Por Patricia Kolesnicov
La conversación, por teléfono, tiene que ser veloz: en unos minutos Pío Díaz saldrá por la puerta del hotel, en Roma, y se irá a quemar el Coliseo. O bueno, a “quemar” el Coliseo de manera virtual. Con una videoinstalación, desde ayer a la noche y hasta mañana, el artista argentino Pío Díaz y su compañera, la danesa Thyra Hilden, juegan a destruir Roma. “Mientras el Coliseo exista –dice una cita con la que el curador presenta este trabajo– existirá Roma; cuando caiga, Roma caerá; pero cuando caiga Roma, lo hará el mundo”.
Gran responsabilidad, así que Pío Díaz (1973) explica con detalle: ”Trabajamos con la destrucción artificial de instituciones y monumentos. Lo que queremos es hacer la pregunta de cuáles instituciones, cuáles monumentos deben existir y cuáles no. Como sociedad, a veces destruimos cosas importantes. ¿Cómo se elige qué tiene que sobrevivir?”.
No es la primera vez que lo hacen: en 2007, no faltaron llamados a los bomberos cuando los habitantes de la ciudad danesa de Aarhus vieron quemarse su flamante museo de arte. Era una obra de Hilden y Díaz.SClB“En Argentina pasa todos los días –dice Díaz, que se fue en 1998, pero dejó sus lazos afectivos bien atados–; destruimos cosas sin saber por qué. Cuando vas a una ciudad pequeña están la casa de gobierno, la plaza, el centro cultural, ¿qué pasa si se destruyen? ¿Construimos instituciones nuevas? ¿Las nuevas serán mejores?”
No fue fácil financiar la “quema” del Coliseo e hicieron falta cuatro años de gestiones para que la ciudad de Roma les diera permiso.
Mostrar la fragilidad, dice Díaz. De eso se trata. “A veces perdemos la prudencia por la fragilidad de las cosas. Con estas imágenes, dan ganas de esperar, de reflexionar antes de destruir... ¡y a veces será mejor destruir!
¿Qué sigue? Hilden y Díaz planean por un lado un castillo de arena que no se deshaga: “Para hablar de los sueños que se destruyen, acá planteamos un castillo que dure para siempre”. Pero el gran proyecto es una burbuja de jabón gigante, “que pueda durar un período largo”. Es decir: en lugar de un monumento que se quema, una burbuja, el colmo de lo efímero, que permanezca. En definitiva, dice Díaz, siempre lo mismo: “Qué debe permanecer, qué es lo frágil”.
Dice. Y se va a quemar el Coliseo. Sin fuego, con ideas.