El pintor y dibujante indaga la condición humana a través de una serie de caras pintadas al óleo que integran la muestra "Héroes de la Dependencia", actualmente exhibida en Rosario
Por Elba Pérez
Para LA NACION - Buenos Aires, 2010
Para LA NACION - Buenos Aires, 2010
-Perdone, Sábat, pero estoy en grave aprieto. ¿Con qué cara pretendo entrevistar al periodista de fuste, dibujante, pintor, fotógrafo, erudito en varias pericias, conocedor de entresijos políticos, melómano, clarinetista, ciudadano ilustre, multipremiado con doctorados honoris causa, cuasi mafioso por otorgadas jinetas presidenciales y, colmo de colmos, sabio oriental?
-No se apure. Tome alguna de las máscaras de Héroes de la Dependencia . Usted está asociada en eso.
-Eso, como usted dice, es el libro catálogo que va con su muestra de ochenta ¿retratos? que se exhiben en Rosario.
-Sí, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Como pintor, dependo de las invitaciones, porque renuncié a integrar el circuito de galerías y certámenes, del mercado ficticio de los curadores o sanadores, que hoy prescribe la moda o el curro. Antes, mucho antes, renuncié a la palabra.
-Pero sostiene el lenguaje permanente, silente, de la forma y el color.
-Así es. Freud dijo que sólo veíamos lo que queremos ver. A lo que agrego que sólo vemos aquello que tenemos la aptitud de ver.
-Hagamos foco en la otra mirada, la recatada ante el caballete, la del hombre que cada día da la cara sobre papel de diario a la fisonomía y laya de personajes notorios. En su pintura, que hoy nos ocupa, esa persistencia de rostros se sostiene en una seguidilla de idénticas dimensiones.
-Así es, 50 x 60 cm. Todos los gráficos tienen un formato propio. El tamaño no importa, es la relación bidimensional o tridimensional de la imagen interna.
-¿Cómo andamos en el cumplimiento del cupo femenino? Predominan los hombres.
-No tanto, las Heroínas de la Dependencia son un veintiocho por ciento, más o menos. Tal vez hay prurito de reserva ante la condición femenina. Pero no afirmo nada.
-Le pregunto sobre la razón de las dimensiones regulares de estas pinturas, donde hay predominio de la imagen vertical, la línea de horizonte, a cierta altura de los hombros. Y hablando de línea, en su pintura es fluente, emerge de las diversas áreas y zonas de color. Es muy distinta de la incisiva línea gráfica cotidiana que usa en el diario Clarín. Y otro tanto diríamos de las texturación puntillista de los fondos.
-Todo es cuestión de formato. Todos estamos formateados según nuestra índole. No es volitivo, sino idiosincrático.Si uno lo advierte, responde y acompaña a esa naturaleza. Desovillar el tema es asunto de filósofos o psicoanalistas. Los que están en la cosa no deben hurgar: se malogra el advenimiento.
-"La mujer y la tela, a la vela", reza el proverbio español. Cosas del altillo para no menear el inconsciente, que interrogan otras disciplinas. En su vida pública usted afronta fisonomías reconocidas de personajes en situación -en circunstancias- que el público lector debe reconocer. Pero Héroes de la Dependencia no tiene modelo cierto...
-Son de cartón pintado, si usted quiere. Aparecen fantasmalmente en la superficie de la tela. Cuando los atisbo, trato de que emerjan a la superficie del soporte a punta de pincel. Me sucede, como a otros, entrever semejanzas con seres vivientes. Pero los dejo ser.
-A su aire, para volver a la sabiduría popular de España. Su padre fue profesor de literatura y mallorquino, y su abuelo Hermenegildo; dibujante.
-Cosas del santoral, ese ayudamemoria infalible de los nacimientos. Y del respeto de mi padre al suyo.
-Todo deviene, como las aguas de Heráclito. Y como los concretos asistentes a su taller de Monserrat, recibidos con respeto y recatado afecto mutuo. Condiciones imprevisibles para un cuasi mafioso celebrado internacionalmente por sus valores artísticos, cívicos y democráticos. Valores por treintena acreditados, día a día, en blanco y negro de tintas y papeles, ápice del iceberg de la soterrada vida de un hombre de bien. Y, permítame decirlo, me conmovió que el catálogo de su última muestra esté presidido, auspiciado, por la fotografía de Samuel Paz tomada por Grete Stern.
