EGIPTO: DESCUBREN EN LUXOR
UNA CABEZA GIGANTE DEL
FARAÓN AMENOFIS III




Una cabeza gigante de granito rojo del faraón Amenofis III, de 3.000 años de antigüedad, fue descubierta en el sitio de su templo funerario en Luxor, anunció el domingo el ministerio egipcio de Cultura.
"La cabeza está intacta y mide 2,5 metros de altura", precisó un comunicado del director del departamento de Antigüedades Egipcias, Zahi Hawass.
"Es una obra maestra de gran calidad artística, un retrato del rey con trazos esculpidos muy finos y llenos de juventud", agregó.
Era la cabeza de una gran estatua que representaba al faraón de pie, con los brazos cruzados y con símbolos reales en las manos, indicó Hurig Suruzian, jefe de la misión que hizo el descubrimiento.
Amenofis III, que reinó entre 1390 y 1352 AC, era el padre de Akenatón, el "faraón herético", considerado precursor del monoteísmo por haber tratado de imponer en Egipto el culto exclusivo de Atón.


COLECCIÓN DE GRABADOS EUROPEOS
Y AMERICANOS CON TEMA VACUNO
DE LOS SIGLOS XVII, XVIII, XIX y XX
- Emeric Essex Vidal, 1791-1861 -




Emeric Essex Vidal, inglés, 1791-1861,”Modo de enlazar el ganado en Buenos Ayres”. Grabado al pochoir a partir de la acuarela original dedicada a Lady Ponsonby, de la colección de Alejo González Garaño y Sra., passe-partout francés acuarelado hecho por Havard Frêres, Paris.
Si se observan los huesos apilados que se ven en primer plano a la izquierda de la escena, no será difícil deducir que la escena transcurre en la pampa húmeda, seguramente en un lugar destinado a la faena de vacunos, comúnmente llamados "mataderos", muy cerca de Buenos Aires.
Emeric Essex Vidal era un navegante y acuarelista inglés que se quedó aquí y documentó iconográficamente personajes, usos y costumbres de la época de la Colonia.
Pueden verse este grabado y otros, que integran esta
COLECCIÓN DE GRABADOS CON TEMA VACUNO, EUROPEOS Y AMERICANOS, SIGLOS XVII, XVIII, XIX y XX - Anexo: Láminas de enseñanza agrícola con tema vacuno, visitando nuestra página web:


y abriendo el ítem "Colecciones".

EXPOSICIÓN DE CARAVAGGIO EN ROMA




Italia. Una foto de alta resolución retroiluminada de un cuadro de Caravaggio en la muestra "Las obras Completas" en el museo Mercati di Traiano de Roma. (EFE)

EL ARTISTA CHINO
QUE ENCANTÓ AL MERCADO



Una obra del pintor valorado en China, que descubrió Occidente

Remataron sus cuadros por US$ 70 millones

Qi Baishi se ubicó tercero en obras subastadas en 2009, detrás de Picasso y Andy Warhol.

