En una breve pero solemne ceremonia, el papa Juan Pablo II bendijo ayer los frescos de la Capilla Sixtina, que recuperaron su aspecto original tras 20 años de tareas de restauración.Sentado ante el enorme mural del Juicio Final de Miguel Angel, el Papa alabó la calidad del minucioso trabajo y expresó su satisfacción por poder restituir a una de las joyas artísticas del Vaticano un renovado goce estético. Unidos a nuestro júbilo hay fieles de todas partes del mundo, para quienes este lugar es querido no sólo por las obras maestras que custodia sino por el papel que desempeña en la vida de la Iglesia, dijo emocionado el Pontífice.Acompañado por cardenales, altos prelados y los patrocinadores de las obras de restauración, el Papa recordó también que éste es el lugar en el que se lleva a cabo la elección del sucesor de Pedro. Juan Pablo II era el obispo del poblado polaco de Cracovia cuando fue electo para el papado en 1978.
VISTAS DEL TECHO ANTES Y DESPUÉS DE LA RESTAURACIÓN
LA CAÍDA DEL HOMBRE, PECADO ORIGINAL Y EXPULSIÓN DEL PARAÍSO, SIN RESTAURAR Y RESTAURADA, DETALLE.
Después de elogiar la grandeza de la obra de Miguel Angel, recordó a los presentes en la ceremonia que hoy la mirada es invitada a observar el más humilde pero aún significativo ciclo de murales laterales.El Papa hablaba de la segunda etapa de la restauración. Empezó en abril de 1995 y se trata de 12 frescos y 10 deco rados de tapicerías que ocupan 500 metros cuadrados de las paredes laterales de la capilla. El costo fue de 3 millones de dólares, y fue financiada por una asociación estadounidense de donantes de los museos del Vaticano.Unos 30 especialistas trabajaron un poco más de cinco años para devolverles a las obras su aspecto original. Tardaron mucho más que los artistas que las pintaron entre 1841 y 1842 a pedido del papa Sixto IV.Quienes evocaron las vidas de Moisés y de Cristo fueron Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Roselli. Estos artistas fueron asistidos por alumnos y otros grandes pintores de Toscana y Umbria, como Biagio di Antonio, Bartolomeo della Gatta y Luca Signorelli.El Papa remarcó que la doble historia contada de manera simétrica por los dos ciclos de los frescos -de una parte Moisés y de la otra Jesús- expresan un paralelismo que ilustra eficazmente el principio hermenéutico enunciado por San Agustín: el Nuevo Testamento está latente en el Viejo, y el Viejo está patente en el Nuevo.
LA CAÍDA DEL HOMBRE, PECADO ORIGINAL Y EXPULSIÓN DEL PARAÍSO, SIN RESTAURAR Y RESTAURADA
El polvo y el humo sedimentados en capas fueron quitados de los frescos, que también tenían erosiones causadas por el roce de las escaleras que se usaban para tapar los decorados durante las ceremonias. Los especialistas, dirigidos por el jefe de laboratorio de restauraciones de los museos del Vaticano, Maurizio de Luca, usaron bicarbonato de amonio en solución saturada como disolvente.Mientras trabajaban, los restauradores descubrieron que los pintores habían empleado una técnica llamada romana, que fue retomada por Miguel Angel para la bóveda y el Juicio Final.En la tribuna del coro, que también fue recuperada, más de 200 firmas de músicos y cantores fueron sacadas a la luz bajo pinturas hechas durante el papado de Pío VI. Entre ellas sobresalen las del músico Joaquín Desprez y de Carpentras, célebre maestro de coro del siglo XVI.Ayer el Papa habló con emoción de esta obra que continúa comunicando las vibraciones del misterio con un lenguaje que no envejece porque toca lo que hay de más universal en el hombre.
EL JUICIO FINAL ANTES Y DESPUÉS DE LA RESTAURACIÓN.
En el final de la ceremonia que duró 45 minutos Juan Pablo II hizo un llamado para que a imagen de este santuario único en el mundo, retorne una alianza fecunda entre la fe y el arte para que lo bello ilumine el horizonte del milenio que va a comenzar. Justo un año después empezaron las obras de restauración de la Capilla Sixtina. Los primeros trabajos se realizaron sobre el Juicio Final, la magnífica obra de Miguel Angel. Fueron 15 años de tareas ininterrumpidas en las que la cadena de televisión japonesa Nippon Television Network (NTN) invirtió 12 millones de dólares. A cambio se aseguró todos los derechos de reproducción de las obras.El Papa alabó los célebres frescos de Miguel Angel, destacando que alcanzan hasta el último horizonte de la teología cristiana, mostrando el alfa y la omega, los comienzos y el juicio final.Después de elogiar la grandeza de la obra de Miguel Angel, recordó a los presentes en la ceremonia que hoy la mirada es invitada a observar el más humilde pero aún significativo ciclo de murales laterales.El Papa hablaba de la segunda etapa de la restauración. Empezó en abril de 1995 y se trata de 12 frescos y 10 decorados de tapicerías que ocupan 500 metros cuadrados de las paredes laterales de la capilla. El costo fue de 3 millones de dólares, y fue financiada por una asociación estadounidense de donantes de los museos del Vaticano.Unos 30 especialistas trabajaron un poco más de cinco años para devolverles a las obras su aspecto original. Tardaron mucho más que los artistas que las pintaron entre 1841 y 1842 a pedido del papa Sixto IV.Quienes evocaron las vidas de Moisés y de Cristo fueron Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Roselli. Estos artistas fueron asistidos por alumnos y otros grandes pintores de Toscana y Umbria, como Biagio di Antonio, Bartolomeo della Gatta y Luca Signorelli.El Papa remarcó que la doble historia contada de manera simétrica por los dos ciclos de los frescos -de una parte Moisés y de la otra Jesús- expresan un paralelismo que ilustra eficazmente el principio hermenéutico enunciado por San Agustín: el Nuevo Testamento está latente en el Viejo, y el Viejo está patente en el Nuevo.El polvo y el humo sedimentados en capas fueron quitados de los frescos, que también tenían erosiones causadas por el roce de las escaleras que se usaban para tapar los decorados durante las ceremonias. Los especialistas, dirigidos por el jefe de laboratorio de restauraciones de los museos del Vaticano, Maurizio de Luca, usaron bicarbonato de amonio en solución saturada como disolvente.Mientras trabajaban, los restauradores descubrieron que los pintores habían empleado una técnica llamada romana, que fue retomada por Miguel Angel para la bóveda y el Juicio Final.En la tribuna del coro, que también fue recuperada, más de 200 firmas de músicos y cantores fueron sacadas a la luz bajo pinturas hechas durante el papado de Pío VI. Entre ellas sobresalen las del músico Joaquín Desprez y de Carpentras, célebre maestro de coro del siglo XVI.Ayer el Papa habló con emoción de esta obra que continúa comunicando las vibraciones del misterio con un lenguaje que no envejece porque toca lo que hay de más universal en el hombre. En el final de la ceremonia que duró 45 minutos Juan Pablo II hizo un llamado para que a imagen de este santuario único en el mundo, retorne una alianza fecunda entre la fe y el arte para que lo bello ilumine el horizonte del milenio que va a comenzar.