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Una investigación indaga en la imagen del Manuel Belgrano que conocemos por pinturas y dibujos, pero que presentan rasgos completamente distintos entre sí
María
Paula Zacharías
A
dos siglos de la muerte de Manuel Belgrano la investigadora y
académica del Conicet Laura Malosetti Costa se pregunta en cuál de todos los
retratos del héroe está la verdadera cara, o la más parecida. "Nada más
que hipótesis podemos construir acerca del significativo misterio alrededor de
los retratos europeos de Belgrano. Ninguno está firmado ni fechado, ni
fue exhibido ni se habló de ellos en vida de Belgrano. Todos los
retratos conocidos, menos uno, hicieron su aparición después de la muerte del
prócer", dice.
En
una investigación
escrita a pedido de Guillermo Scarabino, presidente de la Academia
Nacional de Bellas Artes, y realizada en estos días sin poder visitar
hemerotecas ni archivos ni museos, hace una pesquisa para resolver el enigma
Belgrano. Parte de lo ya planteado por el historiador Tulio Halperin Donghi en
su último ensayo, publicado en 2014, donde lo llama "héroe sin
rostro" : "Las conjeturas de pintores e ilustradores se
multiplican en retratos, láminas conmemorativas y estampillas. Solo tres de
ellos fueron realizados en vida de Belgrano; sin embargo, presentan rasgos
completamente distintos entre sí".
Entonces,
¿qué hay de "verdad" en los retratos que se vuelven símbolos
colectivos de las naciones y de las ideas?, se pregunta Malosetti. De la
iconografía belgraniana a lo largo del tiempo, que alimenta no solamente la
imaginación escolar sino también documentos oficiales, papel moneda,
estampillas y monumentos, hay varios trabajos revisados por la autora que
documentan quiénes fueron sus autores, qué de su fisonomía puede conocerse a
través de ellos, cuáles fueron hechos en vida del retratado, y muchos más
textos que los comentan: "De qué color eran sus ojos, cuán refinadas eran
sus facciones, qué tipo étnico podía adivinarse en ellas, si su refinamiento
era una pose de dandy o revela algo de afeminamiento. en fin - explica
Malosetti-. Muchas elucubraciones alrededor de una fisonomía esquiva, en busca
saber algo más". Y, claro, hay más: "He leído decenas de conjeturas
sobre sus retratos. Si efectivamente los encargó y posó, algo debió ocurrir por
lo cual el artista no los firmó ni Belgrano los retiró ni se refirió a ellos
nunca en su correspondencia o sus memorias".
Sin
embargo, Belgrano fue, sin duda, un activo "fabricante de emblemas":
hay evidencias de la importancia que le otorgaba a lucir escarapelas y
enarbolar banderas. Pero a diferencia de otros líderes, hasta donde se sabe, no
encargó ningún retrato luego de sus victorias en Salta y Tucumán. "Cada
retrato de Belgrano encierra un enigma difícil de resolver hoy. Cada uno es
fruto de un pacto entre quien lo encarga (a menudo el propio retratado) y el
retratista en cuanto a tamaño, precio, apariencia, vestimenta, ambiente,
inscripciones, y, sobre todo, respecto del logro de un parecido". Y ahí
podría estar el problema: "Quién sabe qué inadecuación imaginó Belgrano en
su figura o en su desempeño en el rol militar que tuvo que asumir tras su
adhesión a la causa revolucionaria, para este silencio documental que se nos
aparece como una evidente decisión de nuestro héroe de no exhibir, de no
escribir, de no encargar o - al menos - no traer a su regreso de Londres ningún
retrato suyo", dice Malosetti.
La
autora es decana del Taller Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio
Cultural -TAREA y por ahí parece que continuará la búsqueda. "Tal vez el
único camino sería interrogar a las obras mismas: hacer estudios de sus
pigmentos y de sus soportes, reflectografías para analizar las pinceladas y repintes,
radiografías para encontrar rastros de su proceso de ejecución o firmas
ocultas. trazar nuevas conjeturas". Continuará después del confinamiento.
Por lo pronto, propone un recorrido por lo que se sabe de cinco imágenes que
llegaron hasta hoy, y luego dejar el enigma en paz: "Tal vez deba pensarse
como el resultado de una eficaz y discreta construcción de la memoria visual
del prócer por parte de sucesivas generaciones de la familia Belgrano, que
mantuvieron un celoso cuidado de su memoria, hasta llegar a Manuel Belgrano, su
chozno nieto, quien dirige hoy el Instituto Nacional Belgraniano".
1.
