y la cultura de la otra.
Conciertos, muestras, teatro, circo, cine y hasta deportes. Serán seis meses de intercambio para el público de los dos países y para los artistas; 90 espectáculos y 300 intérpretes.
El Salón del Libro de París, que tendrá a Buenos Aires como invitada del 18 al 21 de marzo será el puntapié inicial. Allí, también participará la Revista Ñ.
Un día después las autoridades francesas presentarán la iniciativa en París. Dos días más tarde y hasta el 26 de junio empezarán a desembarcar en Buenos Aires algunos nombres grandes (y otros nuevos) de la cultura francesa. “Es la operación cultural más importante de la historia entre las dos ciudades”, anticipó a Clarín, el ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi.
Tandem, aunque más ambiciosa, se inscribe dentro del programa de relaciones culturales que Buenos Aires plasmó con Berlín, Montreal, Madrid y Medellín. Entre lo más destacado de la fase porteña se cuenta una retrospectiva de fotos de Robert Doisneau en el Recoleta, la presentación de Aldo Ciccolini en el Colón, una muestra de Pierrick Sorin (que además presentará un espectáculo en el Teatro San Martín) en el Mamba.
La pata parisina –la programación porteña en Francia – empezará el 10 de septiembre con una milonga a los pies de la torre Eiffel e incluirá retrospectivas de cine y teatro argentino. Sin embargo, todavía faltan revelar algunos nombres de la selección de artistas contemporáneos que representarán a la ciudad.

Fuente: clarin.com


CANALETTO Y SUS RIVALES
EN LA NATIONAL GALLERY DE WASHINGTON



Está abierta al público en la National Gallery of Art, de Washington, D.C. una espectacular exposición del italiano Canaletto frente a sus rivales de la época barroca. La muestra se inauguró el pasado 20 de febrero y cerrará el 30 de mayo próximo. Venecia inspiró a una escuela de pintores de vistas competitivos, cuyos logros se cuentan entre los más brillantes en el arte del siglo 18. La exposición celebra la rica variedad de estos puntos de vista de Venecia, conocido como "vistas", a través de unas 20 obras maestras de Canaletto y más de 30 por sus rivales, incluyendo Michele Marieschi, Francesco Guardi, Bernardo Bellotto y. En respuesta a un mercado de arte impulsado en gran parte por el Grand Tour, estos talentosos pintores representados los monumentos más famosos y las vistas de Venecia, en diferentes estados de ánimo y las estaciones.

Canaletto, La Plaza San Marcos, Venecia, 1742-1744. Donación Barbara Hutton.


Organizada por: la National Gallery of Art, Washington, y la National Gallery, Londres.


SOBRE LA CREATIVIDAD DE LA REDUNDANCIA



Una muestra de dibujos en base a fotografías que se exhibe en el SoHo en Nueva York plantea la tesis del dibujo no como una autoría sino como una traducción.
EL DIBUJO COMO TRADUCCIÓN. El de Andrea Bower, sobre la capacitación para protestas no violentas. (Museo Whitney de Arte de EE.UU.)

