Húmedo y Vertical es el título del último libro de este dibujante autodidacta. Aquí, Santellán asegura que no se trata de un producto Voyeur, y califica su nuevo libro como surrealismo erótico.
HURGANDO EN EL PLACARD DE MAGRITTE. De Húmedo y Vertical, último trabajo de Santellán.
SURREALISMO ERÓTICO. Eduardo Santellán habla de Húmedo y vertical.
Por Ivanna Soto. Especial para Ñ Digital
Como buen autodidacta, el dibujante e historietista Eduardo Santellán (Buenos Aires, 1951) incursionó en el mundo de la pintura (re)ideando técnicas ya inventadas en el mundo del arte, pero inexistentes en su mundo interior. Ajeno a esa otra realidad que utilizaba sus métodos desde hacía décadas, desarrolló un código propio, amparado en la definición de Surrealismo de André Breton: “Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar […] el funcionamiento real del pensamiento […]”.
Tal procedimiento se hizo visible desde sus primeros trabajos para la revistas Expreso Imaginario, El Péndulo y Fierro, entre otras, y en sus ilustraciones para libros de cuentos infantiles o tapas de los discos de rock como El valle interior, de Almendra y Bajo Belgrano, de Spinetta Jade. Y ahora, en su nuevo libro de imágenes y escritos “Húmedo y Vertical” (La máquina de coser paisajes/ediciones) Santellán no se traiciona. Definido por él mismo como “Surrealismo erótico”, desarrolla su iconografía partiendo de la figura humana para deconstruirla y exponerla en toda su dimensión, crudeza y despojo. Dominado por la magia del azar, exhibe fragmentos de cuerpos que se rehacen y entremezclan con elementos reconocibles y cotidianos, pero distorsionados, sometidos a la dinámica del deseo. Defiende el automatismo psíquico como método esencial y cuenta que emplea técnicas mixtas que abarcan la utilización de lápiz, acrílico, birome y, en algunos casos, la intervención digital. Ahora sí, con las explicaciones del caso, se presta hablar de su última creación, Húmedo y vertical, que además de sus ilustraciones lleva textos de Elena Bossi, Adriana C. Russo y prólogo de Carlos Barbarito.
-¿Hay alguna explicación para el título del libro más allá de la evidente?
Como el resto de mis trabajos, el título me llegó sin previo aviso; es bastante ambiguo y no hace referencia a nada en particular, pero creo que inquieta y sugiere desde esos calificativos. Y más aún dentro del contexto en el que se encuentra, con el subtítulo “Surrealismo erótico” y la imagen de tapa que lo acompaña.
-¿Qué imagen elegiría para remitir directamente al género erótico?
Ningún elemento en particular me remite directamente a lo erótico ni espero hallar un objeto donde cargar el deseo ni evocar tabúes que me exciten. Unos genitales o determinados órganos de un cuerpo, en este contexto, no le provocan a mi ánimo más que cualquier otra cosa; mi erotismo no está destinado a la exaltación del deseo, sino que lo veo como una temática más, una punta desde donde pueden extraerse nuevas formas. Alguien puede creer al ver estos trabajos que se trata del producto de un voyeur que está mirando por el ojo de una cerradura, pero no fue una cuestión de espiar esas partes del cuerpo. Sólo soy una persona que observa su interior, que trabaja en absoluta libertad, sin autocensuras ni preconceptos, sin reprimir nada de lo que me va brotando mientras trabajo.
-Dentro de la selección de dibujos hay una serie en la que utiliza el isologo de Coca-Cola. ¿Qué relación hay entre el arte erótico y la publicidad?
En esta sociedad articulada aún alrededor de tabúes y proscripciones sexuales, el erotismo suple esos estados más o menos obsesivos del deseo larvado. La publicidad se vale de estos límites impuestos y explota un erotismo fronterizo que, en muchos casos, se asemeja más a la pornografía, por su afán de despertar el apetito sexual, que a lo erótico, que es un arte de la sutileza. En mis trabajos trato de interpelar al espectador con un discurso despojado de ataduras moralistas, pero conservando los límites entre un género y otro.
-¿Por qué incluyó escritos, además de dibujos, en el libro?
-Los escritos son sólo anotaciones que intentan exponer ciertas inquietudes que me surgen entre un dibujo y otro, y que en algún caso tienen una carga pretendidamente poética, pero no son poemas en un sentido íntegro. Tampoco son escritos eróticos, sino teorizaciones sobre mi actividad que, junto con los viejos dibujos, intentan resumir el trabajo de alguien que experimenta múltiples vivencias y lo expresa también con frases y pequeños textos.
-¿Es parte de su definición como artista?
-Como artista me veo como un solitario que intenta extraer sus visiones interiores para dar testimonio de ciertos bordes densos de su propia experiencia psíquica. Creo ser un “journalista de la imaginación”, me interesa explorar esa línea donde se delimita lo onírico de lo real y lo mágico de lo cotidiano. Mientras otros prefieren el paisaje bucólico, la naturaleza o la abstracción, yo tomo el dibujo como un medio de introspección más que de expresión; lo mío, en un sentido taxativo, es acercarme a esas zonas del inconciente y a formas desconocidas que se van descubriendo mientras se dibujan.
- ¿De allí la calificación de su obra bajo la etiqueta de Surrealismo?
No conozco otra escuela desde donde se pueda mirar mejor mi trabajo que el Surrealismo. Si bien me llega como un eco de aquellos postulados de Breton y los franceses, hoy y a través del tiempo y de la historia personal sólo es una reminiscencia con códigos propios. De la corriente tomo en principio las ideas de libertad, juego e introspección psíquica. Creo en el azar absoluto, en ese estado anterior a la razón, y ahí pretendo ubicarme cuando dibujo; el resto viene de esos lugares recónditos de la conciencia a los que uno no tendría acceso de no ser por la experiencia del arte. Por lo tanto, en mí funciona el Automatismo psíquico, el cual aplico para la instancia del boceto porque me permite contar con la idea de lo impredecible. Luego tomo la imagen resultante y la modifico y realzo con todas las técnicas que tenga al alcance hasta llegar al resultado final.
-¿Hay alguna diferencia entre el Eduardo Santellán ilustrador, historietista y dibujante surrealista?
En todas las instancias intento ser el mismo. No me veo seccionado en cada rol que debo asumir, sino que trato de ser aquello que es la esencia de mi trabajo, sin traiciones. En alguna instancia con más oficio que juego, en otras con más libertad que compromiso. En cualquier caso, fiel a las surrealidades con las que comencé, que entrañan mi punto de conexión con la belleza y lo imaginario, lo cual me permite pensar el mundo de forma menos determinista y, como artista, hallarle un sentido a esta realidad.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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