La extraña miniatura de Joseph Alexandre Boichard
Este
retrato en miniatura sobre marfil, de 6.3 cm. de diámetro, está firmado a la
derecha por J.A. Boichard, sin fecha. Al dorso tiene una leyenda: "Retrato
del General Don Manuel Belgrano pintado en Europa en 1793 por J. A.
Boichard". "No sabemos quién ni cuándo agregó ese texto al dorso del
retrato, escrito, con toda evidencia, mucho más tarde ya que en 1793 el joven
Manuel, de apenas 23 años, estaba muy lejos de ser General. Esa fecha, además,
resulta altamente improbable", dice Malosetti, ya que Boichard solo estuvo
activo entre 1808 y 1814, y el peinado y la vestimenta, por otra parte, no
condicen con la fecha atribuida, según varios investigadores. "No podemos
tener certeza, de hecho, de que el retratado sea en efecto Manuel Belgrano,
salvo por la atribución de la familia", dice.
2. El retrato de manuales y billetes
El
retrato más difundido de Manuel Belgrano, reproducido, copiado por numerosos
pintores y aceptado como el "verdadero rostro" del prócer, incluso
utilizado en el papel moneda, "es un bello cuadro en el que Belgrano
aparece elegante y en actitud meditativa, sentado en una silla estilo imperio,
en un ambiente refinado y austero, con cortinados de terciopelo rojo y con sus
piernas cruzadas enfundadas en pantalones amarillos, sosteniendo un objeto casi
oculto en su mano (que ha sido identificado como un pastillero), sobre el
muslo. A través de una ventana ubicada a su izquierda se despliega -en un
cuadro dentro del cuadro- una escena de batalla en la que, además de la
consabida palmera para indicar el ámbito sudamericano, se advierte muy pequeña
una bandera argentina de solo dos bandas: una celeste y una blanca",
describe Malosetti. Es una pintura al óleo sobre tela, de 130 x 110 cm., sin
firma ni fecha, que perteneció a la familia Belgrano y fue adquirida a su
bisnieto Néstor Belgrano en 1978 por el Banco de Olavarría. Actualmente se
encuentra en el Museo Municipal de Artes Plásticas Dámaso Arce de esa ciudad y
fue declarado patrimonio municipal en 1996. "Durante mucho tiempo se
consideró obra de un retratista inglés anónimo, pero Adolfo Ribera encontró en
el diario Argos de Buenos Aires la noticia de la llegada al puerto, desde
Londres, de dos retratos de Manuel Belgrano el 10 de abril de 1822, uno de los
cuales, indudablemente, es éste". Más de un siglo más tarde, fue atribuido
por Mario Belgrano, descendiente e historiador del prócer, a un artista francés
muy poco conocido, Casimir Carbonnier (1787-1873), a partir de un soneto
anónimo que encontró en el archivo belgraniano del Museo Mitre, y que ha sido
desde entonces transcripto innumerables veces para demostrar una autoría
incierta. Son las facciones de Belgrano mismo,/ De aquel finado en la memoria
vivo./ De mira allí la lid, al patriotismo,/ Y del General parece su esplendor/
Que brilla por Carbonier mucho mayor, rezan los versos finales. "En el
retrato de nuestro prócer no hay atributo alguno que lo vincule con la
actividad intelectual, la escena de la batalla de Salta a través de la ventana
lo vincula sólo a su rol como militar, el cual contrasta no sólo con su
vestimenta elegante sino -sobre todo- su enigmático gesto: su mirada no se
dirige al espectador sino que, baja y sombría, podría interpretarse como de introspección
o melancolía", analiza Malosetti.
3.
El dibujo de Rugendas
4.
Mirando al espectador
El otro cuadro, más pequeño, llegado a Buenos Aires según el Argos en 1822, es un retrato de medio cuerpo en el que la pose aparece casi idéntica al anterior, aunque la mirada se dirige al espectador y se puede ver en la Sala Guerrico del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). "Sabemos que perteneció a Bernardino Rivadavia y fue donado al MNBA en 1938. Puestos uno junto a otro, sin embargo, podría ponerse en duda que sean de la misma mano. El cuadro pequeño parece de mejor factura y el tratamiento del cabello, por ejemplo, difiere mucho en ambas telas. Esto también puede deberse a posibles repintes y diferentes condiciones de conservación", dice Malosetti. Por extensión también se le atribuyó este cuadro a Carbonnier. "Resulta probable que haya sido Bernardino Rivadavia quien persuadiera a Belgrano de la conveniencia o la necesidad de encargar un retrato suyo a un buen artista en Londres". Rivadavia había encargado el suyo y es probable que también haya sido él quien se ocupara de traerlos a Buenos Aires. "Prilidiano Pueyrredón, muchos años más tarde, hizo sendas versiones de ambos retratos atribuidos a Carbonnier, que pertenecieron al Club del Progreso y hoy están en el Jockey Club", indica Malosetti.