POR KAREN ROSENBERG - The New York Times

"Drawn From Photography", una muestra en el Drawing Center del barrio de SoHo en Nueva York, gira en torno de la vulnerabilidad de los movimientos, algunos estéticos, otros políticos. Es una delgada franja del dibujo actual, que abarca a unos 13 artistas apenas, pero que parece indicada para nuestro momento de trepidación global.
En términos formales, la muestra, que continúa hasta fines de marzo, podría verse como un colofón de la reciente muestra del Museo de Arte Moderno (MoMA) "On Line: Drawing Through the Twentieth Century".
Los dibujos del MoMA saltaban del plano al espacio tridimensional, pero las obras del siglo XXI en el Drawing Center no están tan liberadas. Se aferran a la página y se adhieren, con frecuencia rígidamente, a distintas fuentes fotográficas.
En la mayoría de los casos, esas fuentes documentan guerras, disturbios, protestas y otras escenas de agitación social: históricas y contemporáneas, fugaces y continuas, efectivas y no. Estos materiales fotográficos - en general a partir de fotos pero en algunos casos de afiches con mucho texto o páginas de diario - son meticulosamente recreados en pluma, lápiz y acuarela.
El trabajo es metódico y laborioso, y es probable que a algunos espectadores les parezca inconducente o redundante. Como escribe la curadora de la muestra, Claire Gilman, en el catálogo, "Esto es dibujo reducido a su aplicación más básica, una suerte de abordaje `cualquiera puede hacerlo’ que requiere mucho esfuerzo pero no necesariamente imaginación, lo cual plantea ¿para qué dedicarle tiempo"? Es una pregunta retórica, por supuesto, y a continuación responde: "¿O hay quizá cierto valor en el tiempo invertido, como si una atención esmerada a los logros de otros fuera en sí misma una forma de compromiso capaz de redefinir la naturaleza de la expresión creativa y el papel que ésta desempeña en el dibujo"? No es casual que su texto sea reproducido a partir de una versión manuscrita por el artista Serkan Ozkaya. Las palabras vacilantes pueden resultar difíciles de leer, pero esa dificultad refuerza con inteligencia la tesis de la muestra.
El dibujo, tal como se lo define aquí, no es una autoría. Es una traducción. Y no es una traducción mecánica, como, digamos en las fotos serigrafiadas de disturbios, de Warhol, sino de un tipo humano reconocible, como en las copias dibujadas a mano de imágenes similares realizadas por Frank Selby. Selby presta especial atención a los problemas técnicos de las imágenes con las cuales trabaja, las raspaduras y la sobre-exposición, y a veces también usa técnicas, por ejemplo acuarela azul sobre película de tereftalato, que dificultan la precisión. D.L Alvarez hace algo igualmente transformador, dibujando a partir de imágenes computarizadas de integrantes de la familia Manson y de los Panteras Negras que se descomponen, al ampliarlas, en cuadrículas pixeladas. Estos rectángulos de grafito delicadamente matizados hacen que los rostros y los slogans parezcan no resueltos e ilegibles.
Andrea Bowers va más lejos, dibujando figuras seleccionadas en fotografías de grupos activistas que practican una resistencia no violenta. Hace flotar los cuerpos sobre hojas grandes de papel blanco, divorciando el gesto del contexto (o, quizá, preguntándose si es posible hacerlo).
Curiosamente, la muestra no diferencia entre artistas que usan imágenes encontradas y los que trabajan a partir de sus propias fotos. Ewan Gibbs toma fotos "turísticas" de Nueva York desde el punto privilegiado del edificio del Empire State y luego las traslada a papel milimetrado usando triángulos, círculos y otras notaciones diminutas de los libros de patrones de tejido. Y Richard Forster dibuja a partir de sus propias fotos, tomadas desde un tren en movimiento, de una siderúrgica inglesa que había sido tapiada para cerrar. En ambos casos, el dibujo actúa como una manera de racionalizar una imagen sentimental.
Para otros artistas es una forma de recuperar el control de una imagen que fue publicada, voluntariamente o no, en Internet.
El deslumbrante autorretrato en pluma y tinta de Paul Sietsema está basado en una foto que encontró buscándose a sí mismo en Google. La había tomado Hedi Slimane para un artículo sobre la movida del arte en Los Ángeles pero subsistió como parte del Diario de moda de Slimane; con su dibujo, Sietsema recupera su propio rostro del archivo de la diseñadora de moda.
Y si bien parece una página de diario, "Birthday Drawing" de Karl Haendel también es una suerte de autorretrato, una reproducción de la primera plana del diario soviético Pravda del 1 de julio de 1976, el día que nació.
La muestra podría haber utilizado más obras de Haendel, cuyas instalaciones de dibujos en base a fotos hacen parecer la disciplina técnica como una opción radical.
En tanto "Birthday Drawing" se remonta a una fecha específica, otros dos proyectos en la muestra son continuos. En su serie "Currency" de diarios y noticias, Mary Temple realiza una especie de diagrama o matriz con cabezas de retratos de líderes mundiales en la noticia. Les asigna lugares elevados o bajos en la página en base a sus sentimientos hacia esa persona en ese día particular.
Es el dibujo como mensaje de Twitter, como algo del momento; las actualizaciones semanales contribuyen a mantenerlo como algo nuevo, aunque es dudoso que los espectadores encuentren algo polémico en la ubicación que da Temple, por ejemplo, al coronel Muammar el-Qaddafi.
De manera más dolorosa, Emily Prince viene realizando pequeños retratos de todos los soldados hombres y mujeres estadounidenses que murieron en Irak y Afganistán desde 2004: 5.720 en total al 31 de diciembre de 2010.
Aquí, muestra más de 500 dibujos que se remontan al comienzo del año pasado, pinchados en la pared como un gran mapa de los Estados Unidos, y los agrega cuando se reportan nuevas víctimas.
Los dibujos son considerablemente crudos, basados sólo en imágenes del sitio de Internet Military City, y el uso que hace Prince de cinco matices de papel para acercarse a diferentes tonos de piel es una gaffe bienintencionada.
Pero ella desempeña una función importante: prestar "cuidadosa atención a los logros de otros", en palabras de Gilman, la clase de atención que cuesta sostener en las formas artísticas más corrientes. Lynne Tillman, otra de las autoras del texto en el catálogo, lo señala bien: "Veo una mano moviéndose sobre el papel, borrando una línea, haciéndola de nuevo. Es tan humano".