-Es mi homenaje. No hace falta argumentar sobre la grandeza de ambas causas.
-Sábat, usted lo sabe, aunque calle: cuando uno se topa con un oriental mayúsculo, la admiración lo torna en rioplatense.
-Amén. Si usted lo dice...
Fuente: LA NACIÓN
-No se apure. Tome alguna de las máscaras de Héroes de la Dependencia . Usted está asociada en eso.
-Eso, como usted dice, es el libro catálogo que va con su muestra de ochenta ¿retratos? que se exhiben en Rosario.
-Sí, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Como pintor, dependo de las invitaciones, porque renuncié a integrar el circuito de galerías y certámenes, del mercado ficticio de los curadores o sanadores, que hoy prescribe la moda o el curro. Antes, mucho antes, renuncié a la palabra.
-Pero sostiene el lenguaje permanente, silente, de la forma y el color.
-Así es. Freud dijo que sólo veíamos lo que queremos ver. A lo que agrego que sólo vemos aquello que tenemos la aptitud de ver.
-Hagamos foco en la otra mirada, la recatada ante el caballete, la del hombre que cada día da la cara sobre papel de diario a la fisonomía y laya de personajes notorios. En su pintura, que hoy nos ocupa, esa persistencia de rostros se sostiene en una seguidilla de idénticas dimensiones.
-Así es, 50 x 60 cm. Todos los gráficos tienen un formato propio. El tamaño no importa, es la relación bidimensional o tridimensional de la imagen interna.
-¿Cómo andamos en el cumplimiento del cupo femenino? Predominan los hombres.
-No tanto, las Heroínas de la Dependencia son un veintiocho por ciento, más o menos. Tal vez hay prurito de reserva ante la condición femenina. Pero no afirmo nada.
-Le pregunto sobre la razón de las dimensiones regulares de estas pinturas, donde hay predominio de la imagen vertical, la línea de horizonte, a cierta altura de los hombros. Y hablando de línea, en su pintura es fluente, emerge de las diversas áreas y zonas de color. Es muy distinta de la incisiva línea gráfica cotidiana que usa en el diario Clarín. Y otro tanto diríamos de las texturación puntillista de los fondos.
-Todo es cuestión de formato. Todos estamos formateados según nuestra índole. No es volitivo, sino idiosincrático.Si uno lo advierte, responde y acompaña a esa naturaleza. Desovillar el tema es asunto de filósofos o psicoanalistas. Los que están en la cosa no deben hurgar: se malogra el advenimiento.
-"La mujer y la tela, a la vela", reza el proverbio español. Cosas del altillo para no menear el inconsciente, que interrogan otras disciplinas. En su vida pública usted afronta fisonomías reconocidas de personajes en situación -en circunstancias- que el público lector debe reconocer. Pero Héroes de la Dependencia no tiene modelo cierto...
-Son de cartón pintado, si usted quiere. Aparecen fantasmalmente en la superficie de la tela. Cuando los atisbo, trato de que emerjan a la superficie del soporte a punta de pincel. Me sucede, como a otros, entrever semejanzas con seres vivientes. Pero los dejo ser.
-A su aire, para volver a la sabiduría popular de España. Su padre fue profesor de literatura y mallorquino, y su abuelo Hermenegildo; dibujante.
-Cosas del santoral, ese ayudamemoria infalible de los nacimientos. Y del respeto de mi padre al suyo.
-Todo deviene, como las aguas de Heráclito. Y como los concretos asistentes a su taller de Monserrat, recibidos con respeto y recatado afecto mutuo. Condiciones imprevisibles para un cuasi mafioso celebrado internacionalmente por sus valores artísticos, cívicos y democráticos. Valores por treintena acreditados, día a día, en blanco y negro de tintas y papeles, ápice del iceberg de la soterrada vida de un hombre de bien. Y, permítame decirlo, me conmovió que el catálogo de su última muestra esté presidido, auspiciado, por la fotografía de Samuel Paz tomada por Grete Stern.
-Es mi homenaje. No hace falta argumentar sobre la grandeza de ambas causas.
-Sábat, usted lo sabe, aunque calle: cuando uno se topa con un oriental mayúsculo, la admiración lo torna en rioplatense.
-Amén. Si usted lo dice...
Fuente: LA NACIÓN