"Desconocemos
la razón por la cual ninguno de los dos retratos está firmado ni la razón por
la cual llegaron a Buenos Aires desde Europa dos años después de la muerte de
Manuel Belgrano, ni el por qué de sus pobres condiciones de conservación y
repintes encontrados cuando fueron analizados para su restauro. No podemos
afirmar con certeza que son de la misma mano, ni quién los trajo ni quién los
retiró inmediatamente de la vista pública. ¿Había posado nuestro héroe para el
artista (o los artistas) que los había pintado? ¿Por qué no los trajo Belgrano
a su regreso? Y si se hicieron o concluyeron después de su muerte, ¿quién los
encargó? Por ahora, continúa el enigma", dice Malosetti.
El
grabado de sus pompas fúnebres
Un
año después de la muerte de Belgrano se celebraron unas solemnes honras
fúnebres. Según describió Bartolomé Mitre en el Epílogo de su Historia
de Belgrano y la Independencia Argentina , el recinto estaba
"tapizado de banderas con un retrato de Belgrano coronado de laurel."
¿Qué retrato?, se pregunta Malosetti. Seguramente, éste que conserva en el
Museo Histórico Nacional y sus medidas son 15,1 x 15 cm. "Aún no habían
llegado los que viajaron desde Londres en 1822. El único retrato hecho en Buenos
Aires en vida de Belgrano fue el que realizó Pablo Núñez de Ibarra apenas un
año antes de su muerte", explica. Correntino (1782-1862), de oficio
platero, realizó un retrato rígido e inexpresivo, con poca pericia. "Es
difícil discernir si tuvo el modelo a la vista, aunque el cabello, que parece
algo canoso, podría ser un indicio de que Belgrano haya posado poco antes de
morir para aquel platero con quien, como surge de una carta dirigida a él desde
Tucumán en 1812, mantenía una larga amistad. Es el único retrato realizado en
Buenos Aires en vida de Belgrano, muy poco antes de su muerte, y no sabemos qué
opinión tuvo él de esa imagen suya, si posó para el artista, ni siquiera si
alcanzó a verlo", señala Malosetti.
Fuente: lanacion.com |
EL ENIGMA DE LOS RETRATOS DE BELGRANO:
¿CUÁL DE TODAS ES LA VERDADERA CARA DEL PRÓCER?
EL FUTURO DE LAS FERIAS DE ARTE SERÁ "HÍBRIDO", SEGÚN ART BASEL
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Celina Chatruc
"Va
a ser híbrido: una interacción entre el mundo digital y presencial que será muy
beneficiosa". Con ese optimismo se refirió al futuro de las
ferias de arte Noah Horowitz, director para las Américas y miembro del
Comité Ejecutivo de Art Basel , la
más importante del mundo , al referirse a las consecuencias de
la crisis global provocada por la pandemia del coronavirus.
"La
tecnología llegó para quedarse, no es algo secundario. Va a transformar todas
las áreas de la vida. Lo digital tendrá un papel más importante", agregó
durante una charla pública y virtual con Alec
Oxenford , coleccionista y miembro de arteBA Fundación ,
en la cual señaló que está creciendo el consumo online .
Sin
embargo, defendió a su vez la importancia de la presencia física ante la obra y
el contacto directo con artistas, coleccionistas, curadores y
galeristas . "Esto se está produciendo en tiempo real. Toda la
información está cambiando día a día, como la mentalidad de nuestros clientes.
El hecho de que podamos brindar un entorno seguro no quiere decir que la gente
se vaya a animar a viajar", aclaró, con precaución.
Se
inició así el ciclo Open
Forum Livestream , impulsado por arteBA con figuras líderes del medio
artístico local e internacional para evaluar el presente y futuro de las ferias
de arte. Continuará durante este mes los viernes a las 12 con inscripción
previa en arteba.org .
Una
forma de crear redes para evaluar un contexto tan incierto que Art Basel se vio
obligada a cancelar días atrás su edición física de Basilea, tras haberla
postergado inicialmente de junio a septiembre. Ya había sido la primera feria
en cancelar este año su edición física de Hong Kong como consecuencia de la
expansión del coronavirus; con rápidos reflejos la
reemplazó por una edición virtual , titulada Online Viewing
Rooms (OVR). La edición de Art Basel Miami, prevista para diciembre,
por ahora sigue en pie, mientras que arteBA quedó en
suspenso hasta nuevo aviso tras haber realizado una edición
online en la plataforma Artsy .