Fuente: Revista Ñ Clarín


APARECIÓ UN MURAL
EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA



Está en lo que fue la capilla del asilo que funcionaba en el lugar. Se verá desde agosto.

A LA LUZ DEL VITREAUX. LA LIMPIEZA DE LOS VIDRIOS “ILUMINÓ” LA EXISTENCIA DE LA PINTURA DE PARISI.

Un recorrido por el mural del Centro Cultural Recoleta. (YouTube)

Por Susana Reinoso, ESPECIAL PARA CLARÍN

En qué se diferencia Buenos Aires de Ciudad de México? Aquí, hay tesoros artísticos que “caen” desde el cielo; allá, el pasado habla desde las catacumbas.
Justo cuando concluye la celebración por su 30º aniversario, en el Centro Cultural Recoleta (CCR) se ha descubierto un mural de principios del siglo XX, pintado por el artista italiano Francisco Parisi, quien llegó al país desde Italia a finales del siglo XIX, junto con el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo (que construyó, entre otros edificios clave, el asilo que funcionó en el actual espacio del Recoleta).
La obra se extiende en el interior de la cúpula de la antigua capilla del asilo, que hoy es el Auditorio El Aleph.
En buen estado de conservación a pesar de haber permanecido ignorado y sin restauración desde hace décadas, el mural ha sido creado para la Medalla Milagrosa y está rodeada de dos querubines y rostros de angelitos que giran sobre una corona de estrellas. Al pie hay dos corazones.
Parisi pintó el mural en 1906, según testimonia la firma en la obra, que comenzará a limpiarse y restaurarse en estos días.
El artista italiano fue también decorador y docente, destacándose en el retrato y el paisaje entre otras expresiones plásticas. Tuvo una prolífica tarea en Buenos Aires que lo llevó además a decorar Catedral metropolitana: el presbiterio, la cúpula y la nave principal de la Catedral metropolitana, tanto como en la casa parroquial.
En la bóveda del presbiterio pintó La disputa del Templo , La Samaritana y La mujer adúltera ; en la cúpula, El triunfo de la religión y en la nave principal, La Asunción de la Virgen .
Fuera de Buenos Aires, trabajó también en otras iglesias del interior. Fue además el retratista de reconocidas figuras de la vida social y política de su época, como Ramón Santamarina y Antonio Devoto.

UN ANGEL. EL ARTISTA USÓ UNA TÉCNICA NOVEDOSA PARA SU ÉPOCA.

Al referirse al “descubrimiento” del mural, cuyo nombre se desconoce, el Director General del CCR dijo a Clarín : “Fue en diciembre del año pasado, cuando reinauguramos El Aleph, de cuya reparación se hizo cargo la Universidad Maimónides, que por encima de la parrilla descubrimos primero los ángeles y luego el resto del mural”.
Según deduce Massetti lo que “iluminó” la existencia del mural fue la limpieza y restauración de los extraordinarios vitraux de la cúpula, que datan de 1885.

El director general del CCR vincula la etapa de creación del mural con una época de auge de la ciudad. “Buenos Aires se convertía en una urbe moderna y aparecían edificios de una arquitectura imponente. El mural fue creado con una técnica que por entonces sólo Parisi conocía”.
La técnica es, según lo relevado hasta ahora, una cera coloreada y la obra está pintada con espátula y con relieves.
Lo primero en el trabajo de recuperación será quitar la parrilla que oculta al mural de la vista y reparar por fuera las tejas de cinc que son también de principios de siglo.
La limpieza de la obra se extenderá por tres meses y durante los trabajos, El Aleph seguirá funcionando, pues será anulado sólo un 30 por ciento de la parte posterior del escenario, que quedará invisibilizado a la vista del público.
Se estima que para agosto, de acuerdo con lo previsto, el mural será presentado en sociedad en perfectas condiciones.

