Exponen, en Espacio Fundación Telefónica, los artistas que repensaron un fenómeno imparable en sus inicios e hicieron historia en los años 60.
Por Marina Oybin - ESPECIAL PARA CLARIN
El 17 de octubre de 1951 se hizo en la Argentina la primera transmisión televisiva. Muy pocos tenían tevé: amigos y vecinos se reunían para ver los programas. Ya en 1953 había 32.000 aparatos y sólo dos décadas después nuestro país ostentaba, con 2 millones de aparatos, el récord de horas transmitidas por televisión en todo Occidente.
Tanto fue el interés que generó el nuevo chiche que un grupo de artistas puso el foco allí.
Televisión. El Di Tella y un episodio en la historia de la TV , la excelente muestra en Fundación Telefónica, curada por Rafael Cippolini e Inés Katzenstein, se centra en las relaciones entre arte y televisión a través de las experiencias que se realizaron en el Instituto Di Tella, entre 1965 y 1969. Los artistas experimentaron con la tevé, buscaron resignificarla, trasformarla y darle nuevos usos .
La muestra incluye material de archivo, fotos, grabaciones inéditas que son joyitas, manuscritos, y artículos de diarios. Hay también obras de Luis Felipe Noé y Jorge De la Vega, y una serie de instalaciones de Jorge Macchi, Miguel Mitlag y Andrés Di Tella realizadas especialmente para esta muestra.
¿Qué hacían los artistas de los 60? En Situación de tiempo (1967), David Lamelas reunió en una sala a oscuras del Instituto 17 televisores Siam Di Tella. Los sintonizó en un canal inexistente e invitó a los espectadores a pasar ocho horas dentro de la sala. Se proponía vaciar de contenido la pantalla y envolver al espectador en una atmósfera de luz catódica alienante.
Pensando en aquellos años, Andrés Di Tella, hijo de Torcuato Di Tella, hizo una proyección con material televisivo de época. Un zapping imaginario de los 60 donde desfilan Andrés Percivale cubriendo la Guerra de Vietnam, Mónica Cahen D’Anvers desde Cabo Cañaveral y los jovencísimos Marta Minujín y Edgardo Giménez.
Los artistas pop buscaron llegar al gran público a través de la tevé. Y lo lograron. Las filmaciones de época dan cuenta del lugar que ocuparon en la pantalla chica como verdaderas estrellas y de la repercusión que tuvieron históricos happenings como Simultaneidad en simultaneidad (1966), que incluía un circuito cerrado de tevé, y La Menesund a (1965), que incluía una sala donde una pareja en la cama miraba tevé.
Marta Minujín hizo el primer happening televisado de Latinoamérica. Cuenta la artista en una entrevista que puede verse en un pequeño monitor en una de las mesas, que como el término se venía usando en los medios con un sentido inapropiado, se lanzó a hacer uno en el programa “La campana de cristal”. Y lo hizo: ponies encabritados que llevaban latas de pinturas y a su paso salpicaban a la audiencia, strippers musculosos reventando globos con pinches adosados al cuerpo y decenas de gallinas sembrando plumas por doquier hicieron encolerizar al presentador del programa. Acto seguido: cortaron la transmisión.
En la vereda opuesta a la de los artistas pop, Eduardo Costa, Raúl Escari y Roberto Jacoby buscaron analizar los mecanismos de la televisión, poner en evidencia el poder de los medios en la construcción de la realidad e imaginar nuevos modos de participación. Así, el Happening para un jabalí difunto –en el que participaron Oscar Masotta, Manuel Mujica Lainez, Antonio Gasalla, entre muchos otros– buscó “construir la obra en el interior del medio”. Un informe y una serie de fotos publicitaban un evento artístico que nunca existió. Sin embargo, muchos medios gráficos difundieron la supuesta noticia sin chequear la información.