LONDRES (EFE).- El artista chino Qi Baishi, fallecido en 1957, se convirtió en el nuevo fenómeno del mercado del arte, al ubicarse tercero por el valor de las ventas de sus obras en subastas en 2009, después de Picasso y Warhol.
Según un informe de la organización Art Price, que ayer difundió el diario The Times , el valor conjunto de las obras de Picasso subastadas el año pasado llegó a US$ 121 millones, y las de Warhol se vendieron por US$ 106 millones, mientras que Qi totalizó US$ 70 millones. Art Price elabora sus informes con los datos de 6000 casas de subastas de todo el mundo. Hasta el año pasado, el artista chino más cotizado en Occidente era Zhang Xiaogang, un creador contemporáneo que llegó al vigésimo segundo lugar de la lista de Art Price en 2007.
Qi es un artista muy conocido en China, hijo de campesinos y sin educación formal en el arte, famoso por sus imágenes de animales y su maestría en el grabado.
Pero, más allá de sus valores artísticos, su reconocimiento creciente en Occidente deja en evidencia la influencia que ha adquirido China en el mercado del arte, que la ha llevado a convertirse en el tercer mercado artístico en volumen, detrás de Londres y Nueva York. De hecho, en 2009, mientras las mayores casas de subastas de esas ciudades sufrían el impacto de la crisis económica, el mercado chino se revalorizó de manera extraordinaria. El año pasado, 130 chinos tenían fortunas superiores a los mil millones de dólares. Las obras de Qi figuran actualmente en cualquier colección china de arte que se precie y los coleccionistas occidentales, atentos a estas tendencias, empiezan a incluirlo.
El año pasado, se vendió un 73% más de obras de Qi en el mundo que en 2008, gracias sobre todo a una venta realizada en noviembre, en la que una serie de dibujos llamada Flores e insectos cambió de manos por unos US$ 12,4 millones. El récord para una obra de Qi en Occidente corresponde a Melocotones y petardos , pintada en 1952, que se remató en Sotheby´s de Nueva York por 1,3 millones.
El propio Picasso elogió en su momento a Qi, a quien calificó como "el pintor oriental más importante" e incluso aseguró que no se atrevía a viajar a China por miedo a encontrarse con él y que opacara su propio arte. Qi nació en el seno de una familia campesina de la provincia de Hunan, en China Central, y desde adolescente practicó la caligrafía, la pintura y la poesía.

Fuente: LA NACIÓN

STEVE MC CURRY,
UN CRONISTA DE SU TIEMPO.



Como un flâneur del siglo XXI, Steve Mc Curry se pierde en las ciudades del mundo para nutrirse de paisajes, lugares, personajes, que retrata con belleza y profundidad. Más de un centenar de imágenes, una muestra imperdible.

La niña afgana. Célebre imagen que el fotógrafo estadounidense tomó en el campo de refugiados en Nasir Bagh, Paquistán, 1984

Uno de los rasgos que sobresalen en Steve Mc Curry -entre los más notables fotógrafos de la actualidad- es su capacidad de registrar en imágenes de gran belleza aspectos de las distintas culturas que recorre. Esas fotografías no podrían tomarse hoy, ya que, en las últimas décadas, esos mismos paisajes y aquellas culturas cambiaron, y algunas constituyen para él una "última mirada" a mucho de lo que se toma por identidad cultural en el mundo.

Escenas callejeras. Niño en medio de una fuga, en Jodhpur, India (2009)

Mc Curry es un viajero incansable. Empujado por una curiosidad insaciable que lo lleva a recorrer los lugares más recónditos, retrata con su cámara, entre otros temas que se ven en la exposición, a los pescadores de Sri Lanka vestidos con ropas tradicionales, trabajando sobre zancos en entornos de gran belleza natural. O a una madre con su niño en Bombay, pidiendo limosna a través de la ventana de un taxi durante el período de los monzones; una imagen conmovedora. Está el retrato de Sharbat Gula, La niña afgana, tomada por Mc Curry en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en Paquistán. Sus penetrantes ojos verdes fueron la portada de la revista National Geographic y se transformó en un símbolo de fortaleza. Se puede ver también una geisha saliendo de una estación de subte, una fotografía llena de misterio, que fusiona de manera única la tradición y la actualidad.

Escenas callejeras. Un retrato tomado en Kabul, Afganistán (1992)

El tema de las religiones también está presente: puede ser un peregrino orando en el Tíbet, una imagen profunda de colorida composición, o bien un grupo de hombres en una mezquita islámica-sufí, cuya luz proveniente de las ventanas se refleja con intensidad sobre algunos de ellos.
Un aspecto que acompaña la personalidad de Mc Curry se corresponde con la figura del flâneur, ese arquetípico personaje brillantemente descripto por el crítico de arte y escritor Charles Baudelaire en el siglo XIX. Transformado en una suerte de cronista de su tiempo, Mc Curry, un flâneur en el siglo XXI, se pierde en las ciudades para experimentarlas nutriéndose de sus temas: la multitud, sus lugares y esos curiosos personajes que la habitan.