Fuente: clarin.com

"QUERRÍA VIVIR UN TIEMPO EN BUENOS AIRES"



Diálogo con el Nobel de Literatura / Tras la polémica por su llegada al país
Vargas Llosa agradeció el apoyo de los escritores para que participe en la Feria del Libro y habló de su amor por la ciudad de Borges

Mario Vargas Llosa antes de recibir el Premio Don Quijote 2009 del Rey Juan Carlos I, en el Palacio de La Zarzuela, el 15 de abril de 2010

Juan Cruz
Para LA NACIÓN

MADRID.- "Querría vivir algún tiempo en Buenos Aires", afirmó ayer Mario Vargas Llosa desde México, nada más descolgar el teléfono y saber que del otro lado quien le hablaba lo hacía en nombre de La Nacion.
No es la primera vez que el Nobel de Literatura expresa esa apetencia. Lo ha escrito al menos desde 1981, cuando visitó a Jorge Luis Borges, a quien le hizo una entrevista memorable, en la que ambos repasaron la historia argentina, con su sombra y con su gloria. El incidente generado porla propuesta de veto, levantada luego, de un grupo de intelectuales cercanos el Gobierno, para que no se escuchara su voz en la próxima Feria del Libro argentina no ha interrumpido aquel propósito: él querría vivir en Buenos Aires, algún día, algún tiempo.
El incidente le lastimó el ánimo, que ayer parecía bastante rehecho. Vargas Llosa dijo que estaba muy agradecido "a todos aquellos escritores que no están de acuerdo con mis posturas pero que han declarado su apoyo para que yo hable en la feria".
"Estimula que se ponga en su lugar ese derecho que tiene todo escritor a expresar lo que siente", dijo, para añadir que él apoya ese derecho "aunque esté en mi contra lo que diga el otro". Pero el autor de La verdad de las mentiras añadió: "¿A dónde vamos a llegar si tapamos la boca a aquellos con los que no estamos de acuerdo? Pues llegamos a la barbaridad".
Pasó de la incredulidad al estupor y luego a la gratitud hacia aquellos que lo apoyaron desde posiciones contrarias a su propio pensamiento. Ya había dicho que le agradecía a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que hubiera introducido cordura en las primitivas posiciones contrarias a su intervención. Y no niega que sus propósitos exclusivamente literarios en cuanto al contenido del discurso que le quisieron impedir se han roto, "básicamente porque sería un escamoteo a los que quisieran saber qué pienso también en el ámbito político". Vargas Llosa dijo que no sabe todavía qué va a decir, ni siquiera lo ha escrito ni va a escribirlo. "Hablaré con notas, no tendré un discurso escrito para la ocasión, pero imagino que alternaré lo que pienso de Buenos Aires y de la Argentina como ese gran país de literatura con la postura que mantengo acerca de muchas cosas."
Antes de su viaje a Buenos Aires, el premio Nobel de Literatura agradeció la oportunidad de decir lo siguiente: "Buenos Aires es, con París, la ciudad más literaria del mundo. Lo es para mí, lo es para muchos. Y me encantaría poder vivir una temporada en la Argentina. Escribir en los cafés de Buenos Aires, asistir a sus teatros, visitar sus librerías de viejo?".
"Allí (en la Argentina) tendré mucho gusto de volver a ver a mis amigos" y de agradecer "a todos los que no piensan como yo que hayan apoyado mi presencia". Y añadió: "Esta actitud me ha conmovido, sobre todo porque jamás entenderé que nadie, ningún escritor, pida que se ejerza censura alguna contra otro. Esto nos conduciría a una barbaridad con la que estoy resueltamente en contra".
En Buenos Aires revisitará, entre otras realidades o fantasmas, la huella de Jorge Luis Borges, que fue su interlocutor en una célebre entrevista de 1981, antes de que los militares dejaran el poder en la Argentina. Ahí recogió Vargas Llosa lo que el autor de Ficciones dijo acerca de los militares: "Pasarse la vida en los cuarteles y en los desfiles no capacita a nadie para gobernar". Y recogió también Vargas Llosa esta frase de Borges: "Los militares argentinos no han oído silbar una bala". "Como un general lo refutó citándose en ejemplo -escribe Vargas Llosa-, Borges rectificó: «Admito que el general Fulano de Tal sí ha oído silbar una bala»."
Dijo Vargas Llosa, en su artículo "Borges y los piqueteros" (de 2008): "Borges es una de las cosas más notables que le han pasado a la Argentina, a la lengua española, a la literatura, en el siglo XX. Y es seguro que esa particular forma de genialidad que fue la suya (?) hubiera sido imposible sin el entorno social y cultural de Buenos Aires, probablemente la ciudad más literaria del mundo, junto con París". Las dos capitales, prosigue el Nobel, "tienen encima, como segunda piel, una envoltura literaria de mitos, leyendas, fantasías, anécdotas, imágenes, que remiten a cuentos, poemas, novelas y autores y dan una dimensión entre fantástica y libresca de todo lo que contienen: cosas, casas, barrios, calles y personas".
Una combinación de su estupor reciente y su maravillada mirada ante Buenos Aires es posible que sea la base de ese discurso que ahora se espera de él en la ciudad de Borges.