Una muestra que cautiva más que la tevé, y que, por la cantidad de fotos, grabaciones inéditas, entrevistas e instalaciones hay que recorrer con tiempo.
El 17 de octubre de 1951 se hizo en la Argentina la primera transmisión televisiva. Muy pocos tenían tevé: amigos y vecinos se reunían para ver los programas. Ya en 1953 había 32.000 aparatos y sólo dos décadas después nuestro país ostentaba, con 2 millones de aparatos, el récord de horas transmitidas por televisión en todo Occidente.
Tanto fue el interés que generó el nuevo chiche que un grupo de artistas puso el foco allí.
Televisión. El Di Tella y un episodio en la historia de la TV , la excelente muestra en Fundación Telefónica, curada por Rafael Cippolini e Inés Katzenstein, se centra en las relaciones entre arte y televisión a través de las experiencias que se realizaron en el Instituto Di Tella, entre 1965 y 1969. Los artistas experimentaron con la tevé, buscaron resignificarla, trasformarla y darle nuevos usos .
La muestra incluye material de archivo, fotos, grabaciones inéditas que son joyitas, manuscritos, y artículos de diarios. Hay también obras de Luis Felipe Noé y Jorge De la Vega, y una serie de instalaciones de Jorge Macchi, Miguel Mitlag y Andrés Di Tella realizadas especialmente para esta muestra.
¿Qué hacían los artistas de los 60? En Situación de tiempo (1967), David Lamelas reunió en una sala a oscuras del Instituto 17 televisores Siam Di Tella. Los sintonizó en un canal inexistente e invitó a los espectadores a pasar ocho horas dentro de la sala. Se proponía vaciar de contenido la pantalla y envolver al espectador en una atmósfera de luz catódica alienante.
Pensando en aquellos años, Andrés Di Tella, hijo de Torcuato Di Tella, hizo una proyección con material televisivo de época. Un zapping imaginario de los 60 donde desfilan Andrés Percivale cubriendo la Guerra de Vietnam, Mónica Cahen D’Anvers desde Cabo Cañaveral y los jovencísimos Marta Minujín y Edgardo Giménez.
Los artistas pop buscaron llegar al gran público a través de la tevé. Y lo lograron. Las filmaciones de época dan cuenta del lugar que ocuparon en la pantalla chica como verdaderas estrellas y de la repercusión que tuvieron históricos happenings como Simultaneidad en simultaneidad (1966), que incluía un circuito cerrado de tevé, y La Menesund a (1965), que incluía una sala donde una pareja en la cama miraba tevé.
Marta Minujín hizo el primer happening televisado de Latinoamérica. Cuenta la artista en una entrevista que puede verse en un pequeño monitor en una de las mesas, que como el término se venía usando en los medios con un sentido inapropiado, se lanzó a hacer uno en el programa “La campana de cristal”. Y lo hizo: ponies encabritados que llevaban latas de pinturas y a su paso salpicaban a la audiencia, strippers musculosos reventando globos con pinches adosados al cuerpo y decenas de gallinas sembrando plumas por doquier hicieron encolerizar al presentador del programa. Acto seguido: cortaron la transmisión.
En la vereda opuesta a la de los artistas pop, Eduardo Costa, Raúl Escari y Roberto Jacoby buscaron analizar los mecanismos de la televisión, poner en evidencia el poder de los medios en la construcción de la realidad e imaginar nuevos modos de participación. Así, el Happening para un jabalí difunto –en el que participaron Oscar Masotta, Manuel Mujica Lainez, Antonio Gasalla, entre muchos otros– buscó “construir la obra en el interior del medio”. Un informe y una serie de fotos publicitaban un evento artístico que nunca existió. Sin embargo, muchos medios gráficos difundieron la supuesta noticia sin chequear la información.
Una muestra que cautiva más que la tevé, y que, por la cantidad de fotos, grabaciones inéditas, entrevistas e instalaciones hay que recorrer con tiempo.