Una aprendiz de geisha en la salida de un subte en Kyoto (2007)

Originalmente, el flâneur de Baudelaire recorría la metrópolis parisiense en compañía de una tortuga atada a una cuerda para deambular, detenerse o simplemente observar. La tortuga parecía marcarle con el ritmo de sus pasos un tempo propio. En el caso de Mc Curry, él no sólo recorre las ciudades y sus universos culturales con su cámara, sino que también, parece incorporar la sabiduría ancestral de ese animal, que le permite empatizar en forma natural con los ritmos del universo.
Es importante señalar la cosmogonía de la tortuga en las civilizaciones antiguas. Venerada en tiempos pasados como una mediadora entre el mundo material y el mundo espiritual, la figura de la tortuga aparece prácticamente en todos los cuentos y las leyendas de los pueblos antiguos. En la mayoría de los países por donde viaja Steve en Oriente (China, Japón, Corea, India o el Tíbet) y también en América del Norte (de México a Alaska), la tortuga representaba antiguamente el soporte del mundo, la sabiduría y la longevidad. En la civilización china, por ejemplo, imprimían en su caparazón los signos de la escritura primitiva, con la idea de conservar eternamente las antiguas escrituras.


Estudiante en Afganistán (2004)

Para estas civilizaciones, el hecho de tener una tortuga en sus hogares significaba protección para sus familias y sus casas, así como los templos budistas tenían tortugas para proteger las vidas de los que habitaban en ellos. En India, este animal es una de las diez reencarnaciones del dios Vishnú. En cambio, para los indios de América del Norte, representa a la Tierra madre que nutre, debido a la redondez de su caparazón.

El preciso instante

Steve Mc Curry tiene la cualidad de saber esperar: parece intuir el momento preciso de disparar el obturador. Aguarda el instante, cuando el fluir constante de la luz baña con su reflejo de colores la escena, a la que dota de una extraordinaria belleza. Espera el segundo exacto en que el alma de las personas se manifiesta para retratarla. Durante horas puede seguir silenciosamente a alguien que le llama la atención, para descubrir luego cómo vive, cómo piensa, sus costumbres y su historia.
Pero en una instancia superadora de la figura del flâneur, Mc Curry se convierte en mucho más que un espectador: es un hombre moderno. Con un fin más elevado, este incansable viajero parece detenerse allí donde la pasión detenga su mundo. Sin anular lo real, transforma ese mundo en imágenes donde lo bello es más que bello, lo natural es más que natural y lo singular se separa aún más en sus diferencias.













Steve Mc Curry

Distinguiéndose de un arqueólogo, cuyo trabajo consiste en rastrear restos de civilizaciones perdidas para poder conformar, a partir de allí, su historia e identidad, Mc Curry elige, en cambio, documentar aquellas culturas por las que viaja: lugares y formas que luego podrían transformarse o desaparecer a causa de las acciones del hombre, la necesidad de adaptarse a los cambios en el tiempo o, simplemente, por las fuerzas inmanejables de la naturaleza. Con el espíritu de un antropólogo, el fotógrafo atraviesa con su lente la esencia de un rostro, las costumbres de un pueblo, sus tradiciones, festividades o rituales religiosos, lo distinto que hay en ellas. Todos estos rasgos conforman la identidad cultural de la que habla Mc Curry, quien imprime en sus obras el sello de lo bello. También sus fotografías tomadas en zonas de conflicto ascienden a esta categoría. Es como si él comprendiera a la perfección que en el ser humano conviven los distintos matices de la bondad y la maldad, y que ambos pueden elevarse a la categoría de sublime.
Recorrer la exposición Culturas de Steve Mc Curry es invitar al espectador a convertirse en un flâneur, y permitirle perderse en estas imágenes para descubrir en ellas al otro, a sí mismo.