DIXIT

"Buenos Aires es, con París, la ciudad más literaria del mundo"

MARIO VARGAS LLOSA
Premio Nobel de Literatura


EXHIBEN MARFILES HALLADOS
POR EL ESPOSO DE AGATHA CHRISTIE



Son piezas descubiertas en el actual Irak
El Museo Británico adquirió la colección en US$ 1,8 millones


AGATHA CHRISTIE Y SU MARIDO, MAX EDGAR LUCIEN MALLOWAN - NATIONAL PORTRAIT GALLERY- JOHN HEDGECOE

LONDRES.- El Museo Británico exhibirá a partir de la semana próxima una colección de marfiles decorativos descubiertos hace medio siglo por el primer marido de la escritora de novelas de misterio inglesa Agatha Christie, el arqueólogo Max Mallowan, en Nimrud, en el actual Irak. Según se informó en Londres, el museo compró la colección, que consiste en mil piezas catalogadas y 5000 fragmentos sin catalogar, al Instituto de Estudios Británicos de Irak, en 1,88 millones de dólares. Se trata de la segunda adquisición más cara que realiza el museo. Max Edgar Lucien Mallowan (1904-1978), esposo de la creadora del detective Hércules Poirot, estuvo al frente de la Escuela Británica de Arqueología en Irak (predecesora del instituto) entre 1949 y 1963, y dirigió las excavaciones de Nimrud, iniciadas por Austen Henry Layard. Christie, que solía acompañar a su marido en los viajes de estudio, escribió en aquella ciudad una de sus mejores novelas, Intriga en Bagdad . Nimrud fue la antigua capital de Asiria y es de allí de donde proceden las piezas de 3000 años de antigüedad que compró el museo. Según varias biografías del matrimonio, Mallowan descubrió esos marfiles, junto con su esposa, y los catalogó.

Foto facilitada por el Museo Británico de un marfil de Nimrud, que representa a un grifo alado. El Museo Británico anunció hoy haber adquirido una colección de marfiles decorativos descubiertos por el marido de la novelista Agatha Christie en Nimrud, en el actual Irak. Max Edgar Lucien Mallowan (1904-1978), esposo de la creadora del detective Hércules Poirot, estuvo al frente de la Escuela Británica de Arqueología en Irak entre 1947 y 1961 y dirigió las excavaciones de Nimrud, iniciadas por Austen Henry Layard. EFE Agencias EFE y ANSA

El arqueólogo describió aquellos trabajos en su obra Veintinueve años de descubrimientos mesopotámicos, y Christie se refirió también a ellos en su libro autobiográfico y de viajes Tell me how you live (1946)."Nimrud es uno de los más importantes yacimientos arqueológicos de Medio Oriente y los marfiles allí encontrados figuran entre los productos más exquisitos jamás descubiertos en una excavación arqueológica", afirmó John Curtis, del departamento de Medio Oriente del museo.
La colección, que ha estado almacenada desde 1963, nunca se exhibió al público. Los marfiles, hechos en su mayoría en ciudades sirias y fenicias y llevados a Asiria como parte de algún botín o como tributos, datan de entre los siglos IX y VII a.C. En su mayoría constituían elementos decorativos de muebles, carruajes y arreos de caballos, y muchos estaban originalmente recubiertos de oro y piedras preciosas. Algunos de ellos representan animales y figuras humanas o motivos florales y geométricos. La adquisición ha sido posible gracias a generosos donativos de los Amigos del Museo Británico, del Art Fund y del National Heritage Fund y al propio Instituto de Estudios Británicos de Irak, que donó un tercio de la colección. Otro tercio de las piezas se quedará en el instituto, con la esperanza de que un día puedan volver a Irak.

Fuente texto: clarin.com