Como un flâneur del siglo XXI, Steve Mc Curry se pierde en las ciudades del mundo para nutrirse de paisajes, lugares, personajes, que retrata con belleza y profundidad. Más de un centenar de imágenes, una muestra imperdible.
La niña afgana. Célebre imagen que el fotógrafo estadounidense tomó en el campo de refugiados en Nasir Bagh, Paquistán, 1984
Uno de los rasgos que sobresalen en Steve Mc Curry -entre los más notables fotógrafos de la actualidad- es su capacidad de registrar en imágenes de gran belleza aspectos de las distintas culturas que recorre. Esas fotografías no podrían tomarse hoy, ya que, en las últimas décadas, esos mismos paisajes y aquellas culturas cambiaron, y algunas constituyen para él una "última mirada" a mucho de lo que se toma por identidad cultural en el mundo.
Escenas callejeras. Niño en medio de una fuga, en Jodhpur, India (2009)
Mc Curry es un viajero incansable. Empujado por una curiosidad insaciable que lo lleva a recorrer los lugares más recónditos, retrata con su cámara, entre otros temas que se ven en la exposición, a los pescadores de Sri Lanka vestidos con ropas tradicionales, trabajando sobre zancos en entornos de gran belleza natural. O a una madre con su niño en Bombay, pidiendo limosna a través de la ventana de un taxi durante el período de los monzones; una imagen conmovedora. Está el retrato de Sharbat Gula, La niña afgana, tomada por Mc Curry en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en Paquistán. Sus penetrantes ojos verdes fueron la portada de la revista National Geographic y se transformó en un símbolo de fortaleza. Se puede ver también una geisha saliendo de una estación de subte, una fotografía llena de misterio, que fusiona de manera única la tradición y la actualidad.
Escenas callejeras. Un retrato tomado en Kabul, Afganistán (1992)
El tema de las religiones también está presente: puede ser un peregrino orando en el Tíbet, una imagen profunda de colorida composición, o bien un grupo de hombres en una mezquita islámica-sufí, cuya luz proveniente de las ventanas se refleja con intensidad sobre algunos de ellos.
Un aspecto que acompaña la personalidad de Mc Curry se corresponde con la figura del flâneur, ese arquetípico personaje brillantemente descripto por el crítico de arte y escritor Charles Baudelaire en el siglo XIX. Transformado en una suerte de cronista de su tiempo, Mc Curry, un flâneur en el siglo XXI, se pierde en las ciudades para experimentarlas nutriéndose de sus temas: la multitud, sus lugares y esos curiosos personajes que la habitan.
Una aprendiz de geisha en la salida de un subte en Kyoto (2007)
Originalmente, el flâneur de Baudelaire recorría la metrópolis parisiense en compañía de una tortuga atada a una cuerda para deambular, detenerse o simplemente observar. La tortuga parecía marcarle con el ritmo de sus pasos un tempo propio. En el caso de Mc Curry, él no sólo recorre las ciudades y sus universos culturales con su cámara, sino que también, parece incorporar la sabiduría ancestral de ese animal, que le permite empatizar en forma natural con los ritmos del universo.
Es importante señalar la cosmogonía de la tortuga en las civilizaciones antiguas. Venerada en tiempos pasados como una mediadora entre el mundo material y el mundo espiritual, la figura de la tortuga aparece prácticamente en todos los cuentos y las leyendas de los pueblos antiguos. En la mayoría de los países por donde viaja Steve en Oriente (China, Japón, Corea, India o el Tíbet) y también en América del Norte (de México a Alaska), la tortuga representaba antiguamente el soporte del mundo, la sabiduría y la longevidad. En la civilización china, por ejemplo, imprimían en su caparazón los signos de la escritura primitiva, con la idea de conservar eternamente las antiguas escrituras.
Estudiante en Afganistán (2004)
Para estas civilizaciones, el hecho de tener una tortuga en sus hogares significaba protección para sus familias y sus casas, así como los templos budistas tenían tortugas para proteger las vidas de los que habitaban en ellos. En India, este animal es una de las diez reencarnaciones del dios Vishnú. En cambio, para los indios de América del Norte, representa a la Tierra madre que nutre, debido a la redondez de su caparazón.
El preciso instante
Steve Mc Curry tiene la cualidad de saber esperar: parece intuir el momento preciso de disparar el obturador. Aguarda el instante, cuando el fluir constante de la luz baña con su reflejo de colores la escena, a la que dota de una extraordinaria belleza. Espera el segundo exacto en que el alma de las personas se manifiesta para retratarla. Durante horas puede seguir silenciosamente a alguien que le llama la atención, para descubrir luego cómo vive, cómo piensa, sus costumbres y su historia.
Pero en una instancia superadora de la figura del flâneur, Mc Curry se convierte en mucho más que un espectador: es un hombre moderno. Con un fin más elevado, este incansable viajero parece detenerse allí donde la pasión detenga su mundo. Sin anular lo real, transforma ese mundo en imágenes donde lo bello es más que bello, lo natural es más que natural y lo singular se separa aún más en sus diferencias.
Steve Mc Curry
Distinguiéndose de un arqueólogo, cuyo trabajo consiste en rastrear restos de civilizaciones perdidas para poder conformar, a partir de allí, su historia e identidad, Mc Curry elige, en cambio, documentar aquellas culturas por las que viaja: lugares y formas que luego podrían transformarse o desaparecer a causa de las acciones del hombre, la necesidad de adaptarse a los cambios en el tiempo o, simplemente, por las fuerzas inmanejables de la naturaleza. Con el espíritu de un antropólogo, el fotógrafo atraviesa con su lente la esencia de un rostro, las costumbres de un pueblo, sus tradiciones, festividades o rituales religiosos, lo distinto que hay en ellas. Todos estos rasgos conforman la identidad cultural de la que habla Mc Curry, quien imprime en sus obras el sello de lo bello. También sus fotografías tomadas en zonas de conflicto ascienden a esta categoría. Es como si él comprendiera a la perfección que en el ser humano conviven los distintos matices de la bondad y la maldad, y que ambos pueden elevarse a la categoría de sublime.
Recorrer la exposición Culturas de Steve Mc Curry es invitar al espectador a convertirse en un flâneur, y permitirle perderse en estas imágenes para descubrir en ellas al otro, a sí mismo.Por Virginia Fabri revista@lanacion.com.ar
Javier Joven Penagos, del grupo de productores Tierra!, en La Esperanza, Colombia (2004)
La autora es la curadora de Culturas, la exposición de Steve Mc Curry que se realizará con el auspicio de la embajada de los Estados Unidos.
Más datos
www.stevemccurry.comwww.ccborges.org.ar/Reportero de visita y en acción
Steve McCurry (Filadelfia, 1950) participará personalmente de la inauguración de la muestra que, desde el próximo jueves, a las 19, hasta el 15 de abril, se podrá visitar en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín.
La exposición reúne 120 fotografías que el multipremiado reportero gráfico, miembro de Magnum Photos, tomó en sus viajes por el mundo desde 1980 hasta la actualidad. En suma, un documento sobre la diversidad cultural.
Además, el viernes 26, a las 17, habrá un encuentro abierto con el fotógrafo, en el que el público podrá escuchar los relatos de sus experiencias, en primera persona.
Escena en el lago Inle, Myanmar (2000)
Pescadores, Weligama, Sri Lanka, costa meridional, 1995.