Toda
la atención está puesta ahora en la segunda edición de OVR, que abrirá al
público el viernes próximo -tras dos días de visitas VIP- con 281
galerías de 35 países de América, Europa, Asia, África y Medio Oriente .
Sumará charlas en vivo, visitas guiadas por curadores, visitas a talleres y
performances.
"No
cobramos a las galerías por participar. Estamos explorando qué podemos hacer
para apoyarlas en estos momentos difíciles", aclaró Horowitz, que
reconoció sus propias dificultades familiares para atravesar la cuarentena con
niños pequeños en su hogar de Brooklyn. "Es un momento que nadie va a
olvidar y que quedará plasmado por generaciones. En un año espero que todos
podamos volver a hacer lo que hacíamos habitualmente", agregó.
Además
de mostrarse confiado en los niveles de calidad que garantizan el éxito de Art
Basel en pleno cambio de hábitos de los consumidores, cada vez más
familiarizados con el consumo online, Horowitz volvió a demostrar su optimismo
al recordar que "el gran arte se produce en momentos de dificultad
extrema". "Tengo confianza en que los artistas están haciendo cosas
extraordinarias y que habrá mucha producción", opinó.
En
ese sentido, Oxenford recordó que las grandes crisis de la humanidad fueron
"puntos de inflexión" en la historia del arte. "La gripe
española de 1818/19 cambió todo -dijo a LA NACION-. Con el florecimiento del
dadaísmo, el cubismo y la Bauhaus, con sus muebles más fáciles de higienizar.
Todo se transformó".
¿Cómo
se transformará arteBA? "Nos imaginamos una feria offline con un
canal online apoyando -adelantó Oxenford-. Con un layout más abierto, que
facilite el distanciamiento social, y probablemente testeos, herramientas de
higiene, etcétera. Todo puede cambiar y todo está por definirse en función de
la evolución del Covid , no podemos descartar ningún escenario
todavía". En principio, sin embargo, todo apunta hacia un futuro acorde
con la palabra que parece definir el nuevo paradigma: "híbrido".
Fuente: lanacion.com |
REMATARÁN
UNO DE LOS ÚLTIMOS RETRATOS DE REMBRANDT EN MANOS PRIVADAS

La obra será subastada en Sotheby's de Londres el 28 de julio, con un valor estimado entre 15, 2 y 20,3 millones de dólares Crédito: Gentileza Sotheby's

Celina Chatruc
El gran fotógrafo del rostro humano". Así definió el crítico Robert Hughes a Rembrandt van Rijn , el artista holandés que fue enterrado en una tumba sin nombre, tras haberlo perdido todo . A tres siglos y medio de su muerte, sin embargo, uno de sus últimos autorretratos que quedan en manos privadas -y el "único con probabilidades de salir al mercado"- será rematado en Sotheby's de Londres el 28 de julio, con un valor estimado entre 15, 2 y 20,3 millones de dólares.
"Ningún rostro de un artista es tan reconocible como el de Rembrandt", dice la casa de subastas sobre el hombre que dejó unos 80 autorretratos, varios de los cuales integran la imperdible muestra que puede recorrerse en forma virtual en 360º en el madrileño museo Thyssen-Bornemisza . Podría objetarse que quizás sea otro pintor holandés, Vincent Van Gogh , quien ocupe ese puesto.
"Ningún rostro de un artista es tan reconocible como el de Rembrandt", dice la casa de subastas sobre el hombre que dejó unos 80 autorretratos, varios de los cuales integran la imperdible muestra que puede recorrerse en forma virtual en 360º en el madrileño museo Thyssen-Bornemisza . Podría objetarse que quizás sea otro pintor holandés, Vincent Van Gogh , quien ocupe ese puesto.
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Si bien la mayoría de las obras legadas por Rembrandt pertenecen a las colecciones de los principales museos del mundo -como La ronda nocturna , retrato de mosqueteros que integra la colección permanente del Rijksmuseum - según Sotheby's quedan tres en manos privadas. Una de ellas, vendida en Sotheby's de Londres en 2003, pertenece a la colección Leiden de Nueva York, y otra está en préstamo a largo plazo en la Galería Nacional de Escocia.La que se rematará ahora es la más antigua de las tres: de pequeñas dimensiones, fue pintada en 1632, cuando el artista tenía 26 años. Acababa de radicarse en Ámsterdam y pintó entonces una de sus obras más famosas: La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp , propiedad del museo Mauritshuis de La Haya.