Por Virginia Fabri revista@lanacion.com.ar

Javier Joven Penagos, del grupo de productores Tierra!, en La Esperanza, Colombia (2004)
La autora es la curadora de Culturas, la exposición de Steve Mc Curry que se realizará con el auspicio de la embajada de los Estados Unidos.
Más datos

www.stevemccurry.com
www.ccborges.org.ar/

Reportero de visita y en acción
Steve McCurry (Filadelfia, 1950) participará personalmente de la inauguración de la muestra que, desde el próximo jueves, a las 19, hasta el 15 de abril, se podrá visitar en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín.
La exposición reúne 120 fotografías que el multipremiado reportero gráfico, miembro de Magnum Photos, tomó en sus viajes por el mundo desde 1980 hasta la actualidad. En suma, un documento sobre la diversidad cultural.
Además, el viernes 26, a las 17, habrá un encuentro abierto con el fotógrafo, en el que el público podrá escuchar los relatos de sus experiencias, en primera persona.

Escena en el lago Inle, Myanmar (2000)

Pescadores, Weligama, Sri Lanka, costa meridional, 1995.

LA INSPIRACIÓN DE LA "MISA CRIOLLA"




LA TAPA DEL DISCO DE LA VERSIÓN ORIGINARIA
por Mariano de Vedia

De origen autóctono, vigente en el repertorio popular argentino desde hace más de 40 años y consagrada mundialmente en una gira por Alemania, Holanda, Bélgica, Suiza y el propio Vaticano, en 1967, la "Misa Criolla" es una síntesis de las raíces culturales más profundas que el músico Ariel Ramírez -fallecido en silencio en la noche del jueves- rescató de sus perceptivas incursiones por el interior del país.
Mientras daba su primeros pasos como pianista, Ramírez conoció en Europa, en los años 50, al sacerdote holandés Wenceslao van Lun, quien le recomendó aislarse del ruido y alojarse en un convento en Würzburg, a 100 kilómetros de Fráncfort, donde en el siglo XIII había vivido San Alberto Magno. Allí conoció el músico argentino a las monjas alemanas Elizabeth y Regina Brückner, las únicas con las que podía entenderse en español. Las hermanas le contaron cómo habían convivido con el horror durante el régimen nazi cuando un predio contiguo al monasterio se había convertido en un campo de exterminio, con 1000 prisioneros judíos. Cada noche ellas dejaban un paquete con alimentos debajo del alambrado, que llegaba a los detenidos. Así fue por ocho meses, hasta que los paquetes comenzaron a acumularse, señal de que los prisioneros habían sido trasladados.
Aunque nunca las volvió a ver, Ramírez no encontró mejor homenaje para las hermanas Brückner que dedicarles años después la composición de la "Misa Criolla", como símbolo del arriesgado gesto de solidaridad y amor en favor del desprotegido.
Desde las iglesias históricas del centro porteño hasta las capillas más sencillas del interior, casi no hay en la Argentina templos en los que no se haya escuchado la singular conjunción de ritmos y estilos que el talento del compositor reunió en la "Misa Criolla". Ramírez la compuso con el asesoramiento de los sacerdotes Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoría de la Basílica del Socorro y responsable de los arreglos corales. La primera grabación, en 1964, contó con Los Fronterizos y la edición de 2500 discos se agotó en un día.
Sin saberlo, cada intérprete de la "Misa Criolla" renueva ese magistral canto que resume el valor del encuentro del hombre con Dios. Así lo hicieron el propio Ariel Ramírez, Mercedes Sosa, los Fronterizos, Jaime Torres, Zamba Quipildor, Domingo Cura, Chabuca Granda y el tenor José Carreras, entre tantos que se sumaron para mantener la vigencia de un mensaje que ya trasciende a su creador.


Fuente: LA NACIÓN