La pintura lo muestra vestido de manera formal, con un cuello blanco y un sombrero negro, algo atípico en sus autorretratos. "Tal vez eligió vestirse así como una suerte de carta de presentación, para sugerir que era igual a los clientes que retrataba", dice el comunicado difundido por Sotheby's. Otra teoría, sin embargo, es arriesgada por la casa de subastas: señala que fue pintada en el momento en que Rembrandt cortejaba a su gran musa y futura mujer, Saskia van Uylenburgh, y "es probable que haya pintado este autorretrato sensible y portátil para enviarlo a la lejana Leeuwarden, para probar a sus desconfiados parientes que este elegante pretendiente sería un marido próspero y apropiado".
Cuando lo enterraron en Ámsterdam en 1669, a los 63 años y en una tumba sin nombre, Rembrandt van Rijn había perdido todo. Vio morir a cuatro hijos, a su esposa y a su amante, además de verse obligado a vender su casa, su taller de grabado, su colección de antigüedades y la mayoría de sus pinturas para pagar deudas. Con el mismo talento que demostró para retratar las emociones ajenas supo reflejar también su propio dolor en los últimos autorretratos, cada vez más sombríos.
En 2009, el retrato de un hombre pintado por Rembrandt en 1658 fue vendido en Christie's de Nueva York por 33,2 millones de dólares , lo que marcó un récord para su legado en subastas.
Fuente: lanacion.com
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LAS ÚLTIMAS OBRAS QUE PINTÓ RAFAEL,
RESTAURADAS, EN LA APERTURA DE LOS MUSEOS VATICANOS
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Elisabetta Piqué
ROMA.-
Visitar los Museos Vaticanos vacíos, sin gente, es una
experiencia única. Si la pandemia tuvo efectos positivos, uno
fue éste. Después de casi tres meses de cierre debido al coronavirus ,
los Museos Vaticanos se preparaban para su reapertura , que
tuvo lugar hoy, junto a las de otros sitios emblemáticos como el Coliseo .
Todos con estrictas medidas
de seguridad: barbijo y reserva obligatorios, control de temperatura,
alcohol en gel y medición de temperatura.
Junto
a un reducido grupo de periodistas, acompañados por un guía excepcional,
Alessandro Conforti e incluso por su directora, Barbara Jatta, La Nación pudo recorrer los 6 kilómetros con
la espectacular Capilla Sixtina , la galería de los Mapas, la
pinacoteca y demás. Una experiencia inolvidable, que incluyó el adelanto que
los Museos Vaticanos le reservaron a los visitantes: las últimas obras de
Rafael, recién restauradas. Se trata de las alegorías de la Justicia y de la
Amistad (Comitas), pintadas al óleo entre los frescos del Salón de Constantino,
adyacente a las famosas estancias.
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Jatta contó que, en verdad, la idea era desvelar este descubrimiento durante un convenio internacional que iba a tener lugar el 20 de abril pasado, en coincidencia con la serie de homenajes por los 500 años del maestro de Urbino (1483-1520). "Esto no fue posible porque tuvimos que cerrar por la pandemia y ahora, con la reapertura, tenemos un motivo más para hacer venir a los romanos, a los italianos y cuando vuelvan, los extranjeros", dijo la directora, que detalló que un equipo de restauradores e investigadores del Vaticano, desde 2015, limpió y puso a nuevo tres de las cuatro paredes de este espectacular salón.
Fue en 1517, en el momento culminante de su período de doce años en Roma, que Rafael recibió de León X el encargo de decorar el Aula Pontificum Superior, la sala utilizada para los banquetes, las recepciones de los embajadores y las autoridades políticas: la cuarta y más grande de las salas del apartamento de representación, en el segundo piso del Palacio Apostólico. Sus dimensiones, en efecto, son imponentes: 18 metros de largo por 12 metros de ancho, y una altura de unos 13 metros.
210 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
NINÍ MARSHALL:
"MI VIDA ES LA DE UNA SEÑORA DE SU CASA QUE SE HIZO LA GRACIOSA"
Se cumplieron 24 años de la muerte de la dama del humor argentino, la Chaplin con polleras, creadora de inolvidables personajes.
El 1 de junio de 1903 nace en el barrio de Caballito, Marina Esther Traveso, nuestra querida y recordada Niní Marshall, actriz,
guionista y comediante. Hija de Pedro Traveso y María Ángela Pérez, inmigrantes asturianos.
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Desde los cuatro años demostró su interés por la actuación y a los cinco
hizo su primera presentación en el Centro Asturiano de Buenos Aires. En su
niñez estudió danzas españolas, pintura, dibujo, canto, piano e idiomas
como francés, alemán e inglés que hablaba a la perfección. Lideró Los
Arribeños del Norte, una pandilla de niños que representaba pequeñas
obras teatrales en el sótano de la casa de un tío.
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Vivienda de la
calle Defensa 219, en la que vivió Nini durante su infancia. Actualmente es
sede del Museo de la Ciudad.
De Mitzy e Yvonne D’Arcy a Niní Marshall
De Mitzy e Yvonne D’Arcy a Niní Marshall
Antes de llegar
a ser Niní Marshall, por los años 30, fue Mitzy, una crítica de programas en la
revista Sintonía e Yvonne D' Arcy, cancionista internacional, en una serie de
programas radiales.
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Su apodo
"Niní" surge de "Marinina", el nombre con el que su familia
la llamaba de pequeña. Su apellido une la primera sílaba del nombre y el
apellido de su marido (Marcelo Salcedo) al que se le agregó una «h» y una «l»
formando Marshall.
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Niní con Juan
Carlos Thorry
Sus dotes para
la comedia la llevaron a participar como actriz y formar un dúo cómico con el
actor Juan Carlos Thorry . Su popularidad fue en aumento y se convirtió en actriz
protagónica y guionista en la película Mujeres que trabajan (1938)
comenzando así su imparable carrera cinematográfica.
Sus
personajes
Minuciosa
observadora de la realidad creó personajes reflejos de la inmigración europea
del siglo XXI que mostraban, un tanto exageradas, características de las
distintas clases sociales.
Catita, una mujer típica de conventillo
proveniente de una familia italiana, nace en 1937 a partir de la dupla con Juan
Carlos Thorry en Radio El Mundo. Saludaba con su particular “As noche Thorry.
As noches muchachos”, “Catalina Pizzafrola, a sus pieses… Desde hoy,
una amiga más" iniciando un repertorio de audacias idiomáticas
que se convirtió en un éxito arrollador. La voz fue el gran instrumento de
Niní. Reconstruía el habla del barrio, reescribiendo la descendiente de
inmigrantes italianos con una dosis de cholulismo, ingenuidad y malicia. Entre
la voz y el cuerpo Catita lograba un tono inconfundible, característico, un
intercambio permanente con el público.
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Cándida Loureiro Ramallada, una empleada doméstica gallega que se
expresaba de manera errónea, fue creada por Niní en el año 1934 para el
programa “El chalet de Pipita” en Radio Municipal. La conductora vislumbró sus
dotes para la comedia y le ofreció interpretar a una mucama. El personaje fue
llevado al cine en los films Cándida (1939), Los celos de Cándida (1940) y
Cándida millonaria (1941). Cándida aglutinó los sueños, penuria, deseos y
tristezas de los inmigrantes.
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Muchos
otros personajes fueron creados por Niní como Doña Pola,
estereotipo de la colectividad judía; Mónica Bedoya Hueyo de Picos
Pardos Sunsuet Crostón, típica mujer de clase alta y superficial; Niña
Jovita, una solterona pasada de moda; Gladys Minerva Pedantoni,
la alumna más aplicada de la clase; doña Caterina, la abuela
italiana de Catita que hablaba en cocoliche, Don Cosme, un italiano
de voz ronca, Lupe, una joven sufrida y maltratada por su esposo,
Belarmina Cueio, una joven provinciana y empleada doméstica de la Niña Jovita,
Loli, una actriz y cupletista pasada de moda, Mingo, el hermano travieso de
Catita y Bárbara Mc Adam, una mujer refinada y extravagante estereotipo de la
clase alta mexicana.
Niní
explicaba: “Creo mis personajes observando a la gente, prestando atención a los
pequeños defectos que pueden causar risa. Voy a la peluquería y paro la oreja
para ver que hablan los clientes. Las mujeres están en los secadores y deben
gritar para escucharse. A gritos cuentan la vida y milagros de todo el barrio.
Yo caricaturizo lo que allí se dice. En los transportes públicos me pongo los
anteojos negros y doy una vuelta para escuchar a la gente. Parece mentira lo
indiscretos que son. Otra fuente muy jugosa es la placita Vicente López frente
a mi casa; ahí espío a las mucamitas con sus novios y obtengo expresiones,
dichos y situaciones que causan gracia”.
Catita
prohibida por “deformar el idioma”
A
partir de la Revolución del 43 se creó el Consejo Superior de las Transmisiones
Radiotelefónicas. La primera resolución fue presentar una lista de palabras y
locuciones mal empleadas en el lenguaje corriente que debían «proscribirse
de la radiofonía». Niní, al finalizar uno de sus programas en Radio Splendid,
se despidió diciendo: "Hasta el viernes... si nos dejan"». No pudo
volver a presentarse en radio. Recibió un comunicado que expresaba que la
prohibición había sido llevada a cabo «porque sus personajes deformaban
el idioma al pueblo argentino, que no tiene capacidad de discernir».
La
voz de Catita pierde su ambiente por excelencia, la radio. Continúa en el cine
pero, aunque Niní tenía control sobre sus parlamentos, los libretos de las
películas nunca tradujeron el tipo de humor radial que caracterizó a Catita.
Radio,
cine, teatro y televisión
50
años de carrera profesional marcaron su trayectoria. Radio, teatro, cine y
televisión. Intervino en 38 películas, mayormente comedias (28 en Argentina, 9
en México y 1 en España).
Filmografía:
Argentina
Algunas
de sus películas argentinas más emblemáticas son
Mujeres
que trabajan (1938), Cándida (1939), Hay que educar a Niní (1940), Yo
quiero ser bataclana (1941), Orquesta de señoritas (1941), Cándida, la mujer
del año (1943), Carmen (1943), Buenos Aires canta (1947), Catita es una dama
(1956), Cleopatra era Cándida (1964), Ya tiene comisario el pueblo (1967), La
novela de un joven pobre (1968), ¡Qué linda es mi familia! (1980).
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"Hay que educar a Nini"- Nini Marshall. Mirtha y Silvia Legrand |
México
En
los años de su exilio en México participó de los films
Una gallega en México (1949), Una gallega baila mambo
(1950), La alegre casada (1950), Mi campeón (1951), Los enredos de una gallega
(1951), Amor de locura (1952), Reportaje (1953), Dios los cría (1953), Una
gallega en La Habana (1955).
España
Yo no soy la Mata-Hari (1949)
María
Elena Walsh la definió como «Nuestra Cervanta” porque «solo un
prodigioso dominio del idioma le permitió a Niní descalabrarlo, travestirlo y
lanzarlo a las efímeras ondas del éter»
Al
cumplir 90 años expresó “La vida me ha dado muchas cosas, sobre todo el
amor de la gente que es lo que yo más agradezco. Lo dije y lo diré hasta el
cansancio: Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo la
graciosa. Así quiero que me sientan y así quiero que me recuerden”.
La
última aparición pública de Marshall ocurrió en diciembre de 1995 cuando,
visiblemente débil y frágil, asistió al Teatro Nacional Cervantes para
acompañar a su amiga Libertad Lamarque en el homenaje que le brindó la
Secretaría de Cultura de la Nación
Fuente consultada: Libro "Cine Argentino-Historia y Clasicismo-1933/1956) de Claudio España. Editado por Fondo Nacional de las Artes"
Fuente: Ministerio de Cultura de la República Argentina
"UNA CATÁSTROFE ES TAMBIÉN UNA NUEVA OPORTUNIDAD":
SALVÓ SU VIDA PORQUE PERDIÓ UN TREN Y SE CONVIRTIÓ EN MILLONARIO
John D. Rockefeller no llegó a subir a un tren que descarriló y donde
muy pocos pasajeros sobrevivieron. tres años después del fatal accidente fundó
la Standard Oil, la mayor empresa petrolera de la historia. Murió el 23 de mayo
de 1937, tenía 98 años y había sido el hombre más rico de la Tierra.
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John D. Rockefeller (1839-1937) fue el gran magnate del petróleo (Granger/Shutterstock) |
Alfredo Serra
La historia del protagonista de esta nota puede resumirse en un número: más de 800.000 millones de dólares. Calculados, según la inflación de los Estados Unidos, a hoy, mayo de 2020.
La historia del protagonista de esta nota puede resumirse en un número: más de 800.000 millones de dólares. Calculados, según la inflación de los Estados Unidos, a hoy, mayo de 2020.
Pero podría ser
cero. No existir…, si no hubiera perdido el tren de Cleveland a Nueva
York, el 18 de diciembre de 1867, por pocos minutos: los que tardó el
cochero que lo llevaba a la estación en limpiar una de las herraduras de su
caballo.
Porque ese tren
descarriló, y muy pocos pasajeros salvaron su vida… El episodio le dictó una de
sus máximas: “Una catástrofe es también una nueva oportunidad”.
Firmado: John D. Rockefeller. La "D" corresponde a
“Davison”.
Y el nombre
completo corresponde al hombre más rico del mundo. El Rey del Petróleo.
¿Cómo llegó a
serlo? En principio, llegando al mundo en Richford, Nueva York, el 8 de julio
de 1839, hijo del matrimonio de William Avery y Eliza Rockefeller.
Familia de clase media, con sangre de inmigrantes alemanes de religión judía, y
franceses que hicieron pie en los Estados Unidos en 1733.
De William todo
puede decirse, menos que fue un esposo y padre modelo. Infiel y aventurero,
desaparecía por largo tiempo, y aparecía sin aviso, con un cargamento de
regalos para Eliza y para sus seis hijos.
Su oficio:
impostor. Cabalgaba rumbo a las reservas indígenas y les vendía chucherías al
doble o triple de precio, y su bolsillo creció mucho más cuando vendía pueblo
por pueblo un brebaje misterioso que, según él, era infalible para curar el
cáncer… Una vocación comercial que John D. heredó precozmente: en la
escuela primaria –ya enamorado de los números– juntaba piedras, las pintaba,
las vendía entre sus compañeros, y guardaba el dinero en un frasco azul: “Fue
mi primera caja fuerte”, recordó muchos años después, cuando nadaba en
millones…
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John Davison Rockefeller camina junto a su hijo John D. Jr cerca de 1910 en Nueva York (Everett/Shutterstock)
Piedra a
piedra, pincelada a pincelada, ahorró 50 dólares –en esos
años, una suma respetable–, y los usó para prestárselos, al 7 por
ciento de interés, a un amigo de su padre acogotado por las deudas. Episodio
que le dictó otra de sus famosas máximas: “No trabaje por el dinero,
deje que el dinero trabaje por usted”.
En esa época,
niño aún, inauguró una libreta que llamó “Registro A”, donde anotó cada
uno de sus pequeños pasos financieros: un nombre que conservó hasta su
retiro, en 1911… pero con muchos tomos: nada menos que el arrasador huracán de
su imperio petrolero. Standard Oil. El mayor del planeta.
A los 16 años,
ya contador y siempre obsesionado por los números, empezó a trabajar en una
empresa de comercio de granos, de sol a sol (“Nunca me importaron los
horarios”), llegó a ganar 600 dólares por año –era 1857–, y cuando le negaron
un aumento de 200, que sin duda merecía, renunció y se lanzó a la
aventura del negocio propio.
Su capital
en ese momento: 800 dólares. Pero le
faltaban 1.000 para crear su primera empresa de corretaje de
granos. Se los prestó su padre... a un 10 por ciento de interés
anual hasta que alcanzara la mayoría de edad. El vendedor de baratijas
a los indios y de absurdas pócimas contra el cáncer… era un Rockefeller en
estado puro.
Fundó con un
socio la firma Clark & Rockefeller, ganó 4.000 dólares el primer año,
16.000 el segundo…, pero eterno disconforme, y luego de una inversión en la
importación de café, olió algo también oscuro, denso y llamado a cambiar el
mundo: Su Majestad el petróleo.
Su primer
cuartel general: Cleveland. Ciudad que hacia 1861 era una de las más modernas y
ricas del país, y sede de enormes industrias. “No tardé en entender
–contó muchas veces, ya Gran Emperador del Oro Negro– que ese combustible sería
la mayor fuente de energía del mundo”.
El año 1862 fue
su primera llave: con sus ahorros levantó su primera refinería. En
poco tiempo compró otras. Y no paró hasta tener casi todas las de la ciudad: El
Dorado con el que vanamente soñaban los descubridores y conquistadores de
tierras desde el siglo XV.
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Su golpe de nocaut fue, en 1870, la creación de la Standard Oil: una empresa-monstruo que en poco tiempo refinó una cuarta parte… ¡de toda la producción petrolera del país! (Everett/Shutterstock)
Pero, ¿qué clase
de hombre era? Inteligente. Ojo de águila y olfato de perro cazador
para los negocios. Insaciable: toda ganancia –hasta las siderales–
le parecía poco. Religioso hasta la médula. Republicano en
política. Ahorrativo hasta lo increíble: la misma ropa siempre,
almuerzo en los restaurantes más baratos, y –según testigos–, “las propinas más
miserables jamás conocidas”.
Se casó con
Laura Celestia Spelman,
una profesora de Nueva York, para toda su vida, y tuvieron cinco hijos: Elizabeth,
Alice, Alta, Edith y John D., que dejó este mundo en 1960. Una prole cuyos
nietos y bisnietos, hasta hoy, mantuvieron encendida la antorcha del poder y
del dinero, a diferencia de otras poderosas familias que apenas dejaron huella.
Como dándole la
razón a su dicho “todas las catástrofes son una oportunidad”, la feroz Guerra
Civil Norteamericana fue la última llave que le abrió la más impenetrable de
las puertas: lograr, en ese río sangriento y revuelto, convertir la
mera extracción de petróleo en un pulpo de varios tentáculos: refinarlo,
transportarlo –a pesar de la furia Cornelius Vanderbilt, dueño de
los ferrocarriles que hacían ese trabajo– y controlar su marcha hasta el último
punto del mapa del negocio.
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